Tercero y último de los rollos de película en color que expuse durante el mes de diciembre de 2020. En esta ocasión durante los últimos días del año, en los días de fiesta que me cogí entre el día de Navidad y el día de Nochevieja. Como me encontraba relajado y sin historias, en lugar de privilegiar, como de costumbre, un equipo competente pero que no me molestase por su peso y volumen en mis idas y venidas por la ciudad, opté por colocarle objetivos de focal variable y ver que tal. Pero lo cierto es que cada vez me convencen menos este tipo de objetivos. Me explicaré.
En un primer día, para airearme tras el día de Navidad, di un paseo amplio por el Parque Lineal del río Ebro en Zaragoza, en un día soleado, un poco ventoso. A la Canon EOS 650 le cargué un rollo de Kodak Pro Image 100, le acoplé el EF 24-105/4L IS USM, y aún introduje en la mochila también el EF 200/2,8L USM II. Mi artillería pesada de objetivos Canon con aro rojo. Aunque algunos los consideraran ya un poco "antiguos". Para mí, perfectamente válidos incluso con cámara digital de formato completo. Al menos, con los 26 megapíxeles de mi Canon EOS RP. No tengo experiencia con los más de 40 de otras cámaras.
El viento de aquel día hizo que enseguida me olvidase de usar el 200 mm a mano alzada. Y trípode no cogí; al fin y al cabo era un paseo. Aun lo intenté con algunas tomas junto al río Ebro... pero sin mucho convencimiento. Por lo tanto, me limité al zoom 24-105 mm. Que es un excelente objetivo en líneas generales, mucho mejor de lo que es considerado por algunos,... supongo que un poquito esnobs en el tema de las ópticas. Pero tampoco me encontré muy a gusto. Hace ya tiempo que considero que los objetivos de focal variable tienen para mí dos situaciones en las que son convenientes. En fotografía de naturaleza, porque permiten ajustar el encuadre cuando tienes una movilidad limitada por el terreno, y quieres controlar antes de la toma lo que entra y lo que no en la composición. Con el equipo micro cuatro tercios, cuando llueve y hace mal tiempo, la combinación de la Lumix G9 y el Olympus 12-40/2,8 se puede usar sin miedo a que nada se estropee por el agua. Pero es una combinación apreciablemente más ligera y manejable que una cámara canon EOS con el 24-105 mm, que también tiene cierta resistencia a las inclemencias del tiempo. Fuera de estas situaciones, me siento mucho más feliz con un objetivo de focal fija.
Un par de días más tarde, volvía a salir con la cámara por la ciudad, pero en esta ocasión con ganas de experimentar. Tengo un objetivo que compré cuando usaba las Canon EOS de sensor APS-C, el Tokina 12-24/4, que me permitía tener un amplio abanico de focales grandes angulares. No iba mal. Habrá otras soluciones más prestigiosas y especialmente con mejor rendimiento en las esquinas a grandes aperturas, pero a diafragmas medios, f/8 por ejemplo, los resultados eran buenos, con colores agradables y buen contraste general. El caso es que, aunque está pensado para el sensor APS-C, por encima de los 18 mm de focal y hasta los 24 mm, cubre el formato completo de 24 x 36 mm. Como el fotograma tradicional de película de 35 mm. Y decidí probar a ver que tal.
Cuando uno ve el fotograma escaneado a una resolución de unos 18-19 megapíxeles, que es como me llegó desde Carmencita Film Lab, no hace falta ser un genio para darse cuenta que, aunque a partir de esos 18 mm de focal cubra la totalidad del fotograma, el rendimiento en las esquinas es regular con aperturas muy abiertas y justito en las apertura medias. Con película tradicional, dada la naturaleza del medio, el viñeteado siempre es menos marcado que en digital, y se nota. Pero no necesariamente de forma negativa. En ocasiones contribuye a centrar la visión en el motivo principal.
