La fotografía como afición y otras artes visuales

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Panoramas de muy alta resolución con la Panasonic Lumix G9

No es frecuente que traiga por aquí artículos dedicados a la fotografía con captura electrónica y procesado digital. Normalmente me resulta más interesante y estimulante los procesos tradicionales fotoquímicos con película fotográfica tradicional. Pero eso no quiere decir que los tenga proscritos. Y si en un momento dado, aprendo o intento hacer algo más o menos nuevo o diferente, no me importa comentarlo.

Hace un año ahora que sustituí como cámara viajera principal mi Olympus OM-D E-M5 por la Panasonic Lumix G9. Una cámara que me tiene muy satisfecho, con la única pega notable... que hubiera preferido un modelo algo más pequeño o ligero, y con forma más similar a las telemétricas o cámaras de visor directo que a las réflex. Pero también es cierto que en determinadas ocasiones, la inercia que proporciona y la comodidad de su agarre, suponen una ventaja en la realización de las fotografías.

El primero de los panoramas está compuesto a partir de tres fotogramas indivuales y tiene un tamaño final de 186 megapíxeles.

No es infrecuente que con ella haya realizado fotografías compuestas, de formato panorámico o no, que se realizan a partir de varias fotografías individuales. La resolución de la cámara, 20,5 megapíxeles, resulta suficiente para el 98 %, por poner una cifra muy alta, de los usos que le doy. Una foto bien ejecutada técnicamente, bien procesada, puede imprimirse sin mayores problemas a tamaños de hasta DIN A2 o similares. Siempre teniendo en cuenta que una fotografía grande se observa siempre a mayor distancia que otra más pequeña. Pero con el uso de varias fotografías para unirlas en una única, es fácil alcanzar tamaños aptos para imprimir en tamaños de hasta DIN A1 o similares. Es decir, manejando imágenes con una resolución espacial de 40 o 50 megapíxeles.

Pero la Panasonic Lumix G9, como otras cámaras del formato micro cuatro tercios, y que ahora se empieza a extender a otros formatos mayores, gracias a su sistema de estabilización integrado en el cuerpo de la cámara, en el captor de la imagen, mediante un sistema de microdesplazamientos de este, permite componer una fotografía de muy alta resolución a partir de varias de tamaño ordinario. Así pues, la Lumix G9 permite obtener fotografías de 80 megapíxeles. Esta técnica tiene algunas constricciones. Básicamente se limita a situaciones en las que la cámara está sólidamente unida a un trípode para evitar trepidaciones o desajustes en el encuadre, y a que los elementos de la fotografía que se están moviendo no aparecerán nítidos, lo cual puede ser un inconveniente... o no. Ahí ya interviene la intención creativa del fotógrafo.

El objetivo Ricoh de 135 mm de focal no carece de nitidez, pero tiene un rendimiento del color extraño comparado con los otros objetivos.

Mi uso de esta técnica es esporádico, tendiendo a anecdótico. Como no suelo precisar semejante necesidad de ampliación... pues no me molesto en ello. Pero no obstante, siempre es conveniente entrenarse en las posibilidades de las herramientas que usas, por si algún día te viene bien. Y mi objetivo en esta ocasión era generar panoramas de alta resolución a partir de los fotogramas individuales de 80 megapíxeles. Estamos hablando de fotografías finales que podrían ser imprimidas a tamaños que rondan los 2,5 metros de anchura por 1 metro de altura.

En un paseo el sábado pasado, muy bien aprovechado porque también llevé una cámara con película en blanco y negro de la que ya hablaré otro día, me propuse elaborar tres panoramas con tres ópticas diferentes.

La primera, el puente de la autopista Z-40 sobre el río Ebro cerca de La Cartuja Baja (Zaragoza), la hice con el objetivo Olympus M.Zuiko Digital 12-40/2,8 a una focal de unos 28 mm, es decir un focal estándar un poquito larga (equivalente a un 56 mm en el formato de fotograma de 24 x 36 mm). La apertura de trabajo fue f/5,6 para un tiempo de exposición para cada fotograma individual de 1/60 segundo.

Esta imagen realizada con el Ricoh de 135 mm también muestra artefactos de color en los bordes muy contrastados; es fácil eliminar el color en Lightroom, pero el artefacto se mantiene en la imagen.

La segunda, en la huerta de Las Fuentes, en las afueras de la ciudad de Zaragoza, use un objetivo Ricoh Rikenon 135/2,8 con montura Pentax K y el consiguiente adaptador de montura, lo cual supone la utilización de un teleobjetivo largo (equivalente a 270 mm en el formato de fotograma de 24 x 36 mm). La apertura de trabajo fue f/8 para un tiempo de exposición para cada fotograma individual de 1/15 segundo.

