Si ayer comentaba la llegada a la colección de la Nikomat FTn, hoy quiero mostraros algunas fotografía de los primeros carretes que he expuesto con ella. Ayer no comenté un hecho. La cámara usaba las malditas pilas PX625 de mercurio que ya no se fabrican. Sus equivalentes en pilas alcalinas no tienen el mismo voltaje, ni entregan su carga de la misma forma, por lo que es sabido que hace que el fotómetro de las cámaras, único motivo para usarlas, no sea fiable. Además de una diversidad de soluciones caseras, la mejor solución para sustituirlas son las pilas de zinc-aire que WeinCell fabrica compatibles con las PX625. Pedí unas cuantas, pero han tardado en llegar y los dos primeros carretes un Kodak Portra 400 y un Eastman Double-X 200 han sido expuestos estimando la exposición en condiciones de fotografía al aire libre, y con la ayuda de un aplicación que permite usar el teléfono móvil como fotómetro.
Normalmente, se me da bien estimar la exposición a ojo, partiendo de que un día nublado la exposición correcta es f/8 y el inverso del índice de exposición en ISO como velocidad de obturación. Si hay sol, vamos aumentando el número f o la velocidad de obturación. Si estamos en sombra o se pone a llover, vamos a la inversa.
Sin embargo, por algún motivo mis negativos en color, especialmente los realizados al aire libre han pecado de una ligera subexposición muchos de ellos. Nada grave, pero prefiero equivocarme en sentido opuesto. Las fotografías en interiores, con medición con el teléfono móvil, han quedado sin problemas.
En general, aunque más pesada de lo que estoy acostumbrado a usar, la cámara se maneja con comodidad, aunque no me he acostumbrado todavía a la posición en la montura del objetivo del selector de la velocidad de obturación. Que además va un poquito duro.
En el lado positivo, y a pesar de la amplia luminosidad de Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm, el enfoque parece preciso. Desde luego la rueda de enfoque tiene un tacto y una suavidad envidiables para los objetivos de hoy en día, mucho menos agradables de usar.
El contraste la nitidez que ofrece el objetivo es muy buena en cuanto cierras unos cuantos pasos el diafragma. Pero a plena apertura, el contrasta es bajo y la nitidez es la justa para ser usable en el centro del diafragma. Supongo que la tecnología de los años, este es un objetivo cuyo diseño viene de principios de los años 60, hace que las limitaciones se noten. Pero su robustez y agradable uso te hacen comprender que fuera apreciado por los profesionales de la época. Que lo usarían más bien con la Nikon F, pero que no desmerece montado en la Nikomat.
También le he puesto una lente de aproximación de 3 1/3 dioptrías. La distancia mínima de enfoque del objetivo no es tan favorable como la de objetivos similares en la actualidad. Si estamos habituados a una distancia mínima de enfoque de 45 cm en los objetivos de 50 mm de focal, nos tenemos que conformar con unos 55 o 56 cm de distancia mínima de enfoque, calculo yo. Algo menos de 60 cm. Con la lente de aproximación nos permite escalas de rerproducción de aproximadamente 1:3. No está mal. Ninguna catástrofe sucede, si diafragmamos unos pasos a la hora de hacer la foto.
Para el blanco y negro, tiré del último carrete que me quedaba de un pequeño lote que adquirí de la película cinematográfica de Kodak, la Eastman Double-X, con una sensibilidad nominal de ISO 200. Hay mucha gente que habla maravillas de esta película, pero yo no he alcanzado la felicidad con ella. Ni con los primeros carretes que usé revelados con Kodak HC-110, tanto a su sensibilidad nominal como forzada un paso, ni con este que he usado con la Nikomat, a su sensibilidad nominal, pero revelada en Rodinal. Puesto que expuse generosamente y en situaciones de potencial contraste fuerte, decidí usar un revelado compensador, un revelado desatendido con una concentración de 1:100 durante una hora a 20 ºC.
He de decir que sigo sin enamorarme de esta película. No me acaba de convencer. Su sensibilidad de ISO 200 está un poco en tierra de nadie. No obtengo grano tan fino como con las de ISO 100-125. De hecho, tampoco obtengo grano más fino que con algunas películas de más sensibilidad. Por lo que no le acabo de ver la ventaja.