En realidad, como ya sabía, no soy persona que disfrute del uso de objetivos de focal variable, especialmente si son pesadas y voluminosas, salvo en las circunstancias que he indicado anteriormente. Soy de los que opina, o al menos es válido para mí mismo, que la focal fija obliga a concentrarte más en la composición y en caminar un poquito en torno al sujeto a fotografiar para encontrar el encuadre adecuado. Y que una limitación en los medios físicos, suele obligar a una mayor creatividad y a una mayor libertad del intelecto. Lo cual, en fotografía, puede ser una buena cosa. Lo que sí es bueno saber es que dispongo de un recurso, que quizá use poco, pero que si quiero usar una focal muy amplia, aunque sea sacrificando un poquito de calidad, lo puedo hacer y obtener una fotografía que todavía puede ser significativa.
Los objetivos Takumar, fabricados por Asahi Kogaku (Asahi Optical) para sus cámaras Pentax con montura de rosca M42 y otros sistemas, son de los más apreciados en la actualidad de los objetivos antiguos. O clásicos, como algunos dicen. Los motivos son diversos. Primero, porque hay muchos, es fácil encontrarlos. Segundo, porque tienen buena calidad de construcción y en su concepción óptica para la época en la que fueron fabricados. De hecho, no pocos de los objetivos Pentax para montura K fueron los mismos pero adaptados a los tiempos modernos. Tercero, porque la montura M42 es muy fácil de adaptar a otras monturas, pudiéndose usar sobre una diversidad de sistemas con algunas limitaciones, menos importantes de lo que nos puede parecer.
Especialmente es fácil adaptarlas sobre las cámaras Canon EOS. Tanto a la montura EF de las réflex, como a la nueva montura RF de las cámaras sin espejo. Usándolas en modo prioridad al diafragma, permiten medir la luz sin problemas y los resultados son... pues depende. Sobre película tradicional, igual de buenos que cuando se concibieron. Sobre sensores digitales,... no nos engañemos, los diseños que precisan estos, especialmente si la cuenta de píxeles es muy elevada, son muy exigentes. Pero diafragmados a aperturas medias, entre f/5,6 y f/11, se defienden bastante bien.
En su momento, hace ya sus años, me hice con el Takumar SMC 35 mm f/2. Porque me apetecía tener un 35 mm razonablemente luminoso, adaptable a las Canon EOS, ya que en aquel momento el EF 35/2 estaba muy obsoleto, y los 35 mm más luminosos eran muy voluminosos y muy caros. Este objetivo está muy bien construido, es muy agradable de enfocar, y tiene un tamaño razonablemente compacto para la luminosidad que da. Pero volvemos a lo de antes. Sobre película tradicional, los resultados son los adecuados al medio, pero sobre sensores digitales, con diafragmas muy abiertos tiene un contraste y una nitidez en las esquinas y en los bordes mejorables. Pero a f/8, enfocando a la hiperfocal, bien identificada en su escala de distancia de enfoques, se convierte en un objetivo de reportaje competente y rápido de utilizar.
El gran inconveniente que pueden presentar estos objetivos es consecuencia de la presencia de torio radiactivo en la composición de alguna de sus lentes para mejorar la transmisión de la luz en las mismas. Cuando salieron al mercado los Takumares más "legendarios" fue el momento en el que Asahi Kogaku, alias Pentax, decidió ir a por Carl Zeiss. Los japoneses hacen estas cosas. Se fijan en el líder en un sector industrial, y empiezan a hacerle sombra sacando al mercado productos similares que poco a poco se van acercando en calidad y prestaciones a los del líder, pero con un precio más asequible. Entonces, por cada uno de los planares, tessares, distagones y otros que tenía Carl Zeiss en el mercado, se buscaron objetivos Takumar que compitiesen mano a mano con ellos. Con fórmulas ópticas muy similares, el principal área de mejora de los japoneses fue mejorar los revestimientos antirreflejos de las lentes, para mejorar el contraste y la transmisión de la luz. Me acuerdo lo que me dijo quien me vendió mi primera Pentax en 1989... "el 50/2 de la Pentax parece menos luminoso que los 50/1,7 o 50/1,8 de otras marcas, pero deja pasar tanta luz como ellos". Y eso se señalaba con las siglas S.M.C. o SMC de los Takumar primero, y de los Pentax-K, Pentax-M o Pentax-A posteriores. Super Multi Coated; Super Multi Revestido. Pero también utilizaron el recurso de usar elementos raros en los vidrios ópticos para mejorar esa transmisión.
