Comienzo mi balance anual fotográfico. No me quejo de cómo ha ido el año. Después de las incertidumbres y vicisitudes del 2014, este año ha sido relativamente tranquilo en lo que se refiere a viajes. No exento de sobresaltos, pero bien. Como hitos principales, voy afianzando mis escapadas a Italia en Semana Santa, hemos realizado un viaje por Canadá, no el que pensábamos en principio, pero bien ha estado, y ha habido otras escapadas que no han estado mal. Quizá la ausencia más notable es que no me he escapado a Madrid en todo el año, lo cual es raro.
Como de costumbre os lo cuento en fotos. Comenzamos el año con algunas excursiones por los alrededores de Zaragoza, modestas pero no carentes de interés.
El primer hito viajero importante fue a primeros de abril, en la escapada de Semana Santa a Italia. Instalados en Verona, recorrimos algunos de sus alrededores más interesantes.
Antes de las vacaciones de verano, las más importantes por duración y ambición, tuve la oportunidad de desplazarme a Galicia por motivos de trabajo, y de hacer alguna otra escapada por los paisajes de Aragón.
Y finalmente, en el mes de junio, llegó el esperado viaje a Canadá. Siguiendo el río San Lorenzo entre Niagara Falls y Tadoussac, con visita a las principales capitales canadienses.
Entre agosto y octubre, tuve un par de escapadas a países centroeuropeos, caracterizadas por el tiempo lluvioso y frío... pero que fueron bien aprovechadas no obstante.
Ya encarando el final de año, sólo dos escapadas a destacar; el taller de fotografía con cámaras de gran formato en Barcelona, y una escapada al Parque Natural del Moncayo para ver el sol, en un mes de diciembre cargado de nieblas en Zaragoza.
Espero que el 2016 venga al menos tan propicio en viajes como el 2015. Si no mejor.
Viajar a una lugar como la cataratas del Niágara es un momento importante en un viaje. Un espectáculo de naturaleza pero que al mismo tiempo tiene un fuerte componente de icono de la cultura popular pone presión al aficionado a la fotografía que no sabe ir a ninguna parte sin su(s) cámara(s). Sientes la obligación de que todo tiene que ir bien. La expectativa a tu alrededor es de fotos necesariamente estupendas. Incluso si eso no es necesariamente así de forma inmediata. Hay muchas cosas que pueden ir mal.
Yo no me puedo quejar, y el día nos ofreció oportunidades diversas. Incluso tuvimos un magnífico arco iris por la tarde. Por supuesto, mis cámaras principales durante el viaje son mi equipo micro cuatro tercios, y mi compacta Leica D-Lux (typ 109). Cámaras digitales que van muy bien, pero que tienen alguna limitación como ahora comentaremos.
Visitar un lugar como las cataratas del Niágara implica una serie de ritos. Uno de ellos, poner una capa impermeable de color chillón y montar en un barco que te lleva a una corta distancia bajo las cataratas. Otro de ellos, especialmente si estas en el lado canadiense, recorrer las galerías tras y bajo la catarata de la herradura, y sentir caer casi sobre ti el agua. El tercero, el sentir el agua que te llega mientras paseas, dependiendo de los vientos dominantes.
La siguiente reflexión es que los equipos fotográficos electrónicos digitales no se llevan especialmente bien con el agua. El número de elementos de los que se componen que se pueden ver afectados por la corrosión son numerosos. Y menos mal que estamos hablando de agua dulce y no salada, que si no la cosa es peor. Algunos equipos están tropicalizados, lo que los hace resistentes a las salpicaduras de agua y a la intromisión de la arena y el polvo. La Olympus OM-D E-M5 es una cámara de estas. Pero necesitas que TODO el equipo esté tropicalizado. En el momento en el que los objetivos, o el flash, o el componente que sea no cumple con las especificaciones necesarias, estás poniendo tu equipo en riesgo.
Existen carcasas impermeables que permiten la fotografía submarina, pero cuestan su dinero, y si no es tu actividad habitual, resultan un gasto ruinoso. Además de incrementar sistemáticamente el peso de tu equipaje. Y uno ha optado por equipos de este tipo para ir ligero. Asi qué, ¿cuál puede ser la solución? ¿Cómo llevar una cámara impermeable sin caer en la bancarrota ni cargar con más tarros de la cuenta? Pues tirar de las tecnologías más tradicionales.
