Lo que son las cosas, estamos ya en el primer día de octubre y aun me queda por comentar un rollo que comencé en agosto y terminé el 1 de septiembre. Mi verano ha sido muy activo fotográficamente con la #CrappyCommieCameraParty, dedicada a la fotografía con cámaras (u otros equipamientos fotográficos en mi caso) fabricados en países comunistas. Pero aunque esta "fiesta" fotográfica estaba convocada entre el 1 de julio y el 30 de septiembre, a finales de septiembre estaba cansado y empecé a usar otros equipos más agradecidos en su diseño y manejo. Y por ello, en los últimos días de agosto decidí sacar a pasear la estupenda Olympus Pen F con su Zuiko 38 mm f1,8 al que le puse un filtro amarillo de Hoya para mejorar el contraste de las fotografías en blanco y negro.
Como película opté por un rollo de Fujifilm Neopan 100 Acros II. Estando todavía en pleno verano, con bastante horas de luz y ambiente despejado, el no disponer de mayor reserva de sensibilidad no me pareció un problema. Y dado el reducido tamaño de los negativos de la Pen F, un poco por debajo de la mitad del habitual 24 x 36 mm, el grano casi imperceptible de esta película y su elevada nitidez hace que sea muy apropiada para usar con esta cámara. Para medir la luz, la Pen F no tiene fotómetro incorporado, usé mi fiel Gossen Digisix, perfectamente fiable.
La película la revelé con Kodak HC-110, que es mi revelador habitual. Ofrece buena calidad y gran permanencia con la botella abierta, no perdiendo eficacia con la inevitable oxidación al entrar en contacto con el aire. Pero con el cambio de fórmula de la Acros a esta su segunda versión, fabricada por Hartman (Ilford) para la marca japonesa bajo las especificaciones de esta, no siempre está claro cuales son los tiempos recomendados para el revelado con HC-110. Según donde consultes, los tiempos son similares, pero no la concentración propuesta por el revelador. En estos momentos, la que parece funcionar mejor es la dilución C 1+19, revelando durante 5 minutos a 20 ºC. La proponen en Digitaltruth y algún otro sitio. Pero por si os interesa, los hay quien propone la misma dilución durante 5 minutos y 30 segundos, e Ilford, que ofrece el Ilfotec HC, con la misma fórmula que el Kodak HC-110, da como recomendada la dilución B 1+31 durante esos mismos 5 minutos a 20 ºC. Parecería que esta sería la más apropiada, por ser Hartman (Ilford) el fabricante de la Acros... pero no me da los mismos resultados que la dilución C.
Una vez revelados los negativos, fueron digitalizados con la Panasonic Lumix G100 con el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS, obteniendo unos ficheros que solo necesitaban el ajuste del punto negro y del punto blanco para obtener unos resultados adecuados, con imágenes nítidas y con un grano casi imperceptible. Aunque la digitalización con cámara digital siempre tiende a resaltar más el grano que los escáneres dedicados de película. Todo depende de cuán agresivo tenga que ser el ajuste posterior del contraste de la imagen.
En general, los resultados son buenos, confirmándose como una excelente combinación de cámara y película, especialmente gracias a las buenas calidades del objetivo estándar de la cámara. Siempre mejor con este diafragmado por lo menos a f5,6. Lo único que me gustaría es que se pudiese optar por rollos de 24 exposiciones, que para la Pen F se convertirían en prácticamente unas 50, ya que el rollo de 36 exposiciones, que ofrece unas 75 con la Pen F, se hace interminable.
Último de los rollos de la #FP4Party de este año. Llegado el domingo de la semana dedicada a realizar las fotos, había dado por descontado prácticamente que con los tres rollos realizados hasta ese momento y que ya he comentado (1, 2 y 3), me iba a conformar. Pero ese domingo, por la tarde, me quedé liberado de cualquier obligación, la temperatura ambiente era buena, la luz era agradable, y me apeteció darme un amplio paseo por la zona agrícola en industrial de Zaragoza. Y pensé que tenía que sacar a pasear algún equipo distinto, poco habitual. Diferente a lo que había usado hasta el momento.
