Un poquito de historia. Contada con fotos. En 2001, durante una de las ferias que se celebraban anualmente en Huesca de material fotográfico clásico y de ocasión cada primavera, dentro del certamen Huesca Imagen, compré mi primera cámara Leica; la pequeña Leica CL, con su Summicron-C 40/2. Posteriormente, llegaría el Elmar-C 90/4, y un Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 MC. En
El año 2008 se anuncia el advenimiento del sistema fotográfico Micro Cuatro Tercios, respaldado por varias empresas del sector, aunque principalmente por Olympus y Panasonic. En 2009, Panasonic propone la Panasonic Lumix GF1, con un Lumix G 20/1,7 ASPH y un Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. Tan fuertemente me recordó a la configuración de la pequeña Leica CL que me hice con este equipo.
En los años siguientes me quedó una cosa clara. Viajar con las pesadas cámara réflex digitales y sus cada vez más pesados objetivos, que iban engordando en volumen, peso y precio conforme los captores digitales incrementaban su resolución y su tamaño, no tenía sentido para mí. La pequeña micro cuatro tercios me permitía obtener fotos muy satisfactorias. A lo mejor no las mismas que con un equipo réflex, pero no peores. Si acaso diferentes.
En 2012, durante 3 años, mi Lumix GF1 me había acompañado por toda Europa, y me había convencido de las bondades del sistema. Aunque también de que aquella GF1, con un planteamiento y un diseño muy correctos, era un producto todavía algo inmaduro. Por ello, en aquel 2012, di un salto cualitativo importante con la salida al mercado de la serie OM-D de Olympus, con su primer modelo la Olympus OM-D E-M5.
Los aspectos clave que convertían a la OM-D E-M5 en una cámara de éxito eran los siguientes:
Una gran variedad de posibilidades de configuración y de personalización de las ruedas y botones que controlan el funcionamiento de la cámara.
Un cuerpo sellado perfectamente contra las inclemencias atmosféricas, especialmente el polvo y la lluvia.
Una calidad de imagen notable con su captor de imagen de 16 megapíxeles, que puede parecer modesto, pero que es más que suficiente para el 98 % de las fotografías que hago que rara vez superan la ampliación de 30 x 40 cm. Alguna vez he subido a 45 x 60 cm, y ha aguantado bastante bien, siempre que la imagen de origen fuera técnicamente perfecta en la toma.
Un estabilizador de cinco ejes para el captor de imagen que permite compensar de sobras el menor rendimiento de los sensores micro cuatro tercios a sensibilidades altas con respecto a los sensores APS-C o de formato completo.
Durante los últimos seis años, esta cámara, acompañada (a veces sustituida) por otras dos de captor de imagen similar, la compacta Leica D-Lux o la compacta de objetivos intercambiables Panasonic Lumix GM5, han sido acompañantas extraordinariamente fieles en mis viajes por el mundo.
Sin embargo, durante el año pasado, la Olympus empezó a dar una serie de síntomas de cansancio que indicaban que estaba acusando el castigo de los muchos kilómetros recorridos a bordo de mis macutos y mochilas de viaje. Y quizá con ello una disminución en su fiabilidad. Veamos cuáles son los problemas detectados.
El primero de ellos ha estado siempre ahí aunque sólo lo he acusado notablemente en los viajes más de naturaleza, como Islandia o las Lofoten. Con el objetivo de focal variable M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro conforma una poderosa alianza por su calidad de imagen y su resistencia a las inclemencias del tiempo. Pero el conjunto tiene una ergonomía desequilibrada. La E-M5 sólo se siente a gusto con objetivo pequeños, ligeros.
La batería se me ha atascado en repetidas ocasiones en el último año y medio, cada vez con más frecuencia, pasándolas canutas para extraerla de la cámara sin estropear nada. Y las cámaras sin espejo tienen el problema de necesitar al menos un cambio de batería al días cuando estas viajando.
Desde el año pasado, y se hizo especialmente notorio en el viaje a Corea del Sur, de cada 20 o 25 fotografías una se me quedaba negra. Como si el obturador no se accionase. Y esto genera una inquietud notable.
De hecho, en ese viaje usé más la pequeña y discreta Lumix GM5 que la OM-D E-M5. La primera iba permanentemente calzada con focales cortas, las más habituales, y la segunda con el tele corto. Eso limitaba los riesgos de fotos perdidas y evitaba los cambios de batería durante el día.
Por lo tanto, durante el invierno he estado dándole vueltas al recambio de la Olympus OM-D E-M5. Y en otoño se anunció un modelo de Panasonic a la que sólo le veía un "defecto" objetable. Un "defecto" que al mismo tiempo resuelve alguno de los problemas de la E-M5. Veamos sus principales cualidades de la Panasonic Lumix G9.