A principios de los años 90 se comenzaron a comercializar por los distintos fabricantes de película las cámaras de un solo uso. Cámaras de plástico, con un objetivo sencillo también moldeado en plástico, con o sin flash, recubiertas por cartulina de vistosos colores que les dan un aspecto informal, y que llevan un carrete de al menos 400 ISO, negativo en color (Ilford ha comercializado o comercializa también algún modelo en blanco y negro), con o sin flash, con una combinación de apertura y velocidad de obturación que las hace adecuadas para la fotografía a la luz del día, con sol o un nublado no excesivamente ominoso. Con el flash, también puedes tirar en interiores, aunque yo recomiendo reservarlas para exteriores usando el flash como luz de relleno. Dada la latitud de exposición y la calidad de las películas modernas, cualquier error de exposición quedaba fácilmente absorbido.
No tardaron en salir cámaras de este tipo, de un sólo uso, con carcasas de plástico impermeables, idóneas para llevárselas a la playa, a un parque acuático, a la nieve, o a cualquier circunstancia en que el agua o la arena fuesen una amenaza. Con película de 800 ISO, pueden utilizarse incluso en modestas inmersiones hasta 5 o 6 metros de profundidad. Pues bien, una de estas cámaras impermeables, una Fujifilm QuickSnap Waterproof que compramos en Kingston, nos llevamos para nuestra visita a las cataratas del Niágara.
La compramos como digo durante el viaje, el día anterior a la visita al Niágara, por lo que no ocupó espacio en los desplazamientos. Disparamos las 27 exposiciones del carrete en las horas que estuvimos en Niagara Falls. Al terminar el carrete, desmontamos la cámara, extrajimos el carrete, tiramos los restos del aparato en un contenedor de reciclaje de plásticos, y el carrete lo pusimos a buen recaudo en el equipaje. Un carrete no ocupa tan apenas lugar. Están muy bien pensadas. Cuando te las venden, la película está toda fuera de la carcasa del carrete, y conforme vas haciendo fotos y avanzando la película, esta se va introduciendo en la misma, quedando protegida. En caso de accidente y rotura, las fotografías realizadas no se velan.
Con 800 ISO, las imágenes presentan un grano evidente, más notorio en situaciones de luz escasa, pero que en general no molesta. El objetivo es un sencillo menisco de moldeado en plástico, tal vez un doblete acromático, ahora no lo recuerdo. En cualquier caso, con una apertura de f/10, la calidad óptica tiene ciertas limitaciones, pero es honesta. Y está preenfocada a la distancia hiperfocal. Tiene una distancia focal de 32 mm, que está bien como todo terreno, y una velocidad de obturación de 1/125 segundos que debería evitar el riesgo de trepidación. En condiciones soleadas, la película Fujifilm Superia X-Tra 800 que carga se sobreexpone, lo que lleva a un grano menos aparente y unas imágenes más saturadas. Lo cual no es malo. Bajo el agua, en la sombra o en días nublados, la reserva de sensibilidad viene de maravilla para poder seguir haciendo fotos de calidad razonable.
Salvo la primera de todas, las fotografías de este artículo están tomadas con una cámara de este tipo, que envié a revelar a mi laboratorio habitual de confianza Carmencita Film Lab, a quienes informé en el formulario de solicitud de trabajo de las circunstancias de la toma. Especialmente para garantizar un escaneado respetando las circunstancias de luz y tono. Han hecho un excelente trabajo.
Yo tenía miedo de una cosa. El carrete, de alta sensibilidad, ha atravesado tres controles de seguridad; en el aeropuerto de Toronto, en el de Montreal y en el de París. Quizá por la radiación electromagnética de alta energía podría aparecer algún velo en los fotogramas. Pero no ha sido así.
Creo que el múltiple objetivo está conseguido, entre las cámara digitales y la desechable QuickSnap Waterproof; conservar un recuerdo adecuado del viaje, tener unas fotografías presentables con dignidad ante cualquiera y, uno fundamental, divertirse como un loco haciendo fotos. Con una solución de baja tecnología, pero eficaz si sabes lo que tienes entre manos. Si conoces sus puntos fuertes y sus limitaciones.
No voy a insistir demasiado en que el material no importa, que lo que importa es el fotógrafo. En este caso, el material importa. Lo que hay que tener claro es que el adecuado no tiene por que ser ni el más claro ni el tecnológicamente más avanzado.