La fotografía como afición y otras artes visuales

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Leica M2 + Zeiss Planar 50/2 ZM con Kodak Portra 160 para pasear en octubre

Poco antes de mi viaje a Oporto a finales de septiembre, tuve la intención de dedicar una tarde a la fotografía de paisaje con película tradicional. En aquellos momentos, los confinamientos perimetrales se veían lejanos. Incluso, la evolución de la curva epidémica en Zaragoza y Aragón invitaba al optimismo, tras el complicado verano por el repunte en julio. Así que, dispuesto a ello, cargué mi Leica M2 con un rollo de Kodak Portra 160. Mi intención era tener un punto de comparación con los resultados que ofrece la Kodak Ektar 100, más habitual en la fotografía de paisaje. Y pensaba usar dos objetivos; el Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 y el Summicron 35/2 ASPH de Leica. Pero aquella actividad se frustró por motivos totalmente ajenos a la epidemia de covid-19... llegó el viaje a Oporto y... nos plantamos en octubre.

Un día de octubre, después de dedicar unos días a probar la Ilford FP4 Plus 125 expuesta a un índice de exposición 400, me encontré con la Leica M2 cargada con un rollo de película en color. Y, además... mi mala cabeza hizo acto de presencia. Había olvidado mis intenciones iniciales, había olvidado que la película era Portra 160, y estaba convencido de que se trataba de un rollo de Kodak Portra 400. Que habitualmente utilizo expuesta a un índice de exposición de 200, para un grano más fino y unos colores más sutiles. A la cámara le calcé el Zeiss Planar 50/2 ZM, uno de los objetivos que más me gustan por la contrastada y nítida imagen que produce, y la eche en la mochila cotidiana para ir haciendo fotos cuando surgiera la ocasión mientras caminaba por un motivo u otro por la ciudad durante el mes de octubre.

Tras mi regreso de Andalucía, con una situación epidémica mucho más desfavorable que la imaginada en septiembre (¡vivan las (no) fiestas del Pilar!), terminé las exposiciones que me quedaban en la cámara... y procedí a extraer el rollo para mandarlo a revelar al mismo tiempo que los negativos de Ilford XP2 Super 400 que me había traído del sur de España. Y, ¡oh, sorpresa!... no era Portra 400, era Portra 160, y de repente me vino a la memoria toda la historia que he contado en el primer párrafo de esta entrada.

Me tome unos minutos para tomar una decisión. Había expuesto la película midiendo la luz con el Gossen Digisix ajustado a IE 200, lo cual hace que, de promedio, los negativos estuviesen subexpuestos 1/3 de paso. Que no es mucho. Pero la Portra 160 es una película con la que hay que ser fino en la medición. No tiene la misma latitud que otras películas en color. O eso aseguran. Existía la posibilidad de solicitar un revelado forzado en el laboratorio, aumentando el tiempo de revelado... pero tenía la sensación de que podía ser excesivo. Por otra parte, la precisión de la cámara y el objetivo...

La cámara tiene un ajuste de velocidades de exposición que salta con pasos enteros de exposición. Es una escala en la que cada velocidad es la mitad que la anterior. El Planar, sin embargo, frente a otros objetivos manuales de antaño que tienen una precisión de medio paso, con valores intermedios entre dos ajustes de diafragma, tiene ajustes con una precisión de un tercio de paso... lo cual hace más fácil, respecto a otros sistemas que efectivamente tuviera esa subexposición de forma constante. Cuando la precisión es menor de un tercio, ajusto siempre al valor de diafragma o de velocidad más abierto o lento cuando uso película negativa, que aguanta muy bien esa pequeña sobreexposición, por lo que normalmente el error en el ajuste del fotómetro se vería compensado. En esta ocasión... Bah... decidí que el error era muy pequeño y que solicitaría un revelado normal. Confiaría en las bondades de las películas de la gama Portra de Kodak.

