En 1995 comenzaron dentro del certamen anual de fotografía Huesca Imagen las ferias de material de segunda mano, clásico y de ocasión que se celebraban en la capital del Altoaragón. En la primera edición, que visité, vi muchas cosas que me gustaron, pero no me atreví a comprar nada por que no entendía lo que estaba comprando. Después me hice con el libro “Como coleccionar y usar las cámaras clásicas” de Ivor Matanle, donde aprendí muchas cosas sobre este tipo de cámaras.
Así que cuando llegó la edición de 1996, ya tuve criterio para comprarme mi primera cámara clásica, que fue una Zeiss Ikon Contessa, cámara telemétrica de objetivo fijo retráctil, para película perforada de 35 mm. Os muestro un poco las características de la cámara con algunas fotos, y dentro de unos días os cuento con fotos tomadas con ella las características de su manejo.
Con el objetivo desplegado podemos ver el conjunto de la cámara. No se le puede llamar una cámara compacta, pero no es muy grande. Con su obturador Synchro Compur, podemos decir que es un modelo 533/24 fabricado entre 1953 y 1955.
Con el objetivo retraído, cabe perfectamente en el bolsillo de un chaquetón o un gabán; no ocupa mucho en cualquier bolso o bolsa ciudadana. Obsérvese en la tapa del objetivo el orificio con la rosca para el trípode.
Lleva un fotómetro de selenio que funciona con una tapa perforada. Si la luz es abundante se usa con la tapa cerrada, y si es escasa, con la tapa abierta. Aunque estos fotómetros se agotan con el paso del tiempo, cuando la compré en 1996 medía bien la luz. La llegué a utilizar con diapositivas con fiabilidad.
Aquí tenemos el dial que permite determinar la combinación de diafragma y velocidad de obturación según la posición de la tapa para luz abundante o escasa. La máxima sensibilidad ajustable es DIN 27, equiparable a 400 ASA. O 400/27º ISO.
El enfoque es por telémetro de coincidencia. Y es razonablemente fiable, con las dos ventanitas cuadradas por las que entran las dos imágenes que han de coincidir, y con la lente sobre el objetivo que dirige la luz hacia una de las ventanitas, la que no corresponde al visor.
El objetivo es un muy honorable y clásico Carl Zeiss Tessar 45/2,8, con cuatro elementos en tres grupos. Eficaz y moderadamente luminoso.
En esta vista cenital del objetivo vemos los controles cenitales. De arriba abajo vemos: el aro de enfoque con la distancia hiperfocal para f/8 marcada con un círculo rojo. Tiene escala de profunidades de campo (ver la foto anterior); el arto de selección de velocidad de obturación, entre 1 segundo y 1/500 más posición B (el dispositivo que parece tres ruedecillas dentadas más pequeño es para montar el obturador); la escala de diafragamas entre f/2,8 y f/22 (el dispotivo similar al anterior pero más grande es el disparador)
Vista por detrás vemos que está fabricada en Stuttgart, Alemania. Vemos también que tiene una patilla que permite junto con la tapa del objetivo situarla sobre una superficie plana como con un minitrípode. No le falta detalle a esta cámara.
En una entrada próxima, veremos qué resultados puede ofrecer esta cámara. O por lo menos ofrecía, porque lleva un tiempo con poco uso.
Uno de los problemas con la generalización de la fotografía digital es que los servicios de alta calidad fotográficos prácticamente han desaparecido de las calles de nuestras ciudades. Incluso muchas pequeñas tiendas dedicadas a la fotografía de aficionado o de fotógrafo casual, que vendían copias generalmente de pequeño tamaño a buen precio y en realizadas en poco tiempo, han desaparecido también.
Otro de los problemas que ha traído esta cuestión es que mucho del saber instalado en las personas que trabajaban en estos comercios ha desaparecido. Muchas veces son personas jóvenes, que en estos momentos según lo que les pides parece que ni se enteran. Que les suena a chino. Yo ya he tenido alguna que otra experiencia negativa al respecto. Lo cual es un problema cuando te metes a rescatar cámaras clásicas o históricas que utilizan formatos y soportes poco habituales.
