Hoy tenemos una excursión fotográfica a Ejea de los Caballeros y no tenía pensado actualizar ninguno de los blogs. Pero me he desvelado pronto de madrugada y he decidido abrir todas las ventanas y balcones de la casa para que entre el escaso fresco de las primeras horas de la mañana, y aprovechar el rato.
Comenté hace unos meses el comportamiento de la película Rollei Superpan 200, una película en blanco y negro, heredera de las emulsiones que configuraron las antiguas Agfa Scala 200X, y que con una sensibilidad nominal de 200 ISO, es una película de uso general bastante aceptable.
Pero esta emulsión tiene una característica interesante. Y es que tiene una sensibilidad espectral extendida a todo el espectro visible, incluidos los rojos profundo y el infrarrojo inmediato. Mientras que muchas de las llamadas películas denominadas pancromáticas son parcialmente sensibles a los tonos rojos. Fundamentalmente, a los más próximos a los naranjas, siendo más unas semipancromáticas u ortopancromáticas. Recordemos que las ortocromáticas son ciegas a los colores rojos, por lo que las hojas de formato grande se pueden revelar en bandeja con luz roja y a la vista del laborante, al estilo de las antigua fotografía a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Por lo tanto, la Superpan 200 es susceptible de ser utilizada con una diversidad de filtros, obteniéndose distintas estéticas en función de los mismos y de los motivos seleccionados en la fotografía. Veamos una toma general del Parque de la Memoria de Zaragoza, con filtros Heliopan nº 8 (amarillo), Heliopan nº 25 (rojo) y Hora R72 (infrarrojo).
No debemos confundir el filtro R72 Infrarrojo, cuya misión es bloquear el espectro visible y dejar pasar sólo el espectro infrarrojo, con los filtros de infrarrojos que llevan incorporadas las cámaras digitales y cuya misión es la opuesta; bloquear el espectro visible y dejar pasar sólo el espectro visible, para evitar desviaciones en los colores.
Esta prueba de la película la realicé con la cámara Fujifilm GS645S Wide 60 Professional, que tiene un objetivo incorporado Fujinon 60/4 con una rosca de filtro de 49 mm, lo cual permite usar filtros de buena calidad sin gastar enormes cantidades de dinero. Por ejemplo, usar los filtros de 67 mm que exige el Zeiss Planar 80/2,8 de la Hasselblad hubiera triplicado casi el coste de los filtros, especialmente del infrarrojo, que es el más caro.
La película fue revelada en revelador Kodak HC110 en dilución B (1:32 o 1+31), durante 6 minutos a 20 ºC. Es sencillo de hacer.
La dinámica de la toma de imágenes fue la siguiente. Con la cámara puesta en un trípode, fui tomando alternativamente la misma escena con los filtros amarillo, rojo e infrarrojo en este orden. La medición de la luz se realizó con un fotómetro externo de luz incidente Gossen Digisix. Siendo la sensibilidad nominal de la película 200 ISO, con el filtro amarillo se midió para un índice de exposición de 80 (pierde 1,5 pasos de luz), con el filtro rojo para un índice de exposición de 25 (pierde 3 pasos de luz), y con el filtro infrarrojo para un índice de exposición de 6 (pierde 5 pasos de luz, mostrándose aparentemente opaco). De esta última situación deriva la necesidad del uso del trípode, además de asegurar las equivalencia de las tomas en el encuadre.
En líneas generales, las fotografías realizadas con el Heliopan nº 8 (amarillo) muestran un contraste y una conversión de los tonos en color a tonos en blanco y negro más natural, la que mejor nos da la sensación de que son "los tonos correctos". Son imágenes agradables y que asumimos fácilmente como "la realidad". Las fotografías realizadas con el Heliopan nº 25 (rojo), de las que sólo voy a poner un par, se han movido en un terreno intermedio, y desde mi punto de vista subjetivo, salvo en el caso de la bañista del Parque de la Memoria, la solución menos agradable, menos convincente. Es menos natural que el filtro amarillo, pero no llega al efecto llamativo de las fotografías realizadas con el Hoya R72 (infrarrojo), que muestran plenamente el efecto de fotografiar aprovechando exclusivamente los rojos más profundos, casi invisibles en algunos casos para el ser humano, depende de la variabilidad interpersonal, y el infrarrojo cercano. Cielos oscuros, vegetación luminosa, piel y determinados tejidos en las personas muy luminosos, sombras profundas... Es una de las pocas ocasiones en las que fotografiar en las horas del medio día puede ser más eficaz.
