Os contaba hace unos días en qué había consistido y cómo había disfrutado del taller de fotografía con cámara de gran formato que se realizó en Vilassar de Dalt (Barcelona) organizado por Revela-T. Las fotografías que documentaban gráficamente el relato estaban realizadas por mi pequeña cámara digital Panasonic Lumix GM5 con el G 20/1,7 ASPH, una combinación ligera y potente en situaciones de escasa luminosidad, a pesar de que ni la cámara ni el objetivo se encuentran estabilizados.
Pero a mí me parecía un poco una herejía el llevar únicamente una cámara digital al taller, cuando la animada gente que lo organiza abogan por el uso de las tradicionales películas de haluros de plata, con o sin colorantes acoplados por capas para dar color a la imagen. Así que me llevé también la Leica M2. Con el Zeiss Distagon-C 35/2,8 ZM. La elección del objetivo fue un tema difícil. Porque este objetivo está muy bien desde muchos puntos de vista, pero es poco luminoso. Y se defiende mal en interiores. La otra opción era el Zeiss Planar 50/2 ZM. Más luminoso, pero más cerrado en su ángulo de visión. Y por otra parte, lo que gano en luminosidad, casi lo pierdo por el hecho de precisar una velocidad de obturación más rápida. Así que opté por el ángulo de visión del 35 mm, que me parecía más apropiada y polivalente.
En cuanto a la película,... pues la tarde anterior aproveché para aprovisionarme en Casanova Foto (que caros son los condenados) de Kodak Tri-X 400, así que eché tres carretes a la bolsa, de los cuales usé dos.
Enseguida comprobé que en interiores no iba a tener mucha luz... más bien poquita para la combinación de película y objetivo que llevaba. Así que en esas tomas tiré por la del medio. Ajusté el diafragma a f/2,8 y la velocidad de obturación a 1/50 s. Lo cual suponía que estaba subexponiendo, según las situaciones entre uno y tres pasos. El revelado que suelo realizar cuando llevo cámara antiguas, con exposiciones imprecisas o con una variedad de exposiciones diversa y mal controlada, es el revelado desatendido con una revelador compensador. Idealmente algún clon actual del Rodinal. Pero como no tengo en estos momentos, lo he realizado con Kodak HC-110, en una solución 1+160 (4 ml de jarabe revelador en 640 ml de agua). En alguna ocasión lo he hecho a 1+120 (6 ml de jarabe en 720 ml de agua), pero sinceramente no acabo de encontrar la diferencia. Aunque es mejor hacerlo con formatos medios. Como luego se amplían menos, el grano queda más discreto. Siendo un revelado compensador, los fotogramas correctamente expuestos no quedan mal. Si acaso, con un grano más marcado de lo habitual. Y para los subexpuestos,... pues es como si hiciese un revelado forzado.
El primer rato de la mañana del taller fue sobretodo en interiores. Y reconozco que no tenía muy claro que podía salir de allí. La sensación de que la luz era demasiado escasa... era bastante fuerte. Pero algunas cosas salieron. Aunque el escaneado de los negativos me ha dado algún que otro dolor de cabeza. Como no seas hábil, se deteriora mucho la imagen en los negativos subexpuestos,... que es lo que son los negativos forzados. Colocan los valores medios y las luces más o menos en su sitio, pero a las sombras no hay quien las rescate. Dice el viejo refrán del idioma castellano que "de donde no hay no se puede sacar".
Cuando salimos al exterior, bien para practicar en el jardín del museo-archivo de Vilassar, bien cuando fuimos a comer, la cosa fue mucho mejor. La luz extra les sentó muy bien a esos fotogramas.
Por la tarde, pronto empezamos a perder luz por el atardecer, pero la combinación de cámara, objetivo y película, se comportó bien con las escenas iluminadas arficialmente.
Bueno,... y hasta aquí dio de sí. Espero que os haya parecido interesante.
La fotografía con película tradicional, mal llamada fotografía analógica por muchos, después de un reinado largo largo en el mundo de la fotografía, entró en rápido declive ante el empuje de la fotografía digital. La inmediatez, la conveniencia y la presunta facilidad, al alcance de cualquiera, para procesar, cuando no manipular, los archivos de fotografía digital, así como su aptitud para ser compartidos gracias a internet y las redes sociales, han hecho que la fotografía digital se imponga en el mundo de la fotografía.
