A principios de noviembre del año pasado, 2014, dediqué un artículo en estas páginas a una interesante película documental dedicada al fotógrafo brasileño Sebastião Salgado. Película de obligatoria visualización para todo aficionado a la fotografía, y muy recomendable para el público en general. Por aquel entonces compré también el libro del último gran proyecto de Salgado, Génesis, un libro que no puedo recordar los motivos pero no llegué a comentar por aquí. Es un libro de gran formato, rotundo, de 24 x 35 cms, más de 500 páginas, muchas fotografías en blanco y negro con un buen nivel de impresión, superior a la media de la editorial, Taschen.
En el documental se nos explica un poco el origen de este proyecto. Tras una vida dedicada al reportaje en lugares difíciles, con conflictos difíciles, con gentes difíciles, con gentes que sufren, Salgado entró en una crisis personal de la que surgió gracias a que volvió su mirada a la naturaleza, a sus difíciles equilibrios. En primer lugar al lugar que lo vio nacer y crecer, luego a su país, Brasil, y finalmente al planeta que nos alberga a todos. Y a partir de ahí se lanzó a una búsqueda de los lugares primigenios, aquellos en los que la naturaleza está menos afectada por el ser humano, aquellos en los que el ser humano se presenta todavía en sus estadios de desarrollo cultural básico, los cazadores-recolectores, los agricultores incipientes que todavía podemos encontrar en algunos lugares de la Amazonia, África o las selvas de Papúa-Nueva Guinea.
Y así nos ha presentado este legado, este conjunto de imágenes que configuran una fotografía global de las tierras vírgenes del planeta, de lo que queda original de él. Sea los hielos de la Antártida, sean las pluviselvas ecuatoriales, los violentos volcanes del extremo oriental siberiano, o el gran norte americano.
Una parte de esta obra se está presentando en algunas ciudades españolas de la mano de la Obra Social de la Caixa, exponiéndose en los Caixaforums repartidos por la geografía española. En estos momentos, la exposición ha llegado a Zaragoza, donde permanecerá hasta mediados de octubre de este año, 2015. La exposición, como el documental sobre el que he empezado hablando en este artículo, es "obligatoria" para todos los aficionados a la fotografía y altamente recomendable para el público en general. Copias de gran formato, de alta calidad en blanco y negro, que nos muestran una serie de escenarios naturales todavía vivos, todavía en su estado original. Quién sabe por cuanto tiempo, en un planeta en el que los cambios debidos a las alteraciones del clima se está produciendo con una rapidez que está sorprendiendo incluso a los más pesimistas.
Recordar también que uno puede llevarse a casa para siempre estas fotografías y más en forma de libro, un libro que aunque cuesta lo suyo en términos absolutos, casi 50 euros, no es excesivamente caro en términos relativos dada su magnitud y la cuidada calidad con la que se presenta y está impreso, respetando mucho la calidad de las fotografías presentadas. Animaos, que no os arrepentiréis.
Como todos los veranos, se celebra en nuestro país el que probablemente será el certamen más importante de fotografía por su alcance, por su volumen, por su variedad y por la calidad que suelen tener sus exposiciones. Se trata de PhotoEspaña, festival que comenzó en 1998 y que lleva con la actual la friolera ya de 18 ediciones. En un principio estaba fundamentalmente concentrado en Madrid, pero poco a poco, tímidamente al principio, se ha ido descentralizando. En Zaragoza, durante este verano hemos tenido hasta cuatro exposiciones asociadas a este festival.
Lamentablemente, cuando este artículo vea la luz alguna ya habrá terminado.
La primera que se inauguró lo hizo en el Centro de Historias de Zaragoza, es la dedicada a Bonadies+Caula: Cartografías de un territorio compartido, y es un tipo de exposición que a mi me gusta mucho. Las exposiciones en las que dos autores dialogan a través de sus obras. Puede ser que con estilos distintos, o pertenecientes a época distintas, centre su atención en un mismo sujeto o tema. Puede ser que con estilos similares, nos muestren temas o sujetos muy distintos. Puede que sus temas, sus miradas, sus técnicas o sus momentos se complementen y la suma de las partes se potencien y creen una sinergia en el mensaje que nos ofrecen.
En esta ocasión, el diálogo se producen entre fotógrafos con un ámbito, Caracas, pero de generaciones distintas. La más joven, la fotógrafa venezolana Ángela Bonadies, ha realizado un proceso de investigación sobre la obra del más veterano, ya fallecido, el argentino establecido en la capital venezolana, Tito Caula. A partir de ahí, podemos analizar y comparar las visiones, las similitudes, las diferencias e incluso la evolución de la sociedad venezolana a través de las fotografías de ambos autores.
