Vamos con el tercero de los cuatro rollos de película negativa en color que expuse durante el mes de marzo. Bueno... lo del mes de marzo es un decir, porque en realidad este rollo lo usé durante los días festivo de Semana Santa, o sea, entre el 1 y el 4 de abril. Desde hace tiempo, años, tengo rondando en casa algunos rollos de película negativa en color de ISO 800 en formato 120, que nunca encuentro ocasión para usar de forma diferenciada a los de ISO 400. Me resulta difícil diferenciar usos entre películas con una diferencia de sensibilidad de sólo un paso. Preferiría disponer de un abanico de películas de ISO 100, 400 y 1600, a los 100, 160, 400 y 800 actual. El caso es que uno de los rollos era un Kodak Portra 800, que por el tiempo que lleva rondando por el mundo, casi seguro que estaba caducado. Me lo dieron fuera de la caja y no sé cuál era su fecha de expiración. No obstante, por haberlo tenido refrigerado, asumí que su comportamiento no sería muy anómalo.
Mi planteamiento inicial era buscar composiciones interesantes en el extrarradio industrial y ferroviario de Zaragoza al caer de la tarde. Especialmente dado que podía haber algunas nubes en el cielo, por lo que el extra de sensibilidad podía venir bien. Luego, las cosas fueron distintas, apenas pude hacer cinco tomas en esas condiciones, y para no mantener el rollo indefinidamente en la cámara opté por terminar de exponerlo en una visita al Museo Pablo Gargallo, aprovechando que el primer domingo de mes hay entrada gratuita. No es la primera vez que hago algo así.
Utilicé para las fotos la Hasselblad 500 CM calzada con el Carl Zeiss Planar 80/2,8 CF T*, un respaldo convencional A12 para doce negativos cuadrados de 56 x 56 mm y el visor con fotómetro incluido PM 51. Con la pantalla de enfoque de mi Hasselblad, para una película de ISO 800 se recomienda ajustar este fotómetro a IE 1600, para compensar la falta de luminosidad de la pantalla que provocaría una sobreexposición indicando la sensibilidad nominal. Lo cierto es que, dada la tolerancia de las películas Portra a la sobreexposición, y teniendo en cuenta mis dudas sobre cuánto tiempo llevaba este rollo de película danzando por el mundo, decidí mantener el IE 800, por lo que la estaba exponiendo realmente como si fuera una película de ISO 400.
Los resultados han sido en general agradables. Con los tonos tirando a cálidos tradicionales de Kodak, teniendo en cuenta la más que probable sobreexposición de la película que rebaja la saturación de los colores, y con la tendencia a disminuir el tamaño del grano de las películas de la gama Portra cuando recibe algo más de luz de la prevista, el rendimiento general de la película me ha gustado. Es una pena que las condiciones atmosféricas limitaran mi intención de dedicar todo el rollo al paisaje suburbano. Pero las fotos del museo tampoco han quedado mal, aunque un poco al albur de las distintas condiciones de iluminación dentro del museo. La reserva de sensibilidad que tiene la película, permite fotografiar con combinaciones de diafragma y velocidad de obturación cómodas. Sobre trípode en los paisajes, a mano alzada dentro del museo, donde no se permiten los trípodes si no es con permiso especial.
En líneas generales, usaría con más frecuencia películas de esta sensibilidad si no tuvieran los precios que tienen, generalmente apreciablemente más elevados que las de ISO 400. Y como he dicho antes, para diferenciar mejor los usos, preferiría que hubiese dos pasos de diferencia en la sensibilidad entre las distintas variedades de la gama de película disponible. De todos modos, si la película en blanco y negro todavía tiene una variedad de opciones apreciable, otra cosa es si todos los fabricantes mantienen similares controles de calidad, el mercado cada vez ve más reducida su gama de películas negativas en color sin que surjan nuevas alternativas. Son malas noticias.
Los primeros domingos de cada mes, los museos pertenecientes al Ayuntamiento de Zaragoza son gratuitos. Jornadas de puertas abiertas para la promoción de la cultura. Y eso lleva a que, si no tenemos otros planes previstos para las mañanas de esos domingos, nos pasemos por alguno de ellos antes de tomar el tradicional aperitivo dominical previo a la comida. Y entre estos museos, hace tiempo que mi/nuestro preferido es el Museo Pablo Gargallo, dedicado a la obra del escultor bajoaragonés. No sólo es que la obra de Gargallo sea interesante, sino que el propio edificio, el palacio de los Condes de Argillo en la céntrica plaza de San Felipe, es un bello ejemplo de palacio renacentista aragonés.
