Aunque durante la Semana Santa existía la posibilidad de moverse por el interior de la comunidad autónoma, pero no de viajar fuera de ella, una serie de factores aconsejaron que no me moviese de Zaragoza. No estuvo mal en un principio, aunque se torciese por un acontecimiento inesperado en su recta final. Planifiqué fotografiar una serie de cosas y motivos con rollos en color,... no fue exactamente como tenía en mente, pero algo tendré. Lo veremos dentro de unos días, espero. En cualquier caso, como sí quedé con amigos para hacer una diversidad de actividades culturales y para caminar, cargué una cámara con un rollo de película en blanco y negro.
Sigo pegado a la Leica M6 que tengo en depósito, cada vez más convencido de que acabará siendo de mi propiedad, todo es cuestión de establecer un marco de financiación razonable, porque es divertida de usar y obtengo resultados buenos con facilidad. En el plano técnico, no voy a valorar ahora las fotos en el plano artístico o significativo. Eso es otro cantar que no es dependiente del equipo, sino del fotógrafo. Unos pocos días antes de los de fiesta, el lunes o el marte de esa semana, pasé por una tienda en el centro de la ciudad donde venden una cierta variedad de películas fotográficas, y vi que tenían algún rollo de Kodak T-Max 400. Y decidí comprar uno.
No suelo usar Kodak en blanco y negro. Pero no porque sean malas emulsiones, ni mucho menos, sino porque tienen más complicaciones en su uso que otras marcas de calidad y garantía como Ilford. En primer lugar, son considerablemente más caras. En segundo lugar, el soporte de las películas tiene una estabilidad dimensional peor y es complicado trabajar con ellas. Se enrollan, se doblan,... para un proceso mixto químico/digital como el mío, es difícil digitalizar los negativos perfectamente plano y sin que se "contaminen" de motas de polvo que luego son un aburrimiento de eliminar. Las películas de grano fino, de grano tabular, como las T-Max hay que ser muy cuidadoso al revelarlas y darles tiempos de fijado prolongados... Nada es tan sencillo y directo como las películas tradicionales de Ilford. O incluso como sus equivalentes de grano tabular de Ilford, las Delta. Pero decidí que no pasaba nada por hacer un rollo.
Además, para ese momento, ya disponía de filtros de densidad neutra de buena calidad, que me permitan abrir el diafragma cuando me interesa, incluso en situaciones de abundante luz. Con una película ISO 400, en un paseo con amigos en un día soleado, te vas moviendo en valores de exposición de f/16 o f/11 y 1/500 s en las escenas mejor iluminadas, a f/8 y 1/125 o 1/250 s cuando te metes en la sombra. Si quieres valores de diafragma más amplios, que te permitan cierto aislamiento del primer plano con el fondo... o tienes que usar sensibilidades más bajas, arruinando tu posibilidad de fotografiar en interiores iluminados, o tienes que llevar un filtro de densidad neutra contigo para poder usar aperturas entre f/2,8 y f/5,6, que permitan una cierta separación de planos. Para el Zeiss Planar 50/2 ZM tenía un B+W ND 0.9, filtro de buena calidad que resta tres pasos de exposición (donde tienes que usar un f/11 pasas a usar un f/4), pero nada para el Summicron 35/2 ASPH. El primero tiene un diámetro de filtro de 43 mm y el segundo de 39 mm.
Una posibilidad, y la tengo, es usar una económica arandela que adapte un filtro de 43 mm a la rosca de 39 mm. Pero eso conlleva otros inconvenientes en el uso del parasol y alguna otra cosilla. Es perfectamente factible, pero preferí buscar otro filtro para el 35 mm. Similar, también un B+W ND 0.9... no sé si de la misma serie, pero parecido. B+W es una de las mejores marcas de filtros, son caros en comparación con otras marcas, y no digamos en comparación con los ultrabaratos de Amazon y otros procedentes de China. Pero no tiene sentido poner cristales baratos, si te has esforzado en conseguir ópticas de alta calidad, nítidas y contrastadas. Por otro lado, estos diámetros de 39 o 43 mm son apreciablemente más económicos que os de los monstruos de 67, 72, 77 mm o más.
