Últimamente se están poniendo, hasta cierto punto, de moda las llamadas "cámaras de acción". Cámaras pequeñas, que se pueden acoplar mediante accesorios más o menos complejos a todo tipo de cascos y vehículos, que por sí mismas o mediante carcasas adecuadas tienen una mayor o menor resistencia al polvo, salpicaduras de agua e inclemencias del tiempo, e incluso son sumergibles en algunos casos.
Pueden hacer fotografías o tomar vídeos. Sus mandos son austeros. Los resultados se suponen si no buenos razonables. Suelen llevar un objetivo de focal fija gran angular, con un ángulo de toma muy abierto. Al fin y al cabo, muchas veces la toma se hace sin un ojo que encuadre. Como suelen tener diseños ópticos sencillos, suelen tener tal distorsión en algunos casos, que se les podría considerar objetivos ojos de pez. El paradigma de este tipo de cámaras son las GOPRO. Eso sí, cuando te metes en una de estas, entre los entre 300 y 500 euros que cuestan según el posicionamiento del modelo en la gama, más los accesorios diversos, pronto te encuentras con el presupuesto de una réflex de entrada de gama. Para un chisme que, por mucho que se empeñen, nunca podrá dar la calidad de imagen de esta última. Podrá ser divertido, podrás meterlo en sitios demenciales, será todo muy emocionante,... pero la calidad de imagen insisto es entre buena, si las circunstancias son óptimas, y razonable, si no lo son tanto.
Por supuesto, no han tardado mucho en aparece competidores de las GOPRO. Y muchas, con un precio más razonable. La cuestión es si aguantan la calidad. Durante un tiempo pensé que, con tal de no gastar mucho dinero, no me importaría tener un aparato de este tipo. Pequeñito, que no abulte, con un calidad razonable, nada del otro mundo pero razonable, y que no cueste mucho, porque es para un uso muy, muy circunstancial. Nada de todos los días, ni de todas las semanas, ni siquiera de todos los meses.
De repente es como si se conjurasen los hados. Diversos medios que informan por este país de la cosa fotográfica, de los que se tienen por neutrales y critican a los vendidos a las marcas, e incluso reportajes en medios más o menos prestigiosos de otros países, empiezan a hablar de la POLAROID CUBE. Un gracioso chisme, de 40 o 45 gramos de peso, pequeñito, de aspecto cúbico y divertido, que por menos de 100 euros asegura grabar en vídeo HD 1080p y hacer fotografías de 6 megapíxeles (o megapícseles según admite también la RAE) en formato 16:9 todo ello, a través de su objetivo gran angular que cubre más de 120º de ángulo de visión. Me lo empiezo a pensar.
La cosa es que cuando casi me había decidido porque sí, porque en todos esos neutrales y prestigiosos medios aseguraban que su calidad era razonable, no digo buena, va y me aparece la oportunidad de probar una. Más que de probar una, de compartir una, sin tener que desembolsar más que el coste de una tarjeta microSD. Que en el peor de los casos, con su adaptador, funciona como una SD, y vale para otras cámaras. Os presento la POLAROID CUBE que en estos momentos tengo alojada en casa.
La cámara viene sin accesorio alguno, aunque existen a la venta unos cuantos que básicamente sirven para sujetarla a distintos artilugios y superficies. No obstante, la camarita lleva en su base un imán suficientemente potente para fijarlo a distintas superficies metálicas. Que lleven hierro claro, o algún otro metal magnético. No cualquier metal vale. Por ejemplo, lo puedes sujetar a la zapata del flash de tu cámara de fotos. Si es CANON. Si es PENTAX no. Si es LEICA D-LUX se agarra fuertemente, pero a una LEICA M se agarra muy flojito... Bueno si lo haces así, puedes ir grabando un vídeo con la CUBE mientras vas disparando con la cámara principal, y así documentas tu proceso de selección de toma y encuadre. Bueno. O la puedes agarrar al capó de un coche, o donde sea... Eso sí. No la pongas vertical, porque los vídeos en vertical, no valen.
