La fotografía como afición y otras artes visuales

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Los zooms "amplios" que NO deberíamos comprar; Canon EOS 650 + EF 28-135/3,5-5,6 IS USM

He empezado esta entrada con una afirmación categórica. Pero ya adelanto que no creo en dogmas. Ni positivos ni negativos. Sobre nada. Y mucho menos sobre cuestiones relacionadas con la tecnología fotográfica. Pero en general, mi experiencia, sumada a la que me han comunicado otras personas mucho más sabias que yo, es que los objetivos de focal variable con un recorrido muy amplio de focales, presentan ventajas teóricas que no siempre compensan los inconvenientes ciertos. Hagamos un poco de historia.

En septiembre de 1995, Canon lanzó al mercado su primer objetivo con óptica estabilizada. Y esta fue una primicia mundial. Nadie más hacía en esos momentos objetivos estabilizados. Y quedaba lejos en el tiempo todavía la idea de una estabilización en el cuerpo de la superficie sensible. Era un zoom 75-300 mm f/4-5,6, de las series intermedias que hacía en aquellos momentos Canon. Ni pertenecía a la prestigiosa serie L del aro rojo con elementos ópticos de baja dispersión, ni era de los teleobjetivos de focal variable económicos que aparecían en kits de oferta y similares. En marzo de 1997 apareció el primer objetivo de serie L con esta innovación, un 300 mm f/4, cuya misión estaba clara. Con una limitada apertura, más modesta que los prestigiosos f/2,8, se fabricaba un objetivo más compacto y ligero, con la ventaja de que el estabilizador de imagen compensaba en parte la pérdida de luminosidad.

Y en febrero de 1998, la innovación se democratizó todavía más, al presentar el EF 28-135/3,5-5,6 IS USM con un precio, si no barato, contenido, y con un intervalo de focales que lo hacía muy apetitoso por su polivalencia. Con el añadido de esa maravillosa estabilización, que nos "vacunaba" contra las fotos trepidadas cuando la luz flojeaba. Eran tiempos de película fotográfica, y si habías montado una diapositiva de ISO 100, con eso te quedabas, incluso en interiores o cuando se hacía de noche. Yo me apunté a la idea, respalda por alguna prestigiosa revista del sector en aquellos tiempos, vendí mi EF 28-80/3,5-5,6 USM, el primero de esa gama de focales y probablemente el más digno, y me compré el nuevo objetivo. Y me serví de él durante unos años. Aunque siempre sentí algo en su contra... aunque no muy pesado por estar construido en plástico, de buena calidad, pero plástico, era voluminoso. Y cansado. Unos años más tarde empezó mi deriva hacia los objetivos de focal fija como más idóneos para mi concepción de la fotografía.

Cuando llegó la fotografía digital, y compré mi primera réflex digital en diciembre de 2005, una Canon EOS D60 de segunda mano, lo acoplé a la misma y empecé a tirar millas. Pero en septiembre de 2006, en un viaje a Milán y los grandes lagos italianos, el mecanismo de selección de focal empezó a fallar. Salí adelante, pero cuando llegué a mi casa comprobé con pavor que el objetivo ofrecía muy escasa nitidez, especialmente en el lado derecho de la imagen (en fotografías horizontales). Sufría un descentramiento espantoso. Creí que se debería a la avería. Pero revisando fotografías retrospectivamente, siempre había estado ahí. A mí me había faltado criterio para observarlo.

Puse el objetivo en barbecho, me compré como sustituto el EF 24-105/4L IS USM, que sólo es un poquito menos amplio (x 4,375 frente a x 4,821 del más veterano), y que es mucho mejor, pero que he usado poco. Mucho bulto y peso para mi gusto.

La moda de los objetivos de larga amplitud focal se hizo más acusada. Y en estos momentos hay objetivos que flirtean con amplitudes de x10 o más, es decir, la focal más larga es 10 veces superior o más a la focal más corta; por ejemplo, 28-300 mm, que sería un x10,7. Todos ellos "parecen" muy convenientes por su polivalencia, pero suelen conllevar una serie de inconvenientes de los que no eres realmente consciente, si eras relativamente nuevo en el "negocio", hasta que adquieres experiencia. Peso y bulto más o menos elevados, calidad de imagen francamente disminuida con respecto a otros objetivos no tan ambiciosos, luminosidad muy escasa, especialmente en su extremo superior. Y carácter no físico sino psicológico, son malos "profesores". Nos hacen muy vagos. Nos acostumbran a no caminar y a no variar nuestro punto de vista recortando nuestra creatividad y visión.

En el mes de diciembre, expuse mi último carrete de película en color, un Kodak ColorPlus 200. Y tuve el capricho de desempolvar el EF 28-135/3,5-5,6 IS USM, que arreglé en su momento, y calzarlo a la Canon EOS 650. Y me fui a pasear varios días aprovechando las matizadas luces de un benigno invierno, hasta ese momento. Y ayer me llegó revelado y escaneado por Carmencita Film Lab... y ahí se puede ver que todos los defectos del objetivo campan a sus anchas. Sí. Es cierto. Es polivalente... pero ¿compensa? A mí me parece que no. Ya he decido que desde este momento pasa al estatus de "pisapapeles".

