Vuelvo de nuevo a mi recientemente adquirido ejemplar de una de las creaciones más conocidas del ingeniero Yoshihisa Maitani, la Olympus Pen F, de medio formato (no confundir con el formato medio, en inglés "half frame" vs "medium format"). Os recuerdo que se trata de una cámara réflex con prisma de porro y obturador plano focal rotatorio, con un diseño elegante y reducido. Y con un sistema de objetivos intercambiables de alta calidad. Muy superior a lo honorables objetivos de las compactas de medio formato. Os recuerdo también que lleva un objetivo F.Zuiko Auto-S 38/1,8, con una ángulo de visión similar a un 55 mm en las cámaras para 24 x 36 mm, al que le suelo poner un filtro amarillo B+W que ya tenía por casa, de 43 mm de diámetro.
Me recordaron recientemente que en el nombre de los objetivos Zuiko, la letra que precede a dicha marca, la F en este caso, indica el número de elementos que componen la fórmula óptica del objetivo. La F es la sexta letra del alfabeto latino, por lo que este 38/1,8 tiene seis lentes. Un D.Zuiko, que lo hay en esta focal con una apertura máxima de f/2,8, tendría sólo 4 lentes. Vamos, que de acuerdo a lo que se llevaba en los años 60, el F.Zuiko sería un objetivo relativamente serio, con un fórmula óptica similar a los Planar de Carl Zeiss, mientras que el D.Zuiko sería el más económico, más de aficionado, con una fórmula óptica similar a los Tessar de la marca alemana. Estos solían ser bastante más compactos, pero como estamos con un sistema mucho más compacto que las réflex habituales de 35 mm, el F.Zuiko también es bastante ligero.
Con el segundo carrete que le he puesto a la Pen F, he seguido optando por la baja sensibilidad y el grano fino. Os recuerdo que al tener el negativo de esta cámara la mitad de tamaño que los habituales de película de 35 mm, el grano se hace más aparente al ampliar. Por lo que una película de grano fino, aprovechará mejor las calidades de estos objetivos. He utilizado un Ilford Pan F Plus, una película de grano fino de Harman. Realmente, en lo que es mi experiencia, es una película que ofrece una gran nitidez y definición. Pero que está más pensada para usar en estudio y condiciones de luz controladas, y tiene un contraste elevado. Así que su posible uso en luz diurna abundante puede conllevar situaciones de excesivo contraste más delicada. Quizá por eso siempre preferí cuando fue preciso un grano fino y alta nitidez, la Fujifilm Neopan 100 Acros, que aporta algo más de sensibilidad para una nitidez y grano que me parecen similares, no sé que dicen las pruebas técnicas, con un punto más de sensibilidad, y un contraste más sencillo de gestionar.
La usé durante buena parte de la excursión a Galve, con los chopos cabeceros y los dinosaurios, y también paseando por las calles de Zaragoza. He revelado la película con Kodak HC-110 en dilución E modificada. La dilución E es 1+47, mientras que la modificada es 1+49. Los cálculos para preparar los líquidos son más fáciles de hacer si tenemos que dividir por 50 que si tenemos que dividir por 48, y la diferencia en la dilución es muy pequeña, por lo que en la práctica se pueden mantener los tiempos recomendados, en este caso 5,5 minutos a 20 ºC. Si quieres añadirle unos segundo más al tiempo de revelado... pero probablemente esté en el margen de la variabilidad personal a la hora de procesar la película.
No he tenido ocasión de revisar todo el carrete. 72 fotos son muchas. Pero la impresión es que efectivamente en situaciones de luz contrastada, hay un poco de tensión entre las luces y las sombras, aunque de momento parece que en ningún momento se han bloqueados las sombras ni empastado las luces. Quizá hubiese sido conveniente una dilución H o aun un revelado desatendido con una dilución más elevada, para un efecto más compensador, que controle mejor el contraste. En fin... si conforme voy revisando el carrete voy encontrando algo que comentar, ya os diré. En general, los resultados son muy satisfactorios. Desde mi punto de vista, más que con la Rollei Retro 80S, aunque también pierdes algo de sensibilidad. Con el filtro amarillo, empiezas a tener problemas cuando la luz empieza a ser limitada en seguida.
