Desde hace un tiempo, andaba huérfano de una cámara secundaria para viajes. La Panasonic Lumix G9 es excelente, pero en ocasiones me resulta demasiado grande y manifiesta. Siempre me ha gustado llevar cámaras más discretas para escapadas ciudadanas. Pero la Lumix GM5 y la Leica D-Lux poco a poco acusaron cansancio y alguna falta de fiabilidad. Han hecho muchos kilómetros por el mundo. Una compacta de focal fija, como es la Fujifilm XF10, no resolvió la carencia. La calidad de imagen es buena, pero la ergonomía es francamente mejorable, y su focal única gran angular no me parece tan versátil como cuentan algunos.
En verano, y como consecuencia de un buenísima oferta, opté por adquirir una Panasonic Lumix GX9. Más compacta que la Lumix G9, con su misma calidad de imagen, de objetivos intercambiables, quizá algo más grande de lo que yo pretendía, parecía la solución evidente para lo que yo pretendía. Y tras familiarizarme con ella durante unos meses, o eso creía yo, me la llevé de viaje a Portugal en septiembre. He de decir que la cámara tiene un grave problema para mí. Con la pantalla táctil, en fotos verticales, mi nariz colocaba el punto de enfoque donde le daba la gana, proporcionándome unas cuantas fotos fallidas. A estas alturas, prefiero las pantallas articuladas como la de la G9, que cuando no la uso para componer y disparar, entonces viene bien que sea tactil, la recojo, y no molesta. Pero en fin. Yo convencido de que estaba recogiendo una buena colección de imágenes, hasta que... Hasta que en una parada de autobús de Aveiro, camino de Costa Nova, con el lío de la mochila, el dinero para pagar, la mascarilla obligatoria en el autobús... la dejé olvidada en un banco de la parada. Y la perdí. Para siempre. Y con ella, todas las fotos que había hecho hasta el momento.
Cuando volví a Zaragoza me planteé si la iba a sustituir y cuándo. Si la epidemia de covid-19 lo permitía, tenía intención de hacer alguna escapada más antes de fin de año. Y una cámara de estas características me vendría bien. Es momento de viajar ligero en las ciudades. Y volvió a surgir una oportunidad. En verano salió al mercado la Panasonic Lumix G100, una cámara muy orientada al mercado de los vloggers, de los youtubers que se pasean hablándole a la cámara. Pero con un sensor totalmente similar, con su 20 Megapíxeles a los de la Lumix G9 y la Lumix GX9. Calidad de imagen totalmente equiparable. Y más barata que la GX9. Y además tenía a mano una oferta, exclusiva para mí, con el trípode dedicado, que permite disparar o grabar vídeo directamente desde el chisme. Adecuado para autorretratos, pero también como trípode de sobremesa. O para colocarlo sobre cualquier superficie, sin que ocupe casi espacio en la mochila.
Me decidí por ella. Y quiero transmitir mis impresiones. En primer lugar, su calidad de construcción global es buena, pero es inferior a la Lumix GX9. Y no digamos ya con respecto al tanque que es la Lumix G9. Está más al nivel de mi querida, aunque retirada, Lumix GM5. De hecho, tiene un tamaño similar a esta. Lo que pasa es que abulta algo más porque el visor y el flash incorporado sobresalen en el centro del cuerpo de la cámara. Tampoco supone tanta diferencia con la GM5, porque este llevaba siempre puesto el pequeño flash accesorio. Cabe, con un objetivo compacto, en el bolsillo de mi chaqueta impermeable de viaje. Y esto sólo, ya es una buena noticia. Y la pantalla es totalmente articulada, al estilo de la G9, y no parcialmente como la GX9. Sin problemas con mi nariz.
