Primero. Es un hecho que cuando vuelvo de un viaje, especialmente si es un viaje visualmente muy intenso y estimulante, durante una semanas permanezco en una especie de parálisis fotográfica. No veo nada, fotográficamente hablando. No se me ocurre nada. Es como si mi cerebro hubiese alcanzado un estado de saturación visual. Así que el fin de semana pasado cargué un par de carretes en sendas cámaras, uno de blanco y negro en la Pentax MX y otro de color en la Canon EOS 650 y me obligué a salir con ellas al mundo. Bueno. De momento con la MX... la otra todavía no se ha movido de casa.
Segundo. Durante la charla que el fotógrafo catalán Martí Llorens, especializado en procesos antiguos, casi podríamos decir arcaicos, nos ofreció en el Museo Pablo Gargallo en el marco de las actividades que han rodeado la exposición "Zaragoza en línea recta", conocí unas mesas de luz que usan los dibujantes para reproducir dibujos o diseños, iluminadas por LEDs. Ligeras, muy planas, ofrecían una iluminación muy uniforme. Inmediatamente me di cuenta de que necesitaba una para evaluar con tranquilidad y bien mis negativos. Pero no la encargué de inmediato. Quise enterarme de las posibilidades para usarla como fuente de iluminación en la digitalización de negativos con la Panasonic Lumix G9 calzada con el Panasonic Leica Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH. Y vi que era factible, e incluso más conveniente, más cómoda y eficiente, que mi opción actual utilizando el iPad.
Por lo tanto, una semana después, expuesto el carrete de blanco y negro, las fotografías que os muestro aquí son las primeras digitalizadas con la mesa de luz.
Primero las circunstancias de la toma. Como he dicho, escogí la Pentax MX para cargar un carrete de Ilford HP5 Plus 400, que he expuesto a su sensibilidad nominal. Dentro de un mes nos vamos a Berlín, y estoy pensando en hacer como el año pasado en el lago de Constanza. Llevar como cámara principal una cámara para película tradicional con unos cuantos carretes en blanco y negro. Tengo ya muchas fotos digitales de la capital alemana. El año pasado me llevé la Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH. Una opción de enorme calidad óptica. Este año, por la conveniencia de llevar un fotómetro incorporado en la cámara, estoy pensando en la MX, con dos objetivos; el SMC-M 28/3,5 y el SMC-A 50/2. Un equipo compacto y versátil. Todavía no he tomado una decisión, pero me estoy "entrenando" un poco con este último equipo, por si acaso. Con dos filtros Heliopan, un nº 25 rojo y un nº 8 amarillo.
El Ilford HP5 Plus 400 lo he expuesto a su sensibilidad nominal. También he usado eventualmente un Ricoh XR Rikenon 135/2,8, aunque este no entra en mis planes de viaje. Elimina en parte la idea de equipo compacto, aunque aumenta la versatilidad del mismo. Para los objetivos de 28 y 50 mm, ambos con un diámetro de filtro de 49 mm, he usado los objetivos Heliopan. Ya digo que van muy bien, aunque hay que tener cuidado con el filtro nº 25 rojo. Así como el nº 8 amarillo puede funcionar como polivalente, mejorando el contraste en una diversidad de situaciones, el objetivo rojo hay que reservarlo exclusivamente a las situaciones donde obtengamos una ventaja clara. En alguna ocasión, en lugar de mejorar el contraste, por usarlo en situaciones no adecuadas por los tonos de la escena, he obtenido unos tonos más planos de lo que pensaba.
He revelado la película de una forma muy convencional, con revelador Kodak HC-110 dilución B (1+31), durante 5 minutos a 20 ºC. Los tiempos generalmente recomendados para esta combinación. Sin problemas. El Kodak HC-110 se lleva muy bien con estas emulsiones clásicas, y la HP5 Plus es muy cómoda de procesar. Hay mucho margen para error, aunque he intentado ser lo más riguroso posible durante todo el procedimiento.
