Con el paso de los días desde que me llegó la pequeña Canon EOS RP, con un sensor de los que se han dado en llamar "formato completo" o "full format" (siempre me parece irónico, porque este era el formato pequeño en película fotográfica), lo he ido probando con distintos objetivos de los que tengo con montura Canon EF, que deben acoplarse con el adaptador que trae la cámara de serie de montura EF a RF, o con otras monturas, con otros adaptadores. Os cuento un poco.
Objetivos nativos con montura EF
Probé brevemente desde el balcón de casa el EF 200/2,8L USM, con o sin el multiplicador de focal x2. Funciona bien. Sin problemas. Como con la Canon EOS 5D Mark II o mejor, por el sistema de enfoque más avanzado de la nueva cámara. No subo ninguna foto, porque las que hice son una sosada, desde el balcón, como digo.
Más curiosidad me producía el EF 70-210/3,5-4,5 USM. Este objetivo, en los años 90, nada de fotografía digital para el gran público todavía, sólo película fotográfica, tenía buena reputación. Eso sí. Cuando lo usabas a su máxima apertura, viñeteaba mucho. Y había un marcado diferencial de calidad entre las máximas aperturas y las aperturas medias como el f8 o el f/11, su punto óptimo. Nunca ha sido idóneo para su uso a plena apertura como los teleobjetivos, mucho más prestigiosos de la serie L, con vidrios especiales en su diseño de baja dispersión.
No obstante, desde mi primera réflex digital, la Canon EOS D60, a esas aperturas medias, se ha mostrado como un objetivo razonablemente competente. Contrastado y suficientemente nítido. Seguramente menos que objetivos más modernos y caros. Seguro. Pero utilizable. Conforme los sensores de las cámaras subieron de resolución y de tamaño, el principal problema con este objetivo es la aberración cromática y los halos de colores en los bordes más contrastados de la imagen. Nada catastrófico. Con Affinity Photo los elimino con facilidad. Además cuenta con un perfil propio para esta óptica. Lo dicho. Utilizable. Pero ni tiene la calidad ni la velocidad ni la comodidad de uso de un teleobjetivo de la serie L.
También me producían curiosidad mis dos f1,8, el 85 mm y el 28 mm. El EF 85/1,8 USM siempre ha tenido buena prensa, y realmente tiene una relación calidad-precio imbatible. Aunque a veces preferiría tener su hermano casi gemelo el EF 100/2 USM. Pero lo compré de segunda mano por muy buen precio y no me quejo. No incluyo fotos, porque lo probé haciendo retratos a una persona que prefiere no salir en internet o en las redes sociales. Pero bien, oye. Por supuesto, seguramente no tanta calidad como los objetivos más modernos de la misma focal, pero la mayor parte de las personas que van a ver las fotos no van a diferenciar esas diferencias de calidad. Especialmente a las ampliaciones más frecuentes. Y no digamos si las fotos son para internet. Tontería tener un objetivo más caro.
El EF 28/1,8 USM lo compré de segunda mano cuando resultó hace ya años que el Sigma con la misma focal y luminosidad que tenía, y tengo, no funcionaba con las Canon EOS posteriores a la EOS 10D. El Canon es mejor que el Sigma. Pero a pesar de todo, aunque utilizable si diafragmas a f8 o similares, siempre ha dejado que desear con las cámaras digitales. Los diseños antiguos, de los años 90, siempre han salido perdiendo más en los angulares que en los normales o en los teleobjetivos. Se puede usar, pero prefiero apañarme con el Tamron 35/1,8 si necesito la luminosidad o con el EF 24-105/4 si necesito la focal. Ambos los probé en artículos anteriores sobre la cámara. La única ventaja sobre los anteriores es que abulta y pesa mucho menos.
Objetivos con montura Pentax K
La verdad sea dicha, aunque he tonteado estos días con varios de los objetivos que tengo con montura Pentax K, que habitualmente uso con mi fiel Pentax MX, sólo había uno de ellos que me interesara realmente. Y ese es el Pentax SMC-A 100/4 Macro. Este objetivo ya lo he usado bastante con cámaras digitales, aunque es un objetivo como poco de los años 80 del siglo XX, y con bastante buenos resultados. No es tan nítido como el Panasonic Leica Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS que uso con la Lumix G9, pero los resultados son bastante razonables, y cubre el formato de la Canon EOS RP.