Es pequeña y ligera. Así que colocarle grandes objetivos de focal variable la desequilibra. Eso no impidió que en mi reciente viaje a Andalucía, donde la sometí a uso intensivo, el guía de la excursión a Doñana me prestara un 100-300 mm y lo usara con algún buen resultado. Y no es fácil, porque sus focales son equivalentes a 200-600 mm en el llamado formato completo. Pero con el G 14/2,5, o el G 20/1,7, o el Olympus 45/1,8. Incluso con las focales variables compactas 12-32/3,5-5,6 o 35-100/4-5,6 de Panasonic, va muy bien. Mejor las focales fijas, que las variables, aunque estas se comportan muy bien, y añaden estabilización óptica. Que es la gran carencia de esta cámara, al igual que lo era en la GM5. En un cuerpo tan pequeño, no cabe. Pero bueno. Salí adelante en Andalucía sin muchos problemas.
Por supuesto, con el pequeño trípode adaptado, puedes hacerte unos autorretratos excelentes, y aun lo aproveché con ventaja para una agradable puesta de sol en Cádiz. ¿Es una cámara recomendable? Para unos usos muy concretos como los que he comentado, llevar una cámara pequeña y discreta en las ciudades de la pandemia, sí. Como cámara principal para todo uso... pues no tiene la solidez y las capacidades de otras cámaras con más pedigrí. Aunque está en un escalón inferior a la "perdida" GX9, sin embargo la he usado con más agrado. Sólo me quejaría de que en las fotos verticales, hay una posición de la cámara en la que el visor no lo veo todo lo nítido que quisiera. Pero sin más problemas.
Estoy observando que el tiempo que puedo usar una cámara digital con cierta intensidad, que variará según el tipo de cámara y el uso al que esté destinado, viene a rondar los seis años. Puede haber excepciones por exceso, como la Canon EOS 5D Mark II, pero cierto es que es una cámara que no uso continuamente, que reservo para determinadas ocasiones. Pero en lo que es mi uso habitual, estoy en esos 6 años. Cinco si es un modelo de gama baja con limitaciones en su construcción. Seis años fue lo que aguantó con fiabilidad la Olympus OM-D E-M5 hasta que la cambié por la Panasonic Lumix G9. Todavía funciona... pero con algunos problemas de fiabilidad.
A la cámara principal de uso digital, que uso para viajes y otras circunstancias, suelo asociar otra cámara de tamaño más contenido. Cuando no puedes llevar mucho equipaje, cuando sólo puedes ir con una pequeña bolsa de bandolera, cuando quieres ser discreto,... Hace seis años, opté por la Leica D-Lux (typ 109), clon de la Panasonic Lumix LX100, como cámara secundaria. Y fue un acierto. Unos meses después me regalaron, una Panasonic Lumix GM5, muy compacta, que comparte buena parte de la electrónica con la LX100/D-Lux (typ 109), pero con objetivos intercambiables del sistema micro cuatro tercios. Eran dos soluciones posibles para un mismo uso. Según los casos he usado una u otra. Y no he acabado por preferir la una a la otra. Pero la D-Lux tiene ya seis años. Y la Lumix GM5 tiene un nivel de construcción, en plástico, por debajo del resto de las cámaras de las que hablo, y con cinco años de vida me crea algunos quebraderos de cabeza. Era hora de sustituir a ambas, con algún modelo consistente y competente. Mi mente siempre ha estado centrada en mi buena experiencia con la Panasonic Lumix GF1 de 2009. Algo por el estilo, adaptado a los tiempos, sería lo ideal. Reservando la Lumix G9 para los trabajos más duros, sobre todo en naturaleza o en condiciones climatológicas complejas. Y también para uso con objetivos grandotes.
Pero dado como está el año, con limitaciones para viajar... tampoco me he dado mucho mal. Para qué aperesurarse. Además, hace un año, con una oferta muy buena, decidí probar la opción de la cámara bolsillera, con sensor razonable grandote, pero objetivo de focal fija no intercambiable. La Fujifilm XF10 ha resultado una cámara que da una calidad de imagen buena, que tendría cierto sentido para cierto estilo de fotografía de reportaje, pero que viene penalizada por una ergonomía y una lentitud desastrosas. Me costó muy económica por lo que el roto no es muy grande. Y la seguiré usando en determinadas situaciones. Pero carece de la versatilidad de las anteriores, aunque su amplio sensor APS-C y sus 24 megapíxeles garanticen unas fotos de buen calidad si las circunstancias lo permiten. No es una solución. Puede ser un complemento, pero no una solución. Quizá si fuera un poco más rápida, con una focal de 35-40 mm... pero Fujifilm hace la X100 (V en la actualidad) y no va a competir contra sí misma, cuando esta última la cobra y se la compran a 1400 o 1500 euros.
