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Olympus Pen F y Fujifilm Neopan 100 Acros - una combinación a considerar

Utilizar una Olympus Pen F es una delicia. Aparato excelentemente diseñado y fabricado, genera unas sensaciones estupendas, y produce un estado de relax y buen humor notable en el aficionado a los aparatos fotográficos clásicos. Porque, sin duda, la Olympus Pen F de Maitani Yoshihisa pertenece de pleno derecho al club de las cámaras clásicas y no meramente de las cámaras viejas o antiguas. Por si alguien se me ha despistado, me refiero a la cámara réflex con visor de porro que fue lanzada al mercado por Olympus en 1963, y no la cámara digital de aspecto estético similar, pero totalmente distinta en su tecnología.

Pero como ya he comentado en otras ocasiones, el principal inconveniente de la cámara es que ofrece unos negativos con una superficie que es algo menos de la mitad de los de un 24 x 36 mm, y eso penaliza la resolución global de la imagen, y hace que la estructura de la película, el grano sea mucho más manifiesto. Seamos claros; por buena que sea la mecánica de la cámara, que lo es, y la calidad de sus ópticas, punteras para su época y perfectamente asumibles como buenas ópticas, hay unos límites físicos a la cantidad de información que puede almacenar un rectángulo de emulsión haluros de plata de 17 x 24 mm. Y por ello, de cara a obtener la mejor calidad de imagen posible, la utilización de películas de sensibilidad media-baja y grano fino es algo muy razonable de pensar, aunque disminuya la versatilidad. No por nada con el tiempo y la mejora de las películas se ha ido estableciendo el ISO 400 en lugar del ISO 100-125 como material todoterreno.

Con esto en mente, me vino a la memoria que cuando empecé a usar las primeras cámaras de medio formato (que no de formato medio), como esta, antes de que se suspendiera la producción de la película, usé en varias ocasiones la Fujifilm Neopan 100 Acros con buenos resultados. Y puesto que tenía por casa algunos rollo de la nueva versión de esta película, Fujifilm Neopan 100 Acros II, decidí llevar encima durante el mes de diciembre la Pen F con uno de estos rollo, y usarla en diferentes ocasiones. La mayor parte del tiempo llevé puesto en el objetivo, el F-Zuiko Auto-S 38/1,8, un filtro amarillo de B+W, que resta un paso de luz, para mejorar el contraste, especialmente cuando hay cielos implicados. Y también he de decir que solía ajustar el índice de exposición de la Acros a IE 80 en lugar de su nominal ISO 100. Por ello la medición de la luz la realicé con el Gossen Digisix a IE 40, o estimando la luz bajo estas condiciones. Esto me ha confirmado un problema que ya había empezado a sospechar. 

Siempre se ha dicho que para evitar una trepidación en la imagen, en caso de disparar a mano alzada, conviene usar una velocidad de obturación que sea la inversa de la focal utilizada. El 38 mm es equivalente a un 55 mm, aproximadamente, en el formato más extendido de 24 x 36 mm que es para el que se hizo esta "regla" de exposición. Por lo tanto, la velocidad de obturación de seguridad sería 1/60 segundo. Pero hay que contar otra cosa. El conjunto de la cámara y el objetivo es mucho más ligero que las cámaras para el formato 24 x 36 mm, y por lo tanto tiene mucha menos inercia. Viendo los resultados, yo abogaría, por lo menos para mis habilidades, por usar una velocidad de 1/125 segundo. Lo cual no siempre ha sido posible dada la baja sensibilidad real con la que me he estado manejando. Y algunas, no todas, las fotos que he hecho a 1/60 segundos han quedado trepidadas. Poco nítidas. La fotografía es una cuestión de compromisos, y las ganancias por un lado conllevan inconvenientes por otro.

La película la he revelado en Kodak HC-110, dilución C 1+19, durante 5 minutos y 30 segundos a 20 ºC, con 5 inversiones del tambor de revelado al principio de cada minuto. La imagen tiene un contraste adecuado, no excesivo para tampoco demasiado suave, con buen detalle desde las altas luces a las sombras profundas. Dado que en esta época del año, la luz no es tan agresiva como en otros meses, encontramos una amplia gama de tonos en todas las situaciones. Los negativos los digitalicé con la Panasonic Lumix G9 y el Leica Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. No usé el modo de alta resolución, y ajusté bien la imagen al tamaño del fotograma, sin bordes, para tener 20 megapíxeles de imagen aprovechables. 

