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La Panasonix Lumix G9 y el solapamiento de focales entre objetivos; el tele corto

Os hablé hace unas pocas semanas de mi nueva cámara principal para viajes y otros menesteres, la Panasonic Lumix G9. Como ya comentaba entonces, no esperaba de una cámara digital moderna de cierto nivel otra cosa que no fuera un comportamiento excelente. Y en general así es, siempre desde el punto de vista de que una herramienta fotográfica, por perfeccionada que esté, siempre es una cuestión de compromisos. El compromiso de tener una cámara de alto nivel pero de tamaño contenido, que no pequeña, frente a las grandes réflex que muchos profesionales usan, es el usar un sensor que tiene una cuarta parte del área de aquellas. Eso es importante... para mí, muy muy muy poco. Para otros lo será más. Me la llevé de viaje a Roma, y el resultado es muy satisfactorio. Básicamente, limitado por mi capacidad o incapacidad para aprovechar las capacidades de una cámara que tiene muchas.

Para el viaje me llevé cuatro objetivos. Para los desplazamientos, el compacto Panasonic Lumix G 20/1,7 ASPH. Abulta poco en la bolsa de equipaje. Y si toca hacer alguna foto, es una focal muy todo terreno. Para los paseos por Roma, el Panasonic Leica DG Summilux 15/1,7 con el Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8 MSC a mano en el bolsillo o en la bolsa. Dos objetivos extraordinariamente ligeros, con una luminosidad muy favorable, de muy buena calidad de imagen, y que se comen un porcentaje elevadísimo de mis fotos. Si el tiempo es seco y estable, no necesitaría más, realizando un 65 % de las fotos con el 15 mm y un 35 % con el 45 mm, aproximadamente. Pero como anunciaron algún día de lluvia, me llevé también Olympus M.Zuiko ED 12-40/2,8 Pro, un objetivo que no aprecio tanto para viajes ciudadanos por su mayor volumen y peso, pero que cuando llueve, conforma un equipo resistente al agua con la Lumix G9. 

Una vez en casa, y una vez hecho el repaso de los distintos objetivos que puedo utilizar con la cámara, con montura dedicada o a través de un adaptador, he comprobado que de los primeros, los que tienen montura dedicada micro cuatro tercios, hay cuatro que solapan las longitudes focales de alguna forma, aunque pocas veces conviven juntos en la bolsa de trabajo. Estos son por el orden en que llegaron a mi poder:

Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS - Tele corto macro, hasta 1:1 y estabilizado, con lentes asféricas. No lo compré yo, lo he usado durante años, y desde hace unos meses formalmente lo he heredado y lo puedo considerar mío. Cuando fue comprado costaba 900 euros. Hoy se encuentra por poco más de 700 euros.

Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8 MSC - Tele corto luminoso. De tamaño muy reducido, de plástico, pero con una óptica notable. Cuando lo compre estaba en torno a los 400 euros, pero ahora se encuentra por debajo de los 300 euros.

Olympus M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro - Objetivo de focal variable y apertura constante. Relativamente voluminoso, de metal, y sellado contra las inclemencias del tiempo. Lo adquirí para usarlo en naturaleza, especialmente con tiempo inestable. Me hizo mucho papel en Islandia y en las Lofoten. Me costó algo más de 900 euros, aunque se puede encontrar en estos momentos algo por debajo de los 800 euros.

Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH - Telezoom clásico de tamaño muy compacto y muy ligero, estabilizado. Pensado para las minúsculas GM de Panasonic y descendientes. Sorprendentemente nítido para su precio y características. Se vende por 350 euros, pero a mí me costó a penas un 60 % de ese coste. Lo considero un chollo.

Aprovechando que hoy había una tregua en la lluvia y las nubes hacían bonito, me he cogido los cuatro objetivos para ir a dar un amplio paseo después de trabajar y realizar las mismas tomas con los cuatro objetivos en las mismas condiciones. Estas venían determinadas por el Olympus 45 mm.

El diafragma a f/5,6. La focal 45 mm en los dos de focal fija. En el 12-40, la focal a 40 mm. En el 35-100, la focal, a ojo porque no hay marca, a 45 mm. Mido la luz con el 45 mm con programa de prioridad a la apertura, y ajusto el compensador de exposición para un histograma adecuado a la escena. Mantengo esta compensación con los cuatro objetivos. Fotografía la escena con cada uno de ellos, o sea, cuatro veces.

Una cuestión me llama la atención. Todo usan la misma velocidad de obturación, menos el PanaLeica Macro-Elmarit 45/2,8 que sistemáticamente pide una velocidad más lenta en un tercio de paso. Es decir, si la velocidad de la escena con los otros tres es 1/640 segundo, con el PanaLeica ajusta la cámara a 1/500 segundo, ofreciendo la misma luminosidad. Evidentemente, es el objetivo que más luz se "merienda" por el camino. Con menos transmisión de la luz.