Una semana más tarde se inauguraba también en el centro de historias una retrospectiva sobre Steve Schapiro, que en una primera instancia pudimos visitar en compañía varios FeZ. Estamos ante uno de los fotógrafos documentales norteamericanos más interesantes de la segunda mitad del siglo XX. Se le vincula mucho al mundo del cine, ya que fue el fotógrafo de plató de producciones emblemáticas del cine norteamericano, especialmente en los años 70 y 80, pero también por sus retratos de algunas de las gentes del cine, algunos de los cuales son fácilmente reconocibles por muchos, aunque desconozcan quien es el fotógrafo que los realizó.
Pero todavía más interesante me parece su actividad documental de los movimientos civiles y políticos de su país, especialmente en los años 60, en los que se implicó tanto en el ámbito de los derechos civiles y contra la segregación por el color de la piel, como en seguir a figuras políticas de gran relevancia en aquella intensa época. Desde luego la exposición también es de obligada visita, al igual que la anterior, tanto para los aficionados a la fotografía como para el público en general.
En la Lonja de Zaragoza, establecimiento hostil a los visitantes que acuden con su cámara de fotos, encontramos otra gran retrospectiva, un eslabón más de la cadena de exposiciones dedicadas a los mejores y más significativos fotógrafos documentales españoles de la segunda mitad del siglo XX y que ha venido trayendo en los últimos años. En esta ocasión está dedicada al fotógrafo húngaro afincado en España tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Nicolas Muller.
Muller, en su país de origen, comenzó realizando una fotografía muy comprometida socialmente, en concreto sobre el campesinado más pobre, que le atrajo las antipatías del gobierno filofascista del país y le obligó a exiliarse. Paradójicamente, encontró finalmente estabilidad en España, también con un gobierno de corte fascista en los años 40, pero en el que pudo desarrollar una actividad de fotografía documental, de carácter etnográfico, que no carece de la empatía por las gentes que mostró en sus primeros trabajos. También podemos comprobar como el estilo y la técnica del fotógrafo mantiene una evolución tranquila, pero con diferencias sutiles, que hacen muy disfrutable la exposición por que nos ayuda a comprender el proceso mental del fotógrafo cuando se acerca a sus sujetos con su cámara. Tampoco podemos dejar de destacar la serie de retratos a personajes ilustres, especialmente del mundo de la literatura. Otra que es obligatoria para los aficionados a la fotografía, y más que recomendable para el público general.
Sólo me queda hacer un comentario a una exposición, de la que no tengo imágenes, que ha pasado más desapercibida, pero que no carecía de interés. Lamentablemente, ya ha terminado. Se trata de la que pudimos visitar en la Galería Carolina Rojo, en la calle Gascón de Gotor, en la contemplamos las Veintiséis gasolineras abandonadas de Iñaki Bergera. Esta obra de este fotógrafo vitoriano muy interesado en la fotografía de arquitectura, nos acerca considerablemente a la corriente de fotografía nortemericana denominada como New Topographics, muy preocupada por el concepto de paisaje alterado por el hombre. Fotografías cuidadosamente compuestas, con indudables valores estéticos, que tal vez hayan pasado más desapercibidas para los aficionados a la fotografía. Una pena.
En los últimos tiempos he tenido poco tiempo para visitar exposiciones en la ciudad de Zaragoza. Trabajo, algún viaje... y otras obligaciones, me han tenido alejado de los centros culturales de la capital aragonesa.
Este pasado miércoles encontré no obstante un momento para quedar a tomar un café o una cerveza con un par de amigas, y lo hicimos en la cafetería del Centro de Historias. De paso nos dimos un paseo por sus salas de exposiciones.
Desde luego, volvimos a ver la exposición de fotografía de Miguel Trillo, La estirpe de la calle, de la que ya hablé hace un tiempo. Pero es que merece la pena ver la obra fotográfica en sala de exposición. Mejor que en libro, que no está mal, y muchísimo mejor que en la pantalla de un ordenador.
El Centro de Historias de Zaragoza es uno de los centros culturales más agradables de la ciudad, y con unos interiores y una arquitectura muy cuidados.
Tras pasar por el Espacio Tránsito donde vimos una mini exposición de ilustración, diseño gráfico y textos, El jardín ilustrado, del Proyecto Cierzo, bajamos al sótano donde había alguna novedad sobre mi anterior visita en el ámbito de la fotografía. En concreto, una exposición que va a tener una breve duración en el tiempo, puesto que estará disponible entre el 30 de abril y el 10 de mayo, y que bajo el título de Conexiones fotográficas, nos cuenta la colaboración en el fotógrafo Antonio Lachós y el Centro de rehabilitación psicosocial El Encuentro de la Fundación La Caridad.
Un detalle del Jardín Ilustrado del Proyecto Cierzo.
