Publiqué hace unos días algunas fotografías de un par de rollos de Lomography 100 Earl Grey realizados con mi Yashica Mat 124G. Como ya comenté, fue mi primera cámara de medio formato, pero que desde hace cuatro años prácticamente no la he usado porque un accidente estropeó algunos elementos sin los cuales su manejo es muy poco práctico. Habiendo llegado a una situación de compromiso, me apetece volver a usarla. Veamos como recordtorio el aparato, una réflex binocular de aspecto muy clásico.
En sentido estricto, pocas ventajas ofrece sobre el uso de la Hasselblad 503CX con el Planar 80/2,8. La distancia focal del objetivo es la misma, pero el Planar es 2/3 de punto más luminoso; f/2,8 frente a f/3,5. La visión réflex directa de la Hasselblad soslaya el error de paralelismo del visor réflex binocular de la Yashica. El Planar tiene un diseño mucho más avanzado que el derivado de la fórmula del Tessar que tiene la Yashica, aunque reconozco que este tiene mucho encando. Esas ventajas son que la cámara es mucho más ligera, y que la Yashica tiene un fotómetro incorporado... que incluso después de haberle puesto pilas nuevas no tengo claro que esté bien calibrado.
No quedé muy contento con las fotografías realizadas con la Earl Grey de Lomography. El contraste era bajo, muy bajo, y daba la impresión de que había un elevado grado de difusión de la luz en el fotograma. Dos posibles explicaciones tenía esa situación, dadas mis experiencias previas. Que la película se hubiese comportado mal por algún motivo, era la primera. Resultaron negativos claramente sobreexpuestos, cosa que me extrañó un poco ya que medí con fotómetro de luz incidente que suele ser muy preciso. Pude cometer algún error en todo el proceso. La segunda explicación era que, habiendo abusado de las composiciones a contraluz, el objetivo de la Yashica no hubiese sido capaz de aguantar adecuadamente la situación. No recordaba un comportamiento de este tipo con esta cámara, pero era evidente que cuando el contraste original de la escena era más exagerado, especialmente con las situaciones a contraluz, más acusada era la pérdida de contraste.
Lo cierto es que en esos días también tiré un rollo de Rollei Superpan 200 Pro, usando el filtro Hoya IR72 de modo que sólo llegasen a la emulsión sensible las longitudes de onda correspondientes al rojo muy muy muy profundo y al infrarrojo cercano. Como las rosca del objetivo no se corresponde con la Bayoneta tipo I de la cámara para fijar complementos a su sistema óptico, el filtro fue sostenido a mano delante del mismo durante la exposición. Sólo en uno de los fotogramas, que podéis ver a continuación, en el que la luz llegaba desde un lateral, hay un artefacto debido a un reflejo indeseado de la luz.
El contraste general de las escenas, aunque ligeramente más bajo del que obtengo con la Fujifilm GS645S Wide 60, es bueno.
Es cierto que por la propia naturaleza del paisaje en el espectro del infrarrojo, tengo ya la experiencia para no orientar nunca la cámara hacia el sol. El efecto buscado, el contraste entre las zonas de la excena que reflejan abundante luz infrarroja y las que no, se ve muy atenuado si el sol entra en la escena o se encuentra próximo a la misma. Por lo tanto, los peligros de pérdidas de contraste por contraluces y escenas similares es mucho menor.
En general, la experiencia es positiva. No había realizado paisajes en el espectro del infrarrojo en formato cuadrado, y creo que es una opción interesante que merece la pena tener disponible. El otoño en Zaragoza va muy retrasado, así que todavía había en la primera mitad de noviembre abundante follaje verde en los campos y parques próximos, por lo que se puede aprovechar todavía para este tipo de fotografía. Y así sigo ganando experiencia, y añadiendo alguna nueva fotografía al modesto porfolio que voy a recoger de fotografía infrarroja en paisaje urbano y periurbano.
Durante el verano he ido realizando una serie de paisajes en blanco y negro en el espectro del infrarrojo recorriendo las riberas del río Ebro a su paso por Zaragoza. A un ritmo más lento de lo que yo pensaba. Mi idea era que el modesto proyecto de reflejar el conjunto de las mismas bajo esta forma de expresión fotográfica pudiese culminar antes de la llegada del otoño. Es importante la presencia de vegetación en abundancia y temperaturas cálidas para conseguir el mayor efecto con este tipo de material. Pero unas semanas hasta que repuse película, más el tiempo no siempre apropiado otras veces, han hecho que la cosa haya ido más despacio de lo que pensaba.