Equipo para el viaje a China, región de Shanghái - Mi fiable G9, mi nueva XF10 y mi clásica Minox 35 GT-E

Cuando salgo de viaje, llevo casi 30 años con una fórmula similar a la hora de configurar mi equipo fotográfico, aunque ha habido variantes en función de la evolución de la tecnología, del estilo de viaje, del fin del mismo, y de otros factores que ahora sería prolijo mencionar. Pero el hecho que está ahí es que, en un porcentaje elevado de viajes, suelo llevar un cámara de sistema, antaño réflex, hoy en día sin espejo alguno, acompañada de una camara compacta. En los últimos años, eventualmente puedo llevar una camara para película tradicional, generalmente con pelicula en blanco y negro. Lo cual, si estoy centrado, me permite obtener fotografías alternativas de determinados lugares o situaciones, no siempre fácilmente de reproducir con las mismas sensaciones a partir de la tecnología digital. Veamos las tres cámaras que me he llevado a la República Popular China, a la región de Shanghái. Cuando hablo de "región de Shanghái" no me refiero a una región que administrativamente exista. Es más bien el área de influencia de la gran metrópolis portuaria china en la desembocadura del Yangtsé.

Mi cámara principal en viajes, la Panasonic Lumix G9
Las dos compactas que viajan o en la mochila. O muchas veces en el bolsillo, donde abultan poco más o menos como un paquete de tabajo; la Fujifilm XF10 y la Minox GT-E.

No voy a hablar mucho de la Minox. Es una cámara de capricho, para momentos o usos especiales, y cuando tenga revelados los carretes de película en blanco y negro que he expuesto con ella, ya haré el comentario correspondiente.

La lógica de las otras dos es sencilla. La cámara principal, la que uso cuando estoy enfocado en las visitas a los lugares de interés y en recoger un documento fotográfico que me satisfaga en lo posible es la Panasonic Lumix G9. Le acompañan un cierto número de objetivos del sistema micro cuatro tercios, y cada día, al salir del hotel, al evaluar lo que vamos a visitar, escojo el equipo mínimo para satisfacer mis necesidades sin tener que acarrear con todo el equipo. Veamos ejemplos, basados en los lugares que hemos visitados.

Shanghái

Templo del Buda de Jade.
Parejas de novios, con las novias vistosamente vestidas de rojo, en el Bund de Shanghái.

Tradicionalmente, en los últimos años, me he conformado con dos objetivos para recorrer los entornos urbanos. Un ángular moderado y un teleobjetivo corto. Con eso, suele ser suficiente. Hoy en día, con la incorporación de un ángular extremo, el Laowa 7,5/2, prefiero llevar un estándar corto como el fiel Lumix G 20/1,7 en lugar del también muy adecuado DC Summicron 15/1,7. Me da más separación entre las focales, que si es necesario cumbro con mi "zoom" preferido, los pies. Caminando de un lado a otro. Pero en esta ocasión no fue así. Había riesgo de lluvia. Así que en ese caso, se dejan las focales fijas, y usé el Olympus 12-40/2,8, que con la G9 constituye un equipo perfectamente impermeabilizado. He de decir que el Laowa 7,5 mm es tan pequeño y ligero, y único, que se ha hecho con un puesto permanente en la mochila. Como sospechaba que a la tarde, el paisaje desde el Bund de Shanghai podría precisar la potencia de un teleobjetivo, eché también en la mochila el Lumix G Vario 35-10/4-5,6. Que pesa poquito también y tiene una calidad de imagen sorprendentemente buena para sus caractaristicas.

Suzhou

Jardines de la casa del humilde admiministrador de Suzhou, uno de los bienes inventariados como patrimonio de la humanidad por la Unesco.
Las calles de Suzhou, con su invasión de escúteres y motocicletas eléctricas.

El tiempo se anunciaba estable y soleado para esta "pequeña" ciudad de dos millones de habitantes según en algunas fuente, aunque en la Wikipedia habla de más de 10 millones de habitantes. Supongo que los límites o la definición de ciudad, con estos volúmenes de personas, varía y es complejo decir de qué hablamos. El núcleo urbano, la metrópoli continua, el área de influencia...

Este día fue ideal para llevar el Laowa 7,5 mm, el Lumix G 20 mm y el Lumix G Vario 35-100 mm. Y nada más. Con tranquilidad, cada que llegas a un emplazamiento interesante, evaluas visualmente el lugar y optas por una focal. Si es necesario, explotada esta, puedes usar otra. Pero sin cambios compulsivos y constantes entre ellas, que denotan la falta de claridad de ideas visuales, y motiva la preferencia hacia los objetivos de focal variable en muchas ocasiones.

Zhangzhou

Canales en Zhangzhou.
Los interiores de las casas de los comerciantes y funcionarios en Zhangzhou son ideales para usar el super gran-angular.

Después de debatir si, con un pronóstico meteorológico dudoso, nos íbamos de excursión a una de las ciudades acuáticas del delta del Yangtsé o recorríamos los museos de Shanghái, visto que en realidad se anunciaba muchas nubes pero poca agua, y que difícilmente el museo de arte chino iba a superar al magnifício que vimos el año pasado en Taipéis, optamos por visita la ciudad acuática de Zhangzhoy. Con poca probabilidad de lluvia, repetí equipo, que poco a poco se convirtió el de preferencia en este viaje; 7,5 mm, 20 mm y 35-100 mm.

Nankín

"Lienzo" conservados de las imponentes murallas de la ciudad de Nankín, con origen también en la dinastía Ming.
Pabellón principal y más escondido del mausoléo Ming Xiaoling.

La antigua capital china durante la dinastía Ming y durante los primeros años de la época republicana, no suele aparecer mucho en las rutas típicas de las guías turísticas. Sin embargo, es muy agradable, muy paseable, a pesar de su tamaño, y tiene alguna maravilla como la tumba de Ming Xiaoling, donde se encuentra enterrado el fundador de la dinastía Ming. Está declarada también patrimonio de la humanidad según la Unesco. Y de acuerdo a la tendencia de días anteriores, la tripleta 7,5, 20 y 35-100 mm fue la utilizada. He de decir que podría haber sustituido sin mucho problema el 35-100 mm por el 45/1,8. Hubiera perdido versatilidad en las focales, pero hubiera ganado en luminosidad y en calidad de imagen. El zoom está bien, pero no está al mismo nivel. Pero bueno... uno toma las decisiones que toma, y luego apechuga. Y no me fue mal.

