Coincidiendo casi, semana arriba o abajo, con el primer aniversario del primer taller de fotografía estenopeica que pudimos hacer bajo la dirección de la ya amiga Beatriz Aísa, que se bajó una vez más de los Pirineos para compartir con nosotros su pasión y sus ideas sobre una de las formas más esenciales de practicar la fotografía. Una vez más, fuimos acogidos en las aulas del Centro Joaquín Roncal.
Si el año pasado fuimos Beatriz y "los ocho del estenopo", en esta ocasión en la que íbamos a profundizar un poco más en las artes y las técnicas de la fotografía "unicórnica" fuimos diez quienes nos juntamos alrededor de una gran mesa con nuestras cajas, botes, tijeras, agujas, pinturas, cintas adhesivas y aislantes, y demás aparataje. Estuvimos diez, una panda de gángsters, "The Pinhole Gang", con la pena de no poder contar entre nosotros algunos ausentes que nos acompañaron el año pasado, pero con la alegría de añadir a la banda caras nuevas. Algunas nuevas sólo en lo que se refiere a esta técnica... otras nuevas, nuevas, nuevas del todo. En todo caso, todos bienvenidos. Y a ver si pronto, en otras actividades se va sumando más gente al "gang".
Elemento importante en todo taller de Fotógraf@s en Zaragoza que se precie es la repostería de Carmina Andreu, Caramina; que en esta ocasión estuvo deliciosa como de costumbre. En cualquier caso, aquí tenemos a Carmina con una original lata en forma de zapato que creo que al final no usó, corrígeme si me equivoco Carmina, pero que desde luego sugiere mucho potencial y originalidad.
Y ya al trabajo. Algunos, como Miguel Ángel, nos turnábamos con el taladro para disponer el futuro espacio de los estenopos. Anu Medina mostraba hasta que punto había convertido sus mágicas manos, en el instrumento ideal para horadar con delicadez las láminas de aluminio por donde tan apenas íbamos a dejar pasar unos rayos de luz. Carmina, esprai en mano, se aseguraba que no hubiese reflejos de luz indeseables en el interior de las futuras cámaras. Y todo el mundo se afanaba transformando sus cajas, botes y latas en futuros instrumentos artísticos.
Finalmente, a la una de la tarde, ya estábamos en la calle todos, "cámaras" en mano, dispuestos a ir de caza de la escena y de la luz que se acomodase a la idea que nos habíamos hecho mientras construíamos las estenopeicas. Si el año pasado, con modestia, nos limitamos al concepto básico, una caja oscura, un estenopo, una hoja de papel sensible, en esta ocasión, teníamos cámaras con varios estenopos para una sola hoja, plana o envolventes, o dispositivos con varias hojas y distintas "focales" para tomar varias "instantáneas" de larga duración. La imaginación al poder.
Aunque salimos todos juntos del Centro Joaquín Roncal, finalmente nos fuimos dispersando, cada uno buscando su mejor opción para aprovechar el único, o los poquitos "disparos" disponibles. Yo tuve la ocasión de acompañar a Emilio Molins "Triboniano", y Marco Evangelisti que, entre otras cosas, intentaron una panorámica de 360º en el Puente de Piedra.
Tras el trabajo de campo, la hora de comer, alrededor de una mesa redonda, que se prestan mejor a la conversación y el intercambio, y que podemos ver a continuación en su integridad gracias al ojo de pez que me prestó José Miguel "Masjota".
Por la tarde, tocaba revelar y comprobar si nuestros esfuerzos habían tenido un desenlace feliz. En primer lugar, y con la única fotografía en color de este reportaje, el muestrario de cámaras antes de apagar la luz y extraer sus tesoros escondidos.
Y luego ya, líquidos dispuestos, por turno fuimos pasando a revelar nuestros negativos fotográficos. Unos con más fortuna, otros con menos, pero todos con la sensación de que habíamos avanzado y aprendido cosas nuevas.
Después, el laborioso proceso de lavado y secado de las hojas de papel sensible con los negativos de las fotografías. Una vez más, la tarde se nos hizo corta para lo que podría ser el último paso del proceso, el copiado y obtención del positivo por contacto. Pero las nociones estaban ahí, sembradas, para cualquiera que quiera seguirlas.
