En el último mes y medio he llevado conmigo a cuestas buena parte de los días la pequeña Olympus Pen EE3 que compré por poco dinero a principios de verano en "La Placica Vintage" de la calle de las Armas, mercadillo que se viene celebrando el primer domingo de cada mes. En su tremenda sencillez, es divertida de usar. Y con sus negativos de medio formato (que no es lo mismo que formato medio), que nos permite obtener más de 72 fotogramas en un carrete de 36. En concreto me han salido 79, que no está mal.
Dado el pequeño tamaño del negativo, las limitaciones propias de mi escáner plano de sobremesa hacen que cuando digitalizo los fotogramas no obtenga imágenes de más allá de 2 o 3 megapixeles. Así que lo propio en este caso es montar el dispositivo para digitalizar los negativos con una cámara digital y un objetivo macro. En esta ocasión, he usado la pequeña Panasonic Lumix GM5 con el objetivo Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f/2,8 ASPH OIS, objetivo macro que alcanza una ampliación de 1:1, aunque no es necesario llegar a tanto. Teniendo en cuenta que siempre dejas un poco de margen en torno al negativo, obtengo archivos digitales de 14 o 15 megapixeles. No está mal la diferencia, ¿verdad?
Con un negativo tan pequeño, y como yo no soy especialmente partidario de los granos de plata excesivamente marcados, suelo usar película negativa de 100 ISO. En concreto, he usado en esta última ocasión un carrete de Fujifilm Neopan 100 Acros, que es una de mis películas de grano fino favoritas. Como acabé hace unos meses mi revelador de grano fino, un Ultrafin Plus de Tetenal, he usado el Kodak HC-110, dilución B (1:32) durante 5,5 minutos. El resultado también es muy bueno. Una película de grano fino, con una gradación de grises fenomenal que se digitaliza muy bien y que encima se revela sin problemas con cualquier revelador común.
De momento, aquí os dejo algunas fotografías de algún paseo dominical por el casco viejo de Zaragoza. Pero también tengo fotografías de la excursión a Monreal del Campo para fotografiar la flor del azafrán, del día que pasé viendo exposiciones en Madrid, y de algún otro paseo más. Ya irán apareciendo por aquí. Poco a poco.
Recién cogidas mis vacaciones de principios de otoño, un par de días antes de salir de viaje a Hong Kong, participé en un paseo fotográfico por el Parque del Agua de Zaragoza en compañía de la buena gente de FeZ (Fotógraf@s en Zaragoza). Para ese día, y dado que íbamos a coger las buenas horas de luz de final de la tarde, opté por llevarme la Hasselblad 503CX con mis tres objetivos Carl Zeiss, Distagon 50/4, Planar 80/2,8 y Sonnar 150/4. Habíamos quedado en la Torre del Agua.
Lo cierto es que camino del lugar, al que fui en mi coche propio, tuve un incidente que me hizo llegar un poquito tarde y alterado. Incidente que estuvo a punto de convertirse en accidente grave, por culpa de peatones irresponsables que cruzan por donde les sale del níspero, y por culpa de conductores insolidarios que cuando ves que pides sitio para hacer una maniobra, aceleran y te la impiden. Los españoles somos así. Mal que nos pese. Afortunadamente no pasó nada. Pero como digo, llegué alterado y poco inspirado. Además tarde. Aunque a punto para engancharme con alguna buena gente.
Aun así, comencé a hacer fotografías con algunos carretes de Kodak Portra 400.
No voy a decir que me salieran maravillas, dadas las circunstancias. Pero al menos alguna fotografía digna. También hubo oportunidad de "jugar" con los compañeros que me rodeaban. A pesar de que el talabarte de la Hasselblad no es precisamente la cámara más ágil para ponerse en modo "reportaje".
La luz se fue agotando más deprisa de lo que pensábamos. E incluso para las últimas fotografías tuve que recorrer a un carrete de Kodak Portra 800 que había llevado por si acaso.