La tercera, realizada desde la pasarela del Azud del Ebro en la ciudad de Zaragoza, fue un atardecer mirando hacia el oeste con el objetivo Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH, ajustado a la focal de 100 mm (equivalente a 200 mm en el formato de fotograma de 24 x 36 mm). La apertura de trabajo fue f/8 para un tiempo de exposición para cada fotograma individual de 1 segundo.

En todas ellas utilicé mi trípode Manfrotto de la serie 109 de fibra de carbono, no recuerdo ahora exactamente el modelo exacto, ya tiene 10 años por lo menos. Es un trípode ligero, pero muy estable, cuyo principal inconveniente es que la rótula de bola que tiene funciona muy bien con carácter general, pero no está bien adaptada para la realización de panoramas, en los que es muy importante que tanto el trípode en su conjunto como la cámara estén perfectamente ajustados respecto al horizonte. No basta con que esté la cámara. Si el trípode está algo inclinado con respecto al horizonte, nos generará problemas de ajuste a la hora de combinar los fotogramas individuales, con pérdida de información importante, e incluso la posibilidad inadvertida en el momento de la toma de recortar algún elemento importante de la composición si esta está muy ajustada. Así que no valen las prisas. Aunque a las horas del atardecer, las condiciones de luz pueden varias más deprisa de lo que imaginamos, especialmente si hay alguna nube en el cielo.

No obstante, el panorama de 221 megapíxeles realizado con el Ricoh de 135 mm sólo presenta como problema la necesidad de trabajar el color de forma más dedicada en el procesado digital; la nitidez global de la imagen, sin ser superior, es aceptable.

Globalmente, la experiencia la considero satisfactoria. Los objetivos de Olympus y Panasonic, aunque juegan en distinta liga de calidad entre sí, ambos dan buena calidad de imagen a las aperturas de trabajo seleccionadas. Siempre me entran dudas de si f/8 en el 35-100 mm puede dar algún problema con la difracción. En las luces puntuales aparece alguna estrella que otra. Pero por su poca luminosidad, el uso de f/5,6 a la focal de 100 mm supone trabajar con la máxima apertura. Si bien tiene una nitidez muy utilizable, el contraste es un poco bajo. El objetivo Ricoh acusa su edad y, aunque da una nitidez razonable, aunque inferior a los otros dos, lo que más descoloca es su rendimiento de los colores, difíciles de ajustar después en el procesado digital de la imagen.

En ninguno de los panoramas compuesto he tenido problemas de desajuste de la imagen. Incluso en las exposiciones de 1 segundo, la máxima permitida por la Lumix G9 para el modo de alta resolución, no he observado ningún problema de imágenes fantasmas por alteraciones en el encuadre de las fotografías individuales. El trípode tiene estabilidad suficiente para la tarea. Otra cosa es los elementos móviles en la imagen. En el caso del agua del río Ebro... el efecto es interesante y aporta valor estético. Con respecto a otros elementos móviles en el encuadre, algunos desaparecen, se mueven demasiado deprisa, y otros generan puntales pérdidas de nitidez que no afean la imagen, son perfectamente asumibles. En lineas generales, considera la experiencia adecuada, aunque tuve que pelear bastante con la posición adecuada del trípode para conseguir las imágenes adecuadas. Pero bueno... todo es cuestión de práctica.

El objetivo que no deja de sorprenderme es el modesto Lumix Vario 35-100/4-5,6, muy económico, pero que con una técnica de toma correcta consigue ofrecer imágenes muy nítidas y excelentes colores. Este panorama, tras elaborarlo en Lightroom con mis ajustes básicos de importación para esta cámara, no precisó de ningún ajuste de luminasidad, contraste o color. aunque el bloque de edificios de la derecha se beneficiaría de un tratamiento local de estos parámetros. Este panorama también tiene originalmente una resolución espacial de 221 megapíxeles.

Fotografía de paisaje en los Pirineos - un paseo por Taxeras

En primer lugar, vamos a ajustar las expectativas. Cuando hablo de fotografía de paisaje no me refiero a esos épicos fotógrafos que se levantan a las tres de la madrugada y se pegan una paliza de kilómetros, primero en coche, luego caminando, para llegar al lugar previsto y hacer una foto épica en el momento de la salida del sol. Todo esto si no tienen que arrostrar inclemencias meteorológica cataclísmicas u otros contratiempos igualmente apocalípticos. No. No va por ahí la cosa. Vale. Esto va a ser muchíiiiiiiisimo más relajado.