Sin embargo, la película tradicional y otros métodos clásicos físicoquímicos de obtención e imágenes fotográficas no ha muerto. Ha encontrado su nicho de practicantes, que se encuentran más entusiasmados que nunca.
Tenemos quizá un grupo minoritario de practicantes, que buscan una fotografía de cierta calidad o unos mecanismos expresivos y plásticos que no encuentran en la fotografía digital. Fotógrafos con cámaras de gran formato, de medio formato, procesos como el colodión húmedo, las platinotipias,... o simplemente aquellos que buscan una expresividad distinta. Los motivos son variados e interesantes.
Algunos seguimos apegados a este tipo de fotografía por el placer de utilizar la cámaras clásicas. A mí me gusta mucho la liturgia en el uso de las cámaras mecánicas, cero circuitos eléctricos o electrónicos, pura relojería, bellos objetos de hace unas décadas, con sus sonidos y sus sensaciones a la hora de realizar la fotografía.
Finalmente, están los que se han sumado de nuevas a la fotografía con película tradicional. Gente muy joven en muchas ocasiones, que no vivieron el mundo de la fotografía cuando la única alternativa era la película tradicional, y que en muchos casos han entrado arrastrados por el impulso de iniciativas empresariales como Lomography, que han creado un estilo y una moda en torno a la fotografía con película tradicional. Muchas veces es más fácil encontrar este tipo de cámaras como complementos de moda o en librerías de postín que en las tiendas de fotografía propiamente dichas. Sobre las iniciativas de Lomography, siempre he tenido sensaciones ambivalentes. Por una lado, no puedo dejar de reconocerles que su impulso está siendo decisivo para que la película tradicional fotográfica se mantenga, e incluso para que empiece a recuperar, muy modestamente eso sí, cuota de mercado. Lo que me parece positivo. Pero por otro lado, no dejo de pensar que los “cacharros” que nos vende Lomography, y los servicios que ofrece complementarios, son de muy escasa calidad y con precios elevados. Como a veces comento en tono de broma, nos venden “tajo bajo” a precio de “lomo” ibérico. Enténdamonos, con “tajo bajo” se pueden hacer muy ricos platos,... pero no al mismo precio que con la charcutería de Guijuelo.
Por ello, cuando tengo ocasión de hablar del tema con otros aficionados a la fotografía, siempre les sugiero que en vez de gastarse los cuartos en los productos de Lomography, busquen en los cajones de sus casas, en las de sus padres o sus abuelos, y rescaten las numerosas cámaras que por allí hay abandonadas, da igual si son buenas o menos buenas, y que se pongan a la tarea. O que busquen en ofertas de segunda mano, ya que muchas de estas cámaras se venden a muy buen precio, y muchas de ellas son de mejor calidad que las Lomography. O visitar los rastros y mercadillos… Ahí hay que tener cuidado, porque no siempre funcionan las cámaras… pero a veces te encuentras alguna cosa más o menos interesante.
Hoy os presento un experimento. Que me ha costado 2 euros por la cámara y 4 euros por el carrete de fotos. El pasado domingo día 25 de octubre de 2015, me encontré por la mañana en el mercadillo de la plaza de San Bruno de Zaragoza, la Cámara Safari de Indiana Jones. Que compré por ese precio… 2 euros. Os pongo un par de fotografías.
Por la tarde la probé con un carrete de Kodak Tri-X 400 (400TX), que es lo más socorrido y fácil de procesar. Como no tuve tiempo de buscar en internet las posibles especificaciones de la cámara para ajustar su uso, realicé las siguientes asunciones, algunas de las cuales luego he comprobado que no fueron correctas:
La cámara tiene un objetivo de focal fija, que me dio la impresión por lo que mostraba el visor de visión directa de la cámara, tendría una focal de entre 35 y 40 mm. Esta suposición fue correcta.
Tenía tres posiciones para controlar la luz, que yo denominaré “sol”, “nubladillo” y “seriamente nublado incluso lloviendo”. Supuse que la cámara tendría una velocidad de obturación única, alrededor de 1/100 s, y que habría un mecanismo de cambio de la apertura del diafragma que haría que este oscilase entre f/11 y f/5,6 según las posiciones. Sin embargo, observé que en mi ejemplar, la apertura del diafragma no se modificaba. Asumí que estaba estropeado. Aquí cometí algún error que otro en mis suposiciones. Más adelante lo explico.