Lo probé en la rosaleda del Parque Grande de Zaragoza, aunque a estas alturas del año, las flores andan ya bastante marchitas. Fue dos días. El primero cometí el error, como contaba con la visita al Museo Pablo Gargallo con el Tamron 35 mm, de dejar la cámara en la tonta configuración x1,6. Resultado, fotos con un recorte tipo APS-C y sólo 10 megapíxeles de resolución. Además, había muy poquita luz, y al no estar estabilizado el conjunto, ni cámara ni objetivo, tuve que subir de sensibilidad. Que no quedó mal, pero bueno.
Así que ya con más luz, aunque no necesariamente mejor, con toda la resolución aprovechable del sensor de imagen, y con tranquilidad, pasé un rato de un domingo por la mañana haciendo fotos en el parque. Con el sistema de resalte de bordes para ayudar en el enfoque, los resultados no están nada mal. Con un trípode y sin disparar a mano alzada, los resultados aun serían mejores. Pero vamos, que teniendo en cuenta que para este uso no necesito un objetivo dedicado de enfoque automático para nada. Aunque eso sí, con la Lumix G9, estabilizada, el PanaLeica 45 mm, estabilizado, es más cómodo hacer macro. De flores. Para los bichos, por la distancia de enfoque igual es mejor usar la Canon EOS RP con el 100 mm de Pentax.
Otros objetivos con otras monturas
Tengo un Olympus G-Zuiko 21/3,5 Auto-W con la montura Olympus OM cambiada por una Canon EF. La montura venía incluida con un chip Dandelion, que teóricamente se puede programar para informar a la cámara de la focal del objetivo y de su apertura máxima. Nunca lo conseguí. Pero con tal de usar el modo de enfoque continuo, lo he usado de vez en cuando con la Canon EOS 5D Mark II con resultados razonables. Para ser un objetivo de los años 70. Lamentablemente, colocado sobre el adaptador de montura EF a RF, tan apenas he conseguido disparar la EOS RP, por lo que no he podido probarlo.
Unos días más tarde monté el Carl Zeiss Jena Tessar 50/2,8 de montura M42, con un adaptador de esta montura a EF, y luego sobre el adaptador EF-RF. Ese adaptador M42-EF también tiene el chip Dandelion. Y adivinad,... tampoco conseguí que disparara. Ese chip maldito interfiere y no va. Porque aquí viene lo gracioso, si coges el Tessar de la antigua RDA, lo pones sobre un adaptador de montura M42 a Pentax K, y luego sobre el adaptador de montura Pentax K a RF... sin ningún tipo de chip por el medio... entonces sí que funciona. Sin mayor problema. No creo que lo use mucho. Primero, porque la calidad de imagen es limitada. Segundo, porque con las dos monturas seguidas tiene juego y tembleque. No queda muy firmemente montado. Pero como tiene una distancia de enfoque muy favorable para un 50 mm, os dejo un par de flores en aproximación para que veáis que es factible su uso. Y supongo que el del resto de objetivos M42 que tengo. Pero que uso sobretodo con película fotográfica, con el adaptador que aquí no funciona, sobre la Canon EOS 650 de hace 33 años.
Hasta que Canon se puso las pilas con los nuevos diseños en objetivos con carácter telecéntrico para llevarse bien con los nuevos sensores digitales abundantemente poblados de píxeles, el objetivo estándar, el 50 mm, se declinaba en la marca nipona entres variantes:
El popular nifty fifty, EF 50/1,8, todo de plástico, barato, con unas prestaciones ópticas muy decentes y muy recomendado de toda la vida. Yo tengo uno de la primera generación, que duró poco, con escala de distancia de enfoque y montura de metal. El problema de las dos generaciones de este objetivo es que el motor de enfoque no era ultrasónico, era ruidoso, y no permitía la corrección del enfoque sobre la marcha. Fue sustituido hace unos añitos por un objetivo no muy diferente en prestaciones ópticas, pero actualizado en su motorización, STM, y construcción.
El EF 50/1,4 USM, del que hablaré hoy, que aumentaba la luminosidad del anterior, tenían una construcción en policarbonato más sólida y elegante, y un motor ultrasónico que permitía el reenfoque manual sobre la marcha. Más caro, pero con precios razonables.
El EF 50/1,2L USM, incluso un predecesor 50/1,0L, que era el objetivo de prestigio, con vidrios especiales y muy orientado a los profesionales del retrato. Muy enorme y muy caro. Hubo varias versiones que se sigue declinando, ya muy orientadas a la toma digital. Todavía más grandes y más caros.