Hace un par de domingos... o tres, que el tiempo pasa muy deprisa, afronté una de las etapas de este proyecto, pero con una variante. Hasta ese momento había utilizado la Fujifilm GS645S Wide 60, formato medio de 6 x 4,5, y película Rollei en sus variantes Superpan 200 Pro y Retro 80S, con el consabido filtro Hoya IR72. Con buenos resultados. En esta ocasión, opté por un carrete de película de 35 mm de Superpan 200 Pro. Más del doble de oportunidades, menos tamaño disponible.
El entorno escogido para esta subserie fue el del azud del río Ebro, a ambas orillas, en una mañana de domingo muy luminosa, lo cual estaba muy bien para mis propósitos, pero con el hándicap de un viento quizá demasiado intenso. La abundancia de luz me permitió velocidades de obturación de entre 1/15 y 1/30 segundos. Pero el riesgo de imagen borrosa por el movimiento de las ramas de los árboles por el viento estaba ahí. Protegí la cámara con mi cuerpo, e intenté aprovechar los momentos en que el viento amainaba. Pero indudablemente, en algunas fotografías se nota ese movimiento de las ramas y las hojas.
Hubiese podido optar por cerrar el diafragma más allá del f/11 que fue mi apertura de trabajo, y buscar el efecto de movimiento de las nubes con velocidades aún más lentas. Pero aunque había alguna, que iba a destacar sobre el oscuro cielo que obtenemos en la fotografía en el espectro infrarrojo, era insuficientes para dedicarse a ello.
Tenía varias posibilidades para escoger una cámara de 35 mm con las que realizar la subserie de fotografías. La más obvia quizá fuera la Pentax MX, ya que los diámetros de filtro de 49 mm, como el de mi IR72, fueron un estándar en los objetivos Pentax de enfoque manual. Pero al final decidí usar la Canon EOS 650 con dos objetivos. En realidad, me llevé dos, pero prácticamente solo usé uno con el filtro infrarrojo; el Olympus Zuiko Auto-W 21 mm f/3,5 con la montura adaptada de forma permanente con una montura Canon EF. Muy adecuado por su focal para el paisaje, el único miedo que me producía es que el filtro, cuya montura no es excesivamente fina, provocase un viñeteado mecánico, obscureciendo las esquinas de los fotogramas. Aunque en alguno de ellos se aprecia algo de esto, no es un efecto preocupante, no siempre se nota, y cuando lo hace, no queda mal.
Digitalicé los negativos fotografiándolos contra una mesa de luz con la Pentax K-S1 calzada con el objetivo SMC-A 100 mm f/4 Macro. Con la ayuda de una lente de aproximación, podría haber conseguido un elevado nivel de ampliación, aprovechando buena parte de los 20 megapíxeles que ofrece esta cámara, pero decidí no incluir ese complemento, y conformarme con unos cuantos menos, entre 11 y 12 megapíxeles, pero de mejor calidad.
Como poco a poco he ido depurando esta forma de digitalizar los negativos, para este formato pequeño me da una apreciable mejor calidad que con el escáner de sobremesa, que reservo para los negativos de medio formato.
Dicho lo cual, he decir que estoy bastante satisfecho con el resultado, aunque es mucho más cómodo y se obtiene una información más nítida con el formato medio, al que he vuelto en un par de carretes que he expuesto con posterioridad, aunque todavía no he revelado. Olvida decir que el revelado fue en Rodinal 1+25, durante 8' a 20 ºC.
No expuse todo el carrete bajo el filtro infrarrojo. Como no había utilizado nunca esta película en formato pequeño, cuando emprendí el camino de vuelta hacia el autobús urbano que me devolvería a casa, quité el filtro, y calcé el EF 50/1,8. Podría haber usado este objetivo con el IR72, tiene una montura de filtro de 52 mm, aunque con un adaptador permite usar sin problemas los de 49 mm, pero no me surgió la ocasión.
Os muestro algunos ejemplos de las fotografías con las que terminé el carrete. Sin filtro alguno, olvidé el filtro amarillo en casa, que me hubiera venido bien para aumentar el contraste, obtuve unas fotografías con una gradación de grises muy agradable, y un contraste relativamente bajo para las condiciones de luz reinantes. Evidentemente, la sensibilidad extendida hasta el infrarrojo cercano de la película se nota, y no tiene el mismo rendimiento que otras películas más comunes. Que guste más o menos, es una cuestión muy personal, no obstante. Pero es una película cómoda de usar, y con un grano contenido para tener una sensibilidad nominal de ISO 200/24º. Sirvan también para comparar la diferencia de estética entre usar o no usar el filtro que bloquea la luz visible en todo su espectro salvo el rojo más profundo, y a menudo invisible a nuestros ojos, y el infrarrojo cercano.