Por supuesto, con un rollo de Ilford FP4 Plus, que revelé con los otros tres que os he presentado hasta el momento, en el mismo tambor, con Kodak HC-110 1+19, 5 minutos y 15 segundos durante 21 ºC. Digitalizado con una cámara digital y un objetivo macro, como de costumbre. La novedad es que decidí usar la Canon EOS 650 que tan a gusto me cae en la mano, con un objetivo Olympus OM-System Zuiko Auto-W 21 mm 1:3,5 con la montura adaptada a la Canon EF, y un filtro Hoya nº 8, amarillo. Porque quede claro; el objetivo no va montado sobre un adaptador, sino que a base de quitar tornillos, poner un elemento extra y volver a poner otros tornillos, la montura fija del objetivo está adaptada a la montura "electrofocus" de Canon. Aunque por supuesto sin enfoque automático y sin automatismos de ninguna manera con el diafragma.
Con la profundidad de campo que tiene un objetivo con esta longitud focal, es sencillo que el objeto este bien enfocado, enfocando por zonas usando las escalas incorporadas en el barrilete del objetivo. Y tiene una distancia mínima de enfoque muy interesante, de solo 20 cm, que permite acercarse mucho al sujeto a fotografiar. Llamarlo macro es excesivo, una tontada, pero es muy interesante. Originalmente lo adquirí para la Canon EOS 5D Mark II, digital, donde iba bien con la condición de diafragmar a f/8. Con película en lugar de un sensor digital, va muy bien a una diversidad de aperturas. Incluso a máxima apertura, generando un enfoque selectivo en el sujeto, si uno aprovecha la corta distancia de enfoque mínimo.
Evidentemente, un angular de 21 mm con casi 90 º de ángulo de visión no es un objetivo todo terreno. Es un objetivo para paisaje y arquitectura. Y en eso estuve un poco durante esa tarde durante esas zonas del extrarradio de Zaragoza, que alternan entre lo industrial y el mundo agrícola. Una parte de los límites de la ciudad un poco esquizofrénica, en la que la ciudad non sabe "qué quiere ser de mayor".
La verdad es que disfruté del paseo. Y de la experiencia de volver a utilizar un angular tan amplio, cosa que hago con muy poquita frecuencia. Quizá debiera usarlo más. La montura adaptada tiene una pega. Lleva un chip para ofrecer confirmación de enfoque con las cámaras EOS. Pero cuando lo intento usar sobre el adaptador EF-RF sobre la Canon EOS RP... no deja disparar la cámara. Una pena, porque ahí... sí que lo usaría con frecuencia.
Utilizar una Olympus Pen F es una delicia. Aparato excelentemente diseñado y fabricado, genera unas sensaciones estupendas, y produce un estado de relax y buen humor notable en el aficionado a los aparatos fotográficos clásicos. Porque, sin duda, la Olympus Pen F de Maitani Yoshihisa pertenece de pleno derecho al club de las cámaras clásicas y no meramente de las cámaras viejas o antiguas. Por si alguien se me ha despistado, me refiero a la cámara réflex con visor de porro que fue lanzada al mercado por Olympus en 1963, y no la cámara digital de aspecto estético similar, pero totalmente distinta en su tecnología.
Pero como ya he comentado en otras ocasiones, el principal inconveniente de la cámara es que ofrece unos negativos con una superficie que es algo menos de la mitad de los de un 24 x 36 mm, y eso penaliza la resolución global de la imagen, y hace que la estructura de la película, el grano sea mucho más manifiesto. Seamos claros; por buena que sea la mecánica de la cámara, que lo es, y la calidad de sus ópticas, punteras para su época y perfectamente asumibles como buenas ópticas, hay unos límites físicos a la cantidad de información que puede almacenar un rectángulo de emulsión haluros de plata de 17 x 24 mm. Y por ello, de cara a obtener la mejor calidad de imagen posible, la utilización de películas de sensibilidad media-baja y grano fino es algo muy razonable de pensar, aunque disminuya la versatilidad. No por nada con el tiempo y la mejora de las películas se ha ido estableciendo el ISO 400 en lugar del ISO 100-125 como material todoterreno.