Este sábado pasado, con un buen amigo, nos subimos tranquilamente a Zuriza, en el valle de Ansó, Pirineos aragoneses, con el objetivo de dar un paseo hasta el paraje de Taxeras, al pie de la sierra de los Alanos. Un sitio que siempre me ha parecido espléndido por su belleza. Lo conozco desde hace 35 años, más o menos, pero ahora hacía por lo menos 2s años que no lo visitaba, desde octubre de 1996, en el que hice unas cuantas fotografías con la Canon EOS 100, no recuerdo los objetivos que llevaba, y película negativa en blanco y negro Ilford Pan F Plus 50.

En esta ocasión he llevado tanto cámara digital como película argéntica. De esta última, la Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH cargada con Ilford XP2 Super 400, pero no hice muchas fotos, y todavía queda mucho carrete para terminarlo y revelarlo. Tal vez este fin de semana que viene que nos vamos a Alcañiz. En digital me fui con la Panasonic Lumix G9, mi cámara titular en estos momentos, con el Olympus M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro y el más modesto pero eficaz Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH OIS. Un equipo muy solvente y no demasiado pesado para pasear por el monte.

Nuestra intención era intentar captar los colores otoñales. Los bosques de Taxeras son una mezcla de hoja caduca y hoja perenne; hayas y abetos. Estos dominan en las laderas que se miran al sur, mientras que las hayas prefieren aquellas más umbrías en las vertientes norte de las montañas. Como no íbamos a madrugar, no nos dimos prisa. Si encontrábamos alguna luz interesante sería la de la caída de la tarde. Por lo tanto, salimos de Zaragoza a las 9:30 de la mañana, para estar dispuestos a emprender el paseo al mediodía, después de haber comido algo ligero. Y así fue.

Desgraciadamente, los fríos de la última semana han afectado de forma importante a la vegetación, y las hojas se encontraban en su mayoría en el suelo. Las hayas estaban ya descarnadas, y sólo en algunos rincones más recogidos y protegidos podías encontrar alguna o algún grupito, que conservaba todavía sus hojas. No obstante, el lugar estaba muy bello. Aun en las horas centrales del día, la luz era suave. Los captores digitales de las cámaras no tenían problemas para encajar la gama de tonos que van desde los abetales en las zonas de sombra hasta la nieve en las cumbres de los Alanos. Cierto es que por lo escarpados que estos son, se ven más rocosos que nevados.

A pesar de la presunta nieve y lluvias de los días anteriores, la verdad es que no encontramos grandes niveles de humedad. Y aunque nos estuvimos fijando, no encontramos ejemplos de setas u hongos de ningún tipo. Lo único que nos llamó la atención fueron unos bulbos en algunas hojas que nos parecieron los huevos o algo similar de algún insecto. Tengo que ponerme a investigar sobre el tema.

Cuando llegamos al lugar a partir del cual ya nos metíamos en una sombra de la cual no íbamos a salir. Paramos, y en una loma donde todavía daba el sol, a las dos de la tarde, comimos algo. Pero la tarde empezaba a avanzar con rapidez, con el sol escondiéndose progresivamente detrás de la muralla que forman los Alanos en el límite sur del valle. Así que comenzamos tranquilamente el regreso.

En el camino de regreso, sacamos los trípodes con el fin de montar algunas panorámicas. Y en mi caso, para probar también sobre el terreno el modo de alta resolución de la cámara, que permite obtener fotografías de hasta 80 megapíxeles a partir del sensor de 20 megapíxeles. Las panorámicas suelen estar montadas a partir de 3, 4 o 5 fotografías verticales, y luego las suelo ajustar a unas proporciones razonables para su visualización en pantalla. Generalmente los 16:9; aunque para impresión puedan ser más amplios. Estos de 16:9 suelen ser archivos de entre 45 y 50 megapíxeles. En ambos casos se obtienen fotografías con gran cantidad de detalle y susceptibles de ser ampliadas a tamaños considerables, que aquí no podemos apreciar.

Llegamos a las cuatro de la tarde de nuevo al coche. La distancia recorrida total, unos ocho kilómetros, se puede hacer en la mitad del tiempo de las cuatro horas que dedicamos al paseo. Pero como habréis podido comprender, la contemplación del paisaje y la naturaleza y la actividad fotográfica, nos quitaron una buena cantidad de tiempo. Aunque se nos pasó rápido.

Al final, aun nos dio tiempo para enredar haciéndonos unos selfis con la "galletita" "ojo de pez" de Olympus, y de parar conforme bajábamos en dirección a Ansó para hacer algunas fotos en las parte más bajas de los valles, donde la vegetación conserva todavía sus bonitas hojas. Hasta la siguiente.