Así pues, una de las opciones que hay que contemplar es la de utilizar los servicios que nos ofrece internet. Y hoy os voy a hablar de dos de mis últimas experiencias.
Una cuestión que me apetecía era ver sí se podían obtener copias en blanco y negro de alta calidad, equivalentes a las copias en papel baritado que se obtenían en los laboratorios tradicionales con tecnología fotoquímica, a partir de archivos digitales. Tras ver diversas posibilidades, encontré un sitio en internet con dirección adaptada a diversos países de EUROPA, incluido ESPAÑA, y que ofrece una muy amplia variedad de procesos de ampliación fotográfica de alta calidad. Al menos desde un punto de vista teórico. Se trata de WHITE WALL (DIRECCIÓN PARA ESPAÑA). El producto en el que estaba interesado está bajo el epígrafe COPIAS FOTOGRÁFICAS, y se denomina COPIA LIGHTJET EN PAPEL BARITADO ILFORD, y se anuncia como copias de muy alta calidad, con negros profundos y gradación tonal bien definida, y como de gran longevidad en el tiempo, pudiendo permanecer inalterable durante 75 años en exposición.
Encargué dos copias. La primera corresponde a una fotografía digital, realizada con una OLYMPUS OM-D E-M5 y objetivo PANASONIC G 20/1,7 ASPH. Está realizada en NUEVA YORK, en MADISON SQUARE, ante el edificio FLATIRON, y en primer plano encontramos una joven que se disponía a cruzar la calle ante el famoso edificio. El formato de la imagen es 4:3 y solicité una copia de 28 x 21 cm, con un pequeño borde blanco para permitir un cómodo enmarcado posterior y un manejo más sencillo de la copia.
La segunda corresponde a una fotografía realizada con una OLYMPUS MJU-II con negativo en blanco y negro ILFORD FP4 PLUS expuesto a un índice de exposición 100, y revelado con Rodinal 1+25, para un acción más enérgica del revelador. Digitalizado con un escáner EPSON PERFECTION PHOTO V600 a un archivo de 6 megapíxeles. Esta tomada en el puente de BROOKLYN, también en NUEVA YORK y representa a una joven con un gran serpiente ante la mirada de otros turistas. El formato de la imagen es 3:2 y solicité una copia de 30 x 20 cm, un tamaño similar a la anterior, también con un pequeño borde blanco para permitir un cómodo enmarcado posterior y un manejo más sencillo de la copia.
El resultado de las copias obtenidas es bastante satisfactorio salvo que las sombras han salido más densas de lo esperado. Algunos de los negros, si no se contemplan con una luz artificial y no muy intensa, parecen no tener detalle, aunque con luz natural de día intensa sí que se aprecia. Las luces sin embargo conserva perfectamente los detalles, si que se empasten en ningún momento. Probablemente la copia sería perfecta elevando un poco el tono de las sombras. El papel es grueso, prácticamente cartulina muy sólida, y el detalle es excelente, especialmente en la copia de origen digital. La de origen de película tradicional puede estar demasiado al límite de lo que mi sistema permite, siendo el eslabón más débil de la cadena el escáner, que realiza un trabajo honorable pero que no permite una resolución espacial real más allá de los 4 megapíxeles, y por lo tanto no restituye completamente el detalle más fino. Pero para observadores no muy quisquillosos a los que he mostrado la fotografía, les ha gustado bastante.
En líneas generales, el producto es de alta calidad, pero hay que prestar atención al procesado y afinar bien las tonalidades para luego obtener detalle tanto en las luces como en las sombras sin problemas. Aunque lo pides a una página en español, el producto viene desde ALEMANIA, por mensajero.
