Durante el mes de febrero expuse dos rollos de película negativa en color. Con sendas cámaras Leica. Pero muy distintas. El primer rollo, con la compacta Leica Minilux, de la popular Kodak Ultramax 400; el segundo, con la veteranísima Leica M2 calzada bien con el Zeiss Planar 50/2 ZM bien con el Leitz Elmar-C 90/4, de la prestigiosa Kodak Portra 160. Estaba principalmente en este segundo. A priori, usado con un equipamiento más prestigioso que la compacta de Leica fabricada por Minolta. Y por ello lo comenté primero. Especialmente, porque los resultados fueron decepcionantes. Una subexposición clara en buena parte de los fotogramas hizo que, por prestigioso que fuera el equipo,... pues eso, los resultados fueran decepcionantes.
Pero en las primeras semanas del mes, no me compliqué mucho la vida en este aspecto. Cargué un rollo de Ultramax 400, una película a la que estoy cogiendo un cierto cariño, en la compacta Minilux, y me dediqué a usarla de bloc de notas fotográfico cada vez que veía un motivo que quería conservar en forma de fotografía, en lugar de fiar las circunstancias a la memoria. El usar una cámara ligera, que puedas llevar siempre encima, como bloc de notas fotográfico es algo que recomiendo. Quizá muchas de las fotografías que hagas sean intrascendentes para la mayor parte de los que las contemplen. Pero sirve como entrenamiento personal sobre la luz y las formas y su potencial fotográfico, que viene bien cuando te mueves en un entorno más interesante, como pueda ser un viaje o un acontecimiento.
Ya había usado esta combinación de cámara y película a principios del mes de enero, con buenos resultados. Siendo la Kodak Ultramax 400 una película de ISO 400, podríamos considerarla como adecuada para situaciones en exteriores donde la luz no es excesivamente brillante. Pero comparando los resultados obtenidos en enero, días de luz más tenue, menos brillante, con los de febrero, en los que en Zaragoza son frecuentes ya los días francamente soleados, lo cierto es que la Ultramax 400 muestra su mejor cara con mejor luz. Colores más limpios, más luminosos, saturados pero no sobresaturados. Realmente satisfecho con el resultado.
Y también con este resultado, una enseñanza general que vale para cualquier tipo de equipamiento o técnica fotográfica. Da igual lo potente, prestigioso, caro, complejo... el adjetivo que prefiráis, que sea vuestro equipo, si cometéis errores en vuestra técnica fotográfica, un error en la medición o en el ajuste de la sensibilidad en esta ocasión, los resultados van a ser mediocres o peores que con un equipo más modesto pero con una técnica fotográfica impecable. Estas son las prioridades que hay que tener en cuenta.
Tras el "estreno" de la Leica M6 que ha llegado a mis manos con el Summicron 35/2 ASPH, el fin de semana pasado decidí darle un segundo repaso, pero con un objetivo distinto. Mi primera cámara Leica fue la Leica CL. Una pequeña cámara de objetivos intercambiables, compatibles con la montura Leica M, que estaba pensada como cámara más económica y para aficionados que no se pudieran permitir el coste de las Leica M. Fue desarrollada en combinación con Minolta, que sacó sus propias versiones tanto de la cámara con de los objetivos que específicamente fueron diseñados para ella. Las versiones de Minolta tienen un prestigio tan alto o superior a las versiones de Leica, e incluso sacaron al mercado un segundo cuerpo de cámara inspirado en el primero. Este pequeño sistema tuvo más vida con Minolta que con Leica.
Con la Leica CL se pueden usar todos los objetivos con montura M, salvo algún gran angular cuyos elementos traseros se introducen en exceso en el cuerpo de la cámara y pueden interferir mecánicamente con el brazo móvil que porta la célula de medición de la luz de la cámara. Por que la Leica CL, junto con la Leica M5, contemporánea suya, fueron las primeras Leica telemétrica que incorporaron un fotómetro en el cuerpo de la cámara. El caso es que con aquella cámara salieron al mercado dos objetivos específicos, el Summicron-C 40/2 y el Elmar-C 90/4. Muy compactos, especialmente el 40 mm y de una calidad óptica más que honorable. Tengo los dos. Y es una pareja que me ha condicionado mucho después de probarla, puesto que muchas veces he ido por el mundo con una cámara y una pareja de objetivos de focales similares.
