Comentaba hace casi tres meses la cualidades, positivas o negativas, de la Fujifilm XF10, cámara digital compacta, de focal fija y de objetivo no intercambiable, que se ha convertido en este tiempo en mi cámara acompañante. Bloc de notas, cámara secundaria... siempre a mano. Siempre me ha gustado tener una de estas cámaras.
Cuando la inauguré ya adelanté su pros y sus contras.
Entre sus pros, el precio asequible, la excelente calidad de imagen, un buen objetivo y un tamaño bolsillero.
Entre sus contras, la carencia de estabilizador de imagen, la ausencia de visor óptico, hay que depender de la pantalla trasera, una duración de la batería muy mejorable, lenta de reacciones y con una ergonomía que me parecía aceptable pero mejorable.
En China no la usé mucho, y aun así me proporcionó algunas de las imágenes más notables del viaje. Pero se notaba mucho la diferencia en la comodidad de uso entre la Panasonic Lumix G9, donde todo está donde debe estar, y la Fujfilm XF10... donde a veces sucedía cosas raras, como encontrarte con una configuración distinta de la que te habías encontrado.
Estoy pronto a salir de viaje, una pequeña escapada de pocos días a Berlín. Mi intención era hacer como el año pasado en el lago Constanza, pero de forma más extrema. Llevar como cámara principal una cámara para película tradicional con unos cuantos carretes de Ilford XP2 Super 400, y una digital para momentos concretos en los que el color o la manipulación de la imagen se impusiesen. Por ello, en las últimas semanas he estado tratando de familiarizarme más con la Fujifilm.
Pero el resultado es que, a unas horas de salir, todavía no he decidido el equipo. Los problemas de ergonomía de la XF10 son mayores de lo que pensaba, y no me estoy acostumbrando a ellos. La lentitud, la indecisión, muy grande, en el enfoque, que en ocasiones se palía con el modo de enfoque fijo en la hiperfocal, y los defectos de en la ergonomía, por ejemplo, me cuesta horrores leer la información disponible en la pantalla trasera, tanto por lo diminuto de letras y gráficos, como por las pérdidas de contraste en situaciones de luz ambiental intensa,... todos estos problemas hace que no me haya decidido.
Acabaré llevándome la Lumix GF9 con la Minox 35 GT-E como complemento para película tradicional. O la Pentax MX con la XF10 como complemento digital. En cualquier caso, una cámara "grande" de objetivos intercambiables y una compacta. Dos "grandes", nunca. Quiero viajas muy ligero. En fin. Que la XF10 me resulta una cámara más fallida de lo que había supuesto. La aprovecharé unos años. Que no estamos para tirar el dinero. Pero... difícilmente recomendable. Fujifilm no deja de decepcionarme de vez en cuando.
En los últimos años, con la llegada del verano, he dedicado una cierta cantidad de esfuerzos a la fotografía infrarroja sobre película en blanco y negro. En estos momentos, creo que no se fabrica habitualmente película especialmente sensibilizada para la longitud de onda del infrarrojo, como fue la Kodak High Speed Infrared, que hace 20 años (o más) utilicé en alguna ocasión. Era delicada de usar. Pero a cambio, existen algunas películas pancromáticas, que en comparación con las película en blanco y negro más habituales que reciben este apelativo, tienen su sensibilidad espectral extendida hacia todo el espectro del rojo, cosa que no sucede con la mayor parte de las películas llamadas pancromáticas, que se limitan a ser sensibles al rojo más cercano al naranja, y también extienden su sensibilidad a las longitudes de onda del infrarrojo más próximas al espectro visible. En estos momentos, Rollei tiene varias denominaciones en su catálogo con sensibilidades extendidas al infrarrojo, mientras que Ilford tiene una, la Ilford SFX 200. La emulsión que más me ha gustado de las que he probado en los últimos años es la Rollei Retro 80S. Pero unos rollos de formato 120 defectuosos de esta denominación, en los que las inscripciones del papel protector quedaban impresas en la emulsión, además de un granulado extraño y antiestético, me hizo interrumpir mi confianza en la marca alemana. Probé el año pasado la SFX 200 de Ilford, y me pareció razonable, aunque con un grano notablemente aumentado. Para esta temporada tengo adquiridos algunos rollos de SFX 200 en formato medio, y dos rollos de Rollei Retro 80S en formato 135, donde no sucederá el problema del papel protector.
