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Un pequeño y modesto 35-70 mm para celebrar el 35º aniversario de los sistemas Canon EOS

Hace cinco años se celebraba el 30º aniversario del lanzamiento al mercado de la primera cámara Canon EOS. Se inauguraba así un sistema fotográfico electroóptico (Electro Optical System - EOS), en la que la comunicación entre cámara y objetivos a través de su montura carecía de elementos mecánicos, realizándose exclusivamente por vía electrónica. Las ópticas llevan desde el principio incorporados los motores que accionan el enfoque automático y, con el tiempo, la estabilización de la imagen. Muy criticados en su momento, cuando yo compré mi primera réflex, una Pentax P30n, en 1989 todavía llovían críticas en los medios especializados después de dos años por haber "dejado tirados" a los usuarios de las Canon con montura FD y enfoque manual. Pero en pocos años Canon se convirtió en el fabricante con mayor volumen de ventas tanto en el sector consumidor como el profesional. Yo tengo cámaras Canon EOS desde 1993, una Canon EOS 100. Pero como estaban muy muy baratas, adquirí un cuerpo Canon EOS 650, el primer modelo de la saga, que salió al mercado en marzo de 1987, para celebrar el aniversario.

Sorprendentemente, porque no lo esperaba, la cámara me agradó mucho. Aunque era todavía un concepto en evolución, no del todo maduro, me resulta muy agradable de usar. Con cualquier tipo de óptica. Desde el EF 50 mm f1,8 original, con montura metálica y escala de distancias de enfoque que perdieron sus iteraciones posteriores, con el que conformaba un kit de venta en 1987, hasta objetivos más modernos de la última década. El único que me da algún problema, no funciona el enfoque automático, es el Tamron 35 mm f1,8, aunque lo he usado sin problemas en enfoque manual. También la he usado mucho para usar objetivos de enfoque manual, sobretodo de montura de rosca de 42 mm, con el adaptador correspondiente. Suelo usarla para la película negativa en color. El enfoque es más lento que los actuales, pero razonable y preciso. Y el sistema de exposición es muy preciso. Ahora, en este nuevo aniversario característico, los que terminan en 0 o en 5, el 35º, por muy poco dinero le he comprado un Canon EF 35-70 mm f3,5-4,5, el otro objetivo que acompañaba a la cámara en los kits de entrada al sistema. Podéis ver el conjunto más arriba.

Este objetivo, lanzado al mismo tiempo que la cámara en marzo de 1987, es muy similar estéticamente al EF 50 mm f1,8 de primera generación. Es más largo, para acomodar más elementos ópticos, así como el aro de accionamiento de la variación de focal, pero esas son las diferencias. Su fórmula óptica no era nueva, ya que venía heredada del objetivo con similar intervalo de focales y luminosidad para la montura FD. Como sucedió con otros objetivos iniciales para el sistema EOS con montura EF. Al igual que el 50 mm, su motor de enfoque es primitivo para los estándares actuales, no permitiendo el retoque del enfoque cuando está en modo de enfoque automático. Es más ruidoso que los silenciosos motores USM o STM, y más lento, pero razonablemente eficaz. El objetivo es bastante compacto y ligero. Su principal problema es que el elemento delantero, con la rosca de filtro, se retrae dentro del barrilete del objetivo, dificultando mecánicamente el uso de determinados accesorios, como parasoles enroscados en la rosca de filtro, de 52 mm, como la del 50 mm. Aunque no lo he comprobado, puede dificultar también el uso de polarizadores de montura fina.

Lo probé inicialmente con una cámara digital. Como EOS 5D Mark II la tengo sin usar desde hace tiempo, con la batería descargada, lo puse en la más ligera EOS RP con el adaptador de montura EF a RF. Funciona perfectamente, como era de esperar, en lo que se refiere a la mecánica del enfoque automático, algo más ligero este que con la EOS 650, y en cuanto a la comunicación electrónica entre objetivo y cuerpo de cámara. Eso sí... el diseño óptico no está bien adaptado a las exigencias de los sensores digitales modernos. Pero en cuanto cierras algo el diafragma, ya mejora bastante, y a f8 da buena calidad. Incluso he montado sin problema algún "panorama" con un par de fotos. Más que para hacer una foto de aspecto panorámico, para aumentar el ángulo de visión al unir dos verticales para montar una fotografía cuadrada.