Así que durante los paseos por Zaragoza, visitando exposiciones, museos, quedando a tomar un café o una cañita en una terraza con algún amigo, llevé conmigo la Leica M6 y los dos objetivos mencionados, con los filtros de densidad neutra mano, y cargada con el rollo de Kodak T-Max 400. La película la revelé con revelador Kodak HC-110, dilución B 1+31, como hago habitualmente, durante 5 minutos y 30 segundos a 20 ºC. Los negativos están digitalizados con la Panasonic Lumix G9 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. Y estoy muy satisfecho.
Con el ISO 400 de la película, con o sin filtros puestos he podido fotografiar desde escenas a pleno sol con abundante luz, como escenas en interiores razonablemente bien iluminados. Con calmar y tranquilidad, he conseguido mantener en el proceso de digitalizado la película bastante plana, por lo que no he perdido nitidez en ese parte del proceso. El grano de una T-Max 400 bien expuesta es bastante más contenido, bastante más fino, que el de las películas de ISO 400 que uso habitualmente, especialmente la Ilford HP5 Plus. Y con un contraste algo más elevado, pero manejable. La T-Max 400 perdona menos los errores de exposición que la HP5 Plus, pero el fotómetro parcial de la Leica M6 me permite controlar muy bien la exposición. No tengo negativos mal expuestos entre los 38 que obtuve del rollo de 36 exposiciones.
Dicho todo lo anterior... ¿cuál es el inconveniente para no usar la T-Max 400 de continuo? Pues que la Ilford HP5 Plus se compra por 6 euros en los comercios de Zaragoza y la T-Max 400 me costó 10,50 euros. La diferencia es notable. Aunque algo así me pasa también entre la Ilford FP4 Plus y la Fujifilm Neopan 100 Acros II... y he encargado recientemente unos cuantos rollos de esta. En fin... todo es cuestión de lo que quieres y lo que puedas hacer o gastar. Pero lo cierto es que la película fue muy bien, y fue agradable hacer las fotos.
Durante el mes de febrero expuse dos rollos de película negativa en color. Con sendas cámaras Leica. Pero muy distintas. El primer rollo, con la compacta Leica Minilux, de la popular Kodak Ultramax 400; el segundo, con la veteranísima Leica M2 calzada bien con el Zeiss Planar 50/2 ZM bien con el Leitz Elmar-C 90/4, de la prestigiosa Kodak Portra 160. Estaba principalmente en este segundo. A priori, usado con un equipamiento más prestigioso que la compacta de Leica fabricada por Minolta. Y por ello lo comenté primero. Especialmente, porque los resultados fueron decepcionantes. Una subexposición clara en buena parte de los fotogramas hizo que, por prestigioso que fuera el equipo,... pues eso, los resultados fueran decepcionantes.
Pero en las primeras semanas del mes, no me compliqué mucho la vida en este aspecto. Cargué un rollo de Ultramax 400, una película a la que estoy cogiendo un cierto cariño, en la compacta Minilux, y me dediqué a usarla de bloc de notas fotográfico cada vez que veía un motivo que quería conservar en forma de fotografía, en lugar de fiar las circunstancias a la memoria. El usar una cámara ligera, que puedas llevar siempre encima, como bloc de notas fotográfico es algo que recomiendo. Quizá muchas de las fotografías que hagas sean intrascendentes para la mayor parte de los que las contemplen. Pero sirve como entrenamiento personal sobre la luz y las formas y su potencial fotográfico, que viene bien cuando te mueves en un entorno más interesante, como pueda ser un viaje o un acontecimiento.