El visor de visión directa para el encuadre supuse que sería poco preciso, y que tendría un ángulo de visión más estrecho que el objetivo. Si el visor parecía equivaler a un 40 mm, el objetivo estaría más en los 35 mm. Aquí estuve parcialmente equivocado.
El objetivo estará teóricamente enfocado a la hiperfocal. Probablemente más cerca, de modo que los retratos y los grupos de personas queden relativamente bien enfocados, mientras que los paisajes pueden quedar no todo lo nítidos que deberían, especialmente en los objetos más alejado.
Con estas suposiciones, en una tarde nublada, me fui a probarla con la Tri-X dando un paso por el Canal Imperial de Aragón y el Parque Grande de Zaragoza. Luego revelé la Tri-X en una dilución E (1+47) de HC-110 durante 6 minutos a 21 ºC, correspondiente a un índice de exposición de 400, igual que su sensibilidad nominal. Como tiene una notable latitud de exposición, absorbería en estas condiciones los errores de exposición hasta cierto punto.
A continuación algunas muestras de lo conseguido.
A toro pasado, encontré las especificaciones correctas de la cámara, que resultó ser una variante del año 1987 de la WERLISA CLUB COLOR B, una cámara que se comenzó a fabricar en 1976, y que tuvo una serie de variaciones cosméticas, y que se vendió bajo diversas marcas fabricada por CERTEX S.A.
Efectivamente la focal del objetivo está en el intervalo de focales que yo había imaginado, siendo de 38 mm, más cerca del 40 mm que del 35 mm.
Me equivoqué en la combinación de valores de diafragma y velocidad de obturación. El diafragma es fijo, mi cámara no está estropeada, y tiene un valor de f/7,5, un valor muy muy muy próximo al tradicional f/8. Las velocidades de obturación sin embargo son variables, de 1/120 s para la posición “sol”, 1/60 s. para la posición “nublado” y 1/30 s para la posición “muy nublado/flash”. Estos valores son muy conservadores, y producirían una cierta sobrexposición para un negativo de 100 ISO. Recordemos que la regla “soleado - f/16” nos dice que para un valor de sensibilidad de 100 ISO, la exposición correcta en un día soleado, desde dos horas después del alba hasta dos horas antes del ocaso, con el sol a la espalda del fotógrafo sería de f/16 y 1/100 s, o cualquier combinación equivalente. En mis pruebas con película de 400 ISO, los negativos han quedado en general bien expuestos, pero con una situación de luz mucho más escasa, y en el intervalo de tiempo desde una hora y media antes del ocaso hasta el momento del mismo. Por cierto, al principio de la prueba, tenia el "obturador" en posición "muy nublado/flash", y esas fotografías se perciben menos nítidas, probablemente porque a una velocidad de obturación de 1/30 s se estaba produciendo algo de trepidación. Luego, pensando que daba igual, lo puse en posición "sol", la velocidad de obturación aumentó, y las fotos están más nítidas.
Efectivamente el visor es aproximativo. Pero no tiene un angulo de visión muy distinto del objetivo de la cámara. Y el error de paralaje puede ser notable. Casi parece que sea un poco “estrábica” la cámara, y cada “ojo”, el visor y el objetivo, miren hacia distinto lado. Por lo tanto hay errores de composición notable. Especialmente cuando últimamente uno está acostumbrado a encuadrar con precisión en visores electrónicos que cubren exactamente el 100% de la escena. Hay que dar aire, especialmente por la parte de arriba del fotograma para evitar “cortes” de elementos importantes en la fotografía.
La distancia hiperfocal estaría en algún punto entre los 6 - 6,5 metros, pero ya digo que probablemente el punto de enfoque del objetivo está más adelantado, para permitir que sujetos situados a unos dos metros de distancia.
La cámara, de vez en cuando, da la sensación de que avanza mucha más película de la que debería tras hacer la toma. Temía que aparecieran fotogramas en blanco. Pero no ha sido así. Lo que sí que sucede es que la separación entre fotogramas no es uniforme. Incluso han aparecido dos negativos ligeramente solapados entre sí.
