Hace cinco años se celebraba el 30º aniversario del lanzamiento al mercado de la primera cámara Canon EOS. Se inauguraba así un sistema fotográfico electroóptico (Electro Optical System - EOS), en la que la comunicación entre cámara y objetivos a través de su montura carecía de elementos mecánicos, realizándose exclusivamente por vía electrónica. Las ópticas llevan desde el principio incorporados los motores que accionan el enfoque automático y, con el tiempo, la estabilización de la imagen. Muy criticados en su momento, cuando yo compré mi primera réflex, una Pentax P30n, en 1989 todavía llovían críticas en los medios especializados después de dos años por haber "dejado tirados" a los usuarios de las Canon con montura FD y enfoque manual. Pero en pocos años Canon se convirtió en el fabricante con mayor volumen de ventas tanto en el sector consumidor como el profesional. Yo tengo cámaras Canon EOS desde 1993, una Canon EOS 100. Pero como estaban muy muy baratas, adquirí un cuerpo Canon EOS 650, el primer modelo de la saga, que salió al mercado en marzo de 1987, para celebrar el aniversario.
Sorprendentemente, porque no lo esperaba, la cámara me agradó mucho. Aunque era todavía un concepto en evolución, no del todo maduro, me resulta muy agradable de usar. Con cualquier tipo de óptica. Desde el EF 50 mm f1,8 original, con montura metálica y escala de distancias de enfoque que perdieron sus iteraciones posteriores, con el que conformaba un kit de venta en 1987, hasta objetivos más modernos de la última década. El único que me da algún problema, no funciona el enfoque automático, es el Tamron 35 mm f1,8, aunque lo he usado sin problemas en enfoque manual. También la he usado mucho para usar objetivos de enfoque manual, sobretodo de montura de rosca de 42 mm, con el adaptador correspondiente. Suelo usarla para la película negativa en color. El enfoque es más lento que los actuales, pero razonable y preciso. Y el sistema de exposición es muy preciso. Ahora, en este nuevo aniversario característico, los que terminan en 0 o en 5, el 35º, por muy poco dinero le he comprado un Canon EF 35-70 mm f3,5-4,5, el otro objetivo que acompañaba a la cámara en los kits de entrada al sistema. Podéis ver el conjunto más arriba.
Este objetivo, lanzado al mismo tiempo que la cámara en marzo de 1987, es muy similar estéticamente al EF 50 mm f1,8 de primera generación. Es más largo, para acomodar más elementos ópticos, así como el aro de accionamiento de la variación de focal, pero esas son las diferencias. Su fórmula óptica no era nueva, ya que venía heredada del objetivo con similar intervalo de focales y luminosidad para la montura FD. Como sucedió con otros objetivos iniciales para el sistema EOS con montura EF. Al igual que el 50 mm, su motor de enfoque es primitivo para los estándares actuales, no permitiendo el retoque del enfoque cuando está en modo de enfoque automático. Es más ruidoso que los silenciosos motores USM o STM, y más lento, pero razonablemente eficaz. El objetivo es bastante compacto y ligero. Su principal problema es que el elemento delantero, con la rosca de filtro, se retrae dentro del barrilete del objetivo, dificultando mecánicamente el uso de determinados accesorios, como parasoles enroscados en la rosca de filtro, de 52 mm, como la del 50 mm. Aunque no lo he comprobado, puede dificultar también el uso de polarizadores de montura fina.
Lo probé inicialmente con una cámara digital. Como EOS 5D Mark II la tengo sin usar desde hace tiempo, con la batería descargada, lo puse en la más ligera EOS RP con el adaptador de montura EF a RF. Funciona perfectamente, como era de esperar, en lo que se refiere a la mecánica del enfoque automático, algo más ligero este que con la EOS 650, y en cuanto a la comunicación electrónica entre objetivo y cuerpo de cámara. Eso sí... el diseño óptico no está bien adaptado a las exigencias de los sensores digitales modernos. Pero en cuanto cierras algo el diafragma, ya mejora bastante, y a f8 da buena calidad. Incluso he montado sin problema algún "panorama" con un par de fotos. Más que para hacer una foto de aspecto panorámico, para aumentar el ángulo de visión al unir dos verticales para montar una fotografía cuadrada.
