En estos momentos, por lo que he comprobado, se me asocia con mis cámaras de formato micro cuatro tercios y con mi afición a la fotografía sobre película argéntica tradicional. Sin embargo, al sistema que más fiel he permanecido es al sistema Canon EOS. Desde que compre la Canon EOS 100 en marzo de 1993 hasta la fecha, más de 25 años, no he dejado de usar estas cámaras y objetivos. Cierto es que el uso que hago de él últimamente, en su versión digital,... es haciendo fotografías que por su carácter, en el terreno de lo privado, no suelen aparecer en las redes sociales o en estos artículos. Pero lo sigo usando. Recientemente, sí que mostré algo por aquí, a propósito de las carreras de motocross en Motorland Aragón. Pero no mucho más, salvo que tenga que ver con las cámaras para película tradicional, la mencionada EOS 100 o la EOS 650, la que inició el sistema hace más de 31 años.
La cuestión es que si, como comentaba hace unas semanas, mi cámara digital principal en este sistema, la Canon EOS 5D Mark II, ya tiene sus añitos,... no digamos los objetivos. Voy a hacer una relación ordenada por el año en que se pusieron a la venta en el mercado. Vamos allá. Sólo los Canon. Los otros... no los uso ya, ni merecen la pena.
EF 50mm f/1,8(primera versión con montura metálica): 1987. Lo uso poco, desde que compré el f/1,4, mucho más rápido y silencioso al enfocar. Pero con la EOS 650 forman la combinación histórica que vio nacer el sistema EOS. No confundir con su segunda versión, con montura de plástico y sin escala de distancias de enfoque, más cutre, aunque con idéntica fórmula óptica, que lo sustituyo en 1990 y que ha estado en catálogo durante 25 años. Comprado de segunda mano en Foto Casanova, Barcelona, tras dos 50/1,8 II rotos de la misma forma. Golpe frontal no excesivamente fuerte y rotura de las endebles patillas que sujetan el grupo óptico al resto del objetivo.
Extender EF 2X (primera versión): 1987. Con el 200 mm hace un 400/5,6 bastante digno. Ved las fotos de las carreras en Motorland. Comprado por eBay en estado impecable por menos de 100 euros.
EF 70-210/3,5-4,5 USM: 1990. Uno de los primeros objetivos con motor ultrasónico. Pertenecía a una serie intermedia entre los más baratos y los de la serie L, que ya no se hace, y que tenían en los años 90 una calidad bastante aceptable para los aficionados. Había, y hay, que evitar en la medida de lo posible las aperturas máximas. Pero a f/8 u f/11 va sorprendentemente bien; utilizable sobre trípode a esas aperturas para paisajes.
EF 85mm f/1,8. USM: 1992. A pesar de su antigüedad, sigue siendo muy apreciado como objetivo de retrato, que es su uso primordial. Algunos dicen que tendría que ser de la serie L. Pero no, porque la serie L sólo la forman objetivos con lentes de fluorita. Se vino conmigo del Boulevard Beaumarchais en un viaje a París, comprado de segunda mano.
EF 50mm f/1,4 USM: 1993. Un objetivo bastante respetable en tiempos de la película tradicional, perdió enseguida el respeto de los usuarios en tiempos digitales. Aunque diafragmando funciona bien, como casi todos. Y a grandes aperturas, para retratos, no importa que sea poco contrastado y no excesivamente nítido.
EF 28mm f/1,8 USM: 1995. Nunca me he llevado bien con este objetivo. Lo adquirí de segunda mano en tiempos digitales, cuando el Sigma 28/1,8 pasó a ser incompatible con las nuevas EOS; pero realmente no merece la pena porque no tiene sentido no usarlo a sus aperturas amplias. Para eso ya tengo el 24-105, que me ofrece un 28/4 digno. Ahora sólo lo uso con las cámaras para película tradicional. Comprado de segunda mano por eBay a un precio que me pareció razonable. Hoy no lo compraría.
EF 200mm f/2,8L II USM: 1996. Va muy bien. Incluso si casi nadie lo considera oportuno, porque prefieren las iteraciones diversas del 70-200/2,8L. Pero es muuuuucho más barato. Con el duplicador, un 400/5,6 más que digno. Me costó muy barato de segunda mano, comprado a un simpático italiano por eBay.
