La fotografía como afición y otras artes visuales

CARLOSCARRETER.ES

Home / Essays / monocromo

Instax Square Monochrome para el entorno ferroviario industrial y para Goya

Justo hoy ha surgido una oportunidad para exponer con la Fujifilm Instax SQ6 un cartucho de película instantánea Instax Square en color. Pero el comentario sobre ese cartucho tendrá que esperar, porque esta semana, de vacaciones hasta dentro de dos más, tuve ocasión de exponer otro de Instax Square Monochrome con la misma cámara. Y esas son algunas de las fotos que voy a presentar aquí.

No voy a descubrir aquí mucho de lo que he ido aprendiendo del manejo de esta película desde que me hice con la cámara hace casi un año. La película tiene una latitud de exposición muy limitada, y se lleva muy mal con la sobreexposición, por lo que, al igual que he venido haciendo en los últimos cartuchos que he ido exponiendo, mi tendencia es a usar el modo D (Dark), subexponiendo un poco la película, para proteger los tonos más claros de la "quema".

Con los paisajes ferroviarios e industriales de Zaragoza en los barrios de la orilla izquierda del río Ebro eso ha funcionado bastante bien. Bien es cierto que salvo en un par de fotos, en las que las sombras eran más profundas, las tomas han sido casi siempre con el sol a la espalda y con la ayuda de unas ligeras nubes que ayudaban a suavizar el contraste, manteniendo no obstante el aspecto de un día soleado. Si se pudiese acoplar algún filtro amarillo o naranja al objetivo, sería ideal para poder mejorar el contraste del cielo, destacando las nubes. Pero todavía no he encontrado una fórmula práctica para hacerlo.

Luego tenemos esas coloridas esculturas provisionales de Francisco de Goya que el ayuntamiento de la ciudad ha puesto en las calles para conmemorar es 275º aniversario del nacimiento del pintor. En los primeros planos del rostro de las esculturas, es necesario utilizar el modo retrato de la cámara. Que además, por la limitada profundidad de campo a esa distancia de enfoque, genera una separación de los fondos que es muy conveniente. Por lo tanto, es conveniente evitar que haya grandes contrastes en la foto para evitar quemar parte de los rostros. Aunque sean de estatuas. Evidentemente, con la figura de cuerpo entero... se puede usar el modo D. Aunque entonces, al usar un enfoque a la hiperfocal, más o menos, se pierde el desenfoque de los fondos. No sé si algún día tendremos cámaras decentes para este tipo de película, que no cuesten 800 euros o más.

Instax Square Monochrome a corta distancia

Recientemente he disparado con mi Fujifilm Instax SQ6 un nuevo cartucho de película Instax Square Monochrome. En cartuchos anteriores, mi interés especial ha sido aprender a distinguir las situaciones de luz en las que la limitada latitud de esta película podía producir luces bloqueadas. O sombras empastadas. Como todo medio fotográfico fotoquímico directamente positivo, como las diapositivas, tiene un latitud de exposición más limitada que las películas negativas en color o en blanco y negro. Y por lo tanto esto implica que en un momento dado tengamos que decidir qué sacrificar, si las luces o las sombras, para un resultado lo más aceptable o interesante posible. O simplemente, saber que no hay que hacer la fotografía.

En esta ocasión, mi interés general estaba en comprender los límites adecuados de enfoque correcto cuando se utiliza el modo que algunos llaman con un exceso de optimismo "macro". Dejémoslo en modo "aproximación" o "florecita". Porque al modo de la "carita", o "retrato", o "selfi", ya le tengo pillado el truquillo. Estirando el brazo, es una distancia en la que el rostro queda enfocado y el fondo razonablemente desenfocado, generando una separación agradable entre ambos elementos de la fotografía. Hay algún ejemplo en esta entrada de esa situación.