Con carácter general, podríamos afirmar que en fotografía los debates están sesgados en una dirección que a mí me parece incorrecta. En lugar de hablar sobre ideas, conceptos y estética, temas sobre los que, para los que la mayor parte de los seres humanos en nuestros años de formación, se dedica un tiempo insuficiente o nulo en nuestra educación, hablamos sobre aparatos. Cámaras, objetivos, sistemas, tecnologías,... Nos resulta más cómodo a la hora de debatir "agarrarnos" a algo material, a un objeto con una hoja de especificaciones que comparar con otras. Incluso, una vez que realizamos una compra, temerosos de habernos equivocado puesto que la inversión es siempre más o menos costosa dependiendo de las finanzas personales del fotógrafo, profesional o aficionado, afirmamos hasta el fanatismo que nuestra cámara, nuestro sistema es el mejor. Con uñas y dientes. Y sin embargo...
Sin embargo, un aparato fotográfico y sus complementos no son más que una herramienta para realizar un trabajo. Llevar una imagen de la realidad, una idea o un concepto a una fotografía, que puede ser replicada y que determina nuestra visión del mundo. Y si lo pensamos bien, la bondad de esas fotografía depende más de nuestras capacidades personales que de las de nuestra herramienta. Eso no quiere decir que la herramienta no sea importante o no condiciones nuestro resultados. Pero debemos partir siempre del hecho de que una cámara fotográfica es fruto de un diseño de ingeniería en el que se establece de carga y se determinan unos compromisos. Para que sea buena en determinadas tareas, tendrá limitaciones en otras dimensiones. O de un diseño óptico. Un objetivo perfecto no existe. Se acercará a ello... pero con unos costes la mayor parte de las veces prohibitivos, y con unos contratiempos añadidos muy notables. El ejemplo clásico. Hace 20 años, un objetivo Canon EF de focal estándar, 50 mm, y una apertura luminosa, f/1,4, costaba unos 350 euros y tenía un tamaño razonable. Cuando consultabas a los "listos", te decían que era un buen objetivo. Hoy en día, que cubre el formato 24 x 36 mm, no vale, nos dicen, y un 50 mm con un apertura f/1,4 de buena calidad que cubra ese formato, puede valer miles de euros si queremos alcanzar la calidad necesaria para las exigencias de un sensor de imagen de más de 40 megapíxeles, y tiene un tamaño que pone en grave riesgo tus cervicales. La tecnología digital ha traído grandes ventajas, pero nos somete a servidumbres notables. Tal es así, que la mayor parte de los humanos, para sus necesidades fotográficas se contentan con el teléfono móvil. Ejemplo claro de compromiso entre distintas variables, y tan contentos. Porque los gurús, los "listos", especialmente si son hombres, nos van a decir que el fotógrafo machote no se puede conformar con formatos más pequeños y sensatos que ofrecen calidad suficiente.
Retrocedamos en el tiempo a finales de los años 50 y principios de los años 60. El formato de película 135 que popularizo Leica y que adoptaron otras marcas, fue durante años un formato de aficionado. Con sus negativos de 24 x 36 mm, lo que hoy en día se llamaba "full frame", se denominaba formato pequeño o miniatura, y en principio se vio como algo pensado para aficionados. Los serios usaban el gran formato o el formato medio... sólo algunos documentalistas, gentecilla como una tal Cartier-Bresson o Robert Capa, entendieron que más valía llevar una cámara dispuesta en cualquier momento, aunque no fuera perfecta, pero ligera y a mano, para conseguir la fotografía que querían.