Goza una de una potente y eficaz protección contra las inclemencias del tiempo, igual o superior a la de la E-M5. De hecho, se está promocionando principalmente entre los fotógrafos de naturaleza.
Dispone de un sistema de estabilización óptica muy potente, que además se puede combinar con el de los objetivos Panasonic estabilizados. Garantizada su capacidad de obtener fotos nítidas a velocidades de obturación muy reducidas. En el entorno de 1/4 de segundo.
Dispone de un sistema de doble ranura de tarjeta SD que me resuelva para siempre la preocupación por un sistema de copia de seguridad instantánea de las fotografías en los viajes. Cada foto queda copiada de forma idéntica y por duplicado en el momento de la toma, tal y como es mi preferencia de configuración.
Su captor de imagen de 20 megapíxeles y sin filtro de paso bajo ofrece una calidad de imagen claramente superior. Y además a mejorado su rendimiento a sensibilidades altas.
Es muy muy muy muy muy muy muy rápida. Aunque esto tiene para mí una importancia muy relativa.
El "defecto"/cualidad más diferencial es que es apreciablemente más grande. Lo cual a priori iba en contra de la filosofía del sistema. Hice mis comprobaciones. Está en el límite admisible, pero es admisible. Y con los objetivos de focal fija más ligeros sigue siendo un aparato muy llevadero. Y el tamaño tiene una ventaja. Si he de usar el 12-40/2,8 o si le adapto teleobjetivos que tengo por ahí, se puede usar con comodidad. Cosa que no sucedía con la Olympus.
Tras comprobar que la posible alternativa en forma de seudotelemétrica, la G9 tiene forma de seudoréflex, no estaba a la altura, me decidí por ella. La Lumix GX9 anunciada recientemente no está protegida contra las inclemencias del tiempo, sólo tiene una ranura de imagen y es demasiado pequeña para según que objetivos. Por otro lado, la OM-D E-M1 II de Olympus, su principal competidora, tiene un año más en el mercado y cuesta trescientos euros más.
La tengo en casa desde hace una semana y un día. Le he ido probando en distintas condiciones. Ni que decir tiene que no esperaba otra cosa que un buen rendimiento. Pero os pongo algunos ejemplos de distintas situaciones.
Con el 12-40/2,8 compone un equipo equilibrado, de cierto tamaño, pero notablemente más compacto y ligero que en un equipo réflex de formato APS-C o formato completo y con muy buena calidad de imagen. Recordemos que sus focales equivalen a un 24-80 en formato completo.
Un objetivo que uso poquito, que me costó un cantidad ridícula de dinero, no llegaba a 100 euros en un outlet, y que tiene una calidad de imagen bastante buena, es el Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH. Es tremendamente ligero, y suma su propio sistema de estabilización al incorporado en el cuerpo de la cámara. Sospecho que lo voy a usar más. Recordemos que sus focales equivalen a las de un 70-200 en formato completo.
La primera mañana que lo tuve me lo llevé al trabajo, e hice fotografías al amanecer con altas sensibilidades. También algunos interiores. Y algún retrato a mis compañeras que no pongo porque no les apetece salir en público. Con el compacto pancake Lumix G 20/1,7 ASPH. Que es una focal equivalente a un 40 mm en formato completo. Alguna de las fotografías están realizadas a ISO 5000.
Otras situaciones...
Probando el efecto cortina de agua disparando a 1/4 de segundo a mano alzada...
Comprobando la discreción de la cámara en modo reportaje...
Intentando que funcionase con un adaptador a Canon EF con el EF 200/2,8 L USM... No funcionó el enfoque automático, aunque la foto se hizo... a ISO 12800...
En la exposición dedicada a Giorgio de Chirico en el Caixaforum... En interiores, a f/1,7 y una velocidad de obturación de sólo 1/15 de segundo, pude usar una sensibilidad de sólo ISO 200...
Y por último, una curiosidad. En situaciones en las que el sujeto es estático, tiene un modo en el que captor de imagen de 20 megapíxeles va realizando microdesplazamientos permitiendo obtener imágenes de alta resolución. Según la configuración, se pueden obtener fotografías de 40 u 80 megapíxeles. Comprobad recortes al 100% de un "retrato" de la veterana Olympus OM-D E-M5 que ahora pasa a la reserva activa.
Quizá no se vea exactamente al 100%... pero os podéis hacer una idea del asunto.
En fin... ya iréis viendo fotos. En una semana estaré probándola en Roma... ya os contaré.
No suelo comentar las numerosas novedades que en el mundo del mercado fotográfico surgen en lo que se refiere a material. Cámaras, objetivos y todas esas cosas. Pero esta semana me han pasado dos cosas. Hoy quería comentar en mi Cuaderno de ruta un libro, que no he terminado de leer. Han surgido un par de novedades que me han tenido entretenido y pensando. Así que voy a ello.
