Cuando hace aproximadamente mes y medio os hablé de la estenopeica Holga 120WPC, hice una introducción al porqué de repente decidir que tenía que incorporar un par de estas cámaras chinas, realmente malas, pero potencialmente divertidas. Y que son utilizadas por algunos fotógrafos profesionales y serios para complementar sus trabajos.
Ya contaba también que el fabricante chino había anunciado el cese de la producción. Hay motivos para pensar que cuando en estos momentos un fabricante del sector fotográfico anuncia un cese de producción es más que probable que este se haya producido hace ya un tiempo, y que ya estén tirando de stocks. Por lo tanto, estas baratas cámaras se van a convertir probablemente en un producto codiciado y subirán de precio. Hice un primer intento de comprar la versión más básica, la 120N, sin flash, con lente de plástico, negra, y no me llegó. El vendedor me devolvió el dinero y dijo que se le habían agotado. Como veis... basta que algo ya no sea fácil de encontrar para que sea deseado. Y los stocks pueden ser más escasos de lo que la gente piensa. Aun así, encontré por un precio adecuadamente baratillo otro ejemplar, que tiene el defecto de que no es completamente negra sino negra y gris... o "plateada" que dirían algunos... Gris.
Aunque se le puede poner una máscara para conseguir 16 negativos de 6 x 4,5 (54 x 40,5 mm realmente), yo la voy a utilizar en su formato cuadrado, que da 12 negativos de 6 x 6 (54 x 54 mm).
El objetivo consta de una única lente, un menisco de plástico, con una focal de 60 mm. Así que hay que suponerle en posesión de todo tipo de aberraciones ópticas que se os ocurran. Ese 60 mm para 6 x 6 equivaldría teóricamente a algo parecido a un 35 mm en el formato de 36 x 24 mm. Pero al ser un formato totalmente cuadrado, en horizontal se aproximaría más a la visión de una focal de 40 mm, mientras que verticalmente se expandiría a lo que vería un objetivo entre 24 y 28 mm de focal. Nos anuncia una apertura máxima de f/8. Teóricamente, esta sería el valor para la posición nublado, mientras que en la posición soleado abriría a f/11. Hay quien dice que no encuentra diferencia entre ambas posiciones... ¡¡¡???
Sólo hay dos posibles velocidades: la instantánea, que se supone de aproximadamente 1/100 segundo, y la posición B, para exposiciones largas. No hay rosca alguna para usar un cable disparador en este último caso, con lo que el riesgo de mover la cámara durante la exposición es elevado.
Tiene una zapata estándar para flash, que se puede usar, necesario en interiores, y el objetivo gira para enfocar. No hay distancias de enfoques marcadas, sino una serie de pictogramas que nos dan un idea de por donde vas los tiros.
Un señor solo, para retratos en primer plano, asumiremos que una distancia de enfoque de 1 metro.
Un grupito pequeño de gente, en el que asumiremos una distancia de enfoque de 2 o 3 metros.
Un grupito grande, en el que asumiremos una distancia de enfoque de 5 o 6 metros.
Una montañita, en la que asumiremos la hiperfocal para vistas generales y paisajes.
En mi carrete de prueba he obtenido muy buenos resultados en las distancias cortas.
Como se puede ver, el viñeteo es descomunal, con esquinas que demuestran que el objetivo no cubre realmente el fotograma completo. El centro es razonablemente nítido, pero la imagen se degrada rápidamente por el campo hasta alcanzar unas pérdidas de nitidez rocambolescas en los bordes y ¿las esquinas?... Bueno,... las esquinas están prácticamente negras así que no se aprecia tanto.
En las distancias medias,...
... pues cuanto más corta sea la distancia de enfoque más viñeteo, pero conforme vamos enfocando más lejos este disminuye, así como mejora el rendimiento en los bordes y esquinas sin que sea bueno nunca. El centro queda en una tierra de nadie.
En cuanto a las distancias largas de enfoquer...
... pues hay que ser muy fino eligiendo la composición y los motivos encuadrados, porque la nitidez va a dejar que desear, y hace que los paisajes queden sosos. Pero bueno,... todo es cuestión de echarle imaginación.
Dado que sólo se dispone de una velocidad de obturación en la práctica, y también de una apertura de diafragma, dos si eres optimista con la calidad de fabricación, la exposición la controlas con la sensibilidad de la cámara. El día que la probé, como había solecico, usé película Ilford FP4+ con una velocidad ISO 125/22º. Si hubiera estado nublado, habría que haber usado una película de ISO 400/27º. En interiores, o usas flash o no uses nada inferior a ISO 1600, probablemente forzado uno o dos pasos según las circunstancias. Quizá en caso de situaciones diversas, lo mejor sea usar una película en blanco y negro de ISO 400 como la Kodak Tri-X o la Ilford HP5+, y un revelado desatendido con un revelador compensador muy diluido (Rodinal o HC-110). O bien un negativo en color o blanco y negro cromogénico de ISO 400 que en caso de abundante luz soporten bien la sobreexposición y en caso de escasa luz soporten bien al menos un paso de subexposición. Una Kodak Portra 400 para color o una Ilford XP2 Super para blanco y negro, pueden ser las opciones más adecuadas, ambas con revelado estándar C41.