Finalmente, el resultado ha sido razonablemente bueno. Si uno se pone exquisito, quizá haya algún negativo, una clara minoría, en el que las sombras están excesivamente faltas de luz. Pero nada de importancia, y explicable por otras variaciones del proceso. El margen de error que uno tiene usando una cámara de 1961 y película negativa de error puede absorber sin problema el error sistemático introducido en la medición. Por lo demás, puesto que la mayor parte de las fotos entran en el ámbito del paisaje, aunque sea urbano o suburbano, la "comparación" con la Ektar 100... hasta cierto punto puede ser válida. Y no me disgusta el resultado. Aunque este sea menos vistoso que con la Ektar. En fin... continuará. En algún momento, volveré a cargar una Portra 160, pero esta vez sin confusiones.

Un nuevo repaso a objetivos con montura Leica M sobre la Canon EOS RP

Cuando probé por primera vez la Canon EOS RP, en los primeros días tras su llegada a casa, me apresuré a montarle, con el adaptador correspondiente, el Leica M Summicron 35/2 ASPH. Probablemente mi mejor objetivo. Pero que no se lleva bien con la toma digital, salvo sobre cuerpos Leica, que identifican el objetivo y aplican determinadas correcciones. El problema es que los objetivos tradicionales para Leica M conducen los rayos de luz hasta el sensor digital con una fuerte inclinación, que afecta a la imagen, creando fuertes viñeteados en las esquinas, desviaciones del color en esquinas y laterales de la imagen y, eventualmente, alguna pérdida de nitidez derivada. Para conseguir una alta calidad de imagen con los captores digitales, conviene que la luz llegue lo más perpendicular posible a la superficie de estos. Con la película tradicional no hay problema. Y ese es el motivo por el que mi Sumicron 35 mm lo haya usado predominantemente sobre mi Leica M2 con resultados estupendos. Porque es una maravilla de objetivo.

El Planar 50/2 ZM de Carl Zeiss es aprovechable desde su apertura más amplias. Simplemente, corregir el viñeteado.

Sobre la Canon EOS RP... observé los tradicionales problemas de estos objetivos sobre cualquier otro sensor digital. Quizá válidos para tomas en blanco y negro... pero no adecuados en general. Y ya no le di muchas más vueltas al asunto.

Recién llegado de mi viaje de vacaciones en Oporto, me quedaban todavía tres días de vacaciones, hasta incorporarme de nuevo este jueves pasado, con cambio en mi situación administrativa incluido, a mi puesto de trabajo. Y uno de esos días, una mañana muy agradable, quizá con una luz excesivamente contrastada, decidí volver a montar sobre la EOS RP el adaptador de montura Leica M. Y coger dos objetivos para esta montura muy distintos al anterior. Se me ha olvidado decir. El problema comentado anteriormente, afecta especialmente a los objetivos angulares y grandes angulares. Veamos con los que no lo son.

Enfoque al vuelo, a plena apertura, mientras caminaba con el Planar 50/2 ZM. Foto nítida y bien contrastada.

Otro de los objetivos que siempre me ha asombrado por su nitidez y contraste para la relativa sencillez aparente de su diseño, el Summicron 35 mm no tiene un diseño sencillo, es el Carl Zeiss Planar 50/2 ZM. Es fenomenal. Es un objetivo estándar y por lo tanto, menos propenso a sufrir los problemas mencionados. Así que fue el primer que utilicé.

Resumiendo, aunque a grandes aperturas se aprecia un fuerte viñeteo, que no necesariamente resulta desagradable, y que es relativamente fácil de corregir en el proceso posterior, el objetivo funciona bastante bien. No tiene presenta, aparentemente, desviadios de color desagradable en las esquinas o en los laterales de la imagen. Es nítido. Siendo de enfoque manual, como todos estos, es muy rápido de usar con la ayuda del resaltado de zonas nítidas en el visor de la cámara. Muy rápido. A veces más que usando el enfoque automático con otros objetivo. Y además, se aprecia muy bien la zona de profundidad de campo, cuando usas aperturas más amplias, gracias también al resaltado de zonas nítidas en el visor.

Una apertura máxima de f2 es perfectamente razonable, como la del Planar 50/2 ZM. No sé qué manía con los monstruos actuales de f1,4 o más, enormes, carísimos, difíciles de usar, y muy especializados.