Ese uso sobre cámara digital no es el uso que le pienso dar al objetivo en principio... aunque vete tu a saber,... porque es tan ligero... que si no necesitas la luminosidad de las ópticas fijas, es una óptica para pasear más versátil por su intervalo de focales, siendo ligero y poco llamativo. En cualquier caso, de forma inmediata pasé a calzarlo sobre la Canon EOS 650, que esa es la gracia de este pequeño capricho que no necesitaba en realidad para nada, con un rollo de película en blanco y negro. Le puse un Rollei Superpan 200 que andaba por el frigorífico desde hace un tiempo y para el que no tenía pensado un uso inmediato. Cuando se acerque el momento de la fotografía infrarroja pienso más en el formato medio que en la película de 35 mm, así que no me merecía la pena guardarlo más tiempo. Y como es una película económica, venía bien como rollo de prueba.

Los días en los que lo utilicé el tiempo no estuvo muy luminoso, y me di varios paseos con el objetivo por varios entornos, urbanos y cuasiverdes, es decir, espacios verdes urbanos. Su uso es cómodo, y salvo el primitivismo de su enfoque automático, que no es malo en realidad, es exactamente como había previsto. Un cómodo objetivo para salir a pasear. Con alguna ventaja que no había previsto... y es que tiene una escala de reproducción máxima de 1:5, que es mejor que el 1:7 o 1:8 habitual de las focales fijas de la época. Se consigue con el objetivo a 70 mm. Y haciendo fotografía de aproximación, se obtienen desenfoques bastante armoniosos. Basta ponerle un aro de extensión de 20 mm para tener una escala de reproducción 1:2. Y el mismo efecto se consigue con mi lente de aproximación de 3 1/3 dioptrías, aumentando con poco esfuerzo la versatilidad de la óptica como objetivo de paseo. Más cuando en esta fotografía de aproximación suelo usar el enfoque manual o el enfoque por aproximación progresiva al sujeto.

Para quien quiera conocer más detalles sobre el rollo puesto, recordar que la Rollei Superpan 200 es una película con sensibilidad extendida al infrarrojo, con amplia gama tonal. Como he hecho muchas veces, revelé el rollo con Kodak HC-110 dilución B (1+31) durante 6 minutos a 20 ºC. Hubiera querido revelarla con SPUR Acurol-N, pero olvidé consultar con antelación la tabla de revelados de este revelador, que indica que hay que exponer esta película a un índice de exposición 40 en lugar de su sensibilidad nominal ISO 200. En otra ocasión. Los negativos fueron digitalizados con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS. Pocas veces más usaré esta cámara para este menester, ahora que la E-M5 III de Olympus ha llegado a casa. Pero sin problemas.

En fin... este objetivo, un capricho, barato, más que otra cosa. Pero seguro que lo aprovecho de vez en cuando. Ahora le he puesto una película negativa en color a la misma combinación de cámara y óptica... pero estamos con unos días muy modorros. Aquí no se ve la calima colorada porque estamos dentro del nublado de la borrasca que la provoca. Pero dicen que si llueve... lloverá barro.

Por primera vez, he viajado con un equipo fotográfico de los llamados "full format" - Canon EOS RP, 50 mm y 24-105 mm

Veamos. Mi equipo fotográfico viajero por excelencia es el micro cuatro tercios, especialmente con la Panasonic Lumix G9 como cámara principal, y la Lumix G100 como cámara de respaldo, si lo encuentro necesario. La Lumix G9 tiene una excelente ergonomía, una fuerte protección contra accidentes e inclemencias del tiempo, y el conjunto de ópticas que puedes llevarte es muy amplio, con poco incremento en el volumen o en el peso. Pero la Lumix G9 se estropeó a finales de la primavera, la tuve durante un mes en el taller, a Suiza me llevé la Lumix G100, y cuando parecía funcionar sin problemas, tres días antes de viajar a Copenhague, volvió a fallar con los mismos síntomas. El arreglo ha sido fallido.