Se presentó oficialmente en Kickstarter una campaña de financiación colectiva para lanzar al mercado una nueva cámara réflex para película tradicional de 35 milímetros de doble perforación. Los carretes de toda la vida, vamos. Se nos dice que es el primer sistema réflex de enfoque manual y de nuevo diseño en más de 25 años. Algunos han interpretado esta frase como que hacía más de 25 años que no aparecía una cámara réflex para película nueva. Eso no es cierto. Sí que han aparecido. Pero pertenecían a sistemas réflex ya existentes a los que sólo añadían variedad o nuevas prestaciones.
Una palabra clave de la nueva cámara es que un sistema. Y eso implica que además del cuerpo de la cámara hay una serie de accesorios y complementos que modifican o mejoran su funcionamiento. En esta ocasión se insiste en el concepto modular. La cámara admite objetivos intercambiables, tiene zapata para flash externo, y las dos cosas más curiosas. El bloque de la montura del objetivo es intercambiable, pudiendo decidir cada cual qué montura ponerle o incluso tener varios para objetivos con distintos orígenes. La opción por defecto es la montura de rosca M42. Muy antigua, aunque se mantuvo en activo hasta los años 90 en algunas marcas del bloque prosoviético. Admite también respaldos intercambiables. Por lo tanto se pueden llevar varios con distintos tipos de película y sensibilidades.
No voy a entrar en su conjunto de características. Que más allá de algunas curiosidades son razonables. Voy a la significación del hecho. Para muchos aficionados a la fotografía con película tradicional se ve como un gran movimiento para la salvación de este tipo de película. En estos momentos, la película tradicional tiene cierta viabilidad por el enorme parque de cámaras que existen todavía y a las que se puede dar vida de segunda mano y ocasión. Pero si no se fabrican cámaras nuevas, más allá de las tontadas de plástico de los tomógrafos, llegará un momento en que el mercado se agotará.
Pero este tipo de proyectos tiene algunas pegas:
1. Sabemos que ahora se fabricarán una serie de cámaras. La campaña de financiación ha alcanzado de sobras sus objetivos. Pero no se sabe si será posible una fabricación y comercialización continuada en el tiempo, y cómo surgirán futuras variantes o mejoras. ¿Van a depender siempre de la financiación colectiva? ¿Es un modelo de negocio compatible con un crecimiento y consolidación? ¿O es simplemente una cosa para caprichosos en un momento dado?
2. Canales de comercialización. En esta campaña se fabricarán un número dado de cámaras y se remitirán por paquetería. Pero, si sigue la producción... ¿qué vías de distribución tendrá para llegar a una cantidad suficiente de rincones del mundo y posibles clientes? Ya sabemos que hoy en día con internet... las cosas pueden ser de otra forma, pero...
3. Servicio posventa. Uno de los problemas de adquirir objetos por campañas de financiación es que es un actividad de riesgo. Arriesgas un capital para apoyar un proyecto. En lugar de ser accionista del proyecto, como en los modelos tradicionales de negocio, a cambio de mandan un producto. Pero cuando se trata de máquinas, con componentes mecánicos o electrónicos, son susceptibles de averías o problemas. ¿Hay garantías? ¿Hay servicio de posventa? ¿Dónde se arreglan las averías?
Para algunos "talibanes" de la fotografía con película tradicional supuso un enfado que el ritmo de apoyo a la campaña fuese lento al principio, apelando al compromiso de la "comunidad" de fotógrafos con película tradicional. Supongo que ahora que la campaña ha conseguido sus objetivos se habrán calmado. Pero a mí, por mucha curiosidad que me despierte el aparato, sin una respuesta razonable a esas tres cuestiones... no arriesgaré casi 500 machacantes en adquirirla. No mientras se pueda comprar una cámara réflex con buenas prestaciones por unas decenas de euros, y compatible con mi parque de ópticas. Ya sé que eso no mejora el futuro de este tipo de fotografía, pero es que no sé si estas iniciativas lo hacen. Mientras, Fujifilm, con una nombre de marca cada vez menos comprometido con la realidad, va recortando su catálogo de material sensible y aumentando sus precios.
En esta semana, Panasonic ha presentado al público su nueva cámara orientada al fotógrafo profesional que no quiere centrarse principalmente en la fotografía fija y no en el vídeo, aunque también tiene buenas prestaciones en este sentido. Con una denominación, G9, que la hace descendiente directa de la primera micro cuatro tercios de la marca, y de la historia, allá por el 2008, la Lumix G1, tiene unas prestaciones y un nivel de precio que la sitúan muy por encima de las pretensiones de aquella.