A veces se producen cadenas de acontecimientos... es como cuando tiras la primera pieza del dominó y luego van cayendo. Un día comentas con una compañera aficionada a la fotografía sobre un objetivo con montura M42, una cosa lleva a la otra y, casi un año más tarde, te pasa un adaptador de dicha montura a bayoneta Pentax K, lo cual te lleva a hacerte con un Super-Multi-Coated Takumar 1:2 35 mm al que le tenías echado el ojo, que es una pena no usar también con tu Canon EOS de formato completo, por lo que te haces con un adaptador para esa montura... publicas los resultados en tu blog y al día siguiente te viene a ver un antiguo vecino con la cámara de su padre. Esta cámara con este objetivo.
Se trata de una Praktica MTL 5, una cámara fabricada en Dresde, en la antigua República Democrática de Alemania, totalmente mecánica, con objetivos para montura M42. El objetivo, un 50 mm estándar, nos llama la atención. Se trata de un Carl Zeiss Jena DDR Tessar 1:2,8 50 mm. Veámoslo de cerca.
Tras la guerra mundial, la empresa Carl Zeiss, que tenía su sede en Jena, ciudad que queda en el sector soviético, se divide en dos. Una queda en la ciudad alemana oriental, bajo el control estatalizado del gobierno comunista, y la otra se instala en Oberkochen, en zona occidental. Tras ciertas disputas legales, las marcas tradicionales de Carl Zeiss quedan en poder de la empresa occidental. Pero son utilizadas también en la zona de influencia soviética, donde el derecho sobre marcas y patentes no tiene efecto. Eso sí, si la empresa Pentacon que fabrica las Prakticas quiere vender en occidente, no puede venderlas con un objetivo Carl Zeiss Tessar. Por lo tanto, el objetivo que tenemos aquí tuvo que ser comprado en algún lugar detrás del telón de acero.
Tras una rato de reflexión, la persona que me ha traído la cámara deduce que su padre la debió de comprar en su viaje de novios que hicieron en un viaje organizado por algunos países del antiguo bloque comunista en 1984. De ahí la inscripción Carl Zeiss Jena DDR Tessar, que si hubiese sido vendido en un país occidental se hubiese llamado algo así como Aus Jena T 2,8/50, por lo que hemos podido deducir.
Como podemos ver en las dos fotos que hemos presentado hasta ahora, la disposición de los mandos de la cámara es la tradicional de las réflex mecánicas para película tradicional. De hecho, la cámara tiene una concepción que podemos considerar anticuada para la época en la que se fabricó, en la primera mitad de los años 80. El disparador está en una posición, en la cara frontal de la cámara, que a mí me parece un poco incómoda. Pero eso sí, dispone de un previsualizador de la profundidad de campo que siempre viene bien. La cámara transmite una sensación de solidez mezclada con cierta tosquedad y falta de cuidado en los detalles.
Lleva un compartimento para pilas, desgraciadamente de las antiguas de mercurio que ya no se fabrican por su toxicidad. Existen alternativas, pero es un poco rollo conseguirlas. No obstante, la pila sólo sirve para alimentar el fotómetro, que consiste en una aguja indicadora de sobre o subexposición en el visor. Sin pila, la cámara funciona sin problemas, pudiendo medir la luz con un fotómetro externo, o estimando la luz al viejo estilo Kodak.
Hablemos un poco del objetivo. Es un Tessar. Es decir, un sencillo diseño, un triplete acromático, en el que una de las lentes se ha desdoblado en un grupo de dos lentes cementadas, 4 lentes en total en 3 grupos. Es un diseño de Carl Zeiss de 1902, que tuvo mucho éxito, al permitir objetivos de tamaño compacto, pero de buena nitidez, especialmente en el centro de la imagen.