Y en esto llegó un ingeniero a Olympus que se llamaba Yoshihisa Maitani, que se percató de una cosa. La película era relativamente cara. La película 135, de 35 mm de ancho, admitía otros formatos, aunque se construyeron pocas cámaras para ellos. Si el 24 x 36 mm era el formato pequeño o miniatura, imagina el desprestigio de los "subminiatura". Hubo cámaras para formatos de 24 x 24 mm, 24 x 32 mm y para 18 x 24 mm (aproximadamente todos ellos), pero solían ser de gama baja y no apreciadas por la calidad de la imagen que producía. Maitani tuvo una visión similar a la de Oskar Barnack en Leica unas décadas antes. Quizá se podría popularizar un formato de negativo más pequeño, que optimizase el coste de una fotografía, pero había que imaginar, diseñar y fabricar una cámara y unas lentes que reunieran a un mismo tiempo calidad con pocos compromisos y unos costes razonable de producción. Y así surgió la línea de cámaras Olympus Pen, de medio formato (no confundir con el formato medio, en inglés "half frame" vs "medium format"). Que mantuvo unos ciertos niveles de éxito durante unos años, hasta que los avances de ingeniería y del desarrollo de películas conllevaron la aparición de cámaras para el formato 24 x 36 mm más pequeñas, de buena calidad y asequibles junto con películas para aficionados a precios más asequibles. En ese momento, el medio formato quedó visto para sentencia. No sin antes dejar para la historia de la fotografía algunas de las cámaras más interesantes por su diseño y funcionamiento.
Una de ellas es la que presento aquí hoy. Yo ya tenía dos cámaras para este formato, una Canon Demi EE17, bastante maja, pero que dejó de funcionar, y una modesta y baratita Olympus Pen EE3. Pero me apetecía tener en la colección una de la gama noble de Olympus, las réflex con prisma de porro de la serie Olympus Pen F y obturador plano focal rotatorio, que permitía un diseño elegante y reducido. Y con un sistema de objetivos intercambiables de alta calidad. Muy superior a lo honorables objetivos de las compactas de medio formato. El problema es que están caras en el mercado de segunda mano. Las Pen F, FT y FV se fabricaron entre 1962 y 1970... o sea que nuevas nada. Hay una Olympus Pen-F digital que tiene cierto parecido externo... y nada más. Hasta que se me ocurrió buscar en mercados más alejados. Y descubrí que en Japón las venden a la mitad de precio. Y que lo que los japoneses llaman "cámara con signos de uso superficial" es lo que en occidente publicitan como "cámara como nueva en excelente estado". Y me pedí la que podéis ver al principio de esta entrada.
Lo demás es ponerle un carrete y probar que tal van. Que va bien. Como el tamaño del negativo es aproximadamente la mitad de lo que estamos acostumbrados con la película de 35 mm, le puse un negativo en blanco y negro de Rollei Retro 80S, una pancromática con sensibilidad extendida al rojo profundo e infrarrojo cercano, que tiene un grano muy fino y bastante nitidez. Al objetivo F.Zuiko Auto-S 38/1,8, con una ángulo de visión similar a un 55 mm en las cámaras para 24 x 36 mm, le puse un filtro amarillo B+W que ya tenía por casa, de 43 mm de diámetro. Y me fui a hacer fotos.
Ventajas,... tamaño reducido, aparato estéticamente muy agradable, gran precisión mecánica, un visor bastante bueno para el tamaño que tiene... Inconvenientes,... la cámara por la que he optado, la original Olympus Pen F (1963 - 1966) no lleva fotómetro integrado y hay que confiar en uno externo o medir a ojo, y hace da la impresión de que el disparador es más ruidoso de lo deseable. Y por supuesto, la mitad de información que con un 24 x 36 mm. El botón disparador es muy sensible y se dispara con facilidad, y el avance de la película exige un doble accionamiento de la palanca de avance. Por lo demás, es muy divertida.