EF 28-135mm f/3,5-5,6 IS USM: 1998. El segundo objetivo estabilizado de Canon, el primero para el gran público. Le tengo cariño. Pero es un talabarte pesado, y con la tecnología digital se lleva regular. Se me estropeó en 2005 en Milán, y por eso compré el 24-105/4L. Pero luego con los años lo arreglé. Ya he dicho le tengo cariño; me acompañó a bastantes viajes fielmente, y con sufrimiento de mis cervicales. Lo compré nuevo, tras vender el 28-80/3,5-5,6 USM que venía con la EOS 100.
EF 24-105mm f/4L IS USM: 2005. Contestado por la masa en los últimos tiempos, la verdad es que va bastante bien, aunque no tenga un diseño a la última. Lo que pasa es que pesa y me da pereza. Me gusta para paisajes. Sobre trípode y con diafragmas cerrados va bien y es versátil a la hora de encuadrar con precisión. Lo compré nuevo en Fotocasión. Aun sumando el coste del AVE, aun me salió 50 euros más barato de lo que me pedían en Fotoprix en Zaragoza.
EF 40mm f/2,8 STM: 2012. Es mi focal favorita, aunque no mi luminosidad favorita. Es muy ligero, relativamente barato, ideal para pasear con polivalencia. Lo usaría más si el objetivo, o las cámaras, estuvieran estabilizado. Entonces me daría más igual la luminosidad limitada. Nítido, aunque viñetea bastante; se resuelve en Lightroom. Otro de los pocos que compré nuevo.
La antigüedad promedio de sus diseños, contándola desde el momento en que salieron al mercado, no cuando los compré, es de casi 22 años. Sinceramente, hace 22 años no imaginábamos la que se iba a montar unos años más tarde con la tecnología de captura digital. Las últimas cámaras para película con montura EF que salieron al mercado son del año 2004, una EOS 300X y unas EOS 30V/33V. No nos dice Canon cuándo las dejaron de fabricar. Pero no tardarían mucho, en el 2003 ya había salido la EOS 300D que indicaba la intención de la marca de popularizar la tecnología digital en todos los segmentos. Y claramente, el 24-105 salió al mercado para acompañar la primera iteración de la EOS 5D. Así que sólo tengo dos objetivos que salieron al mercado en un ecosistema fundamentalmente digital.
Visto el conjunto, mis tengo claro que, a pesar de mi afición a viajar con formatos más reducidos, me apetece mantener el equipo de encuadre completo a 24 x 36 mm. En ocasiones, prefiero esa estética. Y no me importa usarlo cuando no tengo que acarrearlo a la espalda todo el día. Pero mis necesidades se reducen a tres objetivos fijos luminosos (focal corta, tele corto y el tele medio-largo con el duplicador), y eventualmente, el zoom 24-105/4L. Los otros se quedan para acompañar a las cámaras de película tradicional. O si me surge algún comprador, igual los vendo. Pero el 40mm, por mucho que me guste esa focal, no me satisface del todo para algo que no sea dar un paseo cómodo de vez en cuando. Es poco luminoso. Y ya he dicho que el 28mm no me satisface. Por ello, llevo un tiempo pensando en un 35mm luminoso. Llevo tres años pensando en ello. Esta año he decidido regalármelo para "navidades", aunque ya lo tengo en mi poder.
En la foto lo podéis ver, sin el parasol que trae incluido, montado sobre la Canon EOS 5D Mark II. Que también lleva una empuñadura secundaria que compré muy barata en el "viernes negro"; la echaba de menos en algunas ocasiones, especialmente con el teleobjetivo. Es el Tamron SP 35mm f/1,8 Di VC USD. Odio estos nombres tan largos llenos de siglas. Pero destripando lo que significan; es uno de los nuevos objetivos con diseños específicos para la tecnología digital, de gran rendimiento, con estabilización óptica, motor ultrasónico silencioso y protección contra las inclemencias de la intemperie. Aunque 2/3 de diafragma menos luminoso que los prestigiosos f/1,4 de Canon y Sigma, tiene una excelente reputación en sus cualidades ópticas. Que en lo que llevo visto hasta ahora, es cierto. Con las fotos realizadas con este objetivo hecho mano mucho menos de los deslizadores de "claridad" y "enfoque" de Lightroom. Por algo será.
Salvo la fotografía de la cámara, todas las demás de esta entrada están realizadas con este nuevo Tamron 35/1,8. Enfoca rápido y silencioso. Su luminosidad hace que la visión por el visor réflex de la cámara sea muy buena. Salvo que cambie la pantalla de enfoque, un f/1,4 no la mejoraría. Es nítido, contrastado, y como veis, soporta bastante bien la presencia en el encuadre de fuentes de luz potentes, como el sol, si muchos artefactos ni pérdidas de contraste.