El principal problema de los Tessar, que fueron muy populares y cuyo diseño fue copiado por muchos fabricantes de objetivos, es que no admite aperturas muy grandes, siendo f/2,8 en el formato de 24 x 36 mm lo máximo que se suele alcanzar. A cambio, es barato de fabricar, y por su reducido número de superficies aire-vidrio, menos propenso a la perdida de nitidez y de transmisión de la luz por los reflejos internos que otras fórmulas más complejas. Por lo menos, hasta que se popularizaron los revestimientos antirreflejos en las lentes de los objetivos. Sus características generales son una nitidez en el centro de la imagen bastante aceptable o buena desde las aperturas más abiertas, mientras que la nitidez en las esquinas está condicionada a cerrar 2 o 3 pasos el diafragma. El f/2,8 puede ser utilizado para retrato desde su apertura más abierta, pero para arquitectura o paisaje conviene usar como mínimo un f/5,6, ya que su nitidez en las esquinas dejará que desear.
Este objetivo fabricado en la Alemania Oriental tuvo muchas variantes y se fabricó en una diversidad de monturas, siendo está variante totalmente negra y con montura M42 de las últimas versiones, si no la última. No aprovecharon la posibilidad de hacer un objetivo compacto, y de hecho, en la fotografía anterior lo vemos junto a un SMC-A Pentax 1:2 50 mm. Este es un objetivo basado en el esquema de los Planar, pero simplificado, en cualquier caso más complejo que el Tessar, y con una mayor apertura. Tendría que ser más grande que el Tessar, pero de hecho es más pequeño. La ventaja del Tessar es que su lente frontal está tan hundida en el barrilete, que no necesita un parasol para protegerlo de las fuentes de luz laterales que le pudieran hacer perder nitidez.
A la cámara se le puede poner, como se ve en la fotografía, cualquier otro objetivo con montura M42. Por ejemplo el Super-Multi-Coated Takumar 1:2 35 mm que mencionaba antes. En ambos casos, tanto el Takumar como el Tessar, son versiones avanzadas de la montura M42, que permiten un cierto automatismo del diafragma. Se enfoca y se mide la luz a plena apertura, y al accionar el disparador, se cierra el diafragma. Utilizados con los adaptadores correspondientes, hay que usarlos sin este automatismo. Se enfoca a plena apertura, se diafragma a la apertura de trabajo y entonces se mide la luz antes de hacer la fotografía.
No he tenido ocasión todavía de revelar ningún carrete hecho con la Praktica, que me ha quedado donada en depósito. Para que alguien la utilice. Su valor económico residual es muy bajo. Pero he probado el Tessar con algún cuerpo digital. Con la Pentax K-S1, los 50 mm funcionan como un teleobjetivo corto, y tienen un interés relativo... más bien escaso. Desde luego, van mucho mejor cualquiera de los dos 50 mm Pentax que tengo, el SMC-A 1:2 50 mm y el más complejo aunque antiguo SMC-M 1:1,7 50 mm. Pero con tal de que no abuses de su uso a grandes aperturas, ofrece unos resultados dignos.
Hay que ayudar a los archivos RAW de la cámara en Lightroom para darles un poquito más de saturación y contraste, porque si no quedan un poco sosos en caso de que se tomen en situaciones de luz con bajo contraste.
El Tessar tiene una mayor resistencia a la pérdida de contraste por la presencia de luces intensas frontales en el fotograma de lo que yo pensaba.
Las zonas desenfocadas, el "bokeh" de marras, no tiene una calidad excesivamente notable, pero tampoco es una catástrofe. En algunas imágenes se quiere apreciar un efecto de "remolino", parecido al de los Petzval antiguos, que se están poniendo de moda últimamente. Pero es algo que me he encontrado... no lo he investigado en profundidad.
Una de las sorpresas más agradables del Tessar es su distancia de enfoque mínima de solo 35 cm, frente a los 45 cm más habituales de otros 50 mm. Esto hace que la escala de reproducción pase de 1:7 a estar próxima al 1:4. No es que estemos en el terreno del macro todavía, pero sí que es una situación cómoda para la fotografía de aproximación.
Esto me hizo pensar que podía probar el objetivo en casa con el adaptador para montura Canon EF en un bodegón. Veamos el Tessar montado sobre la Canon EOS 5D Mark II.
Monté la mesa para realizar bodegones junto al ventanal del salón de mi casa, que ofrece una suave luz de las ventanas orientadas al norte, y coloqué un panel blanco reflecto para rellenar las sombras en el lado opuesto. Y me fui a la nevera a buscar unas cuantas alcachofas. También consideré que era el momento de probar un preajuste para Lightroom que prometía una gradación de grises suave y progresiva, similar a la desaparecida diapositiva en blanco y negro Agfa Scala 200.
A plena apertura, resulta difícil conseguir profundidades de campo adecuadas, aunque el enfoque, utilizando la ampliación en visión directa sobre la pantalla trasera, es relativamente cómodo. Por lo tanto, en el resto de la prueba utilicé diafragmas de f/8 cuando utilizaba el objetivo sin más, y de f/22 cuando añadía algún tubo de aproximación. Os dejo algunos ejemplos con los resultados. La nitidez, a esas aperturas, me pareció bastante digna.