Me hubiera gustado tener disponible para esta entrada los negativos que expuse hace unos 20 años en el Parque Nacional de Ordesa con la ya desaparecida Kodak High Speed Infrared. Aquella era una película muy delicada de utilizar por los siguientes motivos. Tenía mucha más sensibilidad al espectro infrarrojo, por lo que había que tener mucho cuidado al cargarla o descargarla de la cámara, ya que se velaba con facilidad. Necesariamente había que usarla con un filtro, yo la usé con un filtro rojo, ya que su aspecto con el espectro visible normal no era muy allá. No se podía usar con determinadas cámaras, como mi Canon EOS 100, ya que estas incluía una pequeña luz infrarroja para controlar el avance motorizado de la película y provocaban velados en la emulsión. Al transportarla, tenías que evitar someterla a fuertes fuentes de calor; no olvidemos que es la radiación infrarroja la que transporta la irradiación térmica. Tenía un fuerte grano, que daba un aspecto pictorialista a los paisajes, ya que además los objetos fuente de radiación infrarroja aparecían como rodeadas de un halo blanquecino.
No. No sirven, ni aquella ni esta, para ver a las personas en pelotas.
Las diferencias entre fotogramas, es decir, el efecto del filtro infrarrojo depende mucho de los elementos de la composición. Un cielo azul profundo, no velado por nubes, aparecerá muy oscuro, a veces casi negro. La presencia del follaje de la vegetación ofrecerá grandes zonas de blancos intensos, que nos deberán hacer pensar si utilizamos un índice de exposición de 12 para evitar quemar en exceso las luces, o al menos corregirlo luego en el escaneo. Todos los tonos rojos, por ejemplo el de la falsa "torī" sintoista de este gimnasio de artes marciales en Torrero, aparecerán también con tonos muy claros, en las altas luces. En función de que estos elementos esté presentes en el fotograma, el efecto del filtro es más fuerte.
Frente a aquella antigua película que he comentado, la Rollei Superpan 200 es menos delicada de usar porque su incursión en la sensibilidad del infrarrojo es más moderada. Además, su granuralidad no se modifica, y está bastante contenida. Usada además en formato medio, con negativos de buen tamaño, el grano es prácticamente inaparente en ampliaciones modestas. Perdemos el aspecto pictorialista que ofrecía la antigua película de Kodak, si eso es lo que buscábamos. Aquí los objetos tienen los límites bien definidos, sin halos.
A mí me ha convencido esta película, que está especialmente indicada para estos tiempos de verano, de días radiantes, de abundante follaje en los árboles. En invierno, especialmente sin hojas en los árboles y con las herbáceas de capa caída, será menos interesante. Mantendré siempre un pequeño stock de estos carretes por si viene bien usarlos.
Hace una semanas estuve probando la película Rollei Superpan 200 y os lo conté a su debido tiempo. Allí señalaba que esta película se puede usar de formas diversas. En esa primera prueba, el uso que le di fue el de una película en blanco y negro convencional de sensibilidad media. Pero también comentaba que esta película tiene una sensibilidad extendida en la gama de los infrarrojos. Lo que pasa es que para aprovechar esa circunstancia de forma específica hay que utilizar un filtro de color rojo profundo o, mejor aún, un filtro que prácticamente sólo deje pasar las longitudes de onda infrarrojas.
Con ese fin, en el encargo de película que hice durante este mes de febrero pedí algunos rollos más de Rollei Superpan 200 en formato 120. Pero es pronto para usarla. Las situaciones más adecuadas para probarla es cuando la vegetación esté verde, exuberante,... y ese momento no ha llegado. Los árboles de hoja caduca todavía están esqueléticos por el invierno, y con los de hoja perenne no tengo claro que el efecto sea tan llamativo.
No obstante, encargué también hace unos días un filtro Hoya R72 Infrared de 49 mm. Este filtro deja pasar la radiación electromagnética de longitud de onda de 720 nm (nanometros), que es un rojo muy muy profundo, en el límite del espectro visible, y más largas en el espectro de los infrarrojos. Habitualmente lo percibimos como opaco, aunque si lo apuntamos hacia alguna fuente de luz intensa, esta la podremos percibir con un tono rojizo por transparencia. Me vale para muchos objetivos Pentax y para el de la Fujifilm GS645S Wide de formato medio.
