Hubo un tiempo en el que pensaba que el equipo ideal para ir haciendo fotografías por el mundo era una cámara réflex con un parque de objetivos que dieran una amplia gama de posibilidades. Mucha gente piensa así, y por ello, especialmente en Europa y América, las cámaras réflex digitales son las más vendidas entre los aficionados a la fotografía. Para los felices mortales que tienen otras aficiones, con la cámara del teléfono les basta.
Bien. Yo pensaba así. Como ya adelantaba cuando os hablé de la PANASONIC LUMIX GF1, hubo un momento en el que probé otra cámara, la LEICA CL, de la que ya os hablaré más adelante, que me demostró que esto no es así. Especialmente cuando se viaja. Una cámara ligera, con unos pocos objetivos no muy voluminosos pero de buena calidad, es decir, focales fijas, es un equipo fácil de transportar, que no pesa, que no cansa, que no te produce dolor en la espalda o en el cuello después de horas de caminar y recorrer mundo, y que es fácil de tener a mano y siempre dispuesto. Como ya comenté en su momento, la GF1 se convirtió en mi equipo de viaje, siempre acompañado de una cámara compacta de buena calidad, por si las moscas, o cuando una mayor discreción se impone.
Veamos cual es mi equipo de viaje en la actualidad.
Sí. Es un equipo derivado o evolucionado de aquella GF1. A los objetivos objetivos de focal angular (14/2,5) y normal (20/1,7) de PANASONIC, se suma el tele corto (45/1,8) de OLYMPUS, más luminoso y más ligero que el PANASONIC LEICA MACRO-ELMARIT 45/2,8. Hay quien echará en falta una focal más larga, y a veces he pensado en hacerme con el 75/1,8 de OLYMPUS. Pero la verdad es que las tomas con teleobjetivos medios y largos, salvo en fotografía de animales en naturaleza o en espectáculos deportivos, suelen aburrirme. Por el contrario, es la focal angular la que se me hace muy larga. Sin embargo, los dos milímetros extra y los dos tercios de diafragma de luminosidad extra del 12/2 de OLYMPUS no bastan para cambiarme a esta bien considerada óptica. Las diferencias son pequeñas, y el pequeño gran angular de PANASONIC es tan pequeño y ligero, que a veces lo he llevado en cualquier bolsillo, y se me ha olvidado en cual, cuando he ido a echar mano de él. Sólo lo cambiaría si pudiese haber una solución razonable en el intervalo de los 9 o 10 mm de focal. Recordamos que para buscar las focales equivalentes para el formato tradicional de 36 x 24 mm, hay que multiplicar las focales del sistema micro cuatro tercios por dos. Es decir, que si ahora llevo el equivalente a un 28 mm, lo cambiaría por el equivalente a un 18 o 20-21 mm. La única posibilidad actual es un zoom, un 7-14/4. Pero no me acaba de convencer. Si hubiese algo del tipo de un 10/2,8...
Además, suelo llevar una compacta.
Esta LEICA D-LUX 5 es una variante firmada por la casa alemana de la PANASONIC LUMIX LX5. Es la tercera iteración de este concepto que he utilizado. Durante un breve intervalo de tiempo usé al PANASONIC LUMIX LX2, que me agencié de urgencia en Helsinki cuando el obturador de la CANON EOS D60 que llevaba entonces entregó su alma. Cumplió con su cometido, pero el sistema no estaba del todo maduro, y la vendí. Luego sí que me convenció el modelo LX3, que incluso fue mi cámara principal en un par de viajes cortos. Hasta que la cambié por este modelo actual, firmado por LEICA aunque básicamente es como la PANASONIC, que tiene un intervalo de focales más amplio y útil. Se puede llevar en un bolsillo y tiene muy buena calidad de imagen, siempre que no subas mucho de ISO. Como tiene un muy buen estabilizador de imagen óptico, en ocasiones la he usado a mano alzada en tomas nocturnas a 200 ISO, con buenos resultados. 400 ISO es utilizable con un programa de reducción de ruido, 800 ISO sólo en casos extremos y para pequeñas ampliaciones, y más allá,... allá cada cual.
No obstante, en mi último viaje a Italia no me he llevado como segunda cámara esta, sino otra que ya conocéis.