Tras haber pasado una entretenida tarde con las alcachofas, que fueron a para a la cazuela a la hora de la cena, estaban bien buenas, también decidí dar una oportunidad al color, fotografiando un regalo que me hicieron mi hermana y mi sobrina para mi cumpleaños y con el que acabo este artículo. Espero, dentro de unos días o pocas semanas, contaros como fue el funcionamiento de la cámara con algún carrete de película tradicional.
El fenómeno comercial de la "lomografía" ha hecho confusas algunas cosas. Esta gente de Viena que se hicieron con los derechos de ciertas marcas de la antigua Unión Soviética se han "apropiado" de todo aquello en fotografía que "huela" a "baja calidad", para convertirlo en un fenómeno "hipster" y "postmoderno". Y muy rentable para ellos, que venden artículos de escasa calidad a precios claramente excesivos. Pero lo cierto es que antes de que ellos pusieran de moda la fotografía "lo-fi", de "low fidelity"... es decir de baja calidad, hubo un sin fin de productos fotográficos, en general cámaras hechas de plástico y sin mucho cuidado para venderlos por cuatro pesetas, en todas partes. Ya os conté en su momento mis andanzas con la cámara de Indiana Jones.
Recuerdo que cuando viajamos a Estambul, conocimos a un tipo con el que tomamos algún chisme que cuando viajaba no cargaba con equipo fotográfico. Era 1992 y no existía lo digital, ni los teléfonos móviles realmente móviles. En aquel momento, en cualquier destino turístico podías comprar una cámara de plástico por unos pocos dólares y carretes fotográficos en abundancia. Aquel tipo se compraba una de estas cámaras, hacía sus fotos y la tiraba a la basura cuando terminaba el viaje. No acarreaba más material fotográfico en su equipaje que los carretes realizados en el viaje de vuelta. Por aquel entonces salieron al mercado las cámaras de un solo uso, que no eran más que el reconocimiento a esta forma de andar por el mundo.
En todo este maremagnum, conocíamos la existencia de las Holga y otras marcas de cámaras chinas que tenían la peculiaridad de utilizar película de medio formato. Estas tenían sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja es que para un tamaño de copia requerido era necesario ampliar menos el negativo. Y también se ampliaban menos los defectos. Como consecuencia, fotografías que exhibían numerosos defectos, pero que tenían más calidad que los aparatos malos de 35 mm. El inconveniente es que la película de medio formato salía más cara. Menos exposiciones por carrete y más caro el revelado y las copias.
Luego estaba el característico aspecto de las fotografías tomadas con una Holga tradicional de medio formato y negativo de 6 x 6. Fuerte viñeteo, zona central razonablemente nítida pero imagen muy degradada en los bordes, y si tenías suerte (buena o mala dependía del sentido "artístico" de cada cual), alguna invasión de luz en la cámara oscura del aparato con "efectos especiales" impresvisibles. El caso es que algunos fotógrafos serios empezaron a interesarse por aquellos aparatos, a usarlos y a sacarles partido. Ahí tienes a David Burnett realizando una parte de su trabajo periodístico con una Holga 120N. O a Susan Burnstine, más dedicada a la fotografía como una de las bellas artes, que empezó jugando con Dianas y Holgas, y ha acabado construyéndose sus propias cámaras de plástico para película tradicional. Pero nada de esto tiene que ver con el estilo de fotografía que proclaman los "lomógrafos". Burnett puede permitirse el lujo de fotografiar al vicepresidente de los EE.UU. y candidato presidencial con una Holga. Pero desde luego su estilo de fotografiar no es "a la mecagüendiez", como proponen los vivales austriacos.
En el mes de noviembre, a pesar de la teórica bonanza de las cámaras de este tipo y del repunte en el uso de película fotográfica, la empresa fabricante de las Holga anunció que cesaba sus operaciones. Cielos... las Holga camino de convertirse en un clásico y yo sin ninguna en mi colección. Porque además una cosa distinguía las Holga de casi todas las cámaras impulsadas por los "lomográficos"... su precio es mucho más ajustado a la realidad de lo que ofrecen. Pero ahora seguro que suben los precios. De hecho, creo que ya están subiendo. Me metí en internet, busqué y encargué dos. Ya ha llegado una. Os hablaré de ella.
Se trata de la Holga 120WPC. Destripemos el nombre. Holga, la marca. 120, el tipo de película sensible que usa. WPC = Wide Pinhole Camera; Cámara super gran angular estenopeica. Sí. Una estenopeica. Yo esperaba que hubiese llegado antes del taller que os contaba hace pocos días. Pero llegó más tarde. Mala suerte. En el taller aprendimos que una de las buenas cosas de la fotografía estenopeica es que te puedes hacer tu propia cámara con materiales desechables. Pero no desechemos la posibilidad de utilizar este aparato. Os lo describo con fotos.