La película está revelada con Kodak HC-110 en dilución H (1 + 63) durante 10' a 20 ºC. Realmente, esta película es muy contrastada y por ello preferí una dilución elevada, para ver si ejercía un efecto compensador. Aun así. Es contrastada. Pero digitalizada con la Panasonic Lumix G9 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS disponemos de abundante información para manejarnos. Con el escáner Epson V600... no es una buena idea para formatos tan pequeños. Muchos problemas.
Quizá no es una cámara para usarla todos los días, porque hay otras opciones más modernas y eficientes. Pero es de una gran belleza, es un prodigio de diseño industrial mecánico, con una calidad de fabricación que habla muy bien de la capacidad de ingeniería e innovación de la japonesa Olympus. Y un verdadero monumento al genio de Maitani.
Siempre me lío con el nombre de la empresa que fabrica o posee el fabricante de las películas fotográficas Ilford y que además también fabrica algunas cámaras fotográficas bajo la marca Harman. Nunca sé si es Harman la que posee la marca Ilford (y otras como Kentmere), o si es Ilford la que posee la marca Harman y otras. Da igual. El caso es que las cámaras fotográficas se venden en la actualidad bajo la marca Harman. Y entre ellas un par de modelos de cámaras de un solo uso. En realidad es un único modelo de cámara de un solo uso, que se vende cargado con dos tipos de película en blanco y negro distintas; las cámaras que vienen con un carrete de Ilford XP2 Super 400, para revelar en proceso C-41, similar al de las películas negativas en color, y las que vienen con un carrete de Ilford HP5 Plus 400, para revelar en los procesos tradicionales de revelado de películas en blanco y negro.
He usado en varias ocasiones la variante con película Ilford HP2 Super 400, y en ocasiones de forma muy satisfactoria. Pero recientemente, en un viaje a Japón, he tenido la ocasión de usar la variante con Ilford HP5 Plus 400, que tiene unas características muy distintas.
Comentaré los antecedentes. Mi idea era llevar a Japón, junto con mi equipo fotográfico digital, una cámara para película tradicional, la Minox GT-E, con varios carretes de película, casi con toda seguridad Ilford HP5 Plus 400. Las tenía preparadas, las dejé 24 horas de salir de viaje sobre una estantería, cámara y películas, pero... a última hora se me olvidó incluirlas en la mochila de viaje. Me di cuenta al llegar a Osaka. Y en ese momento me planteé varias alternativas. Por supuesto, olvidarme del tema y dedicarme en exclusiva a la fotografía digital. Otra posibilidad era encontrar un garito de segunda mano donde pillar una cámara compacta de segunda mano con poco gasto y comprar película, que no es difícil en las grandes ciudades japonesas. Pero había que perder tiempo buscando donde comprarla. O desplazándome al lugar donde estaba la tienda de zarrios baratos pero funcionantes. También estaba la posibilidad de comprar cámaras de un solo uso. En Yodobashi Camera o en Bic Camera, comercios que están en todas las grandes ciudades japonesas era seguro que iba a encontrar. Pero llevar seis o siete cámaras desechables es un incordio... así que opté por una solución de compromiso. Comprar un par de cámaras desechables Harman en Tokio para los dos días y medio que estuvimos visitando la capital japonesa. Si en Yodobashi Camera de Osaka hubiera encontrado, la Lomography Simple Use Camera, que básicamente es una cámara sencilla como las de un solo uso, pero que permite recargar con nuevos carretes, esa hubiese sido también una opción. Pero no tenían. En Tokio, después de comprar las dos cámaras de uno sólo uso la encontré,... pero en ese momento ya no me interesaba. Y además, antes de recargarla, tienes que terminar el carrete de negativos en color que lleva y que no me interesaba.
Así pues, cuando llegamos a Tokio, donde pasamos las tres últimas noches del viaje, compré un par de Harman Single Use Ilford HP5 Plus 400. Y me dispuse a disfrutarlas.