Por lo demás... sólo he dedicado ha comparar un ratito los resultados. La impresión general es que los dos objetivos de Olympus ofrecen los resultados más contrastados. El zoom de Olympus tiene un rendimiento del color más cálido. Sí, ya sé, cosas mías, las muestras que estoy poniendo están en blanco y negro, pero es que me gustan más. Sobre el nivel de nitidez de los resultados... no me atrevo a pronunciarme sin un detalle mucho más detallado, y con lupa. Es decir, todo ellos ofrecen resultados buenos.

¿A qué se debe la diferencia de precio? Pues a otras cosas distintas de la calidad óptica. La capacidad macro y el estabilizador del PanaLeica, además de lo que quieran cobrar por ponerle el apellido de los ópticos alemanes. La construcción en metal y sellada contra la intemperie, así como la apertura fija en el zoom de Olympus. Pero si estos elementos no son trascendentes, es evidente que uno puede tener resultados ópticos más que razonables por poco dinero en el ámbito del tele corto en un equipo micro cuatro tercios. Si prima la luminosidad, el Olympus de focal fija es obligatorio. Si quieres un zoom más polivalente, sacrificando la luminosidad, contando con la mejora del rendimiento de los sensores a sensibilidades altas, el modesto zoom de Panasonic es un chollo, como digo. Pues nada. Lo dicho.

No. No voy a decir con que objetivo esta hecha cada foto. A la resolución de una página web no hay nada que comparar ni que diferenciar. Hace falta ampliar en papel a un buen tamaño para apreciar las diferencias.

Nueva cámara titular viajera - Panasonic Lumix G9

Un poquito de historia. Contada con fotos. En 2001, durante una de las ferias que se celebraban anualmente en Huesca de material fotográfico clásico y de ocasión cada primavera, dentro del certamen Huesca Imagen, compré mi primera cámara Leica; la pequeña Leica CL, con su Summicron-C 40/2. Posteriormente, llegaría el Elmar-C 90/4, y un Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 MC. En

En el verano de 2003, en el Perigord, comprobaba que no era necesario cargar con la réflex y sus pesados objetivos zoom para traer fotografías interesantes de los viajes. Se podía viajar ligero sin renunciar a casi nada.

El año 2008 se anuncia el advenimiento del sistema fotográfico Micro Cuatro Tercios, respaldado por varias empresas del sector, aunque principalmente por Olympus y Panasonic. En 2009, Panasonic propone la Panasonic Lumix GF1, con un Lumix G 20/1,7 ASPH y un Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. Tan fuertemente me recordó a la configuración de la pequeña Leica CL que me hice con este equipo.

En diciembre de 2009, mi Lumix GF1 empezaba a demostrar de lo que era capaz en una escapada invernal a París.

En los años siguientes me quedó una cosa clara. Viajar con las pesadas cámara réflex digitales y sus cada vez más pesados objetivos, que iban engordando en volumen, peso y precio conforme los captores digitales incrementaban su resolución y su tamaño, no tenía sentido para mí. La pequeña micro cuatro tercios me permitía obtener fotos muy satisfactorias. A lo mejor no las mismas que con un equipo réflex, pero no peores. Si acaso diferentes.

En 2012, durante 3 años, mi Lumix GF1 me había acompañado por toda Europa, y me había convencido de las bondades del sistema. Aunque también de que aquella GF1, con un planteamiento y un diseño muy correctos, era un producto todavía algo inmaduro. Por ello, en aquel 2012, di un salto cualitativo importante con la salida al mercado de la serie OM-D de Olympus, con su primer modelo la Olympus OM-D E-M5.

Los fiordos occidentales noruegos fueron la prueba de fuego,... más bien de agua, para mi E-M5 en julio de 2012.

Los aspectos clave que convertían a la OM-D E-M5 en una cámara de éxito eran los siguientes:

Una gran variedad de posibilidades de configuración y de personalización de las ruedas y botones que controlan el funcionamiento de la cámara.

Un cuerpo sellado perfectamente contra las inclemencias atmosféricas, especialmente el polvo y la lluvia.

Una calidad de imagen notable con su captor de imagen de 16 megapíxeles, que puede parecer modesto, pero que es más que suficiente para el 98 % de las fotografías que hago que rara vez superan la ampliación de 30 x 40 cm. Alguna vez he subido a 45 x 60 cm, y ha aguantado bastante bien, siempre que la imagen de origen fuera técnicamente perfecta en la toma.