Sí. Es la GF1 que ya conocéis. Con el accesorio tapa con lente de OLYMPUS, que se puede usar como un objetivo 15/8 cuando se transporta, para disminuir su tamaño y su transportabilidad. Bien en esta cámara o en la EM-5. La idea es que si en los últimos tiempos la GF1 ha sustituido a la D-LUX5 como cámara de llevar encima habitualmente, por qué no hacerlo también como segunda cámara. Un sensor más grande, con posibilidad de usarla con sensibilidades más altas, aun a coste de un tamaño más grande. Había que probarlo.
No me acaba de convencer la idea. Lo cierto es que la he usado mucho menos que la compacta de LEICA cuando la llevo de viaje. El pequeño tamaño, que se pueda llevar en un bolsillo, y su discreción son un plus. Pero bueno. Ha sido una prueba.
Este equipo no suelo usarlo fuera de mis vacaciones, salvo la GF1, que como ya comenté es la cámara que suelo llevar encima cuando hago mi vida cotidiana, no con intención primaria de hacer fotos. La compacta LEICA hace tiempo que no la uso por Zaragoza. Y la OLYMPUS... bueno, esta sí tiene un uso cuando no voy de viaje. Además de usarla eventualmente cuando viene bien un equipo muy compacto pero de buena calidad, suelo usarla con el PANASONIC LEICA MACRO-ELMARIT 45/2,8 ASPH para la fotografía de aproximación y macro.
Efectivamente, es mi equipo de elección para fotografiar las camáras y sus detalles que aparecen aquí, para bodegones, para salir por la naturaleza cuando preveo la posibilidad de realizar fotografía de aproximación. La buena calidad del 45/2,8 más el excelente sistema de estabilización de imagen de la cámara hacen de esta combinación una opción excelente. Es cierto que para ese uso tengo alguna otra opción, como la CANON EOS 5D MARK II con el COSINA MC MACRO 100/3,5, que tiene una calidad muy inferior, pero un distancia de enfoque mínimo más favorable, o con otros objetivos y los tubos de extensión de KENKO. Pero es más voluminosa y pesada, y además no dispone del buen sistema de estabilización de imagen. De todas formas es el equipo con el que están tomadas las fotografías de las cámaras de esta entrada.
Ahora, os dejo algún ejemplo de fotografías tomadas con el equipo mencionado en el último viaje.
Fotografiar con cámaras de formato medio es una gozada. El gran tamaño de sus fotogramas, la gran cantidad de información que incorporan, el modelado y gama de tonos y colores que permiten acumular, hacen que sea una delicia para trabajarlo y contemplarlo. Más si utilizas algunos de los formatos con más personalidad y exigencia a la hora de componer la imagen como el formato cuadrado, los negativos de 6 x 6 cm (más bien alrededor de 54 x 54 mm; uno o dos milímetros arriba o abajo). Sin embargo, estas cámara tiene un problema. Suelen ser grandotas, pesadas y no muy ágiles de usar.
Sin embargo, hubo un momento en la historia de la fotografía en la que había cámaras de formato medio pensadas para el uso doméstico, para el aficionado a la fotografía sin muchas posibilidades, o simplemente para ser usadas como cámaras familiares. Cámaras sin muchas posibilidades técnicas, pero que cumplían a la hora de permitir que las personas, las familias, los grupos de amigos, pudieran hacer sus fotos de recuerdo por un precio razonable. ¿Y una calidad razonable? Veremos.
Una de estas cámaras es la ZEISS IKON IKONTA (modelo 521/16) que fue fabricada por ZEISS después de la guerra mundial, a partir de 1947 o 1948, pero que se basaba en un modelo previo muy similar de 1937 o 1938. Y una de estas cámaras me traje en octubre de 2012, comprada en el mercado de antigüedades de PORTOBELLO ROAD en LONDRES.
Como se puede ver, es una cámara relativamente compacta para el tamaño de su negativo, con un objetivo retractil con fuelle. Aunque la cámara es una ZEISS IKON, el objetivo no está firmado por CARL ZEISS sino que es un NOVAR-ANASTIGMAT 7,5 cm f/4,5, frabricado por RODENSTOCK o STEINHEIL, de tres elementos no revestidos. El obturador es un KLIO de gama baja, y su velocidad de obturación no pasa de 1/175 s. Teniendo en cuenta la sensibilidad habitual de las película de la época, esto tampoco suponía un gran problema.