Con menos frecuencia de la que esperaba, fundamentalmente por culpa del tiempo, aunque no sólo, sigo experimentando y fotografiando en el espectro del infrarrojo. Hoy, por ejemplo, tenía disponible la mañana y parte de la tarde para hacer algún nuevo carrete en los puentes del Ebro, pero estamos con un buen nublado en Zaragoza y la temperatura no ha subido de los 22 o 23 ºC. Un tiempo más otoñal que de finales de verano en esta ciudad.
Tenía previsto durante unos cuantos días el combinar la fotografía estenopeica con la infrarroja. Durante todo el fin de semana pasado tuve preparado un equipo para ello, pero hizo mucho viento. Excesivo. Los tiempos de exposición previstos iban a ser largo. Pero por fin, el martes de esta semana tuve un momento, y el tiempo fue adecuado.
Elegí una cámara estenopeica para rollos tipo 120, película de formato medio, la Ondu Pinhole 6x12 Multiformat. Os recuerdo sus características; cámara de madera fabricada por Ondu en la República Checa, que admite este tipo de película, con la posibilidad de utilizar los formatos de 6x6, 6x9 y 6x12. También el 6x8, pero desperdiciando película. No merece la pena; obtienes el mismo número de fotogramas que en 6x9, pero más pequeños.
Como material sensible, la Rollei Superpan 200 Pro expuesta con la luz atravesando un filtro Hoya IR72, y aprovechando su sensibilidad extendida al rojo profundo y al espectro del infrarrojo cercano a la luz visible. El revelado se ha realizado en casa con Rodinal a baja concentración, 1:100, para aumentar la capacidad compensadora del revelador, en revelado desatendido durante 60 minutos a 20 ºC. Se ha digitalizado también en casa con Epson Pefection V600 Photo.
La localización elegida para las fotos ha sido en un parquecillo que tengo relativamente cerca de casa, en la plaza Crónica del Alba, a orillas del Canal Imperial de Aragón, donde este separa la barriada de Santa Gema, al sur del barrio de San José, del barrio de la Paz y el de Torrero. Quizá el momento más adecuado para fotografiar en el espectro infrarrojo son las horas centrales del día, pero como no fue posible, tuvo que ser entre las 6 y las 7 de la tarde. Lo que implica que las sombras empezaban a ser largas e invadir los paisajes. Como consecuencia, el aspecto inicial de los negativos fue el de unos fotogramas subexpuestos, con poca materia en las sombras, que aparecía muy transparentes. La medición de la luz se realizó con la aplicación myLightMeter en el iPhone.
Los tiempos de exposición oscilaron entre los 2:30 minutos en las escenas más iluminadas por el sol, y los 16 minutos, en las más sombrías. Hubo varios problemas a los que hacer frente.
El primero es que la cámara no dispone de ningún dispositivo para fijar filtros en la misma, por lo que tuve que idear un sistema para abrirla varilla de madera que hace de obturador al mismo tiempo que colocaba sin solución de continuidad el filtro delante del estenopo. Y dejarlo allí quieto...
Básicamente, en las seis exposiciones de 6x12 cm aproximadamente, que es el formato que elegí, tuve que permanecer lo más quieto posible para estorbar la exposición, que como he dicho fue de varios minutos. La más prolongada, 16 minutos. Pronto me di cuanta que la Holga-120 WPC, aunque más tosca y fea de aspecto, tiene algunos "refinamientos" que la hubieran hecho más apta para la prueba. También admite los formatos de 6x9 y 6x12. No el de 6x6. Y además incluye un pequeño nivel de burbuja, que también me hubiera venido bien. Reconozco que alguna de estas fotos tiene una corrección de convergentes realizada en el procesado digital. La segunda, concretamente.
