Con la excusa de que se iba a celebrar en Twitter una FP4Party, decidí participar, pero haciendo cosas distintas. Por lo menos en parte. Opté por preparar dos equipos. Uno de formato pequeño, la Leica M2 y los correspondientes carretes de 35 mm. Otro de formato medio, la Hasselblad 501CM y los apropiados rollos de formato 120. Que NO 120 mm como a veces se ve por ahí. Que sólo miden 6 cm de ancho.
Hoy vamos a ir, porque fue así cronológicamente, con los dos carretes que expuse con la Leica M2. Y en los que decidí exponer a un índice de exposición de 400, en lugar de a su sensibilidad nominal, ISO 125. Otros datos técnicos de las tomas:
Objetivos usados: Zeiss Planar 50/2 ZM y Leitz Elmar-C 90/4.
Revelado: Kodak HC-110, dilución B (1+31 o 1:32, dos formas equivalentes de expresar lo mismo), durante 14' a 21 ºC. Agitación continua durante 30 segundos al principio del revelado y tres volteos del tambor suaves cada minuto durante el resto del revelado. Tiempo de revelado propuesto por EMULSIVE.
Ahora explico un poco los porqués del forzado.
Durante el año 2019, después de haber realizado una diversidad de pruebas previamente, he utilizado preferentemente películas de Ilford. No son las más baratas del mercado, pero tampoco las más caras. Tienen una calidad global buena, y la buenísima estabilidad dimensional de su soporte hace que sean más sencillas de manejar en el procesado. Especialmente para quienes hacemos un procesado mixto, con revelado de la película con los químicos tradicionales y luego digitalización y ajuste final de la imagen mediante software. Las películas de Ilford son mucho más fáciles de digitalizar, por el medio que sea, que otras marcas, porque permanecen perfectamente planas y sin resistencias. He utilizado más las de la gama Delta, porque prefiero un grano algo más contenido. Y sus características generales de tonalidades y contraste me parecen muy razonables.
Pero en este caso iba con una película de grano cúbico tradicional, que da un buen contraste, pero no excesivo. Y cuando expuse estos carretes había riesgo constante de días con niebla, así que un plus de contraste, prolongando los tiempos de revelado, le podría venir bien. Lo que no sabía es cómo se iba a comportar el grano.
Hay dos momentos en las fotografías que presento. Algunas realizadas en paseos por la ciudad, con niebla o luz solar suave y matizada, con tiempo para medir cuidadosamente la luz. Con el fotómetro Sekonic L-408 Multimaster, suelo medir la luz en modo de luz incidente parcial, busco un área de la imagen que se corresponda con lo que Ansel Adams consideraba una zona IV, y a la exposición recomendada por el fotómetro para un IE 400, le quito un paso de exposición, o si hay un gran predominio de los tonos sombríos, la dejo ahí. En general, he obtenido muy buenos resultados, con detalle preservado en todo el negativo, y un grano mucho más contenido de lo que yo pensaba.
La otra situación en la que usé esta combinación de equipo, película, exposición y revelado fue durante el fin de semana del Reyes, en la que coincidió un Clicks & Beers de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ por el La Placica Vintage de Las Armas, con actuación musical incluida, y los últimos días del mercado navideño de la plaza del Pilar, todo ello en la ciudad de Zaragoza.
En esta ocasión, me puse en modo reportaje, y eso supone el exponer estimando a ojo los tiempos de exposición para un diafragma dado, en función de la profundidad de campo buscada. No soy malo exponiendo a ojo. Pero normalmente lo hago usando la película a su sensibilidad nominal.
