Segundo de los rollos en color que expuse durante el mes de marzo. Voy a ir alternando las entradas dedicadas a la película en color y las dedicadas a la #FP4Party, en blanco y negro, para ir dando variedad.
Después de un año, el 2020, en el que por el confinamiento domiciliario de la población debido a la pandemia de covid-19 los parques de la ciudad quedaron totalmente clausurados, este año están llenos de gente. Con restricciones en los viajes, la hostelería, los establecimientos de diversión... cuando hace buen tiempo, visitar los parques de la ciudad se ha convertido en una actividad apetecible por una proporción de la población superior a la habitual. Especialmente si las flores de primavera han hecho su aparición y podemos disfrutar de su belleza y colorido.
Ya en ocasiones anteriores había visitado los cerezos ornamentales de lo que pretende ser un jardín japonés en el Parque Grande de Zaragoza, que florecen entre finales de marzo y principios de abril. También, a partir de finales de abril y durante unos meses, paseo por la rosaleda del mismo parque, buscando tanto las rosas en flor, como los frecuentes insectos, minúsculos, que se refugian entre sus pétalos. Todo ello, en el 90 % de las ocasiones, con fotografía digital. Pero este año se han puesto de muy de moda, han ido muchos espectadores a contemplarlos, las bulbosas de la acequia de las Abdulas, que recorre paralela al paseo de los Bearneses, un paseo entre plátanos muy agradable para los paseantes en el principal parque de la ciudad.
Los grupos de florales de bulbosas son realmente llamativos, aunque no son tan abundantes como podrían ser. Y los cerezos ornamentales todavía son muy jovencitos. En invierno parecen estacas. Todavía faltan años para que supongan un espectáculo completo. Además de que vendrían bien otros arreglos paisajísticos para que realmente a esa zona se le pueda llamar "jardín japonés". Pero bueno... poco a poco... y si los presupuestos municipales lo permiten,... quizá alguna vez podamos disfrutar de un Parque Grande que, además de "grande", sea también un orgullo para la ciudad. Desde mi punto de vista, tiene posibilidades, pero todavía le falta. Reconozco que la naturaleza árida del clima de Zaragoza hace que los esfuerzos que hay que invertir en unos jardines vistosos sean mucho más costosos e ímprobos que en otros climas más húmedos.
En cualquier caso, tras algún paseo con alguna cámara digital, en el sábado de Semana Santa fui relativamente pronto por la mañana, antes de que la multitud fuera excesiva, con la Canon EOS 100, un rollo de Kodak Ektar 100, una película negativa en color que ofrece colores muy vivos, saturados, un buen trípode y un par de objetivos, el Canon EF 85/1,8 USM y el Canon EF 200/2,8L USM II, que con la ayuda añadida de combinaciones de tubos de extensión y el multiplicador de focal x2, me permitieron ejercitar la fotografía de aproximación con las flores.
Unas fotos quedaron mejor y otras peor. Lo más crítico es el enfoque y la gestión de la limitada profundidad de campo. A veces, con posiciones en la cámara sobre el trípode poco cómodas para enfocar. En estas circunstancias, casi siempre hay que enfocar en manual. Bueno... al final tengo algunas fotografías de las que estoy contento. Y es algo que repetiré de vez en cuando, mientras estemos en temporada. Con las lluvias de hace unos días, las flores del cerezo, las "sakura", ya se han venido al suelo. Y la mayor parte de los tulipanes se han ido marchitando. Los narcisos parecía que aguantaban mejor. Aunque hace varios días que no paso y no sé realmente cuál es su situación actual. Pero os dejo unas cuantas fotos.
Revolviendo entre las estanterías, encontré un álbum de anillas con un número considerable de hojas con negativos que se remontan a principios de los años 90. Me centraré en esta entrada en algunos de los que expuse en los primeros meses del año 93.
