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La "Cámara Safari" de Indiana Jones

La fotografía con película tradicional, mal llamada fotografía analógica por muchos, después de un reinado largo largo en el mundo de la fotografía, entró en rápido declive ante el empuje de la fotografía digital. La inmediatez, la conveniencia y la presunta facilidad, al alcance de cualquiera, para procesar, cuando no manipular, los archivos de fotografía digital, así como su aptitud para ser compartidos gracias a internet y las redes sociales, han hecho que la fotografía digital se imponga en el mundo de la fotografía.

Sin embargo, la película tradicional y otros métodos clásicos físicoquímicos de obtención e imágenes fotográficas no ha muerto. Ha encontrado su nicho de practicantes, que se encuentran más entusiasmados que nunca.

Tenemos quizá un grupo minoritario de practicantes, que buscan una fotografía de cierta calidad o unos mecanismos expresivos y plásticos que no encuentran en la fotografía digital. Fotógrafos con cámaras de gran formato, de medio formato, procesos como el colodión húmedo, las platinotipias,... o simplemente aquellos que buscan una expresividad distinta. Los motivos son variados e interesantes.

Algunos seguimos apegados a este tipo de fotografía por el placer de utilizar la cámaras clásicas. A mí me gusta mucho la liturgia en el uso de las cámaras mecánicas, cero circuitos eléctricos o electrónicos, pura relojería, bellos objetos de hace unas décadas, con sus sonidos y sus sensaciones a la hora de realizar la fotografía.

Finalmente, están los que se han sumado de nuevas a la fotografía con película tradicional. Gente muy joven en muchas ocasiones, que no vivieron el mundo de la fotografía cuando la única alternativa era la película tradicional, y que en muchos casos han entrado arrastrados por el impulso de iniciativas empresariales como Lomography, que han creado un estilo y una moda en torno a la fotografía con película tradicional. Muchas veces es más fácil encontrar este tipo de cámaras como complementos de moda o en librerías de postín que en las tiendas de fotografía propiamente dichas. Sobre las iniciativas de Lomography, siempre he tenido sensaciones ambivalentes. Por una lado, no puedo dejar de reconocerles que su impulso está siendo decisivo para que la película tradicional fotográfica se mantenga, e incluso para que empiece a recuperar, muy modestamente eso sí, cuota de mercado. Lo que me parece positivo. Pero por otro lado, no dejo de pensar que los “cacharros” que nos vende Lomography, y los servicios que ofrece complementarios, son de muy escasa calidad y con precios elevados. Como a veces comento en tono de broma, nos venden “tajo bajo” a precio de “lomo” ibérico. Enténdamonos, con “tajo bajo” se pueden hacer muy ricos platos,... pero no al mismo precio que con la charcutería de Guijuelo.

Por ello, cuando tengo ocasión de hablar del tema con otros aficionados a la fotografía, siempre les sugiero que en vez de gastarse los cuartos en los productos de Lomography, busquen en los cajones de sus casas, en las de sus padres o sus abuelos, y rescaten las numerosas cámaras que por allí hay abandonadas, da igual si son buenas o menos buenas, y que se pongan a la tarea. O que busquen en ofertas de segunda mano, ya que muchas de estas cámaras se venden a muy buen precio, y muchas de ellas son de mejor calidad que las Lomography. O visitar los rastros y mercadillos… Ahí hay que tener cuidado, porque no siempre funcionan las cámaras… pero a veces te encuentras alguna cosa más o menos interesante.

Hoy os presento un experimento. Que me ha costado 2 euros por la cámara y 4 euros por el carrete de fotos. El pasado domingo día 25 de octubre de 2015, me encontré por la mañana en el mercadillo de la plaza de San Bruno de Zaragoza, la Cámara Safari de Indiana Jones. Que compré por ese precio… 2 euros. Os pongo un par de fotografías. 

Por la tarde la probé con un carrete de Kodak Tri-X 400 (400TX), que es lo más socorrido y fácil de procesar. Como no tuve tiempo de buscar en internet las posibles especificaciones de la cámara para ajustar su uso, realicé las siguientes asunciones, algunas de las cuales luego he comprobado que no fueron correctas:

La cámara tiene un objetivo de focal fija, que me dio la impresión por lo que mostraba el visor de visión directa de la cámara, tendría una focal de entre 35 y 40 mm. Esta suposición fue correcta.

Tenía tres posiciones para controlar la luz, que yo denominaré “sol”, “nubladillo” y “seriamente nublado incluso lloviendo”. Supuse que la cámara tendría una velocidad de obturación única, alrededor de 1/100 s, y que habría un mecanismo de cambio de la apertura del diafragma que haría que este oscilase entre f/11 y f/5,6 según las posiciones. Sin embargo, observé que en mi ejemplar, la apertura del diafragma no se modificaba. Asumí que estaba estropeado. Aquí cometí algún error que otro en mis suposiciones. Más adelante lo explico.