Salvo por los negativos trepidados que he comentado la calidad intrínseca de las imágenes ha sido buena. Creo que mejor que con la Ilford FP4 Plus, aunque no tengo una muestra de situaciones los suficientemente amplia para una comparación rigurosa. Posibles contrincantes... la Ilford Ortho Plus 80,... que tiene una sensibilidad espectral distinta.

Paisaje urbano con Fomapan 200 Creative y un filtro rojo

El balance de fotografía analógica de diciembre se resume en que he expuesto tres rollos de película negativa en color, de Kodak en sensibilidades ISO 100 y 200, que todavía no he mandado a revelar; dos rollos de Fomapan 200, uno en naturalezas muertas  del que ya os he hablado, y otro del que os hablaré hoy; un cartucho de Instax Monochrome, que está listo para comentario, así que... dentro de poco; y un un rollo de Fujifilm Neopan 100 Acros, expuesto con la Olympus Pen F, que contiene las últimas fotografías del año y las primeras de 2021. Estos trabajando todavía en este último.

Creo que ya lo dije hace unas semanas. O si no, lo cuento ahora. En este 2020 que ha terminado, he utilizado principalmente películas negativas en blanco y negro de Ilford, por tres motivos; son fáciles de encontrar, tienen buena calidad y fiabilidad, y tienen precios razonables, especialmente si las comparas con los estratosféricos precios de las Kodak y otras películas de cierto prestigio. E incluso con los de algunas películas de dudoso prestigio. Pero hubo un momento en que parecía que me iba a quedar sin blanco y negro en formato medio, y en una tienda de Zaragoza pillé los dos rollos de Fomapan 200 Creative. Que reconozcámoslo, es una película que no me disgusta, para mí la mejor de lo que hace Foma.

Expuse el primero con las naturalezas muertas iluminadas con el panel de LED, sudando la gota gorda para ajustar el descomunal fallo de la reciprocidad en la exposición que tiene, y el segundo,... decidí tomármelo con calma y sin problemas. Así que, un domingo por la mañana, lo cargué en la fiable, ligera y agradable Fujifilm GS645S Wide 60, miré por la ventana, puse un filtro rojo, porque supuse que le vendría bien para mejorar los contrastes en unos cielos un poco modorros, y salí a pasear hasta la hora de comer.

El revelado, un poco incómodo, en Kodak HC-110 dilución B (1+31), durante sólo 3 minutos y 30 segundos a 20 ºC, con agitación tranquila de cinco inversiones del tanque revelado al principio de cada minuto. Nunca me encuentro cómodo con revelados tan cortos, porque cualquier inconveniente, o cualquier evento que modifique algo el tiempo de permanencia en el revelador tiene mayor impacto que cuando los revelados son largos. 30 segundos de error en 3:30 minutos en un error mucho más importante, del 14 %, que 30 segundos en 9:30 minutos, del 5 %. Pero bueno, todo fue bien y sin problemas. Nunca me ha gustado estas capas antihalo de color verde que llevan las películas con base de poliéster de Forma, pero como revelo a baño perdido, con para y lavar bien antes del fijador, tampoco pasa nada. Hay quien prefiere hace un baño previo con sólo agua con estas película, para atemperar la película y eliminar a priori este tinte verde. Pero nadie ha demostrado concluyentemente que eso sea mejor, y lo que si que hace es consumir más tiempo.

Los resultados son muy correctos, con unos negativos nítidos, en los que apenas se aprecia el grano, gracias al buen tamaño de los mismos, con detalle abundante tanto en sombras como en luces. El filtro rojo le viene bien a unos cielos que de lo contrario aparecería probablemente lavados y con pocas texturas. Como me ha pasado en otras ocasiones con esta película, la primera impresión es que están subexpuestos. Pero luego, cuando los digitalizas, son muy cómodos y agradecidos, y hay detalles e información por todas partes. Así que sin problemas. No es mala película para tener para un por si acaso.

En noviembre fue la Canon EOS 650 con un 40 mm y un rollo de Kodak Ektar 100

Desde hace un tiempo, cada mes suelo llevar alguna cámara para película tradicional en la mochila con un rollo de película en color, independientemente de que siga haciendo fotos en blanco y negro. En el mes de noviembre de 2020 la cámara que me acompañó en mis idas y venidas por la ciudad fue la Canon EOS 650, una cámara que, a pesar de que muestra algún rasgo de inmadurez, no por nada fue la primera de la gama EOS en la historia, me resulta muy cómoda de usar. Para hacerla ligera en la mochila, le puse el pequeño panqueque EF 40/2,8, que ofrece muy buenos resultados tanto en digital como en película, con la ventaja de que con película tradicional viñetea menos a grandes aperturas. Y como material sensible, tenía que ser la Kodak Ektar 100.