Ese uso sobre cámara digital no es el uso que le pienso dar al objetivo en principio... aunque vete tu a saber,... porque es tan ligero... que si no necesitas la luminosidad de las ópticas fijas, es una óptica para pasear más versátil por su intervalo de focales, siendo ligero y poco llamativo. En cualquier caso, de forma inmediata pasé a calzarlo sobre la Canon EOS 650, que esa es la gracia de este pequeño capricho que no necesitaba en realidad para nada, con un rollo de película en blanco y negro. Le puse un Rollei Superpan 200 que andaba por el frigorífico desde hace un tiempo y para el que no tenía pensado un uso inmediato. Cuando se acerque el momento de la fotografía infrarroja pienso más en el formato medio que en la película de 35 mm, así que no me merecía la pena guardarlo más tiempo. Y como es una película económica, venía bien como rollo de prueba.
Los días en los que lo utilicé el tiempo no estuvo muy luminoso, y me di varios paseos con el objetivo por varios entornos, urbanos y cuasiverdes, es decir, espacios verdes urbanos. Su uso es cómodo, y salvo el primitivismo de su enfoque automático, que no es malo en realidad, es exactamente como había previsto. Un cómodo objetivo para salir a pasear. Con alguna ventaja que no había previsto... y es que tiene una escala de reproducción máxima de 1:5, que es mejor que el 1:7 o 1:8 habitual de las focales fijas de la época. Se consigue con el objetivo a 70 mm. Y haciendo fotografía de aproximación, se obtienen desenfoques bastante armoniosos. Basta ponerle un aro de extensión de 20 mm para tener una escala de reproducción 1:2. Y el mismo efecto se consigue con mi lente de aproximación de 3 1/3 dioptrías, aumentando con poco esfuerzo la versatilidad de la óptica como objetivo de paseo. Más cuando en esta fotografía de aproximación suelo usar el enfoque manual o el enfoque por aproximación progresiva al sujeto.
Para quien quiera conocer más detalles sobre el rollo puesto, recordar que la Rollei Superpan 200 es una película con sensibilidad extendida al infrarrojo, con amplia gama tonal. Como he hecho muchas veces, revelé el rollo con Kodak HC-110 dilución B (1+31) durante 6 minutos a 20 ºC. Hubiera querido revelarla con SPUR Acurol-N, pero olvidé consultar con antelación la tabla de revelados de este revelador, que indica que hay que exponer esta película a un índice de exposición 40 en lugar de su sensibilidad nominal ISO 200. En otra ocasión. Los negativos fueron digitalizados con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS. Pocas veces más usaré esta cámara para este menester, ahora que la E-M5 III de Olympus ha llegado a casa. Pero sin problemas.
En fin... este objetivo, un capricho, barato, más que otra cosa. Pero seguro que lo aprovecho de vez en cuando. Ahora le he puesto una película negativa en color a la misma combinación de cámara y óptica... pero estamos con unos días muy modorros. Aquí no se ve la calima colorada porque estamos dentro del nublado de la borrasca que la provoca. Pero dicen que si llueve... lloverá barro.
A todos los aficionados a la fotografía con película tradicional que nos gusta hacer fotos con película negativa en color preferiríamos utilizar siempre las Kodak Portra, la Kodak Ektar, o las equivalentes de Fujifilm que aun queden... que me parece que sólo es la Fujifilm Pro 400H, y limitada en formatos. Son películas excelentes, lo más avanzado en desarrollo y tecnología fotoquímica, con grano fino y buena definición, y tonos muy agradables. Pero son caras, bastante caras. Por lo que muchos las reservamos para determinados trabajos, optando por las gamas de aficionado que quedan todavía en el mercado. Que no son tan estupendas, pero pueden estar bastante bien.
Desde hace un tiempo, prefiero las de Kodak, sin que las Fujifilm Superia me disgusten. Utilicé bastante la Kodak ColorPlus 200, bastante económica y con resultados más que dignos. Pero últimamente no la encuentro. Desconozco si la han eliminado o si sufre una rotura de stocks temporal. En cualquier caso, en los últimos tiempos me he defendido bastante bien alternando, según necesidades, entre la Kodak ProImage 100 y la Kodak UltraMax 400. La primera de ellas me gusta bastante; obviamente no tanto como la Kodak Ektar 100 o la Kodak Portra 160,... pero bastante. Y la segunda, es un compromiso adecuado, aunque después de probar películas ISO 400 como la Portra 400 con su fino grano, el de la UltraMax me resulta un tanto grosero. En cualquier caso, a finales de diciembre estuve de compras en la tienda de Zaragoza donde suelo adquirir película, vi que tenían Kodak Gold 200 y cogí algunos rollos.