La novedad venía del uso de la caja de luz Huion L4S, en el que la superficie luminosa encaja sin problemas una hoja de tamaño DIN-A4. La superficie activa es superior a este tamaño. La caja de luz funciona conectando a la red o a un puerto USB activo de un ordenar, y tiene una batería que una vez cargada permite su uso durante 2 a 5 horas, nos dicen las especificaciones técnicas. La luz se reparte muy uniformemente, me aseguré de ello buscando referencias, para evitar "puntos calientes" a la hora de usarla como fuente de luz para digitalizar los negativos. Como no tiene píxeles que molesten, como es el caso del iPad, se puede reposar el portanegativos directamente sobre la superficie de la mesa de luz, lo cual es más cómodo. Y con una mayor superficie luminosa, es mucho más cómoda su utilización, lo que da más rápidez y precisión a la operación. Ayer, ajustando cuidadosamente el negativo con el objetivo macro, y usando el modo de alta resolución del Panasonic Lumix G9, obtuve ficheros aprovechables de 70 megapíxeles. En torno a 10250 pixeles x 6840 píxeles, que da 70,11 megapíxeles. Impresionante. Muchíiiiiisimo mejor que con un escáner de sobremesa.
Los principales "miedos" como se han encargado de recordarme en algún grupo de fotografía analógica en Facebook vienen derivados de la consistencia de la luz y del color suministrados por los LED de la caja de luz. Como ya he dicho, me aseguré previamente que las revisiones de la misma hablasen de la uniformidad de la difusión de la luz, y efectivamente no he tenido problemas de irregularidades en la misma ni de puntos calientes. En cuanto a la calidad del color, hice una prueba con un par de negativos de Kodak Portra 400... pero soy incapaz de decir si afecta mucho, poco o nada... porque bastante complicado es atinar con la corrección del color tras neutralizar la máscara naranja de los negativos en color e invertir la imagen. Lo normal es que siga llevando los negativos en color a un laboratorio comercial fiable, donde tienen equipos calibrados para los distintos tipos de película, y reserve mi proceso de digitalización de negativos para el blanco y negro, que es lo que yo proceso integramente en casa. Así que tampoco me supone mayor problema.
Por terminar el comentario, decir que los archivos RAW de 80 megapíxeles que obtengo por el modo de alta resolución de la Panasonic Lumix G9 los recorto a las dimensiones del negativo y hago un primer ajuste de tono y contraste con el negativo todavía tal y como sale de la cámara en Adobe Lightroom. Luego convierto a TIFF 16 bits que sigo procesando en Affinity Photo, donde invierto para obtener el positivo, elimino impurezas si las hay (polvo y esas cosas), y realizo algún ajuste extra de tono y contraste. Sin pasarme, para evitar que el grano de la película se haga excesivamente evidente. Cuando lo cierro, conservando las capas del TIFF para un futuro, desde Lightroom obtengo ya la copia para el uso que le quiera dar. Subir a Instagram, Facebook, Twitter o Tumblr, o mostrarlo en mi Cuaderno de ruta o en este blog técnico sobre fotografía y otras artes visuales. U obtener un fichero adecuado para una copia en papel o para integrarlo en un libro de fotografías.
En mi últimas vacaciones viajé a China, a la República Popular China o China continental. En años anteriores ya había visitado las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao, y la isla de Taiwan, un país no reconocido que, para unos es la República de China (sin Popular), para otros Taiwan, un país no reconocido, y para otros una provincia rebelde de una única China. Da lo mismo. Visitar los anteriores era fácil, uno cogía un billete de avión, iba, le sellaban el pasaporte en el control fronterizo y ya está. En esta ocasión ha habido que pagar, y a menudo precio, el visado correspondiente con antelación, ir pasando todo tipo de controles de seguridad, e ir presentando pasaporte para ir moviéndote dentro del limitado entorno en que lo hemos hecho. Con base en Shanghai, hemos visitado algunas ciudades interesantes de los alrededores, para luego movernos unos días a las montañas de Huangshan y a Hangzhou, que tampoco están muy lejos de la cosmopolita ciudad china. Y he hecho fotos, claro. Y como vengo haciendo desde hace un tiempo, me he llevado una cámara compacta con unos carretes de película negativa en blanco y negro.