En cuanto a los mandos de la cámara... pues tiene una palanquita para seleccionar la grabación en HD 1080p o HD 720p, y un botón. Que según cómo y cuantas veces lo pulses, enciende, apaga, hace fotos o inicia y termina la grabación de vídeo. No hay más. Hay alguna función más que puedes cambiar mediante un programa incorporado cuando conectas la cámara al puerto USB del ordenador. Hay versión para OS X o para Windows.
Bueno, ¿y la calidad?. La probé ayer. Reconozco que era un día de nubes, un poco gris. Pero tampoco presentaba mayores problemas de luz. Ni siquiera eran nubes muy densas. Con la cámara normal y corriente, al aire libre, con una sensibilidad de 200 ISO podías disparar sin problemas a f/8 y 1/250 segundo. Vale. No era un f/16 - 1/250 del sol radiante. Pero no había luz escasa. Poco contraste. Eso sí. Pero vamos, nada que le siente mal a un fotógrafo que se sepa defender.
Algunos ejemplos de imágenes fijas. Algunas tal cual, otras con la distorsión corregida en LIGHTROOM en la medida de lo posible. El objetivo es en realidad de tipo ojo de pez, y esa estética a veces me cansa.
La primera foto que tomé. Desde el balcón de casa. La distorsión está corregida parcialmente, LIGHTROOM no da más de sí. En algún otro programa podría haber corregido más, pero estoy un poco vago.
Con el cielo ligeramente azul, la mejor luz que encontré. Bastante buena en realidad. La cámara presenta un contraste moderado, pero razonable. El detalle en las hojas y las ramas de los árboles es bastante malo. Todavía no sé si debe a que la óptica es muy mala o al procesado intracámara de la imágen y la comprensión JPG. O una mezcla de ambas. No soy tan capaz como para distinguirlo.
En las distancias cortas, gracias a la enorme profundidad de campo, se defiende pero no también como pensaba. Y como podréis ver en la esquina superior derecha, bastante artefactada de color por el contraste de luz, el rango dinámico del sensor es bastante escaso. De verdad que la escena no es para tanto. Que el contraste en las hojas está mejorado en LIGHTROOM para que no quedase muy plana la escena.
Para los retratos inadvertidos puede funcionar. A unos palmos del señor, ni se enteró de que llevaba una cámara en la mano. Pero nuevamente vemos los efectos de la pérdida de contraste en las zonas más iluminadas y la mala dinámica del sensor.
No podemos descartar que algunos de los problemas observados se deban a un problema digital. Perdón, quería decir dactilar. Y es que es muy fácil plantar los dedazos en el objetivo. Llevábamos un lapiz limpiador y teníamos cuidado,... pero nunca se sabe. Por lo menos, justo antes de la segunda de estas cuatro fotografías habíamos comprobado que la lente frontal estuviera lo más limpia posible. Y ya digo que la definición en las ramas y en las hojas del árboles es muy escasa.
Había leído que la calidad esperable sería casi la de un iPhone de los actuales. Pues no. Es algo peor, me parece a mí, que la de mi iPhone de hace tres años. Y por lo que sé, hay diferencias constatables entre estas generaciones de teléfonos móviles. De hecho, como ojo de pez, es manifiestamente peor que la tapa con lentes de plástico de OLYMPUS que me traje de JAPÓN, que solo tienen marcadas pérdidas de contraste en situaciones de contraluces mucho más potentes que los de esta pequeña serie.
Por supuesto, para muchos la gracia es la grabación de vídeo. Tu la dejas apoyada en una superficie metálica y grabas. Pues aquí os dejo una muestra. Yo os digo una cosa, está subida a YOUTUBE con una calidad de solo 720p, aunque esté grabada originalmente a 1080p. Pero de verdad que no merece la pena el consumo de recursos y tiempo en manejar los clips de vídeo a esa resolución. Por supuesto, los vídeos no son nada de especial. Simplemente, poner la cámara a grabar en distintas circunstancias.
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Yo no soy buen grabador de vídeos, y desde luego los clips no tienen mayor interés. Pero chico, la cosa es más sosa que ni sé. Es cierto que no he hecho ningún esfuerzo por modificar contrastes, ni gradación de color ni nada. Pero es que quería mostrar lo que ofrece sin más.