Un estabilizador de cinco ejes para el captor de imagen que permite compensar de sobras el menor rendimiento de los sensores micro cuatro tercios a sensibilidades altas con respecto a los sensores APS-C o de formato completo.

Durante los últimos seis años, esta cámara, acompañada (a veces sustituida) por otras dos de captor de imagen similar, la compacta Leica D-Lux o la compacta de objetivos intercambiables Panasonic Lumix GM5, han sido acompañantas extraordinariamente fieles en mis viajes por el mundo.

El viaje a Japón en septiembre de 2014 es uno de los que más he disfrutado en compañía de la OM-D E-M5; incluso con la dudosa calidad de la "galletita" ojo de pez de la marca.

Sin embargo, durante el año pasado, la Olympus empezó a dar una serie de síntomas de cansancio que indicaban que estaba acusando el castigo de los muchos kilómetros recorridos a bordo de mis macutos y mochilas de viaje. Y quizá con ello una disminución en su fiabilidad. Veamos cuáles son los problemas detectados.

El primero de ellos ha estado siempre ahí aunque sólo lo he acusado notablemente en los viajes más de naturaleza, como Islandia o las Lofoten. Con el objetivo de focal variable M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro conforma una poderosa alianza por su calidad de imagen y su resistencia a las inclemencias del tiempo. Pero el conjunto tiene una ergonomía desequilibrada. La E-M5 sólo se siente a gusto con objetivo pequeños, ligeros.

La batería se me ha atascado en repetidas ocasiones en el último año y medio, cada vez con más frecuencia, pasándolas canutas para extraerla de la cámara sin estropear nada. Y las cámaras sin espejo tienen el problema de necesitar al menos un cambio de batería al días cuando estas viajando.

Desde el año pasado, y se hizo especialmente notorio en el viaje a Corea del Sur, de cada 20 o 25 fotografías una se me quedaba negra. Como si el obturador no se accionase. Y esto genera una inquietud notable.

De hecho, en ese viaje usé más la pequeña y discreta Lumix GM5 que la OM-D E-M5. La primera iba permanentemente calzada con focales cortas, las más habituales, y la segunda con el tele corto. Eso limitaba los riesgos de fotos perdidas y evitaba los cambios de batería durante el día.

Seúl en octubre de 2017; la Lumix GM5 es pequeñita, y con una ergonomía limitada, pero matona. Y en calidad de imagen no tiene nada que envidiar de la OM-D E-M5. Fue un regalo.

Por lo tanto, durante el invierno he estado dándole vueltas al recambio de la Olympus OM-D E-M5. Y en otoño se anunció un modelo de Panasonic a la que sólo le veía un "defecto" objetable. Un "defecto" que al mismo tiempo resuelve alguno de los problemas de la E-M5. Veamos sus principales cualidades de la Panasonic Lumix G9.

Goza una de una potente y eficaz protección contra las inclemencias del tiempo, igual o superior a la de la E-M5. De hecho, se está promocionando principalmente entre los fotógrafos de naturaleza.

Dispone de un sistema de estabilización óptica muy potente, que además se puede combinar con el de los objetivos Panasonic estabilizados. Garantizada su capacidad de obtener fotos nítidas a velocidades de obturación muy reducidas. En el entorno de 1/4 de segundo.

Dispone de un sistema de doble ranura de tarjeta SD que me resuelva para siempre la preocupación por un sistema de copia de seguridad instantánea de las fotografías en los viajes. Cada foto queda copiada de forma idéntica y por duplicado en el momento de la toma, tal y como es mi preferencia de configuración.

Su captor de imagen de 20 megapíxeles y sin filtro de paso bajo ofrece una calidad de imagen claramente superior. Y además a mejorado su rendimiento a sensibilidades altas.

Es muy muy muy muy muy muy muy rápida. Aunque esto tiene para mí una importancia muy relativa.

El "defecto"/cualidad más diferencial es que es apreciablemente más grande. Lo cual a priori iba en contra de la filosofía del sistema. Hice mis comprobaciones. Está en el límite admisible, pero es admisible. Y con los objetivos de focal fija más ligeros sigue siendo un aparato muy llevadero. Y el tamaño tiene una ventaja. Si he de usar el 12-40/2,8 o si le adapto teleobjetivos que tengo por ahí, se puede usar con comodidad. Cosa que no sucedía con la Olympus.

Tras comprobar que la posible alternativa en forma de seudotelemétrica, la G9 tiene forma de seudoréflex, no estaba a la altura, me decidí por ella. La Lumix GX9 anunciada recientemente no está protegida contra las inclemencias del tiempo, sólo tiene una ranura de imagen y es demasiado pequeña para según que objetivos. Por otro lado, la OM-D E-M1 II de Olympus, su principal competidora, tiene un año más en el mercado y cuesta trescientos euros más.