El segundo trabajo que he encargado últimamente es el revelado de algunos carretes en color, película KODAK PORTRA 400, con los que probé mi recientemente adquirido equipo HASSELBLAD. Lo encargué a CARMENCITA FILM LAB (BLOG), laboratorio que se encuentra en la COMUNIDAD VALENCIANA, a quienes ya les había encargado alguna cosa. Como era unos carretes de prueba, solicité una resolución moderada. Aquí hay una pejiguera. Con anterioridad había mandado negativos de formato y medio de 6 x 4,5, y el resultado para el tamaño L, que es el intermedio que ofrecen, es de 3000 x 4200 aproximadamente, con 12 Megapíxeles muy útiles. Los de la HASSELBLAD son negativo de 6 x 6, más grandes, pero paradójicamente lo que mantienen es el lado corto, con lo cual se quedan en archivos de 9 Megapíxeles. Eso sí con un calidad en el detalle muy superior a lo que yo pueda alcanzar en mi casa. Esto no es muy lógico. Estoy por escribirles.
Os dejo algunos de los ejemplos de las fotografía tomadas con la HASSELBLAD 500C/M y un CARL ZEISS DISTAGON T* 50/4.
Mis primeros pasos en el mundo de la fotografía digital fueron de la mano de algún que otro escáner de diapositivas y negativos. Que daban una calidad regular. O a lo peor es que yo no sabía sacarles el partido adecuado. En cualquier caso, tras estos, fueron las cámaras compactas digitales las primeras con las que yo aprendí a manejarme en esta nueva forma de hacer fotografías. Más sobre esto en otra ocasión. En lo que se refería a las réflex digitales... mirábamos ese mundo con atención y sorpresa. La vida media de un modelo apenas llegaba al año y medio, eran carísimos y eran sustituidas por otras cámaras que suponían un salto cualitativo y cuantitativo tremendo.
Veamos lo que pasaba. Después de varias pruebas con distintos captores y modelos, en octubre de 2000, salía al mercado la CANON EOS D30, una cámara con un cuerpo de bastante buena calidad, con un captor de imagen de poco más de 3 megapíxeles (MP), de tamaño APS-C. Sí sólo 3 MP. Y costaba prácticamente 3.000 euros. Y sólo año y medio, sacaba al mercado una EOS D60, que duplicaba la resolución espacial, 6 MP, por un precio similar, y también con un cuerpo de alto nivel. Invertir ese dinero en algo así, sabiendo que podía quedar demodé en un abrir y cerrar de ojos. Así que muchos nos dedicamos a observar y esperar. Eso sí, hablaban maravillas de aquel aparato... incluso algunos lo comparaban al formato medio de película... en serio...
El caso es que a finales de 2005 se me ofreció la oportunidad de adquirir un cuerpo EOS D60, por la décima parte de su valor de compra. Estaba en muy buen estado exterior, aunque se me advirtió que se habían disparado bastantes fotos con él. Es decir, su obturador podía tener las horas contadas. Era un riesgo, que corrí. El aparato.
Voy a ser muy claro. Aunque con esa modesta resolución espacial, aunque no pasaba de forma efectiva de los 800 ISO, aunque ya empezaba a mostrar signos de obsolescencia, es uno de los aparatos con los que más he disfrutado haciendo fotografías. En serio. Me acompañó a varios viajes, e hice fotos que con un cuidados procesado, a partir del archivo raw, se convirtieron en dignas ampliaciones de 60 x 40 cm. Y todo era felicidad, hasta que la cámara entregó su alma, es decir el obturador, un día de principios de julio de 2007 en HELSINKI. Teniendo en cuenta lo que me había costado y las fotos que hice con ella, es una de las compras digitales más eficientes que he hecho.
Os dejo algunas muestras de fotografías hechas con ella.
La pérdida de la EOS D60, una cámara con la que había hecho tan buena amistad, me dejó algo contrariado. Pero todavía en aquel momento, en el verano de 2007, no me parecía que el entorno de las réflex digitales hubiera alcanzado su madurez, y que la dinámica de renovaciones frecuentes y avances importantes iba a continuar. Gastar una cantidad importante de dinero seguía sin parecerme una estrategia correcta, así que volví a recurrir al mercado de segunda mano, y me hice por un precio similar a la anterior con una EOS 10D, que básicamente era una segunda versión de la D60 con algunas mejoras, pero simplemente una evolución.