Uno de los elementos más publicitados de este objetivo es su distancia de enfoque mínima de sólo 20 cm. Lo cual está muy bien, ofreciendo una ampliación máxima de 1:2,5. Casi en terreno macro.
Como se puede ver, el famoso bokē, es decir la cualidad de las zonas desenfocadas, es bastante agradable. Aunque claro, cuando vas cerrando el diafragma se vuelve más brusca. Como en toda óptica del mundo mundial. De las dos flores, la primera es un f/1,8 y tiene una profundidad de campo escasa para un objeto principal de ese volumen, y la segunda es un f/5,6, que hace más conspicuo el fondo desenfocado, aunque no esta nada mal.
Hay que decir también que el objetivo viñetea bastante a plena apertura, pero que Lightroom lo reconoce y lo corrige de forma automática sin mayor problema.
En situaciones de alto contraste, podemos encontrar bordes púrpuras o verdes/cian, como podéis ver en el retrato que le hice a la Panasonic Lumix G9. Pero se eliminan fácilmente con Lightroom. Y solamente se dan en situaciones de realmente muy alto contraste. Sólo me lo he encontrado en esa foto. En ninguna otra.
Me la he llevado al IAACC Pablo Serrano, para simular retratos con las esculturas del escultor de Crivillén, y no me ha dado ningún problema. Va muy bien.
Una de las cuestiones que me preocupaba era la eficacia de la estabilización óptica. Ni el carísimo Canon EF 35mm f/1,4L II USM, ni el prestigioso por su calidad óptica Sigma 35mm f/1,4 DG HSM Art llevan estabilizador óptico. Tienen la ventaja de ser 2/3 de diafragma más luminosos. El Sigma tampoco está protegido contra las inclemencias del tiempo. Por lo que siendo más caro y bastante más voluminoso, no me apetecía. Sí que lleva estabilizador de imagen el EF 35mm f/2 IS USM de Canon, apenas menos luminoso que el Tamron, algo más barato, pero sin protección contra las inclemencias del tiempo. Como la ventaja en calidad óptica parece ser mejor en el Tamron por aclamación, que sí tiene protección... pues la decisión estaba clara. Pero como decía, me preocupaba la eficacia del estabilizador de imagen.
Soy normal a la hora de sujetar la cámara, disparando a pulso. Ni el más hábil ni el más torpe. Con las réflex para película, siempre me ha ido bien de no disparar a una velocidad inferior a la inversa de la focal en segundos. Pero con las réflex digitales, siempre he duplicado esa velocidad. Para un 50mm, mejor tirar a 1/100 o 1/125 s que a 1/50 o 1/60. El golpe del espejo tiene esas cosas. Con cámaras telemétricas, tanto de película como digitales he bajado algo más la velocidad de obturación. Al menos un paso. Y estoy malacostumbrado a la eficacia de los estabilizadores de Olympus y Panasonic, que me permiten usar velocidades ridículas incluso con teleobjetivos. El cuarto de segundo para un tele corto no me supone ningún problema para estas cámaras sin espejo. ¿Y el Tamron?
Pues parece que 1/13 segundo es la velocidad que puedo conseguir, que no está mal. Eso sí, mentalizándome y dando lo mejor de mí mismo. No llega a la eficacia de los estabilizadores de las micro cuatro tercios, pero mejora los estabilizadores del EF 28-135/3,5-5,6 IS USM, que nunca me ha permitido ahorrarme mucho más allá de un paso de velocidad, y del EF 24-105/4L IS USM, que como mucho llega a dos pasos, pero no siempre. Con el Tamron estaríamos en tres con suerte. Funciona y mejora la cosa... pero sin las alegrías del pequeño formato de las Panasonic y Olympus. Yo, con una réflex, lo de los cuatro pasos de mejora con estabilizador en el objetivo no lo he visto nunca. Y encima partiendo de una velocidad de seguridad superior. Es uno de los motivos, entre otros, por los que pienso que las réflex están condenadas a desaparecer. Aunque de momento no tengo interés en cambiar de cuerpo de formato completo. la 5D Mark II me sirve perfectamente para lo que la uso.
Ahora pues, queda un equipo que se puede usar con las siguientes configuraciones, con bastante calidad.
5D Mark II con dos objetivos de focal fija, el 35mm y el 85mm, para mis retratos y pequeños reportajes.
5D Mark II con el 24-105mm para paisajear en el campo.
5D Mark II con uno de los anteriores y el 200mm con el duplicador en espectáculos deportivos. También si necesito el 200mm en paisaje.