El Encuentro es un centro que acoge a personas sin hogar que además sufren de enfermedad mental grave. La enfermedad mental grave es una denominación común para un conjunto diverso de enfermedades mentales, generalmente psicosis, que suponen una grave alteración y deterioro en sus vínculos familiares y sociales, por lo que es frecuente que carezcan de un domicilio fijo o una vivienda digna. En el proyecto entre Lachós y el equipo terapéutico y rehabilitador del centro, han buscado utilizar la fotografía como un método terapéutico más, permitiendo a los usuarios del centro retomar el contacto con su medio, con aquellos lugares o personas con las que sintieran algún tipo de vínculo emocional, o simplemente que les apeteciese fotografiar.
Algunos de los cuadernos con fotografías de las Conexiones Fotográficas de Lachós con el Centro El Encuentro.
La fotografías fueron realizadas con cámaras desechables de película tradicional. A la hora de contemplar las fotografías y los cuadernos en los que estas fueron montadas con los comentarios que quisieron añadir, no debemos en esta ocasión buscar las cualidades estéticas o documentales, que eventualmente también podemos encontrar. Más bien sugiero que empaticemos con estas personas, ante las cuales, cuando nos las cruzamos por las calles, o en el autobús urbano, podemos experimentar temor o algún tipo de rechazo, nos pongamos por un momento en su lugar y pensar qué nos gustaría fotografiar con nuestras cámaras en caso de haber perdido el contacto social, emocional y físico con nuestro entorno o aquellas personas que a lo largo de nuestra vida nos han importado. Creo que sería un ejercicio interesante.
Fotografías del proyecto Conexiones fotográficas.
También pudimos contemplar una colección de carteles del alemán Klaus Staeck, Nada está resuelto, en el marco del Festival Ecozine 2015, y en colaboración con el Goethe-Institut. En los mismos, Staeck combina la fotografía con el diseño gráfico para llamar la atención sobre las agresiones a la ecología que se pueden encontrar en el paisaje alemán, aunque por extensión son válidos para cualquiera parte del mundo.
Algunos de los carteles de Klaus Staeck.
Tras la visita a las exposiciones, seguimos camino paseando por el entorno de las Tenerías en una tarde muy agradable, antes de tomar algún chisme más y retirarnos a casa. Hasta la próxima.
Esta entrada fue redactada originalmente para el blog de Fotógraf@s en Zaragoza, que os recomiendo visitar periódicamente si sois aficionados a la fotografía. Aquí aparece reproducida, con algún añadido relacionado con el libro de fotografías de Miguel Trillo, Identidades.
Desde el pasado 4 de marzo y hasta el 17 de mayo de 2015, en la planta primera del Centro de Historias de Zaragoza, podemos encontrar una interesante exposición del fotógrafo Miguel Trillo con el título "La estirpe de la calle".
Quedé con un par de amigas a tomar un chisme en la cafetería del Centro de Historias, con la intención de disfrutar de la primaveral mañana que disfrutábamos ese día 8 de marzo en Zaragoza, luego ver la exposición, y terminar la mañana revolviendo en los puestos del mercadillo de la plaza San Bruno y tomando el vermú de rigor. Un plan ideal para un domingo en la ciudad.
Disfrutando de la primavera zaragozana en el Parque Bruil camino del Centro de Historias.
Entrada a la exposición en la planta primera del Centro de Historias.
Miguel Trillo fue un fotógrafo que surgió en los tiempos de la transición de la dictadura a la democracia en España, integrándose especialmente en la llamada "movida madrileña". Es un momento de la historia del país en la que se rompen corsés. Y los jóvenes, deseosos de expresarse y de distanciarse del pasado, acogen con entusiasmo la pertenencia a las distintas tribus urbanas que proliferan en ese ambiente.
El fotógrafo ha conocido los ambientes de las culturas urbanas en sus viajes al extranjero, a Londres fundamentalmente, ciudad siempre especialmente activa en estos ámbitos, y con la lección aprendida se lanza a documentar esa parte de la sociedad tan activa en los años 80 que son los jóvenes y adolescentes.
Fotografías en blanco y negro de algunos "mods", muy inspirados por la película Quadrophenia de 1973.
La exposición ocupa tres grandes salas y una sala de proyección. La primera de las grandes salas está dedicada a la fotografía en blanco y negro, las otras dos al color. En la sala de proyección, en un par de cortos documentales, escuchamos al autor describir sus experiencias.
No estamos ante un fotógrafo que "robe" instantáneas. Estamos ante una persona que antes de fotografiar habla con sus futuros modelos, interacciona con ellos, y ellos posan. Son jóvenes. Como nos dice el fotógrafo en las entrevistas que vemos al final de la exposición, se han vestido para gustarse, para seducir y ser seducidos. Así que no tienen inconveniente en mostrarse tal y como son, con sus atuendos, pero sobre todo con sus actitudes, ante la cámara del fotógrafo. Que no pretende ser objetiva, pero sí ecuánime. Con respeto hacia la persona que decide posar ante su objetivo.