El día que llegó la cámara no necesité recogerla en la oficina de correos como de costumbre. Estuve enfermo unos días y me pilló el cartero en casa. Le alegró verme. Y me dio el pésame por el fallecimiento de mi padre,... hace más de un año,... Mi padre le cogía mis paquetes cuando yo no estaba en casa. Éramos vecinos, mi padre y yo, y el cartero lo sabía. Le tenía cariño a mi padre. Bueno... son las cosas de ser del barrio de toda la vida. Las buenas cosas.
Después de comer, como no tenía fiebre y me sentía animado, decidí probar la cámara sin salir de casa. Puse la máscara para 6 x 9 cm. Los negativos obtenidos realmente tienen 54 x 92 mm, lo que hace que su aspecto se parezca más al 16:9 de las televisiones que al 3:2 que sugiere lo de 6 x 9. Como me equivoqué al colocar el contador de exposiciones, no pude hacer las 8 exposiciones previstas, me tuve que contentar con seis.
Algunas de ellas, el "paisaje" desde mi balcón o de mi balcón.
Características típicas de la fotografía estenopeica. Profundidad de campo infinita y una nitidez que depende del tamaño relativo del estenopo. Con f/135, no se puede esperar un nitidez súper. Pensemos que alguna de mis cámaras caseras del taller tenían un f/500. Para un diámetro absoluto parecido. ¿Por qué? Porque aquellas tenían una distancia focal de entre 80 y 100 mm. El doble o más que los 40 mm de esta cámara.
También hice algunos bodegones... Uno de ellos, sin querer, por error también, con una doble exposición. Hay que acordarse de avanzar la película, si no superpones unas imágenes unas sobre otras.
Para un negativo de 54 x 92 mm, tenemos un ángulo de visión de unos 97 º, equivalente a una focal de unos 16 mm en el formato tradicional de 24 x 36 mm. Lo que nos produce dos efectos. El primero es un viñeteado muy pronunciado en los bordes, de causas diversas. Por ejemplo, aplicando la ley del coseno elevado a la cuarta potencia que predice la caída de iluminación en los laterales del campo. También porque si el estenopo es un f/135 para esos 40 mm de distancia al centro del negativo, en los extremos más distantes, con una distancia de 67 mm, sería un f/223. En el caso de haber usado la máscara de 6 x 12, con una distancia a los extremos más distantes de 77 mm sería un f/257. Son casi dos pasos de luz menos que al centro. Se nota también en que al contrario de lo que estamos acostumbrados, los bordes están más nítidos que el centro.
En interiores, con poca luz y con diafragmas tan reducidos, usando película negativa en blanco y negro, en este caso Kodak Tri-X 400, se plantea otro problema; el fallo de la ley de reprocidad. Si el fotómetro de mano que utilicé para medir la luz me daba que para f/32 y un IE 400 tenía que dar una exposición de 2 segundos, para f/133, que es aproximadamente 4 pasos más, no corresponde 16 segundos... sino... 2 minutos y me quedé ligeramente corto... Cuestión de paciencia, la fotografía estenopeica.
En cualquier caso, como averiguamos en el taller de fotografía estenopeica, este tipo de fotografía sirve para aprender o afianzar los concepto fotográficos básicos a base de bien. Una hora de uso es como un curso intensivo y avanzado de fotografía básica. No sé... el caso es que cuando terminé de hacer las fotografías... me subió de nuevo la fiebre. Dejé los tarros como estaban... y hasta el día siguiente no revelé el carrete con las fotografías que veis aquí.
Bueno... esto de la fotografía estenopeica, continuará. Y ahora,... a ver si llega la segunda Holga.
Esta entrada es una adaptación personal de un artículo que escribí para el blog de Fotógraf@s en Zaragoza. Ambos tienen muchas cosas en común, pero también tienen diferencias. Principalmente porque las fotografías de esta versión son exclusivamente mías, mientras que en la anteriormente enlazada había fotografías y referencias a las de todos los participantes en el taller. Ya digo, esta es más personas.
Aquí os cuento como transcurrió el taller que Fotógraf@s en Zaragoza (Flickr; Facebook) organizó el pasado 16 de enero de 2016, en el que un grupo de afortunados afrontamos la aventura de practicar la fotografía en su estados más primitivo y puro; la fotografía estenopeica.
