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La gran avenida del Ebro a finales de febrero y principios de marzo de 2015, con la Hasselblad, Fujifilm Neopan 100 Acros y un vídeo

Había dos cosas que quería hacer. Y aproveché el pasado domingo, cuando todavía la gran avenida del Ebro que ha afectado a las comarcas ribereñas de este río en la provincia de Zaragoza estaba todavía en crecida, para hacerlo.

La primera era comprobar hasta que punto el Carl Zeiss Planar 80/2,8 está limitado. Este objetivo es el único que no me costó nada. Había sufrido previamente un accidente, fue arreglado, pero la sensación es que no acababa de ir bien. Así que tenía que comprobar sus auténticas limitaciones.

La segunda era utilizar la versión para formato medio de la película Fujifilm Neopan 100 Acros, de la que se dice que es la mejor película negativa en blanco y negro para una sensibilidad de 100 ISO que hay. Grano muy fino, gama de grises muy amplia, fácil de revelar, excelentes resultados en diversas circunstancias. Ya la había probado en formato 135.

Efectivamente, el Planar 80/2,8 está limitado, y la naturaleza de su limitación está mucho más clara de lo que pensaba por lo que me habían contado. No enfoca a infinito. Cuando la rueda de enfoque llega a su tope y marca enfoque a infinito, en realidad está enfocando a una distancia de unos 7 metros, he calculado a ojo. La hiperfocal a f/16 según la DOF Calculator estaría casi a 9 metros. A f/22, la apertura mínima del objetivo, estaría alrededor de 6 metros y 35 centímetros. Realmente sigue siendo útil para retratos o para fotografiar objetos relativamente cercanos, siempre que no nos importe o nos venga bien sacrificar la nitidez del fondo lejano de la imagen. Hasta ahora sólo lo había probado en alguna naturaleza muerta en casa, donde no hay problema. Pero definitivamente está limitado. Tendré que buscar una solución. O lo intento arreglar... o me compró un objetivo estándar para la Hasselblad.

En cuanto a la Acros, realmente es una película excelente que me hace lamentar tener un escáner que limita la resolución final que la imagen puede alcanzar. Revelado con HC-110, a 20 ºC durante 7 minutos a la dilución E (1+47 a partir del jarabe concentrado), da unos resultados excelentes, siendo una combinación muy cómoda de utilizar para quien no se pega el tiempo revelando carretes fotográficos. Una favorita. La única pega que le encuentro es que su estabilidad dimensional no es muy buena, se comba bastante, por lo que cuesta colocarla en el portanegativos del escáner lo suficientemente plana para optimizar la resolución. Pero con un poco de cuidado y dedicación, se escanea muy bien. A 3200 pixeles por pulgada, obtenemos un archivo de casi 50 megapíxeles, a partir del cual recomiendo usar imágenes para imprimir no mayores de los 35 x 35 cms o 40 x 40 cms como mucho. Con este escáner. No me puedo ni imaginar lo que sería poderse permitir el lujo de escanearlo con un escáner de tambor... ríete tu de los millones de píxeles de algunas cámaras modernas y de los miles de euros que cuestan.

Os dejo un pase de fotografías con los ejemplos del domingo pasado.

Ese mismo día, además de la Hasselblad 503CX me llevé como complemento la compacta Leica D-Lux (Typ 109), que usé para tomar algunos pequeños clips de vídeo. Que he montado en un vídeo de algo más de tres minutos que podéis ver a continuación. Como no me llevé trípode, los clips de vídeo fueron tomados a pulso, por lo que quedaron un poco trepidados. He utilizado la opción de Youtube para estabilizarlos, y no quedan mal, aunque en alguna escena se ve algún artifacto. Especialmente en la base de los troncos anegados por la inundación.

Para despedirme, os dejo el vídeo.

Leica D-Lux (Typ 109) - Una nueva compacta, competente viajera

Desde hace más de 20 años he tenido cámaras compactas complementarias de los sistemas de cámara de objetivos intercambiables que consideraba mi equipo principal en mis proyectos fotográficos. Con carácter general, disponer de una cámara compacta es la mejor forma de tener siempre una cámara a mano si surge la oportunidad fotográfica. Especialmente en los viajes, la cámara compacta ha cumplido un doble papel. Por un lado, es una cámara de respaldo, que te permite seguir haciendo fotografías incluso si tienes algún problema. Esto me ha pasado en alguna ocasión. Así que no hay que tomarlo a broma.