La cámara funcionaba igual de bien o mejor que la EOS D60, si bien es cierto que ahora sí que presentaba una mayor diferencia con algunas cámaras de la gama que habían aparecido con posterioridad, con mayor resolución espacial y otras mejoras. Pero tras analizar un poco mis necesidades y mi forma de procesar las fotografías, había tomado una decisión. Una cámara comprada nueva, pensada como inversión a un plazo amplio, tendría que tener un mínimo de 10 MP, y eso no existía todavía. Y pensaba que aún tendría margen para disfrutar de la "económica" 10D antes de que se presentara la oportunidad de esa hipotética compra de una cámara nuevecita.
Así que fui utilizándola con frecuencia, aunque nunca llegué a usarla en ningún viaje o proyecto importante como veréis a continuación.
Sin embargo, en algún momento compré "una cámara de más". No sé si es que tendría que haber esperado un tiempo hasta que saliera la cámara ideal, o si unos meses cuando salió al mercado la cámara de 10 MP, la EOS 40D tendría que haber esperado. Haber amortizado algo más la compra de la anterior y cuando fuera, haber comprado lo que fuese que estuviese en el mercado... un mercado que iba a evolucionar mucho más de lo que yo pensaba. Y es que, en aquellos tiempos, procuraba mantenerme informado, pero era muy difícil saber qué compra era la más adecuada y cuando. Las réflex digitales todavía me intimidaban por la evolución tecnológica. Lo cual quiere decir que no aprendí nada de la D60. Siendo una cámara totalmente desfasada cuando la compré, la disfruté mucho. Luego eso quiere decir que era tontería preocuparse por estar actualizado. No obstante, en la primavera de 2008, compré por primera vez nueva y no de segunda mano una cámara réflex digital, la Canon EOS 40D.
Una cuestión estaba clara en aquel momento, y lo sigue estando hoy en día. A partir de cierto instante, y comparado con el mundo de la fotografía con película tradicional, la calidad y la versatilidad de la fotografía digital era notable. Y se podía decir que ya no había cámara mala. Y ciertamente, la 40D no lo era. También me acompañó a varios viajes y en otros proyectos. Pero algunas cosas estaban cambiando. En mí. Y dos de ellas sellaron el destino de esta cámara bastante más que decente para su época, y que incluso hoy en día es capaz de ofrecer buenos resultados.
La primera fue que me empezaba a cansar de acarrear tanto peso en mis viajes. Las cámaras réflex digitales son más masivas y voluminosas que sus equivalentes de película tradicional para un formato dado. No hay cámaras de formato 24x36 mm del tamaño de la PENTAX MX de la que ya os he hablado. Ni por casualidad. Y si llevas mucho peso y talabartes, acabas cansado y haces menos fotos y peores. Lo he comprobado.
La segunda es que me cansé de utilizar sistemáticamente objetivos de focal variable, los populares zoom. Poco a poco he ido comprobando que me salen mejores fotografías con un objetivo de focal fija simplemente, estrujándome el coco para sacarle partido, que los zooms más versátiles.
Ya habréis podido comprobar en mi artículo dedicado a mi equipo de viaje que ya no voy por el mundo con un equipo basado en las CANON EOS como hasta hace unos años. Una escapada a PORTUGAL en el 2009, fue la última vez que lo hice. Pero hay otros factores que han influido en mi forma de utilizar este sistema. Eso lo explicaré en una última entrega de esta serie sobre CANON y sus sistema EOS. De momento os dejo con fotografías tomadas con la 40D por esos mundos.
El pasado domingo íbamos de salida fotográfica con FOTÓGRAF@S EN ZARAGOZA (FEZ) y me llevé con mi CANON EOS 5D MK. II una tripleta de focales fijas: 20 mm, 50 mm y 100 mm macro. Una combinación bastante adecuada para paisajes y monasterios. Especialmente si no te gustan los objetivos de focal variables, los famosos zooms, voluminosos incluso con aperturas moderadas.