Pero antes de pasar a contaros el taller, vamos a explicar un poquito lo que es la fotografía estenopeica. Una cámara estenopeica es una cámara fotográfica que como cualquier otra es una cámara oscura en una de cuyas paredes interiores situamos una superficie sensible a la luz capaz de registrar una fotografía, mientras que en otra de ellas, en lugar de un objetivo, un sistema de lentes que deja pasar la luz y la dirige a la superficie sensible, lo que tenemos es un orificio muy pequeñito, muy fino. Este orificio sumamente estrecho, el estenopo, permite que la escena que se sitúa ante la cámara aparezca enfocada en toda su profundidad cuando se revela a partir de la superficie sensible.
El principal inconveniente que tiene este sistema es que la nitidez de la imagen no va a ser nunca tan elevada como los modernos sistemas ópticos que calzan las cámaras fotográficas desde hace décadas. Pero ya lo dijo Cartier-Bresson, la nitidez es un concepto burgués. Abajo la burguesía, viva la revolución... fotográfica. Por contra, la fotografía estenopeica tiene dos grandísimas ventajas. La primera es que cualquiera puede construirse su propia cámara por muy poco dinero, con objetos reciclados que normalmente irían a la basura. Veamos unos ejemplos.
Sip. Una caja de cartón y un par de latas de distintas formas, en cuyo interior hay una pieza rectangular de papel fotográfico tradicional, sellada contra las fugas de luz con cinta aislante negra, y con un obturador hecho también de cinta aislante colocada sobre el pequeño estenopo por el que pasará la luz en el momento de hacer la fotografía.
La segunda gran ventaja es que las fotografías que conseguimos son una mezcla de conceptos científicos, de sensibilidad artística y de azar, que no pocas veces escuchamos durante el taller denominar como "magia". Aunque hay mucha y buena ciencia detrás de estas fotografías. El arte es algo que tiene que salir de la imaginación y el ingenio de cada uno. El azar... es cuestión de suerte. Conviene poner nombre a las cámaras, sentirlas como algo vivo con quien mantenemos una relación; la "Naranjita", la "Chocolatera" o la "Canela". Es algo que pronto aprendimos de Beatriz Aisa, a quien tuvimos la suerte de conocer hace unos meses en una estupenda mesa redonda en la que tuve el privilegio de participar, y que tiene buena parte de "la culpa" de que el taller fuera un éxito, donde aprendimos y nos divertimos a partes iguales y en proporciones considerables.
Comenzó la mañana fría. Desplazarse hasta el Centro Joaquín Roncal en el que se celebró el taller a 3 ºC, pero con una sensación térmica de -3 ºC por culpa del cierzo, tan fiel a su cita de mediados y finales de enero en Zaragoza. Pero el buen ambiente humano y las colosales galletas de Caramina nos hicieron entrar en calor en un abrir y cerrar de ojos.
La mayor parte de la mañana, hasta el mediodía pasado, la dedicamos a construir nuestras cámaras. Todos habíamos llevado al menos una caja o un bote de cartón u hojalata a partir de los cuales improvisaríamos nuestros personales aparatos fotográficos, cada uno según sus preferencias.
Preparar el orificio donde colocaríamos la plaquita de aluminio con el estenopo, pintar el interior de la cámara con pintura negra mate para evitar las luces parásitas, lijar las plaquitas de aluminio para hacer más sencillo agujerear el estenopo, disponer el lugar donde colocaríamos el papel sensible a la luz sobre el que realizaríamos la fotografía,... De paso aprender cómo calcular la distancia focal de nuestro sistema, la apertura f/ equivalente de nuestro estenopo, la tiempo de obturación necesario para hacer la fotografía,... conceptos claves que muchas veces dados por hechos... porque vienen en las especificaciones técnicas de nuestras cámaras. En este caso teníamos que aprender a calcular las especificaciones de nuestras cámaras. Más adelante, cada uno habrá de aprender a diseñar su cámara para unas especificaciones dadas. En esta mañana nos iniciamos, pero queda mucho margen al aprendizaje.
Finalmente, con las cámaras preparadas, sólo quedaba una última operación antes de salir a fotografiar. Cargar las cámaras con papel sensible en el cuarto oscuro. Vamos,... en un baño sin ventanas. Y el papel es ortocromático, no es sensible a la luz roja, por lo que no es necesaria la oscuridad total. Una luz roja ilumina las operaciones y nos permite hacer alguna fotografía a pesar de la precariedad luminosa.
Una vez cargadas las flamantes estenopeicas, teníamos hasta las cinco de la tarde para hacer nuestras fotografías y comer. Para evitar tiempos de exposición muy largos, la mayor parte de ellas se hicieron a pleno sol, con tiempos de exposición entre los 20 y los 32 segundos. Pero algunas a la sombra precisaron tiempos de hasta cuatro minutos y aun quedaron oscuras.