Mi intención para el primer domingo del mes de mayo era bajar a dar una vuelta por el museo "acompañado" de la Canon EOS 100, el 35/1,8 de Tamron y un carrete de película negativa en color, Fujicolor Natura 1600, que ya lleva demasiado tiempo en mi frigorífico. Pero se me olvidó coger el carrete. Se me hizo tarde, empecé con prisas... y se quedó encima de la mesilla del dormitorio sin entrar en la bolsa de los chismes fotográficos. Cuando me di cuenta, estaba en la plaza de España, recién bajado del autobús de la línea 40 y jurando los mil diablos. Pero ese domingo fue día de apertura en las grandes superficies comerciales y, aunque no soy partidario de comprar en las mismas en los festivos por un tema ético, me colé en la FNAC porque sé que allí disponen de película fotográfica. Probablemente el único sitio donde se podía comprar es domingo película fotográfica en Zaragoza. Y compré un carrete de Ilford HP5 Plus 400 con la intención de forzarlo dos pasos, es decir, exponerlo a un índice de exposición de 1600, con el fin de no verme obligado a fotografiar constantemente a la máxima apertura del 35 mm de Tamron.
No es la primera vez que uso la HP5 Plus forzada dos o tres pasos, generalmente con buenos resultados. Pero en el museo me daba un poquito de miedo. He comprobado en otras ocasiones que con medición matricial de la cámara reflez o con mediciones de luz incidente con el fotómetro de mano, las esculturas de tonos oscuros, casi negros, corres el riesgo de que te queden empastadas, con poco detalle. Por ese motivo, opté por usar la medición parcial de la cámara que mide sobre el 8 o 9 % central del campo de visión, por lo que te puedes centrar sobre el objeto de interés. Lo que suelo hacer es que mido la luz sobre el objeto que tengo miedo que quede sin detalle, y luego subexpongo un punto, porque al fin y al cabo ha de quedar entre los tonos oscuros, con la esperanza de que las capacidades de la película y el revelado aumentado serán suficientes para mantener el detalle en ese punto. Cuando la situación me parece conflictiva, no subexpongo ese paso; directamente uso la medición que me da el fotómetro de la cámara. En fin, intento proteger los tonos oscuros, que es lo que me enseñaron de siempre que debía hacer con la película negativa.
La película la revelé, como vengo haciendo últimamente, en Kodak HC-110. Como tenía algo de prisa, como siempre, busqué un tiempo de revelado no demasiado largo, pero tampoco demasiado corto. Las opciones que tenía con dilución B (1+31), tiempo muy largo, o con dilución A (1+15), tiempo demasiado corto, no me convencían. Pero comprobé que los tiempos eran absolutamente proporcionales proporcionales. Si la dilución A está el doble de concentrada que la B, el tiempo de revelado era la mitad. Así que calculé la que correspondería para una dilución C (1+19) a 20 ºC, y me salían unos cómodos 7 minutos. Que me dieron unos resultados buenos en su conjunto. Si algún negativo quedó con las sombras empastadas, se debió sin duda a una exposición algo corta.
Como la me ha pasado en alguna ocasión, el moderno Tamron 35/1,8 no se lleva siempre bien con la Canon EOS 100 a la hora del enfoque automático. Y para colmo, aunque pongas el objetivo en posición de enfoque manual no siempre dispara si no te aparece el circulito verde que indica que la electrónica de la cámara considera que el sujeto está enfocado. Pero poco a poco le vas cogiendo el tranquillo, y enfocando en manual, lo cual no está mal cuando trabajas en un museo, la cosa funciona. Y la calidad del objetivo está fuera de toda duda.
¿Los resultados? Pues a pesar de mis precauciones, hubo alguna de las esculturas de tonos más oscuros, que me quedaron algo empastadas y sin detalle. En general, los resultados fueron buenos. Y sorprende comprobar en qué medida el grano de la película, aunque notable, no era excesivo ni desagradable. Por supuesto, más apreciable en los negativos más finos, a los que ha llegado menos cantidad de luz. Alguna escena callejera que tomé por el camino, donde el reparto de tonos es más diverso, quedaron bien, sin problema, aun cuando en esas escenas opté por la medición matricial de la cámara. Así que el uso a un IE 1600 de la HP5 Plus no supone ningún problema en modo reportaje, pero cuando fotografías obras de arte con tonos oscuros, se conservador con la medición y dale toda la que puedas a tu sujeto principal.