Cuando compré la Lumix G9... no estaba muy interesado en esa cámara. Estaba esperando la heredera de la Lumix GX8, una cámara de gama alta en construcción y prestaciones dentro de la gama de Panasonic, pero con un tamaño contenido y orientado al reportaje. Pero su sucesora, la GX9 vino con algunos inconvenientes. El primero, que frente a la E-M5 o a la G9, no está protegida contra la lluvia y otras inclemencias de la intemperie. Otro inconveniente es que es realmente recogido, más que la GX8, y no se equilibra bien con objetivos consistentes como el Olympus M.Zuiko Digital 12-40/2,8 Pro. Mis experiencias en viajes con la Lumix G9 muestran que mereció la pena optar por esta cámara aunque fuera mucho más grande y con prestaciones por encima de lo que yo necesitaba. Pero las tormentas intensas en Roma, las lluvias en los Alpes en Chamonix, las montañas de Huangshan, las altas humedades en Hangzhou o en Kansai, o la amenaza constante de los aerosoles de las aguas del mar en las costas de Ise... entre otros, han mostrado que es una buena cámara principal para los viajes. Estando bien equilibrada cuando le pones el 12-40/2,8, el 35-100/2,8, con o sin los filtros del sistema Lee 100. Y puede durar bastante tiempo.
En estas reflexiones estaba cuando me surgió la posibilidad de comprar hace unas semanas una Panasonic Lumix GX9 por un precio... al 60 % de lo que costaba cuando salió nueva y entre 200 y 300 euros de lo que cuesta en estos momentos habitualmente. Acompañada del pequeño G Vario 12-32/3,5-5,6 OIS, del que ya tengo uno, aunque no va muy bien por un golpe. Dado que el ahorro obligado de los tiempos de la Covid-19 mejoró mucho mi capacidad económica... Me la agencié. Ya tengo la sustituta a la D-LUX/GM5, aunque es algo más grande, y desde muchos puntos de vista se compara con mi querida Lumix GF1, pero con adaptaciones a la modernidad que la hacen mucho más interesante. De entrada, tiene un excelente visor electrónico orientable incorporado.
La calidad de la imagen era sabida desde el principio. Sus tripas electrónicas son muy muy muy similares a la Lumix G9. No es tan rápida... pero en lo que se refiere a la calidad de los archivos de imagen, ambas cámaras son probablemente indistinguibles. Lo cual también es una ventaja de cara a ser usadas conjuntamente, aumentando la congruencia del conjunto de fotografías. Muy ligera, discreta y portable con los objetivos de focal fija, va de maravilla con los Summilux 14/1,7 ASPH, G 20/1,7 ASPH u Olympus 45/1,8. El Olympus 12-40/2,8 es usable, pero el peso del objetivo desequilibra un poco su uso. No es agradable. Curiosamente, el G Vario 35-100/2,8 Power OIS II, menos pesado que el zoom de Olympus, sí que resulta razonablemente equilibrado, a pesar de su tamaño. Aunque ya digo, su vocación es la de cámara discreta con una focal fija. Después de haber tenido ocasión de probar ambas, por muy bonita que sea la Fujifilm X100V, con la GX9 obtengo una funcionalidad muy similar por casi un tercio de su precio, teniendo en cuenta que ya tengo los objetivos precisos, y más versatil por su capacidad para cambiarlos. Sin duda.
Después de las primeras pruebas que han ido desde ir tirando con las focales fijas a distintas horas, volver a probar el 12-32/3,5-5,6, que da buenos resultados aunque tengo unas limitaciones algo enojosas como la falta de aro de enfoque, o la de salir a cazar un cometa de madrugada con el 35-100/2,8, me siento ya con la cámara como si llevara conmigo toda la vida. Y eso que todavía no la he terminado de personalizar a mi gusto. A lo largo de esta semana, haré limpieza. Retiraré a los cajones de almacenaje todo lo que queda superado con esta cámara... y empezaré a disfrutarla, esperando que llegue el momento en que podamos viajar a gusto y disfrutarla. Qué excelente cámara ciudadana va a ser. Seguro.