Pero los elementos radiactivos decaen y emiten una diversidad de radiaciones; que no necesariamente son dañinas para la salud. Depende del tipo y la intensidad. El torio, que tiene un periodo de semidesintegración enoooorme, en el ámbito de los miles de millones de años, emitiendo partículas alfa (núcleos de helio), tiene como consecuencia un peligro bajo, porque la cantidad de radiactividad en un momento dado es muy pequeña. Así que, olvidándonos del peligro para la salud, el auténtico inconveniente es que las lentes del objetivo adoptan un tinte amarillento que introduce una dominante de color en la fotografía, y reduce la transmisión de la luz, en los casos extremos hasta un paso. Así que, teniendo en cuenta el fin de introducir el torio en los vidrios ópticos, con el tiempo hemos hecho un pan como unas tortas.
Las dominantes son fáciles de corregir. En ocasiones, como por ejemplo fotografiando en sombras abiertas, frías, nos vienen bien para la foto. Si la toma es digital no es difícil devolver a la imagen sus colores naturales, y cuando se trata de negativos en color, casi siempre un operador habilidoso te devuelve una imagen positiva bien corregida. Con las diapositivas es otro cantar... claro. Durante el mes de diciembre pasado, del fatídico 2020, rescaté el Takumar SMC 35/2 de la estantería y lo usé tanto con la EOS RP como con la EOS 650. Las fotos de hoy están realizadas con esta y película Kodak ColorPlus 200. Como veréis, no hay especiales dominantes raras con respecto a otras película u otros objetivo.
Me gusta usar este objetivo, aunque no da la calidad, hay 50 años de distancia en el diseño, que el Tamron 35 mm f/1,8 que tengo para montura Canon EF. Pero es mucho más compacto y ligero. Así que todo depende de lo que quiera hacer. Si preciso las aperturas muy abiertas... el Tamron. Si voy en modo reportaje, con diafragmas de f/8 o f/11, el Takumar me vale y voy más cómodo. Me hablan de una serie de formas caseras de eliminar el tono amarillento del objetivo usando lámparas que emiten una cierta cantidad de radiación ultravioleta. Ya veré si algún día me pongo a ello... o no me merece la pena por lo fácil que es corregir las dominantes. Sí... tengo alguna cámara para objetivos con rosca M42. Alguna Praktica. Pero de verdad que es mucho más cómodo usarlos con la EOS 650 con el adaptador. Infinitamente más cómodo.
Desde hace un tiempo, cada mes suelo llevar alguna cámara para película tradicional en la mochila con un rollo de película en color, independientemente de que siga haciendo fotos en blanco y negro. En el mes de noviembre de 2020 la cámara que me acompañó en mis idas y venidas por la ciudad fue la Canon EOS 650, una cámara que, a pesar de que muestra algún rasgo de inmadurez, no por nada fue la primera de la gama EOS en la historia, me resulta muy cómoda de usar. Para hacerla ligera en la mochila, le puse el pequeño panqueque EF 40/2,8, que ofrece muy buenos resultados tanto en digital como en película, con la ventaja de que con película tradicional viñetea menos a grandes aperturas. Y como material sensible, tenía que ser la Kodak Ektar 100.
¿Por qué tenía que ser la Ektar 100? Bueno... es otoño, los árboles están más coloridos y potencialmente más bellos. Y con esto del cambio climático, las nieblas en Zaragoza cada vez se reducen más. Y si antaño noviembre era un mes en el que las nieblas abundaban, ahora parecen quedar confinadas cada vez más a los días de diciembre próximos a la navidad. Como los que llevamos esta semana. Por lo tanto, con buena luz y colores potencialmente interesantes, una película como la Ektar 100, que ofrece tonos más saturados que otras... va bien.