El otro gran problema que hube de afrontar es el del cálculo del tiempo de exposición. A partir de tiempos de exposición de 1 segundo, prácticamente todas las películas en blanco y negro tienen un fallo en la ley de la reciprocidad. Si el fotómetro nos da una medición 1/8 segundo a f/8 para una índice de exposición de 6 (ISO 200 menos los entre 4 y 5 pasos de pérdida por el filtro IR72), para un diafragma de f/128 nos daría un tiempo de exposición de 30 segundos. Pero esto no es así con la mayor parte de las películas; haya que dar 2, 3 o 4 veces más tiempo de exposición. La que conozco que más se aproxima a esta situación ideal es la Fujifilm Neopan 100 Acros, pero esta no tiene sensibilidad extendida al infrarrojo. Lamentablemente.
El fabricante de la Superpan 200 no nos da una curva de corrección de la exposición para tiempos calculados de más de 1 segundo. Así que tuve que buscar por ahí. Para 30 segundos, alguna curva que encontré y me pareció fiable, proponía una corrección de un poco más de dos pasos. De ahí los dos minutos y medio de exposición para las situaciones más luminosas. Y de ahí los 16 minutos para las menos. En cualquier caso, tengo la sensación de que estas curvas son optimistas, y que aún hubieran necesitado más exposición.
El círculo blanco de esta última foto marca el final del rollo. Las Rollei, fabricadas por Agfa Gevaert para Macodirect, son de las que racanean un poco en la longitud del mismo. Así que van un poco justas para el último fotograma en algunas ocasiones.
La experiencia, para ser una primera vez que combino la estenopeica y el infrarrojo, no está mal, aunque podría haberlo planificado mejor. Y quizá, con más disponibilidad de tiempo, haber buscado un entorno más chulo, para obtener unas fotos más atractivas. Pero cuando se anda justo de disponibilidad, se hace lo que se puede. Por lo menos, ahora ya sé por donde me irán los tiros la próxima vez.
Como anécdota, siempre tengo miedo que al usar estas cámaras realice, sin querer, una doble exposición. Y al digitalizar los negativos tuve la impresión de que así había sido... lo cual me extrañó porque no era consciente del error. Luego me di cuenta que había colocado dos de ellos en el portanegativos del escáner. Así que ene esta ocasión, no cometí ese error irremediable, sino otro que sí tiene fácil remedio.
Hoy no me voy a enrollar mucho. En los pasados meses, en distintas ocasiones he ido ensayando las posibilidades de la fotografía en el espectro del infrarrojo. Hice algunas pruebas a principio de año con cámaras digitales, sobre las que luego profundicé, e hice mis pruebas también con una película tradicional con sensibilidad extendida al infrarrojo. Pero ya vale de hablar. Estamos en verano, un largo y cálido verano. Y es la época del año adecuada para este tipo de fotografía. Así que el pasado fin de semana, cogí dos cámaras, una digital y otra para película tradicional de formato medio. Y me fui a las inmediaciones del soto de Cantalobos y de la huerta de las Fuentes, en el entorno suburbano de Zaragoza y me fui a hacer unos paisajes. En su mayor parte con tecnología argéntica, aunque también hice alguno con la cámara digital. Cuando los resultados de esta superen a los de la primera, lo cual sucede en alguna ocasión, los mostraré.
El pasado domingo tuvimos el café tertulia fotográfica de Fotógrafos en Zaragoza (FeZ), habitualmente conocido el "CaFeZico". El segundo domingo de cada mes, aquellos que quieren y pueden se reúnen en un café del centro de Zaragoza a las 17:15 de la tarde y charran sobre cosas. Principalmente sobre fotografía. O no. Todo depende. A veces hemos rondado la treintena de personas, otras han estado dos. Este domingo pasado fue una cosa intermedia y animada.
Yo estaba un poco espeso esta tarde. Incluso cometí la tontería de poner en duda que realmente estuviese usando un filtro del tipo IR720 que son los más habituales y que en realidad usase un filtro rojo. Duda que no debí tener, porque las explicaciones de Guillermo eran muy claras. Había usado un IR720. Al final, lo único que se me ocurrió es pedirle que me enviase el archivo raw de la foto y que me dejara unos días para estudiar la cosa.
Aclaremos una serie de cuestiones sobre el equipo:
La auténtica fotografía infrarroja se hace sobre superficies sensibles, sea película tradicional o captores digitales, con sensibilidad exclusiva o extendida fuera del espectro visible, en la región del infrarrojo.
Las cámaras digitales que usamos habitualmente tienen captores sensibles al infrarrojo. Pero para evitar que la fotografía tenga colores poco naturales cuando esta radiación está muy presente, los fabricantes colocan filtros que la bloquean delante de los captores. Lo mismo ocurre con la radiación ultravioleta.