Conclusión,... es un objetivo perfectamente utilizable. Desde mi punto de vista, más nítido que el Canon EF 50/1,4 USM, aunque un paso menos luminoso. Pero contribuye a un equipo ligero y fácil de usar. Una combinación a tener muy en cuenta en el futuro. Una posibilidad incluso como equipo de viaje de buena calidad y tamaño contenido.

El otro objetivo que utilicé fue el teleobjetivo corto que en los años 70 sacó Leica al mercado para acompañar su pequeña Leica CL. No la actual digital del mismo nombre. La que usaba película hace casi 50 años. Es el Leica Elmar-C 90/4. Es un objetivo ligero, bien construido en metal, con una fórmula óptica extremadamente sencilla de 4 lentes en 4 grupos. Así que no es tipo tessar como alguna vez he leído (4 elementos en 3 grupos). Es poco luminoso, pero sobre película siempre me ha dado buen resultado.

Una vez corregido el oscurecimiento de las esquinas y el contraste en el procesado digital, el Elmar-C 90/4 es aprovechable desde su máxima apertura.

Y sobre captor digital... Pues lo mismo que en las Leica digitales. Es suficientemente nítido, tiene un contraste inferior al de objetivos más modernos, aunque es algo que puede mejorarse en el procesado posterior, y tiene una calidad más que aprovechable en cuanto diafragmamos un poco. A f8 va muy bien. A f4 puede presentar un contraste demasiado bajo y un viñeteado muy manifiesto, pero sigue siendo utilizable.

Ningún problema para tomas generales a f8 con el Elmar-C 90/4.

Así como el Planar constituye una alternativa más que razonable para el EF 50 mm, salvo por su apertura máxima, el Elmar-C compite peor con el EF 85/1,8 USM de Canon. Este es una objetivo más moderno y complejo de diseño. Mucho más luminoso. Y cuya única desventaja respecto al Elmar-C es que es bastante más voluminoso. Otro problema es que en esta ocasión el enfoque manual no es tan rápido, la rueda de enfoque es precisa pero más dura de accionamiento que los otros objetivos de Leica o Carl Zeiss mencionados anteriormente, para un enfoque que necesita más precisión por su focal más larga. Además, en un día de luces contrastadas como el día que lo probé, el resaltado en el visor me engañó un par o tres de veces y apareció sobre bordes que no estaban realmente enfocados aunque si presentaban un cierto contraste. Por lo que fallé varias veces en el enfoque correcto. Hay que tomárselo con más calma para enfocar correctamente.

Buen detalle en los pilares del Puente de Piedra con el Elmar-C 90/4, diafragmado a f8.

Eso sí, ya he dicho que a f8 el objetivo es muy nítido. Tomé una panorámica desde la ribera del río Ebro con tres fotos a esta apertura, para luego montarla en el procesado digital. Y quedaron perfectamente montadas entre sí, dando como resultado una fotografía final grande, nítida y correctamente alineada, con rapidez en Affinity Photo. Con objetivos regulares, a veces da problemas este ensamblado.

Panorámica formada por tres tomas con el Leica Elmar C 90/4. La luz es muy plana por estar en las horas centrales del día.

Resumiendo, si los angulares con montura Leica M son difícilmente utilizables sobre la Canon EOS RP salvo quizá en blanco y negro, los objetivos normales y teleobjetivos sí que son utilizables, disponiendo con ellos de un equipo bastante compacto. Aunque con un inconveniente que olvidaba. La distancia mínima de enfoque es poco favorable en estos objetivos. En el 90 mm es de un metro, que es simplemente aceptable para esta focal, aunque se compara mal con otros objetivos de este tipo. En el Planar 50 mm, una distancia mínima de enfoque de 70 cm...  cuando lo aceptable es alrededor de 45 mm... habría que ponerle algún tipo de lente de aproximación, de buena calidad, o algún tipo de tubo de extensión en ocasiones donde habitualmente no son necesarios.

Sin problemas para obtener una imagen nítida en el tronco y las hojas con el Elmar-C 90/4, con una apertura de f8.