Este que presento hoy es el primero de ellos. Lo expuse en la segunda semana de enero de 2022. Salvo algunas fotos al principio del rollo, el resto son fotografías mañaneras, cuando el sol todavía no se ha elevado mucho sobre el horizonte. Sol de invierno, por lo que tarda más en volverse aburrido fotográficamente hablando. Para no errar el tiro y evaluar correctamente el rendimiento de la película, asegurando una exposición impecable y una nitidez óptica suficiente, la usé con la Canon EOS 3. Salvo algunas fotos al principio del rollo, que están hechas con el EF 40 mm f2,8 STM, la mayoría de ellas están hechas con el EF 50 mm f1,4 USM. Este objetivo, aunque ha cogido mala fama en los tiempos digitales, me parece bastante más que razonable para usarlo con película tradicional. Especialmente si cierras el diafragma un par de pasos, y a partir de ahí.
Dejando de lado que el laboratorio me ha dejado unas dominantes cálidas, amarillas más bien, no difíciles de eliminar en los archivos digitalizados, por lo demás la película ha funcionado más bien. Dentro de unos días comentaré algunos rollos más de este lote, donde los resultados no fueron tan satisfactorios. En general la definición de los detalles es buena; el grano es apreciable pero contenido, en lo esperable para una ISO 200 para uso común.
¿Es mejor que la Kodak ColorPlus 200 que ahora no encuentro? Dicen que sí. Y que por eso es algo más cara. Pero yo no tengo tan claro que los resultados me gusten más. Y es algo más cara. De hecho, creo que prefiero seguir con las dos alternativas de ISO 100 y 400, la ProImage y la UltraMax. Me ha pasado con frecuencia. Que las películas ISO 200 son una tierra de nadie. Sin la limpieza de imagen de las ISO 100, y sin la capacidad de aguantar con poca luz de las ISO 400. Pero bueno... en un momento dado, a falta de pan, buenas son tortas. Una película que se puede usar y disfrutar sin problemas. He de decir que seguro que en el pasado he usado películas Kodak Gold, porque es una denominación muy antigua para películas que han ido evolucionando. Pero hasta ahora no me había puesto a mirarlas de cerca para elegir con criterio.
N.B.: He hecho un repaso a publicaciones antiguas en este u otros blogs personales, y he encontrado dos referencias a Kodak Gold 200. Y una relativamente reciente, de la que no me acordaba, expuesta con la Canon EOS 650. Y mis impresiones en ese momento fueron más favorables. Incluso comparándola con la Kodak ProImage 100... Bueno... ya veremos,... como dijo un ciego a otro ciego...
Hace unos días os hablaba de mi primera experiencia utilizando la Fujifilm GFX 50R, cámara digital de formato medio, con objetivos Carl Zeiss para Hasselblad V mediante un adaptador Hartblei. Que no fue mal, pero siempre teniendo en cuenta que son objetivos diseñados para un sistema de película tradicional hace varias décadas. Ahora voy con otro adaptador y otro sistema de objetivos, el Fringer EF-GFX para adaptar ópticas con montura Canon EF y compatibles, las que montan las Canon EOS que vengo utilizando desde 1993.
Una aclaración importante. No he comprado la GFX 50R para usar ópticas de otros sistemas. Para mí el sentido está en usar principalmente sus propias ópticas, las que están diseñadas para sacar buen partido del sistema, de las que de momento sólo tengo una, el GF 50 mm f3,5. Pero estas ópticas son caras. La siguiente que me gustaría tener cuesta cerca de 2000 euros. Y hay que ahorrarlos. Pasará un tiempo. Por ello, mientras tanto, no está mal considerar la posibilidad de aprovechar la inversión realizada, si la calidad final de la imagen merece la pena.