Algo que he leído en múltiples ocasiones es que aunque la bayoneta de estos dos objetivos Leitz-C, por agruparlos bajo una denominación y la de los demás objetivos con montura M son todas mecánicamente compatibles con las monturas de todas estas cámaras, la geometría de los mismos tiene alguna diferencia, y podría producir alguna imprecisión en el enfoque cuando se usan los Leitz-C en las cámaras de la serie Leica M. Pero eso es algo que puede ser verdad, o pudo ser una estrategia de la marca, un aviso que introdujo para que los usuarios de las Leica M no se tirasen a comprar unos objetivos de buena calidad óptica y más baratos, en lugar de comprar otros objetivos de más precio. Así que cuando ha llegado a mis manos una Leica M, siempre los he probado. Especialmente el Elmar-C 90 mm, porque su mayor longitud focal hace que el enfoque sea algo más difícil.
No he querido probar también el Summicron-C 40 mm por dos motivos. El primero, porque su corta focal hace que los errores de precisión en el enfoque se noten menos, al ofrecer habitualmente más profundidad de campo. Cierto es que su apertura máxima es mayor, f/2 frente a f/4. Ciertamente, si se usa una calculadora de profundidad de campo, y se enfoca un objeto digamos a 3 m, la profundidad de campo del 90 mm a f/4 es menor que la del 40 mm a f/2. Aunque la diferencia no sea mucha. El segundo motivo es que todas las Leica M tiene marco para encuadrar una focal de 90 mm, pero sólo la Leica CL tiene marco para encuadrar una focal de 40 mm. Cuando montas el Summicron-C 40 mm en una Leica M... aparece el marco correspondiente a los 50 mm... y tienes que adivinar cuanto más va a aparecer en la foto final. Se puede hacer... pero es un rollo. Una pena, porque como focal de uso general, los 40 mm me gustan más que los 35 y los 50 mm.
Hasta ahora, nunca he tenido problemas para enfocar con precisión el Elmar-C 90 mm, que he probado con una Leica M2, para película tradicional, y con una Leica M-E, digital. Por lo que tiendo a pensar que los avisos de imprecisiones en el enfoque no son más que una estrategia para meter miedo a los compradores de objetivos de la marca en aquella época, en los años 70, y hacer que los usuarios de Leica M no compraran este objetivo más barato. Pero he decidido comprobarlos también con la Leica M6, porque nunca se sabe y, uno que es de ciencias, siempre que puedo confirmo experimental u observacionalmente mis hipótesis. Le puse a la cámara un rollo de Ilford HP5 Plus 400 de 24 exposiciones, y le monté el Elmar-C 90 mm. Y salí a la calle el domingo por la mañana para hacer unas cuantas fotos.
Aunque no había sol radiante, la luz natural era relativamente alta, con un sol suavizado por una nubosidad ligera o simplemente esta nubosidad ligera. Y con ISO 400, la mayor parte del tiempo tuve que usar diafragmas de f/8 o f/11. En el momento en que el objeto de interés estaba lo suficientemente alejado, la profundidad de campo es lo suficientemente elevada para eliminar el efecto de cualquier imprecisión. Aun así, tuve oportunidad de usar en varias ocasiones las aperturas de f/4 y f/5,6 a distancias cortas. Y no he encontrado ningún enfoque incorrecto en ninguno de los fotogramas.
La película la revelé, como de costumbre, en Kodak HC-110, dilución B (1+31), durante 5 minutos a 20 ºC, con diez inversiones tranquilas al principio del revelado, y cinco inversiones tranquilas al principio de cada uno de los restantes minutos. Es un método de revelado que tengo completamente controlado y funciona bien con esta película. La medición de la luz la hice con el fotómetro de la cámara, a un índice de exposición de 320, y la densidad de todos los fotogramas es correcta, salvo los dos primeros en los que había olvidado cambiar el ajuste del fotómetro y se expusieron a IE 50. Aun así, se puede extraer sin muchos problemas la información de los mismos. Las bondades de la HP5 Plus a la hora de aguantar los eventuales errores de exposición.
En fin, como resumen, que como ya suponía, el Elmar-C 90 mm se puede usar perfectamente con la Leica M6. No sé si algún día usaré el Summicron-C 40 mm. Pero salvo la imprecisión del encuadre por falta de la referencia adecuada en el visor, tampoco preveo mayores problemas.
De la gama de películas Kodak Portra, la de menos sensibilidad, la Kodak Portra 160 es con la que menos familiarizado estoy. La he utilizado ocasionalmente, siempre con algunas cámara réflex con un sistema de medición fiable, puesto que siempre he leído que es más exigente que su hermana de ISO 400 en lo que se refiere a la precisión en la medición. Pero tenía algún rollo por casa, y hacía tiempo que no usaba la Leica M2. Lo cual coincidía con el hecho de que tenía sobre la mesa la oferta de usar una Leica M6 de la que os hablé hace poco.