Adjudicada la Lumix G9, que en estas fotos podéis ver comparada con sus predecesoras en mi bolsa fotográfica. Sí, ya sé. Para disimular un poco la diferencia de tamaños, he puesto el objetivo grandote en las cámaras más antiguas.

La tengo en casa desde hace una semana y un día. Le he ido probando en distintas condiciones. Ni que decir tiene que no esperaba otra cosa que un buen rendimiento. Pero os pongo algunos ejemplos de distintas situaciones.

Con el 12-40/2,8 compone un equipo equilibrado, de cierto tamaño, pero notablemente más compacto y ligero que en un equipo réflex de formato APS-C o formato completo y con muy buena calidad de imagen. Recordemos que sus focales equivalen a un 24-80 en formato completo.

Un objetivo que uso poquito, que me costó un cantidad ridícula de dinero, no llegaba a 100 euros en un outlet, y que tiene una calidad de imagen bastante buena, es el Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH. Es tremendamente ligero, y suma su propio sistema de estabilización al incorporado en el cuerpo de la cámara. Sospecho que lo voy a usar más. Recordemos que sus focales equivalen a las de un 70-200 en formato completo.

La primera mañana que lo tuve me lo llevé al trabajo, e hice fotografías al amanecer con altas sensibilidades. También algunos interiores. Y algún retrato a mis compañeras que no pongo porque no les apetece salir en público. Con el compacto pancake Lumix G 20/1,7 ASPH. Que es una focal equivalente a un 40 mm en formato completo. Alguna de las fotografías están realizadas a ISO 5000.

Otras situaciones...

Probando el efecto cortina de agua disparando a 1/4 de segundo a mano alzada...

Comprobando la discreción de la cámara en modo reportaje...

Intentando que funcionase con un adaptador a Canon EF con el EF 200/2,8 L USM... No funcionó el enfoque automático, aunque la foto se hizo... a ISO 12800...

En la exposición dedicada a Giorgio de Chirico en el Caixaforum... En interiores, a f/1,7 y una velocidad de obturación de sólo 1/15 de segundo, pude usar una sensibilidad de sólo ISO 200...

Y por último, una curiosidad. En situaciones en las que el sujeto es estático, tiene un modo en el que captor de imagen de 20 megapíxeles va realizando microdesplazamientos permitiendo obtener imágenes de alta resolución. Según la configuración, se pueden obtener fotografías de 40 u 80 megapíxeles. Comprobad recortes al 100% de un "retrato" de la veterana Olympus OM-D E-M5 que ahora pasa a la reserva activa.

El retrato completo de la Olympus.
Recorte de la foto al 100% de la imagen a 40 megapíxeles.
Recorte al 100% de la imagen de 80 megapíxeles.

Quizá no se vea exactamente al 100%... pero os podéis hacer una idea del asunto.

En fin... ya iréis viendo fotos. En una semana estaré probándola en Roma... ya os contaré.

Película en color - Película de tungsteno con filtro a la luz de día y medio formato con Olympus Pen EE

He recibido recientemente los resultados de revelar un par de carretes en color. Ambos han sido revelados y digitalizados, muy bien, en Revelatum Laboratorio de Revelado. Uno de ellos es película calibrada para luz de tungsteno, el otro es un carrete expuesto en una cámara de medio formato. Os cuento cada uno de ellos con un poquito de detalle.

PENTAX MX + SMC-M 28/3,5 + KONO! KOLORIT 400 TUNGSTEN

Este es el tercer y último carrete que me quedaba de un sobre de regalo de la marca KONO! comercializada por Reanimated Film directamente o a través de las Lomography Shop y similares. 

Deducimos las características de la película a partir del nombre: KOLORIT = película en color, 400 = sensibilidad nominal ISO 400, TUNGSTEN = equilibrada para luz artificial de lámparas de filamento incandescente de tungsteno.

Así pues, la característica más importante es que se trata de un película para usar en interiores con luz artificial de tonos cálidos. Cómo no he encontrado una ocasión adecuada, opté por exponerla a la luz del día con un filtro corrector de tipo 85B.

En líneas generales, el resultado ha sido correcto. Sin más. Probablemente, como otras películas de Reanimated Film, se trata de retales de película cinematográfica de Eastman Kodak. Y probablemente esté emparentada con las Cinestill, las cuales proceden de algunas Vision 3. Probablemente la Vision 3 500T, calibrada para luz de tungsteno. En alguna toma, se ha apreciado los halos rojos que resultan de eliminar las capas antihalo que harían incompatible esta película con el procesado estándar C-41 y exigirían el procesado específico ECN-2.