Montañas amarillas de Huangshan

Amanecer desde la senda que sube al Lianhua Feng (莲花峰), pico del Loto, el más alto de las montañas con 1864 metros sobre el nivel del mal, que subimos la tarde anterior.
Vista del área de Lupingo y del Tiandu Feng (天都峰), pico de la Capital del Cielo, de 1829 metros de altitud, actualmente cerrado para recuperación ecológica durante cinco años.

Aquí cambiamos por completo de planteamiento fotográfico. Curiosamente, tan apenas hubo cambios en los objetivos usados. El 20 mm siguió siento el objetivo de uso general, con eel super gran-angular 7,5 mm para paisajes específicos amplios, y el zoom 35-100 mm, diafragmado siempre a f/8 en la medidad de los posible, para separar el detalle o para componer fotografías panorámicas. Hay que decir que la elevada cantidad de bruma o polvo en suspensión hacía difícil el uso del teleobjetivo por la fuerte pérdida de contraste que causaban estos fenómenos atmosféricos.

Pero el momento más importante fue cuando nos levantamos a las 4:15 de la mañana para situarno 40 minutos más tarde en situación de esperar la salida del sol, que fue entre las 5:05 y las 5:10. El 7,5 mm y el zoom 35-100, junto con el trípode que hasta entonces había viajado tranquilo en la maleta, conveniente usado con la montura en L, fueron fundamentales para una experiencia satisfactoria. Así también cogí el 12-40 mm de Olympus, y dejé en el hotel del 20 mm fijo. Queda mucho todavía por explorar en las fotografías realizadas en las montañas. Una curiosidad, eso sí. Un panorama de los más interesantes, nos pilló después de cenar en el hotel, se cenaba entre las 17:30 y las 19:30, cuando dando un paseo por el exterior del establecimiento para bajar la cena, nos pilló una escena muy interesante sin más cámara que los teléfonos móviles,... así que hice uso de la función de fotografía panorámica del iPhone. Y no está mal... dado que es un teléfono móvil

Panorámica realizada con el iPhone delante del Yupinglou Hotel en las montañas amarillas de Huangshan.

Por supuesto, al día siguiente fuimos a cenar con mis mejores galas fotográficas, pero las condiciones para el paisaje no están ni la mitad de interesante. Por cierto, las montañas amarillas de Huangshan han sido el tercer lugar declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en este viaje. Y la única pega con ellas,... la invasión de manadas y manadas de chinos guiados por voceras con altavoces. Fuera de la hora del amanecer y del atardecer, en las que hay muy poquita gente, las recorres en fila india.

Hangzhou

A orillas del lago Oeste de Hangzhou.
Transbordadores que unen las orillas con las islas artificiales del lago Oeste.

Última etapa del viaje, otra populosa ciudad a una hora en tren de alta velocidad de Shanghái, en alza en las últimas décadas y que tiene como principal atractivo el Lago del Oeste, un lago artificial, como muchas de sus islas y paseos, que se remonta a casi dos mil años de antigüedad y cuyo entorno cultural y significado histórico le han granjeado también la categoría de patrimonio de la humanidad según la Unesco. Días de calor húmero, los más calurosos del viaje. Por lo tanto, seguimos con ese mínimo de objetivos, que he convertido en un clásico en este viaje; 7,5, 20 y 35-100 mm.

Y queda una cuestión en el aire. ¿Qué ha pasado con la Fujifilm XF10? Pues que es una cámara de apoyo, en una ocasión como esta. La llevo preparada en un bolsillo del pantalón, o en el bolso pequeño si lo uso, por si surge algo. Y a veces surge, ya lo creo. Y aunque tiene una ergonomía discutible a la que no me he hecho todavía, hace menos de un mes que la tengo, tiene dos ventajas incontestables. Tres. La calidad de imagen excelente, los modos de enfoque a la hiperfocal que la vuelven rapidísima de usar, y el precio. Cerremos esta entrada con algunos ejemplos de lo que es capaz de hacer.

Instantánea realizada con la XF10 con el modo hiperfocal a f/8 en un momento inesperado en el que un vendaval hacía que las aguas del lago Oeste de Hangzghou amenazasen con inundar los paseos.
Vista del distrito financiero de Shanghái tomada a partir de tres fotografías individuales con enfoque manual a infinito y exposición también en manual con la XF10.
Fotografía desde el interior del avión de China Eastern que nos llevó desde Shanghái hasta Amsterdam en el viaje de regreso.

Recomendaciones semanales - especial "cacharros" (o Photokina)

Esta semana, y sin que sirva de precedente, voy a hacer unas recomendaciones semanales distintas. En lugar de hablar de lo que realmente debería interesar a la mayoría de los fotógrafos, que es de otros fotógrafos y sus obras, que es de lo que intento hablar cada semana, voy a hablar de cacharros, chismes diversos, aparatos. Que es de lo que hablan habitualmente la mayor parte de los aficionados a la fotografía, como si eso realmente ayudase mucho a mejorar. Generalmente ayuda a mejorar la cuenta de resultados de los fabricantes de la industria fotográfica. No tengo claro que ayude mucho a los fotógrafos... especialmente a los aficionados. Los profesionales, supongo, ya saben qué y cuándo comprar. Supongo. O por lo menos algunos profesionales, que hoy en día hay muchos tipos de profesionales de la fotografía. Pero yo no lo soy, yo soy un aficionado a la fotografía, así que no me voy a meter en ese jardín.

Lo que sí que pondré, como de costumbre es el tablero de Pinterest con las fotos que me han llamado la atención esta semana. De lo más diverso.