Para pasear, la cámara con el 35mm o el 40mm, según las características del paseo. Y a tirar una temporada.
Estaba programado desde hace dos meses. En la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ se fletó un autobús para este pasado domingo 11 de noviembre, y nos fuimos a Motorland Aragón en Alcañiz para hacer un poco de manos y ojos en fotografía deportiva, aprovechando la celebración de algunas pruebas del calendario del Campeonato de España de Motocross. Sinceramente, a mí el mundo del deporte del motor no me atrae gran cosa. Me aburre bastante, incluso en la comodidad de la televisión en el salón de casa. Pero todo aquello que suponga un desafío fotográfico puede bastar para tenernos toda una mañana de lo más entretenido, poniendo a prueba nuestras capacidades y habilidades como fotógrafos, y los límites de los equipos.
Aquí no voy a entrar a describir las pruebas que se celebraron, ni voy a dar nombres de corredores, ni nada de eso. Por internet es posible encontrar el listado de participantes con sus dorsales para identificar a aquellos que aparecen en las fotos. Pero a mí no me interesan. Sólo los aspectos fotográficos. Pero diré que hubo pruebas diversas de jóvenes y adultos masculinos,...
También hubo una categoría femenina, bastante competitiva, aunque por coincidir con la hora en que decidimos comer algo, tan apenas puede ver ni fotografiar algo de la prueba,...
Y una categoría de críos con unas motillos diminutas que zumbaban como abejorros y que se curraban las carreras como desesperados, como si les fuese la vida en ello.
Hablemos del equipo. Me llevé una cámara de película, la Leica M2, con el Summilux 35/2 ASPH y algún carrete de Ilford XP2. No tengo revelado este carrete todavía, cuando esté, ya os contaré. Pero bueno, fue un poco el capricho de llevarme algo de película tradicional.
Lo que más utilicé fue mi equipo Canon EOS. Que últimamente sale poco de casa. De hecho, tengo pocas tarjetas Compact Flash disponibles, y como en fotografía deportiva se dispara mucho, tenía algo de miedo de quedarme corto. Al final tuve suficiente. La cámara es la ya veterana Canon EOS 5D Mark II que, presentada en 2008, yo adquirí en enero de 2010. Para los ritmos de vida del material digital, antediluviana. Pero nunca he sentido la menor necesidad de cambiarla. Me basta y de sobra para difrutar del formato completo, el 24 x 36 mm, lo que en tiempos de la película tradicional se llegó a llamar formato miniatura... qué cosas. Además del EF 40/2,8 STM,que no usé, sólo sirvió para montarlo en la cámara durante el transporte... abulta muy poco, llevé el EF 24-105/4 IS USM, su primera versión, que compré allá por el año 2006, nuevo, y el EF 200/2,8L II USM, que compré también por aquel entonces de segunda mano por un precio muy ventajoso. Y va de maravilla. Desde hace un par de años, este objetivo suele ir acompañado de cerca por el Extender EF 2x, la primera versión de hace casi treinta años, que va muy bien y está a muy buen precio de segunda mano. Así puedo disponer de un 400 mm f/5,6, que en estas lides conviene.
Sin duda alguna, fue el 200 mm, con o sin duplicador de focal el que más utilicé. Las zonas donde teníamos permitido permanecer los espectadores estaban separadas de la pista por una pista de servicio, que también ejerce de cinturón de seguridad. Por lo tanto, era impensable utilizar focales cortas para tomas dinámicas de la carrera. Especialmente barridos. Estos hubo que hacerlos con teleobjetivo, lo cual hizo que fuera bastante complejo obtener tomas nítidas del corredor, ya que es más difícil controlar el ritmo y velocidad de desplazamiento del teleobjetivo, y además, en una prueba de motocross, la velocidad de los corredores no suele ser constante por lo agreste del terreno, por lo que es difícil seguirlos de forma uniforme. Alguno se intentó, obteniéndose algún efecto "impresionista" curioso.
Quizá por su potencial espectacularidad, son los saltos que ejecutan los pilotos en distintos puntos del circuito lo que más atrae al público, especialmente a quienes llevan una cámara fotográfica con ellos. Obviamente, los más espectaculares son aquellos ejecutados por las categorías con vehículos más potentes. Pero incluso los más pequeños se lanzan a vencer los obstáculos con elevaciones que intentan resolver con la mayor gracia y eficiencia posibles.
En algunos puntos del circuito, la alineación de obstáculos permitía poder ver simultáneamente a varios pilotos volando alineados.