Como ya he comentado en otras ocasiones, el principal problema de la cámara es que cuando usas el modo "florecita" o el modo "carita" pierdes la posibilidad de controlar el nivel de exposición de la cámara, y hay una cierta posibilidad de quemar las luces. De todos modos, a lo que iba en esta ocasión era a conseguir atinar con la distancia a la que las fotos quedan nítidas en el modo "florecita". Y también con la corrección del error de paralaje entre el visor y el objetivo de la cámara. En distancias largas, el error de paralaje en la cámara no es grave. En los selfis, tampoco, porque encuadras con el espejito junto a la lente frontal del objetivo, y el paralaje es menor. Pero en los retratos y las aproximaciones encuadrados a través del visor el error es mucho más considerable. A lo que hay que sumar que el campo de visión del visor es muy inferior al del objetivo.

Globalmente, con este cartucho de película, estoy razonablemente satisfecho. Todavía tengo que afinar con los encuadres corta distancia, pero he mejorado bastante respecto a los primeros cartuchos que hice con la cámara. También voy atinando con las distancias adecuadas. De las dos fotos de tulipanes en el Parque Grande de Zaragoza, una de ellas es un lío por el excesivo contraste de luces, pero la otra es bastante razonable. Pero bueno. Poco a poco iré cogiendo los hábitos adecuados para conseguir un porcentaje elevado de éxitos.

Fotografía en blanco y negro a partir de toma digital

Desde hace un tiempo a esta parte, la fotografía digital tiene poco espacio en estas páginas. Esto se debe a algo fundamental. En estos momentos, la fotografía digital para mí es la fotografía de los viajes o la documentación eventual de un acontecimiento, una actividad o lo que sea. El desarrollo de mi afición fotográfica cuando no estoy de viaje se centra especialmente en la fotografía argéntica, y especialmente en el uso y comprensión de cámaras históricas o simplemente viejas, de antaño. Pero hoy voy a hacer una excepción. O mejor dicho no una excepción, porque para mí no son contrapuestos los distintos tipos de tecnologías fotográficas. Sino que voy a hablar de algo menos frecuente. Todo viene de una conversación mantenida ayer, mientras tomábamos un café, un té en mi caso, antes de entrar a una sesión matinal de cine.

La escena era simpática. Pero la combinación de colores, catastrófica. Sólo en monocromo se le puede sacar partido a esta foto de grupo robada.

Con la fotografía argéntica, el fotógrafo realiza una serie de elecciones a priori que condicionan el proceso y el resultado. ¿Voy a usar material sensible negativo o inversible? Hoy en día casi siempre negativos, a pesar de la reciente resurrección de algún clásico de la diapositiva. ¿Qué sensibilidad voy a usar; ISO 25, 100, 200, 400, 1600, 3200? ¿A su sensibilidad nominal, forzado, o sobreexpuesto y subrevelado? Y la que nos ocupa... ¿blanco y negro o color? Sin embargo, cuando usamos las cámaras digitales, salvo los que fotografían en formato JPEG en blanco y negro, que no tienen vuelta a atrás, en la mayor parte de los casos fotografiamos en color, sea en RAW o JPEG, y luego podemos decidir. El caso es que entre los aficionados aprecio una gran cantidad de crímenes contra la humanidad, o al menos contra el buen gusto, en las conversiones a blanco y negro de imágenes originalmente en color. En algunas de ellas, horrores similares al abuso que de las técnicas de alto rango dinámico (HDR en sus siglas en inglés), que también pueblan las redes sociales más populares. Exponía durante la conversación, que quienes nos hemos formado en su momento chapoteando en los laboratorios químicos, revelando nuestros carretes en blanco y negro y ampliando nuestras copias, somos más sensibles a horrorizarnos con este tratamiento de la fotografía monocroma. La discusión fue amena y dinámica. El caso es que he decidido hablar un poco de como oriento la fotografía en blanco y negro a partir de tomas en cámaras digitales.

Las fotografías que ilustrarán la entrada son fotografías originalmente en color, procedentes de mi reciente viaje a Taiwán. Todas realizadas el mismo día, el 30 de septiembre por la tarde, en Taisum; puede que aparezca alguna realizada ese día por la mañana en Taipéi.