Los captores de la imagen de las cámaras no son sensibles solamente a la luz visible, también capturan las longitudes de onda infrarrojas. Y por ello, sobre los mismos, los fabricantes colocan un filtro infrarrojo que bloquea las mismas. Si no es suficientemente eficaz, se producen alteraciones en algunos colores. Y si no que se lo pregunten a Leica que se metió en un berenjenal con su Leica M8 porque dicho filtro no era suficiente. Incluso dicen que la M9 también sufre ligeramente de ese problema. No sé. Yo tengo una M-E, que en la práctica es lo mismo que una M9 y no he notado nada... pero ya veremos. El caso es que esto es una prueba de que a los sensores digitales les llega algo de radiación infrarroja, y con exposiciones suficientemente largas y un filtro como el Hoya R72 tenemos fotos. La que he puesto más arriba es una de ellas, realizada con la Pentax K-S1, el SMC-DA 21/3,2 Limited y el filtro Hoya R72, y luego convertida a blanco y negro. Hojas verdes de las enredaderas y cielos oscuros... lo típico de la fotografía infrarroja tradicional en blanco y negro. Aunque sin abusar del efecto.
Pero, ¿qué pasa si no la convertimos a blanco y negro? ¿Cómo queda la fotografía?
En primer lugar, decir que hay cámaras preparadas a tal efecto, que han vendido tanto Canon como Nikon, generalmente para uso astronómico. Y en segundo lugar, que hay talleres que sustituyen el filtro que bloquea los infrarrojos de los captores digitales y lo sustituyen por otro con una tolerancia amplia. Operación delicada que habrá que hacer con muuuuuuuucho cuidado. Yo escribí en una ocasión a un taller que proponía este servicio un correo electrónico, con el fin de indagar lo que me costaría convertir la Canon EOS 40D, pero nunca me contestaron. Es lo ideal para la fotografía infrarroja digital.
Pero vamos a ver qué pasa si no modificamos la cámara. ¿Qué es lo que obtenemos?
Pues con la configuración en la Pentax que he mencionado antes, con aperturas de entre f/5,6 y f/11, y tiempos de exposición entre 30 segundos y 2 minutos, aun con el equilibrio de color en automático, si hacemos pasar la luz por un filtro rojo profundo que percibimos como opaco,... obtenemos una fotografía roja. Totalmente. O por lo menos eso parece.
El caso es que a pesar de su aspecto, la fotografía no es totalmente roja. Podemos buscar un punto gris, para corregir el equilibrio de color y ver lo que pasa. Yo lo he hecho en Affinity Photo. En Adobe Lightroom o en Adobe Camera Raw no quedan bien porque no corrigen lo suficientemente el equilibrio de color para llegar al tono neutro donde lo elijamos.
Pues nos queda una cosa rara... no especialmente atractiva... ¿verdad? Bien. Ahora viene la "magia". Y la "magia" consiste en utilizar en nuestro programa de retoque favorito, para la mayor parte del personal alguna versión de Adobe Photoshop, para mí Affinity Photo, una capa de ajuste del "Mezclador de canales". Y con ella hacer lo que se llama una inversión de los canales rojo y azul.
Si abrimos esta herramienta y seleccionamos el canal rojo, vemos que los valores que aparecen son rojo 100 %, verde 0 %, azul 0 %. Pues bien, los cambiamos a rojo 0%, verde 0%, azul 100 %. Y si luego seleccionamos el canal azul, vemos que los valores que aparecen son rojo 0 %, verde 0 %, azul 100 %. Pues bien, los cambiamos a rojo 100 %, verde 0 %, azul 0 %. El verde lo dejamos en paz. Os habéis fijado, ¿verdad? Hemos puesto en el canal rojo los valores que tenía el azul y viceversa. Inversión de canales. Si luego ajustamos el contraste, la luminosidad, el tono... no necesariamente mucho... nos quedan fotografías como estas.
Esto ya está mejor. Quedan colores raros, surrealistas. Con la vegetación blanca o de color gris. Pero con el cielo azul. También observamos fenómenos curiosos. En la tercera de esta última serie, la del ciprés, observaréis que de uno de los tejados sale un surtidor blanco... que en vivo y en directo no se veía. Es una chimenea de salida de vapor de agua. Que es invisible habitualmente. El humillo blanco que vemos en ocasiones se debe a la condensación del agua en minúsculas gotas al entrar en contacto con el aire más frío. Pues bien, en esta ocasión, lo que sucede es que el calor se transmite en la radiación infrarroja, y como el vapor de agua que sale por esa chimenea está más caliente que el aire que la rodea, al pasar por el filtro infrarrojo algo llega al sensor y se ve blanco. Chachi.