En 2007, de viaje por Finlandia, el obturador de mi Canon EOS D60 entregó su alma, y durante unos días seguí el viaje con una modesta compacta Fujifilm Finepix F10; como en esta fotografía tomada en Porvoo.

Desde hace unos años, mis cámaras compactas de respaldo han sido de la serie de las PANASONIC LX/LEICA D-LUX. Estás compactas para usuarios exigentes estaban desarrolladas conjuntamente por la marca japonesa y la casa alemana. La primera se encargaba de la parte electrónica y la segunda diseñaba la óptica, aunque esta se fabricase también en tierras niponas. El resultado eran unas pequeñas cámaras, con objetivos luminosos, con una gama de focales contenida pero suficiente, y buena calidad de imagen a sensibilidades bajas. Durante los últimos años, he venido usando una LEICA D-LUX 4, que usaba con sensibilidades de hasta ISO 200 gracias a su competente estabilizador de imagen. Por encima de aquí, la calidad de la imagen se resentía por el pequeño tamaño del sensor de imagen, de 1/1,7". Pero he realizado algunos viajes donde una cámara de este tipo ha sido mi cámara principal, en los que necesitaba o quería ir muy ligero de equipaje. Por ejemplo, en PARÍS en 2008 o en BERLÍN en 2009, viajes en los que llevé una PANASONIC LUMIX LX3 como cámara principal, y una CANON POWERSHOT IXUS 860 como cámara de respaldo. Dos compactas, una en cada bolsillo.

Esta fotografía de unos niños jugando en el memorial a Marx y Engels de Berlín está hecha con una Panasonic Lumix LX3.

Durante el viaje a JAPÓN en el mes de septiembre de 2014, detecté que en el centro de la imagen de las fotografías tomadas con la D-LUX 5 aparecía una mancha oscura, no muy visible en algunas de ellas, pero sí en aquellas en las que un color uniforme, como el cielo, ocupase esa zona. Un aburrimiento el ir corrigiendo las fotografías. Por otra parte, es una cámara que había llevado una vida agitada y se notaba en algunas cuestiones. Así que decidí que había que buscarle una sucesora.

Coincidiendo con tal hecho, resultó que el tándem PANASONIC/LEICA sacó una sucesora con unas características un poco especiales. Se trata de la PANASONIC LUMIX LX100, o en su versión germanizada la LEICA D-LUX (TYP 109). Con elementos heredados de su estirpe anterior, la cámara venía con una serie de novedades muy importantes:

un sensor de tamaño 4/3" de cerca de 13 megapíxeles; en realidad es un sensor de 16 megapíxles, en el que no se aprovecha todo su tamaño para conseguir que los formatos de imagen de 4:3, 3:2 y 16:9 tengan todos la misma longitud en su diagonal, y por lo tanto el objetivo conserve su ángulo de visión para una focal dada, no importa el formato de la imagen;

un objetivo de focal variable, equivalente a un 24-75 mm en formato 24 x 36 mm, con una luminosidad de f/1,7 en su posición gran angular y f/2,8 en su posición tele;

un visor electrónico a la altura del ojo de gran calidad de visión;

unos mandos más clásicos, con selector de diafragma en el objetivo, con rueda de enfoque/focal en el objetivo también y con dos ruedas para la selección de velocidades de obturación y para la compensación de la exposición.

A cambio, presentaba un inconveniente que podía ser importante; un aumento notable del tamaño. Sigue siendo una compacta, pero ya sólo cabe en bolsillos de abrigos, chaquetones, cazadoras o similares. Nunca más en el del pantalón. Eso sí, con la promesa de una mejora en la calidad de imagen, que se pondría a la altura de la de las cámaras micro cuatro tercias, muy superior a los sensores pequeñitos que hasta ahora llevaban las compactas. También perdía el flash incorporado, aunque se suministra con un pequeño flash accesorio, a montar en la zapata prevista a tal efecto.