Y ya sólo me queda una cosa... quizá una de las más importantes... compartir con todos vosotros el positivo que surgió de mi propio trabajo y del que ya os hablé hace unos días.
Como el año pasado, una jornada fenomenal, que nos permitió aprender, comunicarnos, convivir, conocer más la afición común a la fotografía y conocernos más entre nosotros. Y ya, poniéndonos a pensar qué nuevas técnicas queremos probar. ¿Alguien escuchó mencionar la palabra "cianotipia"? ¿Se oyó decir que nos íbamos ir a Ejea con Laura, "Lura Photos", a hacer una jornada analógica? ¿Alguna idea más?
El sábado pasado estuvimos en Fotógraf@s en Zaragoza (FeZ) de taller de fotografía estenopeica, al igual que el año pasado, nos juntamos un grupo de aficionados bajo el liderazgo de Beatriz Aísa. Si el año pasado buscábamos iniciarnos en estas técnicas, este año se trataba de profundizar un poquito más. Dentro de pocos días saldrá la crónica que he preparado para el blog de FeZ, que también reproduciré aquí. Y en ella podréis ver un poco más cómo transcurrió la jornada.
Pero hoy quería contaros un poco mi experiencia personal desde un punto de vista técnico.
He de decir que me llevé tres cajas de cartón con distintas características, sin saber muy bien qué iba a hacer. Como consecuencia de la convalecencia de la especie de gripe que tuve el fin de semana anterior, no había estado muy fino en los preparativos entre semana. De hecho, llegué a pensar en dejar el taller para otra ocasión. Afortunadamente al final me apunté.
De las tres cajas, había una pequeñita, pero con diversas formas y compartimentos en su interior que podría dar mucho juego. Las otras dos eran similares pero de distintas dimensiones, la grandota de color amarillo-naranja estaba pensada como una cámara de gran formato, que con un pequeño estenopo pudiera ofrecer gran nitidez. Con la negra con lunares... pensaba en algo parecido, pero no estaba convencido de que fuera a funcionar bien. La profundidad de la misma era de sólo unos 75 mm, mientras que la superficie aprovechable del potencial fotograma era de 23 x 28 cm. Se me hacía difícil concebir que con la caída progresiva de luz que se produce en la periferia del cono de luz proyectado por el estenopo, se pudiera cubrir toda esa superficie. No me había dado tiempo a buscar las matemáticas apropiadas para preverlo.
Dio igual. Beatriz trajo algunos libros para inspirarnos y un modelo de los que vimos en el que una multiplicidad de estenopos servían para exponer una única hoja de papel me sugirió utilizar esta última caja, la negra con topos, pero con varios estenopos. Aunque las tripas me pedían hacer seis de ellos, un cierto sentido de la prudencia, por si se solapaban en exceso las imágenes, me hizo conformarme con cuatro. Que distribuí por la superficie de la caja.
Para la realización de los estenopos sobre las láminas de lata de aluminio conté con la ayuda de Anu Medina.
Los aficionados a las "pinhole" tienen la costumbre de bautizar con nombres significativos o alusivos a sus cámaras, pero en este caso, venía ya bautizada, como podemos ver en el cuarto oscuro donde cargamos el papel sensible.
With Love to You
La hoja de papel de 23 x 28 cm la recortamos de una hoja estándar de 25 x 30 cm, y quedaba sujeta por la propia tapa de la cámara, sin necesidad de adherirla con cinta adhesiva ni nada. Una vez sellada la tapa con cinta aislante negra, la hoja no se podía mover, y quedaba razonablemente plana en el fondo de la cámara oscura.
Y ya salimos a pasear para buscar nuestros motivos. Con un par de compañeros acabamos buscando motivos adecuados por la ribera del río Ebro, bajo las arcadas del puente de Piedra de Zaragoza.