En cualquier caso, el sábado pasado salimos a hacer unas fotografías al Parque del Agua de Zaragoza, y yo opté por coger la Fujifilm GS645S Wide60 y un rollo de Ilford SFX 200. Por supuesto, en el objetivo de la GS645S, el objetivo Hoya R72, que limita el paso de luz al rojo profundo, por encima de los 720 nm de longitud de onda y al infrarrojo. La tarde era extraordinariamente calurosa, y lo cierto es que no nos encontramos muy a gusto. También me he dado cuenta una vez revelado el rollo, que algunos principios importantes para obtener buenos resultados con este tipo de fotografía se me había "ido" de la cabeza.
La medición de la luz la realicé con el Sekonic L-408 Multimaster a un índice de exposición de 6, es decir, cinco pasos por debajo de la sensibilidad nominal de la película, ISO 200. El revelado lo realicé con Kodak HC-110 dilución B (1+31) durante 8 minutos a 21 ºC. Como de costumbre, agitación moderada pero continua durante los primeros 30 segundos, y luego cuatro inversiones tranquilas cada minuto hasta terminar el tiempo de revelado.
El aspecto final de los negativos tiene poca densidad, pero una vez digitalizados, no existen ni luces empastadas y ni sombras bloqueadas, encontramos información y textura en todo el negativo. ¿Quizá hubiese venido dar algo más de exposición a los negativos? Todavía lo estoy debatiendo en mi cabeza.
La segunda cuestión es que analicé las escenas a fotografiar desde el punto de vista de una toma en blanco y negro corriente, olvidando que el efecto infrarrojo no es el mismo en todas las puntos cardinales, dependiendo de donde se sitúe el sol. El efecto es máximo cuando tenemos el sol a nuestras espaldas, con la escena iluminada frontalmente por el astro rey. Sin embargo, conforme disponemos nuestra escena con el sol a 90 ºC, empieza a perderse el efecto, que prácticamente desaparece en contraluces, con el sol en posición frontal o casi frontal. Y esto lo había olvidado. Por lo demás, para ser una nueva de contacto, en una tarde de calor agobiante, y con las ideas poco claras por este motivo, no me voy a quejar en exceso.
De la misma forma que después del viaje a Corea del Sur, o durante ese viaje, entré en crisis con mi cámara principal para viajes, que desembocó en la compra varios meses más tarde de la Panasonic Lumix G9, desde hace un tiempo he entrado en crisis con mi cámara digital compacta de llevar encima. Todo empezó, más o menos entre el viaje por vacaciones a Taiwán y el viaje por trabajo a Granada.
Siempre he tenido una cámara ligera, muy ligera a ser posible, pero que proporcione buena calidad de imagen, como soporte, sustituta o alternativa en determinadas situaciones a mi cámara principal. Durante mucho tiempo también reunía una condición; era, en comparación con mi cámara principal, barata. Si me la robaban, se rompía, se extraviaba o lo que fuese,... no había mucho problema. Durante un tiempo fueron las Panasonic Lumix de la serie LX o sus variantes Leica de la serie D-Lux. Pero en sus primeras declinaciones eran cámaras de sensor pequeño, con limites en su calidad, y en sus últimas declinaciones son cámaras caras. Y se pueden llevar en el bolsillo de un chaquetón, pero no en el bolsillo del pantalón.
Es cierto que la Leica D-Lux (Typ 109) me ha prestado buenos servicios. Y cuando he realizado viajes cortos ha ejercido de cámara principal o única con competencia. Pero con sus cinco años, ya acusa la edad. Algunas de sus ruedas y botones empiezan a ir mal. Es un problema perenne de las Panasonic pequeñitas. Las ruedas moleteadas y algunos botones se estropean o funcionan mal al cabo del tiempo con facilidad. También me ha pasado con la Panasonic Lumix GM5, que me regalaron hace cuatro años. La rojilla me da demasiados quebraderos de cabeza.
Otro problema es que, cualquier sustituto de estas en la actualidad supone un desembolso por encima de los 900 euros. Y dado que no son cámara destinadas a durar para siempre... me hacía duelo el gasto. Empecé a pensar en buscar en si podía haber una solución razonable por menos de 500 euros. Sólo parecía haber una. La calidad de imagen estaba prácticamente garantizada. La cámara es bolsillera. El objetivo no se puede intercambiar y es de focal fija. Y otras limitaciones que a continuación mencionaré. Pero es que, si estabas atento a la oferta se podía conseguir por menos de 450 euros, aunque su precio formal fuese algo superior, pero inferior a ese límite de los 500 euros. Así que os presento a la...