Si queremos hacer fotografía infrarroja con una cámara digital, hay que eliminar ese filtro de bloqueo y sustituirlo por otro sin efecto alguno. Pero si no queremos alterar nuestra única cámara digital, podemos intentar aprovechar que siempre se cuela algo de radiación infrarroja hasta el sensor. Cuando Leica sacó al mercado su primera telemétrica digital, la M8, tuvo problemas porque se colaba demasiada.
Para que se aprecie el efecto efecto hemos de colocar un filtro que bloquee toda la radiación del espectro visible y sólo deje pasar la infrarroja. En realidad es un rojo tan profundo tan profundo tan profundo, que nos parece opaco.
Y debemos aclarar también algunas cosas sobre nuestra percepción de los colores:
El ser humano es capaz de distinguir como colores las distintas radiaciones de onda de lo que llamamos espectro visible, que va desde el rojo profundo en las radiaciones de onda más larga, hasta el azul profundo en las de onda más corta. Lo del color violeta ya lo hablamos otro día. No todas las personas tienen la misma capacidad. Unos perciben un espectro más amplio que otros, pero por ahí va la cosa. En cualquier caso, los que perciben un espectro más limitado "fallan" habitualmente por el lado del rojo profundo. Es el color más difícil de percibir. El más fácil son las gamas de verdes.
Como no podemos percibir la radiación infrarroja, al reproducirla fotográficamente podemos hacer dos cosas. O lo hacemos en blanco y negro, o lo hacemos en colores falseados.
En blanco y negro, la cosa es fácil de reproducir. Aquellos objetos que emiten poca radiación infrarroja impresionan poco la superficie sensible y en la imagen final serán negros o muy oscuros. Los que emiten mucha, serán blancos o muy claros.
En color... las películas diapositivas infrarrojas llevan acoplados colorantes que hacen que adopten unos colores raros. Por ejemplo, las películas de Kodak, a veces vendidas por Lomography, reproducen los verdes del follaje de las plantas como morados, siendo esta una fuente de radiación infrarroja. Pero podrían acoplar otros colorantes y se vería distinta.
En color... en tomas digitales,... pues por ejemplo los astrónomos suelen tomar sus fotografías en blanco y negro colocando filtros que bloqueen distintos intervalos del espectro, y luego componen las imágenes en color superponiendo las obtenidas con distintos filtros, y otorgando unos colores no reales, pero que les ayudan a interpretar la imagen. Y que quedan bonitas.
Asímismo, cuando tomamos una imagen infrarroja de un captor digital, realizamos un proceso, en el que la clave es la inversión de valores de los canales rojo y azul, para asignarles unos colores arbitrarios pero que nos quedan bien. Pero que quede claro, no deja de ser una asignación más o menos arbitraria de tonos.
Pero vamos a la fotografía "problema" y veamos a ver lo que pasó. En primer lugar, veamos como queda sin procesar en absoluto.
Pues nos queda una imagen monocroma con tonos rojos. Evidentemente, si hemos bloqueado el espectro visible y colocamos un filtro de un rojo tan profundo que nos parece opaco, la imagen queda roja. Lo que esperamos, aunque no lo notemos, es que tras el procesado nos aparezca una imagen peculiar, distinta a lo habitual, debido a la radiación infrarroja.
Diremos que la fotografía se realizó con una Canon EOS 50D, una honesta cámara de gama media de Canon, de unos 15 megapíxeles, que salió el mercado en 2008. Si ignoramos el impulso del consumismo compulsivo, una cámara perfectamente disfrutable en estos momentos. El objetivo es un zoom 17-70 mm, supongo que Sigma, y fue usado a una distancia focal de 34 mm. Dado que es una cámara APS-C, equivalente a un 50 mm en formato completo, aproximadamente. El diafragma se cerró a f/11 y la exposición duró 30 segundos, a ISO 100. Lo normal dada la opacidad del filtro Polaroid IR720 al espectro visible.
No juguemos todavía con el color. Veamos como queda en blanco y negro, ajustando luminosidad y contraste.
Y aquí vino mi extrañeza. Porque el domingo, cuando vi por primera vez la foto, no la convertimos a blanco y negro, pero sí corregimos la dominante roja de color, y prácticamente quedó con un aspecto muy similar. Si a mí me preguntan a bote pronto, diría que es una fotografía en blanco y negro realizada con un filtro rojo o naranja, incluso un amarillo profundo, o simulando uno de estos filtros. Me faltan varias cosas. Sobretodo, la radiación infrarroja procedente de las plantas que hace que las hojas aparezcan de color blanco. Pero ahí me ofusqué y no se me ocurrió dar una explicación a por qué no parece una fotografía infrarroja.