Es posible que de vez en cuando me veáis con ella o cosas hechas con ella. La persona a la que se la han regalado no le interesa demasiado, y no la puede canjear o devolver. La guardaré yo y la compartiremos. Pero desde luego, ya os digo una cosa. No creo que valga los casi 100 euros a los que se vende. Me parece cara, a pesar de ser teóricamente barata. Desde luego no creo que quiera competir con la GOPRO; su público objetivo parece otro. Pero desde luego, para mí, entra en el campo de los juguetes más que en el de las cámaras. Y voy a empezar a pensar que esos que presumen de serios a la hora de analizar el material, no lo son tanto. La suerte que he tenido de que cayera en mis manos antes de cometer el error de comprarla...
Comentaba en un artículo previo las características técnicas de la Canon Demi EE17, cámara de “medio formato”, para negativos de 24 x 18 mm sobre película perforada de 35 mm, y hoy toca comentar un poco la experiencia de su uso. Porque las cámaras de fotografías están hechas para ser usadas. Si no, son aparatos un poco tristes.
Lo que es cierto es que tuve la mala suerte de que el primer día que disponía para probarla fue el primer día de otoño realmente desapacible, con lluvia y frío. Y qué largos se hacen entonces los 77 fotogramas que me han cabido en un carrete de Ilford Delta 100 Professional.
Lluvia todo el día, poco contraste en el ambiente que ha habido que subir en el posprocesado, y una película, la Ilford Delta 100 Professional, que revelada en Rodinal 1+25, ha mostrado ser un opción bastante más que razonable para esta cámara, gracias a su grano contenido.
La cámara usaba pilas de mercurio de 1,3 V del tipo 625 que por motivos de seguridad y salud pública están prohibidas y no se fabrican. Me vino, por lo tanto, sin pila. No importa, la cámara funciona de forma mecánica con selección manual del diafragma y la velocidad de obturación. La medición de la luz… pues con un fotómetro de mano que Gossen Digisix que tengo, pero que también se había quedado sin batería, o por estimación usando la regla del f/16 — sol radiante, etc…
Y así fui tirando hasta que encontré donde comprar una sustituta actual de las baterías de mercurio de antaño.
La utilización de la cámara en manual, y estimando la luz no supone mayor problema si estás mínimamente familiarizado con esta técnica. Con luz de nublado con lluvia pero suficiente, se pueden usar diafragmas medios, que permiten una profundidad de campo razonable, ya que hay que enfocar por estimación.
Una vez con pila nueva, y para hacer menos compleja la utilización de la cámara en un día de lluvia y viento, con mucha humedad, gotas que caen por todos los lados, la estuve usando en modo “AUTO” con prioridad a la velocidad de obturación, y confiando en el fotómetro de la cámara.
No tengo motivo de queja. La cámara expone correctamente. Y si crees que por el tipo de escena hay riesgo de subexposición, no hay más que usar el compensador de exposición que permite abrir el diafragma uno o dos pasos más para una velocidad de obturación dada.
Con poca luz hay riesgo de subexposición siempre. Y más todavía si estás fotografiando un grafitti en una pared blanca. Aquí es donde el compensador de exposición cumple su objetivo perfectamente.
En las pocas horas de la tarde en la que hay luz natural, escasa además por las nubes y la lluvia, me arriesgo a fotografiar con una velocidad de obturación de sólo 1/30 s. Por debajo de lo recomendado. Pero al no llevar espejo como las reflex, y con una buena técnica de sujeción de la cámara, las fotografías salen razonablemente nítidas.
Enfoque por estimación a la señal de la puerta, 1/30 s de obturación porque la luz es ya escasa, el diafragma queda seleccionado automáticamente en algún punto entre f/1,7 y f/2,8. La foto sale con razonable nitidez.
Quizá no sea una cámara de grandes prestaciones, porque tiene sus limitaciones. Pero es una cámara que cumple, y que con un negativo en blanco y negro moderno, a pesar de su reducido tamaño de fotograma, es perfectamente usable. Lo que es más, es mucho más sencilla y agradable de usar de lo que esperaba.
Entre las limitaciones de la cámara es que no responde muy rápida al disparo, y por lo tanto la acción se nos va. La señora del paraguas se ha desplazado del centro del fotograma al lado izquierdo en lo que he tardado en preparar la fotografía. Tal vez con un poquito de entrenamiento mejore un poco la cosa. Pero no parece una cámara preparada para la fotografía de acción.