Nunca he sido aficionado al teleobjetivo. Para el estilo de fotografía que hago yo, que tiene más de documental que otra cosa, el teleobjetivo no proporciona habitualmente el entorno del sujeto necesario para comprender la situación. Y un uso excesivo del mismo me resulta monótono. No quiere decir que de vez en cuando no venga bien usarlo, pero en un porcentaje relativamente pequeño de las fotografías que constituyen una serie, un reportaje... o lo que sea.
Para mi equipo viajero, basado en cámaras micro cuatro tercios, generalmente me he conformado con teleobjetivos cortos, como el 45/1,8 de Olympus en viajes, o el 45/2,8 Macro de Panasonic Leica para naturaleza. En un momento dado, en una venta outlet, tuve ocasión de adquirir por un precio tirado un pequeño Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH, con una calidad óptica sorprendentemente buena para su precio, aunque con una serie de desventajas en su construcción, en la rapidez del enfoque y en la apertura máxima. Con él me acostumbre a componer "panoramas" en fotografía de paisaje que me han funcionado muy bien. Y con el tiempo me ha llevado a entender que viene bien tener un teleobjetivo competente, no tan limitado en algunos momentos como este pequeño pero honesto objetivo. Que eso sí, tiene la ventaja de que puedes llevarlo en un bolsillo.
El sistema micro cuatro tercios ofrecía varias posibilidades tanto en focales fijas como variables. Me fijé en estas últimas. Tras comprender que las focales muy muy largas tienen un interés mucho más limitado para mí, por tentadoras que sean, las descarté. Probé el Lumix G Vario 100-300/4-5,6, que me pareció un objetivo muy honorable, pero con un interés limitado para mí. No necesitaba tanto, aunque... si pudiese ser. Vamos a ver las opciones:
La más económica, buscando bien en internet, es el Panasonic Lumix G Vario 35-100/2,8 Power OIS II. Buenas prestaciones ópticas, buena construcción, tamaño contenido para su luminosidad. Os recuerdo que sus focales son equivalentes a un 70-200 en formato de sensor o de fotograma de 24 x 36 mm. La única desventaja que le encuentro es que no admite multiplicadores de focal.
La opción de Olympus, Olympus M.Zuiko Digital ED 40-150mm f/2,8 PRO, tiene más alcance, tiene la posibilidad de usar multiplicadores de focal, pero es mucho más grande y apreciablemente más caro. Mucho menos portable, que el anterior.
La opción más lujosa de Panasonic, Panasonic Leica 50-200mm f/2,8-4 ASPH, es algo más grande que el primero, más compacto que el segundo, no tiene una apertura constante, lo que facilita su tamaño contenido, aunque no compacto. Admite multiplicadores de focal. La calidad de imagen se anuncia excelente. Pero me salía prácticamente por el triple que el primero.
El último de los tres me parecía el más interesante... pero decidí que no tenía ningún sentido gastar tanto. Así que me conformé con el primero, porque además conseguí una buena oferta, muy por debajo de su precio de catálogo.
Lo he estado probando en los últimos días antes de llevármelo a Japón durante dos semanas. Paseando por los alrededores de Zaragoza, y también con un poquito más de acción en la tradicional bajada festivo-reivindicativa por el Canal Imperial de Aragón a su paso por Zaragoza.
Los resultados no han sido ningún misterio; el objetivo, en su segunda versión, funciona bien. Es sólido de construcción, de un tamaño contenido, muy competente ópticamente desde su plena apertura, aunque con más viñeteo del que yo esperaba, y razonablemente rápido, sin alcanzar los niveles de otros mucho más caros. En general un excelente compromiso, que no da pereza echarlo en la mochila en cualquier caso. En los últimos tiempos he sufrido una reactivización en mi tendinitis en el antebrazo derecho, una epicondilitis de las tradicionalmente llamadas "codo de tenista", aunque hace seis años que no juego en serio al tenís, y tres años desde la última vez que fui con mi sobrino. Llevar peso en esa mano puede ser un suplicio conforme pasa el rato. Pero el peso de este objetivo es suficiente llevadero como para pasar una mañana fotografiando con la cámara en la mano.