Y ahí fue donde decidí dos cosas. Primero que el lugar me gustaba por el juego de luces y sombras del mediodía y por el grafismo del puente y los árboles sin hojas invernales. En segundo lugar, que en lugar de fotografiar cuatro escenas distintas sobre la misma hoja, iba a fotografiar cuatro veces seguidas la misma escena sobre la misma hoja. Dada la naturaleza "imperfecta" del proceso, las cuatro escenas tendrían algunas diferencias derivadas del propio paso del tiempo mientras se exponía cada una de ellas, y por la manipulación de la cámara entre las mismas.
Me ayudé de una aplicación del móvil para decidir la exposición. La focal calculada de la cámara era de 75 mm. Los estenopos que me ayudó a realizar Anu con gran precisión tenían un diámetro de 0,3 mm, por lo que la apertura relativa de los mismos era de f/256 aproximadamente. Para una sensibilidad del papel de 6 ISO, más mi propia estimación sobre las circunstancias del contraste de la escena decidí que la exposición correcta podía ser unos 30 segundos. Conté 25 segundos a lo que hay que añadir lo que se tarda en abrir y cerrar el estenopo con la cinta aislante.
Y el negativo que obtuve fue...
Es muy posible que si me hubiese arriesgado a poner seis estenopos, y dada las características de la escena, hubiera encajado sin problemas. Hay demasiado espacio en blanco (en sombra o negro en el positivo) entre la fila superior y la inferior, y también por de bajo de esta.
Por supuesto, hay diferencias entre las exposiciones. No todas tienen exactamente el mismo encuadre. Más allá del error de paralaje, se produjeron pequeños movimientos de la cámara entre toma y toma. En una de las inferiores el viento llevó a la cinta aislante que hace de obturador a tapar parte del fotograma, y en la última toma que hice, el miedo al viento me hizo sujetarla con las manos, y el propio movimiento de las mismas hizo que saliera trepidada.
Ya escaneada, eliminé digitalmente parte de la sombra/negritud sobrante. Y así puedo presentar el positivo final. Espero que os guste. Y que el proceso os haya sido ilustrativo.
Durante la semana pasada, entre 22 y el 25 de febrero de 2016, de 19:30 a 21:00 de la tarde (algo más se estiraba la sesión todos los días), estuve realizando un taller de macrofotografía con la Asociación Aragonesa de Fotógrafos de Naturaleza (ASAFONA). Hace un par de meses que he empezado a relacionarme y ser miembro de esta asociación, "empujado" casi literalmente por un par de colegas con quienes coincido también en Fotógraf@s en Zaragoza. He de decir que siempre me he sentido atraído por la fotografía de paisaje, aunque le he dedicado más tiempo al paisaje alterado por el ser humano que al paisaje natural propiamente dicho. No tanto por la botánica y los animales, terrenos donde me siento un poco "pez", nunca mejor dicho. Y la macrofotografía hace tiempo que es una disciplina por la que he sentido curiosidad, más por las posibilidades estéticas que por la inquietud científica, eso sí.
He de decir que me costó un poco entrar en la dinámica de la actividad. Cada organización tiene su cultura, sus formas de hacer las cosas, y no conocía todavía los modos de la asociación. Siempre soy introvertido hasta que voy cogiendo confianza. El curso lo impartió José Benito Ruiz, fotógrafo profesional que se dedica a diversas vertientes o géneros de la fotografía, con una gran presencia de la fotografía de naturaleza en su actividad, y que también dedica una generosa parte de su actividad profesional a la docencia y a la escritura de libros sobre fotografía. Me he quedado con una duda... ¿José Benito... es un nombre compuesto, o es nombre y apellido? La gente le llamaba más Benito que otra cosa...
Como digo, me costó entrar en la actividad, especialmente porque el primer día lo dedicó sobre todo a repasar conceptos generales sobre fotografía, desde enfoques plenamente válidos e interesantes, pero distintos a los que he usado yo para formarme como aficionado a la fotografía desde los tiempos de la Spectrum hace 22 o 23 años. Pero en el momento en que entró en material, la macrofotografía con especial hincapié en el medio natural, mi capacidad de meterme en los conceptos se ponían sobre la mesa aumentó muchos enteros. Más cuando dijo, y demostró con imágenes, que su interés personal iba más por los aspectos artísticos o estéticos de la fotografía que por los científicos. Aunque supongo que como profesional estará a lo que demande el cliente.