En primer lugar, una aclaración. No es lo mismo el “formato medio” (“medium format”, en inglés) que el “medio formato” (“half format”, en inglés).
Las cámaras de “formato medio” se encuentran por el tamaño de sus fotogramas entre el formato tradicional, menor, de 24 x 36 mm para película perforada de 35 mm, y el gran formato, mayor, que empieza a partir de los negativos de 4 x 5 pulgadas (aproximadamente 10 x 12,5 cm). Un ejemplo de ellas es la Fuji GS645S Professional que os presentaba hace unas semanas.
Las cámaras de “medio formato” toman su nombre de que, utilizando película perforada de 35 mm, su tamaño es la mitad que el habitual, es decir, 24 x 18 mm. Se asemeja al tamaño que originalmente tenían los fotogramas de cine sobre este tipo de película. La relación entre sus lados es de 4:3 (1,33:1) en lugar de 3:2 (1,5:1), que es la propia del formato habitual para cámaras de película perforada de 35 mm.
Es una cámara de 1966, y tiene un bonito diseño con esquinas suaves y redondeadas, que la hacen agradable al tacto y fácil de coger. Está en muy buen estado. Obsérvese que como consecuencia de haber dividido por dos el fotograma tradicional para película de 35 mm, el visor es vertical. Por lo tanto invita a realizar fotografías con esta composición.
No he encontrado la fórmula óptica del objetivo, aunque sé que tiene 6 lentes en 4 grupos. Así que muy probablemente sea un doble gauss tradicional (enlace en inglés), propio de los objetivos de focal estándar. La focal de 30 mm es exactamente igual a la longitud de la diagonal del fotograma. Por lo tanto, es equivalente a un 43 mm en formato tradicional. Y obsérvese que, a pesar de lo compacto que es, su diafragma abre nada más y nada menos que a f/1,7.
La cámara se puede utilizar en manual, seleccionando la combinación adecuada de velocidad de obturación y diafragma. Pero con la pila puesta, tiene una posición “AUTO” en el aro de selección de diafragma que le permite funcionar con exposición automática con prioridad a la velocidad de obturación. Este modo de exposición automático es típico de Canon, mientras que otras cámaras preferían la prioridad a la abertura del diafragma. El círculo que vemos sobre el objetivo y a la izquierda del visor es el fotómetro.
El enfoque es manual por estimación de la distancia. El mando del enfoque es agradable y muy progresivo. A través del visor hay tres pictogramas (una cabeza, un grupo de personas y unas montañas) que actúan como ayuda a la estimación de la velocidad de enfoque. Pero son de utilidad fundamentalmente con diafragmas medios o cerrados. Con el diafragma abierto, es mejor usar la escala de distancias. Obsérvese que tiene un compensador de exposición con dos posiciones (x2 y x4) para evitar la subexposición, y para compensar el efecto de los filtros.
No he tenido habilidad con el objetivo macro para fotografiar el contenido del visor. Aunque he obtenido una curiosa imagen de mi Leica IIIf. Pero consta de un marco de encuadre, con una marca de corrección del paralaje para distancias cortas, los pictogramas de ayuda al enfoque que he indicado antes, y una escala de diafragmas. Cuando estamos en modo “AUTO” nos indica el diafragma seleccionado por la cámara. En manual, nos recomienda el diafragma a utilizar.
La cámara es muy manejable, aunque no muy compacta. Aquí la vemos junto a mi Leica M2 con el Carl Zeiss Planar 50/2 ZM T*.Son de una altura similar, de una profundidad también similar, y donde se diferencian en es la anchura, ya que la Leica tiene que albergar el espacio para un fotograma el doble de grande. Donde hay mucha diferencia es en el tamaño del objetivo. Ambos tienen una fórmula similar. Y el de la Canon es incluso medio paso más luminoso. Sin embargo su tamaño es mucho más compacto.
Aunque no he tenido tiempo a escanear nada, sí que he revelado ya el carrete de prueba que he tirado hoy, a pesar del día de perros por la lluvia y el frío que hace. Cuando sacas la película del tambor para poner a secar, te quedas alucinado con la cantidad de fotogramas. 72 en lugar de los 36 de siempre. Eso sí, más pequeñitos. Motivo por el que he usado Ilford Delta de 100 ISO. Para evitar tener mucho grano luego al ampliar. Pero bueno, la cámara parece que mide bien la luz. Por lo menos los negativos tienen buen aspecto general. Cuando haya fotografías para ver, las podréis ver por aquí.