Tras haber venido utilizando una modesta, competente, aunque limitada, Pentax P30N durante cuatro años para iniciarme a la fotografía, avanzado el segundo curso de fotografía que hice en el otoño invierno de 1992-93 en la escuela de la galería Spectrum de Zaragoza, decidí que tenía que dar un salto a una cámara con más posibilidades de futuro. No voy a entrar a detallar cómo fue el proceso de decisión. Pero diré que tuve sobre la mesa tres modelos, que en aquel momento tenían un precio similar, y entre los cuales decidí; la Nikon F601, la Canon EOS 100 y la Nikon FM2. Las dos primeras eran dos cámaras que ocupaban un mismo nicho comercial en las dos marcas importantes del momento. La tercera suponía adoptar un determinada filosofía con respecto a la fotografía. Me dejé llevar por las modas del momento y opté por la Canon EOS 100. Aunque años más tarde comprendí que la FM2 se adaptaba más a mi personalidad y me hubiera permitido avanzar más en mi afición. Pero "años más tarde" significa,... veinte años más tarde. Así que no merece la pena darle muchas vueltas al tema.
La Canon EOS 100 era una cámara que habría grandes posibilidades. Discreta en su funcionamiento, acompañada de un objetivo de focal variable con el silencioso y rápido motor ultrasónico que Canon empezaba a popularizar en aquel momento, un EF 28-80/3,5-5,6 USM, mucho más interesante que todos los derivados que comercializó la marca más tarde. Y honesto en sus prestaciones, aunque limitado como muchos objetivos de focal variable de la época. Los modos de exposición de la cámara, sus tres modos de medición, matricial, ponderada al centro y parcial (9 % central de la imagen), y otras prestaciones la hacían una cámara adecuada para hacer... muchas cosas. La adquirí en febrero de 1993, y tras algún carrete anodino de prueba con diapositivas, durante el mes de marzo le hice algunos carretes en blanco y negro.
No disponía yo de laboratorio en casa en aquel momento. Pero por haber sido alumno de los cursos de la galería Spectrum, por una razonable cantidad anual, podía acceder todos los viernes a los laboratorios y ampliadoras de la escuela de la galería, donde pasé muchos viernes por la tarde, desde que salía de trabajar, comiendo un bocadillo, y hasta que me iba a tomar unos chismes a partir de las ocho y media o nueve de la tarde-noche.
Por aquella época, estaba dejando de usar el cómodo y sencillo Rodinal con el que había aprendido a revelar. Y compartiendo con otros amigos y conocidos, usábamos el revelador en polvo ID-11 de Ilford, clon del Kodak D-76. Resultaba muy económico. Desconozco el motivo. En la escuela de galería Spectrum habíamos usado como material sensible la Agfapan APX 100. Pero lo que me encuentro en mis archivos, comprado por mi mismo, es una mezcla de Ilford Delta 400 e Ilford FP4 Plus. Supongo que me aficioné a la Delta 400 porque ofrecía un sensibilidad todoterreno con una buena nitidez y grano más contenido que otras películas de la misma sensibilidad, y era más sencilla de revelar y fijar que la similar de Kodak en cuestión de películas modernas de grano tabular, la T-Max 400. Lo cierto es que me gusta el aspecto de aquellos negativos, perfectamente conservados.
Aquí os traigo fotografías de tres rollos. El primero que hice con la Canon EOS 100 en blanco y negro, un Ilford Delta 400 en una excursión a la bonita villa de Alquézar, en la provincia de Huesca. Se nota mucho que no estaba familiarizado con la cámara, y no tengo buenos resultados de aquel día. Después, otro Delta 400 en el castillo de Loarre, también Huesca, que terminé en el entorno de la estación de Miraflores en Zaragoza. Un entorno totalmente distinto de lo que es hoy en día. Dejando de lado que no controlaba todavía algunos aspectos de la toma, algo en lo que uno va mejorando con el tiempo, me gusta el rendimiento que daba la película. Quizá deje de usar con tanta frecuencia la HP5 Plus 400 y me vuelva a la Delta 400, más contrastada. Aunque más exigente en el momento de la toma
Por otro lado, tengo también, de por aquellos días, un rollo de Ilford FP4 Plus 125 expuesto entre el yacimiento arqueológico de Cabezo de Alcalá en Azaila (Teruel) y las ruinas de la guerra del pueblo viejo de Belchite. Este último sitio es un lugar muy popular entre los aficionados a la fotografía de Zaragoza. Ahora está vallado y no sé muy bien cuáles son los requisitos para entrar. Pero en aquella época íbamos cuatro gatos y podías ir en cualquier momento. No creáis que encuentro muchas diferencias de nitidez y de grano en la Delta de ISO 400 y la FP4 Plus de ISO 125...