Algún problema, ya resuelto, con Leica IIIf + Ilford FP4 Plus 125 a IE 400

Casi con toda seguridad, mi cámara más bonita es la Leica IIIf. La tengo desde hace casi 20 años. Y aunque no tiene la agilidad de uso de las posteriores Leica telemétricas de la serie M, es muy divertida de usar. Pero siempre ha tenido un "problema" que a mí me ha generado algún quebradero de cabeza. Su mecanismos de carga de la película es un rollo, nunca mejor dicho. Es complicado, hay que tener precauciones, hay que recortar la lengüeta de la película para evitar problemas, y hay que asegurarse muy bien de que la película esté bien enganchada y avance. Un modelo de 1951, pero con un diseño que procede de los años 20 y 30 del siglo XX. Eso sí, como digo, una vez todo está en su sitio, una delicia.

El objetivo "titular" de la cámara es el Elmar 50/3,5. Pero cuando hace unas semanas decidí ponerla en marcha, porque hacía mucho que no lo hacía y las cámara conviene usarlas de vez en cuando, o al menos accionarlas de vez en cuando, decidí utilizar el Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 MC. Este objetivo, con montura de rosca de 39 mm, no está acoplado al telémetro, por lo que se usa enfocando por zonas o a la hiperfocal. El diseño del objetivo lo hace muy sencillo. Además es un gran angular, por lo que todavía es más fácil. Es un objetivo muy compacto y ligero, y el único inconveniente es que hay que usarlo con un visor externo. Pero no me da muchos problemas el error de paralaje y la posible imprecisión del visor con respecto a lo que ve el objetivo. No es el mejor de los visores, pero funciona.

La cuestión es que le puse un rollo de Ilford FP4 Plus 125 con el fin de exponerla a primeras horas de la mañana, en mis desplazamientos a trabajar, con una luz con poco contraste, a un índice de exposición de 400, aumentando el tiempo de revelado de forma acorde. Lo que os expliqué recientemente con la Hasselblad, pero que originalmente lo pensé para la Leica IIIf. El problema es que cuando revelé el rollo apareció en blanco. Sin exponer. Cero. Ni rastro de luz en ese rollo. Tras investigar un poco encontré la causa.  Si os fijáis en la foto de la cámara que he puesto más arriba, veréis que la palanca que desembraga los engranajes de avance de la película permitiendo en el rebobinado de la película, estaba en una posición ambigua. Ni en la R de rebobinado/rewind, ni en la A de avance/advance. Eso hacía que la película avanzase tras cada disparo, pero el obturador no quedaba correctamente armado y no se abría al disparar la película.

Por eso, al fin de semana siguiente hice la prueba con la Hasselblad. Pero claro, tenía que comprobar que el motivo del fallo era el que había descubierto, y para eso había que exponer un rollo de película. Así que cogí un nuevo rollo de FP4 Plus, lo cargué con cuidado una mañana, y con amenaza de lluvia, fui haciendo las 36 fotos del rollo en los 50 minutos que tengo de camino al trabajo andando. Por las paradas a hacer las fotos, ese día tardé casi una hora. Pero bueno. Aparentemente, todo funcionaba.

El rollo de película lo revelé al mismo tiempo que el de la Hasselblad, en el mismo tambor, como os conté siguiendo las recomendaciones de Emulsive, con una dilución C de Kodak HC-110, 1+19, durante 8 minutos y 30 segundos a 21 ºC. Y puesto que es el mismo tipo de película y con las mismas condiciones de revelado, podéis imaginar que los resultados fueron similares. Aunque variaban por dos hechos; las condiciones de luz eran distintas, en esta ocasión un nublado con amenaza de lluvia, y debido a que tenía que llegar a una hora prudente a mi lugar de trabajo, no medí cuidadosamente la luz con el Gossen Digisix en todas las ocasiones, sino sólo cuando tenía la impresión de que las condiciones de luz habían variado sustanciales. El resto de las ocasiones, estimando la exposición a "ojímetro".