En cualquier caso, decir que en esta ocasión sí que pequé de cierta sobreexposición, ya he dicho que dejé entrar la luz con generosidad. Siempre he oído decir que a esta película le gustan las condiciones de luz abundante. Desde luego, la latitud de exposición de la película con este revelado me parece muy buena, pero el aspecto general de las fotos finales no acaba de convencerme.
Pero a lo que vamos es a la cámara y el objetivo. Lo cierto es que conforme te vas acostumbrando a su volumen y peso, se hacen muy agradables de usar. Y quizá el Nikkor-S 50/1,4 no brilla a plena apertura como los objetivos actuales, pero tiene posibilidades claras para retratos. Eso sí... cuidado que f/1,4 ofrece muy poca profundidad de campo. No vale echarle la culpa al objetivo de lo que son errores de enfoque. Que eso se ve mucho.
Hay gente, aficionados a la fotografía como yo, que conocen mi afición a mantener una pequeña colección de cámaras fotográficas. Cámaras que me he encontrado, gratis o a muy muy buen precio, o que he adquirido por que me apetecía mucho y me parecía que tenían un razonable valor histórico. Más que el monetario o de otro tipo. Pero no tenía ninguna Nikon. Nada. De esta veterano y respetado fabricante nipón no he tenido hasta el momento más que tres objetos relacionados con él, por orden de adquisición:
Un objetivo de ampliadora, Nikkor 50/2,8, que compré de segunda mano cuando me monté mi laboratorio fotográfico en casa. Un objeto óptico magnífico.
Un escáner de negativos y diapositivas que dejé de usar por que la marca dejó de actualizar el software que lo hace funcionar, y quedó obsoleto para los sistemas operativos modernos.
La Plaubel Makina 67 incorpora un objetivo Nikkor 1:2,8 80 mm, también excelente.
En los habituales piques, en el 99,9 % de los casos amistosos, entre aficionados con cámaras de distintas marcas, siempre me sitúan en el campo de los "canonistas". No voy a negar que le tengo cariño a mi sistema Canon, aunque en estos momentos las novedades que habitualmente ofrece este gran fabricante japonés me producen la misma emoción que la visualización de una acelga en la verdulería. Hasta tal punto se ha vuelto conservadora y aburrida la otrora innovadora marca fotográfica. Pero la verdad, se equivocan mucho si piensan que mi primera compra de una Canon EOS se debió a algún tipo de devoción hacia la marca. De hecho, le falto un pelo para que en lugar de aquella EOS 100 que todavía funciona perfectamente no se viniese a casa y lo hiciese una bella cámara firmada por la antigua Nippon Kōgaku. Que tras la guerra mundial empezó a fabricar bajo el nombre de Nikon, por aquello que recordaba al nombre de las Ikon de Carl Zeiss. De la misma forma que es innegable la inspiración del nombre de las Contax, también de Carl Zeiss, a la hora de que Asahi Optical bautizara a sus cámaras réflex con pentaprisma como Pentax. Hay algún caso más por ahí... ¿Sabíais que hubo un tiempo que en las Fuji se llamaban Fujica, de Fuji Cameras, de las misma forma que Leica viene Leitz Cameras?
Recientemente encontré dos ofertas muy buenas, que como conjunto no fui capaz de dejar de lado para incluir una cámara Nikon en mi colección. Esta.
Se trata de una Nikomat FTn, calzada con un objetivo Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm. Primero, aclaremos el nombre. Tradicionalmente Nippon Kōgaku, posteriormente Nikon Corporation, había denominado Nikon a su línea principal de cámaras de objetivos intercambiables. Primero fueron las telemétricas que imitaban a las Contax de Carl Zeiss, y que de hecho utilizaban su misma montura, y luego esa revolución que la hizo ser reina de la fotografía profesional durante décadas, especialmente del fotoperiodismo, y que fue la Nikon F en 1959. Pero con la llegada de la Nikon F, la empresa decidió cambiar la denominación de sus cámaras pensadas para el mercado de consumo, para los aficionados. Primero fueron las Nikkorex, entre 1960 y 1965, sólo uno de sus modelos era de objetivos intercambiables, y después, desde 1965 y hasta 1978, las Nikkormat. Estas sí, compatibles con los prestigiosos objetivos Nikkor. Pero Nikkormat es la denominación que Nippon Kōgaku ofreció para las cámaras destinadas a la exportación, especialmente a los países occidentales. Para el mercado interno, la denominación fue Nikomat. Decir que Nikkormat y Nikomat, para un japonés, suenan igual y muy similar a como sonarían en inglés.