¿Por qué tenía que ser la Ektar 100? Bueno... es otoño, los árboles están más coloridos y potencialmente más bellos. Y con esto del cambio climático, las nieblas en Zaragoza cada vez se reducen más. Y si antaño noviembre era un mes en el que las nieblas abundaban, ahora parecen quedar confinadas cada vez más a los días de diciembre próximos a la navidad. Como los que llevamos esta semana. Por lo tanto, con buena luz y colores potencialmente interesantes, una película como la Ektar 100, que ofrece tonos más saturados que otras... va bien.

Revelado el rollo en Carmencita Film Lab, con una resolución de unos 20 megapíxeles por foto, que ya está bien, tengo en mi poder fotografías nítidas, limpias y claras. Quizá con unos tonos excesivamente cálidos... más bien con un exceso de amarillo, a pesar de mi petición de tonos neutros. Pero bueno, una pequeña corrección de la temperatura del color, cuando estos tonos cálidos no sienta bien, en el programa habitual de procesamiento de imágenes, nada muy impulsivo, corrige la situación sin graves pérdidas de calidad de imagen a pesar de trabajar sobre JPEG. Siguen siendo rácanos los laboratorios a la hora de ofrecer TIFFs de alta resolución. Supongo que por el coste del almacenamiento.

Creo que el momento que más ilusión me hizo durante todo el mes, y que me hizo entretenerme un ratito mientras iba desde el trabajo, en el que había terminado mi jornada, hacía el centro de la ciudad para hacer unas compras, caminando, fue al pasar sobre las cuatro de la tarde junto al palacio de la Aljafería de Zaragoza, y percatarme que en la avenida de Madrid, en el lateral del palacio, el ayuntamiento de la ciudad ha plantado entre el arbolado urbano algunos ginkgos, fósiles vivientes de origen asiático que ahora se ven por todo el mundo, que producen unas hojas muy bellas en otoño, y que nunca había visto en Zaragoza. Los arbolitos son jovencitos, pequeñitos y pasan desapercibidos, pero con las brillantes hojas amarillas, llaman más la atención.

También, ante el confinamiento perimetral de la ciudad debido a la epidemia de covid-19, las riberas del río Ebro se han convertido en un lugar preferido de muchos conciudadanos para disfrutar del aire libre, y de algo lo más parecido a la naturaleza que se pueda encontrar dentro del municipio, y sin salir del casco urbano. En fin... que me han gustado los resultados. Para el mes de diciembre, ya llevo un par de rollo. Con distintas cámaras. Con distintos tipos de película. Cuando llegue el día 2 de enero... o el primer día hábil que haya, las mandaré al correo, y en el primer mes del 2021 os contaré cómo fueron las fotos en color de diciembre del malhadado 2020. En cualquier caso, esta combinación de cámara y película está muy bien.

Zeiss Ikon Ikonta 521/16 con película color Kodak Portra 400

La Zeiss Ikon Ikonta 521/16 es una cámara fabricada en la Alemania en reconstrucción de la posguerra mundial en 1948. No fue un diseño nuevo. Se basó en los modelos de cámara de fuelle, de objetivo retractil, más económicas que se fabricaban antes de la guerra mundial, y formaba parte de los esfuerzos para relanzar la economía alemana a base de fabricar bienes de consumo. Como se hizo en Japón, aunque los nipones se esmeraron mucho más y llegaron a dominar décadas más tarde el mercado de la electrónica de consumo. Fue, como digo, una cámara económica y, por lo tanto, con unas capacidades limitadas.

Mi ejemplar lo adquirí en Portobello Road Market, Londres, en octubre de 2012. Unos meses había comprado la Yashica Mat 124G y empezaba a estar entusiasmado con el formato medio. La probé in situ, mientras terminaba aquellas breves vacaciones en la capital británica. Estaba en un estado de "muy usado", pero con un funcionamiento correcto de sus elementos más importantes. Lo único que necesitó una limpieza, que exigió varios repasos, hasta que los fotogramas empezaron a salir sin marcas de la suciedad recogida de distintas partes de la cámara. El fuelle no tiene fugas de luz, el objetivo enfoca correctamente, por estimación, no tiene ninguna ayuda al enfoque, y las velocidades de obturación parecen correctas. Su objetivo, un Novar-Anastigmat 7,5 cm f/4,5 es muy sencillo, un simple triplete acromático de Cooke, con las superficies sin revestimientos antirreflejos. Por lo tanto, según como vengan las fuentes de luz, es propenso a pérdidas de contraste, que en general no es precisamente elevado.