Algunos fotogramas del carrete presentan luces rojas, signo de veladuras de algún tipo. Me lo hizo notar el técnico de revelado, pero en un principio, sin haberlas analizado bien, las achaqué a algún efecto de la propia película. No parece tal. En algún momento a esos primeros negativos del rollo les ha llegado algún rayo de luz indebido. En principio, la Pentax MX con la que he realizado las tomas, no ha sufrido nunca este tipo de problemas. Aunque es cierto que ayer estuve revisando carretes realizados con ella este año, y hay uno de febrero, en blanco y negro, en el que se puede observar el problema. Sin embargo sólo aparece en unos pocos, al principio del carrete. Recientemente, en el Taller escuela de cerámica de Muel no presentó en absoluto ningún problema.

Los cuatro negativos que presentan el problema. En unos de forma muy clara, en otros apenas evidente.

Con este rollo expuse mis primeras fotografías sobre película tradicional con el objetivo SMC-M 28/3,5. Ya tenían un 28 mm f/2,8 para montura Pentax K de Sigma,... pero es muy malo. Y encontré este pequeño objetivo propio de Pentax, muy compacto, por un precio sumamente asequible. Está como nuevo. Y en principio hace fotos como un jabato. Sobre la cámara digital, se convierte en un 42 mm también útil, aunque excesivamente poco luminoso.

En general, es nítido, tiene buen contraste, razonable resistencia a los contraluces, y no parece distorsionar en exceso. Ventajas de la apertura moderada. Todo es más sencillo de fabricar.

OLYMPUS PEN EE3 + FUJIFILM SUPERIA XTRA 400

Es la primera vez que utilizo esta pequeña y veterana cámara, tiene ya 50 años, con película en color. Cuando las mandas a revelar, lo habitual es que te digitalicen los negativos de dos en dos como si fueran uno. Os recuerdo que en esta cámara, en lugar de obtener 36 negativo de 24 x 36 mm, se obtienen 72 negativos de 24 x 17 mm aproximadamente, por lo que se denominan de medio formato.

Teniendo en cuenta tal hecho, puede ser una estrategia interesante presentar las fotografías como dípticos, tal y como salen del escáner. Se puede haber previsto el hecho, o dejarlo al azar, que es lo que veréis en esta entrada. Es cierto que los cinco dípticos que he mostrado en primer lugar son fotografías unidas por un tema en común, la visita la Taller Escuela de Cerámica de Muel con la Asociación de fotógrafos de Zaragoza, AFZ. Pero a continuación os mostraré algunos otros dípticos menos relacionados a priori. Fruto de haber paseado con la cámara por la ciudad.

Lo que sí suponía es que la película Fujifilm Superia XTra 400 iba a ser muy adecuada para esta cámara. Su sensibilidad nominal media alta, ISO 400, permite un margen suficiente de situaciones de luz, con un grano contenido y con un buen contraste y saturación. También tiene una buena latitud de exposición, lo cual le permite comerse contrastes pronunciados, así como funcionar bien, como podéis ver en negativos contiguos, en interior y al aire libre. Muy recomendable esta combinación, que seguramente utilizaré en más ocasiones.

Y por cierto, que buenos son los Zuiko de estas sencillas Olympus Pen de gama baja, que aguntan la luz que les eches. Incluso con contraluces, que en otras ópticas producirían notables pérdidas de contraste.

La flor del azafrán, segundo año - macro con equipo micro cuatro tercios

El año pasado por estas fechas hacía un resumen de la jornada de práctica fotográfica en Monreal del Campo con motivo de la recogida de la flor del azafrán. En aquel momento, opté por usar mi modesta pero eficaz cámara digital Pentax K-S1 y el veterano Pentax SMC-A 100/4 Macro, con buenos resultados. Este objetivo ofrece una reproducción máxima a escala 1:2, que llega a 1:1 con la ayuda de una lente de aproximación de 10/3 dioptrías.

Como la experiencia fue muy buena, este año hemos vuelto a repetir. Incluso en más número. Nuestra expedición constó de 10 personas, muy motivadas a hacer fotos y a pasarlo bien. Yo hice algunos cambios en el equipo y en el planteamiento de la jornada fotográfica. Me llevé la Olympus OM-D E-M5 con el Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH como equipo principal para macrofotografía. Y la veterana Pentax MX, para película tradicional de 35 mm con doble perforación, con el SMC-M 50/1,7 para reportaje, y el SMC-A 100/4 Macro por si me apetecía probar el macro con soporte fotoquímico. No dispongo todavía de los carretes revelados expuestos con esta última. Así que aquí os traigo los resultados obtenidos con el macro digital.