Los resultados están a la vista. Con tiempo soleado, en las horas centrales del día, los contrastes en las escenas fotografiadas son grandes. Y como mi forma de estimar la exposición no deja de estar vinculada al famoso "sunny f/16" de las cajas de películas Kodak, está orientada a los tonos medios. Que queda bien. Y las luces, dada la latitud de exposición de la película y el empujón del revelado forzado, también. Pero las sombras quedan bloqueadas con facilidad. Ahora ya sé, para otras ocasiones, que si la escena es contrastada, mejor pensar en un IE 200, aunque luego vaya aplicar el revelado correspondiente al IE 400. De esa forma, las escenas con bajo contraste quedarán bien, y las de alto contraste tampoco quedarán mal, porque la latitud de exposición de la película permite recuperar las luces sin muchos problemas en el procesado, salvando el detalle en las sombras.
Esta es la segunda parte de mi retorno a la diapositiva, que comenzó con la prueba de la nueva Kodak Ektachrome E100. El caso es que me pareció justo compararla con la tradicional competidora, alguna de las Fujichrome. Dado que estamos hablando de una película con un carácter más bien polivalente, lo justo es compararla con la Provia 100F. Las películas de la gama son mucho más saturada y con menor latitud de exposición. Y según deduzco, la gama Astia, pensada para el retrato, más suave de contraste y saturación, pasó a "mejor" vida. Lo que pasa es que no van a ser exactamente comparables puesto que la Provia 100F la he probado con una cámara de formato medio.
Sólo tenía una experiencia previa de diapositiva con formato medio. Hace poco más de un año, recibí un carrete caducado en 2008 que habían sido dados a la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ. Pero fue más un experimento que otra cosa. Que no fue mal. Usé la Fujifilm GS645S Wide 60. Una cámara que a pesar de que el fotómetro es promediado y no mide a través del objetivo, se demostró bastante competente para permitirme calcular la exposición correcta. Pero no olvidemos, con todos los medios fotográficos, y con la diapositiva especialmente, quien evalúa y decide la exposición que conviene es el fotógrafo y no el fotómetro de la cámara. Que sólo es una ayuda para tomar esa decisión.
En esta ocasión, he vuelto a usar la Fujifilm. Con un fotómetro fiable, siendo una cámara ligera para su tamaño y con una óptica, el Fujinon-W 60/4, bastante competente y nítida, me pareció la opción más adecuada. Además, en los servicios de escaneado al revelar la película, para una resolución determinada es el formato, el 6 x 4,5, del que obtienen más información. A punto estuve de solicitar de Carmencita Film Lab el formato XXL, lo cual me hubiera dado prácticamente 40 megapíxeles por diapositiva, pero decidí que no necesitaba tanto para evaluar los resultados, así que me conformé con la mitad.
Me llamaron la atención los resultados de las diapositivas digitalizadas cuando las recibí. Estaban muy bien, eran muy agradables... pero no era lo que yo esperaba dadas las circunstancias de la toma. Así que, como había solicitado el retorno de la película tras el revelado y escaneado, decidí esperar a realizar este artículo a ver las diapositivas originales. Así que a continuación paso a modo comparativo. Entre lo que recibí de Carmencita y el escaneado casero que he hecho yo con el Epson Perfection V600 Photo. Una cuestión que quede clara. Los resultados de mi escáner con la película de medio formato son correctos, pero no pueden competir en nitidez con los de un buen laboratorio comercial. De entrada los ficheros de Carmencita son de un tamaño de entre 17 y 18 megapíxeles, mientras que los míos son como mucho de unos 14,5 megapíxeles. Siendo dudoso que hay ganancias en nitidez e información a partir de los 12 megapíxeles. Y luego está la propia tecnología de escaneado. Que una escáner plano da para lo que da.
Pero vamos con los ejemplos... La fotografía de la izquierda es la versión de Carmencita, la de la derecha es la mía, intentando ser lo más fiel posible a lo que veo en la diapositiva sobre la mesa de luz.
La corrección de color que le han metido a estas diapositivas en el laboratorio comercial ha sido brutal. Cierto es que, como era de esperar de un motivo en la sombra a cielo abierto, aparecen unas dominantes azuladas notables en la diapositiva original. Eso era lo que yo esperaba. Pero creo que a la hora de corregirla, en Carmencita se han pasado y han dejado demasiado "amarilla" la imagen.