Al final, aun me quedaron seis fotografías por hacer del carrete de Portra 800, que no expuse hasta después de volver del viaje a Hong Kong y Macao. Además de algún retrato a mi sobrino, que no pongo por mi costumbre de publicar fotografías de los niños de la familia, enredé con alguna fruta que tenía por casa, y le hice algunas fotografías a la Plaubel Makina 67 que me traje del viaje y que será la protagonista de la segunda parte de este artículo.
Os recuerdo que la Plaubel Makina 67, de la que os hablé hace unos días, con ejemplos de fotografías en blanco y negro, es una cámara telemétrica de objetivo fijo retractil de medio formato. Produce 10 negativos de 6 x 7 (56 x 69 mm, exactamente) sobre película en formato 120.
El caso es que, además de los carretes de los que os hablé en blanco y negro, salí el domingo 16 de octubre, último días de las Fiestas del Pilar, con un par de carretes de Kodak Portra 400, que junto con los de la Hasselblad los mandé a revelar y digitalizar como de costumbre a Carmencita Film Lab, de donde me devolvieron unos estupendos archivos de 24 megapixeles, que muestran las capacidades de la Makina 67. Me he empezado a pensar que para algún proyecto especial y cuidado, pedir la digitalización a máxima resolución. No me quiero ni imaginar cómo deben ser los archivos de 50 megapixeles.
Una de las cuestiones que comprobé es que, usada en un modo "reportaje", el telémetro de la cámara tiene una precisión de enfoque bastante notable. Bien es cierto que en la mayor parte de los casos usé aperturas medias de f/5,6 o f/8. Pero es que con semejantes negativos, la profundidad de campo es pequeña, y el poder separador del objetivo del objeto principal del fondo es grande.
Por supuesto, como suele suceder con las telemétricas, por la posición de la "mancha" de enfoque del telémetro de coincidencia, hay una cierta tendencia a componer con el sujeto principal centrado en el fotograma, especialmente si llevas prisa. Lo que no siempre funciona; pero también pasa con las Leica... oye.
En cualquier caso, hay que prestar mucha atención a la escasa profundidad de campo. A punto de volver para casa, nos metimos un momento en la Lonja, por hacer alguna fotografía con luz más escasa, y allí, con la diafragma abierto al máximo, compruebas hasta que punto la profundidad de campo es escasa. Si enfocas a uno de los cuadros de la pintora Iris Lázaro, los espectadores que lo contemplan quedan irremediablemente desenfocados. Pero bueno... es así como va la cosa. Más adelante más. Espero.
Si recordáis, en el artículo que dediqué hace unos días a la excursión al Matarraña con Fotógraf@s en Zaragoza, ya adelantaba que me había llevado una cámara para película tradicional de formato medio. Por otro lado, también comentaba el pasado domingo que una de las estrellas de la Photokina 2015 ha sido la presentación de una Fujifilm para formato medio, que ha levantado mucho revuelo. Pues bien... la cámara que me llevé al Matarraña fue una Fujifilm de formato medio. Bien es cierto que ya tiene unos 30 años de antigüedad. Pero bien divertida de usar que es. Ya ha venido por estas páginas en otras ocasiones, pero para aquellos que no se coscan o no habían venido antes, os presento a la Fujifilm GS645S Professional Wide 60.
Breves especificaciones... Cámara de formato medio para película tradicional en carrete tipo 120 o 220, y 15 o 30 exposiciones respectivamente, de 6 x 4,5 cm (en realidad, aproximadamente 55 x 41 mm), con un objetivo no intercambiable de focal fija 60 mm f/4. Equivale a un angular muuuuuuuyyyyyyy moderado, casi un estándar amplio, similar a un 38 mm en el formato más habitual de negativo de 24 x 36 mm. Es totalmente mecánica, las pilas sólo sirven para alimentar el fotómetro. Funciona sin ellas. Y se enfoca por telémetro de coincidencia, estilo "leica", aunque he de reconocer que es uno de los puntos débiles de la cámara. Las más de las veces enfoco por zonas estimando la distancia del sujeto pricipal, y aprovechando la escala de profundidad de campo grabada en barril del objetivo. En su posición habitual, el visor nos muestra un fotograma vertical... al contrario que con la mayoría de las cámaras. Y es ese formato el que más obtengo de esta cámara. Aunque ladeándola permite obtener fotogramas horizontales sin mayor problema.