La primer opción era volver a llevarme la Lumix G100. Los resultados en Suiza fueron buenos, como lo fueron en Andalucía en octubre del año pasado. Pero como recientemente compré un Canon RF 50 mm f1,8 STM para la Canon EOS RP, me planteé probar en esta escapada breve qué tal funciona este equipo en viaje. De antemano decir una cosa. El principal problema de llevar un equipo con un sensor grande, suponiendo que el 24 x 36 mm sea un sensor grande, durante décadas fue llamado formato miniatura en comparación con el formato medio y el gran formato con película tradicional, es el volumen y el peso. Y no tanto de las cámaras como de las ópticas. Por el peso y volumen de un zoom de calidad para la montura Canon RF, puedes llevar un zoom de calidad y un par o tres de ópticas fijas para las Lumix.

Pero bueno, decidí probar. Me llevé la Canon EOS RP, que tiene un tamaño muy contenido, el menciona 50 mm, que tampoco es muy grande y da resultados bastante buenos, especialmente diafragmando un poquito la cámara, aunque es perfectamente usable a plena apertura, y un EF 24-105 mm f4L IS USM, que es grandote y pesado, y aun se hace más grandote porque necesita el adaptador de montura EF a RF. Lo dicho. Por el mismo peso y volumen... con las Lumix me puedo llevar un 12-40 mm f2.8 y un 35 -100 mm f2.8.

Si los sistemas de sensor pequeño tienen, en la teoría, problemas de una relación señal-ruido más desfavorable que los de sensor menos pequeño, nunca ha sido algo que me haya causado ningún problema en la práctica. Y además, la Lumix G9 tiene un sistema de estabilización incorporado en el cuerpo, la Lumix G100 y la Canon EOS RP no, que junto con los objetivos propios del sistema, es extraordinariamente efectivo y evita tener que usar un ISO elevado. Pero es cierto que las fotos realizadas con la Canon EOS RP son más limpias cuando las vemos en el ordenador al 100 %, y que la reserva de extracción de detalles en sombras y luces es mayor. Especialmente en las sombras; en las luces tampoco está mal,... pero Canon ha pecado de insuficiencias en ese campo. Y es tradicional que con las Canon haya que tener cuidado con esos famosos "derecheos del histograma". De hecho, en algún caso, al intentar recuperar detalle en el cielo, blanquecino por un excesivo contraste, queda una dominante rosácea en esa zona de la foto, que se puede corregir... pero da trabajo.

La forma en que he usado el equipo es la siguiente. Por defecto, la cámara ha ido calzada con el 50 mm. Con ella en esta configuración, bastante compacta para ser un sensor de 24 x 36 mm, puedes ir moviéndote por la calle, por estaciones, por cualquier circunstancia, de forma discreta y sin llamar la atención. Probablemente, el 50 % o algo más de las fotos realizadas las hice así. Cuando llegaba a un lugar de especial interés, en el que íbamos a permanecer un cierto tiempo, y que apetecía explorar fotográficamente, dejaba el 50 mm en la mochila y calzaba el 24-105 mm. Con este objetivo, la configuración es un poco desequilibrada, con el peso del conjunto muy adelantado, lo que quita confortabilidad. Además, la comunicación entre el objetivo EF y la cámara RF es bastante buena. Por ejemplo, cuando realizas un corrección manual del enfoque, y yo lo hago mucho, el resaltado que te indica lo que está enfocado, y que se ve siempre con el RF 50 mm, con el EF de focal variable sólo lo ves si ajustas el objetivo en posición manual. Sigue siendo útil para corregir el enfoque, pero pierdes esa ayuda.