En cuanto a las fotografías acompañante, con la llegada del otoño mejora notablemente la luz en la ciudad y sus alrededores. Y salir a pasear por la tarde se convierte en algo fotográficamente mucho más interesante. Por ejemplo, el miércoles salí con la modesta Pentax K-S1 y el treintañero SMC-A Pentax 100 mm 1:4 Macro. Y a eso me dediqué, al macro a orillas del Canal Imperial de Aragón.

Esta semana se ha celebrado la Photokina, feria de la fotografía que se celebra cada dos años, los años pares, en la ciudad alemana a orillas del Rin. Echemos un breve vistazo al aspecto que tiene la ciudad en esta época del año... aunque la fotografía tiene ya seis años.

Como consecuencia, esta semana ha estado plagada de nuevas noticias en el sector de los chismes fotográficos, aunque muchas de las novedades habían sido anunciadas de antemano, o filtradas, o como sea que sea... ya se conocía. Lo que ha permitido la feria es que una miríada de periodistas especializados (o seudoperiodistas en algunos casos), nos hayan estado contando sus sesudas y sabias impresiones. A la vez que nos permiten conocer cuales son "sus sesgos". Que en muchas ocasiones quieren decir qué marcas les untan más o menos por contar las excelencias de sus productos. Amiguitos... no os creáis todo lo que digan muchos de los "medios especializados" y blogueros sesudos. No todos nos cuentan cuando están en modo "publirreportaje". Los honestos, sí. Suelen poner en sus artículos o entradas blogueras aquello de "artículo patrocinado".

No voy a seguir un orden en especial. Iré comentando según me ha llamado la atención. Y quizá tengamos que empezar con algo que a priori diría que suena a anecdótico. De hecho, cuando unos días antes de la feria se filtró, comentó o adelantó que la prestigiosa marca alemana Leica nos presentaba como gran novedad la Leica Sofort, un cámara de fotografía instantánea a utilizar con los cartuchicos de película Fujifilm Instax Mini, algunos pensábamos que se trataba de una broma. Pero no. Dedicarse a mirar en Youtube las entrevistas a responsables de la marca intentando explicar por qué esto es un movimiento lógico dentro de la filosofía de la marca, no deja de ser una experiencia entre surrealista e hilarante. Para quien se conozca el paño, no hace falta discurrir mucho para percatarse que debajo de la Sofort reside una Fujifilm Instax Mini 90, despojada del concepto "neo classic" y con un diseño ad hoc. Lo que pagas por el punto rojo de Leica son unos 125 euros extra sobre lo que cuesta la Mini 90, para unas prestaciones muy similares. Cada cual sabrá si le sale a cuenta. Siempre me he atraído por la fotografía instantánea, pero ciertamente la Instax Mini me parece que da unas fotos excesivamente reducidas. Estamos hablando de una gama de tamaños dentro de lo que consideraríamos el formato medio. La película tiene una tamaño de 86 x 54 mm, para una tamaño de imagen de 62 x 46 mm. Un poco más grande que los tradicionales negativos de 6 x 4,5. Para entrar en lo que podría acercarse al gran formato tendríamos que buscar un modelo compatible con la película Instax Wide, que para un tamaño de pelicula de 108 x 86 mm ofrece un tamaño de imagen de 99 x 62 mm. Aún por debajo del tradicional 12 x 9 cm que es el tamaño mínimo de las cámara de gran formato. Pero por lo menos, en superficie aprovechable se acerca a las antiguas polaroids cuadradas.

Curiosamente, Fuji nos ha anunciado que al año que viene, para la primavera, lanza una Instax Square. Tengo la sensación de que el tamaño es intermedio entre las dos anteriores. Si todas tienen una altura de 62 mm en el negativo, la Mini se queda en una anchura de 46 mm, la Square tendrá los 62 mm que justifican su nombre, y la Wide se extienden a los 99 mm. En cualquier caso, más pequeña esta "square" que las polaroids tradicionales cuyo aspecto imita. Quien quiera usar una cámara Polaroid tendrá que seguir muriendo al palo del Impossible Project. Su tercera generación de películas dicen que está muy mejorada, aunque los medios especializados siguen dándole palos por su floja calidad y por su precio excesivo. De todos modos, estaba pensando en probar esta tercera generación a la vuelta de mis próximas vacaciones en otoño.

El caso es que Fujifilm, que por mucho que intente hacer negocio con sus películas Instax tiene en estado de cabreo al mundo peliculero por sus frecuentes hachazos a sus gamas de películas tradicionales y sus incrementos de precio, ha sido una de las reinas de la fiesta. Adelantó sus renovaciones en la gama X unos meses, especialmente con el de la X-T2 y algunos objetivos, con el fin de que en esta feria todo el mundo hablase de su entrada en el formato medio digital con su gama GFX. Que veremos llegar dentro de unos meses. La nueva Fujifilm GFX se proclama heredera de la tradición de la marca en formato medio. Yo tengo una Fujifilm GS645S Professional Wide 60 que me divierte mucho, y que ofrece la posibilidad de hacer buenas fotografías. Os dejo aquí un pequeño ejemplo de sus capacidades.

No estoy yo muy de acuerdo con el pedigrí de la cámara. Partiendo del sensor de imagen Sony de 50 megapíxeles que equipa buena parte de las ofertas de formato medio digital con un tamaño físico muy ligeramente por debajo del 44 x 33 mm, lo cual deja una diagonal de 55 mm (esta sería la focal estándar, más o menos x1,25 la del formato 24 x 36 mm conocido como "full frame"). Si consideramos como formato medio todo aquello que sea más grande que el antiguo formato pequeño o miniatura, hoy día conocido como "full frame",... pues es formato medio. Pero es considerablemente más pequeño que el formato medio tradicional de película. Su tamaño físico es 2/3 partes del "modesto" 6x4,5 y apenas la mitad que el 6x6. No te quiero contar ya si lo comparas con el 6x7, 6x8 o 6x9. Y es un 68% más grande que el "full frame"... Se queda por lo tanto en tierra de nadie. Lo cual incide en la estética de la fotografía, independientemente de los megapíxeles que lleve.