Yo llegué al sistema micro cuatro tercios un año más tarde. A principios de noviembre de 2009. Las fotografías que ilustran esta segunda parte de esta entrada proceden del primer día que usé una Panasonic Lumix GF1 con un G 20/1,7 ASPH, que aun hoy en día es uno de mis objetivos favoritos. La cámara la tengo y hace fotos, pero perdió una pieza, y se hace incómodo usarla. Una pena porque estaba empezando a servir como aparato escuela para mi sobrino de ocho años, que la ha usado varias veces.
Lo que me atrajo de aquel modelo, la GF1, es que me recordaba mucho al concepto de la Leica CL. Una cámara con prestaciones razonables, con objetivos intercambiables, ideal para viajar por el mundo ligero de equipaje. Como pude comprobar un mes más tarde de recibirla en un viaje a París.
En estos nueve años de vida del sistema micro cuatro tercios. Aunque por cuestiones de la física, un captor de imagen de ese tamaño no podrá dar la calidad que dan los de tamaños superiores, en estos momentos la mayor parte de los mortales, de forma aplastante, serán incapaces de distinguir entre las fotografías realizadas con estas cámaras y otras de captor grande. En los ocho años desde la GF1, he acabado poseyendo dos cuerpos más cámara y varios objetivos. En 2012, adquirí la Olympus OM-D E-M5, una cámara que me ha acompañado por todo el mundo con fiabilidad. Y que tiene varias características muy importantes. Indudablemente dos de las más valoradas por mí son su cuerpo resistente a las inclemencias del tiempo, la he usado bajo la lluvia en Islandia sin problemas, y su estabilización de imagen incorporada, que hace que su menor rendimiento a las sensibilidades altas se vea compensado porque... la mayor parte de las veces son innecesarias gracias a la estabilización.
Luego vino la pequeñita Panasonic Lumix GM5, un regalo, que produce una calidad de imagen similar a la Olympus, pero pudiéndola llevar en un bolsillo con uno de los pequeños objetivos Panasonic.
La Olympus empieza a renquear porque ha llevado una vida agitada. Y con mi experiencia en Panasonic, sé que me llevo mejor con la ergonomía de estas que con las excentricidades de Olympus. Por eso tenía mucho interés en la presentación de la G9. Un "camarón", oye. Pero...
Es cara... con 1700 o 1800 euros cuerpo desnudo... Cara.
Es grande. Es sólo un poco más pequeña que mi Canon EOS 100 para película tradicional y es más pesada. Y esta cámara dejó de viajar cuando adquirí la Leica CL porque era pesada. Es cierto que los objetivos hacen llevadera la cámara,... pero la Lumix G9, para lo que yo busco, es grande y pesada.
Tiene muchas más especificaciones y zarandajas de las que necesito.
Las descendientes de la GF1 no fueron las siguientes GF de Panasonic, paradójicamente. Fueron las GX. El modelo Lumix GX8 ya me llamó la atención en su momento. Sin embargo, su vida ha sido corta y no aparece ya en el catálogo de Panasonic. Algunos problemas de vibración con el obturador mecánico, parece ser... No sé. Lo que yo necesitaría es una GX9, apreciablemente más pequeña que la G9, con su mismo captor y características globales, con su estabilzador, inferior al de Olympus pero suficiente, y resistente a las inclemencias del tiempo, y sin las características superprofesionales que no necesito. Y más barata. A ver si se animan. Porque de verdad... yo no quiero un sistema micro cuatro tercios del tamaño de una réflex tradicional. No era ese el trato. Eso es algo que puede venir bien a determinados profesionales, pero a mí, no.
El año pasado por estas fechas hacía un resumen de la jornada de práctica fotográfica en Monreal del Campo con motivo de la recogida de la flor del azafrán. En aquel momento, opté por usar mi modesta pero eficaz cámara digital Pentax K-S1 y el veterano Pentax SMC-A 100/4 Macro, con buenos resultados. Este objetivo ofrece una reproducción máxima a escala 1:2, que llega a 1:1 con la ayuda de una lente de aproximación de 10/3 dioptrías.
Como la experiencia fue muy buena, este año hemos vuelto a repetir. Incluso en más número. Nuestra expedición constó de 10 personas, muy motivadas a hacer fotos y a pasarlo bien. Yo hice algunos cambios en el equipo y en el planteamiento de la jornada fotográfica. Me llevé la Olympus OM-D E-M5 con el Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH como equipo principal para macrofotografía. Y la veterana Pentax MX, para película tradicional de 35 mm con doble perforación, con el SMC-M 50/1,7 para reportaje, y el SMC-A 100/4 Macro por si me apetecía probar el macro con soporte fotoquímico. No dispongo todavía de los carretes revelados expuestos con esta última. Así que aquí os traigo los resultados obtenidos con el macro digital.