Así pues, ya tenemos un primer dato. Mi nueva cámara estuvo destinada al mercado nipón. Es una Nikomat.
Que esto fuese así tenía un especial interés, de carácter emotivo. En el año 1994 tuve ocasión de usar una cámara similar a esta durante un par de días, y tengo por ahí un carrete de película en blanco y negro expuesto por mí durante aquellos días. La cámara pertenecía a un compañero de trabajo, importante para mí, que ya ha fallecido, y al que apreciaba realmente mucho. Tenía mis cosas que agradecerle. Y siempre presumía de que se la había comprado en Japón. Era una Nikomat, no una Nikkormat.
Había otro hecho que me predisponía a que el día que añadiese una Nikon a mi colección fuera de esta gama y no de otra más prestigiosa. Cuando me empecé a interesar en serio por la fotografía, a principios de los años 90, empecé a acudir asiduamente a las exposiciones que se organizaban anualmente con el nombre de Tarazona Foto. Y allí tuve ocasión, estoy casi seguro de que fue allí pero la memoria podría gastarme una mala pasada, de conocer la obra del francés Bernard Plossu, un fotógrafo que siempre me ha gustado mucho. De hecho, he seguido acudiendo a sus exposiciones siempre que he tenido ocasión, y tengo varios libros con su obra. El año pasado sin ir más lejos expuso dentro del certamente PHotoEspaña 2016 en el Jardín Botánico de Madrid, y en la reseña que en Clavoardiendo hicieron de la misma podemos ver a Plossu con su cámara la cuello. Una Nikkormat con un Nikkor 50 mm. Esta es la combinación de cámara y óptica que si no de forma exclusiva sí de forma prioritaria usa el francés.
Aquí podemos ver a mi recién llegada junto a mi Pentax MX. La Nikomat FTn es del año 1967, aunque estuvo varios años en venta, hasta principios de los años 70. La Pentax MX es posterior, prácticamente del momento en que la Nikomat dejaba de fabricarse. Tienen algunas características en común. Ambas son mecánicas, no necesitan de las pilas más que para alimentar el fotómetro. Ambas tienen un obturador que llega a 1/1000 segundos. Ambas son metálicas y muy resistentes. Pero la Nikomat se concibió para el aficionado, mientras que la MX se concibió para el profesional. Tiene diversas posibilidades de ampliación o mejora que no tiene la Nikomat. Y además, como vemos, es considerablemente más pequeña y ligera. Como le oí decir a alguien, y yo lo repito de vez en cuando, las Nikomat servían para tres cosas: para hacer fotos, para cascar sacos de almendras y para pelear de tú a tú contra el martillo del dios del trueno escandinavo. Vamos. Son indestructibles. De hecho, a pesar de los cerca de 50 años que puede tener mi ejemplar, está como nuevo. Impecable.
El cuerpo de la cámara está muy despejado de mandos. La palanca de avance, el disparador, un botón de previsualización de la profundidad de campo, el contador de exposiciones, la palanca rebobinadora de la película, un temporizador de disparo en el frontal y poco más. Ciertamente sencillez, aunque alguna de esas características como la previsualización de la profundidad de campo ha estado durante mucho tiempo reservada a las cámaras profesionales. Que esta Nikomat no es, aunque se empeñe Plossu en que sea su cámara de trabajo profesional. Por otra parte, tiene algunas peculiaridades que encontramos en lo siguiente.
Carece de zapata para accesorios, que era un accesorio opcional. Mi ejemplar no lleva. El flash hay que sujetarlo con otro soporte y conectarlo con un cable al zócalo correspondiente en el lateral.