De estos tres objetivos, el f1,8 y el f1,2 han tenido siempre una prensa excelente. Y siempre han sido recomendados a los usuarios de cámaras Canon EOS, tanto para entusiastas como para profesionales. Pero el f1,4, en un momento dado cayó en desgracia. Hará como hace unos 10 años o así. Quizá un poco menos. En cualquier caso, después de la aparición de la aparición de la Canon EOS 5D Mark II, fue perdiendo adeptos. Los otros no. Este sí. De repente no valía. Se lo he oído decir a mucha gente. Y a no pocos voceros con canales en Youtube y en otras plataformas sociales.
Yo tengo uno. Que compré muy bien de precio, en excelentes condiciones, de segunda mano. Una y otra vez he comprobado dos cosas. Que ya se habían dicho en todas las revisiones de este óptica previas al 2009 o 2010. A igualdad de apertura, tiene como mínimo la misma calidad óptica que el 50/1,8. Como mínimo. En su apertura máxima es casi un paso más luminoso. Tiene el motor USM que permite el ajuste fino manual del enfoque sin necesidad de dejar el modo AF. Tiene escala de distancia de enfoques. Es silencioso. La montura es de metal, sólida. No se estropea con facilidad con golpes frontales sobre el grupo óptico, como sucede con el f1,8, cuyo bloque de lentes está sujeto a la helicoidal de enfoque por tres finos puntos de sujeción que se rompen con facilidad. La calidad global de construcción es superior. Su precio es varios ordenes menor que los objetivos f1,4 actuales. Es algo más caro que el f1,8, pero no desmesuradamente más caro, especialmente las versiones de segunda mano en buen estado. ¿Alguien me puede explicar porque el 50/1,8 tiene tan buena fama y este 50/1,4, todavía en catálogo, no?
No me lo explico. He escuchado a un fotógrafo de paisajes, muy seguido en Youtube, que suele fotografiar a aperturas de f8 o f11 despreciarlo por sus características a f1,4...¡¡¡??? Vamos a ver. Ciertamente, su diseño viene de principios de los años 90, y es un diseño típico similar, como tanto 50 en el siglo XX a los Planar de Carl Zeiss. Estos diseños tienen limitaciones en fotografía digital. Pero no necesariamente son inútiles por ello. Lo mismo le pasa al Canon EF 50/1,8 que tanto gusta. El principal problema es que a su apertura máxima, su contraste es bajo y no las esquinas pierden nitidez. Aunque en retrato, principal aplicación de esta focal y apertura tradicionalmente, esto tiene una importancia secundaria. En lo que es mi experiencia, desde que diafragmamos a f4, posiblemente a f2,8, y de hay en adelante hasta que a f16 empieza a notarse la difracción, es un objetivo muy muy muy útil, aunque seguramente pasará dificultades para resolver los modernos sensores de más de 45 megapíxeles. Pero cuando nos movemos en el formato completo en torno a los 24 megapíxeles, unos cuantos arriba o abajo, nunca le he visto mayor problema.
Con la llegada reciente a mis manos de la Canon EOS RP, salí una tarde a probar que tal. Enfoca perfectamente y con rapidez. Para el pequeño tamaño de la cámara, ofrece una solución más equilibrada que los modernos, enormes y carísimos 50 mm dedicados a la montura RF, incluso contando en el adaptador de montura EF a RF. Y tiene los mismos pros y contras que he señalado antes.
Las fotografías de hoy están tomadas entre las 7:30 y las 8:15 de la tarde. La apertura más cerrada que use fue f/4, que es suficiente para aislar cualquier sujeto relativamente próximo del fondo, por su limitada profundidad de campo. Y las realizadas a plena apertura, f1,4, tienen menos contraste, que se puede arreglar en el procesado, y siempre que no sitúes objetos importantes en las esquinas, tienen suficiente calidad para que la foto sea significativa o no, no por culpa del objetivo sino por la habilidad del fotógrafo. Así que... sí. Es un objetivo adecuado para mi recién llegada EOS RP. Ni que decir tiene, que sigue siendo muy útil con mis Canon EOS para película tradicional.