En los Alpes; un objetivo sencillo, y barato, unas condiciones difíciles, una herramienta de procesado digital

El sábado pasado volví de un viaje de 12 días por el sudeste francés y el lago de Lemán en Suiza. Una variedad de paisajes, urbanos y naturales, y de circunstancias de luz y meteorológicas. Y el compromiso de hacer mis fotos, pero no ser demasiado pesado para no aburrir a mi acompañante. Constricciones habituales en cualquier viajero o turista aficionado a la fotografía.

El equipo que me llevé, como llevo haciendo desde hace unos cuantos años, una cámara de objetivos intercambiables del sistema micro cuatro tercios. Adquirida esta primavera, la Panasonic Lumix G9, que cumple su segundo viaje conmigo, y que realmente va muy bien. Es un poquito más grande de lo que me gustaría, pero este inconveniente lo suple con muchas otras ventajas; doble ranura de tarjeta de memoria que garantiza la copia de seguridad inmediata, cuerpo totalmente protegido contra las inclemencias del tiempo, un buen enfoque automático y una excelente reactividad, un sistema de estabilización de la imagen muy notable (he llegado a conseguir nítida una exposición de cuatro segundos, aunque nunca arriesgo tanto),... En fin, sólida y eficaz, aunque no demasiado glamurosa.

Las ópticas, varias. Pero no para llevarlas todas encima. Sí que llevo siempre encima el Olympus 9 mm f/8 Body Cap. Un "juguete" óptico, poco más que una tapa para el cuerpo de la cámara con lentes y un diafragma elemental, que ofrece una visión gran angular. No pesa nada, no abulta nada, y algún rendimiento le saco. Calidad óptica baja, por eso. Luego, dos combinaciones. Si el tiempo es seco, o con poca probabilidad de lluvia, dos ópticas fijas luminosas; el Panasonic Leica DG Summilux 15/1,7 ASPH y el Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8. Si el tiempo es lluvioso, o el ambiente hostil, por ejemplo una playa con viento y arena en sus pensión, el Olympus M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro. Ambas soluciones me valen, aunque la primera es más ligera, y me siento más cómodo.

Eventualmente, puedo añadir el modesto telezoom Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 Mega OIS. Este objetivo añade su estabilización integrada a la del cuerpo de la cámara. Me costó muy barato. Es muy ligero y compacto. Y contra todo pronóstico tiene una calidad de imagen bastante notable. Inferior a soluciones más nobles, con mayor apertura y mejor calidad de construcción, pero una nitidez sorprendente para un chisme que me costó menos de 200 euros en un outlet.

No soy persona que guste de fotografiar mucho con teleobjetivos. Tienen sus utilidades, pero para el modo en que fotografío en los viajes, más en modo reportaje que otra cosa, no les encuentro razón. Prefiero las focales angulares o normales, y como mucho un teleobjetivo corto. Pero cada vez constato más que, frente al dogma de paisaje=gran angular, los teleobjetivos son muy interesantes en este ámbito de la fotografía, especialmente entre las focales entre 100 y 200 mm o sus equivalentes según el formato de la superficie sensible (entre 50 y 100 mm para el micro cuatro tercios). Tanto para seleccionar detalles, como centrarse en las formas y las texturas de los sujetos de paisaje, como para tomar una serie de fotografías para construir la imagen uniéndolas, y consiguiendo una mayor resolución. La primera de las fotografías de este artículo está realizada a partir de cuatro imágenes individuales, permitiéndonos una visión de conjunto del macizo del Mont-Blanc visto desde Chamonix, susceptible de ser impreso a un tamaño de 100 x 50 cm sin mucho problema.

Por lo tanto, este pequeño Lumix telezoom, que no pesa nada y abulta muy poco, me ha acompañado mucho, aunque lo he utilizado en momentos muy concretos.

Pasamos en nuestras últimas vacaciones tres días en los Alpes, en Chamonix - Mont-Blanc, donde confiábamos en poder disfrutar de los paisajes de las grandes montañas europeas de más de 4 000 metros de altitud. El problema es que el tiempo ha estado revuelto. Con frecuencia ha habido cierto grado de bruma, en el ambiente, cuando no alguna cortina de agua de lluvia; o las montañas se han puesto su boina de nubes, impidiendo una visualización clara. A pesar de todo, con la ayuda del pequeño Lumix Vario, fui tomando una serie de imágenes, sin tener muy claro el aprovechamiento que podría sacarles después.