En cualquier caso, no hay que desdeñar las tomas en las que los competidores entraban en terreno más irregular, más blando, con surcos más profundos, y especialmente en las curvas. En esos lugares, la velocidad desciende y el fotógrafo puede centrarse en obtener imágenes que muestren el detalle de la indumentaria y la máquina, que en otras fotografías a más velocidad quedan en un segundo plano.
También pueden ser emocionantes las persecuciones; unos pilotos tratando de alcanzar a los que les preceden, y estos luchando por mantener o aumentar la ventaja que han adquirido.
Finalmente, también recorremos las zonas de boxes. Que no son tremendamente espectaculares. Pequeños pabellones en los que protegidos del sol, que lució con intensidad en este domingo de noviembre, trabajan en la limpieza y el mantenimiento de las máquinas. Y también sirven de exposición para los curiosos que deambulan entre ellos. Algunos con miradas de envidia por no poder montarlas.
Este es el momento de cambiar de objetivo. Dejar a un lado el largo teleobjetivo que hemos venido utilizando casi todo el día y colocar delante de la cámara el versátil objetivo de focal variable, 24-105 mm f/4, que permite ampliar el ángulo de visión y nos introduce más en el ambiente.
Las carreras van llegando a su fin, y debemos regresar. Vemos regresar el autobús que nos trajo a primera hora de la mañana, y nos vamos reagrupando para la vuelta mientras comentamos la jornada.
Yo me quedo pensando con algunas reflexiones personales sobre el equipo fotográfico necesario para estos eventos. Especialmente en estos meses en los que hemos escuchado tantas novedades en el mercado de las cámaras, y escuchamos tantos comentarios sobre las bondades de unas marcas frente a otras. El caso es que yo he disfrutado del día con un equipo que muchos considerarían desfasado e incluso poco apropiado para un evento de este tipo. La 5D Mk II nunca fue vista como una cámara para la fotografía de acción. Más atracción recibió de otros fotógrafos que practican géneros más tranquilos. Su número de sensores de enfoque puede resultar ridículo con respecto a los de hoy en día. Y su velocidad de disparo muy inferior a la de algunas ametralladoras fotográficas actuales. No digamos ya lo de funcionar con un 200 mm y un duplicador para improvisar un 400 mm f/5,6.
Pero el caso es que el número de fallos que tengo entre los disparos realizados debidos a la arreactividad de la cámara son muy escasos. Hay que tener en cuenta que no es mi primera vez en un circuito de este tipo, y no tengo los reflejos adquiridos, ni el conocimiento adecuado para anticiparme adecuadamente a la acción. Aunque... se aprende rápido. Y si conoces las bases de la técnica fotográfica, tampoco es tan complicado lo que pide técnicamente el objeto. El enfoque en modo AI Servo me ha servido bien. Las fotos están nítidas y, sin duda, admiten ampliaciones respetables. Muchas de las fotos presentadas aquí podrían ir en un tamaño DIN A-2 sin mayor problema. Es cierto que el 200 mm con el duplicador de focal viñetea un poco más de la cuenta a su apertura máxima, pero nada que no se pueda corregir en el procesado. Y si realmente disminuye su nitidez en las esquinas... importa poco, puesto que la escasa profundidad de campo con la que se trabaja hace que aparezcan desenfocadas en la mayoría de las ocasiones. Y estoy seguro que, a pesar de todo, es muy superior a las cámaras que se utilizaban con antelación a su aparición en 2008, salvo algún cuerpo ultraprofesional mucho más caro. Y la gente lleva fotografiando acontecimientos deportivos durante décadas. Así que, poco añoro nuevos cuerpos de cámara con sensores grandes; cuerpos pesados, caros, que uso de vez en cuando, y que ya no me llevo nunca de viaje. Que me dure muchos años.
He usado en diversas ocasiones la película Bergger Pancro 400 en formato medio. Os recuerdo que esta película salió al mercado a principios del año 2017. En su momento compré algún carrete de 35 mm, pero he tenido pocas ocasiones de usarlos. Por cierto, había oído hablar de que se había producido un agotamiento de existencias. Y parece ser cierto para el formato de 35 mm, sí que es posible comprar en rollos de formato 120 para cámaras de formato medio.
Hace unos días, para "desintoxicarme" del empacho de cámara digital como consecuencia de un viaje reciente de dos semanas a Taiwán, salí un sábado de buen tiempo y luz agradable por la tarde con uno de los carretes de 35 mm. El entorno por donde hice mi fotopaseo particular es uno de mis favoritos; algunas zonas suburbanas de Zaragoza, donde la ciudad termina y comienza eso que llamamos el campo. Un paisaje profundamente alterado por el ser humano, a inspiración, modestamente, del movimiento de la New Topographics.