Veamos otro ejemplo... Esta vez abandonaremos el ambiente navideño de la plaza del Pilar de Zaragoza en estas fechas, y nos bajaremos al paisaje del río Ebro a su paso por la ciudad.
Nuevamente se nota la fuerte corrección hacia el amarillo del laboratorio comercial. Cierto es que en esta imagen, con detalles finos en las hojas y en la grava de la orilla del río, también se aprecia muy bien la mayor nitidez de este con respecto a mi solución doméstica.
Veamos ahora un detalle de uno de los monumentos más carácterísticos de la ciudad, el puente de Piedra.
Como vemos, más de lo mismo.
Hay una cuestión importante. La mayor parte de los laboratorios comerciales ofrecen sus escaneados en formato JPEG, con 8 bits de profundidad por color. Por lo tanto, es arriesgado seguir procesando el archivo a partir de ahí, porque la pérdida de información inherente puede conducir a artefactos en el resultado final. Pequeños ajustes tienen un pase, pero poco más. Mis escaneados caseros, más pequeños y menos nítidos, al menos tienen un formato de salida TIFF, con 16 bits de profundidad por color. No sé exactamente cual es la profundidad real de escaneado del escáner. Recordemos que en las cámaras digitales, los archivos en formato RAW van desde los 10-12 bits en las más sencillas hasta los 14 bits de las más profesionales. Sí,... 8 bits de profundidad de color son más de 16 millones de colores potenciales... pero sólo 256 por cada uno de los tres canales de color, por lo que si en un cielo azul sólo contamos con la información de este canal en la práctica, y lo empezamos a torturar, la cosa se nos queda justa. Especialmente, porque la gama de tonos nunca va desde el más oscuro al más clarito.
En fin... que es difícil jugar con la información de un negativo o una diapositiva con esas profundidades color. Como decimos siempre, la película tradicional ofrece más información que la tecnología digital habitualmente, pero es mucho más difícil de extraer y de trabajar con ella.
A partir de ahora, los ejemplos son archivos corregidos por mí.
Lo que sí es cierto es que me he quedado encantado con la capacidad para registrar tonos de la Provia 100F, con una capacidad para recuperar tonos a partir de los archivos TIFF muy notable. Dejando aparte las dominantes azuladas debidas a las zonas en sombra bajo un cielo azul abierto, me gusta más la fidelidad de los colores que ofrece con respecto a la Ektachrome E100. O quizá no sea fidelidad; simplemente que son colores que me gustan más.
La Provia 100 fue mi favorita desde poco después de su salida al mercado hasta que me pasé a la tecnología digital. Y la usaba siempre... que mi economía lo permitía, porque si no me iba a la emulsión similar para el aficionado la Fujichrome Sensia 100. Nunca tuve claro el grado de parentesco entre ambas. Según algunos, la Sensia 100 era una Provia 100 en distinto estado de maduración, mientras que según otras referencias en realidad estaba más emparentada con la Astia 100. No sé. Es lo que había. Soy consciente también que la Provia 100F es una evolución de la Provia 100 de hace 18 años. Dicen que los cambios son para mejorar la estabilidad en el tiempo del color. Pero seguro que algún cambio se notaría más si pudiésemos comparar las emulsiones frescas a un par. Pero bueno...
Luego hay que tener en cuenta el factor tamaño. Conseguir una buena gama tonal es más sencillo a partir de un negativo de 55 x 42 mm que a partir de un negativo de 36 x 24 mm. Hay 2,7 veces más información y eso se nota. Por no hablar del modelado de la imagen. Indudablemente, ha sido mucho más satisfactoria la experiencia de usar la Provia 100F que la Ektachrome E100. Porque es formato medio, porque usar la GS645S es más divertido que la EOS 100, porque la luz del momento era mucho más agradable,... y quizá también porque me gusta más el producto de Fujifilm que el de Kodak. Sin embargo, vistas las tendencias, es probable que el que perdure sea este último. Viendo el ritmo de genocidio fílmico que lleva la marca paradójicamente llamada Fujifilm...