Hace unos días, revisando una documentación que necesitaba por temas laborales en mis cajones, me encontré con un rollo de tipo 120, Ilford Delta 400 para formato medio, expuesto, sin revelar. Por más vueltas que le daba a la cabeza, no conseguía recordar ni cuando ni donde había utilizado ese rollo. Las neuronas que conservaban esa información parecían haber desaparecido de mi cabeza.
Lo revelé y...
Vistas las imágenes que aparecieron, las coordenadas de lugar y tiempo del carrete aparecieron en mi mente con claridad. El rollo fue expuesto el 5 de marzo de este año 2018, en el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza y alrededores.
Durante esos días y anteriores, había dedicado un cierto esfuerzo a usar en ese entorno películas negativas en color de alta sensibilidad, y había olvidado que eventualmente expuse también este rollo de Ilford Delta 400. Por la naturaleza de las imágenes, sin duda lo usé a su sensibilidad nativa, ISO 400, y en interiores en su mayor parte estarán expuestas a su máxima apertura de f/4, y con velocidades de obturación entre 1/30 y 1/60 s.
Por el tamaño de su negativo, resulta evidente que la cámara utilizada es la Fujifilm GS645S Wide 60. Es la única que vengo utilizando con un negativo de 6 x 4,5. Y siendo una cámara de enfoque por telémetro de coincidencia, su distancia de enfoque mínima no es especialmente favorable, por lo que no hay primeros o primerísimos planos de las obras. "Retratos" de cuerpo entero o ambientales para la mayor parte de ellos. Pero están bien. La gradación tonal y el rendimiento de la película está bastante bien. Quizá sea mejorable, pero en general las fotografías son agradables.
Como el domingo tenía listo para revelar un carrete de Rollei Retro 80S del que os hablaré otro día, comprobé los tiempos de revelado de ambas emulsiones con Rodinal o sus derivados. Yo uso en los últimos tiempos el APH-09 de ADOX, que es una formulación del Rodinal anterior a la Segunda Guerra Mundial, pero con la que no encuentro diferencias en los resultados que ofrece. El caso es que para la 80S me proponía 8 minutos a 20 ºC con una dilución 1+25, mientras que para la Delta 400 me proponía 9 minutos a la misma temperatura y dilución. No me importaba, incluso prefería, dar algo más de tiempo de revelado a la película de Rollei para conseguir negativos más contrastados. Así que me arriesgué a perder contraste y algo de detalle en las sombras en la Delta 400, y revelé ambas en el mismo tambor con un tiempo de 8,5 minutos. Lo ciertos es que no he perdido detalle en las sombras, no se han bloqueado, y el contraste suave general de estos negativos les sienta muy bien a los volúmenes y las texturas de las obras escultóricas.
¿Qué podría ser mejorable? Pues alguno podría decir que con un revelador más adecuado, las imágenes podrían tener menos grano. El que presentan no me parece nada intrusivo. Por cierto, que estas alegrías mías con los tiempo de revelado "desmienten" en parte ese mensaje eterno de que las películas Delta, de grano tabular, necesitan más rigor en los tiempos y métodos de revelado. Mi experiencia me dicta desde hace tiempo que son bastante más resistentes de lo que nos cuentan. La única preocupación que tengo es fijar durante cinco minutos, en lugar de los entre 3 y 4 minutos, según la "edad" del revelador, que aplico a otras emulsiones más tradicionales.
Me gustan las mañanas de domingo en otoño cuando no hay niebla. Y cuando parecen de otoño. Porque este año, daba la impresión de que el verano se prolongaba indefinidamente. Pero si es otoño de verdad, las temperaturas son frescas, no necesariamente muy frías, y la luz tiene algo especial. Este último domingo ha sido de estos. Primero estuvimos viendo exposiciones en el IAACC PABLO SERRANO,... pero de estas os hablaré otro día.
Esta es una iniciativa solidaria en la que se reúnen obras, del tamaño de una postal, de artistas ya establecidos o emergentes de todo el mundo, que las ceden para con su venta apoyar proyectos de alguna organización no gubernamental. En este caso, el CENTRO DE SOLIDARIDAD - PROYECTO HOMBRE. Esta iniciativa es una adaptación de una similar que surgió en la ciudad de NUEVA YORK.
Una cuestión importante es que las obras, las "postales", que pueden ser pinturas, dibujos, diseños, fotografías, collages, o lo que sea, están expuestas en la pared, identificadas con un número, pero el visitante desconoce quién es el autor. Así pues, se eligen en función del gusto del consumidor, de su apreciación estética o conceptual y no por el "nombre" del artista. Salvo que alguien conozca lo suficiente de la obra de alguno como para identificarlos simplemente al ver la obra. Hasta tal punto es así que cuando fui a pagar la tres "postales" que decidí adquirir, me comentaban los voluntarios que llevaban la venta que había un nombre "consagrado" que en las dos ediciones anteriores no había vendido nada. Por prudencia, habían decidido no volver a solicitar su colaboración. Al comprobar que las obras que yo estaba adquiriendo eran fotografías me contaron que "fulanito tal", un "nombre" conocido por los aficionados a la fotografía tenía algunas obras en la pared, y que después de dos días y medio, allí seguían.