Como en la última ocasión, en París, opté por llevarme la Minox GT-E, que mientras funcione bien, es con la que mejor me manejo y no abulta ni pesa casi nada. Y como película, la extremadamente polivalente Ilford XP2 Super 400, que te resuelve un montón de situaciones sin problema, con buenos resultados. Mi intención era mandarla a revelar a un buen laboratorio, que me hicieran una buena digitalización de los negativos, y a funcionar. Últimamente diversifico para estos trabajos entre Carmencita y Malvarrosa, los dos situados en Valencia, estos últimos más nuevos y algo más baratos, pero ambos con buenos y fiables resultados. Por lo demás, ofrecen servicios muy similares.
Pero a la vuelta, surgieron una serie circunstancias en mi entorno personal que me hicieron ser precavido sobre lo que iba a ser de mi vida en unas semanas. Nada malo, simplemente un lío de tiempo y organización, en el que encajar diversas actividades. Así que aprovechando que esta semana la tenía tranquila, decidí tirar por la de en medio, y revelar yo mismo los tres carretes de XP2 que expuse en China y digitalizarlos yo mismo. Luego ya, iremos repasando las fotos e integrándolas en el libro correspondiente cuando haya tiempo y ocasión. Pero sin estar pendiente.
La Ilford XP2 Super 400 es una película negativa en blanco y negro que tiene la peculiaridad de que es de tecnología cromogénica y está pensada para ser revelada en el proceso C-41, como las películas negativas en color habituales. Y de esa forma, se puede usar con índices de exposición entre 50 y 800, la sensibilidad nominal es ISO 400, con buena calidad de imagen, y con una granularidad muy discreta, especialmente cuando se usa con índices de exposición entre 50 y 200. De hecho, yo suelo ajustar el fotómetro de la cámara a IE 200, con muy buenos resultados. Sin embargo, se puede revelar sin problemas con una química habitual del blanco y negro tradicional. En tu casa.
Como está pensada para el proceso C-41, no hay tiempos de revelado oficiales para reveladores como el Rodinal o el Kodak HC-110 que usó yo habitualmente. Con estos reveladores, se puede utilizar un revelado desatendido, con altas diluciones (bajas concentraciones), de 1+100 para el Rodinal o de 1+120 o 1+160 para el HC-110, con tiempos de revelado de 45 minutos, una hora o más, sin agitación o una agitación mínima mínima mínima. Los resultados son buenos. Se controla bien el contraste. Pero tienen tendencia a presentar una granularidad mucho más marcada que en su revelado recomendado. Así que me lancé a buscar tiempos de revelado alternativos.
Encontré varias referencias de gente que había experimentado. Al final, agrupé varias de ellas y tomé una decisión operativa, porque no todas eran iguales, aunque todas se movían en situaciones similares. Decidí revelar a una dilución E modificada (1+49, en lugar de 1+47 que es la dilución E oficial; las cuentas son más sencillas), durante 6 minutos y 30 segundos a 21 ºC. Con la agitación habitual de inversiones tranquilas del tanque de revelado durante 30 segundos al inicio del revelado y luego cuatro inversiones tranquilas cada minuto. Esta dilución con estos tiempos son adecuados en principio para un índice de exposición de 200, que como he dicho es la que uso habitualmente. Aunque era consciente que tenía fotogramas expuestos a índices de exposición de 100 y 400 también. Los primeros no me suponían mayor problema, los últimos corrían algún riesgo de perder detalle en las sombras, pero había que fiarse de la latitud de exposición de la película.