El año pasado la máxima escala de reproducción que pude conseguir era 1:1, como ya he dicho. Puesto que el Macro-Elmarit de forma nativa llega a esta escala de reproducción, al añadir la lente de aproximación mencionada es posible llegar a una escala de reproducción 1,33:1, superior como vemos. Si además tenemos en cuenta que el formato hace que haya un recorte sobre APS-C de la cámara Pentax, en los 16 megapíxeles de la Olympus todavía encontramos un mayor nivel de detalle sobre los objetos fotografiados, aunque la imagen sean de menor tamaño. La Pentax tiene 20 megapíxeles, pero si recortásemos para tener un encuadre equivalente, perderíamos bastante información.

Además, la pantalla de la Olympus es orientable, lo cual supone una ventaja sobre la fija de la Pentax. De hecho, con esta última, el encuadre lo realicé fundamentalmente por el visor réflex. Sin embargo, con la pantalla de la Olympus tiene suficiente calidad como para permitirme enfocar con precisión, como se puede comprobar en las imágenes. Hice muchos menos disparos que el año pasado para un número de imágenes técnicamente aceptables similar.

Pero toda balanza tiene dos platos; en este caso, el de las ventajas y el de los inconvenientes. Entre los inconvenientes, el principal es que el enfoque manual del Macro-Elmarit, o cuando en enfoque automático corregimos el enfoque manualmente, no es mediante un accionamiento mecánico con topes en la distancia mínima de enfoque o en la máxima. El aro de enfoque sirve para accionar el motor de enfoque y no tiene fin. Con lo que es difícil saber cuándo has llegado a los extremos al enfocar manualmente. En macrofotografía, no me gusta confiar en el enfoque automático. Así que enfoco manualmente la escala de reproducción que prefiero, y luego ajusto el enfoque con pequeños movimientos del equipo hacia adelante o hacia atrás. No he utilizado trípode. Las flores del azafrán nacen a ras de suelo, así que la posición al fotografiar es cuerpo a tierra, dando estabilidad a la cámara con el cuerpo y los dos codos, que hacen de trípode. Los resultados son buenos, especialmente con los sistemas de estabilización de imagen de ambas cámaras, aunque el de 5 ejes de la Olympus es superior. Y se nota. Con un 45 mm que es equivalente a un 90 mm en formato completo, con escalas de reproducción de 1:1 o 1,33:1 he conseguido fotos nítidas disparando a 1/25 segundo. Con el 100 mm de la Pentax esto no es posible. De todas formas, especialmente cuando empezamos a fotografiar con las primeras luces del día, hubo que subir en algún momento la sensibilidad hasta ISO 1600, por lo que ha habido que esmerarse en el procesado, reduciendo el ruido pero sin afectar a los detalles finos.

El problema que ha aparecido con el equipo de este año procede de la utilización de la pantalla posterior como elemento para encuadrar y enfocar. En principio, el enfoque no ha sido problema. Especialmente porque el color rojo intenso de los estigmas del pistilo de la flor hacen fácil su visión en la pantalla y conseguir la nitidez necesaria, incluso sin aumentar en la pantalla la imagen. Pero puede haber detalles interesantes en el cuadro que no se ven. Yo tengo ya un cierto grado de presbicia por lo que pierdo detalles en la visión cercana. Por ejemplo, en la mayor parte de las fotografías no era consciente de las microgotas que cubrían los elementos de la flor. Era consciente de que había algunas gotas de rocío, pero no tenía claro que prácticamente todas las imágenes iban a estar cubiertas por estas gotas. El año pasado no estaban, a pesar de que había llovido por la noche.

Me he sentido especialmente frustrado con la siguiente imagen que presento, en la que había un pequeño insecto, de unos pocos milímetros, en el extremo de los estigmas, que hubiera querido sacar nítido... si lo hubiera visto. No lo vi. Ha sido un hallazgo al revisar las fotografías. Lo que aparece nítido es uno de los estigmas, el que elegí en la pantalla, pero la profundidad de campo con estas escalas de reproducción no es lo suficiente amplia como para incluir al insecto. Una pena.

Cada uno de los equipos utilizados, el año pasado o este, tiene sus ventajas y sus incovenientes. Creo que en la evaluación de los mismos hay un factor importante que ya he mencionado. El número de fotografías técnicamente aceptables es mayor con la cámara Olympus y el Macro-Elmarit que con la Pentax. Otra cosa es la calidad estética, que ahí entran otros factores.

Ahora queda recibir los carretes de Kodak Portra 400 que usé con la Pentax MX. Así que habrá una segunda parte de esta crónica sobre nuestra jornada en Monreal del campo. De momento me despido con una imagen más de las bonitas rosas del azafrán, así como de mi ejemplar de estampa con los pigmentos de la flor que realicé en el taller que se organizó con posterioridad, de lo que os hablaré más ampliamente en su momento.