Empecemos por lo positivo. La Fujifilm XF10 es una cámara con un sensor de lo llamados de formato APS-C, de 23,6 x 15,8 mm, apreciablemente más grande que los micro cuatro tercios, con 24 megapíxeles de resolución espacial en sus ficheros de 6000 x 4000 píxeles. Las dimensiones del fotograma tienen una relación 3:2, yo prefiero últimamente la relación 4:3, pero con esa resolución espacial, si recorto un poco, aún me quedan unos 21,3 megapíxeles, que la sitúa al nivel de la Lumix G9 que uso como cámara principal. La óptica, un 18,5 mm f/2,8, tiene una muy buena reputación. Es equivalente, aproximadamente, a un 27 o 28 mm en el formato completo. Algunos la consideran demasiado angular. De hecho, su hermana mayor, la Fujifilm X100F lleva el equivalente a un 35 mm. Y es un f/2. Pero cuesta tres veces más dinero. Por otra parte, muchas veces llevo como objetivo montado en las Lumix el G 14/2,5 ASPH o el DG Summilux 15/1,7 ASPH, que son focales muy cercanas, y no me suponen ningún problema.
Entre los defectos de la cámara... no son defectos, son limitaciones acordes a su nivel de precio,... encontramos los siguientes. No está estabilizada. Tampoco la X100F que cuesta tres veces más. No está protegida contra la intemperie. ¿Alguna con este nivel de precio lo está? La luminosidad máxima es f/2,8... bueno, un paso más en la X100F... cuesta tres veces más. Y no tiene visor. Hay que tirar de la pantalla trasera. Es quizá el dato que más me ha costado aceptar, y el principal motivo que hace que me pueda arrepentir de la compra. Sinceramente, es lo que más me ha hecho pensármelo. Ya veremos... También me dicen que tiene "el problema" de que el sensor de esta Fuji no es X-Trans... Nunca he usado uno de estos, siempre he usado sensores con matriz Bayer vulgar y corriente y nunca he sentido que fuera un problema.
La sensación inicial es que está construida con bastante más solidez que los modelos pequeños de Panasonic. Salvo por el hecho de que no está protegida contra las inclemencias del tiempo, su construcción parece cercana a la Olympus OM-D E-M5 y sólo algo por debajo de la Lumix G9. Aunque la diferencia de precio indica que debería ser más endeble. Evidentemente, con esos 425 euros que ha costado supone una serie de compromisos. Pero para la calidad de imagen que puede procurar, es lo más barato con mucha ventaja que se puede conseguir.
El hecho de que sea una focal fija, gran angular, no me supone ningún problema. Es simplemente una cuestión de adaptarse a las fotografías que puedes hacer, y hacerlas bien. Como con cualquier cámara fotográfica. Lo bueno no es tener una cámara que pueda hacer cualquier tipo de fotos, sino sacarle el máximo partido a las limitaciones de la cámara que tienes. Eso marca la diferencia entre un buen fotógrafo y otros no tan buenos. Así que si las fotos no son buenas... no le echéis la culpa a la cámara. Soy consciente que hace tiempo que no llevaba como cámara secundaria una cámara con este concepto. Pero ya me adaptaré. De momento, se estrenará en China en los próximos días. Ya os contaré.
El pasado sábado hubo excursión matinal a la Bardena negra en su parte aragonesa con la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ. La excursión contó con la colaboración inestimable de gente de las Cinco Villas que nos sirvieron de guías y anfitriones, y que permitió el mejor aprovechamiento posible de la mañana.
Sinceramente, estas excursiones están muy bien en el sentido de que permiten hablar con compañeros de afición, intercambiar experiencias, conocer a nueva gente y convivir un poquito más dentro de la afición. Pero la posibilidad de conseguir grandes imágenes viene limitada por una serie de cuestiones. La primera, para mí, es que para conseguir mis mejores fotografías tengo que estar concentrado en la tarea, y eso es muchas veces una actividad solitaria. Como mucho acompañado de personas que entienden y aceptan mi forma de contemplar las escenas, mis tiempos y mis silencios en esos momentos. La segunda, que para hacer fotografía de paisaje, las horas centrales del día no son las adecuadas. La tercera, que sólo teníamos una idea aproximada de lo que nos íbamos a encontrar.