A los niños y a la mayor parte de los retratos femeninos, los fuertes contrastes no les sientan nada bien. Lo cual no quiere decir que la fotografía en su conjunto no tenga un contraste amplio. Hay que controlar por zonas.

He de decir que, la mayor parte de las ocasiones, decido a priori que las fotografías de una sesión van a acabar siendo en blanco y negro. Y por lo tanto, en esas ocasiones, aunque el formato del archivo sea RAW, y por tanto con toda la información de color, ajusto el visor y la pantalla de la cámara en monocromo. En esta ocasión no fue así. Como además de la Panasonic Lumix G9 llevaba una Olympus mju-II con película Ilford XP2 Super 400, película negativa en blanco y negro, llevaba en la mente hacer las fotos en color. Pero que sepáis que esto es algo que hago así. Por ejemplo lo hice una tarde de lluvia en Roma en Semana Santa, o en la excursión que hicimos a Barbastro con la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ en junio.

Existen distintas formas de convertir los archivos en color a blanco y negro. No voy a repasarlas todas. Yo uso dos. La primera es aplicar unos determinados preajustes (presets) en Adobe Lightroom, que pretenden imitar a la película Ilford HP5+. Generan un aspecto con bajo contraste que es una buena forma de empezar a trabajar la imagen. La otra es usar la aplicación Silver Efex de la Nik Collection. La versión gratis que tenía Google, que es la que tengo yo, y que parece que todavía se puede conseguir en Archive.org, como explican en un vídeo en Youtube. Suerte. Porque Google ya la ha retirado, y la versión actual de DxO, muy muy similar a la anterior, la cobra a 69 dólares a fecha de hoy. Pero la cuestión es comenzar con un original de bajo contraste, y a partir de ahí ir modificando y ajustando. Con parsimonia, con mucha parsimonia, hasta llegar al resultado buscado. Nada de movimientos bruscos con los deslizadores de las distintas opciones. No seamos binarios, del todo o nada.

Nop. Una puesta de sol no necesariamente hay que fotografiarla en color. Para nada.

Cuidado con las recetas mágicas en internet, en forma de tutoriales, ya sea escritos, en vídeo o como sea, que proponen recetas mágicas, fáciles e inmediatas. Cada fotografía tiene sus exigencias y a partir del paso inicial a monocromo, el recorrido para cada una de ellas puede variar, y mucho. Voy a poner un ejemplo que encontré hace un tiempo. No lo voy a enlazar. Lo explico sin más. Se hace en Lightroom o en Adobe Camera RAW. Basicamente, es lo siguiente. Primer paso, "luces" al mínimo y "sombras" al máximo. Así conseguimos, una imagen de bajo contraste. Segundo paso, "blancos" llevados al límite derecho del histograma, sin pasarse, o pasándose muy poquito, y "negros" llevados al límite izquierdo del histograma, sin pasarse, o pasándose muy poquito. Así conseguimos una amplia gama de tonos. Todo esto suponiendo que teníamos una imagen correctamente expuesta claro. Y luego viene el tercer paso, el nefando, "claridad" a tope con un aumento brutal del microcontraste en los tonos medios. Con las fotos que usaba el tutorial, quedaba "bien". Veamos un ejemplo con una de mis fotos. Primero usando este método y después mi resultado personal.

Mi versión es mejorable... pero os aseguro que no en el sentido de la versión a base de máximos y mínimos en los deslizadores. Es un horror, especialmente cuanto más grande ves la imagen.

Obsérvese que la primera versión queda "rara". En su parte izquierda, muy contrastada y llamativa, en su parte derecha, de un gris raro. El aspecto final de una fotografía en blanco y negro es algo muy personal, y no hay una conversión correcta por encima de otras. Yo he optado por interpretación melancólica, con un contraste muy moderado. Pero lo que es seguro es que sí hay conversiones incorrectas, que quedan horribles, incluso si su perpetrador no lo percibe. Si no has tenido oportunidad de trabajar con la fotografía argéntica y con distintos materiales sensibles, quizá sea bueno que investigues cuál es el aspecto de las fotografías en blanco y negro que se consideran icónicas, significativas, históricas, o referentes en la historia de la fotografía. Y empápate de ellas. No encontrarás ninguna con esos aspectos llamativos. Cuidados con las redes sociales en las que hay mucho aficionado a la fotografía espectacular, que harán todo lo posible para obtener algo llamativo a partir de un original puede ser mejor o peor. Lo espectacular no es necesariamente bueno. Casi nunca es bueno. Al final cansa. O termina por ser todo igual.