Ya había usado esta combinación de cámara y película a principios del mes de enero, con buenos resultados. Siendo la Kodak Ultramax 400 una película de ISO 400, podríamos considerarla como adecuada para situaciones en exteriores donde la luz no es excesivamente brillante. Pero comparando los resultados obtenidos en enero, días de luz más tenue, menos brillante, con los de febrero, en los que en Zaragoza son frecuentes ya los días francamente soleados, lo cierto es que la Ultramax 400 muestra su mejor cara con mejor luz. Colores más limpios, más luminosos, saturados pero no sobresaturados. Realmente satisfecho con el resultado.
Y también con este resultado, una enseñanza general que vale para cualquier tipo de equipamiento o técnica fotográfica. Da igual lo potente, prestigioso, caro, complejo... el adjetivo que prefiráis, que sea vuestro equipo, si cometéis errores en vuestra técnica fotográfica, un error en la medición o en el ajuste de la sensibilidad en esta ocasión, los resultados van a ser mediocres o peores que con un equipo más modesto pero con una técnica fotográfica impecable. Estas son las prioridades que hay que tener en cuenta.
De la gama de películas Kodak Portra, la de menos sensibilidad, la Kodak Portra 160 es con la que menos familiarizado estoy. La he utilizado ocasionalmente, siempre con algunas cámara réflex con un sistema de medición fiable, puesto que siempre he leído que es más exigente que su hermana de ISO 400 en lo que se refiere a la precisión en la medición. Pero tenía algún rollo por casa, y hacía tiempo que no usaba la Leica M2. Lo cual coincidía con el hecho de que tenía sobre la mesa la oferta de usar una Leica M6 de la que os hablé hace poco.
Pero cometí un error notable. Cargué la película hacia principios del mes de febrero, hice alguna foto con ella, pero luego la aparqué a un lado con otras cosas. Y cuando la volví a retomar... había olvidado qué película iba en su interior. Y por algún motivo estaba convencido de que era una Kodak Portra 400 que había ajustado a un índice de exposición de 200.
Y en ello estuve. Haciendo unas cuantas fotos con la Leica M2, con el fotómetro de mano, el Gossen Digisix ajustado a IE 200, con el Zeiss Planar 50/2 ZM como óptica principal, aunque también usé el Leica Elmar-C 90/4 en algunas de las últimas fotografías, convencido en que todo iba a quedar bien. Cuando estaba haciendo como promedio una subexposición de un tercio de paso. Poca cosa diréis.
Ayer me llegó revelado el rollo... y no estoy muy satisfecho. Es cierto que por distintos motivos no he podido valorarlo con el detalle que esperaba. Pero del laboratorio ya me advierten en el correo de remisión que algunos fotogramas están subexpuestos, y que por lo tanto, en esos, no puedo esperar la misma calidad en los colores y aparece mayor nivel de grano en las sombras. Igual modifico más adelante mis impresiones... pero no he acabado excesivamente satisfecho.
A principio de febrero fue el cumpleaños de mi sobrino; 12 años. Como tenía una parte del equipo Pentax en buen estado pero sin usar, le regalé la Pentax K-X, con el objetivo zoom de kit, un 18-50 mm creo que es, o algo parecido, nunca lo he usado, con sus baterías, alguna tarjeta de memoria y una mochila fotográfica en buen estado que no uso. Un par de semanas más tardes se sugirió un paseo familiar para que el chico fuera fogueándose, al mismo tiempo que le podía orientar en la técnica básica de la toma fotográfica. Yo mismo cogí alguna cámara para el paseo. Una digital, la Panasonic Lumix G100 para demostrar los conceptos de forma práctica, y la Fujifilm GS645S Wide 60 con un rollo de Ilford HP5 Plus 400 por si se prestaba la tarde a alguna foto en blanco y negro.