Pero os dejo algunos momentos de ese divertido mediodía.
La última de las imágenes representa mi último intento. La cámara es la caja naranja. Debajo hay otra cámara en forma de tambor de Beatriz, que nos sirve de apoyo y para elevar el punto de vista, y sobre la "Naranjita" una cámara compacta que hace peso para evitar que una posible ráfaga de viento desplace la "Naranjita" durante la toma. Calculamos una tiempo de exposición entre 2 y 4 minutos, pero, como veréis más adelante, aun fue escaso.
Tras la comida, de vuelta a la tarea. Al cuarto oscuro para revelar las fotografías. Lo paradójico es que el cuarto oscuro lo montamos en el cuarto de ordenadores para edición ¡¡¡digital!!! del Centro Joaquín Roncal. A partir de ahí, la emoción de ver aparecer las imágenes en la bandeja de revelado, calcular a "ojímetro" el momento en que la densidad de los negros y las luces es la adecuada, y al baño de paro y luego al fijador. Todo un arte que hay que practicar con frecuencia para controlarlo.
Luego se lavan las copias, que quedan como negativos, Las fotografías finales aparecerán más adelante, cuando cada cual haya escaneado sus negativos y los haya invertido en el ordenador.
En estas dos últimas fotografías, que son la misma, se ve cómo a partir del negativo en papel que obtenemos, podemos obtener un positivo al digitalizarlo de algún modo. En este caso, simplemente fotografiando con una cámara digital, y posteriormente invirtiendo el resultado, tanto en los tonos, como volteando horizontalmente la fotografía. Al final del taller Beatriz intento obtener un positivo por contacto. Pero las posibilidades de regular adecuadamente la intensidad de la luz y el tiempo de exposición eran malas, y nos quedamos con la idea general de la técnica, sin conseguir una buena copia.
Y una vez narrada la historia del taller, que espero que os haya resultado interesante y os animéis a disfrutar de la experiencia cuando surja, sólo queda disfrutar de los resultados, En nuestro caso, como el original era un negativo, hemos digitalizado de alguna forma la imagen. En mi caso, sobre un escaner plano de sobremesa que hace un trabajo digno desde hace años.
De las tres cámaras que hice, la primera. la "Chocolatera", con una toma de una de las puertas del Pilar, no salió. Supongo que el estenopo se obturaría con el pegamento con el que adherimos la lámina de aluminio que lo contiene, impidiendo el paso de la luz.
Las otras dos sí que salieron.
En esta primera, mi la idea era retratara una de las majas goyescas del monumento a Francisco de Goya en la plaza del Pilar de Zaragoza. Al principio tenía algo de miedo a que dado que sólo estábamos a unos dos metros y medio o tres metros de la figura, pudiera quedar cortada la cabeza. Pero lo cierto es que la longitud focal efectiva de la cámara era menor de lo calculado, el ángulo de toma mayor, y aunque acerté a la hora de centrar verticalmente la figura, quedó amplitud de sobras. La imagen me parece agradable.
La segunda fotografía, con la "Naranjita", arriesgué un poco más ya que situé la cámara a unos dos metros de la escultura del muchacho observando la desaparecido Torre Nueva en la plaza de San Felipe. Antes habéis podido ver la fotografía con el dispositivo montado. También tuve cuidado de que no quedase la cabeza cortada, e intenté ajustar la altura de la cámara con cuidado. Me fue por los pelos, pero quedó bien encuadrado. En lo que llevábamos de mañana, habíamos estado fotografiando con sol, nos habíamos estado manejando con exposiciones de uno 30 segundos. Aquí estábamos a la sombra, lo cual implica al menos tres pasos de exposición de diferencia. Eso nos situaba en 4 minutos de exposición. Aun nos quedamos cortos a pesar de que nos cercioramos de la exposición con un fotómetro de mano. Supongo que, o bien el papel fotográfico tiene un fallo de la reciprocidad que hay que compensar, o mi estenopo era más fino de lo que calculé. Aun así, tras escanear la imagen quedó razable. Eso sí, con alguna luz parásita... cuyo origen no he podido desvelar.
Bueno... espero que os haya parecido interesante. A mi me lo resultó y mucho. Y ahora estoy pensando en cómo diseñar una cámara estenopeica que me satisfaga. Quiero una cámara que me permite colocar papel fotográfico de 20 x 25 cm totalmente plano, no quiero efectos panorámicos ni la curvatura de la proyección cilíndrica, con una visión gran angular, y un estenopo que me de una apertura relativa de aproximadamente f/250... Luego, lo usaría con papel fotográfico del tamaño mencionado que invertiría en el escáner, o buscaría el papel positivo directo de Ilford Harman para copias directas en papel baritado de buena calidad.