Los resultados han sido buenos. La mayor parte de los negativos han quedado con buena densidad. Muy poquitos han quedado excesivamente transparentes, dos o tres de 112 negativos en total (37 negativos útiles en dos de los carretes, 38 en el otro). Bien es cierto que no he andado con las mejores luces para este tipo de película, que se maneja muy bien en situaciones de buena iluminación y algo contrastadas. Pero se puede trabajar con ellos. La granularidad ha quedado algo más alta que en el revelado y digitalizado comercial, pero bastante contenida. He digitalizado los negativos con la Panasonic Lumix G9 + Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. He utilizado el modo de alta resolución de la cámara. Como no he apurado el encuadre de los negativos, a partir de los 80 megapíxeles del RAW del modo de alta resolución de la G9 he obtenido archivos aprovechables de 50 megapíxeles. Que no está nada mal.
A partir de ahí, todo es cuestión de trabajarlos un poquito en el procesado digital para dejarlos en su sitio de luminosidad y contraste. Me faltan muchos todavía por procesar. Pero no tengo más prisas, por lo menos, ya no tengo que estar pendiente de su revelado y digitalizado. Como habréis podido ir viendo, os he ido dejando ejemplos de lo que he ido procesando hasta el momento. Shanghái, Suzhou y las montañas de Huangshan.
En los últimos tiempos he tratado de simplificar la utilización de mi equipo fotográfico. Al ser en cierto grado coleccionista de cámaras que funcionan, en ocasiones "me lío" con el equipo con el que salgo a fotografiar. Y eso tiene consecuencias negativas en la calidad de mis fotos. Las cosas como son. Por lo tanto, he iniciado desde hace unos meses un plan para definir qué cámara o tipo de película, cuando uso tecnologías no electrónicas, voy a usar en cada ocasión. Por ejemplo, en lo que se refiere a la película en blanco y negro, prácticamente he reducido mis compras a productos Ilford, porque no serán los más baratos, pero son los más fáciles de adquirir y los que desde mi punto de vista presentan una mejor relación calidad global para el precio que tienen. Con la película negativa en color, todavía no he llegado a una solución definitiva. Las películas más avanzadas me gustan más las de Kodak (gama Portra y Ektar 100), mientras que en el caso de las películas más asequibles, más de aficionado, tiendo a preferir la gama de las Fujifilm Superia. Desde los problemas con la Rollei 80S en formato medio durante el verano pasado, prácticamente no he usado otras marcas.
Lo que sí he afianzado como costumbre es que de las dos compactas para película tradicional que me gusta utilizar, una de ellas, la Minox GT-E, la dedico a película en blanco y negro, mientras que la otra, la Leica Minilux, la dedico a película negativa en color. Es una forma de no liarme. Una lleva un tipo de película, la otra, otra. No me equivoco. Hasta esta primavera, la película negativa en color que venía usando con la Minilux era Fujifilm Superia 400. Pero decidí que era el momento de usar otras películas.
En el mes de abril cargué la Minilux con un carrete de Kodak Portra 400, película de gama alta, habitualmente usada para retrato pero apta para un uso polivalente, de grano fino para su sensibilidad nominal, especialmente si se expone con uno o dos pasos de sobreexposición, cosa que hacen muchos fotógrafos. Así, la mayor parte de los fotogramas de ese carrete están expuestos a un índice de exposición de 200 en lugar de a su sensibilidad nominal ISO 400.
Los resultados son buenos. Siempre he pensado que muy torpe tiene que ser un fotógrafo para obtener malos resultados con esta película. Hay mucho margen para el error en la exposición. Hay que evitar la subexposición, pero con un índice de exposición de 200 y una sensibilidad nominal de ISO 400, es algo que difícilmente va a suceder. ¿Cuál puede ser el motivo para no usar sistemáticamente esta película? Que es más cara que otras. Es un 60 % más cara que la Fujifilm Superia XTra 400, por ejemplo.