Tengo miles de diapositivas en casa. Hasta el año 2004, era el medio fotográfico de preferencia para mí, y para otros, cuando fotografiábamos en color. Había varios motivos para ello.
El precio; un carrete de diapositivas con revelado incluido salía bastante más económico que un carrete de negativos más el revelado más el precio de las copias.
La brillantez de las imágenes; unas diapositivas proyectadas en una pantalla de razonable calidad creaban una sensación muy superior a las "birriosas" copias de tamaño postal que ofrecían a partir de los negativos.
La oportunidad de torturar a los amigos con las sesiones de proyección de diapositivas a la vuelta de un viaje; te lo perdonaban si les invitabas a cenar.
La escasa calidad de los laborantes en los minilabs que imprimían las copias en color a partir de los negativos; en muchas ocasiones, cualquier parecido en tono, color y sensación general entre lo que aparecía en las copias y lo que habías percibido al hacer la foto era mera coincidencia. Irte a un laboratorio "profesional" para una copia decente te salía por un ojo de la cara.
Los inconvenientes también existían. Fundamentalmente, que era difícil y costaba caro obtener una copia en papel decente. Y que exponer una diapositiva correctamente es mucho más delicado que casi cualquier otro medio fotográfico. Aunque eso tiene su parte pedagógica.
La llegada de la fotografía digital, como todo el mundo sabe, afectó profundamente al negocio de la película fotográfica de toda la vida. Y la película diapositiva, muy utilizada por los profesionales, que se pasaron en seguido con armas y bagajes a la tecnología digital, fue probablemente el sector más afectado hasta casi desaparecer. Mi último carrete de diapositivas, un Fujichrome Provia 100, lo disparé en los Pirineos franceses en julio de 2004. Desde entonces y hasta la fecha, sólo uno de los carretes de Kodak Ektachrome 100 caducado desde 2008 que nos repartimos en la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ el año pasado, en 2017, lo he disparado en serio. Con unos resultados simpáticos, si los recordáis.
Hace un par de años, Kodak anunció que iba a resucitar las Ektachromes, con una sensibilidad de ISO 100. Creo que su interés va más al cine aficionado, con el formato Super 8, que a la fotografía fija. Pero desde hace unos meses, les ha costado como un año más de lo que prometieron el sacarla al mercado, disponemos de carretes de película de 35 mm con doble perforación de la nueva Kodak Ektachrome E100. Para proceso E-6; si alguien sueña con un renacer de la Kodachrome, proceso K-14, va dado. Es demasiado complejo. Decidí probarla. Con escepticismo hacia la posibilidad de utilizarla habitualmente en un futuro. Con 13 euros por carrete, el coste-efectividad comparado con la película negativa en color a la hora de obtener buenos resultados es muy desfavorable. Y es más delicada de usar. No lo olvidemos. La película diapositiva tiene una latitud de exposición muy inferior a la película negativa en color. La tolerancia a la subexposición es mínima; la tolerancia a la sobreexposición es prácticamente nula, salvo en escenas de escasísimo contraste.
No obstante, encargué un par de carretes. He de decir que mi película favorita cuando fotografiaba habitualmente con película diapositiva no eran las Ektachromes de Kodak, o su versión para aficionado, las Elite. Yo era de Fuji. Y las Provia 100 eran las películas de mi elección. Como esta película se ha mantenido en fabricación, desconozco qué evolución habrá tenido en su fabricación en los últimos 14 años, decidí encargar también un par de carretes de 35 mm y un par de rollos de formato 120 de esta película japonesa, la Fujichrome Provia 100F. Un detalle, que todavía exista esta película en formato medio. En estas semanas atrás, expuse uno de los carretes de Ektachrome, y los dos rollos de Provia 100F en formato medio. Hoy os cuento la experiencia con la película de Kodak, y dejo para otro día la experiencia con la película de Fujifilm.