Para la excursión me llevé varios rollos de película negativa en color Kodak Portra 400, auténtica todo terreno, que en buenas condiciones de luz uso con un índice de exposición de 200 y revelado normal con excelentes resultados. Empezamos, como ya comenté, con una visita a La Fresneda.
Como siempre, la Kodak Portra 400 es absolutamente idea para retratos, con unos colores muy naturales y gradaciones suaves. Ninguna extridencia, todo muy placentero. No he dicho que, como de costumbre, el revelado y digitalización es de Carmencita Film Lab. Pero buena parte del día, especialmente en nuestra visita al Parrizal de Beceite, estuvo trabajando en paisajes. Y la ventaja de la Portra 400 ahí es que, ofreciendo un grano razonablemente fino, especialmente cuando sobrexpones la película como hice yo, tiene una latitud de exposición muy amplia, y se merienda los contrastes fuertes sin problemas. Especialmente cuando visitas un entorno natural como un cañón en un río al mediodía.
Pasé algunos apuros con el tercer carrete de los cuatro que usé. Inadvertidamente, el ajuste de sensibilidad se colocó en 1600. Es decir, 2 puntos de subexposición en lugar de 1 punto de sobrexposición. Me di cuenta tras tres exposiciones, y decidí mantener, solicitando luego al laboratorio un revelado forzado +2. Es la primera vez que lo hacía. Hace 20 años nos decían que se podía forzar la película negativa en blanco y negro y la diapositiva en color, pero no los negativos en color porque se producían horribles alteraciones en los colores. Pero hoy en día, con las modernas emulsiones hay gente que lo hace constantemente. Las fotos se salvaron, aunque no tienen la calidad de los otros carretes.
También coincidió ese rato, con el ajuste del fotómetro cambiado, con el momento en que sobre Valderrobres se nubló y la luz fue menos intensa que en el resto del día. Me ha llegado algún consejo de que otra vez que me pase eso, que subexponga dos pasos, pida un revelado +3 en lugar de +2. Hablaré otro día del tema del forzado de las Portra 400, y no estoy del todo de acuerdo con el consejo, pero ya veremos.
El caso es que el resto del día siguió sin problemas, terminando la visita a Valderrobres y a los campos de girasoles con un último carrete expuesto como los dos primeros a un índice de exposición de 200-400.
Este sábado por la mañana amaneció nublado. Incluso de madrugada debieron de caer algunas gotas sobre Zaragoza. El caso es que, aunque las nubes se abrieron poco a poco, tuvimos una mañana de luz suave, difusa. Una buena ocasión para salir con alguna cámara de fotos, frente a la mayoría de los días de verano en los que la luz es excesivamente dura, contrastada, con colores poco saturados.
De todas formas, hacía un tiempo que le estaba dando vueltas a sacar de nuevo a pasar mi cámara más antigua. La Agfa Billy Jgetar 8.8, fabricada en algún momento entre 1928 y 1931. Recordemos algunas de las características de la cámara.
Cámara de formato medio para pelícla tradicional en carrete de tipo 120, y fotogramas de aproximadamente 6 x 9 cm. 8 fotogramas por carrete.
Tres posiciones de diafragma entre f/8.8 y f/18.
Tres velocidades de obturación: 1/25, 1/50 y 1/100 s.
Dos posiciones de enfoque: Nah (cerca, 2 - 5 metros) y Fern (lejos, aproximadamente en la hiperfocal).
Un objetivo ANASTIGMAT-JGESTAR que sólo tiene 3 elementos, los cuales carecen de revestimientos de ninguna clase. Esto produce un rendimiento flojo en las esquinas y un contraste muy bajo en la imagen.