Revelado el rollo en Carmencita Film Lab, con una resolución de unos 20 megapíxeles por foto, que ya está bien, tengo en mi poder fotografías nítidas, limpias y claras. Quizá con unos tonos excesivamente cálidos... más bien con un exceso de amarillo, a pesar de mi petición de tonos neutros. Pero bueno, una pequeña corrección de la temperatura del color, cuando estos tonos cálidos no sienta bien, en el programa habitual de procesamiento de imágenes, nada muy impulsivo, corrige la situación sin graves pérdidas de calidad de imagen a pesar de trabajar sobre JPEG. Siguen siendo rácanos los laboratorios a la hora de ofrecer TIFFs de alta resolución. Supongo que por el coste del almacenamiento.
Creo que el momento que más ilusión me hizo durante todo el mes, y que me hizo entretenerme un ratito mientras iba desde el trabajo, en el que había terminado mi jornada, hacía el centro de la ciudad para hacer unas compras, caminando, fue al pasar sobre las cuatro de la tarde junto al palacio de la Aljafería de Zaragoza, y percatarme que en la avenida de Madrid, en el lateral del palacio, el ayuntamiento de la ciudad ha plantado entre el arbolado urbano algunos ginkgos, fósiles vivientes de origen asiático que ahora se ven por todo el mundo, que producen unas hojas muy bellas en otoño, y que nunca había visto en Zaragoza. Los arbolitos son jovencitos, pequeñitos y pasan desapercibidos, pero con las brillantes hojas amarillas, llaman más la atención.
También, ante el confinamiento perimetral de la ciudad debido a la epidemia de covid-19, las riberas del río Ebro se han convertido en un lugar preferido de muchos conciudadanos para disfrutar del aire libre, y de algo lo más parecido a la naturaleza que se pueda encontrar dentro del municipio, y sin salir del casco urbano. En fin... que me han gustado los resultados. Para el mes de diciembre, ya llevo un par de rollo. Con distintas cámaras. Con distintos tipos de película. Cuando llegue el día 2 de enero... o el primer día hábil que haya, las mandaré al correo, y en el primer mes del 2021 os contaré cómo fueron las fotos en color de diciembre del malhadado 2020. En cualquier caso, esta combinación de cámara y película está muy bien.
Por alguna razón, los objetivos con montura M42 son muy populares en la actualidad. Tienen varias virtudes. Bueno... dos principalmente. En la actualidad son muy baratos. Y en su momento, cuando salieron al mercado, hubo unos cuantos de ellos que tenían una calidad bastante respetable. Sobre la calidad de las ópticas fabricadas en la antigua Alemania oriental o en la Unión Soviética, habría mucho sobre lo que discutir. Pero las realizadas por Asahi Optical, popularmente conocida como Pentax, los Takumares, sí que estuvieron muy bien. Al fin y al cabo, el fin de Asahi era el de alcanzar a menor precio la calidad de las ópticas Zeiss.
Actualmente, hay mucha gente que jura por ellos a la hora de adaptarlos a las modernas cámaras digitales... pero mi experiencia... no es muy allá. En cualquier caso, hay una óptica, un Takumar, de la que muchos claman su excelencia, el 35 mm f/2, que está en mi poder y que no había probado todavía con la Canon EOS RP. Mi experiencia con la EOS 5D Mark II era muy fría. Aunque diafragmando a f/8, prácticamente no hay óptica mala. Y mi Tamron 35/1,8, mucho más moderno, es realmente muy superior. Pero es taaaaaan grandote comparado con el Takumar...