Los primeros domingos de cada mes, los museos pertenecientes al Ayuntamiento de Zaragoza son gratuitos. Jornadas de puertas abiertas para la promoción de la cultura. Y eso lleva a que, si no tenemos otros planes previstos para las mañanas de esos domingos, nos pasemos por alguno de ellos antes de tomar el tradicional aperitivo dominical previo a la comida. Y entre estos museos, hace tiempo que mi/nuestro preferido es el Museo Pablo Gargallo, dedicado a la obra del escultor bajoaragonés. No sólo es que la obra de Gargallo sea interesante, sino que el propio edificio, el palacio de los Condes de Argillo en la céntrica plaza de San Felipe, es un bello ejemplo de palacio renacentista aragonés.
Mi intención para el primer domingo del mes de mayo era bajar a dar una vuelta por el museo "acompañado" de la Canon EOS 100, el 35/1,8 de Tamron y un carrete de película negativa en color, Fujicolor Natura 1600, que ya lleva demasiado tiempo en mi frigorífico. Pero se me olvidó coger el carrete. Se me hizo tarde, empecé con prisas... y se quedó encima de la mesilla del dormitorio sin entrar en la bolsa de los chismes fotográficos. Cuando me di cuenta, estaba en la plaza de España, recién bajado del autobús de la línea 40 y jurando los mil diablos. Pero ese domingo fue día de apertura en las grandes superficies comerciales y, aunque no soy partidario de comprar en las mismas en los festivos por un tema ético, me colé en la FNAC porque sé que allí disponen de película fotográfica. Probablemente el único sitio donde se podía comprar es domingo película fotográfica en Zaragoza. Y compré un carrete de Ilford HP5 Plus 400 con la intención de forzarlo dos pasos, es decir, exponerlo a un índice de exposición de 1600, con el fin de no verme obligado a fotografiar constantemente a la máxima apertura del 35 mm de Tamron.
No es la primera vez que uso la HP5 Plus forzada dos o tres pasos, generalmente con buenos resultados. Pero en el museo me daba un poquito de miedo. He comprobado en otras ocasiones que con medición matricial de la cámara reflez o con mediciones de luz incidente con el fotómetro de mano, las esculturas de tonos oscuros, casi negros, corres el riesgo de que te queden empastadas, con poco detalle. Por ese motivo, opté por usar la medición parcial de la cámara que mide sobre el 8 o 9 % central del campo de visión, por lo que te puedes centrar sobre el objeto de interés. Lo que suelo hacer es que mido la luz sobre el objeto que tengo miedo que quede sin detalle, y luego subexpongo un punto, porque al fin y al cabo ha de quedar entre los tonos oscuros, con la esperanza de que las capacidades de la película y el revelado aumentado serán suficientes para mantener el detalle en ese punto. Cuando la situación me parece conflictiva, no subexpongo ese paso; directamente uso la medición que me da el fotómetro de la cámara. En fin, intento proteger los tonos oscuros, que es lo que me enseñaron de siempre que debía hacer con la película negativa.
La película la revelé, como vengo haciendo últimamente, en Kodak HC-110. Como tenía algo de prisa, como siempre, busqué un tiempo de revelado no demasiado largo, pero tampoco demasiado corto. Las opciones que tenía con dilución B (1+31), tiempo muy largo, o con dilución A (1+15), tiempo demasiado corto, no me convencían. Pero comprobé que los tiempos eran absolutamente proporcionales proporcionales. Si la dilución A está el doble de concentrada que la B, el tiempo de revelado era la mitad. Así que calculé la que correspondería para una dilución C (1+19) a 20 ºC, y me salían unos cómodos 7 minutos. Que me dieron unos resultados buenos en su conjunto. Si algún negativo quedó con las sombras empastadas, se debió sin duda a una exposición algo corta.