Pronto me di cuenta que no lo iba a tener fácil. Estas cámaras ofrecen mejores resultados si hay buena luz. Con una apertura fija de aproximadamente f/10 y una velocidad de obturación que estará en 1/100-1/125 segundo, pueden ir tirando con buen tiempo o con tiempo nublado. Pero si el nublado es muy profundo o te mueves entre calles donde llega la luz con menor intensidad, la cosa se complica. Además, con tiempo nublado, el contraste en la calle puede ser muy bajo. Por ello decidí que la usaría con la idea de darle un revelado extendido, como si la estuviese forzando a un índice de exposición de 1250-1600. Más por aumentar el contraste que por otra cosa. Al fin y al cabo, por mucho que fuerces el revelado, donde no llegan fotones... no hay nada que hacer.
Así lo hice. La mayor parte del tiempo tuvimos un tiempo nublado con escenas con poco contraste, aunque hubo algún momento de tiempo soleado, aunque nunca con un sol muy fuerte y de tonos muy contrastados. Revelé los dos carretes en Kodak HC-110, dilución A (1 + 15), durante 5 minutos a 20 ºC, lo que viene ser equivalente a un revelado n + 1 2/3. Es decir, sobre el revelado recomendado para un índice de exposición para su sensibilidad nominal de ISO 400, resituar los tonos medios en un paso y dos tercios más de exposición, las altas luces aún se van más allá... y las sombras,... que se queden donde hayan podido llegar durante la exposición. Por supuesto, un resultado colateral del aumento del tiempo de revelado recomendado es tener un grano más aparente de lo que hubiésemos tenido a su sensibilidad base.
El resultado final es aceptable. Pero tengo la sensación de que el menisco de plástico que usan como objetivo estas cámaras ha empeorado en su calidad desde que usé cámaras similares para XP2 Super hace algo más de un año. En aquella ocasión, la imagen era razonablemente nítida en el centro con una nitidez degradada de forma notable pero aceptable en los bordes y las esquinas. En esta ocasión, tengo la sensación de que la nitidez en bordes y esquinas empieza a degradarse antes, más cerca del centro del fotograma, y es más acusada. Como el revelado y el digitalizado no son comparables, quiero ser prudente con esta valoración. Aquellas cámaras de hace año y medio las revelaron en Carmencita Film Lab en proceso C-41 y las escanearon con un escáner profesional. En esta ocasión, aunque con mucho cuidado y esmero, el revelado es casero y los negativos los he digitalizado con mi Panasonic Lumix G9 y el objetivo macro de 45 mm, todo perfectamente controlado con niveles, para conseguir un paralelismo adecuado entre el sensor de la cámara y el negativo. En ambos casos, partimos de negativos con una resolución de 40 megapíxeles.
¿Seguiré usando este tipo de cámaras en el futuro? Mmmmmmm... No de forma sistemática. Son divertidas. Pero generan muchos residuos, muchos de ellos de plástico. Y el planeta no está para estas alegrías. Ilford-Harman están a punto de sacar al mercado una cámara con las mismas características, pero reutilizable. Pero... puestos a utilizar algo reutilizable, prefiero usar algo con una lente más digna y con mayores capacidades de intervención en la exposición. Es decir, en la próxima ocasión intentaré no olvidarme la cámara que ya tengo.
De alguna forma, lo que tengo que contar hoy aquí no es una novedad. En los últimos años ya me he llevado cámaras para película tradicional en viajes, generalmente con película en blanco y negro. Y este es el segundo viaje que hago en el plazo de un año en el que la cámara principal es la cámara para película tradicional y no la cámara digital, que en esta ocasión, la Fujifilm XF10, ha sido la cámara de apoyo.