La cámara estaba pensada para ser utilizada principalmente en exteriores con buena luz. El visor es directo, y no tiene ninguna ayuda para el enfoque que ha de ser por estimación. Igual que la medición de la luz, también por estimación. Pero tampoco había mucho que complicarse la vida. Con una película de sensibilidad media de la época, una 21 DIN (100 ASA, o ISO en la actualidad), se podría utilizar con un diafragma de entorno a f/11, a una velocidad de entre 1/100 a 1/175. Entre 1/50 y 1/100 con diafragmas de f/8 o f/11 si había nubes, y según el grado de nubosidad. Unos puntos rojos señalan las posiciones de la rueda de enfoque y la del control del diafragma para trabajar con la hiperfocal. No hay escala de profundidad de campo para el resto de las distancias de enfoque.
Utilizarla a distancias cortas con el diafragma abierto y obtener buenos resultados, ya dependería de la habilidad del fotógrafo para estimar la distancia de enfoque y la profundidad de campo disponible, siempre más reducida para el formato medio que para el formato tradicional. Con el 7,5 cm (75 mm) a f/5,6 con un negativo de 54 x 54 mm tienes aproximadamente la profundidad de campo que con un 40 mm a f/2,8 con un negativo de 36 x 24 mm, o un poquito menos. Alrededor de 80 cm, si estas enfocando a tres metros de distancia en un retrato. Hay cierto margen al error, pero no mucho. Si crees que el sujeto esta a tres metros, y en realidad esta a dos y medio, casi seguro que los ojos te salen desenfocados. Sin embargo, si está a tres y medio, te saldrán ligeramente desenfocadas. En cualquier caso, con un poco de práctica, si no apuras mucho, se puede conseguir.
Pronto comencé a entender algunos de los potenciales problemas de la cámara. Uno es que, siendo viejecita, antes de usarla conviene limpiar bien su interior, para evitar que queden motas oscuras en los negativos. Otra es que tratándose de un objetivo no revestido, en cuanto tiene fuentes de luz intensas de frente las pérdidas de contraste son muy acusadas. Un contraste que de por sí no es muy marcado. Existen modelos posteriores similares, o más sofisticados como las SUPER IKONTA, que disponían de enfoque por telémetro, que calzaban objetivos TESSAR 75 mm f/3,5, revestidos, con mejores resultados. Pero no costarán los 40 euros escasos que me costó esta cámara. Antes de mí, un japonés se llevó del mismo establecimiento una de estas por cerca de 200 euros. O su equivalente en libras esterlinas.
Pero conforme le vayas cogiendo la idiosincrasia, empezarás a obtener imágenes limpias que merecen la pena. En una excursión reciente, en enero, con FOTOGRAF@S EN ZARAGOZA, con película ILFORD XP2 SUPER, utilizada en circunstancias muy variables de toma, obtuve resultado aceptables revelándola en casa con RODINAL a concentración 1+100 en revelado desatendido durante 90 minutos.
El último uso que le he dado también fue en otra excursión, en marzo, con FOTÓGRAF@S EN ZARAGOZA a UNCASTILLO. A pesar de la amenaza de lluvia, estuvo despejado todo el día, con contrastes intensos. Así que usé la película ILFORD HP5 PLUS de sensibilidad nominal ISO 400, expuesta a ISO 200, y revelada en RODINAL 1+50, reduciendo el tiempo de revelado consecuentemente para controlar el contraste. Los resultados también fueron buenos.
Como se puede ver, en los ejemplo que he puesto, hay una evolución en la calidad de las imágenes, de las primeras que tomé en Londres a las de los meses más recientes. Hay que olvidar algunos de los reflejos aprendidos con las cámaras modernas actuales. Hay cosas que no se pueden hacer, limitaciones que tener en cuenta. Pero una vez que entiendes cómo va la cosa, nada te impide obtener negativos limpios y significativos. Cada cual según su arte.