En dos sesiones, una matinal y otra vespertina, expuse la Ektachrome E100 con la Canon EOS100. En la sesión matinal, con el objetivo EF 40/2,8 STM, un objetivo de buena calidad, con una perspectiva muy estándar, que me gusta, y que hace del conjunto relativamente "compacto" para ser una cámara réflex.
En esa mañana, comenzamos con niebla, aunque fue despejando, quedando cerca del mediodía un día muy soleado, lo que provocaba en algunas escenas contrastes de luz importantes. En las escenas de niebla, sin problemas para que la película encajara el contraste de las mismas, pero en las escenas más soleadas, con zonas de sombra profunda, empezó a tener problemas, como era de esperar para encajar el contraste de luminosidades. De todas formas, me sorprendió favorablemente. Un caso emblemático es la fotografía bajo el puente, en el que tenemos unas altas luces importantes y unas sombras profundas, encontrando materia en toda la escena.
En la sesión vespertina, le puse a la EOS 100 un objetivo Olympus Zuiko 21/3,5, gran angular también relativamente compacto, diseñado para los tiempos de la película tradicional. Es un objetivo usable en cámaras digitales, pero se nota con estas la veteranía de su diseño. Pero con película tradicional pensé que podría dar buen resultado. La cuestión es que esa tarde también salió muy soleada, y en algunas de las fotografías el contraste era muy notable. Mandado a revelar a Carmencita Film Lab, el amable operador que las ha digitalizado me mandó un comentario sobre que algunas de las diapositivas estaba subexpuestas. En realidad, eso es opinable. Todo el carrete está expuesto midiendo con el modo de medición parcial, mide sólo sobre un círculo que ocupa el 9 % de la imagen. Hay quien llama a esto medición puntual, pero es un punto "gordo" y yo prefiero llamarle parcial. Dejo lo de puntual para cuando sólo se mide sobre un 1 a 3 % de la imagen. En cualquier caso, mido sobre una zona de la imagen que caiga en lo que Ansel Adams consideraría una Zona VI, y con el compensador de exposición en +1. Esto suele proteger las luces suficientemente. Pero a veces deja las sombras, cuando el contraste es muy potente, muy oscuras.
Con el trabajo de digitalización que han hecho en el laboratorio, puedo afirmar que la película es muy nítida, los colores tienen la brillantez que habitualmente se atribuyen a la diapositiva pero sin pasarse de saturación en ningún momento, razonablemente natural. Y no aprecio el exceso de dominante amarilla, cálida le llamaban ellos, que con frecuencia surgía en tiempos en las diapositivas de Kodak y que me hacía preferir las inversibles de Fuji. Nitidez estupenda, y grano... yo no lo percibo.
Por lo tanto, estamos ante un buen producto, ante un material sensible excelente, pero que no sé si es lo que a mí me apetece usar habitualmente. Su limitada latitud de exposición limita las situaciones en las que se puede usar, aunque aprecio que estas son relativamente variadas. Su precio es muy elevado... muy muy elevado. Y no tiene la personalidad o el rendimiento específico de las películas negativas en color, como pueden ser las de la gama Portra o la Ektar. O equivalentes de Fujifilm. La verdad es que para obtener el tipo de imágenes que me ofrece la Ektachrome E100... puedo tirar en digital sin ningún problema. Pero es una muy buena película en mi opinión.
A ves me pasa. En lo que llevo de año al menos en un par de ocasiones. A finales de primavera puse un carrete de Kodak Portra 400 en la Pentax MX con el fin de usarla en una tarde del mes de mayo... pero luego el tiempo meteorológico se torció, y ahí se quedó el carrete que fui disparando, sin un plan definido, durante todo el verano, con una mezcolanza de fotos y temas. No hice entrada de ese carrete... porque no tenía nada de especial que no hubiese dicho previamente sobre la cámara o la película.