La Bardena negra se diferencia de los paisajes más conocidos de las Bardenas, casi todas ellas en territorio navarro, en que hay mucho más bosque, de carácter perennifolio, fundamentalmente pino carrasco, cuyas hojas aciculares de color verde oscuro, dan origen al adjetivo "negra" que se aplica a esta zona de las Bardenas. En origen también fue el motivo del nombre de la comarca de los Monegros (montes negros), pero la amplia deforestación de estos hace que el nombre ahora esté poco comprometido con la realidad.
Fotográficamente, opté por llevarme como cámara principal la Fujifilm GS645S Wide 60, cámara telemétrica de formato medio que proporciona 15 negativos válidos de 54 x 41 mm en cada rollo de formato 120. Use dos rollos de Ilford Delta 100. También me llevé la Minox GT-E con un carrete de Kodak Ektar 100, que todavía no he mandado a revelar, y una cámara digital, la Panasonic Lumix G9, que solo usé para fotografiar unas pequeñas orquídeas del género Ophrys que encontramos en una de las paradas.
Pero vayamos con los rollos de película en blanco y negro. La película Ilford Delta 100 es una película de grano tabular, no de grano cúbico clásico, y dada su sensibilidad media-baja, ofrece un aspecto general muy limpio, con muy poca estructura. Más cuando a partir de un negativo de formato medio, el grado de ampliación de las imágenes es menor que con la película de 35 mm. Como el día amenazaba soleado, con luz muy plana y sombras duras, decidí jugar con el contraste, y le puse un filtro rojo, que le quita entre dos y tres pasos de exposición. Así que el fotómetro de la cámara, olvidé llevar el Sekonic L-409 Multimaster, lo ajusté a un índice de exposición de 25 en lugar de 100, exponiendo un poquito al alza, para dar esos casi tres pasos de pérdida en la sensibilidad efectiva debido al filtro rojo. Sólo una fotografía en interior la realicé sin filtro.
El revelado de la película no tiene mayor misterio. Usando mi fiel Kodak HC-110 a la relativamente común dilución B (1+31), buscando en las tablas habituales me daba un tiempo de revelado de 6' a 20 ºC. Como de costumbre, medio minuto de agitación tranquila al principio, para luego realizar cuatro inversiones tranquilas cada minuto hasta completar el tiempo previsto. Se dice de la Ilford Delta 100 que es más exigente en el revelado que su prima de gran cúbico la FP4 Plus 125; pero si está bien expuesta no presenta ningún problema con un revelador clásico y fácil de usar como el HC-110. Los resultados son buenos, la gama tonal correcta,... aunque ahora iremos al rendimiento de la imagen final.
En esta ocasión he innovado en la digitalización de los negativos. Tradicionalmente, durante el último año venía digitalizando los negativos de formato medio con el escáner de sobremesa Epson Perfection V600 Photo, obteniendo para un negativo de 54 x 41 mm unos 13,5 megapíxeles de resolución, que en el 95 % de las situaciones es suficiente para mis intereses. Permite ampliar sin mayor problema a un tamaño de DIN-A3 o 40 x 30 cm. En ese tiempo he ido perfeccionando la técnica de digitalizar los negativos de 35 mm con la cámara digital y un objetivo macro, habitualmente la Panasonic Lumix G9 con un Panasonic Leica Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH a una apertura de trabajo de f/5,6 y una sensibilidad de ISO 200, la nativa del sensor. De esa forma vengo obteniendo archivos de unos 15 o 16 megapíxeles. Nunca llego a los 20 megapíxeles que da el sensor, porque no encuadro todo lo cerrado que puedo.
Pero la Lumix G9 tiene un modo de alta resolución que permite obtener imágenes de 40 u 80 megapíxeles, siempre que estemos hablando de un sujeto estático y con la cámara bien colocada en un trípode. Como es este caso. He utilizado la fórmula de los 40 megapíxeles, los 80 me parecían excesivos, lo que, descontanto el recorte habitual, me da unos archivos de por ejemplo 7100 x 5400 píxeles en el más grande. En general, entre 36 y 38 megapíxeles, que me permiten ampliar sin problemas a DIN-A2 o 60 x 45 cm. Que no está nada mal.