El visor de visión directa para el encuadre supuse que sería poco preciso, y que tendría un ángulo de visión más estrecho que el objetivo. Si el visor parecía equivaler a un 40 mm, el objetivo estaría más en los 35 mm. Aquí estuve parcialmente equivocado.

El objetivo estará teóricamente enfocado a la hiperfocal. Probablemente más cerca, de modo que los retratos y los grupos de personas queden relativamente bien enfocados, mientras que los paisajes pueden quedar no todo lo nítidos que deberían, especialmente en los objetos más alejado.

Con estas suposiciones, en una tarde nublada, me fui a probarla con la Tri-X dando un paso por el Canal Imperial de Aragón y el Parque Grande de Zaragoza. Luego revelé la Tri-X en una dilución E (1+47) de HC-110 durante 6 minutos a 21 ºC, correspondiente a un índice de exposición de 400, igual que su sensibilidad nominal. Como tiene una notable latitud de exposición, absorbería en estas condiciones los errores de exposición hasta cierto punto.

A continuación algunas muestras de lo conseguido.

A toro pasado, encontré las especificaciones correctas de la cámara, que resultó ser una variante del año 1987 de la WERLISA CLUB COLOR B, una cámara que se comenzó a fabricar en 1976, y que tuvo una serie de variaciones cosméticas, y que se vendió bajo diversas marcas fabricada por CERTEX S.A.

Efectivamente la focal del objetivo está en el intervalo de focales que yo había imaginado, siendo de 38 mm, más cerca del 40 mm que del 35 mm.

Me equivoqué en la combinación de valores de diafragma y velocidad de obturación. El diafragma es fijo, mi cámara no está estropeada, y tiene un valor de f/7,5, un valor muy muy muy próximo al tradicional f/8. Las velocidades de obturación sin embargo son variables, de 1/120 s para la posición “sol”, 1/60 s. para la posición “nublado” y 1/30 s para la posición “muy nublado/flash”. Estos valores son muy conservadores, y producirían una cierta sobrexposición para un negativo de 100 ISO. Recordemos que la regla “soleado - f/16” nos dice que para un valor de sensibilidad de 100 ISO, la exposición correcta en un día soleado, desde dos horas después del alba hasta dos horas antes del ocaso, con el sol a la espalda del fotógrafo sería de f/16 y 1/100 s, o cualquier combinación equivalente. En mis pruebas con película de 400 ISO, los negativos han quedado en general bien expuestos, pero con una situación de luz mucho más escasa, y en el intervalo de tiempo desde una hora y media antes del ocaso hasta el momento del mismo. Por cierto, al principio de la prueba, tenia el "obturador" en posición "muy nublado/flash", y esas fotografías se perciben menos nítidas, probablemente porque a una velocidad de obturación de 1/30 s se estaba produciendo algo de trepidación. Luego, pensando que daba igual, lo puse en posición "sol", la velocidad de obturación aumentó, y las fotos están más nítidas.

Efectivamente el visor es aproximativo. Pero no tiene un angulo de visión muy distinto del objetivo de la cámara. Y el error de paralaje puede ser notable. Casi parece que sea un poco “estrábica” la cámara, y cada “ojo”, el visor y el objetivo, miren hacia distinto lado. Por lo tanto hay errores de composición notable. Especialmente cuando últimamente uno está acostumbrado a encuadrar con precisión en visores electrónicos que cubren exactamente el 100% de la escena. Hay que dar aire, especialmente por la parte de arriba del fotograma para evitar “cortes” de elementos importantes en la fotografía.

La distancia hiperfocal estaría en algún punto entre los 6 - 6,5 metros, pero ya digo que probablemente el punto de enfoque del objetivo está más adelantado, para permitir que sujetos situados a unos dos metros de distancia.

La cámara, de vez en cuando, da la sensación de que avanza mucha más película de la que debería tras hacer la toma. Temía que aparecieran fotogramas en blanco. Pero no ha sido así. Lo que sí que sucede es que la separación entre fotogramas no es uniforme. Incluso han aparecido dos negativos ligeramente solapados entre sí.

Evidentemente, la calidad del modesto objetivo de metacrilato no puede ser muy elevada, pero no se puede considerar inferior a otras cámaras de “juguete” que se hacen hoy, incluidas las Lomography. Es completamente estanca a la luz, no hay filtraciones. Esto, los lomógrafos igual lo consideran un defecto, pero en la fotografía seria se considera comúnmente una virtud. La fiabilidad… es un aparato de plástico… durará lo que dure. Pero esta funciona y vaya usted a saber la vida que le habrán dado desde 1987 hasta la fecha. Casi treinta años.

Ya veis. Por 2 euros tenéis todo lo que os puede ofrecer un “lomo” actual de las más sencillas que puede hace lo mismo o parecido por 60 euros. Por esos 60 euros, en el mercado de segunda mano podéis encontrar cosas muy capaces en cámaras para película tradicional de antaño. Yo, por ejemplo, compre una Zeiss Ikon Ikonta B de formato medio… de 1948…

¿Está claro el mensaje que quiero transmitir?