Como la me ha pasado en alguna ocasión, el moderno Tamron 35/1,8 no se lleva siempre bien con la Canon EOS 100 a la hora del enfoque automático. Y para colmo, aunque pongas el objetivo en posición de enfoque manual no siempre dispara si no te aparece el circulito verde que indica que la electrónica de la cámara considera que el sujeto está enfocado. Pero poco a poco le vas cogiendo el tranquillo, y enfocando en manual, lo cual no está mal cuando trabajas en un museo, la cosa funciona. Y la calidad del objetivo está fuera de toda duda.
¿Los resultados? Pues a pesar de mis precauciones, hubo alguna de las esculturas de tonos más oscuros, que me quedaron algo empastadas y sin detalle. En general, los resultados fueron buenos. Y sorprende comprobar en qué medida el grano de la película, aunque notable, no era excesivo ni desagradable. Por supuesto, más apreciable en los negativos más finos, a los que ha llegado menos cantidad de luz. Alguna escena callejera que tomé por el camino, donde el reparto de tonos es más diverso, quedaron bien, sin problema, aun cuando en esas escenas opté por la medición matricial de la cámara. Así que el uso a un IE 1600 de la HP5 Plus no supone ningún problema en modo reportaje, pero cuando fotografías obras de arte con tonos oscuros, se conservador con la medición y dale toda la que puedas a tu sujeto principal.
Tengo miles de diapositivas en casa. Hasta el año 2004, era el medio fotográfico de preferencia para mí, y para otros, cuando fotografiábamos en color. Había varios motivos para ello.
El precio; un carrete de diapositivas con revelado incluido salía bastante más económico que un carrete de negativos más el revelado más el precio de las copias.
La brillantez de las imágenes; unas diapositivas proyectadas en una pantalla de razonable calidad creaban una sensación muy superior a las "birriosas" copias de tamaño postal que ofrecían a partir de los negativos.
La oportunidad de torturar a los amigos con las sesiones de proyección de diapositivas a la vuelta de un viaje; te lo perdonaban si les invitabas a cenar.
La escasa calidad de los laborantes en los minilabs que imprimían las copias en color a partir de los negativos; en muchas ocasiones, cualquier parecido en tono, color y sensación general entre lo que aparecía en las copias y lo que habías percibido al hacer la foto era mera coincidencia. Irte a un laboratorio "profesional" para una copia decente te salía por un ojo de la cara.
Los inconvenientes también existían. Fundamentalmente, que era difícil y costaba caro obtener una copia en papel decente. Y que exponer una diapositiva correctamente es mucho más delicado que casi cualquier otro medio fotográfico. Aunque eso tiene su parte pedagógica.
La llegada de la fotografía digital, como todo el mundo sabe, afectó profundamente al negocio de la película fotográfica de toda la vida. Y la película diapositiva, muy utilizada por los profesionales, que se pasaron en seguido con armas y bagajes a la tecnología digital, fue probablemente el sector más afectado hasta casi desaparecer. Mi último carrete de diapositivas, un Fujichrome Provia 100, lo disparé en los Pirineos franceses en julio de 2004. Desde entonces y hasta la fecha, sólo uno de los carretes de Kodak Ektachrome 100 caducado desde 2008 que nos repartimos en la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ el año pasado, en 2017, lo he disparado en serio. Con unos resultados simpáticos, si los recordáis.
Hace un par de años, Kodak anunció que iba a resucitar las Ektachromes, con una sensibilidad de ISO 100. Creo que su interés va más al cine aficionado, con el formato Super 8, que a la fotografía fija. Pero desde hace unos meses, les ha costado como un año más de lo que prometieron el sacarla al mercado, disponemos de carretes de película de 35 mm con doble perforación de la nueva Kodak Ektachrome E100. Para proceso E-6; si alguien sueña con un renacer de la Kodachrome, proceso K-14, va dado. Es demasiado complejo. Decidí probarla. Con escepticismo hacia la posibilidad de utilizarla habitualmente en un futuro. Con 13 euros por carrete, el coste-efectividad comparado con la película negativa en color a la hora de obtener buenos resultados es muy desfavorable. Y es más delicada de usar. No lo olvidemos. La película diapositiva tiene una latitud de exposición muy inferior a la película negativa en color. La tolerancia a la subexposición es mínima; la tolerancia a la sobreexposición es prácticamente nula, salvo en escenas de escasísimo contraste.