Es una cámara con un diseño pensado para las fotografías con película en blanco y negro al aire libre, con las sensibilidades de la época... que no pasaban de DIN 18 o 21. O sus equivalentes hoy en día, ISO 50 o 100. Puede ser disparado en posición B con un cable disparador. Y tiene indicadores para su uso en hiperfocal, que van bien y son útiles. En posición para retratos y para paisajes. Ofrece negativos de 56 x 56 mm de lado, que en su momento se positivaban por contacto, dando unas fotos de recuerdo pequeñitas. Nítidas, gracias a la nula ampliación de la imagen. Si se realizaban sobre papel con un grado elevado, aumentaba el contraste y quedaban resultonas. Para llevar en la cartera de recuerdo. En el momento en que empiezas a ampliar, se le notan las debilidades. Lo cual no quiere decir que no se utilizable. Hoy en día, con películas todo terreno de ISO 400, todavía son más versátiles en cuanto a la variedad de situaciones en las que son utilizables.

Pero nunca hasta ahora las había utilizado con película en color. En general, no parece recomendable. Y además, la película negativa en color en formato medio suele ser cara. No hay rollos económicos como sucede en el formato de película biperforada de 35 mm. No obstante, tenía ganas de probarla en alguna ocasión en color, y es algo que hice hace unos domingos. El último del mes de noviembre. Lo cierto es que la evolución del tiempo atmosférico no jugó a mi favor. El pronóstico era soleado, pero apareció un día modorro. Por lo que le puse una película ISO 400, una Kodak Portra 400. De tonos sutiles y tranquilos. Que si se expone a una índice de exposición inferior a su sensibilidad nominal, mejora la nitidez y el tamaño del grano, pero pierde saturación y contraste. Luego resultó que sí que salió el sol... y lamenté no haberle puesto una Kodak Ektar 100, más contrastada y saturada en sus colores.

Como era de esperar, los resultados son fotografías con escaso contraste, a pesar de estar tomadas en horas centrales del día, evitando los contraluces, con colores muy calmados, poco vivaces. Pero que no carecen de encanto. La nitidez es razonable en el centro de la fotografía, y se va degradando, como era de esperar hacia los bordes, y no digamos hacia las esquinas. Quizá no era la situación más adecuada para usar esta cámara con esta película... pero algún día tenía que probar. Analizaré la cosa para un futuro. Porque llevo en mente usarla en situaciones de menos luz, forzando un paso la sensibilidad de la película, que podría ser la propia Porta 400. A lo mejor en esos casos obtenemos resultados interesantes. Aumentará el contraste, veremos que pasa con los colores... y con un rendimiento cálido... pueden estar bien. Ya veremos.

Iluminando sencillas naturalezas muertas con paneles LED - Hasselblad 500CM + Fomapan 200 Creative

Hace unos días, en uno de los canales de Youtube sobre fotografía con película tradicional que sigo, vi un par de vídeos en los que el autor de los vídeos, bastante ameno el hombre, británico, utilizaba la controlada luz de un panel de LED para fotografiar sencillas naturalezas muertas, y de paso comprobar la latitud de exposición real de algunas películas fotográficas. Con un único panel de LED, un difusor de la luz y una pantalla reflectante, podía ajustar el contraste de la escena, tomando en cuenta también las características del sujeto. Os dejo los enlaces a los vídeos por si os interesan.

Comenté el caso con algunos conocidos, y unos días más tarde, uno de ellos me cedía un pequeño panel de estos, con una potencia bastante inferior a la del que aparece en los vídeos, eso sí, y decidí hacer algunas pruebas.

Para ello, una tarde sábado un tanto monótona, monté un pequeño entorno de fotografía con una tela negra, en realidad una camiseta deportiva de tejido sintético que se arruga muy poquito, mi Hasselblad 500CM con algún que otro tubo de extensión y varios objetivos,... y como no tenía muy claro qué iba salir de ahí, me puse rácano y opté por un rollo de película barata en blanco y negro, Fomapan 200 Creative. Que conste que de la gama de Fomapan, es la que más me gusta. Las versiones de ISO 100 y 400 no me dicen nada, y en ocasiones no han tenido la longitud suficiente para las doce exposiciones que se obtienen con la Hasselblad, y detecto cierta inconsistencia en la calidad de estas películas. Que también subcontratan con otras marcas. Ahora no sé, pero antes la Lomography Earl Grey 100 era una Fomapan 100 Classic. Con las mismas inconsistencias en calidad, pero más cara.