El Fringer EF-GFX está reputado, por lo que he podido leer, como el adaptador que mejor funciona para este fin. Como la mayor parte de ellos está fabricado en China, pero es más caro que la mayoría, está bien fabricado, la estética del adaptador se funde bien con la cámara (las ópticas Canon EF no tanto), las comunicaciones electrónicas funcionan bien, conservando la transmisión de datos EXIF, el enfoque automático y determinados automatismos. Y para poder ajustar el diafragma tiene un aro de selección que funciona bien y hace que las ópticas EF sean más agradables de usar en este aspecto que en su sistema original. Pero... ¿unas ópticas pensadas para cubrir un formato de 24 x 36 mm pueden funcionar bien sobre un sensor de 33 x 44 mm? ¿Una diagonal de 43 mm frente a una de 55 mm? Lo iremos viendo con fotos.
La primera foto procede de usar un Tamron 35 mm f1,8 sobre la GFX 50R con el adaptador Fringer. Y la pongo para comentar una cuestión de las Fuijfilm GFX. Además de las numerosas posibilidades de relaciones de aspecto que se pueden usar sobre el sensor completo, 4:3, 5:4, 7:6, 1:1, 3:2, 16:9 y 65:24, de la que la que aprovecha el total es la primera, 4:3, tiene un modo de sensor recortado con una relación de aspecto fija, no modificable, 3:2, que tiene el mismo campo de visión que un 24 x 36 mm. Es el recuadro de imagen dentro de la línea roja. Y en el caso de la GFX 50R, ese recuadro tiene 30,5 megapíxeles. Más que mi Canon EOS RP, o que la EOS R6, o muy similar a la EOS R. Es decir... nada desdeñable. Es curioso que exista esta opción, porque Fujifilm no tiene un sistema para estas dimensiones de sensor que aprovechar... Quizá quería favorecer la migración de fotógrafos con otros sistemas al suyo, manteniendo sus ópticas. Aunque ellos no fabrican adaptadores.
Vamos con otra cuestión importante.
Si observamos la montura de las ópticas EF, vemos que hay de dos tipos. Las que tienen una ventana circular que nos permite ver toda lente posterior en su integridad, y las que tienen una ventana rectangular, que recorta la visión que tenemos de la lente posterior. Y que también recorta la imagen que viene de ella. Y aquí vamos a uno de los problemas importantes que tienen las ópticas pensadas para el formato 24 x 36 mm; el viñeteo. Las esquinas de las imágenes generadas por las GFX está ensombrecido por dos tipos de viñeteo posibles.
El viñeteo mecánico, cuando la óptica tiene una de estas ventanas trasera rectangulares. Y esto no hay quien lo arregle a posteriori. Cerrar el diafragma del objetivo lo único que hace es que los límites de la zona ensombrecida sean más nítidos.
El viñeteo óptico, cuando la óptica tiene una gran ventana trasera circular. Se produce por la progresiva caída de la intensidad de la luz hacia los bordes del campo y las esquinas. Es un viñeteo que se elimina en gran medida al cerrar el diafragma del objetivo. Y también se puede eliminar o paliar en el procesado de la imagen digital. En cierta medida, se da en todos los objetivos, incluso dentro de su sistema, siendo más o menos evidente según las focales y la apertura máxima. Cuidado... hay ópticas con ventana trasera circular que también pueden producir viñeteo mecánico.
En las primera imagen que he puesto, se puede apreciar el viñeteo óptico del Tamron 35 mm usado a su máxima apertura. Veamos un ejemplo de viñeteo mecánico con un EF 24-105 mm f4 a 24 mm y su máxima apertura, frente al mismo objetivo, sobre el sensor recortado y a f8.
Veamos un ejemplo de viñeteo óptico corregible. Las dos siguientes fotos son la misma. Una de ella es la versión JPEG tomada directamente en la cámara con el EF 40 mm f2,8, mientras que la siguiente está procesada sobre el archivo RAW en Capture One. Como se ve, en la segunda el viñeteo ha desaparecido. También veremos a continuación dos fotografías similares tomadas con el mismo 40 mm, una a f2,8 y la otra a f11.
No es obligatorio corregir el viñeteo óptico... sólo cuando molesta. A veces viene bien para centrar nuestra atención sobre el sujeto principal de la imagen. Pero vamos con otro problema sin solución.