Entre las fotografías tomadas con el gran angular, un 21 mm f/3,5 de tamaño muy compacto están las siguientes.
Y me diréis ¿qué tiene de particular todo esto? Pues tiene de particular que el objetivo de 21 mm no es un objetivo CANON o algún otro objetivo moderno de marca independiente con montura EF. Se trata de un objetivo OLYMPUS ZUIKO 21/3,5, fabricado en los años 70 y que, con el adaptador correspondiente, es una solución razonable para tener un objetivo gran angular que produzca una razonable calidad de imagen, aunque no óptima, por un precio entre 6 y 8 veces inferior a focales fijas de gran calidad actuales, y con un tamaño también de varios órdenes inferior. Veamos como queda el conjunto.
El artilugio que hace posible esta combinación es un adaptador que compré en LEITAX, que con bastante facilidad se monta atornillado sobre la montura original para la cámaras OLYMPUS de enfoque manual de la serie OM. El grosor del adaptador es el justo y necesario para permitir el enfoque a infinito. Incluye un chip DANDELION, que permite comprobar en la visor de la cámara que el enfoque está conseguido en el punto deseado y, teóricamente, informar a la cámara de la focal del objetivo y de la apertura máxima. Lo del enfoque sin problema, pero no he conseguido programar el chip para que informe de la focal y la apertura correctas. Así que en los datos EXIF aparece como un 55/1,4. Como no tengo ninguna otra focal similar, ya me sirve para identificar las fotografías tomadas con este objetivo.
El gran inconveniente de esta solución es que se pierde el automatismo de diafragma y hay que medir la luz con el diafragma cerrado y enfocar con el diafragma abierto, para luego disparar a la apertura escogido. Con un gran angular como esto, este inconveniente es pequeño. Si usas la apertura máxima no tienes que complicarte la vida mucho, y si usas el diafragma más cerrado, dada la gran profundidad de campo del gran angular, puedes enfocar por zonas con la ayuda de la escala de profundidades de campo que incluye el objetivo. En general, con los 180 euros que me costó el objetivo más el añadido del adaptador, estoy contento. Como digo, una solución económica para unos resultados muy convenientes.
El uso de adaptadores para usar en equipos más modernos las ópticas más antiguas viene de largo. Uno de los casos más célebres es cuando LEICA cambió con la M3 su montura de rosca por una de bayoneta. Sin embargo, previó la existencia de adaptadores que permitieran el uso de los objetivos de rosca con las nuevas cámaras, conservando el valor de las preciadas ópticas firmadas por LEITZ. A continuación podéis ver, por ejemplo, una LEICA M2 de 1962 con el tradicional ELMAR 50/3,5 que durante décadas fue la óptica estándar con la que se suministraban las leicas.
Sin embargo, cuando salió la serie M una focal de apertura máxima f/3,5 ya no era deseada, se prefería el f/2 como óptica estándar. Así que esta combinación tiene más interés para un uso diletante del material clásico que otra cosa. Mucho más interés tiene la combinación que presento a continuación. Se trata de un VOIGTLÄNDER SNAPSHOT-SKOPAR 25/4 montado mediante un adaptador similar sobre una cámara digital LEICA M-E.
Seguro que no da la misma calidad que una de las prestigiosas ópticas de la casa alemana, pero puedo aseguraros que me da iguales o mejores resultados que cualquier combinación de grandes angulares que pueda tener con la EOS 5D MK. II, y tengo varias entre los 21 y los 28 mm. La única precaución que hay que tener es engañar a la cámara e introducir manualmente el dato de que se trata un 21 mm de Leica. Entonces corrige el viñeteo pronunciado y la desviación cromática de los laterales que es propia al uso de focales grandes angulares con sensores de tamaño 24 x 36 mm en cámaras sin espejo. A continuación veremos un ejemplo de su uso en un paseo por la calle de las Armas de Zaragoza y el Mercado Central de esta ciudad, donde se tomó la fotografía.