¿Por qué tenía en casa esta Fomapan 200 si últimamente me centro en las películas de Ilford, con una calidad mucho más consistente entre todas sus unidades? Pues porque así como las de formato 135, o 35 mm, son fáciles de encontrar en un par de comercios de Zaragoza, las de formato 120, que no son 120 mm sino unos 60 mm, no tanto. Y en un momento dado, compré, por ser socorrido, dos rollos de la Fomapan 200. Que como digo no me había ido mal. Se dice que no tiene una estructura de grano tradicional, sino que entraría dentro del grupo de las de grano tabular, como las Delta de Ilford o las T-Max de Kodak... aunque en estos momentos no recuerdo dónde lo leí. Un momento que miro... Ya... lo dice el propio frabricante. Con una granularidad teórica marginalmente superior a la Fomapan 100, RMS = 14 de la ISO 200 frente a 13,5 de la ISO 100, mis resultados no han mostrado diferencia apreciable alguna... e incluso algún rollo menos granuloso en la Fomapan 200, aunque puede ser debido al mayor cuidado en su exposición y procesado.

Así pues, cogí el panel LED, una sombrilla translucida para que actuase como difusor de la luz, y una pantalla reflectora para rellenar las sombras y controlar el contraste. Algo muy simple y elemental. Monté la cámara... y medí la luz con el Sekonic L-408 Multimaster. La luz continua, con el montaje que hice, era suave y razonablemente agradable. Más fácil de controlar que con los flashes, en los que tienes que hacer pruebas para comprobar como van, o usar, si tienen, luces de modelado, que son más débiles. Pero el panel que me cedieron... es muy poquito potente. Y para un diafragma f/22, con objeto de incrementar la profundidad de campo, me sugería tiempos de exposición entre 8 y 20 segundos. A lo que había que sumar la corrección de los tubos de exposición... no muy importante, pero que ahí está, y el fallo de la reciprocidad para la película. Que es abundante. Y además, las correcciones que propone el fabricante son muy groseras. No te da un fórmula clara y precisa como Ilford. Sino intervalos, bastante amplios, de tiempos de exposición, que te dejan un poco frío... Según cómo los interpretes... los tiempos varían mucho.

En fin, tiré por la del medio, tomé mis decisiones, hice 12 fotos, colocando como modelos tanto ejemplares procedentes de mi vitrina de cámaras como del cajón de las frutas y verduras de mi frigorífico, y una vez expuestas las doce fotos del rollo, lo revelé con Kodak HC-110 a 20 ºC. Como la tarde en la que lo revelé andaba con prisas, acepté la propuesta de la dilución B, aunque fueran con un tiempo de revelado de sólo 3 minutos y 30 segundos. Prefiero siempre tiempos de 6 minutos o más, porque las variaciones de algunos segundos en el trasiego de líquidos tienen menos impacto que con tiempos cortos. Pero bueno... le puse interés y todo transcurrió sin problemas. O eso creía.

Porque al poner a secar los negativos, observé que tenían una densidad muy escasa. Tenían toda la pinta de estar subexpuestos. Y no sabía muy bien qué iba a salir de ahí. Una vez secos, y con muchos reparos, los digitalice con la Panasonic Lumix G9 en modo de alta resolución, y ajusté los tonos de forma básica en Pixelmator Pro. Y lo cierto es que, pese a las apariencias, había imagen y detalle, tanto en las luces como en las sombras. Sin un especial aumento del grano. Muchas de las fotos se prestaban a una interpretación en clave baja... así que... tampoco había mucho problema. Lo cierto es que la Fomapan 200 Creative se comportó bien.

En cuanto al panel LED... pues sí que es una solución cómoda para este tipo de fotos... pero algún modelo con más potencia. No sé para qué lo usaría el amigo que me lo cedió. Supongo que para apuntar algo de luz en la grabación de vídeos. El modelo que se usa en los vídeos que he colocado al principio es claramente superior. Y el precio no es desmesurado ni mucho menos. Igual me animo con uno de esos paneles más potentes y más serios y dedico tiempo al bodegón. Ya veremos.