En cualquier caso, pretende ser un sistema modular complejo, con todo tipo de complementos. Aunque hay quien pretende ponerlo a competir con la Hasselblad X1D, por aquello de que nos son cámaras réflex, en realidad creo que su intención es más la de competir por precio con los sistemas más completos de Pentax, Phase One o Hasselblad. Con un tamaño más compacto, más ligera y mucho más bonita, la X1D sería más heredera de las antiguas Fujifilm de formato medio que esta GFX.

Eso sí. Fujifilm viene fabricando las ópticas de Hasselblad desde que abandonó el sistema V y se pasó al sistema H. Así que saber hacer en este campo tiene de sobras.

Han acaparado muchos titulares la renovaciones dentro de las marcas fieles al formato Micro Cuatro Tercios (que resumiremos como MFT siguiendo sus siglas en en inglés). Tanto Olympus como Panasonic han anunciado la renovación en pocos meses de sus buques insignias, por lo que veremos pronto una OM-D E-M1 Mark II y una GH5. Como de costumbre, esta última muy centrada en el mundo del vídeo. Quizá por ello, la también G80/G85 (según la parte del mundo dónde se venda), más orientada a la foto fija, ha recibido algunas mejoras en la construcción para subirla algún peldaño dentro de la gama de Panasonic.

Ambas marcas han anunciado también una diversidad de objetivos que se suponen de calidad elevada, como viene sucediendo como ambas marcas. Aunque tienen que luchar a brazo partido dentro del mundo de la fotografía por ir comiéndoles terreno a las réflex de Canon y Nikon, que han estado bastante anodinas en esta feria, os recuerdo que yo suelo usar cámaras MFT especialmente para los viajes o para llevarlas constantemente encima, por su buen compromiso de calidad y portabilidad. Son ligeras, abultan muy poco y ofrecen una calidad razonable. A pesar de que el tamaño de su sensor sea cuatro veces más pequeño que el del fotograma de 24 x 36 mm a mí me parecen mucho más herederas de las réflex y telemétricas de tamaño contenido de este formato de película de hace unas décadas, que las digitales "full frame", cuyos cuerpos y objetivos han sufrido unos procesos de engorde que las hacen pesadas y más propias de utilizaciones especiales que compañeras para toda situación como lo pueden ser las MFT.

Que conste que Canon ha introducido en la Photokina una sin espejo, la M5 que dicen que está bien. Pues vale. El problema es que Canon y Nikon, que dominan todavía el mercado, se han convertido en las marcas conservadoras, cuya novedades aburren a las ovejas.

No comentaré mucho la gran novedad de Sony, que se ha ido a su buque insignia en su gama de réflex de espejo fijo, con un A99 II, que particularmente creo que debe ser una cámara estupenda, extremadamente capaz, pero por lo demás un aburrimiento, en una gama que muchos daban por finiquitada, aunque parece que no.

Como ya decía, Canon y Nikon llevan su propia marcha y no anuncia grandes novedades en Photokina. Por ello, dentro de lo que es los anuncios más interesantes, sólo queda hablar del mundo de las ópticas. Los objetivos son tan importantes o más que las cámaras a la hora de obtener una buena fotografía en términos de calidad intrínseca. Sin embargo, entre los aficionados esto no acaba de comprenderse. En estos momentos se están fabricando cámaras para el sector de aficionados con sensores de 20-24 megapíxeles. El mundo del "full format" más avanzado está ya en los 24-30 megapíxeles y de ahí para arriba. Pero mucha gente se ve por ahí con ópticas de kit o económicas que hacen que sus resultados no sean mejores en calidad intrínseca que si sus cámaras estuviesen entre los 10-15 megapíxeles. Ahí van un montón de información sin aprovechar. Es cierto que conozco a poquísima gente que haga copias en tamaños interesantes de sus fotografías. En realidad, para el 90 y muchos por ciento de los aficionados, podríamos seguir con cámaras entre los 6 y los 10 megapíxeles y no se notaría la diferencia. Pero tenemos marcas que intentan ofrecer objetivos capaces de aprovechar la información que pueden recoger los sensores de imagen modernos a precios si no baratos al menos más racionales que los carísimos de las marcas más prestigiosas. Tamron no ha anunciado grandes cosas, pero Sigma sí. Y Samyang también. Sería muy prolijo detallarlas aquí, pero sugiero que investiguéis un poco. Es interesante. Pero también voy a decir algo... si alguien me pregunta por el nuevo 100/2 de Yongnuo... de antemano le digo que por 160 euros no se puede obtener la misma calidad que por 400 euros o que por 1200 euros. Imposible. Ni aun con el trabajo semiesclavo de los obreros chinos.

Y aqui viene de nuevo mi defensa de sistemas como el MFT (recuerdo, el micro cuatro tercios), que permite objetivos más compactos y precios más razonables. Especialmente en algunas focales fijas, adecuadas para las cámaras para las que se fabrican que tienen resoluciones máximas de 16 a 20 megapíxeles, de sobra para la mayor parte de los aficionados y para muchos profesionales. Si las cámaras no son de las más baratas. Con los objetivos mejora mucho el balance financiero final. Y no, ya sé que no se consiguen profundidades de campo tan reducidas como con una "full format"... pero una de estas objetivas usada a f/4 da una calidad estupenda para un montón de aplicaciones. Y la mayor parte de las fotografías de los clásicos de la fotografía que se han hecho famosas, salvo que hubiera poca luz se hicieron a f/8. Que en profundidad de campo en el mundo del formato completo es el equivalente al f/4 en las MFT.