Es conocido que en la mayoría de las ópticas, existen excepciones, la calidad de la imagen, la nitidez por la resolución óptica, es inferior en los bordes y esquinas de la imagen que en el centro. Si nos vamos a un sistema que está pensado para cubrir un área de 24 x 36 mm, puede que aunque cubra el 33 x 44 no lo haga en condiciones. Por ejemplo, el EF 40 mm ya mencionado. En las dos siguientes fotografías, no sé si la imagen para el blog permitirá ver las diferencias, la que está realizada con el sensor recortado, aun a f2,8 tiene nitidez suficiente en el granulado del pavimento de la acera. Sin embargo, la que está a sensor completo, aun cerrando a f8, en la esquina, el granulado del pavimento de la acera se ve borroso. No usaría este objetivo con el sensor completo para aplicaciones que necesiten precisión y nitidez, como un paisaje natural. Pero para reportaje, en determinadas circunstancias, sería asumible.
Vamos con los objetivos que he probado hasta el momento.
Me llamó la atención hace unos días que, del moribundo sistema EF de Canon, sólo quedan en catálogo nueve ópticas de focal fija. Siete de ellas son de la serie L, la más prestigiosa y profesional, y una es el simple EF 50 mm f1,8 STM, que tiene pocos años de existencia. Pero también queda el EF 85 mm f1,8 USM, un objetivo que está en catálogo desde julio de 1992, hace casi treinta años. Pero que siempre ha gozado de prestigio entre los usuarios del sistema. Aunque yo hubiese preferido el muy similar, pero más raro, EF 100 mm f2 USM, acabé por comprar el 85 mm de segunda mano. No lo uso mucho, pero le tengo mucho cariño para hacer retratos. Que no suelen aparecer por aquí, por que las personas retratadas prefieren no verse en redes sociales o similares. Así que lo probé con la GFX 50R.
Tiene viñeteo mecánico en las esquinas, por lo que conviene usar relaciones de aspecto que las eviten como la 5:4, la 16:9 o la 1:1. La 4:3 y 3:2 a sensor completo se ven afectadas.
Decir que me gustan las fotos panorámicas construidas con este objetivo, con la apertura máxima, para una menor profundidad de campo, mimetizando hasta cierto punto estéticas de formatos grandes. Por ejemplo, el siguiente panorama son cuatro fotografías con una relación de aspecto 1:1.
Y por supuesto, se puede usar sin problema con el sensor recortado. No tiene el mismo contraste que ópticas más modernas, pero la resolución es buena. Pocos notarán las diferencias con ópticas más modernas y prestigiosas, aunque existan. Eso sí, en las fotos con el sensor completo, su estética es más la de un 70 mm en formato 24 x 36 mm, que la del 85 mm original. Con lo que casi lo prefiero con el sensor recortado, o para los panoramas que he mencionado.
Una de las ópticas que más ilusión me hacía que funcionasen bien es el Tamron 35 mm f1,8 que ya he mencionado. Una óptica estabilizada, mucho más luminosa que los objetivos Fujinon GF, protegida contra la intemperie, bien construida,... que queda bien puesta en la GFX 50R. Y he de decir que si bien a máxima apertura la calidad en las esquinas se resiente considerablemente, el viñeteo es controlable, y cuando cerramos el diafragma tiene una calidad suficiente en todo el campo. Por lo que es uno de los objetivos más usables, dándonos un gran angular equiparable a un 28 mm luminoso para el formato 24 x 36 mm. Ya me merece la pena el adaptador, con lo que llevo probado hasta el momento.
Me llevé el sábado por la tarde la cámara con el Canon EF 24-105 mm f4L IS USM para dar un paseo por el Recinto Expo 2008. Como ya sabía y he mostrado con anterioridad, hay que usarlo con el sensor recortado, por el importante viñeteo mecánico, especialmente en las focales angulares. En la posición tele, quizá podría usarse con el sensor completo. En cualquier caso, la calidad de imagen que ofrece sobre los 30,5 megapíxeles del sensor recortado es muy buena. Perfectamente utilizable. El conjunto es voluminoso y no ligero, pero queda equilibrado y se usa con comodidad. En estos momentos, para muchas aplicaciones, me garantiza mejor calidad de imagen que este objetivo sobre la EOS 5D Mark II o sobre la EOS RP, por la mayor calidad del sensor de la GFX 50R, más moderno y con una dinámica mucho más amplia.
Del 40 mm ya he comentado cosas, poco más queda que añadir. Lo paseé por el museo de Zaragoza, en una exposición sobre la estancia de Goya en Roma, antes de ser un pintor reconocido, y viene bien, aunque como objetivo de reportaje, donde la nitidez en las esquinas sea poco importante. Como en todos los objetivos anteriores, usado sobre el sensor completo de la GFX 50R, el ángulo de visión que proporciona es mayor que con las Canon EOS. Y así, en lugar de funcionar como un estándar corto, se convierte en un angular moderado.