Con esto en mente, me vino a la memoria que cuando empecé a usar las primeras cámaras de medio formato (que no de formato medio), como esta, antes de que se suspendiera la producción de la película, usé en varias ocasiones la Fujifilm Neopan 100 Acros con buenos resultados. Y puesto que tenía por casa algunos rollo de la nueva versión de esta película, Fujifilm Neopan 100 Acros II, decidí llevar encima durante el mes de diciembre la Pen F con uno de estos rollo, y usarla en diferentes ocasiones. La mayor parte del tiempo llevé puesto en el objetivo, el F-Zuiko Auto-S 38/1,8, un filtro amarillo de B+W, que resta un paso de luz, para mejorar el contraste, especialmente cuando hay cielos implicados. Y también he de decir que solía ajustar el índice de exposición de la Acros a IE 80 en lugar de su nominal ISO 100. Por ello la medición de la luz la realicé con el Gossen Digisix a IE 40, o estimando la luz bajo estas condiciones. Esto me ha confirmado un problema que ya había empezado a sospechar.
Siempre se ha dicho que para evitar una trepidación en la imagen, en caso de disparar a mano alzada, conviene usar una velocidad de obturación que sea la inversa de la focal utilizada. El 38 mm es equivalente a un 55 mm, aproximadamente, en el formato más extendido de 24 x 36 mm que es para el que se hizo esta "regla" de exposición. Por lo tanto, la velocidad de obturación de seguridad sería 1/60 segundo. Pero hay que contar otra cosa. El conjunto de la cámara y el objetivo es mucho más ligero que las cámaras para el formato 24 x 36 mm, y por lo tanto tiene mucha menos inercia. Viendo los resultados, yo abogaría, por lo menos para mis habilidades, por usar una velocidad de 1/125 segundo. Lo cual no siempre ha sido posible dada la baja sensibilidad real con la que me he estado manejando. Y algunas, no todas, las fotos que he hecho a 1/60 segundos han quedado trepidadas. Poco nítidas. La fotografía es una cuestión de compromisos, y las ganancias por un lado conllevan inconvenientes por otro.
La película la he revelado en Kodak HC-110, dilución C 1+19, durante 5 minutos y 30 segundos a 20 ºC, con 5 inversiones del tambor de revelado al principio de cada minuto. La imagen tiene un contraste adecuado, no excesivo para tampoco demasiado suave, con buen detalle desde las altas luces a las sombras profundas. Dado que en esta época del año, la luz no es tan agresiva como en otros meses, encontramos una amplia gama de tonos en todas las situaciones. Los negativos los digitalicé con la Panasonic Lumix G9 y el Leica Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. No usé el modo de alta resolución, y ajusté bien la imagen al tamaño del fotograma, sin bordes, para tener 20 megapíxeles de imagen aprovechables.
Salvo por los negativos trepidados que he comentado la calidad intrínseca de las imágenes ha sido buena. Creo que mejor que con la Ilford FP4 Plus, aunque no tengo una muestra de situaciones los suficientemente amplia para una comparación rigurosa. Posibles contrincantes... la Ilford Ortho Plus 80,... que tiene una sensibilidad espectral distinta.
Esta la cuarta entrada que dedico al uso de la Ilford FP4 Plus 125 a un índice de exposición IE 400. Ayer me llegó el libro de fotografías de mi viaje a Oporto en septiembre, donde me llevé la Pentax MX con algunos rollos de Ilford HP5 Plus 400, quedando moderadamente insatisfecho con los resultados. Siendo una película que ofrece poco contraste, me quedaron unas fotografías muy planas. No teniendo acceso en estos momentos, por tiempo personal disponible y por otros motivos, a un laboratorio fotoquímico, proceso digitalmente los negativos. Y ajustar el contraste de negativos poco contrastados me resulta insatisfactorio, especialmente cuando se manejan negativos pequeños. Del 24 x 36 mm hacia abajo. Por eso, he venido ensayando una película más contrastada, especialmente si se subexpone y se aumenta la intensidad del revelado, aumentando la concentración del revelador y con un tiempo más prolongado para dicha concentración.