Juega con las sombras y los espacios negativos, para que resalte el sujeto principal. Si no sabes que hacer con las sombras profundas, lee "El elogio de la sombra" de Junichiro Tanizaki, y a lo mejor te surgen ideas.

Al igual que hacíamos en bajo la luz de la ampliadora, trabaja la imagen por zonas, utilizando máscaras. Puede que un cielo necesite una menor luminosidad y un mayor contraste, mientras que el primer plano necesite más luz y quizá moderar el contraste. No siempre aumentar el microcontraste es bueno; en ocasiones, para conseguir efectos melancólicos o ensoñadores, viene bien disminuirlo. Antaño se hacía con la selección de la película y con la elección de un papel para la copia más o menos duro, con una superficie más o menos brillante o mate. Hoy en día es nuestro procesado. Siempre parsimonioso, introduciendo pequeños cambios a un tiempo.

No intentes ecualizar los tonos, repartiendolos a lo largo de todo el histograma. Mira a ver si es una escena en clave alta o en clave baja. No fuerces estas situaciones; que sea lo que pida la escena. El interior de la casa del consul general birtánico en Fort San Domingo, que hemos visto antes, pide claramente la clave baja, mientras que los niños asomados a las rejas de la ventana piden una clave alta. Siempre sin renunciar a una gama tonal amplia.

Cuidado con la tentación de rescatar en exceso con el detalle en las sombras; aunque lo permita el rango dinámico de tu cámara. Puedes acabar con la sensación original que transmitía la escena.

Tampoco hay una solución única a la cuestión de si una fotografía monocroma debe estar muy contrastada o no. Hay un punto de elección personal en eso. Pero no se puede ir en contra de la escena original. Si partes de una situación con mucho contraste, podrás moderarlo; pero si intentas convertirlo en una imagen de bajo contraste, acabarás haciendo un churro. Esto no suele suceder. Es más frecuente el "pecado" opuesto. Procesar contrastando en exceso una imagen que por sí era de luces suaves y contraste limitado. Además de los posibles artefactos en la imagen que pueden surgir, acabarás desvirtuando la escena. Que si te llamó la atención tal y como era... por algo será.

El mejor punto de partida, cuando el contraste está controlado desde el momento de la toma. A partir de ahí interpreta como quieras, pero con moderación, la escena final.

Resumiendo. Siempre que puedas, previsualiza la escena. Toma decisiones en el momento de la toma acordes al resultado final buscado, no improvises en exceso. Insisto, previsualiza el resultado final. Con el tiempo, la experiencia y el estudio de las fotografías de los mejores acabas consiguiéndolo. Y nunca proceses con cambios bruscos y violentos. Ve adaptando la imagen poco a poco al resultado previsualizado, evitando introducir artefactos, ruido excesivo, o situaciones poco naturales que sean rechazadas por el ojo que las ve. Aunque tú te hayas acostumbrado a ellas mientras las procesas. Y no olvides que blanco y negro no significa que una imagen tiene esos dos únicos tonos. Asume que es un sinónimo de monocromo, y que implica una gama tonal, más o menos amplia, pero adaptada a la escena y aun estilo personal que desarrollas poco a poco. Pero sobre todo, no seas bruto y no cometas los mismos errores que con los horrores del HDR. Provocarás desprendimientos de retina... que son muy graves.

La única foto que ha entrado en el artículo que no está realizada en Tamsui, sino en el edificio Taipei 101. En color era una porquería para tirarla a la basura, no había por donde cogerla. De todos modos, desde que tomé la foto, rebullía en mi cabeza la imagen monocroma.