A la hora de procesar las imágenes, no me gustan los "revelados" digitales intempestivos, con fuerte intervenciones, que con frecuencia producen resultados irreales. Especialmente con el paisaje, donde muchos fotógrafos tienden a abusar de la saturación, de la claridad o de las técnicas de alto rango dinámica (HDR por sus siglas en inglés). Intento restituir un ambiente lo más natural posible. Pero en esta ocasión, eso supondría dejar fotografías con una expresividad casi nula. Así que me he tenido que plantear un tratamiento más intenso.

Una de las herramientas que hace un tiempo incluyó Adobe Lightroom es la "dehaze", o "neblina" en castellano. Su misión es corregir las pérdidas de contraste por la bruma, las neblinas o el polvo en suspensión de la atmósfera, que generan imágenes muy planas y con poco detalle. O lo contrario, generar un efecto de neblina sobre una imagen perfectamente contrastada. Es una herramienta que mezcla las acciones de "claridad" y "contraste". El caso es que sólo está en las versiones de Lightroom por suscripción, y en mi versión de programa autónomo que adquirí hace años no está, ni la han incluido en las actualizaciones.

No obstante, algunos manitas han generado algunos preajustes (o "presets") que simulan con bastante eficacia el efecto de esta herramienta. Con estos preajustes he afrontado el procesado de estos paisajes de alta montaña.

Uno de los principales peligros de estas herramientas es pasarse. Abusar de ellas. Utilizar intensidades excesivas. Eso genera imágenes artificiosas, muy poco naturales, y que a mí me resultan raras o feas. Saturaciones de colores extrañas, artefactos en forma de halos, modificaciones extrañas del color. Por eso, yo suelo recomendar usar niveles de aplicación por debajo de lo que uno se siente con ganas de aplicar, y luego utilizar otros controles como luminosidad, claridad, contraste o saturación, con mucha calma y parsimonia, para justar la imagen final. El caso es que los resultados son bastante prometedores.

Las imágenes que aquí os presento, tomadas con el pequeño Lumix Vario y procesadas con los presets "dehace", son bastante prometedoras. No son versiones definitivas. Como he dicho, la utilización de estas herramientas de procesado de imagen ha de hacerse con cuidado para evitar la introducción de artefactos, poco naturales, en las fotografías. Y en las que os presento, algunos hay. Habrá que ir trabajando un poco más. Pero el camino no es malo. Y lo que sí puedo asegurar es que el pequeño Lumix Vario es uno de los objetivos más "rentables" de mi equipo. Lo cual no quita para que si progreso adecuadamente, un día los sustituya por otro con un poco más de empaque. Pero ya veremos... que dijo un ciego a otro ciego.

Objetivos de enfoque manual + Panasonic Lumix G9

Como era previsible, la cámara que adquirí hace unas semanas como nueva cámara digital principal de mi equipo, especialmente para viajes, la Panasonic Lumix G9, se ha mostrado una cámara muy competente, a la que me costará extraer todas sus posibilidades puesto que sus especificaciones en determinados aspectos están por encima de mis necesidades. Como sucede la mayor parte de las veces con las cámaras que uno compra.

Tras usarla durante unas semanas para familiarizarme con ella, y especialmente durante el breve viaje a Roma en semana santa, decidí probarla con distintos objetivos de enfoque manual.

OBJETIVO OJO DE PEZ

Entendámonos, no dispongo de un objetivo ojo de pez en toda regla. Dispongo de la modesta "galleta" de plástico de Olympus 9 mm f/8 Fisheye Body Cap, con sus tres posiciones de enfoque, infinito, hiperfocal y 20 cm, y su ángulo de visión modesto para ser un ojo de pez de 140º. Pero con la distorsión y la estética propia de los ojos de pez. Por si alguno no lo recuerda, me lo traje de Japón en 2014, y lo uso muy poco, pero alguna vez me ha proporcionado alguna foto interesante.

Si no lo amplías en exceso, cuidas la escena que escoges y, en ocasiones, corriges algo en el procesado la curvatura cuando esta es molesta, los resultados son curiosos. Como se puede observar en alguna de las escenas que tomé en una tarde de nubes y claros, con algún arcoiris eventual por los chaparrones dispersos.

Pero una cuestión debe quedar clara, la nitidez, la definición óptica de este chisme está por debajo de lo que sería exigible en un objetivo mínimamente serio. De todos modos, nos puede servir para estimar el comportamiento de los ojos de pez con esta cámara.