Evidentemente, la calidad del modesto objetivo de metacrilato no puede ser muy elevada, pero no se puede considerar inferior a otras cámaras de “juguete” que se hacen hoy, incluidas las Lomography. Es completamente estanca a la luz, no hay filtraciones. Esto, los lomógrafos igual lo consideran un defecto, pero en la fotografía seria se considera comúnmente una virtud. La fiabilidad… es un aparato de plástico… durará lo que dure. Pero esta funciona y vaya usted a saber la vida que le habrán dado desde 1987 hasta la fecha. Casi treinta años.
Ya veis. Por 2 euros tenéis todo lo que os puede ofrecer un “lomo” actual de las más sencillas que puede hace lo mismo o parecido por 60 euros. Por esos 60 euros, en el mercado de segunda mano podéis encontrar cosas muy capaces en cámaras para película tradicional de antaño. Yo, por ejemplo, compre una Zeiss Ikon Ikonta B de formato medio… de 1948…
Para comenzar, como viene siendo últimamente habitual, os dejo el enlace al tablero de Pinterest que recoge algunas de las fotografías, u obras derivadas de la fotografía, que me han llamado la atención esta semana. Algunas forman parte de las recomendaciones que vendrán a continuación, otras no.
Este domingo ha sido distinto por dos cuestiones. La primera es que estas recomendaciones las estoy redactando por la tarde, en lugar de a primera hora de la mañana como es habitual. La segunda es que realmente el verano nos ha dejado y tenemos en Zaragoza un día gris y, a ratos, lluvioso. Quizá por eso he recuperado algunas floridas y luminosas fotografías de este verano. Para dar un poco de luz y de color al día.
Siempre me gusta empezar mis recomendaciones con un clásico. Pero en esta ocasión se trata de un clásico de la fotografía japonesa, siempre interesante. A propósito de una entrada publicada en el tumblr de Selektor Magazine, he creído oportuno revisar la obra de Shōji Ueda, uno de los más importantes del siglo XX en el país del Sol Naciente, y principal representante de surrealismo.
Hay quien considera también un clásico a Miroslav Tichý. Otros lo encuentran un excéntrico. Su obra muchos la encuentran perturbadora. A mi me la ha recordado un artículo de Be Analogic. Tichý fue considerado por algunos como un disidente del sistema prosoviético checoslovaco de posguerra. Para otros fue un vagabundo, un indigente, con problemas de salud mental, que visitó no pocos psiquiátricos y prisiones. Con cámaras que construía con desechos o que recuperaba a partir de aparatos fotográficos estropeados, tomaba fotografías a caballo entre el voyerismo y el fetichismo, generalmente de mujeres, que ampliaba sobre todo tipo de materiales, y de forma siempre imprecisa. Es de los fotógrafos descubiertos tras su muerte. Y sus fotografías me resultan a veces inquietantes. Pero actualmente está muy valorado.
Una publicación en Facebook del grupo 120 Love, dedicado a promocionar la fotografía en formato medio con película tradicional, me sirve de excusa para recuperar en estas páginas la obra del sudafricano Pieter Hugo, en este caso con las peculiares mascotas que se pueden encontrar en su país de origen. Independientemente del tema de las fotografías, siempre me admira la elegancia componiendo de este fotógrafo y su sabia utilización del color.
Siguiendo en el terreno de la fotografía documental, en Lens Culture han publicado Passengers of Light, un proyecto del iraní Majid Farahani, un reportaje sobre las gentes que peregrinan a los campos de batalla de la durísima guerra que en los años 80 enfrentó a Irak e Irán. También fotografía muy elegante, en esta ocasión en color, que recoge los sentimientos de los peregrinos con una luz impresionante.
Dedicaré ahora un par de recomendaciones a la fotografía comprometida con el medio ambiente. La primera nos llega desde el tumblr de Valerie Chiang. Se trata del proyecto Fluffy Clouds de Jürgen Nefzger. En este proyecto, el fotógrafo alemán recorre el paisaje de diversos países europeos fuertemente dependientes energéticamente de las centrales nucleares. Con sus fotografías integra el paisajes natural y social de esos países con la presencia mudo pero inevitable de las centrales nucleares, indispensables aparentemente para la suficiencia energética, pero percibidas muchas veces como un símbolo, para unos positivo, para otros ominosamente negativo.