Muchas veces he pensado en la posibilidad de adquirir obra de algún fotógrafo de mi gusto. Es algo que con un poco de planificación presupuestaria doméstica podría hacer. Se supone que es una inversión. Que en un futuro se puede recuperar. Y mientras tanto puedes disfrutar de la misma. Pero siempre me he sentido incómodo ante el hecho de cómo se da un valor a una obra artística. He asistido a varias ferias de arte dedicadas a la fotografía. Mi sensación es que el precio está en función del "nombre" y de la superficie de la obra en venta. Pero no tengo la sensación de que esté en función de algún valor intrínseco sobre los valores estéticos o conceptuales de la obra. No he hecho ningún estudio en profundidad, mis impresiones está basadas en mis percepciones, me puedo equivocar, es muy posible que sea así, pero no tengo esa sensación. Humildemente ruego perdón si estoy metiendo la pata. Como consecuencia, no había comprado nunca obra de ningún fotógrafo.
Hay una alternativa que sin embargo hace años que me satisface mucho. Aunque me está empezando a generar problemas de espacio doméstico. Compro libros. Así puedo disfrutar de un gran número de obras de un buen número de fotógrafos. Y además leer y aprender sobre las circunstancias en las que se realizaron. Creo que es una buena opción para disfrutar de la fotografía tanto como objeto de arte o como documento de una época y un lugar.
Pero en estas POSTALES DESDE EL LIMBO hay otros conceptos en juego. So obras de pequeño formato, asequibles, y no hay un interés comercial intrínseco a priori, puede que sí en algunos, sino la posibilidad de colaborar en un acto solidario. Y con una gradación de precios. Lo que se vende el primer día, todo a 40 euros. El segundo día, ley de la oferta y la demanda, 30 euros. El tercer día, el que pude ir yo, 20 euros. Se supone que "lo mejor" ya se lo han llevado. Y la mañana del cuarto día, liquidación, todo a 10 euros.
Vamos a lo que yo me llevé:
La primera es una fotografía. Autora, ANTONELLA ARISMENDI - Título, MERKABAH 1. Es una copia en formato pequeño de la primera de las fotografías de la serie a la que dirige el enlace anterior, y nos recuerda o hace referencia al HOMBRE DE VITRUVIO de LEONARDO DA VINCI, teóricamente la figura humana perfecta. En este caso, una mujer. La fotógrafa es una argentina afincada en LONDRES, y que desarrolla su trabajo fundamentalmente en el mundo de la moda, aunque también tiene trabajos personales.
La segunda es también una fotografía. Autor, JAVIER GUERREIRA - Título, MOON. En el reverso de la "postal", con una amplia dedicatoria del autor que se agradece, me cuenta que presentó la fotografía a un concurso internacional de NATIONAL GEOGRAPHIC, junto con otras dos obras como vemos en el enlace anterior. Y también me cuenta que la mujer de la fotografía, una vietnamita cuyo nombre se traduce como "luna", no estaba posando. Es espontánea. Hay varios motivos por los que me gusta la fotografía. Pero uno de ellos es que frente a la tendencia de colores saturados que se aprecia en muchas fotografías de viaje en lugares exóticos, los de esta son sutiles, matizados, sin contrastes bruscos. Me transmite una sensación de moderación y respeto hacia la persona y el entorno en que se toma la fotografía.
La tercera es un collage. Autor, Ubé - Seconda Generazione. Un turolense dedicado tanto al collage tradicional, del que se hace con tijeras y pegamento, como al arte digital. A mí es el primero el que me gusta más. Especialmente por la relación tradicional entre el collage y el surrealismo, una tendencia que siempre me ha gustado. Lo que no me gusta es que a cualquier cosa se le llame surrealismo. Pero no acuso de tal cosa a este autor; ni mucho menos.
Una vez realizada la compra, se hizo la hora de tomar el aperitivo, disfrutando un poquito más de la mañana de otoño. Y luego a comer a casa. Ahora, que estoy en proceso de reorganizar el salón de casa, toca ver en que lugar coloco mis modestas obras de arte, enmarcarlas de forma adecuada, y disfrutar de ellas. De eso se trata, ¿no?