Después de la satisfactoria experiencia de hace un año en el lago Constanza y el Rin, parecería que repetir el equipo era lo más lógico. La Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH es capaz de ofrecer unas fotografías excelentes, sólo limitadas por la capacidad del fotógrafo. Un equipo discreto, con una óptica de muy alta calidad, con la rapidez que ofrece el enfoque por telémetro de coincidencia, o con la posibilidad de enfocar por zonas, gracias al campo de visión moderadamente angular de un 35 mm. Pero la Leica M2 tiene un pequeño contratiempo. No lleva un fotómetro incorporado. En el tipo de viaje que hice el año pasado, la cuestión no es especialmente importante. Con la mayor parte de las fotos en exteriores, y con una luz natural muy estable. Es muy fácil tirar de la regla "soleado f/16", que nos dice que si una película tiene una sensibilidad ISO ###, en exteriores con sol abundante en la espalda del fotógrafo la exposición correcta será un diafragma f/16 y una velocidad de obturación de 1/### segundos. A partir de ahí es fácil estimar otras situaciones de iluminación al aire libre. El sol lateral o velado o cuando empieza a caer sobre el horizonte al atardecer, aumentamos un paso la exposición según la regla base. Si se nos nubla, aumentamos dos pasos. En la sombra con sol despejado o si llueve, aumentamos tres pasos. En calles en sombra muy estrechas, aumentamos cuatro pasos... Y otras situaciones que vas aprendiendo con el tiempo.
Pero en Berlín, en un entorno urbano diverso, con luces más cambiantes, con interiores o semiinteriores bien iluminados pero en los que es más difícil establecer la equivalencia, que la cámara lleve un fotómetro incorporado y fiable es importante. También es importante que tenga un tamaño contenido, como la M2. La Pentax MX reúne estas condiciones. Es un poquito más grande, por culpa del relieve del pentaprisma sobre la parte superior de la cámara. Hablando de objetivos, el SMC-M 28/3,5 y el SMC-A 50/2 que me llevé, son más grandes que los objetivos de Leica. Pero son bastante contenidos de dimensiones. Y desde luego no tienen el prestigio de la calidad óptica del Summicron mencionado, ni de lejos, pero eso no quiere decir que sean malos objetivos. En absoluto. A diafragmas entre f/4 y f/11 dan una calidad asumible por cualquiera, y son usables a plena apertura. El equipo me quedaba los suficientemente contenido en volumen y peso, que hasta me animé a echar en la mochila el SMC-A 100/4 Macro. Aunque lo he usado poco.
Como material sensible, lo que me suelo llevar a los viajes últimamente es la Ilford XP2 Super 400, que con su revelado cromogénico, me ofrece bastante nitidez y un grano contenido. Especialmente porque la expongo a un índice de exposición de 200 cuando hay luz suficiente. Y sólo subo a IE 400, la sensibilidad nominal de la película, o a IE 800, el límite recomendado de subexposición, cuando no queda más remedio por las circunstancias de la luz. En esas condiciones, el grano aumenta, pero siguen siendo fotografías aprovechables. Hasta tal punto me merece confianza el equipo, que solicité de Carmencita Film Lab el revelado con escaneado XXL, que me proporciona ficheros digitales con una resolución espacial próxima a los 40 megapíxeles, por si alguna de las fotos me apetece ampliarlas a buen tamaño. Si ningún problema para una ampliación a 70 x 50 cm, no con las fotos tomadas en situaciones más precarias, pero sí en las realizadas con buena luz y buena nitidez. Incluso, teniendo en cuenta que las grandes ampliaciones se contemplan a distancias mayores, he comprobado que se podría llegar al 90 x 60 cm sin ningún problemas. Es un mito lo de que necesariamente hay que imprimir a 300 o 360 píxeles por pulgada, y 200 píxeles por pulgada o 80 píxeles por centímetro pueden ser aceptables cuando se gestiona bien el archivo y la impresión.
También me llevé un par de filtros Heliopan, un Yellow 8 y un Red 25, para mejorar el contraste. El filtro amarillo lo usé casi con carácter general, desapareciendo del frontal del objetivo sólo cuando la luz se hacía escasa y todos los fotones eran bienvenidos. El filtro rojo lo reservé para tomas en exterior en los que encontré especialmente importante destacar las nubes del cielo azul, o donde quise mejorar la separación de los tonos de color, que hubieran tendido al gris uniforme sin el filtro. No me llevé filtros el año pasado, y lo lamenté en varias ocasiones.