Y en Lens Culture recogemos otros proyecto que nos muestra el impacto negativo del desarrollo de la tecnología nuclear sobre el paisaje y las sociedades. El polaco Michał Sierakowski recorre la región de los Sudetes, en su momento una de las regiones minera más explotadas de Europa en los tiempos en los que Alemania dominó la región. Allí los soviético buscaron intensivamente el mineral de uranio, lo cual provocó graves afecciones en el medio ambiente y en la población.
Uno de los motivos de interés para algunos fotógrafos son sus propios compañeros de profesión, otros fotógrafos. En Rubixephoto nos hablan de la fotógrafa Estela de Castro y de su proyecto Fotógrafos, conjunto de retratos que intentan captar el alma de una notable colección de profesionales de la fotografía españoles, de los cuales conocemos muchas veces su obra, pero a los que no siempre ponemos cara.
Y ya que estamos con los fotógrafos españoles, quizá sea una buena idea ver el siguiente vídeo, una entrevista realizada a Javier Vallhonrat. Al principio se hace un poquito pesado, porque parece hecho principalmente para la promoción de unos talleres de fotografía. Pero conforme van pasando los minutos, te olvidas de ese hecho y te quedas con lo que nos dice y cuenta Vallhonrat. Creo que merece la pena. No recuerdo dónde encontré esta recomendación.
Otro vídeo que me ha impresionado bastante es el que está dedicado a la técnica de Michael Flomen, en esta ocasión está en inglés, advierto. Este fotógrafo crea sus obras sin aparato fotográfico, en la noche. El resultado son unas fotografías entre el registro de la naturaleza y la abstracción. Bastante interesantes. Nos lo contaron en Focale Alternative, en francés. Frente al medio metraje del vídeo de Valhonrat, este no llega a tres minutos de duración.
Ha salido hace unos días el número 79 de Fraction Magazine, revista de fotografía en línea, en el que hay diversos porfolios todos ellos interesantes. Pero yo me quedo con el titulado Nadachi del fotógrafo Seiya Bowen. En esta serie, el fotógrafo revisita los lugares de su infancia en Japón, donde el progreso está acabando con los estilos de vida tradicionales, produce importantes afectaciones del paisaje, al mismo tiempo que va vaciando de gente joven las zonas rurales y pesqueras, donde queda la gente mayor. Problemas que me suenan en mi entorno más de lo que me gustaría.
Para finalizar, dos recomendaciones que no tienen que ver con un fotógrafo en concreto.
La primera nos viene a través del blog oficial de Flickr y es que el archivo del Programa Apollo ha subido a Flickr más de 8.400 imágenes de alta resolución de las misiones de la NASA a la luna. Un verdadero tesoro que ahora podemos compartir toda la humanidad. Muchas de ellas realizadas con las Hasselblad modificadas que llevaron los astronautas norteamericanos al espacio en aquellas misiones.
La segunda es una curiosidad. Nos la cuentan en PetaPixel. Alguien se ha dedicado a recuperar y escanear viejos folletos de Disneyland. Y uno de ellos es el Kodak Camera Tour of Disneyland, el "recorrido de Disneyland con una cámara Kodak". En una época, los años 50 del siglo XX, en la que era raro que las cámaras que usaban los turistas dispusiesen de ningún tipo de dispositivo para medir la luz y calcular la exposición adecuada para la toma, Kodak proporcionaba a los visitantes de Disneyland sencillas tablas para cada atracción del parque de atracción. Tanto para las zonas a la luz del sol como a la sombra. E incluso en interiores o por la noche. Con las combinaciones más adecuadas de diafragma y velocidad de obturación según el tipo de película utilizada; Kodachrome (película inversible o diapositivas), Kodacolor (negativos en color), Ektachrome (película inversible o diapositivas) o película para tomavistas Kodachrome (película inversible). En algún caso, me ha parecido también ver la Tri-X (película negativa en blanco y negro) Además de las tablas, imágenes de muestra, casi todas realizadas con película diapositiva Kodachrome o Ektachrome, ligeramente subexpuestas para mayor saturación del color. Me encantan estas cosas.
Nunca había usado antes película negativa en color Kodak Portra 800. Ni en formato pequeño ni en formato medio. Satisfecho como estoy con mis experiencias con las sensibilidades más bajas de la familia, de 160 y 400 ISO, me apetecía mucho probar esta película de alta sensibilidad. Pero desde que compré un par de carretes en formato 120, para formato medio, no había tenido ocasión.