No obstante, encargué un par de carretes. He de decir que mi película favorita cuando fotografiaba habitualmente con película diapositiva no eran las Ektachromes de Kodak, o su versión para aficionado, las Elite. Yo era de Fuji. Y las Provia 100 eran las películas de mi elección. Como esta película se ha mantenido en fabricación, desconozco qué evolución habrá tenido en su fabricación en los últimos 14 años, decidí encargar también un par de carretes de 35 mm y un par de rollos de formato 120 de esta película japonesa, la Fujichrome Provia 100F. Un detalle, que todavía exista esta película en formato medio. En estas semanas atrás, expuse uno de los carretes de Ektachrome, y los dos rollos de Provia 100F en formato medio. Hoy os cuento la experiencia con la película de Kodak, y dejo para otro día la experiencia con la película de Fujifilm.
En dos sesiones, una matinal y otra vespertina, expuse la Ektachrome E100 con la Canon EOS100. En la sesión matinal, con el objetivo EF 40/2,8 STM, un objetivo de buena calidad, con una perspectiva muy estándar, que me gusta, y que hace del conjunto relativamente "compacto" para ser una cámara réflex.
En esa mañana, comenzamos con niebla, aunque fue despejando, quedando cerca del mediodía un día muy soleado, lo que provocaba en algunas escenas contrastes de luz importantes. En las escenas de niebla, sin problemas para que la película encajara el contraste de las mismas, pero en las escenas más soleadas, con zonas de sombra profunda, empezó a tener problemas, como era de esperar para encajar el contraste de luminosidades. De todas formas, me sorprendió favorablemente. Un caso emblemático es la fotografía bajo el puente, en el que tenemos unas altas luces importantes y unas sombras profundas, encontrando materia en toda la escena.
En la sesión vespertina, le puse a la EOS 100 un objetivo Olympus Zuiko 21/3,5, gran angular también relativamente compacto, diseñado para los tiempos de la película tradicional. Es un objetivo usable en cámaras digitales, pero se nota con estas la veteranía de su diseño. Pero con película tradicional pensé que podría dar buen resultado. La cuestión es que esa tarde también salió muy soleada, y en algunas de las fotografías el contraste era muy notable. Mandado a revelar a Carmencita Film Lab, el amable operador que las ha digitalizado me mandó un comentario sobre que algunas de las diapositivas estaba subexpuestas. En realidad, eso es opinable. Todo el carrete está expuesto midiendo con el modo de medición parcial, mide sólo sobre un círculo que ocupa el 9 % de la imagen. Hay quien llama a esto medición puntual, pero es un punto "gordo" y yo prefiero llamarle parcial. Dejo lo de puntual para cuando sólo se mide sobre un 1 a 3 % de la imagen. En cualquier caso, mido sobre una zona de la imagen que caiga en lo que Ansel Adams consideraría una Zona VI, y con el compensador de exposición en +1. Esto suele proteger las luces suficientemente. Pero a veces deja las sombras, cuando el contraste es muy potente, muy oscuras.
Con el trabajo de digitalización que han hecho en el laboratorio, puedo afirmar que la película es muy nítida, los colores tienen la brillantez que habitualmente se atribuyen a la diapositiva pero sin pasarse de saturación en ningún momento, razonablemente natural. Y no aprecio el exceso de dominante amarilla, cálida le llamaban ellos, que con frecuencia surgía en tiempos en las diapositivas de Kodak y que me hacía preferir las inversibles de Fuji. Nitidez estupenda, y grano... yo no lo percibo.
Por lo tanto, estamos ante un buen producto, ante un material sensible excelente, pero que no sé si es lo que a mí me apetece usar habitualmente. Su limitada latitud de exposición limita las situaciones en las que se puede usar, aunque aprecio que estas son relativamente variadas. Su precio es muy elevado... muy muy elevado. Y no tiene la personalidad o el rendimiento específico de las películas negativas en color, como pueden ser las de la gama Portra o la Ektar. O equivalentes de Fujifilm. La verdad es que para obtener el tipo de imágenes que me ofrece la Ektachrome E100... puedo tirar en digital sin ningún problema. Pero es una muy buena película en mi opinión.