No pretendo convencer a nadie de comprar nada en especial, pero de verdad... tampoco hay que cerrarse a no comprar lo que compra la mayoría. Hay que usar aquello con lo que uno se sienta cómodo.

Pentax SMC Soft 85 mm 1:2,2 - Objetivo "soft focus"

Cuando os hablaba hace unos días de mi última incorporación al "establo" de objetivos Leica, os mostraba un par de fotografías del chisme acoplado a sendas cámaras alemanas, y estas fotografías tenían un aspecto curioso. Parecían no estar bien enfocadas. La imagen estaba difuminada. Esta apariencia no estaba conseguida mediante artificios informáticos. No había extraños procesado en Photoshop, o mejor dicho en Lightroom o Affinity Photo, que es el software que vengo usando últimamente. Eran fotografías tomadas así directamente en la cámara. Y es que con el Summarit de Leica viajó hasta mi casa un objetivo para el "establo" de Pentax que hace tiempo que había despertado mi curiosidad. Se trata de un objetivo del tipo de los llamados "soft focus". Ahora os comento más sobre él. De momento, veamos que aspecto tiene la bestia.

Os mostraré sus características principales montado sobre una Pentax MX. No es que sean exactamente contemporáneos ya que la cámara se fabricó entre 1975 y 1985, mientras que el objetivo data del período entre 1986 y 1990. Pero en principio está más asociado a la tecnología de aquella época que a la actual.

El objetivo no es muy grande, pero la cámara es realmente una de las réflex más ajustadas de tamaño, y el conjunto tiene un aspecto cabezón. Especialmente por el amplio tamaño de las lentes del objetivo, dos lentes en un grupo, que se sitúan en la parte frontal, por delante del diafragma. Una fórmula extremadamente sencilla. La base del efecto "soft focus" o "flou artístico", como se le ha llamado en nuestro país, es que la fórmula óptica del objetivo no corrige la aberración esférica, que hace que los rayos de luz que atraviesan el objetivo por distintos puntos no confluyan en el mismo plano, en el de la película. Como la abertura máxima es relativamente elevada, f/2,2, el diámetro de las lentes es amplio, aunque la rosca de filtro se limita a un conveniente diámetro de 49 mm, la misma que otros muchos objetivos de focal fija de la marca.

El diafragma tiene sólo seis palas, lo cual podría hacer pensar que el bokeh podría no ser especialmente agradable... pero las especiales características del objetivo hacen que esta cuestión pase aun segundo plano. A plena abertura, es completamente redondo.

Aparentemente es muy parco en información. El aro delantero controla el diafragma, pero no nos muestra los valores del mismo, ya que este control no se usa tanto para controlar la luz que llega al material sensible o la profundidad de campo cuanto la intensidad del efecto difuminado que provoca la aberración esférica. Cuando más abierto, más intenso es el efecto. El aro trasero controla la distancia de enfoque, y también es muy parco en informaciones. No hay escala de distancias y ni de profundidad de campo.

En esta imagen en la que lo vemos desmontado y lo podemos comparar con el aspecto de un objetivo clásico de Pentax como es el SMC-M 50 mm 1:1,7, vemos que en su parte inferior sí que nos informa de los valores de diafragma que tienen una escasa amplitud desde el f/2,2 a su máxima abertura a f/5,6 a la mínima. ¿Por qué una abertura mínima abertura tan amplia? El objetivo no tiene el sistema característico de la bayoneta Pentax, que permite medir la luz con el diafragma siempre a la máxima abertura, pero con una leva mecánica que informa al fotómetro de la abertura a la que se realizará la fotografía, ofreciendo una medición adecuada. Medimos y enfocamos con el diafragma a la abertura de trabajo, para apreciar el efecto del difuminado en el visor, y tomar decisiones sobre si queremos más o menos. Eso quiere decir que la imagen del visor se oscurece conforme se cierra el diafragma. Con aberturas inferiores a f/5,6 sería difícil trabajar. Y por otro lado, el efecto del aberración esférica habría disminuido tanto que no tendría sentido usar este objetivo pudiendo usar objetivos normales, bien corregidos, con mejor rendimiento.

Otra cuestión interesante. La mínima distancia de enfoque. En los objetivos de su época era fácil adivinar la distancia de un objetivo que no se anunciase como "macro". Aproximadamente era una distancia en centímetros similar a la focal en milímetros del objetivo. No hay que tomar esto al pie de la letra, pero por ahí iban las cosas. Un 50 mm solía tener una distancia mínima de enfoque entre 45 y 50 cm. Un gran angular 28 - 35 mm si situaba en los 25 a 30 cm. Un 85 mm, en los 85 cm. Esto daba unas escalas de reproducción de 1:10, 1:9, 1:8... Pero este objetivo tiene una distancia mínima de enfoque de 57 cm, para una escala de reproducción de 1:5 aproximadamente, mucho más favorable. Con la lente de aproximación de 3,33 dioptrías como la que tengo del Cosina MC 100 mm 1:3,5 Macro para Canon, que casualmente tiene un diámetro de rosca de 49 mm, consigo una escala de reproducción en el entorno de 1:2. Nada mal, ¿verdad? Sí, seguro que se pierde calidad, especialmente en las esquinas... Pero ¿a quien le importan cuando estás usando un objetivo donde de por sí la definición es escasa por las enormes cantidades de aberración esférica? Veamos un ejemplo de cómo se comporta a su mínima distancia de enfoque, sin y con lente de aproximación.