El fotómetro tiene una aguja indicadora en el visor como es habitual, pero también tiene otra en el exterior. Hay gente que no le ve la gracia a la cuestión. Pero lo cierto es que permite cierta flexibilidad a la hora de utilizar la cámara como un fotómetro de luz reflejada.
El ajuste de velocidades de obturación se encuentra en un lugar poco habitual. En la montura del objetivo. Todavía no me he acostumbrado del todo. Pero la verdad es que tiene cierta lógica. Y aunque se haga más difícil de ver la velocidad seleccionada, esta está bien visible en la parte inferior del visor réflex. Un visor amplio y luminoso, que tiene como ayuda al enfoque una corona de microprismas. Por lo demás, está muy despejado y no distrae. Aunque hubiese sido bueno que también informase del diafragma seleccionado. En eso, la Pentax MX tiene un sistema muy ingenioso que permite ver el la abertura seleccionada en el objetivo mediante un prisma óptico.
Pero es que el ajuste del diafragma es una de las cosas más curiosas de esta generación de cámaras Nikon. Nikon, y sus usuarios, llevan toda la vida presumiendo de que han mantenido la misma montura desde 1959, manteniendo la compatibilidad del sistema en todo este tiempo. Algo que se dice como "ventaja" frente a Canon que cambió de montura hace 30 años. Pues bien... es mentira. Las tablas de compatibilidades de cámaras y ópticas de Nikon siempre me han parecido una pesadilla con incompatibilidades ascendentes y descendentes.
La bayoneta K de Pentax es la montura de uso actual que mejor compatibilidad mantiene a lo largo del tiempo. Uso sin problemas objetivos de principios de los años 70, cuando se implantó, con cámaras actuales digitales. No pasa lo mismo con los objetivos de la generación del Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm.
Veamos su designación. Nikkor es la marca tradicional de los objetivos de Nippon Kōgaku, aunque en la actualidad se haya perdido en favor de la marca genérica Nikon. La S detrás del guion indica que este luminoso objetivo, 50/1,4, tiene una fórmula óptica de siete elementos. Y Auto viene del hecho de que se pueda medir la luz a plena apertura y que el diafragma se cierre a la apertura de trabajo en el momento del disparo. Ahora eso no nos sorprende. Pero en los años 60 eran innovaciones que empezaban a llegar. El caso es que siendo una cámara totalmente mecánica, para montar el objetivo había que hacer una serie de pasos. Primero, la apertura del diafragma tenía que estar obligatoriamente ajustada a 5,6. Segundo, había que hacer coincidir las "orejitas de conejo" del objetivo con el pitón metálico de la montura. Tercero, una vez montado, había que llevar la escala de diafragmas hasta su apertura mínima e inmediatamente hasta la máxima. De esta forma, la cámara "se enteraba" de la apertura máxima y mínima del objetivo y el fotómetro funcionaba correctamente. En 1978, estos objetivos fueron sustituidos por los AI "Auto Index", que no precisaban estas maniobras. Pero dejaron de ser compatibles con todas las cámaras posteriores salvo si se les hacía una cierta operación quirúrgica. Y aun así deben funcionar con algunas limitaciones.
No obstante, esa puede ser una de las razones por las que el objetivo me ha costado también más barato de lo que esperaba. Porque los objetivos Nikkor conservan bien su valor y no están tan baratos como otras marcas en el mercado de segunda mano y ocasión. Y menos si se trata de un f/1,4.
Con esto llegó al final de la descripción de la cámara. Mañana, si nada lo impide, os mostraré las primeras fotografías realizadas con ella. Así podré comentar como va de ergonomía, y como aprecio las cualidades del reputadísimo objetivo Nikkor.
En el artículo anterior ya he comentado las circunstancias que me unen al único modelo de cámara Nikon que he usado, además de una Nikkormat, cuyo modelo exacto no recuerdo, que me prestaron durante un breve tiempo allá por el año 1994. El carrete que utilicé en mi prueba ya comentada fue un Kodak Portra 400, película negativa para copias en color.
Suave gradación de grises la de la APX 100 actual revelada con Rodinal 1+25.