Hace un par de días os contaba cómo había sido que mi cámara principal en mi reciente viaje a PARÍS había sido mi nueva compacta, la LEICA D-LUX (TYP 109). Pero cuando salgo de viaje siempre voy con dos cámara. En la mayor parte de los casos, la segunda cámara es un respaldo de la principal. Por si algo va mal, para poder seguir haciendo fotografías. O si la principal es muy aparatosa o va recogida, la segunda, compacta, está a mano para seguir abierto a posibilidades fotográficas. Pero en otras ocasiones, la idea es llevar material para hacer fotos de tipos muy distintos.
Por ejemplo, en la mayor parte de la década de los noventa lleva dos cámara con película; una réflex con diapositiva en color y una compacta con negativo en blanco y negro. Pues bien, esto he hecho en esta ocasión. Me he llevado la compacta digital y una cámara "compacta" con película negativa en blanco y negro. Puesto que se puede llevar sin problemas en el bolsillo del chaquetón de abrigo, me he llevado la VOIGTLÄNDER PERKEO II con varios carretes de KODAK TRI-X 400 en formato 120. Para 12 negativos de 55 x 55 mm, aproximadamente. Disparé cuatro carretes. Bien es cierto que de uno me salieron 11 y de otro, sorprendentemente, 13. En total, 12 de promedio, 48 fotos.
Las condiciones de luz fueron durante la mayor parte del viaje un poco tristonas,... para el color. Nublado, con cielos de color gris panza de burra, con poca textura,... Pero estas condiciones implican una luz suave difusa que hace que estos negativos sean fáciles de gestionar, fáciles de digitalizar, con archivos digitales posteriores fáciles de trabajar. Con tal de no abusar de los cielos faltos de información... El principal problema en un momento dado es que la luz se hace muy escasa enseguida, con la tarde no muy avanzada; o que es muy engorrosa de usar si empieza a llover.
He de decir que en algún momento incluso me he atrevido a usarla en algún interior bien iluminado, pero sólo ha funcionado con éxito en mi visita a la MAISON LA ROCHE de la FONDATION LE CORBUSIER, donde unos magníficos ventanales orientados al norte inundaban de luz difusa buena parte del edificio. Una maravilla de luz para cualquier artista; en las casa de los maestros de la BAUHAUS en DESSAU vi concepciones similares. Como me gustaría tener un estudio con una luz así.
He de confesar que tuve un problema a la vuelta con uno de los carretes. Sin darme cuenta, no lo enrolle correctamente en la espiral de revelado antes de introducirlo en la cubeta correspondiente. Por lo tanto, algunas de las superficies de la película estaban en contacto con otras y no se han revelado correctamente. Me ha dado especialmente rabia puesto que los negativos afectados corresponden a los de la TORRE EIFFEL. La buenas condiciones de luz y el formato cuadrado me hacían presumir unos buenos resultados aprovechando el grafismo de la estructura metálica de la torre. Pero casi todos estos fotogramas se han visto afectados de una forma u otra. Os muestro los no afectados o los poco afectados.
Otra de las cuestiones que tiene esta cámara es que es lenta de manejar. Para mayor rapidez con el medio formato, tendría que haber optado con la telemétrica que me traje de NUEVA YORK, la FUJIFILM GS645S. Aquella es mucho más ágil para reportaje. El objetivo tiene una focal más angular, con mayor profundidad de campo. También es más rápida de accionamiento, tanto para avanzar la película como para cargar el obturador, que en la VOIGTLÄNDER exige dos operaciones en vez de una. Y además, con el telémetro se puede enfocar con precisión. La PERKEO II obliga a enfoca por estimación, que en condiciones de buena luz, con diafragmas de trabajo de f/8 o superiores no supone mucho problema, pero con poca luz, diafragmas abiertos, y a distancias cortas... el resultado es más azaroso. A cambio, como ya he dicho, la puedes llevar en el bolsillo del chaquetón. La FUJI tiene que ir en una bolsa o colgada del hombro o al cuello. Pero algún pinito en plan reportaje he intentado.