No fue muy mal. De los 36 fotogramas, dos estaban sobreexpuestos uno o dos pasos, por lo que no hubo problemas para usarlos, otros dos estaban subexpuestos aproximadamente un paso más de los dos previstos, y quedaron con las sombras bloqueadas, aunque uno de ellos usable, y en un fotograma me despisté completamente y usé unos valores de exposición absolutamente aberrantes para las condiciones de luz existentes, y quedó prácticamente transparente. Me di cuanta nada más hacer la foto.

Los resultados, son los que podéis ver. La nitidez de las fotos es inferior que con la Hasselblad. Están digitalizados de las misma forma que los negativos de medio formato, pero obviamente con una ampliación mucho más grande. En ambos casos con la Panasonic Lumix G9 en modo alta resolución lo que me da unos ficheros de unos 50 megapíxeles aprovechables. Pero mientras los de la Hasselblad los digitalicé con el zoom 12-40/2,8 de Olympus, para los pequeños de la Leica tuve que escoger el Macro-Elmarit 45/2,8 de Panasonic Leica. Esto hace mucho más crítico el menor error de enfoque o de falta de paralelismo entre la película y el plano del sensor de la cámara. Por otro lado, el simpático Snapshot-Skopar de Voigtländer no tiene la misma nitidez ni la misma resistencia a los contrastes y a otros eventos luminosos que el Planar T* de Carl Zeiss para Hasselblad.

Dicho todo lo anterior, los resultados, para ser un rollo expuesto de forma rápida y sin demasiadas consideraciones "artísticas", al fin y al cabo era una comprobación de que la cámara funcionaba, fueron buenos. Y es factible, como conclusión, lo mismo que os dije hace unos días; usar la FP4 Plus 125 a un índice de exposición de 400, cuando las condiciones de luz y contraste lo hagan adecuado.

"Nueva" Ilford Ortho Plus; comparándola con la Rollei Retro 80S

A finales de octubre, tras una campaña para incrementar las expectativas de los aficionados a la fotografía con película tradicional, Ilford, el principal fabricante de películas en blanco y negro de la actualidad, y probablemente de las que tienen mejor calidad, es una opinión, anunciaba la "novedad" de la Ilford Ortho Plus. Una novedad que lo es de forma relativa. La emulsión no es nueva. Ya lleva un tiempo comercializada en hojas de película de gran formato. Lo que es novedad es que a partir de ahora también dispondremos de ella en película de 35 mm y en rollos de 120 para cámaras de formato medio.

Un paisaje con la Ilford Ortho Plus realizado con la Fujifilm GS645S Wide 60.

La Ortho Plus es una película ortocromática con una sensibilidad nominal ISO 80 para luz natural diurna. Para una escena iluminada por luz artificial se recomienda un índice de exposición de 40. Porque es ortocromática. ¿Qué significa esto? Pues que al estilo de las película más antiguas, la película es sensible a los azules y a los verdes, quizá también al ultravioleta próximo, pero su sensibilidad espectral decrece a partir del amarillo, no siendo sensible al naranja o al rojo. O muy poquito. Frente a esto, las películas habituales, denominadas pancromáticas, tienen sensibilidad extendida al amarillo, al naranja, y a parte de los rojos. Suelen ser "cegatas" a los rojos profundos. Y luego están las superpancromáticas, que extienden su sensibilidad hasta los rojos profundos e incluso hasta el infrarrojo cercano. Uno de estas últimas es la Rollei Retro 80S, que hasta el momento he utilizado exclusivamente para hacer fotografía infrarroja, colocándole a la cámara siempre un filtro IR 720, que impide el paso de la luz visible.

Decadente cabina telefónica fotografiada con la Rollei Retro 80S con una Leica M2 y objetivo Zeiss ZM Biogon C 35/2,8.

Encargué en cuanto fue posible, para probar las nuevas presentaciones de la Ortho Plus, cuatro rollos en formato 120. En principio, mi intención era simplemente ir haciendo fotos y ver cuán cómodo me encontraba con ella. Aunque no es barata. Con nueve euros por rollo, no es fácil sentirse "cómodo". Pero entonces recordé que tenía algún carrete de Retro 80S en el frigo y me dije, ¿por qué no compararlas?. No se trataba de hacer una comparación exhaustiva. No estoy cualificado para ello. Simplemente fotografiar las mismas escenas con ambas películas y comprobar luego la diferencia en los tonos debida a la diferente sensibilidad espectral. Y de paso, decidir cual de ellas me gusta más. Partiendo del hecho de que ambas tienen la misma sensibilidad nominal a la luz diurna, ISO 80.