Antes de devolver la cámara, quería probar también con película negativa en blanco y negro. Así que, a propósito de una escapada a Lérida el sábado 2 de noviembre de 2013, cargué la cámara con un rollo de Agfaphoto APX 100. A pesar de que la marca y el nombre de la película coincidan con aquel que usaba a principios de los años 90 cuando me iniciaba en los misterios del revelado en blanco y negro, tengo serias dudas de que se trate en realidad de la misma película. No sé, a mi no me lo parece.
En el interior de la estación de Zaragoza-Delicias, las condiciones de luz son las justas para disparar con la FM2 y el 50 mm a mano alzada.
En cualquier caso, expuse el carrete en tres momentos durante el día. De camino a la estación de ferrocarril de Zaragoza Delicias, en la exposición de fotografías de Wim Wenders en la Fundación Sorigué de Lérida, y visitando la Seu Vella de esta ciudad catalana.
Lo mismo podemos decir de las salas de exposición de la Fundación Sorigué en Lérida, que no están mal iluminadas, pero viene justito.
La verdad es que no creo que vuelva a usar este tipo de película. Tiene una estabilidad dimensional lamentable, por lo que es un verdadero suplicio colocar las tiras de película en el portanegativos de mi escáner doméstico, un Epson Perfection V600 Photo, que no hace maravillas, pero que con otras películas me ha procurado resultados dignos para ampliaciones moderadas, manteniendo mi afición por el uso de cámaras clásicas.
Por supuesto, en exteriores, con una suave luz de otoño, paseando junto a la Seu Vella ilerdense, la combinación de cámara y película se encuentran en su medio idóneo.
En cuanto a la cámara, da igual usarla con película en blanco y negro o en color. Es muy divertida de usar. Y a pesar de la escasa sensibilidad de la APX 100 para los tiempos que corren, con el diafragma completamente abierto he realizado tomas con condiciones de luz escasa. Aunque no tengo habilidad suficiente, nunca la he tenido, para disparar con una cámara réflex a una velocidad de obturación igual a la inversa de la focal usada, sin un sistema de estabilización ayudando. Con las telemétricas, me atrevo a usar un paso de velocidad más lento.
Incluso en el interior de la catedral y sobre la imagen reflejada en un espejo, la Nikon FM2 con el 50 mm cumple perfectamente con su misión.
En algún momento os he hablado de la PENTAX MX. Bueno, pues la FM2 de NIKON es como esta pero mejor. Y pudo ser mi cámara principal en un momento dado.
Estos días atrás, Nikon ha estado lanzando una serie de avances publicitarios en forma de cortos vídeos de algo más de 30 segundos de duración. En ellos, vemos a un fotógrafo en distintos parajes y paisajes escoceses. Un “glen”, un bosque, la orilla de un “loch”, las calles de Edimburgo, un castillo en las “Highlands”,… Y va armado con una cámara de la que se va desvelando algo más en cada “episodio” de esta serie.
En el último de ellos, por lo menos hasta la fecha, los podéis encontrar en Nikon Asia — Pure Photography (youtube),vemos ya bastante de una cámara digital pero con líneas que semejan a las cámaras de enfoque manual de hace 30 o 40 años, y cómo parece que el fotógrafo usa su objetivo como si fuese de enfoque manual. Nos la están vendiendo como si se tratase de un FM2 “digital”.
Durante un par de semanas he estado usando la Nikon FM2 del amigo Pepo (pepojus39), con un AF Nikkor 50/1,8. Plaza de los Sitios de Zaragoza.
La Nikon FM2 fue una cámara de enfoque manual, de funcionamiento totalmente mecánico, las pilar sólo alimentaban el exposímetro de la cámara, no llevaba más electrónica, que salió al mercado a principios de los años 80 del siglo XX, y que se mantuvo en el mercado hasta muy avanzados los años 90, sufriendo alguna modificación en ese tiempo, como consecuencia del avance de la tecnología.
Las principales diferencias que podemos encontrar respecto a otras cámaras similares son su excelente fabricación, la gran calidad de su visor réflex, y las excelentes prestaciones de su obturador, que alcanzó una velocidad máxima de obturación de 1/4000 s, y en sus versiones más avanzadas 1/250 s de sincronización de flash. Sin ser una cámara réflex diminuta como podía ser la Pentax MX o algunas Olympus, era de un tamaño contenido y muy llevadera.