En el mes de mayo, cargué la Leica Minilux con un carrete de Kodak Ektar 100 para la excursión que hice con la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ a la Bardena negra o Bardena aragonesa, en las Cinco Villas. Esta película, con una sensibilidad nominal de ISO 100, tiene unas características muy distintas a la Portra 400. Además de la menor sensibilidad, acompañada de un grano más fino, ofrece imágenes más contrastadas y más saturadas, por lo que se considera adecuada para paisaje. Se recomienda exponerla con precisión a su sensibilidad nominal. Y especialmente evitar la sobreexposición en caso de retratos por los tonos rojizos, muy poco naturales, que adquieren los tonos de piel de las personas.
Lo cierto es que en la excursión a las Bardenas, la película funcionó bien, aunque las condiciones de luz no fueran las más idóneas para el lucimiento de la película. Día de sol radiante, sin una nube, luz dura, muy plana. Con fuertes contrastes en determinadas ocasiones. Pero bueno, evidentemente es un buen material sensible. Aunque yo no me veo usándolo muy frecuentemente, dada la polivalencia de otras películas. Es más barata que la Portra 400, eso sí.
Como no acabé el carrete en la excursión a las Bardenas, la terminé en el patio del Museo de Zaragoza, donde hay algunas copias de conjuntos escultóricos muy conocidos, y me gusta el resultado que ofrecen. Como la mayor parte del material negativo, conviene exponer para las sombras, asegurando el detalle en las mismas.
El revelado de ambos carretes fue realizado Malvarrosa Film Lab, donde ofrecen un servicio de escaneado de la superficie integral del negativo hasta los bordes de los mismos, como se puede comprobar.
El meandro de Ranillas es una zona dentro del municipio de la ciudad de Zaragoza, donde termina la ciudad y empieza eso que llamamos "el campo" que siempre ha estado ahí, pero durante mucho tiempo olvidado de la mayor parte de los habitantes de la ciudad. Es un tramo del río Ebro, aguas arriba del casco urbano de la ciudad, en el que hace dos giros de casi 180 º cada uno de ellos antes de enfilar el paso por la ciudad. Cuando yo era niño era una zona agrícola, con huertas, que poco a poco fue siendo absorbida por los suburbios de Zaragoza. Pero sin mucho orden ni concierto. En un momento dado, seguías encontrando huertas, zonas naturales, especialmente en los sotos, o bosques de galería, que bordean al río Ebro, y aquí o allá alguna incursión del tejido urbano o industrial de la ciudad. Hasta que llegó el proyecto de la Exposición Internacional 2008, que supuso una ordenación de la zona.
En el área que encierra el meandro en la margen izquierda del Ebro se instalaron las infraestructuras de la exposición. Se arregló y se protegieron los sotos de esa orilla y se planificó y ejecutó un amplio parque, el Parque del Agua, como amplia zona verde. Un entorno amplio y muy agradable para realizar actividades al aire libre que le vino bien a la ciudad. En la margen derecha, también se arreglaron las orillas, y se estableció una paseo que sigue la orilla del Ebro hacia el barrio de Monzalbarba. Como consecuencia de esto, en estos momentos el área de deportes del Ayuntamiento de Zaragoza publica un sendero periurbano, la ruta 12 - El meandro de Ranillas, que empieza en una parada de autobús urbano, termina en otra, y recorre el meandro por ambas orillas con un recorrido total de 11,4 kilómetros, con poco desnivel, practicable tanto por caminantes como por corredores y ciclistas. Y esto, más o menos hicimos hace unos sábados. Y yo me llevé una cámara de fotos, claro.