Me hizo especial ilusión cuando recomendó la obra de Karl Blossfeldt, un fotógrafo alemán a caballo entre el siglo XIX y el siglo XX que acumuló una obra de enorme interés en la fotografía de formas vegetales. Recuerdo que tuve ocasión de visitar una exposición sobre la obra de Blossfeldt en el certamen Huesca Imagen en algún momento de la segunda mitad de los años 90.
Lo cierto es que los materiales con los que vamos a trabajar nosotros no serán los mismos que utilizaba Blossfeldt. Me puedo imaginar al alemán con su cámara de banco de gran formato, encuadrando y enfocando minuciosamente sus muestras vegetales, con un exquisito sentido estético. Nosotros solemos usar las modernas cámaras digitales de objetivos intercambiables. Lo cual es peligroso porque en ocasiones nos hace correr más de la cuenta.
La cámara de las que tengo que mejor calidad puede darme para macrofotografía casi con toda seguridad es la Canon EOS 5D Mark II. Aunque el único objetivo específicamente macro que tengo para este sistema, un viejo Cosina MC 1:3,5 100 mm Macro que alcanza la escala de reproducción 1:2, tuvo un accidente y no funciona bien. Con una lente de aumento complementaria alcanza el 1:1. Tampoco es gran cosa... aunque ofrece unos resultados más que dignos siempre que no se use a plena apertura. Opté por llevarme para las prácticas el Canon EF 1:2,8 200 mm USM II con un juego de tubos de extensión Kenko de 12, 20 y 36 mm.
Tengo también un Pentax SMC-A 1:4 100 mm Macro que funciona con mis cámaras Pentax, también con una escala de reproducción nativa 1:2, al que se le puede acoplar la lente de aumento del Cosina para una escala 1:1. Y un Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 1:2,8 45 mm, para cámaras micro cuatro tercios, que alcanza de forma nativa la escala 1:1, pero tiene una distancia mínima de enfoque poco favorable.
En cualquier caso, para este curso decidí pensar en grande y me llevé el equipo Canon EOS que ya he comentado. Porque el último día de curso, repartidos por grupos hicimos algunas prácticas con las socorridas orquídeas que se venden en grandes superficies. También me llevé mi flash chino para la Canon, que vino bien. Y el trípode, claro.
Primero probé con diversas configuraciones del 200 mm con uno o varios tubos de aproximación, y utilizando el flash desde distintas orientaciones, siempre convertido en luz difusa con una plancha de policarbonato alveolar, como método barato de conseguir una luz controlada y suave.
Algunos resultados interesantes se produjeron cuando cambiamos la luz instantánea del flash por la luz continua de una linterna Omersub Moonlight. Aunque no perfectos, los resultados me parecieron más interesantes. Sin el follón de todo el conjunto de personas participantes que iban y venían, pasaban y traspasaban, pensando un poquito, hubiéramos conseguido una composición y un esquema de luz satisfactorio.
Y también cambiando el feo fondo que eran las paredes del salón de actos de la Agrupación Artística Aragonesa, donde se celebraba el curso.
Un curso que apenas llega a las ocho horas de duración da para lo que da. Lo importante es la generación de ideas, y la adquisición de alguna solución a los problemas de la práctica. Lo siguiente es practicar... hasta morir. Y así, tal vez logremos dominar algo de la técnica.
Si ayer mismo terminaba la serie de artículos sobre el Taller de retrato organizador por Fotógraf@s en Zaragoza, también me dedicaba al mismo tiempo a la tarea, un poco aburrida aunque al final interesante, de recuperar viejos negativos y diapositivas, digitalizarlos, y poner esas fototografías de nuevo en circulación. Y entre los negativos que ayer iba digitalizando mientras escribía sobre el taller de retrato, se encontraban los negativos de mis cursos en la Galería Spectrum, de los que hice dos. El Curso Básico 1 entre noviembre de 1992 y febrero de 1993 y el Curso Básico 2 entre noviembre de 1993 y febrero de 1994.