Con una película de ISO 400/27º y con el 50/1,8 totalmente abierto, nos permite tomar a mano alzada con la escasa luz del crepúsculo. Gran Vía de Zaragoza.
Como ya comenté en su momento en mi Cuaderno de Ruta, cuando en la primavera de 1993 decidí que mi Pentax P30N se me quedaba muy corta, estuve dudando a la hora de comprar una cámara más avanzada. La duda en principio fue de orden filosófico. Optaba por una de las modernas cámaras electrónicas con enfoque automático que en ese momento se habían instalado como reinas del mercado de las cámaras réflex, o prefería una cámara de concepción más tradicional pero de altas prestaciones para una fotografía más serena, más contemplativa, y que fuera más didáctica en su manejo. Si hubiera optado por esta segunda opción, no tenía la menor duda, la cámara elegida hubiese sido una Nikon FM2.
Una cámara de este tipo invita a una fotografía reposada, contemplativa, pensando bien lo que quieres hacer y previsualizando los resultados. Eso no quiere decir que, con el entrenamiento adecuado y con un objetivo conveniente, no se capaz de funcionar perfectamente como cámara de reportaje. Plaza de Aragón de Zaragoza.
Finalmente me dejé llevar por los cantos de sirena de la modernidad, y acabé comprando una Canon EOS 100, una cámara con una filosofía muy distinta. Aunque tampoco me arrepentí nunca. Es una cámara de gran calidad, que todavía tengo y funciona, muy capaz de ayudarte a obtener excelentes fotografías. Depende de tí y tus capacidades.
Pero la idea de una cámara mecánica, que no necesitase ni las pilas para funcionar, siempre me atrajo. De hecho, unos años más tarde troqué la Pentax P30N por una una Pentax MX. Muy similar conceptualmente a la FM2, pero una generación anterior. Tiene un tamaño más compacto, pero su obturador es más limitado, y su visor, que no es malo, tampoco tiene la misma calidad. Es también muy divertida de usar.
Quizá el mínimo inconveniente que he encontrado en estos días es que el objetivo 50/1,8, preparado para cámaras de enfoque automático, no tiene la precisión de manejo de los Nikkor de enfoque manual, seguramente mucho más agradables de usar. Aunque calidad óptica no le falta. Terraza del IAACC Pablo Serrano, Zaragoza.
Como empezaba diciendo, en esta ola de moda retro en el diseño de cámaras que hemos visto en diversas marcas fotográficas, como Olympus, Fuji, recientemente Sony,… llega ahora Nikon ofreciéndonos una FM2 “digital”. Esto es imposible. Por el simple hecho de que una digital nunca podrá prescindir de las baterías que alimentan su electrónica. Es otra cosa. Se podría haber comparado con otros modelos, como la FE2, que era similar a la FM2, pero con obturador electrónico.
Finalmente, lo que pasará es que aprovecharán los elementos electrónicos de algunas cámaras que ya están en el mercado, los introducirán en una cámara algo menos grandota que las habituales réflex para formato de 24 x 36 mm, le quitarán algunas de las funcionalidades que muchos fotógrafos consideramos superfluas en una cámara, para que se parezca a las de antes, y la cobrarán como si realmente hubiesen hecho algo nuevo, más cara. Casi seguro. Son las paradojas de la mercadotecnia. Aunque también estoy casi seguro que será estupenda de usar, especialmente si la acompañan de algún objetivo rediseñado para un uso agradable en enfoque manual.
Nunca compraré esa cámara. Estoy más que servido en lo que se refiere a réflex digitales de buena calidad; condicionado desde aquella decisión que tomé en la primavera de 1993, pero no arrepentido. Y mi apetito por las cámaras con otra filosofía lo resuelvo de otras formas. Como usando cámaras clasicas. Propias, o prestadas. Como la FM2 del buen amigo José Manuel Abanses “Pepo” (pepojus39).
Me despido con esta toma realizada con el diafragma totalmente abierto en la Plaza de los Sitios de Zaragoza.