Bueno, estos días he estado probando en serio el Takumar con la pequeña EOS RP. Ayer sábado lo cargué encima mientras hacía las compras semanales. Las primeras fotos que presento son de esa mañana. Una mañana de niebla cerrada, en la que utilicé de forma sistemática una combinación de diafragma f/8 y velocidad de obturación 1/60 s. Todas a blanco y negro, por el color no aportaba absolutamente nada. Hay poco que decir. Ni que valorar... Algunas de las fotos las tomé por puro humor, ya que son paisajes urbanos muy populares de la ciudad en la que vivo, Zaragoza, y en los que por la niebla, no se ven los referentes más populares y turísticos de la ciudad.
Hoy domingo, la niebla de ayer por la mañana, y la lluvia de por la noche, han desaparecido a las 11 horas. Y ha quedado una mañana luminosa y agradable. Lo primero que destaca en las fotografías callejeras es una cuestión muy propia de algunos Takumares. Llevan alguna lente radioactiva, muy levemente radioactiva, nada de qué preocuparse de cara a la salud, pero que con el tiempo provoca un tinte amarillento en las lentes. Dicen que con luz ultravioleta se puede corregir, pero no sé exactamente el procedimiento.
Lo cierto es que ese tono cálido conviene a escenas callejeras tomadas en la sombra, ya que compensa el reflejo del cielo azul y los tonos fríos de las sombras a cielo abierto. Los tonos que adoptan las imágenes son algo cálidos, muy agradables. Sin embargo, en las escenas soleadas, la tonalidad es excesiva y conviene corregir la temperatura de color del fichero raw. No es difícil, y una vez corregida, los tonos de color quedan bien. Como podéis comprobar, he usado grandes aperturas, para desenfocar los fondos, y eso provoca un viñeteo bastante apreciable en las fotos. Que puede quedar bien. Corregirlo o no corregirlo puede depender de las preferencias estéticas del fotógrafo.
Pero había que someter al conjunto de la EOS RP y al Takumar 35/2 a una prueba más exigente. Y como esta semana, tras un tiempo de reformas, ha abierto al público la sección de arqueología romana del Museo de Zaragoza, allí nos hemos ido. He utilizado un modo de la EOS RP, el FV, que me parece muy cómodo para estos interiores. Tú fijas dos parámetros de la exposición, controlas un tercero, y dejas un cuarto en automático. Yo he fijado la velocidad de obturación, 1/40 s para evitar las fotos trepidadas, y el diafragma, f/2,8 para limitar la profundidad de campo pero no tanto como la apertura máxima, mejorando de paso la calidad de la imagen, controlo la compensación de la exposición, y la cámara escoge la sensibilidad ISO. Pero puedes utilizar otras combinaciones de parametros fijos, ajustables y automáticos.
Resumiendo. A f/2,8 y siendo cuidadoso con el enfoque, las fotos son aceptables. Por debajo claramente en calidad respecto al Tamron 35/1,8, pero aceptables. Aunque conviene no someterlas a grandes ampliaciones. Si alguna he tomado a f/2,... eso ya no es tan aceptable. Las fotos en el patio del museo, a f/8, bastante estupendas. Y como estaba a la sombra, con la tonalidad cálida que impone la radioactiva lente... con unos tonos estupendos. Y esto es lo que hay.
Habitualmente no practico la macrofotografía, pero me gusta practicarla esporádicamente. Especialmente cuando la estación favorece la floración de las plantas. Y entre las flores siempre aparece algún bichillo cuyo retrato también puede quedar resultón. Este año, la primavera llegó acompañada de la visita del SARS-CoV-2... y poco pudimos hacer al respecto con el cierre de parques y jardines durante las semanas de confinamiento. Mis preferencias en los últimos años, en cuanto a material, han sido las cámaras micro cuatro tercios con el Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS o la Pentax K-S1 con el SMC-A 100/4 Macro. Ambos dan resultados bastante majetes.