Ahora sólo me queda salir de viaje próximamente e intentar sacarle el mayor partido posible.
Por último, revelado en blanco y negro, un panorama realizado con este objetivo, una vista clásica del Ebro desde la pasarela del azud, uno de los usos más interesantes a los que dedico este tipo de objetivos. Incluso si no son vistas tan amplias como esta. Pero la posibilidad de aumentar la resolución final de la fotografía montando varias vistas parciales me parece muy interesante en determinadas ocasiones, y viene bien que el objetivo usado sea de buena calidad óptica.
Siempre he sido un aficionado a la fotografía que cuando viaja ha favorecido más el aspecto documental del viaje que otras cosas. Y viajar ligero. Que los años van pasando, y los equipos pesados cansan. Y si uno viaja cansado, no hace buenas fotos. Por ello, me hice adepto al sistema micro cuatro tercios y a llevar un equipo relativamente mínimo. Pero...
En los últimos tiempos, en mis viajes he tenido ocasiones de visitar paisajes notables y me hubiera gustado tener la oportunidad de sacarles más partidos. Planificar mejor la toma del paisaje y reflejar mejor la belleza del lugar o del momento. Quizá uno de los lugares en los que más sentí este impulso fue en mi viaje a China en junio. En las montañas Huangshan. No me quejo de los resultados obtenidos, pero podrían ser mejores.
Cosas que en los últimos años he echado de menos y que he intentado ir paliando, buscando soluciones razonables. No perfectas. Razonables.
Un trípode ligero pero razonablemente competente. Me hice con el Rollei Compact Traveler nº 1. Que tiene sus limitaciones, pero es más competente de lo que parece a primera vista. Y es muy transportable. Actualmente hay una variante de fibra de carbono del mismo modelo no mucho más cara que es más recomendable.
Un cabezal adecuado para el trípode. Para este trípode que es viajero, pero también para el menos viajero, un Manfrotto de la serie 190, no recuerdo nunca bien el modelo, tiene ya 10 u 11 años, de fibra de carbono. El principal problema es que su sistema de anclaje de la cámara es muy fiable, pero convierte en una lata el colocar la cámara en vertical. De ahí viene...
Una zapata en L para tomas en vertical y en horizontal con facilidad. Estas zapatas en L suelen ser compatibles con el sistema de anclaje de Arca Swiss y no con el de Manfrotto... así que también ha conllevado el buscar una solución a ese problema.
Un teleobjetivo competente... Tengo uno muy sencillito, aunque con una calidad más que honorable, de Panasonic para micro cuatro tercios. Pero el cuerpo me ha ido pidiendo algo más sólido. Especialmente desde que compré la Lumix G9.
Un sistema de filtros. Dudando siempre entre los filtros redondos de rosca y los cuadrados de sistema. Cada una de estas opciones tiene sus ventajas e inconvenientes.
Con respecto al teleobjetivo, recientemente estuve usando un 100-300/4-5,6 de Panasonic, que da buena calidad por un precio moderado. Pero aunque es capaz de obtener fotografías muy espectaculares, no siendo mi finalidad principal la fotografía de animales o deportiva, no tengo especial interés en focales tan largas. Hay que tener en cuenta que es equivalente a un 200-600 mm en formato de fotograma de 24 x 36 mm. Así que ya tengo la decisión tomada, y el objetivo encargado, iré a por un buen objetivo de Panasonic 35-100/2,8. Mucho más luminoso y con una gama de focales suficiente. Y relativamente compacto. A la espera estoy. Era la evolución lógica a partir de lo experimentado y disfrutado con el 35-100/4-5,6, limitado en su agilidad, construcción y luminosidad, aunque bastante honorable en sus propiedades ópticas.