Pero cometí un error notable. Cargué la película hacia principios del mes de febrero, hice alguna foto con ella, pero luego la aparqué a un lado con otras cosas. Y cuando la volví a retomar... había olvidado qué película iba en su interior. Y por algún motivo estaba convencido de que era una Kodak Portra 400 que había ajustado a un índice de exposición de 200.
Y en ello estuve. Haciendo unas cuantas fotos con la Leica M2, con el fotómetro de mano, el Gossen Digisix ajustado a IE 200, con el Zeiss Planar 50/2 ZM como óptica principal, aunque también usé el Leica Elmar-C 90/4 en algunas de las últimas fotografías, convencido en que todo iba a quedar bien. Cuando estaba haciendo como promedio una subexposición de un tercio de paso. Poca cosa diréis.
Ayer me llegó revelado el rollo... y no estoy muy satisfecho. Es cierto que por distintos motivos no he podido valorarlo con el detalle que esperaba. Pero del laboratorio ya me advierten en el correo de remisión que algunos fotogramas están subexpuestos, y que por lo tanto, en esos, no puedo esperar la misma calidad en los colores y aparece mayor nivel de grano en las sombras. Igual modifico más adelante mis impresiones... pero no he acabado excesivamente satisfecho.
Las cámaras Leitz, LEItz CAmera, Leica, supusieron una revolución en la fotografía cuando salieron al mercado en la tercera década del siglo XX; una cámara portable, con una óptica de calidad y un tamaño de negativo, entonces denominado miniatura, que sin poder ofrecer la calidad del formato medio y el gran formato, era suficiente para determinados usos. Cámara viajera, cámara reportera... algo con resistencia y calidad, pero sin peso ni volumen para impedir los movimientos. Y discreta. El tamaño del negativo... bueno, con el tiempo, los 24 x 36 mm que adoptó Leitz para sus cámaras sobre película biperforada de 35 mm, la que se usaba en el cine, aunque doblando la superficie aprovechable para cada fotograma, se convirtió en un estándar de facto. Y en la fotografía digital es un formato llamado pomposamente "formato completo" o "encuadre completo".
Y con el tiempo,... se convirtieron en un mito y objeto del deseo. Pasando a ser, más que herramientas de trabajo, objetos de lujo, objetos para presumir. Con sus variadas ediciones especiales, objetos de coleccionista. Pero la historia de la marca es muy variada. Y ha pasado por no pocas crisis por su apego a la tradición, mientras surgían otras alternativas de calidad y más versátiles. El declive de las Leica como cámara reportera comenzó con la Nikon F, una cámara de visión réflex, mucho más versátil, que también daba una gran calidad, con precios más ajustados. Hoy en día se encuentra en una posición rara... intermedia. Con determinadas líneas de productos intenta ser alguien entre los profesionales, pero con otras se mueve en el de los objetos de lujo. Y muchas veces atrae más a los caprichosos que se lo pueden permitir que a otra gente. Son objetos de precisión, con unos controles de calidad impresionante, y sobretodo, pensados para un sistema de ópticas todavía más impresionante que las cámaras.
La cuestión es que, utilizar una cámara Leica, es un placer. Si te gusta la fotografía y sabes lo que estás haciendo. Y las que son más icónicas, las Leica M... pues además tienes que asumir que tienen algunas limitaciones y adaptarte a ellas, a cambio de una experiencia fotográfica que puede ser muy creativa. Insisto, en la mayor parte de los casos, si sabes lo que estás haciendo. Las cámara Leica tienen un rico mercado de segunda mano, y se devalúan muy poco. Las ópticas, aún menos. Incluso pueden ganar valor. Pero ha habido momentos en los que no era imposible a alguien con una economía normalita adquirir una siempre que supiese lo que compraba y sus limitaciones y posibilidades. Las Leicas IIIf, la Leica CL, su clon la Minolta CLE... Con los años, en un amplio margen de tiempo fui haciéndome con algunas. Y disfrutándolas. La Leica CL en el año 2000. La Leica IIIf en 2002. La Leica M2 en 2012. Y todas ellas con precios mucho más asequibles de lo que la gente se imagina. No voy a entrar en el mundo de las Leicas digitales. Sólo hablaré de las destinadas a su uso con película tradicional.