La Pentax K-S1 no se lleva bien con las exposiciones largas. De hecho, la velocidad más lenta que se puede seleccionar son 30 segundos. Para llegar hasta dos minutos hay que usar el modo B (bulb) y un cronómetro. Pero aparecen una antiestéticas bandas en los fotogramas. En la fotografía del ciprés se puede observar una de ellas en el lado derecho de la imagen.
Una vez en casa, se me ocurrió que mi Olympus Zuiko Auto-W 21/3,5 al que le puse una montura para Canon EF tiene un diámetro de filtro de 49 mm, así que lo probé desde el balcón de mi casa con la Canon EOS 5D Mark II.
La cosa parece qeu funcionaba, aunque con unos tonos rojizos en parte de la imagen que no alcanzaba a explicar... pero pasemos a la segunda parte del experimento.
Si todo esto sucedía el sábado 18 de febrero, el domingo 19 me cogía el coche para ir a Remolinos a ver la exposición que el amigo Txabi Beroitz tenía organizada con enLATAmus, y que clausuraba ese día. Cogí la EOS 5D Mark II con el 21 mm de Olympus y me fui para allá. No me olvidé de coger el trípode y el filtro Hoya R72.
Decir que disfruté mucho de la exposición de Txabi, que además de estupenda de contar con el aderezo de su conversación y explicaciones, y con la presencia de Miguel Sanz Lázaro, hombre de gran corazón fotográfico y de lo demás, acompañado de su mejor mitad. Y además Txabi tuvo el detalle de obsequiarnos con un juego de fotografías de su exposición en tamaño postal y firmadas.
Pero a lo que vamos, desde el principio de este largo artículo. La fotografía infrarroja. El caso es que el día no salió tan bueno como esperaba. Faltaron a ratos los cielos azules, y cuando aparecieron el paisaje no era propicio.
Aun así alguna foto hice que conversión a blanco y negro quedaban vistosas. Porque las de color... Ahora lo explico.
El diseño de objetivos para cámaras digitales es más complejo que para cámaras de película tradicional. Para conseguir el mejor rendimiento es necesario que los rayos de luz lleguen lo más perpendicularmente que sea posible al captor de imagen. Si no, se produce cierta degradación en los bordes y las esquinas de la imagen y un notable viñeteo, especialmente con aperturas grandes.
En el caso de las cámaras sin espejo, como las Leica, donde la distancia desde la lente más trasera del objetivo a la superficie sensible es muy corta, incluso se producen desviaciones del color que las cámaras corrigen a través de la programación de su hardware. Cuando uso mi 25/4 de Voigtländer con la Leica M-E, si no cuido de introducir en la cámara la corrección más oportuna, quedan los laterales de la foto con colores desviados y feos. Con las réflex, en la que esa distancia entre lente trasera y superficie sensible es mayor, a lo mejor no aparecen estas desviaciones de color habitualmente, aunque el problema de los viñeteos se da.
Bien, pues al utilizar el filtro infrarrojo, observemos la siguiente escena. Con el equilibrio de color corregido, pero en una primera versión sin inversión de los canales de color y otras con ella.
En esta ocasión... tenemos dos versiones de la foto que pueden ser válidas, según busquemos un rendimiento cálido... como si estuviésemos ante un atardecer, el día estaba con nieblas altas,... o frío,... como un nublado frío, y nevado.
Pero la cuestión es que el 21 mm de Olympus, que es razonable si el filtro, obsérvense las fotos de la exposición de Txabi, no presentan ningún problema, con el filtro para luz infrarroja nos produce desviaciones de color. Que pueden producir algún efecto interesante, aunque no es lo que yo estaba buscando.
En esta fotografía, donde abrí algo más el diafragma, aun se nota más el extraño viñeteado.
Habría querido probar el filtro con otras cámaras. Antes de ayer lo intenté con la Olympus OM-D E-M5 y el Panasonic Leica 15/1,7 ASPH. Tiene una rosca de 46 mm pero dispongo de un adaptador de rosca de 46 mm a filtro de 49 mm. Pero me dejé la tarjeta de memoria en casa. Ayer no pude. Hoy ha salido nublado. Ya lo probaré otro día. Pero de momento creo que he dejado claro que existen algunas posibilidades creativas que no son descartable. A cada uno le toca experimentar, fotografiar y encontrar su camino. Yo me limito a hablar del mío, cuando me lleva a sitios interesantes o cuando me lleva a caminos cortados sin destino y me tengo que dar media vuelta. Pero lo divertido es recorrerlo. Incluso si sólo nos ilumina la luz infrarroja.