Fotografiando el patrimonio de la humanidad - Corea del Sur

Entre el día 2 y el 11 de octubre he estado recorriendo una parte de la República de Corea, país más popularmente conocido como Corea del Sur, para distinguirlo con su precisión de su incómodo vecino la República Democrática Popular de Corea o Corea del Norte. El día 1 salí de España y me lo pasé viajando, y el 12 hice el recorrido en sentido inverso, en ambas ocasiones vía Amsterdam, usando vuelos de KLM y Korean Air. El avión de esta última, un Airbus 3algo0 entre Schiphol e Incheon, uno de los más cómodos y agradables que jamás haya volado. Tomo nota.

El país no es muy grande. Toda la península de Corea tiene el tamaño aproximadamente de la isla de Gran Bretaña. Pero tiene casi 50 millones de habitantes, así que está muy poblado. Y tiene una historia y una cultura muy rica aunque muy desconocidas en comparación con las potencias locales, china y japonesa. Esta última, además, ha puesto bastante empeño en diversos momentos de la historia, el más reciente en la primera mitad del siglo XX, en destruir y reducir a la nada a la cultura coreana, con una actitud que tiene un tufo racista considerable. Los nipones son muy cultos, honorables y educados... salvo cuando no lo son.

A pesar de estos avatares, Corea tiene una serie de lugares reconocidos por la UNESCO como Patrimonio Cultura de la Humanidad, algunos de los cuales he visitado en todo o en parte, y os traigo aquí.

Palacio de Changdeokgung en Seúl

En Seúl hay varios palacios, cinco creo, de la época Joseon (pronúnciese algo así como "choson"), de los cuales he visitado cuatro. De ellos, el más vistoso es el de Changdeokgung, que además incluye un jardín que probablemente motiva la inclusión del palacio en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad. He de decir que la visita al palacio por sí mismo merece la pena. Parece mentira en un momento dado, que recorriendo sus estancias entre arboledas y jardines, estés en medio de una de las mayores metrópolis asiáticas, que es lo mismo que decir del mundo.

Desgraciadamente, coincidió la visita con la víspera de una fiesta nacional coreana, y en unos días en los que los monumentos nacionales eran gratuitos para todos los visitantes. Por lo tanto, aunque pocos turistas, había muchos coreanos disfrutando de sus fiestas en familia. Y la visita a los jardines es en números reducidos. Ante la avalancha de visitantes, me quedé sin poder acceder. Pero como digo, la visita en sí mismo, está muy bien.

Y a cambio, pude observar a la diversidad de gentes del país, así como ver numerosos ejemplos de personas vestidas con el tradicional hanbok, especialmente chicas y mujeres.

Santuario de Jongmyo en Seúl

Situado no lejos del palacio del Changdeokgung, este santuario es el más antiguo de los santuarios confucianos reales del reino de Joseon. En el se llevaban a cabo las más importante ceremonias de estado. Grande pero austero, tiene gran valor cultural. Y está situado en un gran parque, también en medio de la ciudad de Seúl.

Fortaleza Hwaseong en Suwon

Suwon está cerca de Seúl. A 30 km en tren o poco más. 30 minutos de recorrido, que se deben más a las paradas que a lo que está en movimiento el convoy. Pero visitar la fortaleza de Hwaseong en Suwon, así como otros lugares de interés en la ciudad lleva su rato. No es una pequeña ciudad periférica ni nada de eso. Es una capital de provincia con un millón de habitantes largos. De hecho, prácticamente hay una continuidad urbana entre la capital y Suwon. Pero la orografía de la península de Corea es compleja, y por todos lados surgen colinas y pequeñas montañas, que motean de verde la geografía urbana. Pequeños o grandes parques naturales que hace que los más urbanitas de los coreanos puedan vestir sus galas montañeras los días de fiesta y dedicarse a hacer senderismo desplazándose hasta el punto de partida en el metro o en el autobús urbano.

Por las colinas que rodean parte del núcleo urbano de Suwon se extienden las fortificaciones de Hwaseong, convirtiéndose en un recorrido sobre la muralla de casi seis kilómetros de longitud. En la muralla van a aparecer puertas, torres de vigilancia, puestos de arqueros, puertas secretas y pabellones. Hay que ir bien calzado y bien hidratado para hacer el recorrido completo, que puede llevar buena parte del día. Y que luego se puede complementar con una visita al palacio real de Hwaseong Haengung, en el interior de la zona fortificada. Muy nutrido también en el día de fiesta nacional.