Estos no son los únicos ejemplos que se puede poner de uso de cámaras y adaptadores. Cuando salió el formato MICRO CUATRO TERCIOS, no tardaron en comercializarse adaptadores para el uso de las ópticas con montura Leica M sobre este nuevo sistema. Era cuestión de aprovechar estas ópticas, aunque con el inconveniente de que un LEICA ELMAR-C 90/4 produce un campo de visión similar a un 180 mm en una cámara con sensor de 24 x36 mm. Espera. Que a lo mejor esto no es un inconveniente. De hecho es algo que he comprobado en algún viaje, como por ejemplo en un periplo en barco por el lago Lemán, donde puedes llevar un teleobjetivo considerable con un tamaño muy compacto.
¿Quién dijo que los paisajes se hacen con un gran angular? Prejuicios tontos.
No son estos los únicos adaptadores que tengo. Tengo uno más, que me servirá para hablar del último aspecto del uso de estos chismes. Tengo un adaptador que me permite usar las diversas ópticas PENTAX con montura K con las cámaras MICRO CUATRO TERCIOS. Como no me imaginaba usando mucho estas combinaciones, compré un modelo barato. Este me permite montar el PENTAX SMC-M 200/4 sobre la OLYMPUS OM-D E-M5, produciendo una combinación equivalente a usar un 400/4 sobre una cámara de sensor de tamaño 24 x 36 mm. No es que sea mucho yo de usar grandes teleobjetivos pero ahí esta. El problema es que si el adaptador es barato se nota que las tolerancias de fabricación son mayores, el ajuste es peor, hay bailes, que potencialmente pueden producir deterioros de la imagen.
Además, el desbloqueador del objetivo para desmontarlo se ha roto y perdido. Se puede usar todavía, pero tengo que usar un objetivo punzante para desbloquear el objetivo.
Por lo tanto, la lección es clara. Si vas a utilizar un adaptador para usar un buen objetivo sobre una óptica moderna, no seas rancio. Compra el mejor adaptador que te puedas permitir, que ajuste bien, que no tenga tolerancias, y que no comprometa la calidad de la óptica. Con esas condiciones, y aunque tienen algunos trucos de manejo a los que hay que acostumbrarse, no suelen ser la mejor opción para fotografiar a la que salta, con gran rapidez, pueden ser muy divertidos de usar y dar una segunda vida honorable a objetivos que pensábamos que ya no tenía valor.
Pero bueno, a pesar de los defectos mencionados de este último adaptador,... juzgad vosotros si se puede usar o no.
Creo que no exagero que casi desde el mismo momento en qué comenzó mi afición por la fotografía, caí embrujado por el hechizo de esas míticas cámaras, utilizadas por no menos míticos fotógrafos a lo largo del siglo XX, perfectas aparentemente, carísimas,... Eran las LEICA.
Pero el problema es que una Leica es un objeto caro. Muy caro. En aquellos momentos, y durante años, lejos de mi alcance. Hasta que descubrí que siempre hay una forma de llegar a lo que quieres. El mercado de segunda mano, una cámara que funciona perfectamente, pero que tiene un aspecto cosmético muy gastado. Poco apetecible para el coleccionista caprichoso. Estos objetos tienen precios razonables, siguen siendo capaces de hacer fotos sin problemas, pero como ya se ven gastadas... pues ya no se piden precios exorbitantes. Menos si se trata del patito feo de la colección. La Leica barata. La LEICA CL. Esta leica.
La CL fue una cámara Leica, con telémetro incorporado, con montura compatible con la bayoneta de la prestigiosa serie M, que fue desarrollada en combinación con Minolta que sacó su propia versión, más pequeña, y por lo tanto más económica. Tenía dos grandes virtudes a tener en cuenta. El objetivo de serie, el pequeño pero eficaz y nítido Summicron-C 40/2, y una novedad en aquellos tiempos para las Leicas, el fotómetro incorporado para medir la luz a través del objetivo. Junto con la Leica M5, fueron las primeras en incorporar una medición de este tipo. Una medición que había que saber usar, pero que era eficaz y precisa.