En cuanto a la calidad de imagen... pues de bastante bien, incluso subiendo en algún raro caso hasta ISO 6400. Aunque con sensibilidades altas, las situaciones muy contrastadas sufren por la disminución de la dinámica del sensor de imagen. Pero para mis necesidades habituales. De sobre. Es sencillo hacer panorámicas, incluso sin trípode, por el nivel incorporado en el sensor electrónico. Y como de costumbre, oscilo entre los modos de prioridad de diafragma, prioridad a la apertura o manual, según las situaciones. En la ciudad, con luz, es el primero, en interiores suele ser el segundo, y en paisaje natural suele ser manual. Con el RF 50 mm no hay estabilización de ningún tipo, y la velocidad mínima aceptable para mis zarpas es 1/50 segundo. Pero con el EF 24-105 mm, que tiene estabilización del objetivo, a pesar de que este tiene más de 15 años, he usado 1/8-1/12 segundo a 24 mm hasta 1/25-1/50 segundo a 105 mm. Es decir, hasta dos pasos de ventaja teniendo cuidado. Lo máximo que he llegado a disparar con nitidez a 105 mm, en casa y en situación calmada e ideal, es 3,5 pasos. Pero en eso en, con el trajín de la vida real, no suele funcionar en mi caso. Por lo tanto, la desventaja de ser un f4 queda paliada y a 50 mm de focal podría usar el mismo ISO que con el RF 50 mm, disparando a 1/12 segundo, siempre que el sujeto no esté en movimiento, claro.

En estos tiempos donde las marcas presionan mucho publicitariamente y a través de sus "embajadores" para orientar la compra hacia las ópticas muy luminosas, del tipo f1,4 en las fijas o del tipo f2,8 en las focales variables, lo cierto es que para el viajero, las f2 o f2,8 entre las focales fijas o las f4 en las variables puede ser un compromiso adecuado por precio y peso/volumen. A pesar de que el EF 24-105 mm f4L IS USM fue el primero de su clase, sigue siendo bastante conveniente. Aunque no es especialmente compacto. Pero un f2,8 tendría menos excursión entre las focales externas, sería igual o más pesado, y costaría como mínimo el doble. Con sensores que permiten subir sin problemas a ISO 3200 o 6400, algunos más, las luminosidades moderadas no son problema. Y siempre digo que, cuando viajas, la apertura tiene que ser lo suficientemente amplia para permitir aislar el sujeto del fondo jugando con la profundidad de campo, pero no tan grande como para descontextualizar del entorno al sujeto con unos fondos excesivamente desenfocados. Ese es un error que veo comúnmente derivado de una moda que no tiene sentido. Salvo para las marcas, que obtienen más margen de beneficios de las caras ópticas muy luminosas que de los modelos más sencillos y económicos. Que no baratos.

El balance final... ha sido positivo. Este equipo, en un viaje muy urbano, ha sido adecuado, y me ha permitido fotografiar siempre que lo he querido. Pero aun así, he echado de menos a mi Lumix G9 que, con un peso y volumen de la cámara similar, pero mucho más dura y protegida contra el medio, hubiese llevado mucho menos volumen en ópticas, con mayor versatilidad. Y las ópticas de Panasonic y Olympus, por su planteamiento inicial, probablemente tienen un calidad muy buena, con precios más ajustados,... porque gastan mucho menos en los carísimos vidrios ópticos de los objetivos. Pero ya sé que la opción existe, y si las circunstancias lo aconsejan... puedo volver a ello. Una aclaración final... cuando entre 2006 y el verano de 2009 llevaba conmigo alguna réflex digital de formato APS-C, más pequeño que el 24 x 36 mm... ya sufría los problemas de peso y volumen que he mencionado. O peores. Nunca me he llevado la Canon EOS 5D Mark II de viaje. Sólo pensarlo... ya me duele el cuello y la espalda. Por eso me pasé con armas y bagages al micro cuatro tercios, sin remordimientos hasta la fecha.

Una nueva oportunidad para las ópticas M42 en la Canon EOS RP - Asahi Optical Takumar SMC 35/2

Por alguna razón, los objetivos con montura M42 son muy populares en la actualidad. Tienen varias virtudes. Bueno... dos principalmente. En la actualidad son muy baratos. Y en su momento, cuando salieron al mercado, hubo unos cuantos de ellos que tenían una calidad bastante respetable. Sobre la calidad de las ópticas fabricadas en la antigua Alemania oriental o en la Unión Soviética, habría mucho sobre lo que discutir. Pero las realizadas por Asahi Optical, popularmente conocida como Pentax, los Takumares, sí que estuvieron muy bien. Al fin y al cabo, el fin de Asahi era el de alcanzar a menor precio la calidad de las ópticas Zeiss.