Los resultados con la Hasselblad 500CM en formato Superslide(41 x 41 mm), 16,8 cm2 de negativo, con la Pentax MX en formato pequeño (24 x 36 mm), 8,6 cm2 de negativo y con la Fujifilm GS645S Wide60 (56 x 42), 23.5 cm2 de negativo, los he considerado bastante buenos. Sin problemas con la pérdida de información en los tonos más oscuros de la imagen, salvo algún caso en escenas de iluminación muy dura, con un grano contenido, especialmente sorprendente en el formato pequeño, lo cierto es que me he sentido muy cómodo. Es normal apreciar poco el grano en negativos grandes. El formato de la GS645S es 2,7 veces más grandes que el de la Pentax MX. Así que el resultado con esta última, más agradable al final de todo el proceso que mis últimas experiencias con la HP5 Plus 400, prácticamente me deciden en la utilización de esta combinación de película, exposición y revelado de forma habitual. Ya he comentado en alguna ocasión que el motivo de comparar estas películas y no otras es porque son las que son fácilmente disponibles en comercios locales de Zaragoza, sin necesidad de pedir por internet.
Pero decidí ir a la prueba más exigente. Hacer un rollo de 36 exposiciones en la Olympus Pen F, que ofrece un mínimo de 72 fotogramas de aproximadamente 24 x 17 mm. Es decir, 4 cm2. Prácticamente, es dividir por 6, por 4 o por 2, la superficie sensible de cualquiera de las otras pruebas. En números aproximados. Así que realmente, la capacidad de producir imágenes nítidas y con determinado grado de ampliación en la imagen final está realmente comprometida. Este es uno de los motivos por los que estos negativos, o posteriormente los formatos del sistema APS, que encima era mucho más caro, no tuvieran más que un éxito pasajero, especialmente conforme las cámaras para el 24 x 36 mm fueron haciéndose más reducidas en tamaño. Véase la Pentax MX, más grande que la Olympus Pen F, pero bastante llevadera y con el "doble" de calidad de imagen por superficie de negativo. O la propia Olympus OM-1 dentro de los diseños de Maitani Yoshihisa.
Llevar encima la posibilidad de realizar 72 exposiciones, supone capacidad para unos cuantos días de ir y venir por Zaragoza con la cámara en la mochila por si surge la oportunidad. Más en otoño, donde las variaciones en el tiempo atmosférico y en las condiciones de luz son mayores. Un día puedes tener sol radiante, otro puede estar lloviendo o con nieblas más o menos densas, y todas las condiciones que se te ocurra entre medias. Y con el 38 mm f/1,8 y un índice de exposición de 400, hasta puedes utilizarla en alguna situación en interiores, como en la visita que hice a la exposición de Manuel Outumuro.
En cuanto a la exposición y el revelado, a ratos llevaba encima mi Gossen Digisix, a ratos me lo dejaba olvidado en casa y tenía que estimar la exposición o ojo. Cuando me encuentro en esta última situación, es frecuente que tienda a ser pesimista y sobreexponga los negativos. Por ello, aproximadamente un 20 % de los negativos del rollo han resultado muy densos, pero utilizables. El resto están bien. Ninguno está subexpuesto, ni hay tonos oscuros comprometidos. Lo revelé junto al rollo de formato medio que comenté hace unos días, en Kodak HC-110, dilución C 1+19, 7:40' a 22 ºC. Ya comenté en su momento las circunstancias de ese revelado.
El resultado final... pues en la tónica de las anteriores pruebas, pero con un grano bastante más aparente, y una nitidez más limitada, como era lógico esperar. En esto no hay magia que valga, los límites que impone la física son los que son, y cuanto más grande es un negativo, más cómodo es extraer la información y ampliar la imagen. No hay más vueltas. La cámara es muy divertida de utilizar, la calidad mecánica de la misma es sorprendente, la óptica del Zuiko 38 mm muy buena para su época... pero el negativo... ya lo he comparado con los otros sistemas. ¿Es utilizable? Pues sí. Pero probablemente, cuando me apetezca utilizar la Pen F optaré por momentos de buena luz y por películas entre los ISO 50 y 125. Y hasta que llegan estas pruebas. En un futuro, si sigo utilizando esta combinación de película, exposición y revelado será ya por que me interese.