La Leica M2 es una cámara con la que me he divertido mucho. Incluso me ha acompañado en algún viaje. Tiene todo lo esencial de una cámara del sistema, pero algunos elementos en su concepción la han convertido en una de las más asequibles. No obstante, en estos momentos una M2 en las mismas condiciones que la que yo compré en 2012, como mínimo ha duplicado su precio. Probablemente más. Sin objetivo. Una cámara mecánica, sin fotómetro, que se fabricó entre 1957 y 1968, con una construcción más sencilla y "barata" que la prestigiosa M3, pero con una ventaja importante para algunos. Su visor estaba pensado para un objetivo de 35 mm de focal en lugar de los 50 mm de focal tradicionales de la M3. Que necesitaba visores externos o "gafas" para los objetivos de 35 mm. Siempre he pensado que era la cámara idónea para iniciarse en el sistema. Aunque ya digo que en los últimos años se han ido disparando poco a poco.
Pero si se han disparado para la M2... no digamos para el resto. Especialmente para la M6 y posteriores. La M6 no fue la primera cámara del sistema con fotómetro incorporado, las primeras fueron la M5 y la CL, suponiendo que la CL entre en el sistema por el hecho de llevar la misma montura que la serie M para los objetivos. Pero estas dos tuvieron poco éxito y poco recorrido. Así que la M6 y sus variantes fue la primera cámara con cierto éxito y recorrido, que llevaba un fotómetro incorporado. Un fotómetro de medición parcial, es decir, que no ofrecía una medición más o menos integrada o ponderada de toda la imagen, sino sólo de un círculo central de la misma que abarca aproximadamente entre un 20 y un 25 % de la misma. Así que tienes que saber dónde apuntar y cómo interpretar la medición si quieres obtener una exposición correcta.
Con el tiempo, mi M2 sufrió problemas. Sufrió un accidente que hizo precisase una reparación. Pero non fue completa... eso hubiera supuesto su remisión a un taller especializado, capaz de conseguir reemplazos del telémetro, que si existen todavía, no son especialmente baratos, ni su mano de obra. Prácticamente, me ponía en el precio de lo que me costó la cámara. Entendámonos, soy capaz de enfocar con precisión con el telémetro tal y como está ahora. Pero he perdido una de las líneas de referencia del marco de la focal de 50 mm, y se percibe que uno de los espejos del sistema óptico está fracturado. Cuando hace cuatro años conocí a la cámara que os presento hoy y que en estos momentos tengo en casa disponible para usar... empecé a pensar en su adquisición. Pero nunca tuve claro si me merecía la pena. Y en ese tiempo... los precios se han puesto... si no imposibles, puesto que los puedo pagar, sí inmorales.
Este ejemplar que ya digo tuve por primera vez entre mis manos hace cuatro años, pero sin usarlo, lo tengo ahora en casa, en depósito. Por decirlo de alguna forma. Por tiempo... relativamente indefinido. No voy a entrar en detalles. Con derecho a compra, si realmente me convence. Es una Leica M6, cuyo año no he comprobado todavía, el modelo básico en negro, en un estado estupendo, salvo la tapa del compartimento de las pilas que está rayada. Fue muy poco usada por su comprador original, un caprichoso, y no fue usada en absoluto desde 1999 hasta 2015. Entonces sufrió una limpieza y revisión porque el heredero de la cama pensó en usarla. Pero le pareció excesivamente "complicada" y "primitiva"... por lo que su último rollo es de finales de 2016, cuando yo la conocí. La he probado con un rollo de Ilford Pan F Plus, ISO 50, que tenía en el frigorífico conservada, aunque pasada de fecha de caducidad.
La película la expuse en un paseo por el centro de Zaragoza, sin mucha preocupación sobre los motivos, simplemente para comprobar que mecánicamente todo era correcto. El objetivo usado es el Leica M Summicron 35/2 ASPH. Y para comprobar si el fotómetro iba bien, tras ponerle una pila de litio adecuada. Lo revelé en Kodak HC-110 dilución B durante 4 minutos a 20 º C. Los negativos los digitalicé con la Panasonic Lumix G9 y el Macro-Elmarit 45/2,8 OIS ASPH a la resolución normal de la cámara, de 20 megapíxeles. Algo menos por el recorte a 3:2 cuando el sensor es un 4:3. Todos los negativos del rollo, los 36, están correctamente expuesto. Parece que yo no he olvidado como se usa un fotómetro de medición parcial y el fotómetro funciona perfectamente. O mis errores al medir la escena han corregido los errores casualmente en todos los casos los errores del fotómetro. Pensaremos que es el primer caso.