Objetivos muy apropiados para retratos, como podéis ver, lo mas propio es utilizarlos en la distancia hiperfocal. Dado que la profundidad de campo es enorme, es una forma de olvidar un problema. No obstante, gracias al resaltado de los bordes que ofrece la cámara cuando se usa en modo de enfoque manual, se puede usar cómodamente a la distancia más corta de 20 cm, en la que no conseguiremos que toda la escena esté enfocada.

Ya he dicho que eventualmente, se puede intentar corregir mediante software en el procesado digital la distorsión curva de los extremos del campo. Y de esta forma conseguir el efecto de un gran angular extremo rectilinear. Procesado con Adobe Lightroom, el grado de corrección que ofrece este programa no es suficiente para corregirlo de forma completa en un paso, por lo que hay que hacerlo generando nuevos ficheros de imagen, corrigiéndolo en varios pasos. O bien, utilizar un programa similar al Affinity Photo que uso yo, otros usarán Adobe Photoshop u otros, y hacerlo en un paso. No queda mal. Comparemos imágenes.

Como veis, la pérdida de información no es grande, y se pierde sobre todo por la parte superior e inferior. Y obtenemos una visión gran angular amplia. Eso sí, los 20 megapíxeles de los que partíamos quedan reducidos a unos 8 megapíxeles, tras la corrección completa. Pero no nos engañemos. La flojedad de este objetivo, o juguete, es tal, que eso no afecta gravemente en este caso a la pérdida de información real en la imagen. Con otros objetivos ojo de pez de buena calidad, sí que habrá sacrificio de información. Por lo tanto, véase como solución de emergencia. No puede sustituir a un gran angular rectilinear digno de mención, salvo en un uso esporádico.

Pero bueno, aquí queda la experiencia para quien interese.

OBJETIVO HELIOS 44-2 58 MM F/2

Probablemente uno de los objetivos más fabricados de la historia, esta soviética copia de los Biotar de idéntica focal y apertura de Carl Zeiss Jena, fabricado por millones y millones en distintas declinaciones, tiene una característica clave. Si la copia de la que dispones está decentemente fabricada, no va mal. Pero es tener suerte dados (los ausentes) controles de calidad de la fabricación soviética.

Mi copia, que me costó tirada de precio, tiene la popular montura de rosca M42, y con un adaptador se puede usar con la mayor parte de las cámaras de objetivos intercambiables sin espejo.

Claro, los 58 mm de la focal, que en el formato estándar de película de 35 mm corresponde a un objetivo normal un poco largo, para el formato micro cuatro tercios se convierten en un teleobjetivo corto que casi entra en el terreno de los teleobjetivos medios.

Lo estuve usando durante una mañana en el Parque Grande de Zaragoza sin muchos problemas. Como digo, el resaltado de los bordes enfocados cuando la Lumix G9 se usa en enfoque manual ayuda notablemente a conseguir resultados nítidos. Una lente de aproximación mejora las capacidades del objetivo a la hora de hacer fotografía de aproximación, y el desenfoque cuando la aproximación es importante es muy armónico y placentero. El sistema de estabilización óptica, que te pide que introduzcas la focal del objetivo cuando no la detecta automáticamente, permite fotos nítidas sin problemas.

Cuando nos separamos un poco del sujeto, especialmente si diafragmamos para conseguir una adecuada profundidad de campo, las fuentes puntuales de luz del fondo presentan formas poligonales, con los nueve lados correpondientes a las nueve palas del diafragma.

Dando por hecho que la nitidez del objetivo no puede igualar a los actuales, puede ser divertido su uso en determinadas circunstancias.

OBJETIVO ASAHI PENTAX TAKUMAR S.M.C. 35 MM F/2

Otro objetivo para montura de rosca M42, pero con un pedigrí mucho más respetable, ya que esta versión "super-multi-coated" estaba llamada a competir con los distagones de la misma focal de Carl Zeiss. De la chachi, la de la Alemania Occidental, no los más simplones de Jena, en la Oriental. Este objetivo lo compré para un uso esporádico con la Canon EOS 5D Mark II. Veamos un par de ejemplos reciente con esta cámara.

Con más de 45 años a sus espaldas, no es rival para los objetivos modernos, pero diafragmado a f/8, que puede ser una apertura adecuada de trabajo para estos objetivos, da un resultado muy respetable. Los más observadores notaran un cierto tono cálido en estas dos imágenes. Recordemos que algunos objetivos Takumar llevaban lentes fabricadas con vidrios con tierras radioactivas. Nada peligroso para la salud; pueden generar un cierto amarilleo con el tiempo. Se puede corregir sin problemas cuando trabajas en digital, aunque a mi me gusta dejar un poquito del tono cálido en la imagen. El contraste general de la imagen suele ser más suave que en objetivos modernos, pero bueno.