Para mí, utilizar este tipo de cámaras es muy didáctico. Aprendo. Me fijo más al hacer la foto. Y puestos a meterse en el mundo de la fotografía con película, prefiero este tipo de cámaras veteranas al cachondeillo de las cámaras de plástico o de juguete con las que se entretienen algunos modernillos de hoy en día.
Algún día os hablaré de mi historia de amor con la LEICA CL, y de cómo me condicionó mi forma de entender la fotografía desde el año 2002 hasta la fecha. Lo cierto es que recuerdo perfectamente que cuando en el año 2009, en un viaje por Suiza, vi en el escaparate de un comercio en Berna uno de los modernos modelos OLYMPUS PEN digitales, pensé que tal vez el concepto que representaba aquella veterana cámara de los años 70 del siglo XX podía estar de regreso.
Sin embargo, hubo que esperar unos meses hasta que PANASONIC, dentro del mismo protocolo MICRO CUATRO TERCIOS, sacase al mercado la PANASONIC LUMIX DMC-GF1 para comprobar que el concepto que a mí en su momento me convenció podía estar ahí, con tecnología digital. Llegó al mercado acompañada de un objetivo estándar de 20 mm f/1,7, equivalente a una focal de 40 mm en el formato 135, y que bien podía considerarse el sucesor del SUMMICRON-C 40/2 que acompañaba a la CL. Pequeño, luminoso y con excelente calidad óptica.
No tardó mucho en anunciar la marca japonesa otro objetivo, desarrollado en esta ocasión con la prestigiosa alemana, el LEICA MACRO-ELMARIT 45/2,8, ofreciendo por lo tanto una pareja de objetivos que acentuaba más todavía las semejanzas con la vieja CL, con no pocas ventajas añadidas.
Como se puede ver en la fotografía anterior, que corresponde con mi ejemplar. Un tercer objetivo vino a hacer compañía a los dos anteriores. Un gran angular, extremadamente compacto, un 14 mm f/2,5, equivalente a un 28 mm en formato 135, que algunos pensamos que hubiera sido todavía más atractivo si hubiera sido equivalente a un 24 mm, para alejarse más de la focal estándar. Pero con un precio muy atractivo, una calidad más que razonable, y siendo muy, muy, muy discreto, se le podía perdonar.
Por supuesto, además de estos objetivos, que son los que se adaptan bien a mi forma de concebir la fotografía, especialmente cuando salgo de viaje, admite los diversos objetivos de focal variable de la marca, que nunca me han interesado, y toda la gama de objetivos compatibles de OLYMPUS, así como de otras marcas independientes. No sólo eso; con los adaptadores adecuados puede montar un sinnúmero de objetivos antiguos e incluso clásicos, con resultados diversos. Yo dispongo de un adaptador a bayoneta M de LEICA, que me permite usar los de esta marca o compatibles. Incluidos los de rosca con un adaptador intermedio entre la rosca de 39 mm y la bayoneta M.
Además de su compacto tamaño, que viene dado por el tamaño de su sensor de imagen, una cuarta parte que el llamado de "formato completo", pero mucho más competente que los minúsculos sensores de las cámaras digitales compactas, también tiene algunos aspectos convenientes. PANASONIC fue pionero en admitir varios formatos en sus cámaras digitales. Así, en el momento de la toma uno puede optar por una imagen en los formatos cuadrado (1:1), 4:3, 3:2 y 16:9. Es cierto que esto lo hace recortando el tamaño base del sensor, que es de formato 4:3. Una solución más elegante hubiese sido que se hubiese conservado la diagonal del área aprovechable en el sensor, como sucede con sus compactas de gama alta de la serie LX, salvo para el formato cuadrado. Pero, no se puede pedir todo. Así que los 12 megapíxeles del formato 4:3 se reducen a unos 9 megapixeles en el formato cuadrado. Pero en general el sistema es conveniente.
El primer viaje importante que hice con ella fue a París, y allí comprobé que las cámaras que no disponen visor óptico consumen bastante más batería y que conviene llevar a mano una de repuesto para echar el día. Más si te vas a París en invierno. Se le puede adaptar un visor electrónico, además de usar la pantalla trasera, para componer la imagen. Pero el modelo que admite esta cámara no tiene una gran calidad.