El equipo usado para el paseo fue la "histórica" Canon EOS 650, con dos objetivos; el Canon EF 50/1,4 USM y un Sigma 28/1,8 ya muy veterano. "Histórica" por ser la cámara que inauguró hace 31 años la serie EOS de Canon. Este último Sigma es un objetivo que no funciona con las cámaras EOS de Canon modernas. Da un error que impide usarlo a nada que no sea su máxima apertura. Lo compré en los años 90 por tener un gran angular luminoso. En aquellos momento lo habitual es que los objetivos de estas focales no sobrepasaran el f/2,8 de apertura, pero se empezaron a fabricar algunos más luminosos. Lo cierto es que las aperturas más amplias son para usarlas como último remedio. Tienen poco contraste. Y si se pudiesen usar en digital, probablemente darían muchos problemas en las esquinas. El motor de enfoque automático es muy ruidoso y más lento que las ópticas propias de Canon. Pero para paisajear, usándolo a sus aperturas más favorables entre f/5,6 y f/11 con película tradicional, no va mal. Con el 50 milímetro de Canon... pues lo que mucha gente ya se sabe. De haber sido bien valorado en el pasado, ahora hay cantidad de gente que de repente lo odia. Yo no me quejo.
La película la revelé en Kodak HC-110 en dilución B (1+31 o 1:32), durante ocho minutos a 21 ºC; treinta segundos de agitación inicial, y luego cuatro inversiones tranquilas al final de cada minuto. Los negativos están digitalizados fotografiándolos con una Panasonic Lumix G9 y un objetivo Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH, lo que nos da un archivo aprovechable de unos 17 megapixeles. Son necesarios ajustes de contraste que realizo entre Adobe Lightroom y Affinity Photo. Importo en Lightroom los archivos RAW y hago un ajuste inicial de los blancos y los negros sin tocar nada mas. De aquí exporto en formato TIFF de 16 bits a Affinity Photo, donde invierto los valores del negativo al positivo y termino de ajustar el contraste con niveles o curvas. Ajustes mínimos. Finalmente, en Lightroom, ajusto la nitidez y exporto o imprimo. Una copia en formato 20 x 30 cm se ve con elevada nitidez, pero también con un grano muy marcado, aunque no desagradable.
Me gusta mucho la gradación tonal de esta película. Soy de los que opinan que la sensibilidad nominal ISO 400 es excesivamente optimista. Yo he expuesto este carrete a un índice de exposición de 250, con un revelado para los tiempos recomendados para un índice de exposición de 400. A pesar de todo, el aspecto de los negativos es poco contrastado y muy fino. Cierto es que en ningún momento se pierde información en las sombras; todas tienen textura suficiente. Quizá lo que más me haya sorprendido es lo notable que es la presencia del grano; lo que no descarto que provenga en parte de los ajustes de contraste necesario en el archivo digital por el contraste tan suave del negativo. Se podría plantear aumentar el contraste del mismo aumentando el tiempo o la temperatura del revelado, pero eso también produciría un aumento de la presencia del grano.
En cualquier caso, la textura del grano es una cuestión de preferencias personales. A unos les gusta más marcada a otros menos. Como digo, la cantidad de información y la gradación de los grises me gustan mucho para estas horas del atardecer. En horas centrales del día, me gusta menos la respuesta de esta película. En cualquier caso, me entran dudas de que aporte algo a otros productos más sencillos de encontrar. Aunque me parece un buen material.
Hace ya casi dos semanas de esta experiencia. En algunos grupos de fotografía de los que funcionan en Zaragoza se lanzó la invitación para pasar la mañana de un domingo recorriendo las riberas del río Ebro en la zona de lo que fue la Exposición Internacional 2008 y el Parque del Agua, con el fin de observar las evoluciones de las aves que abundan por allí. De antemano, quiero disculparme por no esforzarme en identificar las aves fotografiadas, puesto que es un tema en el que tengo grandes lagunas, y prefiero no etiquetarlas como especie antes que meter la pata.
Las aves son animales pequeños, muy móviles y, además, escurridizos, con carácter general. Aunque estemos hablando de algunas que por tener su hábitat en un entorno semiurbano, puedan estar más acostumbradas a la presencia del ser humano, que otras. O a lo peor, por eso son más escurridizas. En cualquier caso, si nunca me he lanzado a este tipo de fotografía, que tan bellos resultados puede proporcionar, es porque siempre he reconocido que es necesario tener un conocimiento previo de las especies y sus comportamiento para no depender demasiado del azar a la hora de conseguir una buena fotografía.