El año pasado la máxima escala de reproducción que pude conseguir era 1:1, como ya he dicho. Puesto que el Macro-Elmarit de forma nativa llega a esta escala de reproducción, al añadir la lente de aproximación mencionada es posible llegar a una escala de reproducción 1,33:1, superior como vemos. Si además tenemos en cuenta que el formato hace que haya un recorte sobre APS-C de la cámara Pentax, en los 16 megapíxeles de la Olympus todavía encontramos un mayor nivel de detalle sobre los objetos fotografiados, aunque la imagen sean de menor tamaño. La Pentax tiene 20 megapíxeles, pero si recortásemos para tener un encuadre equivalente, perderíamos bastante información.
Además, la pantalla de la Olympus es orientable, lo cual supone una ventaja sobre la fija de la Pentax. De hecho, con esta última, el encuadre lo realicé fundamentalmente por el visor réflex. Sin embargo, con la pantalla de la Olympus tiene suficiente calidad como para permitirme enfocar con precisión, como se puede comprobar en las imágenes. Hice muchos menos disparos que el año pasado para un número de imágenes técnicamente aceptables similar.
Pero toda balanza tiene dos platos; en este caso, el de las ventajas y el de los inconvenientes. Entre los inconvenientes, el principal es que el enfoque manual del Macro-Elmarit, o cuando en enfoque automático corregimos el enfoque manualmente, no es mediante un accionamiento mecánico con topes en la distancia mínima de enfoque o en la máxima. El aro de enfoque sirve para accionar el motor de enfoque y no tiene fin. Con lo que es difícil saber cuándo has llegado a los extremos al enfocar manualmente. En macrofotografía, no me gusta confiar en el enfoque automático. Así que enfoco manualmente la escala de reproducción que prefiero, y luego ajusto el enfoque con pequeños movimientos del equipo hacia adelante o hacia atrás. No he utilizado trípode. Las flores del azafrán nacen a ras de suelo, así que la posición al fotografiar es cuerpo a tierra, dando estabilidad a la cámara con el cuerpo y los dos codos, que hacen de trípode. Los resultados son buenos, especialmente con los sistemas de estabilización de imagen de ambas cámaras, aunque el de 5 ejes de la Olympus es superior. Y se nota. Con un 45 mm que es equivalente a un 90 mm en formato completo, con escalas de reproducción de 1:1 o 1,33:1 he conseguido fotos nítidas disparando a 1/25 segundo. Con el 100 mm de la Pentax esto no es posible. De todas formas, especialmente cuando empezamos a fotografiar con las primeras luces del día, hubo que subir en algún momento la sensibilidad hasta ISO 1600, por lo que ha habido que esmerarse en el procesado, reduciendo el ruido pero sin afectar a los detalles finos.
El problema que ha aparecido con el equipo de este año procede de la utilización de la pantalla posterior como elemento para encuadrar y enfocar. En principio, el enfoque no ha sido problema. Especialmente porque el color rojo intenso de los estigmas del pistilo de la flor hacen fácil su visión en la pantalla y conseguir la nitidez necesaria, incluso sin aumentar en la pantalla la imagen. Pero puede haber detalles interesantes en el cuadro que no se ven. Yo tengo ya un cierto grado de presbicia por lo que pierdo detalles en la visión cercana. Por ejemplo, en la mayor parte de las fotografías no era consciente de las microgotas que cubrían los elementos de la flor. Era consciente de que había algunas gotas de rocío, pero no tenía claro que prácticamente todas las imágenes iban a estar cubiertas por estas gotas. El año pasado no estaban, a pesar de que había llovido por la noche.
Me he sentido especialmente frustrado con la siguiente imagen que presento, en la que había un pequeño insecto, de unos pocos milímetros, en el extremo de los estigmas, que hubiera querido sacar nítido... si lo hubiera visto. No lo vi. Ha sido un hallazgo al revisar las fotografías. Lo que aparece nítido es uno de los estigmas, el que elegí en la pantalla, pero la profundidad de campo con estas escalas de reproducción no es lo suficiente amplia como para incluir al insecto. Una pena.
Cada uno de los equipos utilizados, el año pasado o este, tiene sus ventajas y sus incovenientes. Creo que en la evaluación de los mismos hay un factor importante que ya he mencionado. El número de fotografías técnicamente aceptables es mayor con la cámara Olympus y el Macro-Elmarit que con la Pentax. Otra cosa es la calidad estética, que ahí entran otros factores.
Ahora queda recibir los carretes de Kodak Portra 400 que usé con la Pentax MX. Así que habrá una segunda parte de esta crónica sobre nuestra jornada en Monreal del campo. De momento me despido con una imagen más de las bonitas rosas del azafrán, así como de mi ejemplar de estampa con los pigmentos de la flor que realicé en el taller que se organizó con posterioridad, de lo que os hablaré más ampliamente en su momento.