Una cuestión curiosa ha sido lo de la zapata en L para permitir que tanto las tomas en horizontal como las tomas en vertical se hagan cómodamente. Las verticales son especialmente útiles para componer panoramas a partir de varias fotografías. Empecé usando un zapata en L económica que vendían en Amazon. Lo curioso ha sido que me va mejor con las cámaras grandotas que con las pequeñas. Con las EOS, tanto digital como para película, se ajusta sin problema a los límites del cuerpo de la cámara, y queda fija y sin holguras o movimientos indeseados. Pero con las cámaras más pequeñas, como son las micro cuatro tercios o la Pentax MX o la Leica M2 y otras para película tradicional... empieza a interferir con distintas piezas del cuerpo de cámara... y empiezan a quedar holguras y a no ser tan eficaz. Poco a poco he ido encontrando truquillos para que la cosa vaya bien. Pero al final, para la Lumix G9 acabé desembolsando lo que me pedían por la zapata en L dedicada a este modelo de Smallrig. Y va muy bien.
Y vamos con el tema de los filtros. He venido usando de vez en cuando los filtros polarizadores. Pero me he dado cuenta que echo más de menos los filtros de densidad neutra para conseguir exposiciones prolongadas, así como algún degradado neutro, porque creo prefiero tener la fotografía en cámara con buena iluminación y contraste a forzar las cosas luego en el procesado digital. Y estaba la duda entre los filtros redondos y los cuadrados. No voy a entrar ahora en los pros y contras de ambos tipos. Los podéis encontrar en muchos sitios mejor explicados que lo que yo pueda decir en un espacio limitado. Sólo decir que me he decidido por un kit de iniciación de Lee Filters, que viene con el armazón general del sistema, más un degradado neutro de dos pasos con transición brusca, un "little stopper", o sea un filtro de densidad neutra que quita 6 pasos de luz, y un "big stopper", un filtro dedensidad neutra que quita 10 pasos de luz. Los he estado probando modestamente, y aprendiendo a usarlos, con la Lumix G9, digital, y con la Hasselblad 500CM, con película en blanco y negro.
De momento, todo en blanco y negro, porque quiero dejar para un segundo paso el control de las dominantes de color que en mayo o menor medida introducen siempre los filtros neutros más potentes. El "little stopper" parace que no es muy notoria, pero el "big stopper" introduce una clara dominante azulada que tendré que estudiar detalladamente para corregirla rápidamente. Los filtros Lee están reputados como de muy buena calidad, siendo usados por muchos profesionales de la fotografía del paisaje.
Hay opciones más baratas, y también hay alguna más cara. Pero suponen un cierto desembolso que hay que pensarse bien.
Con las fotografías con la cámara digital no tuve mayores problemas, y tuve la sensación de que el manejo del sistema estaba superado como se puede ver en las fotografías anteriores. Nada del otro mundo, pero realizadas de forma eficaz. Pero con la Hassselblad 500CM, a la que le puse el Distagon 50/4 C T*,... la cosa no fue tan bien.
Me la llevé con el "big stopper" para hacer largas exposiciones en las horas centrales del día un domingo. Y me encontré con algunos problemas. La siguiente fotografía los resume todos.
Primero, con un diafragma f/16, que con el "big stopper" y la corrección del fallo de la reciprocidad de la Ilford Delta 100 me daba una exposición de entre 16 y 20 segundos, las motas de polvo depositadas en el filtro resultaban evidentes en forma de pentágonos luminosos, que a algunos les resultarán monos,... pero que no era lo que se pretendía. Evidentemente, hay que tener cuidado con la limpieza del filtro. Especialmente si se van a usar diafragmas cerrados que hacen más evidentes las motas de polvo. A no olvidar.
En las fotografías, se observan también, en unas de forma muy intensa y en otras menos, siendo prácticamente imperceptibles aquellas en la que la cámara estaba en la sombra cuando se hizo la fotografía, un halo más luminoso, perfectamente redondo, que rodea la parte central de la imagen. Por las características del mismo, deduje inmediatamente cuando la vi en el negativo, ni siquiera fue necesario escanearlo y ampliarlo para verlo, que se trataba de una luz parásita producida por algún reflejo.