Bar Las Nieves. Encuentren las diferencias entre las dos películas. Una pista... el letrero de la Coca-cola

Pero las cosas no son tan fáciles. Y salvo en situaciones muy bien definidas, hay que tener mucho cuidado a la hora de analizar las diferencias. Me explicaré contando cómo procedí.

La Ortho Plus, en formato medio, la expuse con la telemétrica Fujifilm GS645S Wide 60. Aunque esta cámara lleva un fotómetro incorporado bastante fiable, la medición de la luz la hice con el fotómetro de mano, mi fiel Sekonic L-408 Multimaster, con mis técnicas de medición habituales. Cuando la escena está uniformemente iluminada, una medición de luz incidente funciona estupendamente. Cuando hay zonas iluminadas y zonas de sombra, o el contraste es grande, una medición parcial de la luz reflejada permite valorar el contraste y exponer salvando la información en las sombras. La Retro 80S la expuse con la telemétrica Leica M2 con el objetivo Zeiss ZM Biogon C 35/2,8. La medición, en las tomas en las que fotografiaba la misma escena, era la misma exactamente que la usada con la Ortho Plus. Por experiencias previas, me constaba que ambos sistemas ofrecían exposiciones análogas dada una combinación de apertura y velocidad de obturación. Pero...

Pistas deportivas.

Voy a explicar también cómo he digitalizado las imágenes en esta ocasión. He usado el escáner de sobremesa Epson Perfection V600 Photo con al última versión del programa piloto del mismo proporcionado por Epson. Esta última versión, que salió hace unas semanas para adaptarse a Mac OS X Catalina, tiene en la práctica las mismas capacidades que la antigua, pero con una interfaz más agradable. Y algo más ágil. Cuando escaneo negativos en blanco y negro procedo de la siguiente forma. Abro el histograma y paso de la exposición automática que me ofrece. En los ajustes de entrada, llevo el punto blanco y el punto negro hasta los extremos del histograma, para evitar empastamientos de sombras o luces por minúsculos que sean. Si estos aparecen a pesar de todo, es porque la exposición del negativo es incorrecta. En los ajustes de salida, también llevo los ajustes hasta el 0 en las sombras y el 255 en las luces. De este modo suelo tener un archivo TIFF 16 bits con los extremos de la gama de grises ya ajustados, y con la más amplia gama de grises que se puede conseguir del negativo. Luego ya sólo queda hacer pequeños ajustes en los tonos medios con las curvas del programa de tratamiento de imágenes preferido. Con las fotos que presento aquí, no he hecho nada más.

Puente del tren.

Comentaré también el revelado. En ambas películas he utilizado Kodak HC-110 dilución B (1+31) a 20 ºC. Durante 6 minutos para la Ilford Ortho Plus y durante 8 minutos para la Rollei Retro 80S.

En los datos de revelado de la Ortho Plus no aparece en estos momentos datos para el Kodak HC-110. Ni los he encontrado en ningún sitio. Pero sí aparecen para el revelador Ilford Ilfotec HC, que siempre se ha dicho que es lo mismo. De hecho, muchas películas ofrecen los mismos tiempos para ambos reveladores, aunque la propia Ilford no. Tras investigar, llegué a la conclusión de que era seguro usar los mismos tiempos de revelado. El resultado fue bueno. Los negativos aparecían algo más densos de lo que esperaba, pero tengo la sensación de que eran pequeñas desviaciones debidas a los tiempos de exposición que ocasionaban ligeras sobrexposiciones. Se digitalizan bien, con abundancia de tonos y detalles. Más tratándose de formato medio.