En la festividad del Primero de Mayo, antes de acudir a una comida familiar, se lo calcé con el adaptador correspondiente a la Lumix G9, con lo que queda un objetivo que en lugar de ser un angular moderado como está pensado, funciona como un tele cortito. Equivalente a un 70 mm en formato completo.

Lo usé de vez en cuando ese día con el diafragma completamente abierto, y ahí si que se nota la antigüedad de la óptica, que no siempre se lleva bien con la elevada densidad de píxeles del sensor de la G9. Aproximadamente el mismo número de píxeles que en la 5D Mark II, pero en la cuarta parte de superficie. Aunque con ocho años de diferencia en la concepción del captor de imagen.

Como en el caso de la réflex de Canon, si se diafragma el objetivo la cosa mejor mucho. Ya se decía hace décadas, cuando lo que predominaba era la película de 35 mm, que no hay objetivo que diafragmado a f/8 diese malos resultados. Pues eso. En este caso no cierro tanto el objetivo, me suelo parar en torno a f/5,6, para evitar el efecto de la difracción en un captor de imagen más reducido.

Pero bueno, también tiene su gracia... ¿no os parece? Eso sí, una advertencia. En este paseo, en una ocasión el resaltado de bordes en enfoque manual me jugó una mala pasada. En una escena con un contraste muy elevado entre las zonas oscuras y las zonas claras de la imagen, un contraluz a todo los efectos, me apareció el resaltado en los bordes cuando estos no estaban realmente enfocados, y la imagen se arruinó. Os la muestro.

Queda claro que el resaltado de los bordes, o "focus peaking" que dicen los modernos, está muy bien, pero es una ayuda. No es definitivo.

Resumen de todo lo visto,... En primer lugar, ningún objetivo de antaño os va a dar la misma calidad de imagen que un objetivo moderno dedicado al sistema. No estaban diseñados para el uso con captores digitales, y las limitaciones de la física hacen que objetivos buenos o muy buenos para el uso con película son flojos o muy flojos con cámaras digitales.

Si alguno de ellos os cubre una focal que uséis poco, o en circunstancias esporádicas, os puede cubrir la papeleta sin invertir en objetivos nuevos que pueden ser caros. Es lo que me pasa a mí con el Takumar 35 mm. Para Canon tengo un 28/1,8 y un 40/2,8... además del zoom EF 24-105/4 L USM. Así que lo de comprar el típico 35 mm luminoso al precio que están me daba pereza. Para usos esporádicos en lo que no me valga cualquiera de ellos, los 95 euros del Takumar ya me valen, frente a los 600 euros o más de uno objetivo moderno.

Y por supuesto, siempre se pueden usar creativamente aprovechando sus deficiencias... Eso, a gusto de cada cual.

La Panasonix Lumix G9 y el solapamiento de focales entre objetivos; el tele corto

Os hablé hace unas pocas semanas de mi nueva cámara principal para viajes y otros menesteres, la Panasonic Lumix G9. Como ya comentaba entonces, no esperaba de una cámara digital moderna de cierto nivel otra cosa que no fuera un comportamiento excelente. Y en general así es, siempre desde el punto de vista de que una herramienta fotográfica, por perfeccionada que esté, siempre es una cuestión de compromisos. El compromiso de tener una cámara de alto nivel pero de tamaño contenido, que no pequeña, frente a las grandes réflex que muchos profesionales usan, es el usar un sensor que tiene una cuarta parte del área de aquellas. Eso es importante... para mí, muy muy muy poco. Para otros lo será más. Me la llevé de viaje a Roma, y el resultado es muy satisfactorio. Básicamente, limitado por mi capacidad o incapacidad para aprovechar las capacidades de una cámara que tiene muchas.

Para el viaje me llevé cuatro objetivos. Para los desplazamientos, el compacto Panasonic Lumix G 20/1,7 ASPH. Abulta poco en la bolsa de equipaje. Y si toca hacer alguna foto, es una focal muy todo terreno. Para los paseos por Roma, el Panasonic Leica DG Summilux 15/1,7 con el Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8 MSC a mano en el bolsillo o en la bolsa. Dos objetivos extraordinariamente ligeros, con una luminosidad muy favorable, de muy buena calidad de imagen, y que se comen un porcentaje elevadísimo de mis fotos. Si el tiempo es seco y estable, no necesitaría más, realizando un 65 % de las fotos con el 15 mm y un 35 % con el 45 mm, aproximadamente. Pero como anunciaron algún día de lluvia, me llevé también Olympus M.Zuiko ED 12-40/2,8 Pro, un objetivo que no aprecio tanto para viajes ciudadanos por su mayor volumen y peso, pero que cuando llueve, conforma un equipo resistente al agua con la Lumix G9. 