Siempre he sentido simpatía por los objetivos con una fórmula óptica de tipo Tessar. Se llamen así o no, se reconozca este ascendiente o no. La marca Tessar es propia de Carl Zeiss, pero el diseño del triplete con cuatro elementos es un clásico que durante décadas ha sido utilizado por muchas marcas, especialmente en sus objetivos o en sus cámaras más económicas pero dignas. Por esta fórmula óptica tan sencilla es más capaz de lo que nos parece. Con la salvedad de que no admite aperturas máximas grandes, normalmente los más luminosos se quedan en el f/2,8, el centro de la imagen suele ser nítido y las esquinas y los bordes lo son menos a no ser que diafragmemos a sus aperturas óptimas, pero generan una imagen agradable. Por lo menos con película fotográfica tradicional; los sensores digitales, especialmente los que tienen más densidad de píxeles, ponen en grandes dificultades estos objetivos.
Hace unos años, me entró la curiosidad por los objetivos fabricados en los países de más allá del Telón de Acero, con las fórmulas ópticas de Carl Zeiss. En aquellos momentos eran muy baratos y, siempre que fueran suficientemente antiguos, bastante decentemente construidos. Los más modernos solían tener calidades más cuestionables. Hoy en día se han encarecido, en algún caso injustificadamente para lo que ofrecen. Pero existe un cierto esnobismo en el mundo, que es aprovechado por quienes quiere vender determinados objetos. Me hice con una pequeña colección de cuatro objetivos de 50 mm de focal, o similar, de fabricación germanooriental o soviética, que funcionan bien. Dos de ellos eran de tipo Tessar. Uno soviético, de tamaño minúsculo, un Industar-2 50/3,5, y otro de la Alemania oriental, un Tessar 50/2,8, que he sacado de la vitrina para usarlo durante unas semanas en el mes de enero.
La cámara con la que venía el Tessar alemán, una Praktica MTL B, y que por un precio ridículo adquirí para usar estos objetivos de montura de rosca M42, es una lata de utilizar. El disparador es muy duro, situado en una posición incómoda. Utiliza pilas de mercurio que no se pueden conseguir, cuyas alternativas son una complicación, con lo que acabo usándola sin el fotómetro incorporado. Es grandota y fea para lo que sirve... Por lo tanto, decidí usar el Tessar con la Canon EOS 650 y un adaptador de rosca M42 a montura EF. Y es mucho más cómodo fácil de usar. Sinceramente.
Le puse a la EOS 650 un carrete de Kodak ColorPlus 200, una película económica, pero digna, con un rendimiento agradable de los colores, y me la llevé encima como cámara de paseo durante unas semanas. Terminé el carrete en la excursión que hicimos el 30 de enero al Parque Natural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra en Galve, provincia de Teruel.
No he descubierto nada nuevo, salvo que efectivamente, como ya he dicho, es más agradable de usar este objetivo con la EOS que con la Praktica con la que venía. Como ya recordaba, tiene una mecánica agradable de usar. No la he utilizado a distancias muy cortas de enfoque, pero tiene una distancia mínima más favorable que la mayoría de los 50 mm lo cual lo hace adecuado para fotografía de aproximación. Y se confirma lo que ya sabíamos. A diafragmas intermedios, entre f/5,6 y f/11, el objetivo cumple sin problemas, ofreciéndonos una imagen no muy contrastada, pero razonablemente nítida. Los colores, en combinación con la ColorPlus 200 son agradables. Y la nitidez sufre en las aperturas más abiertas. Cuando alguna toma general se me quedó el objetivo a plena apertura o cuando intenté aislar del fondo los chopos cabeceros abriendo el diafragma, la nitidez del detalle fino sufre. Esto hay que tenerlo en cuenta. En los cuatro últimos años he aprendido más a evaluar las ópticas y noto más los problemas.
Un objetivo este, que puede ser divertido de usar, pero por el que no recomendaría pagar mucho dinero. En un vistazo a las cotizaciones en eBay, he visto que van entre los 30 y los 70 euros. Creo que su valor más justo está más entre los 30 y los 40 euros que entre los 50 y 70 euros. Es un objetivo frecuente, con una calidad digna, pero limitada. Que las modas no impongan gastos excesivos. A mí me costó bastante bastante menos, con cámara incluida.
Durante el otoño de este pasado 2019, he utilizado en diversas ocasiones mi Hasselblad 500CM con película Kodak Ektar 100, que en paisajes naturales o semiurbanos, ofrece un aspecto visual excelente, sin necesidad de mayores retoques. Quizá con alguna pequeña corrección del equilibrio de color sobre los archivos digitalizados que remiten desde Carmencita Film Lab.