Pero es que todavía ha sido más grave lo del carrete de Kodak Professional T-Max 100 que le puse a la pequeña Olympus Pen EE3 en el mes de abril. Y que no he terminado de exponer y, finalmente, revelar hasta el mes de noviembre. Bueno, igual es igual de grave. La Portra 400 en la MX da unos 36 fotogramas y tardé tres meses en revelarlo. La T-Max 100 en la Pen EE3 da algo más de 72 fotogramas, el doble, y he tardado en la práctica unos seis meses en terminarlo y revelarlo. El doble, también. Porque vamos a recordar que la Olympus Pen EE3 es una cámara de medio formato, que no de formato medio, para película de 35 mm. Es decir, que en lugar de los tradicionales negativos de 24 x 36 mm, con ocho perforaciones en cada avance de la película, nos da unos negativos de 24 x 17 mm, con cuatro perforaciones en cada avance de la película.
No. No son negativos de 24 x 18 mm como a veces se lee por ahí. El espacio que deja la cámara entre los negativos, para poder gestionarlos con comodidad hace que en lugar de la proporción entre sus lados de 4:3 que muchos afirman que tiene este formato, en realidad quede en 7:5. Adecuada para copiar en un papel de 13 x 18 cm que son, aproximadamente, 5 x 7 pulgadas en el sistema de medidas imperiales.
El caso es que, siendo poco menos que la mitad en superficie que el negativo tradicional de ocho perforaciones de paso, tiendo a usar la Olympus Pen EE3 con película de ISO 100 en lugar de los más cómodos y polivalentes ISO 400, para que el grano no cante en exceso. Soy de los que me agrada la estructura de la película tradicional en blanco y negro, pero no especialmente aficionado al grano como pelotones de Nivea para la playa.
La película con la que más me gustaba usar esta cámara era la Fujifilm Neopan 100 Acros, de grano muy fino, y fantásticas transiciones tonales. Pero sin problemas para usarla también con las películas de ISO 100/125 de Ilford, o con la Ilford XP2 Super 400 a un índice de exposición de 100/200. Tenía de todas formas las curiosidad de probar la película de Kodak de sensibilidad media, la T-Max 100.
Antes de seguir adelante, decir, afirmar, gritar, proclamar con cabreo, que odio la escasa, por no decir nula, estabilidad dimensional de las películas en blanco y negro de Kodak, que hacen que se curven, se doblen, se forman tirabuzones, que incluso tras varios días prensados bajo varias toneladas de libros, aun se resisten a desaparecer. Y si encima te dejas la película en la cámara durante seis meses,... pues te sale el rollo de un rebelde horrible, que luego es mucho más difícil que no acabe cogiendo porquerías, que dan un trabajo horrible para quitarlas, limpiarlas o clonarlas en un proceso mixto con su parte digital. Lo odio. Simplemente por eso, me dan igual las virtudes de la emulsión, lo más seguro que siga con Ilford.
No hay mucho más que explicar del resultado de la película. Revelada en HC-110, en dilución B (1:32 o 1+31, que es lo mismo), durante 6 minutos a 20 ºC, según las "recomendaciones del fabricante", da unos negativos con amplia gama tonal, menos contrastados que su "prima" la T-Max 400, y un grano muy contenido, por lo que no se hace muy notorio a pesar de ser negativos más reducidos que lo habitual. He entrecomillado lo de las "recomendaciones del fabricante", porque Kodak siempre es confuso con las recomendaciones para el HC-110. Supongo que es la diversidad de métodos de revelado que contempla, y la necesidad de desbrozar para qué versión de la película de las variantes en el tiempo o en el formato está establecido el tiempo recomendado.
He digitalizado los negativos con la Panasonic Lumix G9 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH. Lo cierto es que, aunque la óptica de la cámara es bastante decente, no deja de ser una cámara concebida para un uso popular y con limitaciones, por lo que los 19 megapíxeles aprovechable finales son casi excesivos. Aunque con negativos bien expuestos, con buena luz y cuidadosamente digitalizados, el nivel de detalle obtenido no está mal. En fin. Que da igual. Que es un castigo manejar este película, así que seguiré tirando de Ilford.