Entre el día 2 y el 11 de octubre he estado recorriendo una parte de la República de Corea, país más popularmente conocido como Corea del Sur, para distinguirlo con su precisión de su incómodo vecino la República Democrática Popular de Corea o Corea del Norte. El día 1 salí de España y me lo pasé viajando, y el 12 hice el recorrido en sentido inverso, en ambas ocasiones vía Amsterdam, usando vuelos de KLM y Korean Air. El avión de esta última, un Airbus 3algo0 entre Schiphol e Incheon, uno de los más cómodos y agradables que jamás haya volado. Tomo nota.
El país no es muy grande. Toda la península de Corea tiene el tamaño aproximadamente de la isla de Gran Bretaña. Pero tiene casi 50 millones de habitantes, así que está muy poblado. Y tiene una historia y una cultura muy rica aunque muy desconocidas en comparación con las potencias locales, china y japonesa. Esta última, además, ha puesto bastante empeño en diversos momentos de la historia, el más reciente en la primera mitad del siglo XX, en destruir y reducir a la nada a la cultura coreana, con una actitud que tiene un tufo racista considerable. Los nipones son muy cultos, honorables y educados... salvo cuando no lo son.
A pesar de estos avatares, Corea tiene una serie de lugares reconocidos por la UNESCO como Patrimonio Cultura de la Humanidad, algunos de los cuales he visitado en todo o en parte, y os traigo aquí.
Palacio de Changdeokgung en Seúl
En Seúl hay varios palacios, cinco creo, de la época Joseon (pronúnciese algo así como "choson"), de los cuales he visitado cuatro. De ellos, el más vistoso es el de Changdeokgung, que además incluye un jardín que probablemente motiva la inclusión del palacio en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad. He de decir que la visita al palacio por sí mismo merece la pena. Parece mentira en un momento dado, que recorriendo sus estancias entre arboledas y jardines, estés en medio de una de las mayores metrópolis asiáticas, que es lo mismo que decir del mundo.
Desgraciadamente, coincidió la visita con la víspera de una fiesta nacional coreana, y en unos días en los que los monumentos nacionales eran gratuitos para todos los visitantes. Por lo tanto, aunque pocos turistas, había muchos coreanos disfrutando de sus fiestas en familia. Y la visita a los jardines es en números reducidos. Ante la avalancha de visitantes, me quedé sin poder acceder. Pero como digo, la visita en sí mismo, está muy bien.
Y a cambio, pude observar a la diversidad de gentes del país, así como ver numerosos ejemplos de personas vestidas con el tradicional hanbok, especialmente chicas y mujeres.
Santuario de Jongmyo en Seúl
Situado no lejos del palacio del Changdeokgung, este santuario es el más antiguo de los santuarios confucianos reales del reino de Joseon. En el se llevaban a cabo las más importante ceremonias de estado. Grande pero austero, tiene gran valor cultural. Y está situado en un gran parque, también en medio de la ciudad de Seúl.
Fortaleza Hwaseong en Suwon
Suwon está cerca de Seúl. A 30 km en tren o poco más. 30 minutos de recorrido, que se deben más a las paradas que a lo que está en movimiento el convoy. Pero visitar la fortaleza de Hwaseong en Suwon, así como otros lugares de interés en la ciudad lleva su rato. No es una pequeña ciudad periférica ni nada de eso. Es una capital de provincia con un millón de habitantes largos. De hecho, prácticamente hay una continuidad urbana entre la capital y Suwon. Pero la orografía de la península de Corea es compleja, y por todos lados surgen colinas y pequeñas montañas, que motean de verde la geografía urbana. Pequeños o grandes parques naturales que hace que los más urbanitas de los coreanos puedan vestir sus galas montañeras los días de fiesta y dedicarse a hacer senderismo desplazándose hasta el punto de partida en el metro o en el autobús urbano.
Por las colinas que rodean parte del núcleo urbano de Suwon se extienden las fortificaciones de Hwaseong, convirtiéndose en un recorrido sobre la muralla de casi seis kilómetros de longitud. En la muralla van a aparecer puertas, torres de vigilancia, puestos de arqueros, puertas secretas y pabellones. Hay que ir bien calzado y bien hidratado para hacer el recorrido completo, que puede llevar buena parte del día. Y que luego se puede complementar con una visita al palacio real de Hwaseong Haengung, en el interior de la zona fortificada. Muy nutrido también en el día de fiesta nacional.