Gruta de Seokguram y templo de Bulguksa

Situados en la laderas de unos montes a unos 15 o 20 kilómetros al sur de Gyeongju, antigua capital del reino de Silla, son dos de los monumentos más notables del arte y arquitectura religiosa de Corea, especialmente del budismo, religión abrazada por la clase dominante durante siglos en los reinos que se sucedieron en esta península del extremo oriente, hasta que el confucianismo procedente de China fue tomando fuerza en los mismos. No es que el budismo carezca de influencia, siendo como es una de las religiones con mayor poder político del mundo, aunque formalmente prediquen su desapego a las cuestiones terrenas.

En la gruta de Seokguram hubo que lidiar con la sorprendente incoherencia que observo en los templos budistas. En teoría el budismo es una religión no vinculada a dios de ningún tipo. Sin embargo, observo que los fieles y guardianes de estos templos observan una notable idolatría hacia las imágenes de sus budas y boddishattvas, que suele llevar implícita la prohibición de fotografiar, con más intensidad en unos casos que en otros. En la mencionada gruta, la vigilancia era estrecha, pero conseguí llevarme alguna imagen para ilustrar el lugar.

Más relajado era el ambiente en el armonioso templo de Bulguksa, donde todo era más tranquilo y amable. Lo cual se agradece. Sobretodo porque me había quitado de encima las aglomeraciones de gente de los días anteriores. Para los coreanos era día de labor, y los turistas extranjeros son pocos en estas fechas. A pesar de que por temperatura y escasez de lluvias hacen de ellas una época ideal.

Zonas históricas de Gyeongju

Como ya he dicho, Gyeongju fue la capital del reino de Silla, un reino que unificó políticamente la península de Corea durante buena parte del primer milenio de nuestra era y los tres siglos iniciales del segundo. Dicen que en su momento de mayor esplendor llegó a tener un millón de habitantes. Buena parte del patrimonio cultural se perdió en la invasión japonesa del siglo XVI que causó estragos en la península. Pero todavía se conservan restos interesantes. Planificar la visita a esta zona es complejo. Todavía no sé si como lo hice estuvo bien o mal. Además de Bulguksa y Seokguram, visité en el núcleo urbano de Gyeongju los túmulos funerarios de la antigua Silla y la pagoda de Bunhwangsa. Haber visto más cosas hubiera obligado a dedicar más días, y perder otras experiencias. En los viajes hay que tener claro el coste de oportunidad de tu tiempo. En fin. No estoy descontento, aunque hubiera otras formas de planificar el viaje que también hubiesen tenido sus ventajas... e inconvenientes.

Material fotográfico utilizado

Hace tiempo que viajo ligero por el mundo. Con cámaras de formato micro cuatro tercios, que son ligeras y competentes, hace tiempo que digo que un angular moderado y teleobjetivo corto son suficientes. Siempre llevo algo más como redundancia. En esta ocasión dos cámaras y cuatro objetivos, que abultan muy poquito. La Panasonic Lumix GM5 ha ido casi siempre unida a al Panasonic Leica DG Summilux 15/1,7 ASPH o al Panasonic G 20/1,7 ASPH. Dos objetivos con una diferencia de focal suficiente para que, aunque pudiera haber elegido sólo por uno de ellos, me adaptase al entorno en que me moviese. La Olympus OM-D E-M5, que está empezando a dar señales de estar mayor, solía ir unida siempre al Olympus Micro Zuiko Digital 45/1,8. De esta forma, no tenía que cambiar de objetivo en la cámara. Según la focal necesitada, usaba una u otra cámara, fácilmente accesibles en la bolsa de bandolera. La E-M5 también era la cámara principal cuando la luz era escasa y necesitaba el estabilizador de imagen. Pero he usado más la GM5 porque su capacidad de conexión inalámbrica con el teléfono móvil permite usarlo para compartir imágenes durante el viaje.

También he llevado el pequeñísimo Pansonic G Vario 12-32/3,5-5,6, que venía de kit con la GM5. Es un objetivo sorprendentemente nítido para sus características, que además me ha permitido extender mi capacidad de gran angular y aporta estabilización a la GM5 aunque perdiendo luminosidad. Pero no lo uso de continuo porque, a pesar de las correcciones por firmware que hace la cámara, tiene unos niveles de distorsión muy notables, y molestos en la fotografía de arquitectura. Pero no está mal, y algún uso le he dado. Y es muy pequeñito. Se pierde en un bolsillo.

Espero que este resumen os haya resultado interesante. Así que os dejo con este retorcido árbol que ha crecido en uno de los túmulos funerarios de la ciudad de Gyeongju, y que está tomado con el pequeño zoom, con una de sus focales intermedias, menos habituales para mí.