Para aquellos que sigan estas páginas directamente o a través de los enlaces a las mismas que aparecen en mi Cuaderno de ruta, en Twitter o en Facebook no será ningún secreto que últimamente la película Ilford XP2 Super 400 ha vuelto a ser, ya lo fue durante algún tiempo hace 20 años, mi preferida como película todo terreno. Sea en forma de cámara de un solo uso, con una prestigiosa Leica o con una compacta Olympus, siempre obtengo buenos resultados.
Recientemente volvía a cargar uno de estos carretes en la Leica M2, calzada esta con el Summicron 35 mm f/2 ASPH, objetivo de gran nitidez, probablemente uno de los mejores si no el mejor 35 mm para el formato 24 x 36 mm.
Hace unas semanas me la llevé a un paseo por los Pirineos aragoneses, caminando desde Zuriza hasta el paraje de Taxeras, al pie de la sierra de los Alanos. Uno de mis rincones favoritos de la cadena montañosa que une España y Francia. El día estaba muy luminoso y el contraste podría ser relativamente elevado. No tanto como en verano, ya se empieza a apreciar que el sol va más tumbado sobre el horizonte. Pero el día estaba relativamente radiante.
No importa. Como ya he comentado en otras ocasiones, la XP2 tiene una gran latitud de exposición, y digiere muy bien los contrastes, manteniendo la textura tanto en las luces como en las sombras. Quizá me faltó el filtro amarillo, para mejorar el contraste de los cielos. Aunque es una película bastante pancromática.
De todos modos, no hice muchas fotografías ese día con la M2. Por lo que, con el carrete bastante entero todavía, volvió a viajar al domingo de la semana siguiente. En esta ocasión al circuito de motocross de Motorland Aragón, donde se celebraban algunas pruebas del campeonato de España de esta disciplina del motociclismo.
He de recordar de nuevo que esta película de Ilford es única en estos momentos por ser una película en blanco y negro cromogénica, que se revela en cualquier laboratorio comercial con proceso C-41, que es el habitual para las películas negativas en color. Por lo tanto, es relativamente fácil encontrar un sitio para revelarla. También se puede revelar con química tradicional en blanco y negro con buenos resultados. Pero su gran latitud de exposición y su fino grano se consiguen especialmente con el proceso C-41. Este carrete me lo han revelado en Revelatum Revelado Analógico.
Como decía, la película tiene una latitud muy amplia, y el fabricante nos dice que se puede exponer a índices de exposición entre 50 y 800 sin problemas, con su óptimo en su sensibilidad nominal ISO 400. Eso sí, son muchos los que opinan que su óptimo está más bien en un índice de exposición de 200, puesto que manteniendo la nitidez global, el grano es más fino. Cuando se expone a IE 400 u 800, los resultados son buenos, pero en las sombras se aprecia el incremento del grano, mientras que en las luces apenas se nota. El grano no es feo, pero el desequilibrio en la estructura entre luces y sombras no siempre es lo mejor.
Por ello, yo suelo usarla exponiendo a un IE 200, sabiendo que si falta la luz puedo subir un tanto. En exteriores, esto supone que si le pones un diafragma de f/11 y una velocidad de exposición de 1/250, puedes tirar sin problemas a la hiperfocal y siempre que haya algo de sol, intenso o flojito. Si se nubla, todavía aguanta, aunque es mejor bajar un paso la exposición. Es casi como usar una cámara desechable, pero con una calidad de imagen de primer nivel. No te preocupas del enfoque, ni de medir la luz, sólo de conseguir el mejor encuadre.
Por supuesto, si es necesario, puedes corregir estos parámetros, afinar el enfoque con el telémetro de la Leica, e incluso hacer alguna foto en determinados interiores relativamente bien iluminados. Se puede usar sin problemas la cámara a f/2 y 1/30, sin que trepide. Por lo que considerando un IE de 400 u 800, hay mucho margen. No se dio el caso en estas excursiones.
En fin... que seguiré usando esta película durante mucho tiempo. Especialmente en excursiones y viajes. Muy polivalente.