Después de repasar el stock de película presente en mi frigorífico, que necesita un cierto nivel de reabastecimiento, decidí usar una película para un uso que no le es propio. Cogí un carrete de Ilford XP2 Super. Esta es una película en blanco y negro pero de tipo cromogénico. Es decir, pensada para ser revelada en procesado C41, como la habitual pelicula cromogénica en color. No obstante, tomé una serie de decisiones personales, con la confianza de que el resultado sería bueno.
Utilizaría un índice de exposición de 200, en lugar de su sensibilidad nominal de ISO 400.
La revelaría en una solución B de HC110 de 1+31 (o 1:32), durante 5,5 minutos que es la duración recomendada para un índice de exposición de 400. Lo que buscaba era asegurar unas sombras bien expuestas con el IE 200, pero aumentar el contraste de los negativos utilizando el tiempo de revelado superior al necesario. De esta forma, compensaría de alguna forma el contraste limitado del objetivo. Por lo menos, el contraste general. El microcontraste de la imagen es más difícil de levantar de esta forma.
No era mi intención en ningún momento perder el aspecto propio de una fotografía realizada con una cámara que tiene casi 90 años. Tras el revelado confirmé que los negativos, salvo uno, el del grafiti que habéis podido ver antes que estaba muy transparente, tenían una densidad adecuada. El contraste seguía siendo bajo, pero con un pequeño ajuste, sin forzar la máquina, en el programa de escaneado, se extendía desde sombras densas pero con detalle hasta luces no empastadas. Por cierto, la fotografía del grafiti está un poco blanda de enfoque, probablemente porque tendría que haber ajustado la posición "nah" (cerca) en lugar de la posición "fern" (lejos), a la que están hechas el resto de las fotos.
Una vez digitalizados los negativos, tienen muy pequeños ajustes de luminosidad y contraste en Lightroom para darles un aspecto más homogéneo a la serie, y se han limpiado las impurezas en Affinity Photo. Pero he buscado conservar el rendimiento original de la cámara. El procesado global se ha realizado con más calma y atención al detalle que en los primeros carretes que hice con esta cámara.
Salvo la primera de las fotografías que os presento, que estaba muy inclinada, por lo que la enderecé en Lightroom y luego le apliqué el borde negro en Snapseed para Mac OS X, todas las demás están sin reencuadrar, y con los bordes negros originales de la película al escanearla. Se nota los que son originales por una indentación negra en las esquina superior izquierda de cada fotografía.
Como era previsible, el aspecto general de las fotografías es muy suave. Aunque agradable. Se acomoda muy bien a las condiciones de luz en las que se hicieron las fotografías. El detalle en el centro del fotograma es razonable, a lo que ayuda el gran tamaño del fotograma original. Estamos hablando que con una resolución de escaneo muy moderada, 1800 píxeles por pulgada, he obtenido ficheros que superan los 25 megapíxeles. Aunque el rendimiento del conjunto es bajo, grandes tamaños de fotogramas conllevan gran cantidad de información que supera esta desventaja. Las esquinas de los fotogramas, de todos modos y como era previsible, flojean mucho.
También el grano de la película está muy contenido. La XP2 Plus a un IE 200 y con su revelado C41 tiene un grano muy fino. Pero con un revelado convencional en blanco y negro y más largo de lo que a lo mejor necesita para conseguir más contraste, lo normal es que el grano se haga más presente... Pues bien... no ha supuesto ningún problema ni ninguna molestia.
Balance general,... bueno. Estamos ante una cámara de hace casi 90 años como ya he dicho. Pero desde luego, el conjunto de decisiones que he tomado para usarla han sido adecuadas. Y el paseo, y sus resultados fotográficos, sin ser obras de arte, disfrutables. Espero que esta experiencia le sirva a alguien de guía en el caso de que se quiera aventurar en la azarosa experiencia del uso de cámaras clásicas o antiguas. Único defecto no deseado, en el último de los fotogramas que so presento, podréis ver una filtración de luz en el lado derecho de la fotografía.