Sí que he de advertir una cuestión. Coloqué el filtro rojo con el fin de oscurecer los cielos, aumentando el contraste en los mismos si aparecía alguna nube, hubo poquitas, y aclarando el color de las tierras siempre un poquito ocres, manteniendo los tonos oscuros de la vegetación. Pero luego en el procesado digital, he llevado el contraste al equivalente de haber ampliado los negativos sobre un papel de grado 4, con el fin de acentuar un poquito el contraste. Según la orientación de la fotografía, el punto del cielo hacia el que apuntaba, el cielo aparece más o menos oscuro, ya que la intensidad de los tonos azules varía a lo ancho de la bóveda celeste.
Estoy razonablemente contento del resultado final, dado que las condiciones de luz no eran óptimas de partida. Sin embargo, creo que saqué partido de las condiciones del día con una buena elección de los materiales para la toma fotográfica. Cada vez tengo más claro que las películas de Ilford son en estos momentos una referencia clara para el fotógrafo con película tradicional, por la buena calidad de sus emulsiones, por la nobleza con la que responden al procesado, y por la estabilidad dimensional de los soportes que permiten digitalizar los negativos con facilidad y limpieza. Un buena pera de aire y el trabajo de eliminar impurezas en el archivo digital queda reducido a un mínimo.
Espero que os haya interesado y os gusten las fotos.
Ya hace un mes casi desde que revelé este carrete de fotografías en blanco y negro, y más de un mes desde que lo expuse en un paseo vespertino de sábado que dimos entre el puente de Santa Isabel sobre el río Gállego, la desembocadura de este en el Ebro y el cruce del Azud, todo ello en la ciudad de Zaragoza. Este carrete era el último de Fujifilm Neopan 100 Acros, una excelente película negativa en blanco y negro de la casa japonesa. Película que me gusta mucho pero que dejé de comprar en el momento en que se anunció su cese en la fabricación. Y que la comercialización duraría lo que durasen los remanentes de producto fabricado.
Ante una situación como esta, hay muchos fotógrafos que optan por comprar y almacenar grandes cantidades del producto que les gusta, y conservarlo en el congelador o, al menos, en el refrigerador. Lo cual genera de inmediato, y ante la escasez previsible del producto, una subida de precio apreciable. Personalmente, ante el hecho irremediable, opto por adaptarme. Por ello poco a poco voy centrándome en los productos de Ilford, que parecen los más estables en el mercado, los más disponibles, no son los más baratos pero tienen precios razonables, y tienen buena calidad. Pero bueno, en algún momento había que utilizar ese último carrete de Acros.
La película Acros se ha caracterizado siempre por su contraste suave y su progresiva gama de grises, capaz sin embargo de ofrecer negros profundos, siempre dependiendo de cómo se exponga y se revele. A mí me gustado para retrato, menos para reportaje, pero bastante para paisaje, tanto natural como urbano. En este paseo, nos encontramos en una situación de paisaje mixto, entre los suburbios de Zaragoza y el entorno natural de la desembocadura del río Gállego en el río Ebro, y los sotos adyacentes.
El revelado, sin mucho misterio. El recomendado en el Massive Dev Chart para el revelador Kodak HC-110, dilución B (1+31), 5 minutos 30 segundos a 20 ºC. Agitación inicial de 30 segundos, y cuatro inversiones tranquilas cada minuto hasta el final del revelado.
Quizá la cuestión más característica fue la de usar la Leica Minilux, cámara compacta cuya principal virtud, dejando aparte la estética del aparato, es las bondades de su objetivo Summarit 40 mm f/2,4, muy reputado por su nitidez. Aunque a falta de la posibilidad de colocarle un buen parasol, su resistencia a la pérdida de contraste en contraluces o con fuentes de luz potente en el cuadro es apreciable, pero no infinita. Y a veces se nota. Por lo demás, para este tipo de fotografía tranquila va muy bien. No es muy ágil, por lo que en reportaje tiene sus limitaciones. Y habitualmente la uso más con película negativa en color, mientras que uso otras cámaras con más facilidad para controlar la exposición con película en blanco y negro. Pero la posibilidad de usarla en prioridad del diafragma y enfocar por zonas, me parece un punto a favor importante de la cámara.
Así pues, os dejo con unas cuantas fotografías de ese paseo, con el regusto de que creo que ahora sí, ya he agotado los rollos de película Acros que me quedaban, y que de momento me parece improbable que vuelva a usarla. Aunque nunca se sabe.