Para muchos, el objetivo tradicional es el gran angular. Y según las modas que imperan en la actualidad, cuanto más extremo el angular, mejor. Pero yo no estoy tan convencido de este dogma. Creo que los paisajes cerrados con teleobjetivos cortos pueden ser muy interesantes, centrándonos más en el detalle que en la gran escena. Si además te mueves en un entorno urbano o semiurbano, la presencia del ser humano, el paisaje con figura, favorece especialmente el uso de estas focales. Y tengamos en cuenta que yo favorezco la realización de paisajes en los que está presente la inevitable acción del ser humano. Véase por ejemplo el planteamiento de mi galería en la web de la Asociación aragonesa de fotografía de naturaleza Asafona.
En el mes de diciembre, disfrutamos en Zaragoza de un clima notablemente benigno para la época. Temperaturas moderadas, tiempo soleado, que no empeoraron hasta la llegada de las nieblas poco después del día de Navidad. Así que los dos semanas previas al solsticio de invierno, con el sol en su posición más baja sobre el horizonte de promedio, encontramos momentos con bellas luces sobre la ciudad. Y entre las fotografías que fui realizando en esos días, un nuevo rollo de Kodak Ektar 100 en mi equipo Hasselblad.
Tomadas en el entorno del Canal Imperial de Aragón a su paso por la ciudad de Zaragoza, entre el puente de América a la entrada del barrio de Torrero y el ojo del Canal, el lugar donde esta obra hidráulica cruza sobre el río Huerva, estas fotografías presentan sus virtudes y sus problemas. Y estos vienen asociados especialmente a la óptica utilizada.
Entre los usuarios de las Hasselblad de la serie 500, el Carl Zeiss Sonnar 150/4 C T* es un objetivo muy popular. Muy frecuente en estos equipos por ser el objetivo de retrato por excelencia, es equivalente a un 80 - 85 mm en el formato pequeño más corriente, de negativos de 24 x 36 mm, y en la medida que se puedan establecer equivalencia entre un fotograma cuadrado y uno rectangular con unas proporciones 3:2, que no deja de ser un pequeño panorama. Pero a mí me gusta utilizarlo para paisajes.
Sin embargo, no es fácil de utilizar, y tiene sus limitaciones. En esta serie utilicé la cámara sobre trípode. Y me encontré con los siguientes problemas. El primero es independiente de si usas trípode o no. En formato medio, con un negativo de 55 x 55 mm aproximadamente, la profundidad de campo es limitada con un 150 mm. El uso del trípode te permite cerrar el diafragma, pero aun así, en escenas con mucha profundidad, necesitas elegir con mucha precisión el punto de enfoque, qué vas a privilegiar con la nitidez y qué vas a sacrificar, porque es difícil obtener toda la escena enfocada. Desde este punto de vista también, cometí un error al no coger el visor de prisma. Por ir más ligero fui con el capuchón básico, pero lo cierto es que el prisma permite usar la cámara a más altura y ser más preciso en el enfoque.
Y luego tenemos otra cuestión. Los objetivos de la serie C T* fueron fabricados entre 1974 y 1979. Tienen las fórmulas originales de los objetivos originales del sistema (serie C), pero con una mejor sustancial de los revestimientos en las lentes, de donde les viene la designación T*. Sin embargo, comparados con los posteriores CF, de los cuales sólo tengo el Planar 80/2,8 CF T*, y en una ocasión pude usar el 150/4 CF T*, me parecen más flojos de contraste. Y más peligroso su uso en situaciones de contraluz. Lo cual, con estas condiciones de luz, me parece un cierto problema. Téoricamente, la fórmula óptica entre el 150 mm C T* y el CF es idéntica. Un Sonnar con 5 elementos en 3 grupos, un clásico,... pero no me resulta lo mismo.
En fin. Es lo que hay. Es lo que tengo. Y ahora no me voy a poner a cambiarlo. Pero tengo que pensar bien cómo aprender de estas series para sacar lo mejor de estas ópticas en el futuro.
He empezado esta entrada con una afirmación categórica. Pero ya adelanto que no creo en dogmas. Ni positivos ni negativos. Sobre nada. Y mucho menos sobre cuestiones relacionadas con la tecnología fotográfica. Pero en general, mi experiencia, sumada a la que me han comunicado otras personas mucho más sabias que yo, es que los objetivos de focal variable con un recorrido muy amplio de focales, presentan ventajas teóricas que no siempre compensan los inconvenientes ciertos. Hagamos un poco de historia.