El equipo que me llevé fue el de la Canon EOS 5D Mark II con dos objetivos. Uno para tomas generales, no relacionadas con las aves en principio, un polivalente 35 mm. Además, uno con solera; el Asahi Pentax S.M.C. Takumar 35 mm f/2, con un adaptador M42-EF para poder usarlo con una cámara de la serie EOS de Canon. El otro, el que realmente cogí para fotografiar las aves si la cosa se daba bien, el Canon EF 200/2,8L USM II, con el duplicador Canon EF Extender x2, con el fin de conseguir una focal efectiva de 400 mm y una apertura máxima f/5,6.
Yo no soy fotógrafo de teleobjetivos habitualmente. Para lo que hago habitualmente, las focales cortas son más eficaces y proporcionan puntos de vista más interesantes. Como digo siempre, cuando voy de viaje y llevo un teleobjetivo, la mayor parte de las veces desecho las fotografías tomadas con focales superiores a los 100 mm (en equivalente al formato 24 x 36 mm),... por aburridas.
Por lo tanto, nunca me he preocupado por disponer de teleobjetivos muy potentes. El 200 mm de Canon me pareció oportuno en su momento por su elevada calidad y por lo barato que me costó de segunda mano. El duplicador también lo compré de segunda mano, y por ser la primera versión que hizo Canon para la montura EF de enfoque automático estaba también a un precio muy inferior a los más modernos y los de primera mano. Aunque se supone que no es tan bueno o nítido como los actuales, la verdad es que cuando lo he utilizado nunca he tenido queja de la calidad de las imágenes, que ha dependido más de mi habilidad para conseguir un enfoque adecuado y evitar la trepidación que de otra cosa.
La duda es si estos 400 mm serían suficientes para hacer fotografías interesantes. Hay que decir que íbamos de paseo. Que no nos íbamos a apostar en ningún lugar escondidos a que se acercasen las aves a poca distancia. Implanteable.
Lo cierto es que la focal de 400 mm, es estas condiciones que he descrito, se queda corta. Para fotografiar, utilicé la máxima apertura que me permitía la combinación de teleobjetivo más duplicador, f/5,6, y ajusté sensibilidades relativamente altas. Bueno... no mucho. Que con la cantidad de luz que había, con ISO 400 se podían conseguir velocidades de obturación de 1/1600 segundos para la apertura máxima de f/5,6.
De hecho, casi tendría que haberme animado a cerrar un paso el diafragma, porque aunque la nitidez es buena con esta combinación de ópticas, el viñeteo es un poco acusado. Aunque se puede corregir sin muchos problemas en el procesado posterior.
También hubo algún momento para apuntar a algún bicho volador bastante más pequeño.
Bueno. El caso es que para conseguir ver con cierta presencia en el encuadre el "bicho" que tocase en cada momento, ha sido recortar el fotograma en prácticamente todos los casos. Por lo que los 21 megapíxeles de la 5D Mark II se han quedado reducidos notablemente. De hecho, igual hubiera sido mejor haber desempolvado la EOS 40D, que aunque sólo tiene 10 megapíxeles, el factor de recorte de su sensor APS-C, hubiese compensado. No sé. Quizá sí, quizá no.
La mañana estuvo muy bien. Fue muy agradable. Conocí a gente nueva. Y el ambiente fue estupendo. Pero obviamente la fotografía de aves implica una dedicación y una planificación mucho más exigente. Una pregunta que me hice es si merecería conseguir un buen teleobjetivo para mi reciente Panasonic Lumix G9. Teóricamente, podría montarle algunos de los que tengo con un adaptador. Pero olvidándonos por completo del enfoque automático. Que bien muy bien, utilizado con talento, y en modo de enfoque continuo. Es mucho dinero para un uso esporádico. Es cierto que hay objetivos como el nuevo Panasonic Leica DG Vario-Elmarit 50-200 mm f/2,8-4 Asph. Power O.I.S. (¿no podrían tener nombres más cortos?) que no pueden dejar de llamarme la atención. Pero aun así son muy caros, se puede acercar a los 2000 euros; y aun necesitarían de un multiplicador de focal para conseguir un mayor acercamiento. Hay un 100-400 mm que también tiene cierto predicamento, pero así como el anterior podría verle otros usos más habituales, especialmente en paisaje... este me parece excesivo. Nada polivalente. Y también vale 1500 euros. En fin... de momento nos quedaremos como estamos.