En aquellos momentos, no existía a nivel de productos de consumo las cámaras digitales. Se oía hablar de cámaras que registraban electrónicamente la imagen, grabándolas en discos de diversos tipos, y con distintas tecnologías. Por ejemplo, Canon y Sony hablaban de las cámaras de "still video", que generaban una señal más similar a la del vídeo analógico que al vídeo o la fotografía digital. Así que los fotógrafos, profesionales o aficionados, tirábamos de cámaras para película tradicional. Los que nos iniciábamos en el arte y la técnica fotográfica, solíamos adquirir las llamadas cámaras escuela. Cámaras baratas, de tamaño contenido, usualmente vendidas con un 50 mm a una apertura máxima rondando el f/1,7 a f/2, con los mandos básicos para hacer fotografías, y generalmente de enfoque manual. A finales de los ochenta y principios de los noventa, ya era frecuente que en lugar del 50 mm vinieran con un objetivo de focal variable del tipo 35-70 mm, 28-70 mm, 28-80 mm o similiar. Yo compré en 1989 una Pentax P30N con un SMC-A 50/2. Típica cámara de aprendiz. No existen este tipo de cámaras hoy en día. Las cámaras de gama baja están más pensadas para ser utilizadas habitualmente con modos automáticos que utilizando de forma manual los parámetros de enfoque y exposición de la fotografía. Con esta combinación de cámara y objetivo realicé la mayor parte de las prácticas del Curso Básico 1 de la Galería Spectrum. Para el Básico 2, ya contaba con una Canon EOS 100 (no una EOS 100D, que ni siquiera la imaginábamos).
Realizamos tres prácticas de retrato. Pondré aquí algunos ejemplos de las mismas. Me gustaría nombrar a quienes aparecen retratados, fueran alumnos del curso o modelos traídos por Spectrum para las clases, pero no los recuerdo, ni los tengo anotados por ninguna parte. Tampoco les he podido pedir permiso. Voy a asumir que entenderán que el artículo lo escribo como experiencia, de buena fe, y sin interés económico o egoísta de ningún tipo. Pero si alguno lo ve y no quiere estar,... pues que me lo diga.
La primera práctica la realizamos entre nosotros, y nos sirvió para familiarizarnos un poco con la iluminación, que fundamentalmente eran fuentes de luz continua de tungsteno. Como trabajábamos con película negativa en blanco y negro, daba igual el equilibrio del color. Y como la luz continua es menos potente que los flashes, más barata a cambio, usábamos película negativa de 400 ISO, Ilford HP5 Plus. Veamos primero algunas de las que hice en la sesión con los compañeros de curso. Algunos de los cuales eran verdaderamente estilosos. Yo era de los torpes a la hora de posar...
Vistas hoy en día, de forma retrospectiva, me parece que no estaban nada mal. Eramos novatos, muy novatos, manejándonos con las luces,... pero éramos gente joven, mayormente entre los 18 y los 30 años, y una vez que cogimos confianza fuimos adquiriendo desparpajo. Nati Gascón, la profesora, nos animaba mucho a imaginar, a no sujetarnos a los estándares o a los cánones. Aunque eso cuesta.
La segunda sesión fue con un modelo masculino, cuya principal dificultad era fotografiar las gafas. Fue la sesión más técnica, menos imaginativa. Quizá la más "sosa"...
Y la tercera sesión fue con modelo femenina. Una chica muy dinámica, muy imaginativa, que motivó mucho al grupo de alumnos, que además nos habíamos ido sacudiendo las inhibiciones. Esto permtió que variáramos más el tipo de tomas... Que pasásemos con facilidad de planos generales a planos de detalle, de la clave alta a la clave baja... por algún motivo preferíamos esta última,... y que nos divirtiéramos mucho. Muy bien.
En aquellos momentos, la capacidad de retoque estaba mucho más limitada que hoy en día. No es que no hiciéramos nuestros pinitos en las reservas y los quemados bajo la luz de la ampliadora en el momento de la copia, pero ni nos planteábamos las capacidades de intervención sobre la imagen y el físico de los modelos que se dan hoy en día con Photoshop y similares. Intentábamos que en la cámara, en el carrete, la fotografía quedase lo mejor expuesta posible, con una composición buena que recortábamos algo al ampliar, y las manipulaciones en el laboratorio tenían más que ver con el control del tono y el contraste que con otra cosa. Se hacía de otra forma.