Actualmente, hay mucha gente que jura por ellos a la hora de adaptarlos a las modernas cámaras digitales... pero mi experiencia... no es muy allá. En cualquier caso, hay una óptica, un Takumar, de la que muchos claman su excelencia, el 35 mm f/2, que está en mi poder y que no había probado todavía con la Canon EOS RP. Mi experiencia con la EOS 5D Mark II era muy fría. Aunque diafragmando a f/8, prácticamente no hay óptica mala. Y mi Tamron 35/1,8, mucho más moderno, es realmente muy superior. Pero es taaaaaan grandote comparado con el Takumar...

Bueno, estos días he estado probando en serio el Takumar con la pequeña EOS RP. Ayer sábado lo cargué encima mientras hacía las compras semanales. Las primeras fotos que presento son de esa mañana. Una mañana de niebla cerrada, en la que utilicé de forma sistemática una combinación de diafragma f/8 y velocidad de obturación 1/60 s. Todas a blanco y negro, por el color no aportaba absolutamente nada. Hay poco que decir. Ni que valorar... Algunas de las fotos las tomé por puro humor, ya que son paisajes urbanos muy populares de la ciudad en la que vivo, Zaragoza, y en los que por la niebla, no se ven los referentes más populares y turísticos de la ciudad.

Hoy domingo, la niebla de ayer por la mañana, y la lluvia de por la noche, han desaparecido a las 11 horas. Y ha quedado una mañana luminosa y agradable. Lo primero que destaca en las fotografías callejeras es una cuestión muy propia de algunos Takumares. Llevan alguna lente radioactiva, muy levemente radioactiva, nada de qué preocuparse de cara a la salud, pero que con el tiempo provoca un tinte amarillento en las lentes. Dicen que con luz ultravioleta se puede corregir, pero no sé exactamente el procedimiento.

Lo cierto es que ese tono cálido conviene a escenas callejeras tomadas en la sombra, ya que compensa el reflejo del cielo azul y los tonos fríos de las sombras a cielo abierto. Los tonos que adoptan las imágenes son algo cálidos, muy agradables. Sin embargo, en las escenas soleadas, la tonalidad es excesiva y conviene corregir la temperatura de color del fichero raw. No es difícil, y una vez corregida, los tonos de color quedan bien. Como podéis comprobar, he usado grandes aperturas, para desenfocar los fondos, y eso provoca un viñeteo bastante apreciable en las fotos. Que puede quedar bien. Corregirlo o no corregirlo puede depender de las preferencias estéticas del fotógrafo.

Pero había que someter al conjunto de la EOS RP y al Takumar 35/2 a una prueba más exigente. Y como esta semana, tras un tiempo de reformas, ha abierto al público la sección de arqueología romana del Museo de Zaragoza, allí nos hemos ido. He utilizado un modo de la EOS RP, el FV, que me parece muy cómodo para estos interiores. Tú fijas dos parámetros de la exposición, controlas un tercero, y dejas un cuarto en automático. Yo he fijado la velocidad de obturación, 1/40 s para evitar las fotos trepidadas, y el diafragma, f/2,8 para limitar la profundidad de campo pero no tanto como la apertura máxima, mejorando de paso la calidad de la imagen, controlo la compensación de la exposición, y la cámara escoge la sensibilidad ISO. Pero puedes utilizar otras combinaciones de parametros fijos, ajustables y automáticos. 

Resumiendo. A f/2,8 y siendo cuidadoso con el enfoque, las fotos son aceptables. Por debajo claramente en calidad respecto al Tamron 35/1,8, pero aceptables. Aunque conviene no someterlas a grandes ampliaciones. Si alguna he tomado a f/2,... eso ya no es tan aceptable. Las fotos en el patio del museo, a f/8, bastante estupendas. Y como estaba a la sombra, con la tonalidad cálida que impone la radioactiva lente... con unos tonos estupendos. Y esto es lo que hay.