Hasta la próxima. Os dejo con una simpática foto de grupo mientras lavábamos las copias negativas obtenidas de las cámaras.
Comenté hace un par de semanas mi viaje a Barcelona para asistir a un taller de fotografía con cámaras de gran formato. También os conté que además de la pequeña cámara digital que uso para documentar lo cotidiana, me lleve la Leica M2 que usé con película negativa en blanco y negro, Kodak Tri-X 400, tanto para documentar el taller, como algunas escenas urbanas y paisajes en los desplazamientos al mismo. Pues bien, al día siguiente al taller, domingo, tenía previsto volver a Zaragoza pero por la tarde. Dándome la ocasión de pasear por la ciudad condal. Confiando en que la luz del otoño estuviese agradable. Y aunque llevaba siempre encima la pequeña Panasonic Lumix GM5, también llevé una cámara de medio formato con negativos en color.
La cámara que me llevé fue la Fujifilm GS645S Professional, cámara de formato medio para película en rollo tipo 120 o 220 (esta última prácticamente extinguida). En los rollos de tipo 120 ofrece 15 fotogramas de 6 x 4,5 cm (54 x 40,5 mm más bien). Si los hubiera, en los de tipo 220 se podrían obtener el doble, 30 fotogramas. Es una cámara que ya he comentado en estas páginas, que me traje de Nueva York hace dos años en un viaje a esa ciudad americana. Con posterioridad necesité ajustar el telémetro de coincidencia que no iba bien. En la actualidad funciona, aunque no está pensado para una actividad desenfrenada. Si las situaciones lo permiten enfoco por zonas, usando la escala de profundidad de campo de su objetivo fijo de 60 mm de longitud focal, aproximadamente equivalente a un 38 mm en una cámara para película perforada de 35 mm con negativo de 24 x 36 mm. El negativo tiene una superficie 2,5 veces superior a la de este último formato.
La película utilizada durante esta mañana fue la Kodak Portra 400, una película auténticamente polivalente, con una gran latitud de exposición, que nos ofrece unos colores muy agradables, no excesivamente saturados, suaves. También tiene un buen control del contraste, por lo que es muy adecuada para la fotografía callejera. Normalmente la uso con un índice de exposición de 200, que ofrece algo más de saturación en los colores. Pero cuando la luz falta se puede usar sin problemas con un índice de exposición equivalente a su sensibilidad nominal de 400 ISO, e incluso con un paso de subexposición, índice de exposición de 800, sin graves pérdidas. Una sobrexposición mayor no conlleva mayor problema, pero si subexponemos más, los negros y los colores se van estropeando... aunque a algunos les gusta el efecto.
En las horas que estuve paseando por Barcelona, lo hice sobretodo por el distrito de la Ciudad Vieja, en el Borne y el llamado Barrio Gótico de la capital catalana. He de decir que para mayor comodidad a la hora de exponer, al contrario de lo que es mi costumbre con esta película, no la ajusté a un índice de exposición de 200 sino a su sensibilidad nominal de 400 ISO. En las estrechas callejuelas barcelonesas hay momentos en los que la luz se hace escasa.
El objetivo Fujinon 60 mm f/4 tiene como veis una velocidad limitada. Esto tiene varios motivos. Por un lado, porque una luminosidad mayor incrementaría bastante su tamaño. Por otro lado, dada la menor profundidad de campo con la que trabajamos en el formato medio, luminosidades mayores obligarían a un telémetro con más base para una precisión suficiente con aperturas mayores. Hay que tener en cuenta que a f/4 este 60 mm ofrece una profundidad de campo equivalente a un f/2 a 38 mm en una cámara para el formato de 24 x 36 mm. El precio que hay que pagar es que cuando la luz escasea nos vemos pronto en dificultades. Quizá para un paseo como el de este domingo, con momentos en los que la luz llega con dificultad a las calles de la Ciudad Vieja de Barcelona, hubiera venido bien la Portra 800.
En cualquier caso, finalmente, salvo algún fotograma subexpuesto, la cosa quedó bien.
El principal problema que tengo con esta cámara es que si no presta mucha atención el horizonte no me queda horizontal. Y para que queden bien las fotos, salvo que el efecto sea buscado, tengo que enderezar las copias digitalizadas en el ordenador. Por lo demás, apenas están ajustadas las digitalizaciones de los negativos que he recibido de Carmencita Film Lab, donde mando revelar los negativos en color, y donde me suelen hacer un buen trabajo, con interesantes comentarios sobre cómo estaban los negativos. En alguna ocasión, algún pequeño ajuste de contraste o luminosidad. Pero poca cosa.
Y es un gusto la sensación que dejan las fotografías realizadas con un tamaño de negativo semejante. A usar más.