Están tomadas ambas fotografías con la ayuda de un flash. ¿Habéis observado la curiosa forma de los puntos de luz desenfocados en la moneda de 1 céntimo que he colocado como referencia para ver la potencia del combinado? Como vemos es un objetivo con carácter, que hay que usar con cuidado para evitar resultados demasiado extravagantes.

¿Cómo se comporta en la vida real? Pondremos algunos ejemplos. Para probarlo, he usado la recién llegada a casa Pentax K-S1, que tiene un sensor APS-C, por lo que hay un factor de recorte que hace que el 85 mm se comporte como un 125 mm en una cámara de formato completo de 24 x 36 mm. Hay que decir que hubo otras marcas que tuvieron objetivos "soft focus", con este u otros mecanismos para obtener el efecto, como por ejemplo Canon. Y que solían tener focales de 135 mm. O sea, que no voy muy desencaminado a la hora de usarlo en la cámara digital.

Utilizaremos en primer lugar a la bañista del Parque de la Memoria de Zaragoza para comprobar su competencia como objetivo de retrato, que era para lo que estaba pensado.

En esta ocasión, las dos fotografías están realizadas a f/5,6 la más nítida y a f/2,8 la más difuminada. Vemos que el efecto es mucho más dominante a diafragma abierto. También comprobamos que a su diafragma más cerrado, el efecto no llega a desaparecer en ningún caso, especialmente en las esquinas de la fotografía.

Ahora pondré algunos ejemplos de utilización en motivos más paisajísticos. Como no transmite la información del diafragma a los datos EXIF del fichero, no recuerdo los valores usados. Hay que suponer que cuanto más nítido más cerrado el diafragma. Aprendí pronto a evitar la máxima abertura, f/2,2, donde el efecto me parece excesivo.

En muchos lugares he comprobado que se usa mucho para fotografiar flores. El objetivo produce unos colores bien definidos, brillantes y razonablemente saturados. Conviene no usarlo en situaciones de excesivo contraste, en los que los halos difuminados en las luces pueden ser excesivos. En los dos pares siguientes de fotografías se puede comprobar el resultado a su mínima abertura y a su máxima abertura.

La impresión que voy tomando conforme lo uso la he adelantado anteriormente. La máxima abertura ofrece un efecto excesivo, que cansa fácilmente. De hecho, f/4 me parece que produce los resultados más agradables. Y f/5,6, con el efecto "soft focus" en sus mínimos tampoco está mal, produciendo una "blandura" en las esquinas que puede venir bien a algunos motivos. Además hay que tener en cuenta que tratándose de un teleobjetivo, con una abertura de f/5,6 va a ser difícil conseguir una profundidad de campo muy amplia, salvo que enfoquemos muy alejados (la hiperfocal están 42 metros para el formato completo y en 64 metros en el APS-C).

Uno de los problemas que me han surgido es en la medición de la luz. No es homogénea. Supongo que será por la dispersión de la luz. A f/5,6, el correcto exposímetro de la K-S1 nos ofrece valores correctos. A f/4 nos ofrece una subexposición de un tercio de paso, a f/2,8 de medio paso y a máxima abertura de dos tercios de paso. Aproximadamente. Por lo tanto, hay que hacer las correcciones adecuadas, sumadas a las propias de la escena. O usar un fotómetro externo.

El efecto "soft focus" o "flou artístico" estuvo muy de moda en los años 70. Uno de los fotógrafos que más lo usó fue David Hamilton, tanto en su fotografía fija como en la cinematografía de sus películas. Pero su estética está hoy francamente "demodé". Y además, sus motivos, chicas adolescentes con poca o ninguna ropa, con frecuencia menores de edad, hoy en día le crearían muchos quebraderos de cabeza. La moral actual en este aspecto es mucho más restrictiva. Pero en su día tuvo muchos seguidores, si no en sus motivos, si en el aspecto de sus fotografías.

Después del año 90, Pentax dejó de producir este objetivo e introdujo un nuevo modelo "soft focus" de enfoque automático, con un par de declinaciones en función de la evolución de la montura de las cámaras. Tenía una fórmula óptica más compleja, y se podía usar con un intervalo de aberturas más normalizado. Mucho más fácil de enfocar con las cámaras de enfoque automático. Desde el punto de vista del aficionado a los chismes clásicos, le encuentro menos encanto.

Quienes no quiera gastar el dinero en un objetivo como este, hay diversas opciones para conseguir efectos similares. Seguro que hay varias mediante la utilización de software en el ordenador, pero esas a mí me parecen las aburridas. Conseguirlo en el mundo real, en el momento de la toma, pasa por poner un media tirante delante del objetivo, o embadurnar con vaselina los bordes de un filtro ultravioleta. También hay fabricantes de filtros ópticos que fabrican algunos que ayudan a conseguir este efecto en objetivos normales.

Utilizado con moderación, buscando el motivo adecuado, el objetivo que os presento hoy puede ser un elemento más en el arsenal del fotógrafo. Yo lo puedo usar montado directamente, en la Pentax MX para película de 35 y fotograma de 24 x 26 mm, en la Pentax K-S1 digital y fotograma APS-C, o con un adaptador, sobre las cámaras micro cuatro-tercios, donde el efecto de recorte todavía es mayor, y se comporta como un 170 mm en el formato completo. Y por otra parte, está esa afición mía de usar objetivos de antaño... que puede ser muy divertida.

Los delirios de la gripe, o de los objetivos que precisa la Canon EOS de 50 megapíxeles

Llevo cuatro días con gripe. Y cuando ayer domingo por la mañana parecía que lo peor estaba pasado, por la tarde me subió la fiebre de nuevo, que no ha cedido de forma continuada hasta esta mañana en algún momento entre las 8:30 y las 10:00. No sé cuando, no estaba yo con la cabeza muy en mi sitio. Así que tengo todas las papeletas para que esta entrada de hoy me salga irracional. O incongruente. Cosa que a nadie debe sorprender, porque el ser humano es esencialmente irracional incluso sin gripe.