Con el equipo Canon EOS, durante años usé esporádicamente un Cosina AF 100/3,5 MC Macro. Este objetivo era muy barato, con una concepción muy tradicional, con una construcción plasticosa que no dejaba buena impresión, pero que era relativamente honorable en sus prestaciones ópticas. En macrofotografía conviene diafragmar para mejorar la profundidad de campo y así se evitaba los regulares resultados a máxima apertura. Su ampliación era sólo de 1:2 como el SMC-A 100/4 de Pentax, pero llevaba como accesorio una lente de aproximación que permitía llegar al 1:1, manteniendo una calidad óptica razonable. Con un diámetro de rosca de 49 mm, esta lente también se puede aplicar al Pentax, con similares consecuencias. Así que es una lente de aproximación que atesoro como oro en paño. Pero el Cosina se cayó un día. A pesar de su cutre construcción en plástico aguantó el golpe bastante bien, pero se rompió la rosca del filtro... y ya no se puede usar.
Tras un curso de macrofotografía que realicé con la Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza ASAFONA, procedí a intentar, eventualmente, la macrofotografía con la Canon EOS 5D Mark II usando los teleobjetivos, el EF 85/1,8 USM o el EF 200/2,8 USM II, añadiendo tubos de extensión, y aumentando todavía más el poder de amplificación usando un duplicador de focal de la marca. Normalmente, por su construcción, estos multiplicadores de focal sólo se pueden usar con determinados teleobjetivos de la marca. Mi 200/2,8 los admite. El resto de mis objetivos, no. Pero si intercalas un tubo de extensión entre el objetivo y el multiplicador de focal, se puede usar con cualquier objetivo. Pierdes la posibilidad de enfocar a infinito, pero puedes montarte un sistema de macrofotografía sin un objetivo macro. El EF 85/1,8 USM tiene un factor de ampliación muy modesto, de aproximadamente x 0,11. Con un tubo de extensión de 36 mm la cosa se pone en x 0,375, que entra dentro de la fotografía de aproximación. Si además le pones el duplicador de focal, estamos en x 0,75, que no está mal. Con el EF 200/2,8 USM II, partimos de x 0,16, llega a x 0,34 con el tubo de extensión, y a x 0,68 sumándole el multiplicador de focal. Pero el conjunto... no es cómodo de usar. Así que he preferido las soluciones de las cámaras Olympus/Panasonic o de las Pentax.
Con la llegada de la Canon EOS RP, probé en las primeras semanas desde que la tuve en mis manos los resultados en fotografía de aproximación con el Pentax SMC-A 100/4 Macro. Y aunque quizá un poquito faltos de contraste en general, la nitidez global era bastante razonable, y parecía una solución bastante utilizable. Pero me quedaba probar la solución mencionada en el párrafo anterior con el 85 mm. De momento el 200 mm lo reservo para otros menesteres distintos de la macrofotografía. Así que este domingo pasado, con un tiempo excelente, y a pesar de que no quedan ya muchas flores en los parques de la ciudad, me dispuse a probar.
Los resultados no me acabaron de convencer. En varias de las fotos, sobretodo las más contrastadas, aparece lo que los anglosajones llaman ghosting en los bordes más nítidos de las imágenes, en ocasiones muy poco agradables. Y el conjunto es voluminoso y complejo de usar que el 100 mm de Pentax. Puesto que el enfoque automático queda desactivado... la verdad es que mi impresión es que no merece la pena usar esta solución. Con la posibilidad de usar objetivos de terceras marcas en manual con el adaptador correspondiente, eliminas el incordio de los tubos de extensión y el duplicador. Simplemente, llevar a mano la lente de aproximación por si necesitas acercarte a una ampliación 1:1. Por supuesto, frente a la Pentax K-S1 tenemos el hándicap de no tener estabilización de imagen integrada en el cuerpo. Y frente a la combinación de la Panasonic Lumix G9 con el 45/2,8 ASPH OIS, todavía es peor, puesto que esta última lleva la estabilización combinadas de cuerpo y objetivo. Y con mejor calidad de imagen. Y a la G9 también se le puede adaptar el 100 mm de Pentax. Con estabilizador en el cuerpo... Mmmm... me parece que voy a hacer poca macrofotografía con la Canon EOS RP.