Los filtros de densidad neutra uniforme de Lee llevan adheridas por una de sus caras unas tiras de material como la espuma que sirve para sellar a la luz los respaldos de las cámaras. En principio pensé que serviría para proteger los filtros, cuando se montan varios en serie, de posibles rayas por el contacto accidental de unos con otros. Pues no. Comprendí cuando vi estos halos que ese material, al igual que en los respaldos de las cámaras, está pensado para bloquear el paso de la luz. Una pequeña investigación posterior me permitió comprobar además que está aconsejado vivamente que los filtros de densidad neutra uniforme se coloquen lo más cerca posible de la frontal del objetivo, por detrás de otros posibles filtros que se vayan a usar, como los degradados neutros. Cosas que hay que aprender, porque nunca había usado uno de estos filtros. Mejor ahora que cuando llegue el momento de hacer una foto realmente importante.
En estos momentos, tengo la sensación de que he acertado al optar por este sistema. Me permite usarlo con sólo tres adaptadores con una variedad de objetivos para distintos sistemas, los que más utilizo. Por lo tanto, aunque no sea barato, me ahorra la compra de determinados filtros por duplicado para distintos diámetros. Y también me garantiza una calidad uniforme y sistemática en todos ellos.
Obviamente, como todo sistema que tiene una cierta complejidad de piezas y elementos, hay que adquirir buenas costumbres. No se puede usar sin una sistemática y una planificación básica. Sin eso, los resultados no pueden ser buenos. Tengo que adquirir unos buenos hábitos, que todavía no he interiorizado.
Por último, unos datos sobre el procesado de la película. Como ya he dicho, usé con la Hasselblad un rollo de Ilford Delta 100 Professional a su sensibilidad nominal, ISO 100. Para un diafragma f/16 en las circunstancias de sol radiante presentes este domingo pasado, hay muchas fotografías a las que sin filtro les correspondía una velocidad de obturación de 1/125 segundos. Olvidé el fotómetro en casa así que apliqué la regla del "soleado f/16, velocidad de obturación, inverso de la sensibilidad de la película". Un filtro con 10 pasos de pérdida de luz, supone multiplicar esa velocidad de obturación por 1000 aproximadamente (en realidad 1024, pero la diferencia es despreciable a efectos prácticos), lo que nos da una exposición de 8 segúndos. Pero hay que compensar el fallo de la reciprocidad para tiempos de exposición de 1 segundo o más. La fórmula que uso yo para las películas Ilford es elevar a la potencia de 1,33 el tiempo calculado, para obtener el tiempo de exposición definitivo (td = tc^1,33), lo que para 8 segundos me da 16 segundos. Cuando tuve necesidad de aumentar la exposición, decidí abrir el diafragma manteniendo el tiempo de exposición, salvo en un caso en el que para mantener la profundidad de campo opté por aumentar el tiempo. Y ahí, los 16 segundos calculados se convirtieron en 40 segundos. Como veis, no vale simplemente con duplicar el tiempo, porque cuanto más aumenta el tiempo de exposición calculado, más hay que prolongar el tiempo de exposición efectivo.
La película la revelé en Kodak HC-110 dilución B (1 + 31) durante 6 minutos a 20 ºC. La densidad y el contraste de los negativos quedaron muy bien. La exposición fue correcta en los 12 negativos de 56 x 56 mm que ofrece el respaldo A12 de la Hasselblad. Las escenas fueron obviamente muy contrastadas por las características de la luz en las horas centrales del día, pero ni las luces ni las sombras quedaron empastadas.
Llevo un tiempo conflictuado. Lo reconozco. Nunca he sido un aficionado a la fotografía muy dado a utilizar teleobjetivos largos. Cuando salgo de viaje, siempre me viene bien un teleobjetivo corto, con un ángulo equivalente al de un 85 a 105 mm para formato de 24 x 36 mm de sensor o fotograma. Aunque en ocasiones me he llevado alguno más largo, nunca he aprovechado mucho esas focales y, en cualquier caso, nunca han sobrepasado el equivalente a un 180 o 200 mm en el formato mencionado.