Por otra parte, da la sensación de que hoy en día la formación se dirige más hacia las técnicas de fotografía comercial. El retrato social, de moda, de producto sobre figura humana,... pero en aquel momento, el estímulo era imaginar, conceptualizar,... aunque técnicamente la iluminación y la toma no fueran tan perfectas. Lo digo, no tanto por mi experiencia reciente, que ha sido muy satisfactoria a pesar de las limitaciones de un grupo de 20 personas interactuando, sino por el conjunto de los resultados que veo cuando me asomo a Facebook donde mucha gente pone sus trabajos. No es ni mejor, ni peor. Distinto.
En el Curso Básico 2 dimos un paso más allá en el retrato, realizando un par de prácticas de desnudo. De esas sólo pondré un ejemplo. Evidentemente sin que se pueda identificar a la modelo, que desconozco por completo si aceptaría salir o no de forma reconocible casi 22 años más tarde... Ahí si que nos sentimos cohibidos... pero aun así también fuimos capaces de sacar alguna foto curiosa.
Comienzo ya la última entrada relacionada con el primer módulo del taller de retrato organizado por Fotógraf@s en Zaragoza. El haber optado para las prácticas con modelo bajo luz ambiental de interiores y exteriores por un conjunto de películas tradicionales en lugar de la tecnología digital al uso, me ha permitido ampliar mucho la experiencia, y enriquecerla considerablemente, como habréis podido comprobar los que habéis seguido esta serie de artículos. Quedan dos módulos más, que se celebrarán el 23 y el 24 de mayo, ya veremos qué cuento de ellos.
Tras la experiencia de usar dos tipos distintos de película negativa en blanco y negro, a altas sensibilidades en interior y a sensibilidades medias (bajas las consideran muchos hoy) en exterior. Me quedaban los carretes en color, película Kodak Portra 400 (también la hay en 160 y 800 ISO), que llevé como complemento. He de decir que, como su nombre insinúa, originalmente esta película negativa en color se concibió como especializada para retrato, mientras que la marca americana dejaba la Ektar 100 como película más adecuada para paisaje, en el marco de la fotografía profesional o para aficionado avanzado. Es cierto que la formulación de la Portra se ha ido modificando para que quede adaptada a un uso más general.
Me llevé al taller mi cámara Pentax MX con un SMC-M 50/1,7 cargada con un carrete de 36 exposiciones de Portra 400. Han salido menos. No sé muy bien por qué. Pero lo esencial está ahí. Cuando uso esta combinación, suelo ajustar el exposímetro de la cámara a un índice de exposición de 200, en lugar del 400 nominal de la película. La amplia latitud de exposición de la película lo permite sin problema, obteniéndose fotografías con grano más reducido y colores algo más saturados. Os pongo aquí algunas fotografías realizadas unos días antes del taller.
Todos los negativos en color han sido revelados y digitalizados en Carmencita Film Lab, y ya adelanto que han hecho un excelente trabajo.
No obstante, por esa amplia latitud de exposición, no dudo si llega el caso en exponer algunos fotogramas a índices de exposición más bajos, sabiendo que luego en la copia o en el escaneado es fácil recuperar unos tonos y unas texturas aceptables hasta un IE 800 (algunos dicen que más). En fin, lo que hago es olvidarme del fotómetro en interiores, abrir a f/2 y ajustar la velocidad de obturación a 1/60. Y que salga el sol por Antequera. Veamos un ejemplo.
Como la primera parte de las prácticas del taller de retrato con luz ambiente fueron interiores, utilicé esta estrategia para hacer alguna foto de Sara (Sarini Modelo Imagen), la estupenda modelo que nos ayudó en estas prácticas. Veamos algún ejemplo.
Cuando se utiliza la película con un índice de exposición más alta que su sensibilidad nominal de 400 ISO, los colores quedan menos saturados, y hay riesgo de que las sombras queden deslavazadas. Por supuesto, el grano de la película es más evidente. La fotografía anterior puede tener un índice de exposición de 1600 (no lo calculé exactamente).