Macrofotografía con la Canon EOS RP y EF 85/1,8 USM más tubos de extensión y multiplicadores de focal

Habitualmente no practico la macrofotografía, pero me gusta practicarla esporádicamente. Especialmente cuando la estación favorece la floración de las plantas. Y entre las flores siempre aparece algún bichillo cuyo retrato también puede quedar resultón. Este año, la primavera llegó acompañada de la visita del SARS-CoV-2... y poco pudimos hacer al respecto con el cierre de parques y jardines durante las semanas de confinamiento. Mis preferencias en los últimos años, en cuanto a material, han sido las cámaras micro cuatro tercios con el Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS o la Pentax K-S1 con el SMC-A 100/4 Macro. Ambos dan resultados bastante majetes.

Con el equipo Canon EOS, durante años usé esporádicamente un Cosina AF 100/3,5 MC Macro. Este objetivo era muy barato, con una concepción muy tradicional, con una construcción plasticosa que no dejaba buena impresión, pero que era relativamente honorable en sus prestaciones ópticas. En macrofotografía conviene diafragmar para mejorar la profundidad de campo y así se evitaba los regulares resultados a máxima apertura. Su ampliación era sólo de 1:2 como el SMC-A 100/4 de Pentax, pero llevaba como accesorio una lente de aproximación que permitía llegar al 1:1, manteniendo una calidad óptica razonable. Con un diámetro de rosca de 49 mm, esta lente también se puede aplicar al Pentax, con similares consecuencias. Así que es una lente de aproximación que atesoro como oro en paño. Pero el Cosina se cayó un día. A pesar de su cutre construcción en plástico aguantó el golpe bastante bien, pero se rompió la rosca del filtro... y ya no se puede usar.

Tras un curso de macrofotografía que realicé con la Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza ASAFONA, procedí a intentar, eventualmente, la macrofotografía con la Canon EOS 5D Mark II usando los teleobjetivos, el EF 85/1,8 USM o el EF 200/2,8 USM II, añadiendo tubos de extensión, y aumentando todavía más el poder de amplificación usando un duplicador de focal de la marca. Normalmente, por su construcción, estos multiplicadores de focal sólo se pueden usar con determinados teleobjetivos de la marca. Mi 200/2,8 los admite. El resto de mis objetivos, no. Pero si intercalas un tubo de extensión entre el objetivo y el multiplicador de focal, se puede usar con cualquier objetivo. Pierdes la posibilidad de enfocar a infinito, pero puedes montarte un sistema de macrofotografía sin un objetivo macro. El EF 85/1,8 USM tiene un factor de ampliación muy modesto, de aproximadamente x 0,11. Con un tubo de extensión de 36 mm la cosa se pone en x 0,375, que entra dentro de la fotografía de aproximación. Si además le pones el duplicador de focal, estamos en x 0,75, que no está mal. Con el EF 200/2,8 USM II, partimos de x 0,16, llega a x 0,34 con el tubo de extensión, y a x 0,68 sumándole el multiplicador de focal. Pero el conjunto... no es cómodo de usar. Así que he preferido las soluciones de las cámaras Olympus/Panasonic o de las Pentax.

Con la llegada de la Canon EOS RP, probé en las primeras semanas desde que la tuve en mis manos los resultados en fotografía de aproximación con el Pentax SMC-A 100/4 Macro. Y aunque quizá un poquito faltos de contraste en general, la nitidez global era bastante razonable, y parecía una solución bastante utilizable. Pero me quedaba probar la solución mencionada en el párrafo anterior con el 85 mm. De momento el 200 mm lo reservo para otros menesteres distintos de la macrofotografía. Así que este domingo pasado, con un tiempo excelente, y a pesar de que no quedan ya muchas flores en los parques de la ciudad, me dispuse a probar.