En general estoy satisfecho. Aunque en general acabas obteniendo unas fotografías bastante contrastadas. Gracias a la sobreexposición de un paso en la mayor parte de las fotos, por el IE 200, muy luminosas. Pero me estoy planteando introducir modificaciones en un futuro cercano. En menos de cuatro semanas estaré de viaje a Japón, donde me llevaré un cámara para película tradicional como cámara secundaria. Probablemente la Minox 35 GT-E, que es muy compacta y capaz. Aunque es posible que me lleve un stock de película Ilford HP5 Plus en lugar de la XP2 Super 400, para conseguir un contraste menor y mayor riqueza tonal. Probablemente, si intuyo que las fotos van a merecer la pena, también confiaré el revelado y, sobretodo, el escaneado a un servicio comercial. A mí no me quedan mal. Pero las fotos son demasiado preciosas como para arriesgarme a un desliz en mis métodos caseros. Pero de todo eso ya os contaré dentro de un tiempo.
Comentaba hace casi tres meses la cualidades, positivas o negativas, de la Fujifilm XF10, cámara digital compacta, de focal fija y de objetivo no intercambiable, que se ha convertido en este tiempo en mi cámara acompañante. Bloc de notas, cámara secundaria... siempre a mano. Siempre me ha gustado tener una de estas cámaras.
Cuando la inauguré ya adelanté su pros y sus contras.
Entre sus pros, el precio asequible, la excelente calidad de imagen, un buen objetivo y un tamaño bolsillero.
Entre sus contras, la carencia de estabilizador de imagen, la ausencia de visor óptico, hay que depender de la pantalla trasera, una duración de la batería muy mejorable, lenta de reacciones y con una ergonomía que me parecía aceptable pero mejorable.
En China no la usé mucho, y aun así me proporcionó algunas de las imágenes más notables del viaje. Pero se notaba mucho la diferencia en la comodidad de uso entre la Panasonic Lumix G9, donde todo está donde debe estar, y la Fujfilm XF10... donde a veces sucedía cosas raras, como encontrarte con una configuración distinta de la que te habías encontrado.
Estoy pronto a salir de viaje, una pequeña escapada de pocos días a Berlín. Mi intención era hacer como el año pasado en el lago Constanza, pero de forma más extrema. Llevar como cámara principal una cámara para película tradicional con unos cuantos carretes de Ilford XP2 Super 400, y una digital para momentos concretos en los que el color o la manipulación de la imagen se impusiesen. Por ello, en las últimas semanas he estado tratando de familiarizarme más con la Fujifilm.
Pero el resultado es que, a unas horas de salir, todavía no he decidido el equipo. Los problemas de ergonomía de la XF10 son mayores de lo que pensaba, y no me estoy acostumbrando a ellos. La lentitud, la indecisión, muy grande, en el enfoque, que en ocasiones se palía con el modo de enfoque fijo en la hiperfocal, y los defectos de en la ergonomía, por ejemplo, me cuesta horrores leer la información disponible en la pantalla trasera, tanto por lo diminuto de letras y gráficos, como por las pérdidas de contraste en situaciones de luz ambiental intensa,... todos estos problemas hace que no me haya decidido.
Acabaré llevándome la Lumix GF9 con la Minox 35 GT-E como complemento para película tradicional. O la Pentax MX con la XF10 como complemento digital. En cualquier caso, una cámara "grande" de objetivos intercambiables y una compacta. Dos "grandes", nunca. Quiero viajas muy ligero. En fin. Que la XF10 me resulta una cámara más fallida de lo que había supuesto. La aprovecharé unos años. Que no estamos para tirar el dinero. Pero... difícilmente recomendable. Fujifilm no deja de decepcionarme de vez en cuando.