Hace unas semanas, en el fotopaseo del X Asalto en Zaragoza patrocinado por Fujifilm, dada la hora a la que se celebraba y los lugares del Casco Viejo por los que presumiblemente iba a transcurrir, decidí que sería una buena idea llevarme estos carretes. Y ya que tengo la Fujifilm GS645S de formato medio, me pareció adecuado cargar uno en la cámara y llevármelo. Luego, como conseguí hacer durante el paseo con la X100T para probarla,... pues no hice más que una foto. Esta.
Los más sagaces o conocedores os estaréis preguntando. Si nos está hablando de una película negativa en color, ¿por qué nos enseña este tipo una foto en blanco y negro? Pues a eso vamos. A que el carrete parece que salió gafado. Y como dicen que de los errores también se aprende, para aquellos que se interesan por las técnicas fotográficas con película tradicional, os cuento lo que pasó.
Con sólo un fotograma expuesto el día del fotopaseo, este sábado que también bajamos por el Casco Viejo me volví a llevar la telemétrica de formato medio y terminé de exponer el resto del carrete. Un poquito de ambiente por aquí y por allí, algún rincón de las callejuelas del casco, y fiestas en la calle de San Pablo. Como olvidé coger el segundo carrete, cuando se terminó, 14 fotos más tarde, fiesta... a tomar unas cervezas.
Dejé el carrete en la cámara, y olvidé guardarlo en la nevera hasta mandarlo a revelar al llegar a casa.
El domingo saqué la Hasselblad y me puse a hacer bodegones con película blanco y negro. De eso os hablo otro día. Estuve por la tarde a ello. Cuando se hizo de noche y empecé a recoger la casa de las actividades del fin de semana, me dispuse a dejar la Portra 800 en la nevera, recordando que no lo había hecho, y a cargar la película en blanco y negro en el tambor de revelado para el día siguiente. Pero me equivoqué. Cargué la Portra 800 en el tambor y guardé la película en blanco y negro. Cuando fui a tirar el papel protector a la basura me di cuenta del error.
¿Carrete perdido? Pensé un poco y decidí que no. Por un carrete no me iba a meter en el lío de encargar un kit de revelado en color, que tardaría días y luego es un follón. Así que opté por tirar por la del medio, hace un revelado desatendido con Kodak HC-110, y obtener unas cuantas fotografías en blanco y negro. Porque de cualquier tipo de película puedes obtener un negativo monocromo. Sólo el revelado especial que fija los colorantes a los granos de plata permite obtener un negativo en color.
El revelado desatendido lo he comentado ya en alguna ocasión. En el caso del revelador HC-110, se diluye a 1 parte de revelador por cada 160 de agua. Es decir, uno 4 ml para 640 ml de agua. No usar menos revelador. Se agita durante un minuto y se deja en reposo durante una hora, haciendo una agitación suave a la media hora de la misma. Tienes unos negativos difíciles de positivar en una ampliadora tradicional, por la máscara naranja propia de los negativos en color, pero que se puede digitalizar en un escáner adecuado sin ningún problema. Y de ahí he obtenido las fotografías que aquí se muestran. Es decir, en caso de meter la pata, aun podemos tener algunas fotografías, aunque no fuesen las previstas.
Pero...
Cómo podéis observar, no quedaron bien muchas de las fotos. Y es que como digo, el carrete estaba gafado. O yo muy torpe. Como prefiráis. Cuando vertí el revelador en el tambor de revelado, empezó a salirse del mismo. No había cerrado correctamente el mismo. Y estaba flojo. Actué lo más rápidamente posible. Lo dejé todo lo mejor cerrado que pude, volví a preparar una dilución de revelador y ejecuté el proceso. El problema es que en algún momento entró algún rayo de luz en el tambor. Y hay zonas veladas. Mi gozo en un pozo.
Como podéis comprobar, una pena. Porque alguna de las fotos pudo quedar más o menos curiosa. En plan reportaje y fotografía callejera.