En definitiva, no me he traído la octava maravilla de la humanidad en fotografías en blanco y negro, pero me ha proporcionado algunos ratos de diversión fotográfica que es de lo que se trata. Este tipo de aparatos son también muy útiles, cuando viajas solo, para dar pie a conversaciones con desconocidos curiosos que se acercan y te preguntan.
En el BOULEVARD BEAUMARCHAIS, que es como la meca del comprador de material fotográfico de primera mano y de ocasión en PARÍS, me sirvió para demostrar mi interés por el formato medio en un comercio donde tenían un respaldo HASSELBLAD CFV-50C, respaldo digital con el maravilloso sensor de 50 megapíxeles de SONY que se ha puesto de moda este año en el formato medio digital. Viendo que usaba una cámara de formato medio, comentándoles que tenía en casa una HASSELBLAD 503CX funcionante, más o menos se convencieron de mi interés por el medio y me dejaron usar el respaldo montado sobre una HASSELBLAD 503CW. La pena es que no me dejaron traerme los archivos de las tres fotografías que tome. Fui lo suficientemente imprudente para incluir al vendedor en el fotograma... Si no, igual os podría enseñar las fotos que hice con ese respaldo.
En fin... todo tipo de utilidades para un chisme simpático aunque limitado. Aunque quizá en aprender a superar esas limitaciones está la gracia y la diversión. Seguiré llevándome de vez en cuando estos chismes por el mundo. Y procuraré mostraros el resultado de mis esfuerzos. De momento, me despido con una de las vistas más típicas de la capital francesa.
Desde hace más de 20 años he tenido cámaras compactas complementarias de los sistemas de cámara de objetivos intercambiables que consideraba mi equipo principal en mis proyectos fotográficos. Con carácter general, disponer de una cámara compacta es la mejor forma de tener siempre una cámara a mano si surge la oportunidad fotográfica. Especialmente en los viajes, la cámara compacta ha cumplido un doble papel. Por un lado, es una cámara de respaldo, que te permite seguir haciendo fotografías incluso si tienes algún problema. Esto me ha pasado en alguna ocasión. Así que no hay que tomarlo a broma.
Desde hace unos años, mis cámaras compactas de respaldo han sido de la serie de las PANASONIC LX/LEICA D-LUX. Estás compactas para usuarios exigentes estaban desarrolladas conjuntamente por la marca japonesa y la casa alemana. La primera se encargaba de la parte electrónica y la segunda diseñaba la óptica, aunque esta se fabricase también en tierras niponas. El resultado eran unas pequeñas cámaras, con objetivos luminosos, con una gama de focales contenida pero suficiente, y buena calidad de imagen a sensibilidades bajas. Durante los últimos años, he venido usando una LEICA D-LUX 4, que usaba con sensibilidades de hasta ISO 200 gracias a su competente estabilizador de imagen. Por encima de aquí, la calidad de la imagen se resentía por el pequeño tamaño del sensor de imagen, de 1/1,7". Pero he realizado algunos viajes donde una cámara de este tipo ha sido mi cámara principal, en los que necesitaba o quería ir muy ligero de equipaje. Por ejemplo, en PARÍS en 2008 o en BERLÍN en 2009, viajes en los que llevé una PANASONIC LUMIX LX3 como cámara principal, y una CANON POWERSHOT IXUS 860 como cámara de respaldo. Dos compactas, una en cada bolsillo.
Durante el viaje a JAPÓN en el mes de septiembre de 2014, detecté que en el centro de la imagen de las fotografías tomadas con la D-LUX 5 aparecía una mancha oscura, no muy visible en algunas de ellas, pero sí en aquellas en las que un color uniforme, como el cielo, ocupase esa zona. Un aburrimiento el ir corrigiendo las fotografías. Por otra parte, es una cámara que había llevado una vida agitada y se notaba en algunas cuestiones. Así que decidí que había que buscarle una sucesora.