Los resultados no me acabaron de convencer. En varias de las fotos, sobretodo las más contrastadas, aparece lo que los anglosajones llaman ghosting en los bordes más nítidos de las imágenes, en ocasiones muy poco agradables. Y el conjunto es voluminoso y complejo de usar que el 100 mm de Pentax. Puesto que el enfoque automático queda desactivado... la verdad es que mi impresión es que no merece la pena usar esta solución. Con la posibilidad de usar objetivos de terceras marcas en manual con el adaptador correspondiente, eliminas el incordio de los tubos de extensión y el duplicador. Simplemente, llevar a mano la lente de aproximación por si necesitas acercarte a una ampliación 1:1. Por supuesto, frente a la Pentax K-S1 tenemos el hándicap de no tener estabilización de imagen integrada en el cuerpo. Y frente a la combinación de la Panasonic Lumix G9 con el 45/2,8 ASPH OIS, todavía es peor, puesto que esta última lleva la estabilización combinadas de cuerpo y objetivo. Y con mejor calidad de imagen. Y a la G9 también se le puede adaptar el 100 mm de Pentax. Con estabilizador en el cuerpo... Mmmm... me parece que voy a hacer poca macrofotografía con la Canon EOS RP.

En esta última fotografía es donde mejor se aprecia el "ghosting".

Un nuevo repaso a objetivos con montura Leica M sobre la Canon EOS RP

Cuando probé por primera vez la Canon EOS RP, en los primeros días tras su llegada a casa, me apresuré a montarle, con el adaptador correspondiente, el Leica M Summicron 35/2 ASPH. Probablemente mi mejor objetivo. Pero que no se lleva bien con la toma digital, salvo sobre cuerpos Leica, que identifican el objetivo y aplican determinadas correcciones. El problema es que los objetivos tradicionales para Leica M conducen los rayos de luz hasta el sensor digital con una fuerte inclinación, que afecta a la imagen, creando fuertes viñeteados en las esquinas, desviaciones del color en esquinas y laterales de la imagen y, eventualmente, alguna pérdida de nitidez derivada. Para conseguir una alta calidad de imagen con los captores digitales, conviene que la luz llegue lo más perpendicular posible a la superficie de estos. Con la película tradicional no hay problema. Y ese es el motivo por el que mi Sumicron 35 mm lo haya usado predominantemente sobre mi Leica M2 con resultados estupendos. Porque es una maravilla de objetivo.

El Planar 50/2 ZM de Carl Zeiss es aprovechable desde su apertura más amplias. Simplemente, corregir el viñeteado.

Sobre la Canon EOS RP... observé los tradicionales problemas de estos objetivos sobre cualquier otro sensor digital. Quizá válidos para tomas en blanco y negro... pero no adecuados en general. Y ya no le di muchas más vueltas al asunto.

Recién llegado de mi viaje de vacaciones en Oporto, me quedaban todavía tres días de vacaciones, hasta incorporarme de nuevo este jueves pasado, con cambio en mi situación administrativa incluido, a mi puesto de trabajo. Y uno de esos días, una mañana muy agradable, quizá con una luz excesivamente contrastada, decidí volver a montar sobre la EOS RP el adaptador de montura Leica M. Y coger dos objetivos para esta montura muy distintos al anterior. Se me ha olvidado decir. El problema comentado anteriormente, afecta especialmente a los objetivos angulares y grandes angulares. Veamos con los que no lo son.

Enfoque al vuelo, a plena apertura, mientras caminaba con el Planar 50/2 ZM. Foto nítida y bien contrastada.

Otro de los objetivos que siempre me ha asombrado por su nitidez y contraste para la relativa sencillez aparente de su diseño, el Summicron 35 mm no tiene un diseño sencillo, es el Carl Zeiss Planar 50/2 ZM. Es fenomenal. Es un objetivo estándar y por lo tanto, menos propenso a sufrir los problemas mencionados. Así que fue el primer que utilicé.

Resumiendo, aunque a grandes aperturas se aprecia un fuerte viñeteo, que no necesariamente resulta desagradable, y que es relativamente fácil de corregir en el proceso posterior, el objetivo funciona bastante bien. No tiene presenta, aparentemente, desviadios de color desagradable en las esquinas o en los laterales de la imagen. Es nítido. Siendo de enfoque manual, como todos estos, es muy rápido de usar con la ayuda del resaltado de zonas nítidas en el visor de la cámara. Muy rápido. A veces más que usando el enfoque automático con otros objetivo. Y además, se aprecia muy bien la zona de profundidad de campo, cuando usas aperturas más amplias, gracias también al resaltado de zonas nítidas en el visor.

Una apertura máxima de f2 es perfectamente razonable, como la del Planar 50/2 ZM. No sé qué manía con los monstruos actuales de f1,4 o más, enormes, carísimos, difíciles de usar, y muy especializados.