Lo cierto es que cuando salimos a las cinco de la tarde de casa, la luz era muy agradable. No era nada dura, porque se mezclaba la progresiva caída del sol hacia el horizonte en su recorrido de la bóveda celeste, con algo de nubosidad que matizaba la luz. La Ilford HP5 Plus 400 es una película que, según mi experiencia, se defiende bien con una luz no muy intensa, pero que cumple mejor si las escenas tienen un contraste razonable que si son muy planas. Y desde ese punto de vista, la situación parecía idónea.
No obstante, conforme avanzó la tarde, las nubes fueron más abundantes, y bastante antes de llegar a la puesta de sol, prevista esos días entre las seis y media y las siete menos cuarto de la tarde, bloqueaban mucha de la agradable luz que teníamos al principio del paseo, haciéndola mucho más plana y mucho menos interesante. Así que no terminé las quince exposiciones del rollo, lo cual hice unos días más tarde en un paseo por el casco histórico de Zaragoza, en el que también algunas nubes en el cielo matizaban la luz y eliminaban los fuertes contrastes que ya tenemos en las horas centrales del día. Se acabaron los días invernales de luz agradable, casi por defecto.
Ningún misterio en el procesado de la película. Revelado típico y tópico en Kodak HC-110 dilución B (1+31) durante 5' a 20 ºC. Como hago habitualmente, agito con moderación, cinco inversiones completas y tranquilas al principio de cada minuto de los que dura el revelado. Tras el paro y el fijado convencional, lavado abundante y aclarado final con agua destilada y humectante para secar tranquilamente en un entorno libre de polvo. Los negativos fueron digitalizados con la Panasonic Lumix G9 en su modo de alta resolución, que nos ofrece sus buenos 80 megapíxeles, que en negativos de formato medio pueden merecer la pena, con el Leica Macro-Elmarit 45/2,8 OIS ASPH cerrado a f/5,6. Los archivos obtenido tienen un tratamiento mínimo de ajuste del punto negro y el punto blanco en Pixelmator Pro, así como enderezar los negativos algo inclinados, o recortar algún elemento sobrante en alguno de ellos.
Las fotografías no son nada especial. Pues eso, el resultado de darse unos paseos con la cámara y mantener entrenado el ojo. En cualquier caso, como ya he comentado, usada la película en sus mejores condiciones. Sin muchísima luz en el ambiente, pero con suficiente contraste para no tener que hacer procesados intempestivos para corregirlo que acaban incrementando en exceso el grano aparente de la película. Lamentablemente no dispongo de tiempo ni equipamiento a mano para un procesado en cuarto oscuro tradicional, en el cual seguro que se obtendrían copias decentes. Quizá más adelante. Dentro de unos cuantos años, cuando me jubile. Aun falta... pero seguro que luego me quejo de que el tiempo pasa muy deprisa. Como hace todo hijo de vecino.
En los últimos meses he reconectado con la Leica Minilux. No tan compacta como otras cámaras que tengo como la Minox 35 GT-E o la Olympus mju-II, presenta algunas ventajas sobre estas, y últimamente es mi cámara preferida para llevar encima en todo momento para tomar apuntes fotográficos.
Con respecto a la Minox, se puede usar también en modo de exposición con prioridad a la apertura. Tiene un sistema de compensación de la exposición entre -2 y +2 pasos por medios pasos, frente al sencillo x2 de la Minox, es decir un modo de sobrexposición de un paso para los contraluces. La focal de 40 mm no es muy diferente de la de 35 mm, pero yo la prefiero. Es marginalmente más luminoso, f/2,4 frente a f/2,8. Y aunque se puede usar enfocando por estimación y utilizando las hiperfocales, un poco al estilo de la Minox pero no igual por no tener escala de profundidad de campo, tiene la ventaja de que en distancias cortas puedes usar el enfoque automático y ser más preciso. Especialmente si necesitas aperturas amplias, donde el error al enfocar es más crítico. Tiene flash incorporado. Y como ya he dicho, es menos compacta, más talabarte. Los objetivos de las dos cámaras tienen buena prensa, pero el Summarit de la Minilux suele estar mejor considerado. La fórmula óptica, tipo "planar", 6 elementos en 4 grupos, es más compleja que la "tessar", 4 elementos en 3 grupos, del Minotar de la Minox. La Minox es una cámara más rápida. No necesita accionar ningún motor de enfoque y no hay retraso entre el accionamiento del disparador y el accionamiento del obturador. Con la Minilux, sí. Por eso, la Minox es más "reportajera", mientras que la Minilux es más un bloc de notas fotográfico.