Aunque en este momento no es así, mi mes de agosto está resultando un caos de mucho cuidado, no es extraño que, además de los rollos de blanco y negro que voy exponiendo de forma casi semanal, en el infrarrojo en las últimas semanas, lleve encima alguna cámara con película en color.
Durante el mes de junio de este extraño 2020, llevé la Canon EOS 650 calzada con el objetivo EF 40/2,8 STM. Este objetivo es ideal para llevar a cuestas, por su pequeño tamaño, pero combinado con una muy buena calidad de imagen. Quizá su principal defecto ha sido siempre el viñeteo a su máxima apertura. Pero se nota menos cuando fotografiamos sobre película tradicional que sobre un captor digital. Cosas de la física en las que ahora no me voy a extender. La película elegida fue la baratita de la gama de Kodak, la ColorPlus 200. Que da unos resultados bastante honestos, si he de decir la verdad. Aunque en elementos como la granularidad ande un poco a la zaga con respecto a otras emulsiones más nobles o innovadoras.
Durante el mes de julio, opté por poner un rollo, también de Kodak ColorPlus 200 en la pequeña Olympus Pen EE3. Dos cosas me sorprenden siempre de esta pequeña cámara que tan barata me costó en un mercadillo dominical. Por un lado, la nitidez de su objetivo, D-Zuiko 28/3,5, que tiene una sencilla fórmula de cuatro elementos en tres grupos. Vamos, una copia de la fórmula Tessar de Carl Zeiss, que tanto se popularizó en cámaras económicas pero competentes durante buena parte del siglo XX. Es equivalente también, aproximadamente, en su ángulo de visión al 40 mm que he comentado antes.
Y por otro lado, que el fotómetro de selenio, que después de medio siglo sigue ofreciendo mediciones fiables. Aunque quizá sería conveniente que me acostumbrarse a usarlo con una sobreexposición de un paso. Es decir, ajustándolo a IE 100 para una película de ISO 200. El principal inconveniente de la cámara es que no tiene mecanismo de enfoque, confiando en la profundidad de campo y un enfoque fijo a la hiperfocal. Pero hay algo a tener en cuenta. Con su mecanismo de exposición automática acoplada al fotómetro de selenio, si la luz disminuye, la apertura puede ser amplia, y no funciono como hiperfocal, por lo que es probable que el fondo y un primer plano muy próximo queden desenfocados. Pero con luz abundante, cerrando a f/8 o f/11, sin problemas. Se agradecería un posición de enfoque a infinito, de todos modos.
Los dos rollos los envié a revelar a Carmencita Film Lab al mismo tiempo, solicitando un escaneado XL, que da unos 19 megapíxeles por fotograma. Lo cual está bien. Más que suficiente en la mayor parte de los casos. Pero me he llevado una agradable sorpresa. La Pen EE3 produce negativos de la mitad de tamaño, aproximadamente, que los habituales con película de 35 mm. Unos 17 x 24 mm frente a los habituales 36 x 24 mm. Hasta ahora, lo que hacían en los laboratorio era escanear estos negativos con las máscaras de 36 x 24 mm, digitalizándolos de dos en dos, unos 9 megapíxeles por fotograma de medio formato. Pero en esta ocasión me he encontrado archivos individuales de 19 megapíxeles igualmente. Estupendo. Sólo he encontrado un problema, no muy importante. La proporción de los negativos es 2:3 (como si fueran 16 x 24 mm) en lugar del 5:7 (los 17 x 24 mm reales). No obstante, como el encuadre con la cámara es muy aproximativo, no es algo que tenga mucha trascendencia, y compensa.
Y lo que más me ha chocado de las fotos... pues que este año, con una primavera más lluviosa, más húmeda que de costumbre, y un verano con temperaturas moderadas, dejando aparte algún día de calor más intenso, Zaragoza, especialmente las riberas de los cursos de agua, el Ebro, el Gállego, el Huerva o el Canal Imperial de Aragón, está más verde. Los árboles y arbustos de los sotos naturales o artificiales de estas corrientes de agua están más frondosos. Y están bonitos. No todo lo que pasa en este maldito 2020 tenía que ser malo. ¿Verdad?