Opté por llevarme la cámara Nikomat FTn. Las Nikomat, o Nikkormat para su venta en occidente, la mía es de origen puramente nipón, eran la gama "baja", para aficionados, de Nikon entre los años 60 y los años 70. Pero lo cierto es que están construidas a prueba de catástrofes apocalípticas. Sólidas, totalmente mecánicas, la batería sólo alimenta el fotómetro algo más pesadas de lo que me gustaría, tienen sin embargo una suavidad en sus engranajes y piezas móviles, que hacen de ellas una delicia su uso. He conocido productos "profesionales" más toscos y menos finos que estas cámaras para "aficionados".
El principal inconveniente que le veo a mi equipo Nikon es el objetivo. Sólo tengo un Nikkor-S Auto 50/1,4, pre-AI,... que nunca me ha convencido mucho. Es muy pesado, y siento que desequilibra un poco el conjunto a la hora de realizar las fotos,... y siempre me ha sorprendido que, dado el prestigio de las ópticas Nikkor, tiene una tendencia a perder contraste en cuanto hay luces intensas por el frente tremenda. Aun cerrando el diafragma, se manifiesta esta tendencia. En las fotos que aquí muestro, he trabajado en el proceso digital para minimizar este problema. En esta tarde de caminata, llevaba en su frontal un filtro amarillo de B+W, que es una buena marca de filtros, con el fin de mejorar el contraste en los cielos ante las pocas nubes que hicieron su aparición o con respecto a otros objetos en el cuadro.
Como se auguraba una tarde soleada, utilicé un carrete de Ilford FP4 Plus 125, expuesto a su sensibilidad nominal. La medición de la luz la realicé con el Sekonic L-408 Multimaster, protegiendo las sombras, ya que hubo situaciones de contraste elevado. Revelé en Kodak HC-110, en dilución C (1+19), durante 5 minutos y 15 segundos a 21 ºC, según la propuesta de Emulsive. Los negativos quedaron con buena densidad, fáciles de digitalizar y con un contraste razonable. Digitalicé con la Panasonic Lumix G9 + Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH, en modo alta resolución, por lo que tras desechar la parte no aprovechable, me quedaron imágenes de entre 58 y 60 megapíxeles a partir del RAW de la cámara. Aptos para ampliaciones considerables.
En el retorno por la margen izquierda del río, nos desviamos de la ruta prevista en el sendero periurbano, por lo que al final, en lugar de los 11,4 kilómetros propuestos nos quedamos en unos 9 kilómetros, ya que decidimos seguir una ruta dentro del Parque del Agua que nos permitiese hacer un poquito de fotografía de estructuras y arquitectura.
En general, estos senderos o rutas periurbanos del ayuntamiento de Zaragoza están muy bien. Fomentan tanto el ejercicio físico como la utilización del transporte urbano. La tarde estuvo excesivamente luminosa, con pocas nubes en el cielo, y un viento molesto durante todo el trayecto. Y sólo al final de la tarde la luz adquirió una calidad interesante desde el punto de vista fotográfico. Pero estuvo bien. Recomendable para las gentes de Zaragoza.
Hace ya un tiempo, Ted Forbes, en su canal The Art of Photography, nos hablaba del reto de fotografiar con cámaras baratas. O extremadamente simples. Cámaras con mínimos controles, en las que lo fundamental era saber cuando era práctico o posible usarlas y esforzarse en sacar lo máximo de ellas. Esencialmente, proponía salir a pasear con una cámara de cajón, esas cámaras que tenían forma de paralelepípedo, de las que las primeras Kodak Brownie fueron el modelo y paradigma. Una lente, un visor, un mecanismo de avance de la película, de formato medio generalmente, una única apertura, a veces dos (sol y nublado) y una única velocidad de obturación, muy lenta, teniendo en cuenta la baja sensibilidad de las películas de antaño. Y un pulsador para activar el obturador, claro. Veamos el vídeo...