La Olympus mju-II es comparable a la Minox en tamaño. Y tiene prestaciones similares a la Minilux, menos las más interesantes. No tiene enfoque manual, ni modo prioridad a la apertura. Ni compensador de la exposición. Todo automático. Los principales inconvenientes de la Minilux se encuentran también en la mju-II. La única ventaja notable, que fue además la que desencadenó su compra cuando salió al mercado en los años 90 del siglo XX es que está protegida contra salpicaduras de agua y contra el polvo. Y era la cámara que subía conmigo cada fin de semana a las pistas de esquí.
Con todo esto por delante, después de utilizarla en los últimos tiempos principalmente con rollos de película negativa en color, tomé la decisión de hacer un rollo de blanco y negro. Y para aprovechar las buenas cualidades de su óptica, le puse una película en condiciones. La Fujifilm Neopan 100 Acros II, la nueva versión de esta película de grano fino y elevada definición, que ahora fabrica Ilford en Reino Unido aunque bajo especificaciones de Fujifilm, puede hacer que las fotos obtenidas puedan tener un empaque superior a la de un mero bloc de notas. Si la distribución tonal es adecuada y si la nitidez es buena, puede ser ampliadas a buen tamaño.
Durante una semana fui recogiendo escenas ciudadanas, de rincones de la ciudad que me interesan por diversos motivos. Normalmente suelo ajustar el fotómetro a IE 80 y no al IE 100 de su sensibilidad nominal. Pero la mayor parte de estas compactas electrónicas no permiten este ajuste, ya que leen la sensibilidad por los contactos DX, así que su sensibilidad nominal tuvo que ser. Hice las fotos y revelé en Kodak HC-110 en dilución B (1+31) durante 5 minutos. Es distinto revelado que el que realicé recientemente en unos rollos realizados con la Hasselblad 500CM. Lo cierto es que aquellos no me gustaron cómo quedaron, supuse que algo estaba mal en la información de la que disponía y busqué otra información sobre el revelado de la Acros II con HC-110. Y esta parece ser correcta.
A la simple inspección visual, ya se apreciaba que la densidad y gama tonal de los negativos era bastante buena. Digitalicé los negativos con la Panasonic Lumix G9 y el Macro-Elmarit 45/2,8 a la resolución normal de 20 megapíxeles, que era más que suficiente para los fines pretendidos. Prácticamente no se aprecia grano alguno en las imágenes, confirmando las cualidades de la película. Hay amplia información de las luces a las sombras y el aspecto general de las imágenes, al menos técnicamente es muy bueno. El que interesen a la persona que las vea o no es otro cantar, pero para lo que yo quería, ya me han venido bien y han cumplido sobradamente las expectativas. Con las limitaciones que impone la sensibilidad ISO 100 en cuanto a necesidad de luz, la combinación de cámara y película es bastante buena. Se obtienen imágenes nítidas y limpias. La focal de 40 mm es muy polivalente y la cámara, aunque no tan compacta como las que han servido de comparación al principio, se transporta cómodamente una bolsa o mochila urbanita. El único pero es que la Acros II es una película cara. ¿Merece la pena sobre otras películas de sensibilidad similar como la Ilford FP4 Plus bastante más barata? Pues en muchos casos probablemente no... pero en alguno, en trabajos seleccionados puede que sí. Cada cual ha de valorar la situación.