Gruta de Seokguram y templo de Bulguksa
Situados en la laderas de unos montes a unos 15 o 20 kilómetros al sur de Gyeongju, antigua capital del reino de Silla, son dos de los monumentos más notables del arte y arquitectura religiosa de Corea, especialmente del budismo, religión abrazada por la clase dominante durante siglos en los reinos que se sucedieron en esta península del extremo oriente, hasta que el confucianismo procedente de China fue tomando fuerza en los mismos. No es que el budismo carezca de influencia, siendo como es una de las religiones con mayor poder político del mundo, aunque formalmente prediquen su desapego a las cuestiones terrenas.
En la gruta de Seokguram hubo que lidiar con la sorprendente incoherencia que observo en los templos budistas. En teoría el budismo es una religión no vinculada a dios de ningún tipo. Sin embargo, observo que los fieles y guardianes de estos templos observan una notable idolatría hacia las imágenes de sus budas y boddishattvas, que suele llevar implícita la prohibición de fotografiar, con más intensidad en unos casos que en otros. En la mencionada gruta, la vigilancia era estrecha, pero conseguí llevarme alguna imagen para ilustrar el lugar.
Más relajado era el ambiente en el armonioso templo de Bulguksa, donde todo era más tranquilo y amable. Lo cual se agradece. Sobretodo porque me había quitado de encima las aglomeraciones de gente de los días anteriores. Para los coreanos era día de labor, y los turistas extranjeros son pocos en estas fechas. A pesar de que por temperatura y escasez de lluvias hacen de ellas una época ideal.
Zonas históricas de Gyeongju
Como ya he dicho, Gyeongju fue la capital del reino de Silla, un reino que unificó políticamente la península de Corea durante buena parte del primer milenio de nuestra era y los tres siglos iniciales del segundo. Dicen que en su momento de mayor esplendor llegó a tener un millón de habitantes. Buena parte del patrimonio cultural se perdió en la invasión japonesa del siglo XVI que causó estragos en la península. Pero todavía se conservan restos interesantes. Planificar la visita a esta zona es complejo. Todavía no sé si como lo hice estuvo bien o mal. Además de Bulguksa y Seokguram, visité en el núcleo urbano de Gyeongju los túmulos funerarios de la antigua Silla y la pagoda de Bunhwangsa. Haber visto más cosas hubiera obligado a dedicar más días, y perder otras experiencias. En los viajes hay que tener claro el coste de oportunidad de tu tiempo. En fin. No estoy descontento, aunque hubiera otras formas de planificar el viaje que también hubiesen tenido sus ventajas... e inconvenientes.
Material fotográfico utilizado
Hace tiempo que viajo ligero por el mundo. Con cámaras de formato micro cuatro tercios, que son ligeras y competentes, hace tiempo que digo que un angular moderado y teleobjetivo corto son suficientes. Siempre llevo algo más como redundancia. En esta ocasión dos cámaras y cuatro objetivos, que abultan muy poquito. La Panasonic Lumix GM5 ha ido casi siempre unida a al Panasonic Leica DG Summilux 15/1,7 ASPH o al Panasonic G 20/1,7 ASPH. Dos objetivos con una diferencia de focal suficiente para que, aunque pudiera haber elegido sólo por uno de ellos, me adaptase al entorno en que me moviese. La Olympus OM-D E-M5, que está empezando a dar señales de estar mayor, solía ir unida siempre al Olympus Micro Zuiko Digital 45/1,8. De esta forma, no tenía que cambiar de objetivo en la cámara. Según la focal necesitada, usaba una u otra cámara, fácilmente accesibles en la bolsa de bandolera. La E-M5 también era la cámara principal cuando la luz era escasa y necesitaba el estabilizador de imagen. Pero he usado más la GM5 porque su capacidad de conexión inalámbrica con el teléfono móvil permite usarlo para compartir imágenes durante el viaje.
También he llevado el pequeñísimo Pansonic G Vario 12-32/3,5-5,6, que venía de kit con la GM5. Es un objetivo sorprendentemente nítido para sus características, que además me ha permitido extender mi capacidad de gran angular y aporta estabilización a la GM5 aunque perdiendo luminosidad. Pero no lo uso de continuo porque, a pesar de las correcciones por firmware que hace la cámara, tiene unos niveles de distorsión muy notables, y molestos en la fotografía de arquitectura. Pero no está mal, y algún uso le he dado. Y es muy pequeñito. Se pierde en un bolsillo.
Espero que este resumen os haya resultado interesante. Así que os dejo con este retorcido árbol que ha crecido en uno de los túmulos funerarios de la ciudad de Gyeongju, y que está tomado con el pequeño zoom, con una de sus focales intermedias, menos habituales para mí.