Y yo me hice en su momento con una de estas cámaras, la bonita, art-decó, Agfa Synchro Box. Película tipo 120, formato 6 x 9 cm, velocidad de obturación 1/30 segundo + Bulb, y tres posiciones de apertura; f/16 para tiempo soleado, f/11 para tiempo nublado, y f/11 + filtro amarillo para tiempo soleado mejorando el contraste de la escena. Claro, quien se sepa la regla "soleado f/16", 1/30 segundo implica que una película de ISO 125 como Ilford FP4 Plus va a sufrir una sobreexposición de hasta dos pasos con tiempo soleado. Es así. La respuesta tradicional a este problema es... con película negativa en blanco y negro, reduzca el tiempo de revelado, para recolocar los valores medios y las altas luces. Pero eso conlleva una reducción del contraste de la escena que, con un objetivo tan básico como los meniscos que llevan estas cámaras, puede ser excesiva. Obviamente, en un procesado mixto químico y digital, se puede apañar en la fase de procesado digital. Pero esto suele conllevar un problema "molesto". El casi inaparente grano de la FP4 Plus cuando manejas la superficie de un negativo de 54 x 88 mm, seis veces superior a la de un 24 x 36 mm, se vuelve de repente tan aparente como si hubieras utilizado una HP5 Plus en su lugar.
De hecho, lo que te pediría el cuerpo es lo contrario. Aumentar los tiempos de revelado para dar un poco de empuje al contraste de la escena, pero es algo que no haces porque entonces los negativos quedan extremadamente densos. Por cierto, no lo he dicho, pero el revelado del carrete que hoy presento en esta página está realizado con Kodak HC-110 en dilución C (1+19), durante 5 minutos y 15 segundos a 20 ºC, según la propuesta de Emulsive. El tiempo de revelado casi dentro de mi zona de disconfort, pero bueno... controlable. Prefiero tiempos de revelado a partir de los 6 minutos, para amortiguar mejor las pequeñas variaciones en el proceso de revelado por muy cuidadoso y riguroso que seas.
Evidentemente, existen varias posibilidades de controlar la cosa. La primera es utilizar emulsiones poco sensibles. Por ejemplo, las Rollei de ISO 25 o la Ilford Pan F de ISO 50. Pero me hace duelo. Porque son emulsiones pensadas para extraer el mayor detalle posible de la escena,... que se ha perdido de antemano al pasar la luz por el limitado menisco que constituye el objetivo de estas cámaras. Si en el centro de la imagen puede haber cierta nitidez, las esquinas aparecen siempre con una mayor o menor nivel de pérdida de detalle. Es tontería, desde ese punto de vista, usar emulsiones como estas.
Otra posibilidad es colocar un filtro delante del objetivo que reduzca esos dos pasos. Un filtro rojo te roba tres pasos de sensibilidad, un filtro naranja te quita dos pasos, y un filtro neutro, pues según de lo que sea. Pero no hay una rosca pensada para ello. Hay pensar un mecanismo más o menos engorroso para ello. En algún caso lo he hecho colocando la cámara sobre trípode y sujetando con la mano un amplio filtro rojo de 58 mm. Y no me quedaron mal los resultados.
Y por supuesto, hay otra posibilidad, que ya contemplaba al principio de esta entrada. Usa la cámara exclusivamente en situaciones adaptadas a sus posibilidades. En días nublados, o en la sombra, con menos luz de la que hay en un día soleado. O confórmate con lo que hay, concéntrate en el encuadre, asume las consecuencias del revelado que te da un negativo denso pero usable, o tira de procesado digital para resolver el contraste, o de los recursos que el cuarto oscuro te brinde para ello, asumiendo los efectos secundarios, especialmente si los puedes usar a tu favor estéticamente.
En cualquier caso, recordemos que Cartier-Bresson afirmó aquello de que "la nitidez es un concepto burgués", que el contenido y la expresividad de la imagen no se pierde por defectos en la misma. Y que lo importante es como te curres la estética y el concepto de la misma.
Las fotos de hoy están tomadas en el barrio de San José de Zaragoza y en la ribera del Canal Imperial de Aragón a su paso por el límite sur de este barrio zaragozano.