Coincidiendo con tal hecho, resultó que el tándem PANASONIC/LEICA sacó una sucesora con unas características un poco especiales. Se trata de la PANASONIC LUMIX LX100, o en su versión germanizada la LEICA D-LUX (TYP 109). Con elementos heredados de su estirpe anterior, la cámara venía con una serie de novedades muy importantes:
un sensor de tamaño 4/3" de cerca de 13 megapíxeles; en realidad es un sensor de 16 megapíxles, en el que no se aprovecha todo su tamaño para conseguir que los formatos de imagen de 4:3, 3:2 y 16:9 tengan todos la misma longitud en su diagonal, y por lo tanto el objetivo conserve su ángulo de visión para una focal dada, no importa el formato de la imagen;
un objetivo de focal variable, equivalente a un 24-75 mm en formato 24 x 36 mm, con una luminosidad de f/1,7 en su posición gran angular y f/2,8 en su posición tele;
un visor electrónico a la altura del ojo de gran calidad de visión;
unos mandos más clásicos, con selector de diafragma en el objetivo, con rueda de enfoque/focal en el objetivo también y con dos ruedas para la selección de velocidades de obturación y para la compensación de la exposición.
A cambio, presentaba un inconveniente que podía ser importante; un aumento notable del tamaño. Sigue siendo una compacta, pero ya sólo cabe en bolsillos de abrigos, chaquetones, cazadoras o similares. Nunca más en el del pantalón. Eso sí, con la promesa de una mejora en la calidad de imagen, que se pondría a la altura de la de las cámaras micro cuatro tercias, muy superior a los sensores pequeñitos que hasta ahora llevaban las compactas. También perdía el flash incorporado, aunque se suministra con un pequeño flash accesorio, a montar en la zapata prevista a tal efecto.
Después de mucho pensarlo, decidí asumir las desventajas a cambio de la mejora de la calidad de imagen. Opté por la versión LEICA, algo más cara que la PANASONIC, aunque la diferencia no es tan acusada como en el pasado, pero que viene con una licencia oficial para ADOBE PHOTOSHOP LIGHTROOM. Y ha sido mi cámara principal en mi viaje reciente a PARÍS. En otra entrada ya os hablaré de la que ha sido mi "cámara de respaldo".
Aunque no quepa en el bolsillo de un pantalón, sigue siendo una cámara muy compacta. Tan compacta que en algún momento su ergonomía se resiente. El tamaño de su objetivo y la disposición de sus mandos hace que esté bien para usar modos manuales o con prioridad al diafragma, pero hace más complicada la posibilidad de usarla con una sola mano. Cosa que hacía con su antecesora. Bien es verdad que con el pequeño tamaño del sensor de la D-LUX 5, dada su enorme profundidad de campo, la usaba siempre en modo PROGRAM, y sólo usaba la rueda para compensar la exposición. En esta hay que trabajar más.
En su posición teleobjetivo, algunos encontrarán los 75 mm un poco justos. Yo estaba acostumbrado a una focal un poco más larga, los 90 mm. La diferencia no es muy aparente. En cualquier caso, es suficiente para hacer retratos. Su apertura máxima de f/2,8 no va a permitir desenfoques espectaculares, pero es suficiente para aislar al motivo principal del fondo.
Acostumbrado al rendimiento de mi sensor micro cuatro tercios OLYMPUS, esperaba que con una cámara con un sensor del mismo sistema y casi tres años más nueva, el resultado fuera similar. Pero me he llevado una pequeña decepción. Los sensores de las PANASONIC/LEICA siguen estando un paso por detrás con respecto a otras marcas. Desde luego, una sensibilidad utilizable de ISO 1600, combinada con un objetivo luminoso y un sistema de estabilización óptica muy conveniente da mucho de sí. Pero espera algo más.
El balance de estas primeras semanas de uso intenso de mi nueva cámara es que va a ser un aparato que podré disfrutar en múltiples ocasiones, aunque tendré que acostumbrarme a algunas idiosincrasias específicas para sacarle el mejor rendimiento. Durante mi estancia en PARíS, en el CENTRO POMPIDOU donde están tomadas la mayor parte de las fotografías de este artículo, coincidí con una chica japonesa que llevaba la versión de PANASONIC de la cámara. He de decir que quizá sea más recomendable que la versión LEICA. Esta tiene un diseño externo más limpio y cuidado, es más bonita. Pero la LX100 tiene mejor agarre. En estos momentos, yo optaría por ésta sin lugar a dudas. Aunque no me arrepiento de la compra.