Para la Rollei Retro 80S he utilizado el tiempo que aparece en la caja de la película,... que no es el mismo para nada del que se suele encontrar en muchos sitios. En este caso, sin embargo, los negativos aparecen, en su mayoría, no todos, algo menos denso de lo esperado. No hay empastamientos en las sombras salvo quizá en un par de negativos... pero eso sí que produce una cosa. Al ajustar el escaneo de los negativos como he comentado, estos aparecen sistemáticamente más contrastados que en la Ilford Ortho Plus. Y eso lo podréis observar en varios de los ejemplos que os he ido presentando. Un poquito, el efecto del forzado químico, pero vía el proceso de digitalización.

Hojas rojas.

¿Qué conclusiones saco? En los negativos que presentan una exposición similar, las diferencias entre ambas películas se pueden observar en la gama tonal cuando en la escena hay tonos de color diversos. En las fotografías "Bar Las Nieves" y "Hojas rojas" se aprecia perfectamente que los tonos rojos de los letreros o el tono de las hojas del árbol son más oscuros en la Ortho Plus, mientras que los cielos aparecen más contrastados y con más detalle en la Retro 80S. Lo esperado. El resto de las fotografías son difíciles de comparar por la diferencia de contraste debida a las diferencias de exposición en los negativos. Recuerdo que están tomadas con la misma apertura y la misma velocidad de obturación en dos cámaras que nunca habían mostrado diferencias de comportamiento.

Soto de Cantalobos

Por supuesto, hay más detalle y sensación de volumen en las fotografías de Ilford, que no se aprecia en las fotos que he puesto aquí. Pero es que los negativos son considerablemente más grandes. 2,7 veces más grandes. Pero aun así la Rollei Retro 80S aguanta bastante bien el embate. Su grano es muy fino, casi imperceptible a pesar del negativo más pequeño. No tengo medios para asegurarlo con precisión, pero cuando observo los archivos digitalizados a la misma ampliación, diría que casi tiene un grano más fino que la Ilford. Apreciación subjetiva. Tomároslo con precaución.

Y con todos los defectos que tiene esta comparación... ¿qué película me gusta más, diréis? Pues estoy sesgado por un hecho. Como tras realizar las fotos para la comparativa me quedaba más de medio carrete de la Retro 80S, un par de días más tarde, al salir de trabajar, como hacía un día y una luz muy agradable, me fui con la Leica M2 a dar un paseo. No llevaba el fotómetro, así que expuse a "ojímetro". Ya sabéis aquello de "soleado f/16" y a partir de ahí ajustar...

Lo cierto es que al aire libre, con luz diurna, mis estimaciones a "ojímetro" no se desvían mucho de lo que me informa el fotómetro. Y los negativos me quedaron en la misma tesitura que los que había expuesto bajo la rigurosa medición con el L-408. Ligeramente subexpuestos, pero sin que se empastasen las sombras. Igual va a ser que la Rollei Retro 80S tiene una sensibilidad real más cercana a los ISO 50 que los declarados ISO 80. En cualquier caso, el resultado final de estos negativos me gusta. Como tras digitalizarlos quedan algo más contrastados... llaman más la atención. En fin... os he dejado algunos para que los veáis. Y bueno... no tengo claro que me vaya a gastar habitualmente los nueve euros más los portes en la Ortho Plus. Supongo que para quienes necesiten una película para aplicaciones o rendimientos determinados... Pero para los demás, poned un filtro cian/azul claro al objetivo, y ya tenéis vuestro bloqueo de los naranjas y rojos.

Kodak Portra 400 y Kodak Ektar 100 con una Leica Minilux

En los últimos tiempos he tratado de simplificar la utilización de mi equipo fotográfico. Al ser en cierto grado coleccionista de cámaras que funcionan, en ocasiones "me lío" con el equipo con el que salgo a fotografiar. Y eso tiene consecuencias negativas en la calidad de mis fotos. Las cosas como son. Por lo tanto, he iniciado desde hace unos meses un plan para definir qué cámara o tipo de película, cuando uso tecnologías no electrónicas, voy a usar en cada ocasión. Por ejemplo, en lo que se refiere a la película en blanco y negro, prácticamente he reducido mis compras a productos Ilford, porque no serán los más baratos, pero son los más fáciles de adquirir y los que desde mi punto de vista presentan una mejor relación calidad global para el precio que tienen. Con la película negativa en color, todavía no he llegado a una solución definitiva. Las películas más avanzadas me gustan más las de Kodak (gama Portra y Ektar 100), mientras que en el caso de las películas más asequibles, más de aficionado, tiendo a preferir la gama de las Fujifilm Superia. Desde los problemas con la Rollei 80S en formato medio durante el verano pasado, prácticamente no he usado otras marcas.