Ya en exteriores, a con un índice de exposición de 200, la película brilla en toda su potencialidad, y ya depende exclusivamente de la habilidad del fotógrafo el aprovechar las circunstancias que se le ofrecen. Eso lo juzgaréis vosotros con los ejemplos que pongo.
Finalmente, tras utilizar los carretes de película negativa en blanco y negro que ya he comentado, cargué el respaldo de la Hasselblad 503CX con otro carrete de Kodak Portra 400, éste con la intención de utilizarlo a sus sensibilidad nominal de 400 ISO. El objetivo usado fue el tele corto Carl Zeiss Sonnar 150/4 C.
En dos situaciones disparé fotografías. En la primera de ellas, con Sara en situación estática, sentada en un banco. Estas no supusieron mayor problema que mis propias limitaciones en la habilidad para componer o aprovechar la buena pose. Con un negativo de aproximadamente 55 x 55 mm estamos hablando de una superficie de material sensible 3,5 veces superior a la de un negativo de 24 x 36 mm o un sensor digital del mismo tamaño. Esto tiene la gran ventaja de que recoges una cantidad de información mucho mayor, algo que se nota y se agradece, y la desventaja de que la gestión del enfoque es más delicada, por su menor profundidad de campo. Las fotografías que aquí muestro fueron expuestas con diafragmas f/8 a 1/500 segundo, y a pesar de todo se aprecia la limitada profundidad de campo. Eso sí la gradación de los colores, la suavidad de los tonos y la cremosidad del desenfoque son envidiables. No he realizado ningún tratamiento digital sobre la digitalización del negativo que he recibido de Carmencita Film Lab, salvo algún ligero recorte para eliminar algún elemento superfluo en los bordes del fotograma.
La segunda situación en la que usé este carrete fue con la modelo en movimiento, simulando el caminar por una pasarela con sus giros y esas cosas. Aquí he de decir que la Hasselblad no se adapta bien a este tipo de fotografía. Hay que estar muy experimentado en su uso y tener mucha capacidad de anticipación, así que el número de éxitos ha sido pequeño. Y las que han quedado bien tienen un aspecto más estático que otra cosa.
Considerando el conjunto de la experiencia, de las cuatro entradas que he realizado, he extraído mis propias conclusiones:
Evidentemente, como fotógrafo de retrato, aun habiendo consiguiendo algunas fotografías que me gustan, tengo mucho campo para la mejora. Es una disciplina en la que es especialmente importante la atención al detalle. Además de tener un sentido de la estética y la composición, también hay que tener un técnica bien asentada.
Nunca había sido muy aficionado al forzado de la película negativa en blanco y negro, por el miedo que nos metieron haya a principios de los 90 en la Spectrum a perder la textura en las sombras. Pero me gustan las posibilidades de la Tri-X para usarla con índices de exposición altos. El revelado con HC-110 fue fácil y conservó el detalle en el negativo sin que el grano se hiciese demasiado escandoloso. A utilizar con más frecuencia.
Encantado con la Fujifilm Neopan 100 Acros. Cantidad de detalle, grano muy fino, una gama de grises de aspecto infinito. Tendré que acostumbrarme a tener en casa de todas formas un revelador de grano fino, menos enérgico que los reveladores todo terreno que suelo utilizar. El Ultrafin Plus se acabará cuando termine el envase actual, así que tendré que plantearme otras alternativas.
La película Kodak Portra 400 es y seguirá siendo durante mucho tiempo mi película en color preferida. Me gusta mucho su escala tonal y sus colores. Especialmente con la agradable luz con la que estuvimos trabajando buena parte de la mañana del día del taller. Y el resultado me resulta más agradable que la intensa nitidez que te puede dar un buen sensor digital. No ha de extrañar que en el procesado de los archivos digitales use preajustes (presets) que intente reproducir el aspecto de la película tradicional para dar un poco de organicidad a la imagen. En estos momento me siento atraído a utilizar más mis cámaras para película tradicional.
Espero que esta serie de artículos os haya gustado. Volverán después del 24 de mayo.