Las fotos no tienen nada de especial en sus contenidos. Pero la combinación de una película de grano fino y alta nitidez con un objetivo que algunos consideraban el mejor 35 mm para el formato de 24 x 36 mm hasta la presentación reciente del APO-Summicron 35/2 ASPH,... es muy fácil tratar la información de estos negativos. Cierto que en el momento en que me metí en la sombra, obligado a usar velocidades de 1/30 segundos hay alguno con falta de nitidez... y es que ISO 50 es muy poquito. Pero bueno... una delicia. ¿Suficientemente bueno para "sustituir" a la Leica M2? Mmm.... el jurado está todavía deliberando. La ganancia de llevar el fotómetro incorporado y el telémetro perfecto no es tan grande como parece. Al fin y al cabo, con este tipo de cámaras estoy acostumbrado a enfocar por zonas usando la escala de profundidades de campo y la estimación de la exposición correcta a partir de mediciones con el fotómetro de mano solo cuando las condiciones de luz cambian notablemente. Ya veremos... que dijo un ciego a otro ciego.
A principio de febrero fue el cumpleaños de mi sobrino; 12 años. Como tenía una parte del equipo Pentax en buen estado pero sin usar, le regalé la Pentax K-X, con el objetivo zoom de kit, un 18-50 mm creo que es, o algo parecido, nunca lo he usado, con sus baterías, alguna tarjeta de memoria y una mochila fotográfica en buen estado que no uso. Un par de semanas más tardes se sugirió un paseo familiar para que el chico fuera fogueándose, al mismo tiempo que le podía orientar en la técnica básica de la toma fotográfica. Yo mismo cogí alguna cámara para el paseo. Una digital, la Panasonic Lumix G100 para demostrar los conceptos de forma práctica, y la Fujifilm GS645S Wide 60 con un rollo de Ilford HP5 Plus 400 por si se prestaba la tarde a alguna foto en blanco y negro.
Lo cierto es que cuando salimos a las cinco de la tarde de casa, la luz era muy agradable. No era nada dura, porque se mezclaba la progresiva caída del sol hacia el horizonte en su recorrido de la bóveda celeste, con algo de nubosidad que matizaba la luz. La Ilford HP5 Plus 400 es una película que, según mi experiencia, se defiende bien con una luz no muy intensa, pero que cumple mejor si las escenas tienen un contraste razonable que si son muy planas. Y desde ese punto de vista, la situación parecía idónea.
No obstante, conforme avanzó la tarde, las nubes fueron más abundantes, y bastante antes de llegar a la puesta de sol, prevista esos días entre las seis y media y las siete menos cuarto de la tarde, bloqueaban mucha de la agradable luz que teníamos al principio del paseo, haciéndola mucho más plana y mucho menos interesante. Así que no terminé las quince exposiciones del rollo, lo cual hice unos días más tarde en un paseo por el casco histórico de Zaragoza, en el que también algunas nubes en el cielo matizaban la luz y eliminaban los fuertes contrastes que ya tenemos en las horas centrales del día. Se acabaron los días invernales de luz agradable, casi por defecto.
Ningún misterio en el procesado de la película. Revelado típico y tópico en Kodak HC-110 dilución B (1+31) durante 5' a 20 ºC. Como hago habitualmente, agito con moderación, cinco inversiones completas y tranquilas al principio de cada minuto de los que dura el revelado. Tras el paro y el fijado convencional, lavado abundante y aclarado final con agua destilada y humectante para secar tranquilamente en un entorno libre de polvo. Los negativos fueron digitalizados con la Panasonic Lumix G9 en su modo de alta resolución, que nos ofrece sus buenos 80 megapíxeles, que en negativos de formato medio pueden merecer la pena, con el Leica Macro-Elmarit 45/2,8 OIS ASPH cerrado a f/5,6. Los archivos obtenido tienen un tratamiento mínimo de ajuste del punto negro y el punto blanco en Pixelmator Pro, así como enderezar los negativos algo inclinados, o recortar algún elemento sobrante en alguno de ellos.
Las fotografías no son nada especial. Pues eso, el resultado de darse unos paseos con la cámara y mantener entrenado el ojo. En cualquier caso, como ya he comentado, usada la película en sus mejores condiciones. Sin muchísima luz en el ambiente, pero con suficiente contraste para no tener que hacer procesados intempestivos para corregirlo que acaban incrementando en exceso el grano aparente de la película. Lamentablemente no dispongo de tiempo ni equipamiento a mano para un procesado en cuarto oscuro tradicional, en el cual seguro que se obtendrían copias decentes. Quizá más adelante. Dentro de unos cuantos años, cuando me jubile. Aun falta... pero seguro que luego me quejo de que el tiempo pasa muy deprisa. Como hace todo hijo de vecino.