La posibilidad de adaptar objetivos de OLYMPUS hizo que cuando salió al mercado el 45/1,8 de esta marca, me fijase en él de inmediato. Mucho más ligero que el macro firmado por LEICA, de gran calidad óptica, más de un paso más luminoso, y con un precio más que razonable. Con él se aprovecha mejor la cámara en viajes, mientras que el macro es más adecuado para salir a la naturaleza. Se pueden conseguir desenfoques selectivos mucho más eficaces.
Una de las quejas más frecuentes que se han vertido sobre el estándar MICRO CUATRO TERCIOS es que al ser un sensor más pequeño el APS-C y el llamado "formato completo", se defiende peor en condiciones de baja luminosidad. Sin embargo, considero que la gente exagera mucho con las condiciones de luz en las que quiere tomar sus fotos, o son especialmente aficionados a fotografiar gatos negros en carboneras con las ventanas cerradas a medianoche. Es cierto que se nota más ruido electrónico a altas sensibilidades que con otras cámaras. Pero se puede usar incluso a 1600 ISO, ya que el ruido, en condiciones de foto impresa a tamaños habituales, hasta DIN A-4, es perfectamente admisible. Veamos algunos ejemplos de una estancia en la italiana y universitaria ciudad de Bolonia.
Otra de las cuestiones que se les ha achacado a estos equipos es la falta de reactividad. Un enfoque automático lento y retardos al disparar. Sinceramente, creo que el valor más importante para conseguir la fotografía adecuada tiene más que ver con la capacidad de anticipación del fotógrafo. Y para eso hace falta visión y experiencia. En cualquier caso, yo soy una persona de fotografiar tranquilo, reposado, y por ello esa posible desventaja nunca la he notado, si es que existe de forma apreciable. Entendámonos. No estamos hablando de un equipo para cubrir la final de un campeonato deportivo o para hacer safarís fotográficos. Pero siempre es posible encontrar el momento oportuno para hacer una foto en la que hacen falta reflejos.
Desde este punto de vista, si algo echo de menos, pero en general en todos los equipos digitales con enfoque automático, es algún dispositivo que permita enfocar por zonas, según escalas de profundidad de campo, que es una forma en que realmente se va rápido. Y algún método electrónico debería haber. En las compactas de la serie LX de PANASONIC y sus equivalente D-LUX de LEICA lo hay.
Tras tres años de buenos servicios algo quedó claro. La cámara está bien concebida, pero las tecnologías asociadas al sistema estaban un poco verdes cuando la compré. Las sucesoras de la serie GF de PANASONIC fueron cámaras mucho más sencillas, más pensadas para el aficionado sin pretensiones que para un fotógrafo que guste de un equipo ligero pero con altas posibilidades de gestión. Y la evolución de los sensores para captar la imagen también ha dado algún paso de gigante. Por ello, para mis viajes, sustituí en su momento esta cámara por una OLYMPUS OM-D E-M5 de la que hablaré en otra ocasión.
Pero en estos momentos esta GF1 se ha convertido en la cámara ideal para llevar siempre conmigo. Ocupa muy poco en la bolsa de bandolera que suelo llevar con otros objetos, y suele estar siempre preparada con el 20/1,7. Lo mismo da que en los paseos por la ciudad, que en las oportunidades que surgen en cualquier lugar, incluso en un sitio tan aburrido con el centro de trabajo. Desde luego es mucho más versátil y proporciona más calidad que cualquier compacta y que cualquier teléfono móvil. Estos últimos sólo tienen una ventaja. La conectividad permanente que permite enviar la imagen a distancia tras la toma. Por lo demás, una cámara estupenda para llevar a cuestas sin que te pene.
Y además he descubierto una nueva función. El campo de visión del 20/1,7 en formato cuadrado (1:1) es muy similar al de las cámaras de formato medio de 6 x 6 cm con el objetivo estándar de 80 mm. Si estas no disponen de fotómetro, aquí tenemos un que cumple perfectamente su misión.
Seguramente, en los catálogos de diversas marcas encontramos hoy alternativas similares, que dan todo el sentido a estos equipos por encima de los pesados y conspicuos equipos réflex. Todo es buscarlos y probarlos. Aunque no sé si alguno de ellos me parecerá nunca tan simpática como esta GF1.