Imágenes realizadas con Leica Minilux y Kodak Portra 400 callejeando por la ciudad.

Lo que sí he afianzado como costumbre es que de las dos compactas para película tradicional que me gusta utilizar, una de ellas, la Minox GT-E, la dedico a película en blanco y negro, mientras que la otra, la Leica Minilux, la dedico a película negativa en color. Es una forma de no liarme. Una lleva un tipo de película, la otra, otra. No me equivoco. Hasta esta primavera, la película negativa en color que venía usando con la Minilux era Fujifilm Superia 400. Pero decidí que era el momento de usar otras películas.

En el mes de abril cargué la Minilux con un carrete de Kodak Portra 400, película de gama alta, habitualmente usada para retrato pero apta para un uso polivalente, de grano fino para su sensibilidad nominal, especialmente si se expone con uno o dos pasos de sobreexposición, cosa que hacen muchos fotógrafos. Así, la mayor parte de los fotogramas de ese carrete están expuestos a un índice de exposición de 200 en lugar de a su sensibilidad nominal ISO 400.

Imágenes tomadas en el entorno de la Expo 2008 el día de la visita a la Torre del Agua con FeZ (Fotógrafos en Zaragoza).

Los resultados son buenos. Siempre he pensado que muy torpe tiene que ser un fotógrafo para obtener malos resultados con esta película. Hay mucho margen para el error en la exposición. Hay que evitar la subexposición, pero con un índice de exposición de 200 y una sensibilidad nominal de ISO 400, es algo que difícilmente va a suceder. ¿Cuál puede ser el motivo para no usar sistemáticamente esta película? Que es más cara que otras. Es un 60 % más cara que la Fujifilm Superia XTra 400, por ejemplo.

En el mes de mayo, cargué la Leica Minilux con un carrete de Kodak Ektar 100 para la excursión que hice con la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ a la Bardena negra o Bardena aragonesa, en las Cinco Villas. Esta película, con una sensibilidad nominal de ISO 100, tiene unas características muy distintas a la Portra 400. Además de la menor sensibilidad, acompañada de un grano más fino, ofrece imágenes más contrastadas y más saturadas, por lo que se considera adecuada para paisaje. Se recomienda exponerla con precisión a su sensibilidad nominal. Y especialmente evitar la sobreexposición en caso de retratos por los tonos rojizos, muy poco naturales, que adquieren los tonos de piel de las personas.

Imágenes realizadas con la Leica Minilux y película Kodak Ektar 100 durante la visita a las Bardenas con la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ.

Lo cierto es que en la excursión a las Bardenas, la película funcionó bien, aunque las condiciones de luz no fueran las más idóneas para el lucimiento de la película. Día de sol radiante, sin una nube, luz dura, muy plana. Con fuertes contrastes en determinadas ocasiones. Pero bueno, evidentemente es un buen material sensible. Aunque yo no me veo usándolo muy frecuentemente, dada la polivalencia de otras películas. Es más barata que la Portra 400, eso sí.

Como no acabé el carrete en la excursión a las Bardenas, la terminé en el patio del Museo de Zaragoza, donde hay algunas copias de conjuntos escultóricos muy conocidos, y me gusta el resultado que ofrecen. Como la mayor parte del material negativo, conviene exponer para las sombras, asegurando el detalle en las mismas.

El revelado de ambos carretes fue realizado Malvarrosa Film Lab, donde ofrecen un servicio de escaneado de la superficie integral del negativo hasta los bordes de los mismos, como se puede comprobar.

La Kodak Ektar 100 se comportó bien en el patio del Museo de Zaragoza, "retratando" las reproducciones de las esculturas clásicas que allí habitan.