Justo el día en que la marca sueca de cámaras fotográficas Hasselblad decidía presentar su cuca X1D (enésima cámara en cuyo nombre aparece una combinación de estas letras y número), decidí que a la salida de Fotógraf@s en Zaragoza al pantano de Búbal, con comida tradicional a base de migas y ternasco en Jaca, me iba a llevar mi Hasselblad 503CX. Me llevé los tres objetivos, y los tres los usé; todos firmados por Carl Zeiss, el Distagon 50/4, el Planar 80/2,8 T y el Sonnar 150/4. Junto con mis dos tubitos de extensión por si convenía acercarse a algún motivo. Y así fue.
Primero y antes que nada, os presentaré a los presuntos implicados de esta historia. Los aficionados a la fotografía de FeZ.
Me llevé película de dos tipos... tres en realidad. Por un lado la Kodak Ektar 100, película negativa en color que ofrece un saturación aumentada de los colores y se ve más apropiada para el uso en paisajes. Dos carretes, 24 exposiciones en total, fueron los que usé en primer lugar de este tipo de película. Recientemente había escuchado a Matt Day hablar maravillas de esta película (en inglés) en las condiciones en las que íbamos. Paisajes a horas "inconvenientes", cuando el sol ya está alto sobre el horizonte, la luz es dura, y encima es verano con sus calimas que dan un tono azulado a todo por la dispersión de la luz.
Todos los revelados realizados por Carmencita Film Lab en tamaño XL, es decir unos 25 megapíxeles. Han empezado a ofrecer un revelado XXL que creo que permitirá obtener archivos de entre 40 y 50 megapíxeles a partir de los negativos de formato medio. De momento no necesito tanto.
Lo cierto es que sin que la sensación sea negativa, los resultados producidos por la Ektar me causan cierta desazón. No son del todo positivos. Probé también alguna fotografía de aproximación... para ver que tal.
Las sombras se salvan por poco. Esta película tiene una dinámica, una latitud de exposición, más limitada que otros negativos en color. He decir que en el 90% de los casos medí la luz por estimación... es decir, día soleado con una película de 100 ISO es igual a una exposición de f/16 y 1/125 s. En realidad, la mayor parte de las fotografísa están tomadas a f/8 y 1/500 s, una solución similar, con algunas a f/11 y 250 s si precisaba más profundidad de campo. No es posible usar f/5,6 o menores, puesto que la velocidad de obturación máxima del obturador central de los objetivos Carl Zeiss es de 1/500 s. Salvo en algún caso que estimé la exposición para las sombras, multiplicando por 2 o por 4 la exposición.
Cuando terminé los dos carretes Ektar, pasé a la Kodak Portra 160, una película de uso más general y que se lleva muy bien con los retratos. Pero sigamos con los paisajes y las fotografías de aproximación.
Con una dinámica más amplia y un menor contraste, me siento mucho más cómodo con esta película en estas circunstancias de toma. Supongo que en un amanecer o un atardecer, con los tonos cálidos del alba o el ocaso, y un contraste más ajustado, la Ektar 100 funcionará mejor. Pero en las horas centrales del día, definitivamente, esta Portra 160 es de elección para mi gusto.
Pero las Portra, tanto las 160 como las 400, fueron inventadas en un principio para retratos, aunque ahora se hayan convertido en su evolución en unas películas todo terreno. Hice algunos retratos. La mayoría en interior. Y ahí, estas películas son excelentes. Cuando terminé con las 24 exposición de los dos carretes de Portra 160, aún puse uno de Portra 400, que cuando hay luz suficiente disparo a un índice de exposición de 200. Y sin problemas.
Por supuesto, realizar retratos no posados sino improvisados con una Hasselblad, especialmente en interior o semiinterior, tiene su complicación. Con exposiciones de f/2,8-f/4 y 1/60 s, hay que tener mucho cuidado de conseguir enfocar con precisión. A f/2,8 la profundidad de campo es equivalente a un f/1,4 o más abierto en el formato pequeño de 24x36. Y 1/60 s es el límite para usar a mano el objetivo estándar del Hasselblad, el 80 mm (focal equivalente en 24x36, 45 mm aproximadamente). Pero en cualquier caso, es divertido.
Me despido con unas flores. Y hasta la próxima. Fue un día espléndido. Un buen principio de vacaciones.