No es fácil hacer fotografías en un acuario
Una de las atracciones turísticas de la ciudad de Génova que aparece en todas las guías es el ACUARIO. Parece que es una moda en los últimos tiempos esto de construir un acuario más o menos vistoso en la ciudad. O por lo menos en la cuenca del Mediterráneo. En España son varias las ciudades que se han apuntado a la moda. Barcelona, Valencia,... incluso Zaragoza con su acuario dedicado a los ríos del mundo.
Decidimos por lo tanto dedicar una buena parte de una tarde de nubes y vientecillo fresco a visitar el ACQUARIO DI GENOVA.
Por supuesto, como de costumbre, los animales más visitados y que más llaman la atención son los tiburones, delfine, focas, manatíes,... es decir los más grandes y vistosos, y que hacen cosas, o que por lo menos atraen nuestra imaginación. Por que los tiburones, a parte de nadar y comer, lo que se dice hacer, hacen poco.
Pero lo cierto es que hay muchas otras atracciones en un acuario que con frecuencia son más interesantes, e incluso estéticamente más vistosas. Todo tipo de vida animal distinta de los peces, o incluso estos, cuando llevan el colorido del trópico o de los arrecifes de coral.
Pero no es fácil hacer fotografías a los animales que podemos encontrar en un acuario. Repasemos los principales retos a los que tiene que afrontar el viajero fotógrafo.
En primer lugar, la escasa luz. Esto no siempre es así, hay ocasiones en la que la luz es razonable. Pero pocas veces puedes combinar un diafragma suficientemente cerrado para una profundidad de campo adecuado con una velocidad de obturación lo suficientemente rápida como para fijar unos seres vivos en constante movimiento, activo o pasivo. Por supuesto nada de flashes, que además de molestar a los animales, acabarían rebotando contra los gruesos cristales de las cisternas, ni de trípodes que entorpecerían el tránsito de los numerosos visitantes.
En segundo lugar, esto último, los numerosos visitantes. Especialmente en días festivos, las instalaciones del acuario pueden estar bastante concurridos. Y además es una atracción que se presta al turismo familiar, por lo que indefectiblemente habrá niños correteando, empujando, poniéndose en medio,... lo que sea. Evidentemente, una estrategia perfectamente razonable es integrar a los demás visitantes en el encuadre.
La siguiente cuestión es de naturaleza "óptica". Si normalmente podemos considerar los objetivos con los que calzamos nuestras cámara fotográficas como razonablemente buenos controlando las aberraciones que afectan a la luz desde que sale del objeto de nuestro interés hasta que llega al material sensible en el que se formará la imagen, en el caso de un acuario debemos sumar un par de medios más que van a afectar a la nitidez y la calidad de la luz. El agua misma, el grueso cristal que limita las cisternas y peceras, y el equilibrio de color de las luces artificiales o de la luz natural que atraviesa los medios anteriores. Todo ello se confabula para impedir objetos nítidos y con colores naturales.
Así que hay que tirar de imaginación e intentar aprovechar estas limitaciones para nuestro provecho, hacer de la necesidad virtud, e integrar estos efectos en la estética de nuestras fotografías. Por lo demás, en los acuarios también suele haber terrarios con reptiles, más o menos terribles, coloridos anfibios, o simpáticas aves como los pingüinos.
En cualquier caso, este es uno de esos medios en los que, realmente, el teléfono móvil, por competente que sea, poco tiene que hacer en comparación como una cámara de verdad.
En cuanto a lo que nos pareció el ACQUARIO DE GÉNOVA. Pues no está mal. Grande. Sí. Un poco aparatoso desde el exterior; una arquitectura no muy afortunada me parece a mí en lo que es la reforma del PORTO ANTICO de la capital de Liguria. Y desde mi punto de vista, un paso por detrás de los de Valencia y Barcelona, tanto en presentación como en organización. Pero majo. Es un visita que se puede incluir sin problema en una estancia de dos días en Génova. Especialmente, si se viaja con niños.