Entendámonos. El "mal" es relativo; como decía aquel, "si se puede arreglar con dinero". Pero maldita sea la gracia que me hacía tener que rascarme el bolsillo porque un teléfono móvil decidió ir por libre mientras recorríamos un pinar de regreso al coche, volviendo de una muy agradable tarde fotografía de paisajes en la sierra de Armantes. Este es un curioso paraje no lejos de Calatayud, que muchos comparan con Monument Valley. Creo que hay algunas diferencias de magnitud, no obstante... creo.
En fin. Que el puñetero móvil se me perdió mientras triscábamos entre los pinos cuando ya oscurecía, avanzando a la luz de las linternas. Aquí la última fotografía que hice con él, una copia que subí por ayer domingo por la tarde a las redes sociales. El fichero original no tuvo ocasión de sincronizarse con la "nube", y no lo he podido recuperar.
Nos dirigimos hacia el lugar, situado en el Sistema Ibérico zaragozano, entre la vega de los ríos Manubles, Ribota y Jalón, ayer domingo por la tarde, con tiempo para llegar, orientarnos y situarnos. Ciertamente, las formaciones denominadas "castillos" o "castillejos" son muy notables, estética y fotográficamente apetecibles.
Aquí os presentaré algunas vistas realizadas con la pequeña Panasonic Lumix GM5, que le tiene mucho más cariño a mis bolsillos que el desagradecido teléfono de marras. Eso sí, para que me quepa en un bolsillo, la GM5 va calzada del pequeño G 1:2,5/14 ASPH, un pequeño gran angular de tipo pancake, que da muy buenos resultados a condición de que lo diafragmes un poquito. A plena apertura, las esquinas son más flojitas y viñetea bastante el condenado. Pero bueno... está bien.
Estos llamados "castillos" o "castillejos" están formados por sedimentos de arcillas y margas que han quedado elevados de su entorno, más resistentes a la erosión que los yesos que los rodean.
El viento y el agua, escasa esta en la zona, pero a lo largo del tiempo su efecto se va acumulando, se han ocupado de esculpir las formaciones con formas más o menos caprichosas, esbeltas y elegantes.
La pequeña GM5 me la llevé un poco por casualidad. Su objetivo para la jornada era simplemente el de adquirir unas cuantas tomas digitales que me sirvieran para compartir en el blog y en las redes sociales. Cosa que también podría haber hecho simplemente con el móvil. Y entonces, sin tener que pelearse por es espacio en mis bolsillos, igual hubiera vuelto conmigo a casa. Pero soy persona que considera que por mucho que se puedan hacer muchas cosas interesantes con los móviles en la cosa fotográfica, todavía no igualan a un aparato expresamente diseñado, con un poco de talento, para tal fin.
Evidente, el teléfono móvil se enfadó. Y ya veis las consecuencias.
Como he venido haciendo durante el verano en distintas excursiones de interés paisajístico o fotográfico, he sido fiel a la idea que ya comenté en su momento de seguir el ejemplo de Bernard Plossu, y caminar por el mundo simplemente con una cámara mecánica para película tradicional, calzada con un simple 50 mm. En esta ocasión, me llevé la Leica M2 con el Carl Zeiss 50mm f/2 ZM Planar. Con seguridad uno de mis objetivos más nítidos. Me llevé algunos carretes de película negativa en color, de los que usé un Fujicolor C200, mientras la luz fue muy abundante, y un Fujifilm Superia XTRA 400, para cuando el sol fuese bajando y perdiendo potencia luminosa.
No creáis. La XTRA 400 no es menos nítida ni se aprecia más su grano que con la modesta C200. Pero este último carrete llevaba ya tiempo en casa, y era un buen momento para deshacerse de él, y pasar en un futuro a usar exclusivamente su hermana más prestigiosa y algo más sensible.
Tardaré todavía unas semanas en poder enseñar el resultado. Me voy dentro de pocos días de viaje, y no mandaré a revelar los carretes hasta que vuelva. Junto con algún otro que haga esta semana.
También me llevé, como he venido haciendo durante el verano, la Polaroid Image System SE con un cartucho de Impossible Project Spectra Black and White. Ya sólo me queda uno en la nevera con esta marca. Los que encargué dentro de unas semanas ya vendrán con la marca Polaroid Originals. En cualquier caso, cuando les llegue su turno, estas instantáneas irán apareciendo en mi cuenta de Instagram.
Solo me queda terminar agradeciendo doblemente al amigo José Miguel Aznar, también conocido como Masjota, por haberme invitado a esta excursión permitiéndome conocer el paraje, y por haberse ofrecido a volver hoy con su 4x4 al lugar a intentar encontrar el teléfono. En principio acepté el ofrecimiento, pero luego me di cuenta que el asunto tenía un serie de problemas que ayer por la noche no percibí... así que teléfono nuevo tengo desde hace unas horas. Igual me dedico a hacer unas cuantas fotos un rato de estos para comentar sus capacidades fotográficas.