Además del pequeño 40 mm, también se comercializó un Elmar-C 90/4, también como es costumbre en la marca, de muy buena calidad. Ambos se pueden montar en cualquier cámara de la serie M, y aunque dicen que por alguna diferencia en la montura puede haber errores en el enfoque, yo los he usado incluso en la digital Leica M-E sin problemas. El 40 mm es realmente muy nítido, lo que pasa es que en el visor de las cámaras de la serie M no aparece el recuadro para encuadrar con esta focal. En su lugar aparece el de la focal de 50 mm, y hay que imaginarse a ojo por donde irá la foto.
En cuanto al uso de otras ópticas Leica en la CL, todas se pueden montar sin problemas, salvo algún gran angular extremo que se introduce mucho hacia el interior de la cámara y puede dañar el sistema de medición de la luz. Por lo demás, en el visor sólo aparecen los recuadros de encuadre de las focales de 40, 50 y 90 mm. Las demás focales precisan un visor externo. Tampoco se recomiendan objetivos excesivamente luminosos a su diafragma más abierto, ya que la base del telémetro es mucho más corta que en la serie M y el enfoque podría no ser suficientemente preciso. Pero por lo demás, se pueden usar sin problemas.
Cuando compré esta cámara, viendo que funcionaba también, que el fotómetro era preciso y la calidad de las imágenes muy buena, empecé a llevármela de viaje. No fue durante mucho tiempo, porque pronto llegaron las cámaras digitales, que por razones de conveniencia en seguida desplazaron para estos menesteres a las tecnologías tradicionales basadas en las sales de plata. Pero puede aseguraros que los resultados eran muy buenos. Como se puede comprobar en algunos ejemplos tomados en Francia. En el valle del Dordoña, primero, y luego en París.
Como ya comenté hace unas semanas, las buenas experiencias y sensaciones que me transmitía este equipo fueron los que me llevaron a comprar con el tiempo la PANASONIC LUMIX GF1, similar en tamaño, que también salió al mercado con un par de ópticas equivalentes a las focales de 40 y 90 mm, esta última incluso firmada por Leica. Y que me ha producido muchas satisfacciones como ya comenté. En las siguientes fotografías, podréis comparar ambos equipos. Considerad que el tamaño del sensor de la GF1 es la cuarta parte de la superficie del fotograma de la Leica CL.
Con el advenimiento de lo digital, durante años la cámara quedó expuesta en una vitrina con escaso uso. Es cierto que, con un adaptador, se pueden usar los objetivos Leica en las cámaras micro cuatro tercios. Y así lo hice. También he de decir que adquirí otros objetivos para la CL de los que ya hablaré en otra ocasión como una gran angular 25 mm de Voigtländer y un 50 mm con montura de rosca de Canon. Ambos en buen uso todavía, y que son capaces de dar también buenos resultados, aunque quizá no tan estelares como los de la marca alemana. Pero sí al nivel de otras marcas del mercado.
En los últimos tiempos, en los que he vuelto ha usar película tradicional de vez en cuando, la he vuelto a usar eventualmente, con buenos resultados. Por ejemplo, con película en blanco y negro en las pasadas fiestas del Pilar en Zaragoza.
Resumiendo, para todo aquel que quiera tener una Leica a un precio asequible, aunque no barato, quiera recuperar las sensaciones de usar la película tradicional, y quiera saber lo que se siente al manejar una cámara telemétrica, ligera y eficaz. Esta es una buena opción. Decir que se puede usar sin pilas, al ser totalmente mecánica, aunque en ese caso no funcionará el fotómetro. Y que no se pueden conseguir sus pilar originales, de mercurio, retiradas del mercado por contaminantes. Pero que se pueden conseguir alternativas.
Os dejo a continuación un pase de imágenes tomadas con esta cámara en tiempos pasado. Espero que disfrutéis viéndolas como yo disfruté haciéndolas.