Después de mucho pensarlo, decidí asumir las desventajas a cambio de la mejora de la calidad de imagen. Opté por la versión LEICA, algo más cara que la PANASONIC, aunque la diferencia no es tan acusada como en el pasado, pero que viene con una licencia oficial para ADOBE PHOTOSHOP LIGHTROOM. Y ha sido mi cámara principal en mi viaje reciente a PARÍS. En otra entrada ya os hablaré de la que ha sido mi "cámara de respaldo".

Este autorretrato en el Centro Pompidou da una idea del compacto tamaño de la Leica D-Lux (typ 109).

Aunque no quepa en el bolsillo de un pantalón, sigue siendo una cámara muy compacta. Tan compacta que en algún momento su ergonomía se resiente. El tamaño de su objetivo y la disposición de sus mandos hace que esté bien para usar modos manuales o con prioridad al diafragma, pero hace más complicada la posibilidad de usarla con una sola mano. Cosa que hacía con su antecesora. Bien es verdad que con el pequeño tamaño del sensor de la D-LUX 5, dada su enorme profundidad de campo, la usaba siempre en modo PROGRAM, y sólo usaba la rueda para compensar la exposición. En esta hay que trabajar más.

En posición gran angular, no hay mucho problema en la gestión de la profundidad de campo, pero hay que cuidar donde se enfoca a diafragmas muy abiertos.
La focal mas angular es muy conveniente para practicar el paisaje. No conviene cerrar del todo el diafragma a f/16 para evitar el efecto de la difracción; salvo que queramos que este sea evidente como en esta puesta de sol.

En su posición teleobjetivo, algunos encontrarán los 75 mm un poco justos. Yo estaba acostumbrado a una focal un poco más larga, los 90 mm. La diferencia no es muy aparente. En cualquier caso, es suficiente para hacer retratos. Su apertura máxima de f/2,8 no va a permitir desenfoques espectaculares, pero es suficiente para aislar al motivo principal del fondo.

La cámara es muy discreta y totalmente silenciosa, especialmente si entra en funcionamiento su obturador electrónico.
Así que funciona muy bien en modo reportaje, para realizar retratos inadvertidos. Aunque los 75 mm obligan a acercarse más a la "presa" de lo que mucha gente considera cómodo.

Acostumbrado al rendimiento de mi sensor micro cuatro tercios OLYMPUS, esperaba que con una cámara con un sensor del mismo sistema y casi tres años más nueva, el resultado fuera similar. Pero me he llevado una pequeña decepción. Los sensores de las PANASONIC/LEICA siguen estando un paso por detrás con respecto a otras marcas. Desde luego, una sensibilidad utilizable de ISO 1600, combinada con un objetivo luminoso y un sistema de estabilización óptica muy conveniente da mucho de sí. Pero espera algo más.

A pesar de su rendimiento mejorable a ISO alto, se puede usar la cámara sin mucho problema en condiciones de luz escasa.
La fidelidad del color me parece bastante buena, aunque es algo que nunca me ha importado mucho. Siempre revelo los RAW más de acuerdo a mis sensaciones y percepciones que buscando una absoluta fidelidad. Determinadas desviaciones cromáticas me gustan.

El balance de estas primeras semanas de uso intenso de mi nueva cámara es que va a ser un aparato que podré disfrutar en múltiples ocasiones, aunque tendré que acostumbrarme a algunas idiosincrasias específicas para sacarle el mejor rendimiento. Durante mi estancia en PARíS, en el CENTRO POMPIDOU donde están tomadas la mayor parte de las fotografías de este artículo, coincidí con una chica japonesa que llevaba la versión de PANASONIC de la cámara. He de decir que quizá sea más recomendable que la versión LEICA. Esta tiene un diseño externo más limpio y cuidado, es más bonita. Pero la LX100 tiene mejor agarre. En estos momentos, yo optaría por ésta sin lugar a dudas. Aunque no me arrepiento de la compra.

Es más, en el último Choco-encuentro de FOTÓGRAF@S EN ZARAGOZA del que ya os he hablado la usé y una de las imágenes, muy simpática ha entrado en el EXPLORE del día 14 de diciembre de FLICKR... Todo un éxito. Para quien valore estas cosas. A ver quien la encuentra en el enlace anterior...