Mi primer error fue no preguntar cuando fue hecha. Asumí que era reciente. Pero no. Una vez vista en casa me percaté de que los árboles que tienen hoja son de hoja perenne, y que los chopos o los olmos del fondo están limpios de hojas. Revisado el EXIF de la foto... es de febrero. Un mes bastante más frío que los de finales de primavera o principios de verano. Y aquí está un poco una de las claves del asunto. La radiación infrarroja es más abundante cuando las temperaturas son altas, cuando el sol es más intenso y se refleja en las hojas de las plantas de hoja caduca. De hecho, el calor, cuando se transmite por irradiación, lo hace en forma de radiación infrarroja. También la piel de las personas aparece más brillante en las fotos infrarrojas, por estar más caliente que el entorno que las rodea.
A partir de ahí, me he permitido hacer un tratamiento en color, haciendo la tradicional inversión de canales para obtener un cielo azul, tras ajustar el equilibrio de color, el contraste y la saturación.
No hay mucho de donde rascar, la verdad. La imagen es prácticamente monocroma, aunque se aprecia un poco de tono verdoso en los árboles y arbustos de hoja perenne.
Como quería investigar también el posible efecto del captor de la cámara, he hecho estos días en casa unas pruebas con dos cámaras. La primera es con la Canon EOS 5D Mark II. Esta cámara se anunció en noviembre de 2008, tres meses después de la EOS 50D. Por lo tanto, aunque es de gama superior y podemos aspirar a algunas diferencias, tecnológicamente son cámaras de generaciones similares. Desde el balcón de mi casa, en una calurosa tarde de verano, y con abundante follaje de hoja caduca, he aquí las dos versiones, en blanco y negro y color, obtenidas con ella.
Como veis, el aspecto del follaje de los árboles lo cambia todo. Aparte de que el calor de la tarde hace que los blancos sean muy blancos. Las fachadas están caldeadas por el sol de la tarde de verano. La fotografía está realizada con un EF 50/1,8 de primera generación, que tenía escala de distancias de enfoque y marca para corrección del foco para el infrarrojo, con un filtro Hoya IR72. La exposición fue de f/5,6 y 30 segundos a ISO 400. Es decir, cuatro pasos más de exposición sobre lo que usó Guillermo en su foto. Está bien expuesta. El histograma está de libro, con las altas luces y las sombras profundas respetadas y con sustancia.
Por lo tanto, el captor de la EOS 5D Mark II parece menos sensible al infrarrojo. Además, cosas de ser un captor de formato completo, produce un viñeteo con alteración de los colores muy notable que se puede observar en las esquinas de la versión en color.
Ya podemos empezar a concluir por lo tanto que los captores digitales no modificados y adaptados a la fotografía infrarroja tienen distintos comportamientos en estas situaciones, y no todos son aptos. Desde luego, salvo para efectos especiales, mi 5D Mark II no me acaba de convencer.
He comentado antes que Leica tuvo problemas por la excesiva sensibilidad al infrarrojo, que producía desviaciones del color, en la Leica M8. Yo tengo una Leica M-E, cámara de septiembre de 2012, que es una simplificación de la Leica M9, cámara de septiembre de 2009. Sólo un año posterior a las dos Canon vistas anteriormente. La foto está realizada con una Carl Zeiss Biogon-C 35/2,8 codificado en la cámara como un Summarit 35/2,4, para corregir los artefactos de color en las esquinas del fotograma. Como antes, blanco y negro y color.
Los datos de exposición son de f/11 y 2 segundos a ISO 400, lo que son dos pasos de exposición menos que la EOS 50D y seis pasos de exposición menos que la EOS 5D Mark II. Es decir, el sensor de la Leica es apreciablemente más sensible al infrarrojo que los de las Canon. Y además el resultado es uniforme en todo el fotograma. Con un tratamiento más cuidadoso que el improvisado que hice para este artículo... esta es la cámara que debería usar para la fotografía infrarroja. Se notan las diferencias ¿no? Y queda claro que los distintos captores influyen.
Tengo una Canon EOS 40D que no uso. Llevo tiempo dándole vueltas a la idea de transformar el captor para fotografía infrarroja. Creo que lo haré. Es divertido.