Tengo la sensación de que la tecnología digital nos hace descuidados. Ponemos la tarjeta, descargamos los archivos, los pasamos por el programa de tratamiento de imagen, los torturamos hasta que confiesan la foto que tienen (o no, pero los torturamos igual), y ya está. Pero con las técnicas tradicionales no se puede ser descuidado. Hay que ser sistemático, verificar cada paso, ser consciente de las condiciones en las que se debe realizar cada tarea del proceso. Es educativo; nos impone una disciplina. Y cuando nos dejamos llevar por la laxitud... la cagamos.
En fin. Dos enseñanzas. Si cometéis un error, es posible que lo podáis paliar y sacar algún provecho todavía de vuestras cosas. Pero como cometáis una cadena de ellos, la catástrofe está asegurada.
El caso es que todavía no sé qué tal me manejo realmente con la Kodak Portra 800... en color.
Un objetivo razonablemente luminoso, un carrete de negativo color ISO 400, y experiencia en velocidades de obturación bajas es todo lo que hace falta.
Siempre me ha maravillado una cosa. Hoy en día, suspiramos por cámaras fotográficas digitales con capacidad de ajustar la sensibilidad del sensor a índices de exposición (IE) bien altos. Recientemente, el mundillo de los tecnófilos fotográficos saludaban la llegada al mercado de la Nikon Df, cámara digital de aspecto retro, de la que se dice que puede ser disparada a un IE de 204.800. Como alguien dijo, diríase que el principal motivo de interés de los fotógrafos modernos son los gatos negros que rondan de noche por las carboneras con las ventanas cerradas.
El caso es que si retrocedemos en el tiempo, podemos ver fotografías realizadas por fotógrafos documentalistas en condiciones de luz realmente limitadas, a mano alzada, y en épocas donde la sensibilidad de las películas rondaba los 320 — 400 ASA (ISO en la actualidad), y que en caso de necesidad se exponían a IE uno o dos pasos por encima, forzando el revelado posterior. Es decir, prolongando el tiempo de revelado.
Una de las ventajas que se han otorgado a las cámaras telemétricas sobre las cámaras réflex es su aptitud para se disparadas a velocidades de obturación inferiores a las de estas últimas. Al no disponer de un mecanismo de espejo que puede producir trepidación de la imagen, en lugar de seguir la regla de seguridad de disparar como mínimo al inverso en segundos de la distancia focal en milímetros del objetivo, se podría disparar a velocidades más lentas. Lo anterior referido al formato estándar de película perforada de 35 mm. Así por ejemplo, con una focal de 50 mm, se recomendaría no bajar de una velocidad de obturación de 1/50 segundos en una cámara réflex, pero un fotógrafo entrenado podría obtener resultados aceptables, no trepidados, con velocidades de 1/30 a 1/15 segundos. Incluso menos para los más mañosos. Con las cámara digitales esta regla no se considera válida. Los sensores digitales perdonan menos las ligeras trepidaciones de la cámara, y habría que multiplicar por dos los valores anteriores, para todos los casos. Por tres en el caso de los sensores con más resolución espacial. Pueden bajar los valores, cuando se dispone de un mecanismo de estabilización de la imagen, bien sea acoplado en el objetivo, bien en el sensor de la cámara.
Una de mis cámaras favoritas, aunque aun no hace un año que me hice con ella, es la Leica M2. Una telemétrica fabricada en el año 1961 que es sumamente agradable de utilizar, muy precisa en su enfoque por telémetro, e idónea para entrenarse en las técnicas de nuestros ancestros para hacer fotografía documental en condiciones de luz escasa. Os cuento una experiencia con fotos.
En primer lugar os presento la cámara. Como digo, según su número de serie, está fabricada en 1961, tiene más de 50 años, pero está en un estado impecable. El objetivo que lleva habitualmente es un Carl Zeiss C Biogon 35/2,8 ZM, moderno de fabricación pero con una concepción clásica, con el que me hice para acompañar por defecto el aparato. El visor de la cámara presenta marcos para encuadrar las focales de 35, 50 y 90 mm, lo cual me conviene a mi parque de objetivos compatible con esta Leica totalmente mecánica.
Vista desde arriba se observa todo lo que se necesita para hacer fotografías. En el objetivo, una rueda para seleccionar la apertura del diafragma en tercios de paso, y una rueda de enfoque con una generosa escala de profundidades de campo, muy útil para no perder el tiempo enfocando. En el cuerpo, una rueda de selección de velocidades de obturación entre 1 y 1/1000 segundo, más posición B y la velocidad de sincronización del flash de 1/50 segundo, simbolizada por un rayito rojo. No tiene fotómetro. O se usa un fotómetro externo o se estima la exposición. Más clásico, imposible.