Poco me queda decir de momento. Aunque el adaptador no es barato, hasta que reúna fondos para mis siguientes objetivos Fujinon GF, aumenta notablemente las capacidades fotográficas de mi cámara de formato medio. Y por lo tanto es una inversión razonable. Funciona bien. Está bien construido. El firmware es actualizable a través de su puerto USB... Ya está. Si todo va bien, el próximo fin de semana querría probarlo con otros chismes añadidos a los objetivos. Como los anillos de extensión para macrofotografía o el multiplicador de focal sobre el EF 200 mm f2,8L USM. Ya os contaré.
Segundo rollo de Rollei Ortho 25 Plus de los que me dieron en diciembre por no usar, caducado hace casi dos años. No voy a entrar mucho en las características de la película. Me remitiré a la reciente entrada que publiqué sobre uno de ellos. Y tampoco dedicaré mucho a su procesado, porque fue el mismo que el de esa entrada, al mismo tiempo, en el mismo tambor de revelado, con SPUR Acurol-N durante 11 minutos con la dilución 1+70 a 20 ºC, y con un ritmo de agitación muy suave. Con prelavado para atemperar la emulsión a la temperatura de revelado, y usando agua desionizada, siguiendo la recomendación del fabricante. Negativos ligeramente sobreexpuestos, pero menos que los que hice con la Olympus Trip 35, en general muy fáciles de procesar en un proceso mixto químico-digital.
En lo que me voy a centrar en esta entrada es en las ópticas utilizadas. Como he señalado en el título de la entrada, la cámara que usé es la Canon EOS 650. Os recuerdo que la compré en 2017 por una cantidad ridícula de dinero, dado que está como nueva. Y que es perfectamente compatible con los más modernos objetivos Canon EF. Puede presentar algún problema de compatibilidad con objetivos de otras marcas para esta montura, como me pasa con el Tamron 35 mm f1,8, que tengo que utilizar en enfoque manual. Pero los objetivos que usé son otros muy distintos. De la época en que reinaba la película tradicional, a finales de los años 80 del siglo XX y en el principio y mediados de los años 90.
Mi primera Canon EOS fue la EOS 100, que tengo en perfecto estado de funcionamiento, que no uso mucho porque aunque es algo más ligera que la Canon EOS 650, 580 gramos de la primera frente a 660 gramos de la segunda, esta última es algo más pequeña y agradable de manejar, a pesar de que algunas de las opciones en los mandos de la EOS 100 son más modernas y adecuadas. Es un peculiar equilibrio de prestaciones y condiciones de uso. Hay que tenerlas en la mano para explicarlo mejor. Particularmente va bien con el mucho más moderno y pequeño Canon EF 40 mm f2,8 STM. Pero el caso es que la EOS 100, cuando la compré, venía con un EF 28-80 mm f3,5-5,6 USM que estaba bien, aunque con el tiempo sustituí por el estabilizado y más versátil, aunque no mejor ópticamente y más voluminoso, EF 28-135 f3,5-5,6 IS USM. Como era un objetivo muy poco luminoso, lo complemente con un EF 50 mm f1,8 II, objetivo plasticoso y barato, que tuvo mucho éxito, y con un Sigma Super-Wide 28 mm f1,8, que decía que estaba muy bien y era más barato que el similar de Canon.
En este rollo, primero usé durante una mañana de sol inclemente (por lo contrastado de la luz), aunque fría, con el 28 mm. Es un objetivo sólido, grandote, que venía con su parasol, y que cumplía con su misión de darme un angular luminoso cuando viajaba en los años 90, para interiores. No lo usaba mucho, pero siempre estuve conforme con él. Hoy en día, aprecio que tiene un enfoque lento y ruidoso. Los dos objetivos de hoy tienen motores de enfoque antiguos, ruidosos, con los que no se puede corregir el enfoque manualmente sin conmutar el mando del enfoque a manual. Y cuando analizo los fotogramas, teniendo en cuenta que la mayor parte de las fotos las hice a f8 o f11, aprecio una pérdida de definición acusada en el lado derecho del fotograma, probablemente por un descentramiento. Como no es compatible con las réflex digitales de Canon desde la Canon EOS 10D, a mitad de los años 2000 compré de segunda mano el Canon EF 28 mm f1,8 USM, que va mucho mejor.