Una vez en casa, y una vez hecho el repaso de los distintos objetivos que puedo utilizar con la cámara, con montura dedicada o a través de un adaptador, he comprobado que de los primeros, los que tienen montura dedicada micro cuatro tercios, hay cuatro que solapan las longitudes focales de alguna forma, aunque pocas veces conviven juntos en la bolsa de trabajo. Estos son por el orden en que llegaron a mi poder:

Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS - Tele corto macro, hasta 1:1 y estabilizado, con lentes asféricas. No lo compré yo, lo he usado durante años, y desde hace unos meses formalmente lo he heredado y lo puedo considerar mío. Cuando fue comprado costaba 900 euros. Hoy se encuentra por poco más de 700 euros.

Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8 MSC - Tele corto luminoso. De tamaño muy reducido, de plástico, pero con una óptica notable. Cuando lo compre estaba en torno a los 400 euros, pero ahora se encuentra por debajo de los 300 euros.

Olympus M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro - Objetivo de focal variable y apertura constante. Relativamente voluminoso, de metal, y sellado contra las inclemencias del tiempo. Lo adquirí para usarlo en naturaleza, especialmente con tiempo inestable. Me hizo mucho papel en Islandia y en las Lofoten. Me costó algo más de 900 euros, aunque se puede encontrar en estos momentos algo por debajo de los 800 euros.

Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH - Telezoom clásico de tamaño muy compacto y muy ligero, estabilizado. Pensado para las minúsculas GM de Panasonic y descendientes. Sorprendentemente nítido para su precio y características. Se vende por 350 euros, pero a mí me costó a penas un 60 % de ese coste. Lo considero un chollo.

Aprovechando que hoy había una tregua en la lluvia y las nubes hacían bonito, me he cogido los cuatro objetivos para ir a dar un amplio paseo después de trabajar y realizar las mismas tomas con los cuatro objetivos en las mismas condiciones. Estas venían determinadas por el Olympus 45 mm.

El diafragma a f/5,6. La focal 45 mm en los dos de focal fija. En el 12-40, la focal a 40 mm. En el 35-100, la focal, a ojo porque no hay marca, a 45 mm. Mido la luz con el 45 mm con programa de prioridad a la apertura, y ajusto el compensador de exposición para un histograma adecuado a la escena. Mantengo esta compensación con los cuatro objetivos. Fotografía la escena con cada uno de ellos, o sea, cuatro veces.

Una cuestión me llama la atención. Todo usan la misma velocidad de obturación, menos el PanaLeica Macro-Elmarit 45/2,8 que sistemáticamente pide una velocidad más lenta en un tercio de paso. Es decir, si la velocidad de la escena con los otros tres es 1/640 segundo, con el PanaLeica ajusta la cámara a 1/500 segundo, ofreciendo la misma luminosidad. Evidentemente, es el objetivo que más luz se "merienda" por el camino. Con menos transmisión de la luz.

Por lo demás... sólo he dedicado ha comparar un ratito los resultados. La impresión general es que los dos objetivos de Olympus ofrecen los resultados más contrastados. El zoom de Olympus tiene un rendimiento del color más cálido. Sí, ya sé, cosas mías, las muestras que estoy poniendo están en blanco y negro, pero es que me gustan más. Sobre el nivel de nitidez de los resultados... no me atrevo a pronunciarme sin un detalle mucho más detallado, y con lupa. Es decir, todo ellos ofrecen resultados buenos.

¿A qué se debe la diferencia de precio? Pues a otras cosas distintas de la calidad óptica. La capacidad macro y el estabilizador del PanaLeica, además de lo que quieran cobrar por ponerle el apellido de los ópticos alemanes. La construcción en metal y sellada contra la intemperie, así como la apertura fija en el zoom de Olympus. Pero si estos elementos no son trascendentes, es evidente que uno puede tener resultados ópticos más que razonables por poco dinero en el ámbito del tele corto en un equipo micro cuatro tercios. Si prima la luminosidad, el Olympus de focal fija es obligatorio. Si quieres un zoom más polivalente, sacrificando la luminosidad, contando con la mejora del rendimiento de los sensores a sensibilidades altas, el modesto zoom de Panasonic es un chollo, como digo. Pues nada. Lo dicho.

No. No voy a decir con que objetivo esta hecha cada foto. A la resolución de una página web no hay nada que comparar ni que diferenciar. Hace falta ampliar en papel a un buen tamaño para apreciar las diferencias.