Llevaba un tiempo queriendo familiarizarme más con películas negativas en color de sensibilidad alta. Vamos a considerar estas películas aquellas con una sensibilidad de ISO 800 o superior. Hasta el momento he tenido la oportunidad de probar la Cinestill 800T, la Kodak Portra 800 y la Fujicolor Natura 1600. También he usado en alguna ocasión la Kodak Portra 400 forzada un par de pasos.
Mis conclusiones hasta ahora son las siguientes.
La Cinestill 800T me da buenos resultados cuando la uso a un índice de exposición (IE) de 400 o 500; pero no merece la pena por precio y calidad general porque a esas sensibilidades la Kodak Portra 400 es superior, salvo con iluminación artificial de tungsteno. A IE 800 o 1600 los resultados son decentes, pero no me matan.
Con la Kodak Portra 800 siempre he tenido incidentes que me han impedido valorarla correctamente.
La Fujicolor Natura 1600 sólo está en formato 135, y tiene un rendimiento agradable siempre y cuando vivas a gusto con una estructura de grano muy presente.
La Kodak Portra 400 forzada funciona sorprendentemente bien, siempre y cuando no estemos en una escena en clave baja, porque los negros quedan algo bloqueados.
Mi intención en estos meses atrás era volver a probar la Kodak Portra 800, en formato medio, y la Fujicolor Superia Venus 800. Esta última creo que es igual que la Fujicolor Superia XTra 800 que se puede encontrar en algunos mercados occidentales, pero yo la compré a una tienda alemana por internet con el nombre de Venus, que es el de origen para el mercado japonés. En la caja, aparecen caracteres de escritura nipona. Esta película sólo está en formato 135.
Bien... O mejor dicho, mal. como de costumbre, un nuevo incidente con la Portra 800 me impide mostrar ningún resultado. Para poder tener buenos elementos de comparación, tanto esta como la Venus 800 las disparé en el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza, en interiores y con luz mezclada artificial y natural. De ahí son los mejores resultados que tengo con la Cinestill 800T disparada a IE 500. Finalmente, sólo puedo comentar los resultados obtenidos con la Venus 800.
El revelado está realizado en Carmencita Film Lab con escaneado a tamaño XL, aproximadamente unos 18 megapíxeles de información. Con el tiempo he ido encontrando diferencias según el operador encargado. Pero aunque son más caros que otros servicios, son los más consistentes en calidad y resultados de los que he probado.
El hecho de que la película sea de formato 135, con negativos de 36 x 24 mm se nota apreciablemente cuando lo comparas con los resultados con cualquier otra película en formato medio. Pero a pesar de todo, los resultados generales, cuando la película está bien expuesta, son bastante notables. La granulación es más apreciable que las Fujicolor Superia XTra 400, por hablar de alguna de la misma familia, y todavía se percibe más diferencia si la comparamos con la Kodak Portra 400. Pero es más continida que la de la Natura 1600. El resultado es menos "impresionista", por decirlo de alguna manera.
Eso sí, hay que exponerla bien. Nada de veleidades con lo de "su latitud admite hasta un paso de subexposición". Se expone a IE 800 midiendo con cuidado para las sombras, con el fin de que no queden bloqueadas. Un tanto de sobreexposición, como es habitual en los negativos en color, no le sienta mal. Pero desde mi punto de vista, de subexponer, nones. Lo cual es una ganancia con respecto a la Cinestill 800T, que a pesar de lo que leo por ahí, su sensibilidad nominal de ISO 800 me parece optimista.
Os he ido dejando unos cuantos ejemplos de la mañana que pasé con ella en el Museo Pablo Gargallo. La exposición fue realizada con una Canon EOS 100 y objetivo Canon EF 50/1,4 USM. Eso sí... cuidado con usar ese objetivo a plena apertura. Aparte de que es difícil fijar el enfoque en el punto deseado, cuando hay que aproximarse al sujeto, el grano es más evidente en las zonas desenfocadas. Por eso, mejor si se puede diafragmar un poquito. Hay que contar que la película está calibrada para luz de día. Si hay un predominio evidente de la luz artificial de tungsteno, puede ser necesario o filtrar la luz al exponer o corregir el procesado digital de la imagen digitalizada. Ahí podemos perder un paso efectivo de exposición.