Otro día, en el que madrugué para ir a comprar a un centro comercial al que me cuesta una hora ir caminando por la ribera del Canal Imperial de Aragón, con una luz más suave por la ligera bruma, y por estar el sol todavía relativamente bajo en el horizonte, le puse a la cámara el 50 mm. No es ese EF 50 mm f1,8 II que he mencionado. Ese, y otro similar, fallecieron en su momento por un problema de construcción notable. El bloque óptico de esos objetivos de plástico se unía al barril principal del objetivo, a su sistema de enfoque realmente, ya que este se hace moviendo hacia adelante y hacia atrás el bloque óptico como un todo, mediante tres puntos de sujeción de plástico. Si el objetivo recibía un golpe en el marco de plástico del elemento frontal, aunque no fuese muy fuerte, corrías el riesgo de que se fracturasen estos puntos de sujeción, y el objetivo quedaba arruinado. Me pasó con dos. Y cuando me estaba pensando en 1994 cómo sustituía al segundo objetivo roto, en una visita en Barcelona a Casanova Foto, me encontré con la primera versión de ese famoso 50 mm.
Esta primera versión, que se vendía como objetivo de serie con la EOS 650, por lo que es un conjunto histórico, el primero que se puso a la venta del sistema Canon EOS, tiene la misma fórmula óptica que el nifty fifty de plástico que tan mal resultado me dio. Pero estaba mucho más sólidamente construido, tiene la montura metálica, y una ventanilla en la que aparece la distancia de enfoque a la que estás trabajando. Mucho mejor en líneas generales, pero más cara de fabricar. Y ese lo tengo desde entonces. Y aunque ha sufrido alguna caída o golpe importante, sigue funcionando como el primer día y sin que parezca afectada su calidad óptica, que siempre ha sido reputado como muy buena, aunque sin llegar a la excelencia de otros 50 mm más prestigiosos para el sistema. Es un diseño óptico clásico, tipo Planar, con 6 elementos en 5 grupos, que tiene una prestaciones razonables a sus aperturas más abiertas, y muy buenas en cuanto diafragmas un par o tres de pasos. Como tantos objetivos clásicos de los años 70, 80 y 90 del siglo XX. Sigue funcionando muy bien, aunque me gusta más la focal de 40 mm como estándar, que la de 50 mm. Pero es más luminoso, claro. Y muy ligero, con solo 190 gramos de peso. Por supuesto, el sistema de enfoque automático antiguo, tiene inconvenientes notables respecto a los motores USM o STM.
En estos momentos, es difícil que me anime a seguir usando el viejo Sigma 28 mm. Ese descentramiento claro, con pérdida de nitidez en un lado de la imagen, no anima a usarlo, especialmente disponiendo de una focal similar Canon EF con motor USM, que sólo tiene ventajas sobre este Sigma. En cuanto al 50 mm,... pues de vez en cuando es divertido usar una combinación que podemos considerar clásica. La que se puso a la venta en 1987 cuando se estrenó el sistema Canon EOS. Tengo el Canon EF 50 mm f1,4 USM que tiene mejores prestaciones a igual apertura, con la ventaja de que abre a f1,4... aunque sin que sus prestaciones sean brillantes, y con la ventaja del motor USM. Pero es más grandote. Para la Canon EOS RP tengo el dedicado Canon RF 50 mm f1,8 STM, y ahí no hay dudas. Más pequeño, sin necesidad de adaptador de montura y más nítido y moderno. Y siempre considerando que, si no necesito la luminosidad de estos objetivos, en realidad prefiero usar la focal de 40 mm.
Las fotografías que presento hoy tienen ya su tiempo. Fueron de principios de diciembre de 2021. Y ya las tengo en casa reveladas desde hace un par de semanas. Pero otras experiencias fotográficas las han relegado hasta que he encontrado una oportunidad para dedicarles un momento. Fueron realizadas con la Canon EOS 650 en dos días distintos sobre película Kodak Pro Image 100. Uno de los días llevaba montado el pequeño, discreto y efecto Canon EF 40 mm f2,8 STM, mientras deambulaba por la ciudad. El segundo de los días, en una caminata de 10 kilómetros, en un día muy agradable para estar en diciembre, monté el Canon EF 24-105 mm f4L IS USM, un objetivo de focal variable que tiene ya sus años, ha sustituido por versiones teóricamente mejoradas, pero que me sigue pareciendo estupendo. Aunque menos cómodo de transportar; más voluminoso y pesado.