Os dejo con los últimos "pájaros" del día... Si es que los que más me interesan a mí en muchas ocasiones se cazan con un 35 mm...
Llevaba un tiempo queriendo familiarizarme más con películas negativas en color de sensibilidad alta. Vamos a considerar estas películas aquellas con una sensibilidad de ISO 800 o superior. Hasta el momento he tenido la oportunidad de probar la Cinestill 800T, la Kodak Portra 800 y la Fujicolor Natura 1600. También he usado en alguna ocasión la Kodak Portra 400 forzada un par de pasos.
Mis conclusiones hasta ahora son las siguientes.
La Cinestill 800T me da buenos resultados cuando la uso a un índice de exposición (IE) de 400 o 500; pero no merece la pena por precio y calidad general porque a esas sensibilidades la Kodak Portra 400 es superior, salvo con iluminación artificial de tungsteno. A IE 800 o 1600 los resultados son decentes, pero no me matan.
Con la Kodak Portra 800 siempre he tenido incidentes que me han impedido valorarla correctamente.
La Fujicolor Natura 1600 sólo está en formato 135, y tiene un rendimiento agradable siempre y cuando vivas a gusto con una estructura de grano muy presente.
La Kodak Portra 400 forzada funciona sorprendentemente bien, siempre y cuando no estemos en una escena en clave baja, porque los negros quedan algo bloqueados.
Mi intención en estos meses atrás era volver a probar la Kodak Portra 800, en formato medio, y la Fujicolor Superia Venus 800. Esta última creo que es igual que la Fujicolor Superia XTra 800 que se puede encontrar en algunos mercados occidentales, pero yo la compré a una tienda alemana por internet con el nombre de Venus, que es el de origen para el mercado japonés. En la caja, aparecen caracteres de escritura nipona. Esta película sólo está en formato 135.
Bien... O mejor dicho, mal. como de costumbre, un nuevo incidente con la Portra 800 me impide mostrar ningún resultado. Para poder tener buenos elementos de comparación, tanto esta como la Venus 800 las disparé en el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza, en interiores y con luz mezclada artificial y natural. De ahí son los mejores resultados que tengo con la Cinestill 800T disparada a IE 500. Finalmente, sólo puedo comentar los resultados obtenidos con la Venus 800.
El revelado está realizado en Carmencita Film Lab con escaneado a tamaño XL, aproximadamente unos 18 megapíxeles de información. Con el tiempo he ido encontrando diferencias según el operador encargado. Pero aunque son más caros que otros servicios, son los más consistentes en calidad y resultados de los que he probado.
El hecho de que la película sea de formato 135, con negativos de 36 x 24 mm se nota apreciablemente cuando lo comparas con los resultados con cualquier otra película en formato medio. Pero a pesar de todo, los resultados generales, cuando la película está bien expuesta, son bastante notables. La granulación es más apreciable que las Fujicolor Superia XTra 400, por hablar de alguna de la misma familia, y todavía se percibe más diferencia si la comparamos con la Kodak Portra 400. Pero es más continida que la de la Natura 1600. El resultado es menos "impresionista", por decirlo de alguna manera.
Eso sí, hay que exponerla bien. Nada de veleidades con lo de "su latitud admite hasta un paso de subexposición". Se expone a IE 800 midiendo con cuidado para las sombras, con el fin de que no queden bloqueadas. Un tanto de sobreexposición, como es habitual en los negativos en color, no le sienta mal. Pero desde mi punto de vista, de subexponer, nones. Lo cual es una ganancia con respecto a la Cinestill 800T, que a pesar de lo que leo por ahí, su sensibilidad nominal de ISO 800 me parece optimista.
Os he ido dejando unos cuantos ejemplos de la mañana que pasé con ella en el Museo Pablo Gargallo. La exposición fue realizada con una Canon EOS 100 y objetivo Canon EF 50/1,4 USM. Eso sí... cuidado con usar ese objetivo a plena apertura. Aparte de que es difícil fijar el enfoque en el punto deseado, cuando hay que aproximarse al sujeto, el grano es más evidente en las zonas desenfocadas. Por eso, mejor si se puede diafragmar un poquito. Hay que contar que la película está calibrada para luz de día. Si hay un predominio evidente de la luz artificial de tungsteno, puede ser necesario o filtrar la luz al exponer o corregir el procesado digital de la imagen digitalizada. Ahí podemos perder un paso efectivo de exposición.