Es cierto que para las Canon EOS de sensor de 24 x 36 mm dispongo del EF 200/2,8L USM II, que me ha acompañado ocasionalmente en alguna sesión de retrato y en fotografía deportiva, asociado en ocasiones a un duplicador de focal en este último caso.
Para los viajes, en un momento dado adquirí un pequeño Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH Mega OIS, que me ha producido alguna satisfacción. Me costó barato, su calidad óptica es notable para el precio que tiene, es muy compacto y cabe en cualquier sitio. Pero es muy poquito luminoso y poco reactivo. Pero me ha dado alegrías, especialmente en la fotografía de paisaje, cuando monto imágenes más grandes a partir de unas cuantas tomadas con el teleobjetivo. Prácticamente no he realizado incursiones más allá de esa focal máxima, equivalente un 200 mm en el formato de 24 x 36 mm. Pero le estoy dando vueltas a adquirir su hermano mayor con el mismo intervalo de focales y apertura máxima f/2,8. Es más grandote, en su precio oficial casi cuadruplica lo que me costó el que tengo, pero está protegido para las inclemencias del tiempo, es más rápido, más versátil en su apertura máxima, y tampoco supone un peso y volumen excesivos.
Mientras, recientemente un buen amigo mío se agenció el Panasonic Lumix G Vario 100-300/4-5,6 Power OIS. Un objetivo que podríamos situar en una gama media, los hay más baratitos y sencillos que cubre esta gama de focales, y los hay bastante más caros. Había oído buenas referencias de él, pero la llegada al mercado de varios teleobjetivos de focal variable fabricado por Panasonic y firmados por Leica lo han dejado ensombrecido. Le pedí que me lo dejara. Nunca me he sentido atraído por estos intervalos de focales, que equivalen nada menos que a un 200-600 en el formato de sensor o de fotograma de 24 x 36 mm, salvo en usos deportivos o naturalistas.
Lo he estado usando recientemente y he aquí mis impresiones. Las fotografías acompañantes en este artículo están tomadas todas ellas con este objetivo:
La nitidez y el contraste de la imagen son buenos. Quizá no alcancen la brillantez de esos nuevos Panasonic Leica, pero no habrá mucha gente que aprecie realmente la diferencia. En la mayor parte de los usos, con ampliaciones moderadas de la foto será casi inapreciable. De hecho, en su focal y aperturas comunes a 100 mm, tampoco se diferencia mucho en calidad de mi pequeño 35-100.
Es razonablemente ágil pero no es un objetivo de carreras. Con la Panasonic Lumix G9, que en estos momentos es el cuerpo de cámara más ágil de la marca para micro cuatro tercios, los seguimientos del enfoque automático continuado en objetos móviles como corredores o ciclistas son buenos pero no infalibles.
Está bien construido, pero no tiene el nivel de solidez ni de protección contra las inclemencias del tiempo que sería de desea para un objetivo cuyo usuario potencial es el fotógrafo de naturaleza.
Tiene un precio bastante razonable.
Aunque he obtenido algunas fotografías razonablemente interesantes, buscando el motivo adecuado, no me veo con él como un objetivo cuyas focales vaya a precisar con frecuencia. Algún espectáculo deportivo y algo de fotografía de naturaleza. Para macro, le falta un enfoque mínimo más corto para que tengo real utilidad en la fotografía de aproximación.
En fin... que en estos momentos no me veo con ganas de efectuar un desembolso para cubrir esta gama de focales. Y si considerara oportuno disponer de ellas, creo que sería más versátil el moderno Panasonic Leica con focales 50-200/2,8-4 y que admite el uso con un multiplicador de focal, que permitiría llegar a los 280 mm, muy cerca de los 300 mm del objetivo probado. Pero es mucho más caro. Incluso si sumamos el coste del 35-100/2,8 más el 100-300/4-5,6. A cambio tiene más calidad óptica, una construcción muy más resistente, y sólo llevas un objetivo y no dos. En fin... ya veremos.