Como ya sabréis quienes seáis asiduos de estas páginas, me quejo de que una avería cuyo origen se desconoce, me tiene con mi cámara viajera por excelencia, la Panasonic Lumix G9, de baja. Y en 2021 he probado varias opciones alternativas. Con todas he salido adelante con satisfacción. Pero he de reconocer que la opción de llevarme una Canon EOS con una focal fija luminosa y el zoom mencionado es muy atractiva por la calidad de imagen obtenida y la estética conseguida. Y me permitiría llevar dos cuerpos de cámara, uno digital y otro para película tradicional. Pongamos que llevo la Canon EOS RP con el pequeño RF 50 mm f1,8 STM y la Canon EOS 650 con el 40 mm mencionado. Y el 24-105 mm en la mochila para usarlo con cualquiera de los dos si conviene. No es el equipo más ligero posible, pero os aseguro que sería muy versátil.
Y es que hay un fenómeno curioso. Con el resurgir de la fotografía con película tradicional, o analógica como se le llama popularmente, aunque no me gusta este término, y la falta de oferta de cámaras decentes nuevas, el mercado de segunda mano se ha puesto por la nubes. Pero de forma selectiva. Y curiosamente, las cámaras para película tradicional más modernas, con enfoque automático se pueden encontrar a precios muy económicos. Y si tienes un equipo con una montura compatible, con objetivos compatibles, sólo has de comprar un cuerpo en razonable buen estado. Mi EOS 650, que compré por el capricho de celebrar el 30 aniversario del sistema EOS y el 25 aniversario de mi entrada en este sistema, me costó sólo 25 euros más los gastos de transporte. Como nueva. Y funciona sin problemas.
Hoy en día, por lo que he visto, sin objetivo incorporado, la puedes encontrar en eBay con buen aspecto por precios que rondan los 25 a 50 euros. Si va con un objetivo sube bastante más, porque los objetivos no pierden tanto su valor como las cámaras. Aunque también hay opciones dignas económicas. Por lo menos para usar con película tradicional. Con una cámara digital lo pasan peor. Pero ya he dicho que si tienes objetivos de la gama Canon EF compatibles... ya tienes esa inversión hecha. Es cierto que la gama Canon EF de objetivos es una vía muerta, porque es evidente que la marca se va a centrar en la gama RF, no compatible con las EOS para película tradicional. Pero se han vendido tantísimos objetivos Canon EF en los últimos 35 años... hay tantos en el mercado de segunda mano... que durante mucho tiempo no será un problema hacerse con alguno de ellos.
Sobre las fotografías de hoy, poco más que decir. Son de esos momentos del año en los que las características de la luz más agradables son para hacer fotografías a lo largo de todo el día, y no sólo en las horas en torno al amanecer o al atardecer. Los precios de la película negativa en color están subiendo mucho. Mi película preferida para uso general, lo que hago yo, paisaje urbano o natural, es la Kodak Ektar 100. Pero para caminar acompañado de una cámara me vale la Kodak Pro Image 100. Su rendimiento de colores no me gusta tanto como el de la Ektar, pero también me gusta. Y su grano y definición es menor, pero perfectamente utilizable. Eso sí, en alguna ocasión he leído que cada vez hay menos oferta. Y en la página de Kodak no aparece, ni en la oferta de aficionados ni en la de profesionales.
El mensaje que quiero dar es claro. Quien se quiera introducirse en la fotografía con película tradicional no tiene porqué pagar por una cámara de segunda mano de las que están de moda, las cámaras mecánicas de los años 60 o 70, incluso anteriores, o incluso de los años 80, de formato pequeño (película tipo 135) o medio (película tipo 120). Algunos modelos se están poniendo un precio triple o cuádruple al que pagué yo hace ocho o nueve años. Hay una abundante oferta de cámaras de finales de los años 80 del siglo XX y de los años 90, que no son tan glamurosas de aspecto, pero que funcionan perfectamente, son muy efectivas y eficientes, y que pueden acompañar perfectamente no solo los inicios de la afición, sino también el crecimiento y desarrollo de la misma. Es mi consejo.