Un ejemplo a propósito de esta enfermedad. Conocemos como prevenirla, con vacunas. Pero muchas de las personas que disponen de la vacuna por motivos laborales ¡¡¡GRATIS!!! no se la ponen, pese a que carece de efectos adversos de consideración. Es cierto que no siempre es todo lo eficaz que debería, pero eso se debe a que siempre es una apuesta al virus más frecuente en la temporada de turno. Y a veces la apuesta falla. Esta temporada ha fallado, y he cogido la gripe.

Sabemos como tratar a los pacientes. Sabemos que deben guardar una higiene estricta para evitar la transmisión. Sabemos que durante el periodo en que son contagiantes deberían quedarse en casa para evitar el contagio a otras personas. O deberían alejarse de sus familiares más débiles... por el mismo motivo. Pues nada. Se atiborran de antipiréticos y analgésicos, y a trabajar, que dicen los políticos y los empresarios, esas bellísimas personas sin tacha moral alguna, que los españoles somos muy vagos y le echamos mucho cuento. El virus carece de inteligencia... pero se aprovecha de la ausencia de la misma que también demuestra el ser humano que no veas.

Así que me estoy quedando en casa durante estos días para evitar que los trillones de particulas virales que me están dando por saco, y que me dejan hecho unos zorros cada vez que se dan un paseo por mi torrente sanguíneo, y elevan mi temperatura corporal por encima de los recomendados 37 ºC. Y dándole vueltas a la irracionalidad de la especie humana.

En 1993 compré una cámara Canon de enfoque automático, la EOS 100, para película de formato 135. Lo que ahora los modernos llaman full format, aunque es sabido que hay cámaras con sensores de imagen más grande. Desde entonces he tenido cámaras de esta marca y sistema, y poseo un simpático parque de objetivos para las mismas que abarca desde los 21 mm a los 210 mm de focal. Pues bien, Canon ha dado la sorpresa, no tal que llevaba semanas comentándose, y ha sacado al mercado un par de modelos hermanos, con un sensor de este tamaño y 50 megapíxeles de resolución espacial.

Lo que yo me he preguntado hace tiempo es ¿por qué han tardado tanto? Basta con hacer unas cuentas.

Las Canon EOS de formato APS-C suelen tener 18 megapíxeles. Si extrapolamos esa densidad de píxeles al llamado full format, se puede obtener sin problemas 46 megapíxeles.

Las Nikon para aficionados, también de formato APS-C, suelen llevar un sensor de 24 megapíxeles también muy popular en otras marcas, ya que lo fabrica Sony y lo vende como churros. Volvemos a extrapolar, y sin problemas los 54 megapíxles.

Mi Olympus OM-D E-M5 de 16 megapíxeles lleva un sensor de un tamaño tal, que con tal densidad de píxeles se podría ir al full format por encima de los 61 megapíxeles.

Las cuentas las he hecho con las dimensiones aproximadas que he encontrado por internet de los sensores. Puede haber algunas variaciones en los resultado precisos, pero creo que cogéis la idea.

Entonces,... si existe la tecnología para haberlo hecho hace varios años ¿por qué no? La culpa es de los objetivos. Ya he leído varios artículos en que se confiesa, incluso por fieles nikonistas, que la mayor parte de los aficionados que usan esas cámara de 24 megapíxeles usan ópticas que aprovechan como si la cámara tuviese sólo 9 ó 10. Probablemente con las Canon pasa algo parecido, pero al ser un 25% más modesto sus sensores de imagen en la cuenta de megapíxeles no parece tan grave.

Los que disfrutamos en nuestros viajes de las pequeñas micro cuatro tercios tenemos más suerte. Aunque nuestros objetivos no son perfectos, de esos 16 megapíxeles teóricos aprovechamos una buena parte, porque están construidos y diseñados ad hoc. Y por su tamaño compacto, por la escasa cantidad de vidrio necesario, y por no necesitar motores tan especiales para mover la inercia del mismo, se pueden vender a precios razonables.

Porque aquí viene la irracionalidad. La mayor parte de los usuarios de cámaras réflex que conozco están usando objetivos pensados para los tiempos en los que las cámaras tenían o se esperaban que tuvieran entre 6 y 10 megapíxeles. O son diseños procedentes de los tiempos de la película tradicional, donde los principios a aplicar no eran los mismos. Pero sigo conociendo buenas gentes que apenas gastan en ópticas, y se siguen comprando cámara más grandes, más prestigiosas, con muchos megapíxeles, para luego racanear en las ópticas que los acompañan. Y son buenas gentes. Pero muy humanas. No demasiado racionales. Y ahí están los vendedores de cámaras, fríos, carentes de sensibilidad, sin una inteligencia especial, pero con la esperanza de mejorar sus balances, vendiendo más megapíxeles. Y los compraremos.

Por cierto que también ha salido al mercado la Olympus OM-D E-M5 Mk II. Pero no promete más megapíxeles. Bueno sí... pero de otra forma... qué se yo... ¿Os habéis fijado como me mira?

Para compensar tanto megapíxel, muchos de ellos sin sentido, os dejo en la entrada algunas fotografías de las 24 primeras horas que pasé en mi vida en Londres. El otro día lo hacía con París ¿no? Fue el mismo viaje. En 1989, con una Pentax P30N un Pentax SMC-A 50/2 y un 28/2,8 que me dejaron, y cuya marca no recuerdo. Seguro que ninguno de los dos resuelve los 50 megapíxeles... Y a quien le importa...