En septiembre de 1995, Canon lanzó al mercado su primer objetivo con óptica estabilizada. Y esta fue una primicia mundial. Nadie más hacía en esos momentos objetivos estabilizados. Y quedaba lejos en el tiempo todavía la idea de una estabilización en el cuerpo de la superficie sensible. Era un zoom 75-300 mm f/4-5,6, de las series intermedias que hacía en aquellos momentos Canon. Ni pertenecía a la prestigiosa serie L del aro rojo con elementos ópticos de baja dispersión, ni era de los teleobjetivos de focal variable económicos que aparecían en kits de oferta y similares. En marzo de 1997 apareció el primer objetivo de serie L con esta innovación, un 300 mm f/4, cuya misión estaba clara. Con una limitada apertura, más modesta que los prestigiosos f/2,8, se fabricaba un objetivo más compacto y ligero, con la ventaja de que el estabilizador de imagen compensaba en parte la pérdida de luminosidad.
Y en febrero de 1998, la innovación se democratizó todavía más, al presentar el EF 28-135/3,5-5,6 IS USM con un precio, si no barato, contenido, y con un intervalo de focales que lo hacía muy apetitoso por su polivalencia. Con el añadido de esa maravillosa estabilización, que nos "vacunaba" contra las fotos trepidadas cuando la luz flojeaba. Eran tiempos de película fotográfica, y si habías montado una diapositiva de ISO 100, con eso te quedabas, incluso en interiores o cuando se hacía de noche. Yo me apunté a la idea, respalda por alguna prestigiosa revista del sector en aquellos tiempos, vendí mi EF 28-80/3,5-5,6 USM, el primero de esa gama de focales y probablemente el más digno, y me compré el nuevo objetivo. Y me serví de él durante unos años. Aunque siempre sentí algo en su contra... aunque no muy pesado por estar construido en plástico, de buena calidad, pero plástico, era voluminoso. Y cansado. Unos años más tarde empezó mi deriva hacia los objetivos de focal fija como más idóneos para mi concepción de la fotografía.
Cuando llegó la fotografía digital, y compré mi primera réflex digital en diciembre de 2005, una Canon EOS D60 de segunda mano, lo acoplé a la misma y empecé a tirar millas. Pero en septiembre de 2006, en un viaje a Milán y los grandes lagos italianos, el mecanismo de selección de focal empezó a fallar. Salí adelante, pero cuando llegué a mi casa comprobé con pavor que el objetivo ofrecía muy escasa nitidez, especialmente en el lado derecho de la imagen (en fotografías horizontales). Sufría un descentramiento espantoso. Creí que se debería a la avería. Pero revisando fotografías retrospectivamente, siempre había estado ahí. A mí me había faltado criterio para observarlo.
Puse el objetivo en barbecho, me compré como sustituto el EF 24-105/4L IS USM, que sólo es un poquito menos amplio (x 4,375 frente a x 4,821 del más veterano), y que es mucho mejor, pero que he usado poco. Mucho bulto y peso para mi gusto.
La moda de los objetivos de larga amplitud focal se hizo más acusada. Y en estos momentos hay objetivos que flirtean con amplitudes de x10 o más, es decir, la focal más larga es 10 veces superior o más a la focal más corta; por ejemplo, 28-300 mm, que sería un x10,7. Todos ellos "parecen" muy convenientes por su polivalencia, pero suelen conllevar una serie de inconvenientes de los que no eres realmente consciente, si eras relativamente nuevo en el "negocio", hasta que adquieres experiencia. Peso y bulto más o menos elevados, calidad de imagen francamente disminuida con respecto a otros objetivos no tan ambiciosos, luminosidad muy escasa, especialmente en su extremo superior. Y carácter no físico sino psicológico, son malos "profesores". Nos hacen muy vagos. Nos acostumbran a no caminar y a no variar nuestro punto de vista recortando nuestra creatividad y visión.
En el mes de diciembre, expuse mi último carrete de película en color, un Kodak ColorPlus 200. Y tuve el capricho de desempolvar el EF 28-135/3,5-5,6 IS USM, que arreglé en su momento, y calzarlo a la Canon EOS 650. Y me fui a pasear varios días aprovechando las matizadas luces de un benigno invierno, hasta ese momento. Y ayer me llegó revelado y escaneado por Carmencita Film Lab... y ahí se puede ver que todos los defectos del objetivo campan a sus anchas. Sí. Es cierto. Es polivalente... pero ¿compensa? A mí me parece que no. Ya he decido que desde este momento pasa al estatus de "pisapapeles".