Conclusión,... es un objetivo perfectamente utilizable. Desde mi punto de vista, más nítido que el Canon EF 50/1,4 USM, aunque un paso menos luminoso. Pero contribuye a un equipo ligero y fácil de usar. Una combinación a tener muy en cuenta en el futuro. Una posibilidad incluso como equipo de viaje de buena calidad y tamaño contenido.

El otro objetivo que utilicé fue el teleobjetivo corto que en los años 70 sacó Leica al mercado para acompañar su pequeña Leica CL. No la actual digital del mismo nombre. La que usaba película hace casi 50 años. Es el Leica Elmar-C 90/4. Es un objetivo ligero, bien construido en metal, con una fórmula óptica extremadamente sencilla de 4 lentes en 4 grupos. Así que no es tipo tessar como alguna vez he leído (4 elementos en 3 grupos). Es poco luminoso, pero sobre película siempre me ha dado buen resultado.

Una vez corregido el oscurecimiento de las esquinas y el contraste en el procesado digital, el Elmar-C 90/4 es aprovechable desde su máxima apertura.

Y sobre captor digital... Pues lo mismo que en las Leica digitales. Es suficientemente nítido, tiene un contraste inferior al de objetivos más modernos, aunque es algo que puede mejorarse en el procesado posterior, y tiene una calidad más que aprovechable en cuanto diafragmamos un poco. A f8 va muy bien. A f4 puede presentar un contraste demasiado bajo y un viñeteado muy manifiesto, pero sigue siendo utilizable.

Ningún problema para tomas generales a f8 con el Elmar-C 90/4.

Así como el Planar constituye una alternativa más que razonable para el EF 50 mm, salvo por su apertura máxima, el Elmar-C compite peor con el EF 85/1,8 USM de Canon. Este es una objetivo más moderno y complejo de diseño. Mucho más luminoso. Y cuya única desventaja respecto al Elmar-C es que es bastante más voluminoso. Otro problema es que en esta ocasión el enfoque manual no es tan rápido, la rueda de enfoque es precisa pero más dura de accionamiento que los otros objetivos de Leica o Carl Zeiss mencionados anteriormente, para un enfoque que necesita más precisión por su focal más larga. Además, en un día de luces contrastadas como el día que lo probé, el resaltado en el visor me engañó un par o tres de veces y apareció sobre bordes que no estaban realmente enfocados aunque si presentaban un cierto contraste. Por lo que fallé varias veces en el enfoque correcto. Hay que tomárselo con más calma para enfocar correctamente.

Buen detalle en los pilares del Puente de Piedra con el Elmar-C 90/4, diafragmado a f8.

Eso sí, ya he dicho que a f8 el objetivo es muy nítido. Tomé una panorámica desde la ribera del río Ebro con tres fotos a esta apertura, para luego montarla en el procesado digital. Y quedaron perfectamente montadas entre sí, dando como resultado una fotografía final grande, nítida y correctamente alineada, con rapidez en Affinity Photo. Con objetivos regulares, a veces da problemas este ensamblado.

Panorámica formada por tres tomas con el Leica Elmar C 90/4. La luz es muy plana por estar en las horas centrales del día.

Resumiendo, si los angulares con montura Leica M son difícilmente utilizables sobre la Canon EOS RP salvo quizá en blanco y negro, los objetivos normales y teleobjetivos sí que son utilizables, disponiendo con ellos de un equipo bastante compacto. Aunque con un inconveniente que olvidaba. La distancia mínima de enfoque es poco favorable en estos objetivos. En el 90 mm es de un metro, que es simplemente aceptable para esta focal, aunque se compara mal con otros objetivos de este tipo. En el Planar 50 mm, una distancia mínima de enfoque de 70 cm...  cuando lo aceptable es alrededor de 45 mm... habría que ponerle algún tipo de lente de aproximación, de buena calidad, o algún tipo de tubo de extensión en ocasiones donde habitualmente no son necesarios.

Sin problemas para obtener una imagen nítida en el tronco y las hojas con el Elmar-C 90/4, con una apertura de f8.