Aunque muchos consideran el mando de rebobinado un “coñazo” por su lentitud, a mí me parece una monada. En la actualidad se puede encontrar en la Leica MP, cámara que se puede comprar nueva, y que es básicamente como la M2, pero con fotómetro y algún refinamiento cosmético más. Su visor también admite objetivos de 28 mm de longitud focal. Pero eso puede considerarse como una ventaja o un inconveniente, según gustos. Se usa básicamente igual, pero cuesta casi siete veces más de lo que me costó a mí la M2.
Levantando la tapa trasera podemos ver las entrañas de la cámara. Esta tapa permite un enhebrado de la película más cómodo que con las cámaras de montura de rosca anteriores.
Como la experiencia que narro tiene que ver con la fotografía con luz escasa, va a llevar montado un objetivo Canon S 50/1,8 de segunda generación. Objetivos para montura de rosca M39, compatibles con las Leicas de rosca, y también con las de la serie M con tal de incluir el adaptador correspondiente. Su mecanismo de enfoque se acopla con el telémetro de coincidencia, por lo que la funcionalidad de la cámara es total.
Su calidad óptica no es tan reputada como los Leitz de su época, pero no funciona nada mal. Desde luego tiene buen rendimiento a diafragmas medios de f/5,6 y f/8, pero también se puede usar a plena abertura salvo con el sol de frente. Y tiene algunas ventajas sobre los Leitz. Por ejemplo, el ajuste del diafragma no está en la parte superior del objetivo, sino a 45º en dirección a la ventana del visor. Eso hace que cuando encuadras, por la ventana del visor puedas ver qué abertura estás usando. Con muchos Leitz, eso no pasa.
Para esta prueba de fotografía con luz ambiente escasa, bien nocturna, bien en interiores, opté por cargar la Leica M2 con un carrete de Kodak Portra 400. A partir de ahí, y puesto que sistemáticamente íbamos a encontrarnos en situaciones de luz escasa, situamos los parámetros de exposición en el diafragma más abierto, f/1,8, y con la velocidad de obturación mínima de 1/30 segundo. Si se apreciaba algo más de luminosidad, a 1/60 segundo para evitar trepidaciones. Claro que una velocidad tan lenta no puede fijar el movimiento de una persona al caminar.
La película Kodak Portra 400 tiene mucha latitud de exposición. Dejando más o menos fijos los parámetros podemos asumir que en determinados momentos estamos con una exposición correcta para un IE 400, su sensibilidad nominal, pero en ocasiones sobrexpondremos y en otras subexpondremos.
En lo que se refiere a escenas nocturnas el resultado ha sido razonablemente bueno en lo que se refiere al contraste y los colores. Sin embargo, ha habido un cierto número de imágenes trepidadas. Yo no me puedo considerar un fotógrafo ducho a la hora de disparar a mano alzada con velocidades lentas. Tampoco muy torpe, pero no puedo evitar tomas movidas, salvo si tengo tiempo para preparar el disparo.
Si las fotografías anteriores corresponden a un sábado por la tarde-noche, al día siguiente domingo fuimos a las tiendas de libros y arte del entorno del patio de las Armas, coincidiendo con el mercadillo que se celebra el segundo domingo de cada mes. Aquí, asumiendo mejor iluminación la exposición fue de f/2 y 1/60 segundo. En general, también quedaron correctamente expuestas, siendo aceptables los resultados incluso cuando se detecta que el IE fue mayor que la sensibilidad nominal de 400 ISO.
Con un poquito de entrenamiento, se pueden afinar mejor la combinación de valores de diafragma y velocidad de obturación para mejor rendimiento de la película y con menor número de tomas trepidadas. En cualquier caso, queda demostrado que no hay que tener tanta ansiedad por los IE elevados, si bien es cierto que con cámaras digitales, al necesitar velocidades de obturación más rápidas, el ISO a ajustar en la cámara necesitará ser uno o dos valores más elevados. En cualquier caso, no más de 1600 o como mucho 3200 ISO. Que ya es bastante. ¿Para qué 204.800?