Jóvenes y adolescentes propios de los años 80, la llamada "movida".
Son muchos los fotógrafos que optan por el blanco y negro como el medio más apropiado para la fotografía documental. Durante décadas, el blanco y negro es el medio noble de la fotografía por excelencia, aunque a principios de los años 80 ya se espera que los reporteros ofrezcan imágenes en colo, por que son "más reales", y algunos fotógrafos han empezado a dar categoría artística a sus fotografías en color, especialmente aunque no solamente al otro lado del Atlántico.
Trillo fotografía indistintamente con ambos medios. Y personalmente creo que sus mejores obras pertenecen a las series en color. Ve los colores magistralmente, los dota de viveza, de la saturación justa, de expresividad. Proporcionan mucha más información, al mismo tiempo que nos transportan al ambiente de aquellos años 80, y mantienen una elevada calidad estética. Yo me sentí encantado contemplando estas obras.
Algunas fotografías de grupos, pandillas, bandas,... colectivos que se uniforman en torno a un estilo y unas actitudes, muchos ya en los años 90 y en la última década.
Vemos a lo largo de la exposición, aunque las fotografías están más ordenadas por estilos, coherencia formal y diálogos entre ellas que según un criterio cronológico, que hay una evolución en el fotógrafo. Que manteniéndose fiel a sí mismo y unos criterios estéticos, no se queda estancada. El mundo de los jóvenes y adolescentes evoluciona y el fotógrafo con ellos.
Ya no se queda en Madrid. Viaja. Por todo el mundo, con cierta debilidad por los países asiáticos, países donde las tribus juveniles adoptan formas más personales, más vistosas. Por supuesto, en todo el recorrido de la exposición apreciamos una correlación entre las estéticas de los jóvenes y la realidad social en la que les toca vivir. Conviene escuchar integramente las entrevistas al fotógrafo en los vídeos, donde conocemos de su propia voz muchas de las claves para interpretar correctamente la exposición. Aunque la obra de Trillo se explica muy bien a sí misma sin necesidad de muchas palabras.
Miguel Trillo explicando sus vivencias como fotógrafo.
Yo me he quedado encantado con esta exposición, y seguramente en los dos meses largos que la tendremos a nuestra disposición volveré a verla de nuevo.
Sólo le pondría un pero. Es una exposición que merecería tener un catálogo bien publicado, y no es así. Si hubiera estado disponible me lo hubiera comprado allí mismo. No hay mucha bibliografía disponible. Un photobolsillo editado por La Fábrica, y el libro Identidades publicado por Actar. Creo que me apetece mucho este último.
Así que, ¿qué estáis esperando? Ya estáis tardando en visitar la exposición
PS: Con posterioridad a redactar este artículo, encargué a través de Amazon España el libro publicada por Actar, aunque sólo estaba disponible en su versión en inglés, Photo-Identities. En Amazon ya no aparece disponible, parece que había pocos ejemplares. En cualquier caso, y a pesar de la chillona portada que hace que nos sepas qué puede salir dentro, nos encontramos con un libro bien encuadernado y excelentemente impreso que hace justicia a la viveza de las fotografías de Trillo. Desde que me llegó lo hojeo todos los días un poco y me encanta. Y realmente aprendes mucho analizando las fotografías de Trillo sobre como realizar retratos en ambiente de personas.
Esta entrada fue originalmente redactada para el blog de FOTÓGRAF@S EN ZARAGOZA (FeZ), cuyo seguimiento fiel y habitual os recomiendo.
Es el acontecimiento del momento en materia de exposiciones de fotografía en Zaragoza, y se está produciendo en el IAACC Pablo Serrano. No es que otras que se están celebrando en estos momentos en nuestra ciudad no puedan resultar igualmente interesantes; es que Gervasio Sánchez, colaborador durante más de dos décadas del Heraldo de Aragón (blog del autor en este medio) y vinculado de forma estrecha a la capital aragonesa, es profeta en esta tierra, que si no es la suya por nacimiento se puede considerar la suya por adopción. Eso contando con el hecho de que es una persona universal, cuya actividad y compromisos trascienden las vulgares fronteras. Y en estos momentos podemos ver una exposición retrospectiva de sus obras.
Mucha gente este domingo por la mañana para ver la exposición de Gervasio Sánchez.
Tratándose de una antología, y así se denomina "Antología", es una selección de las mejores fotografías de sus series desde 1984 hasta casi la fecha. Encuentro a faltar obras del trabajo que nos presentó hace unas semanas, sobre la situación de las mujeres en Afganistán. Pero aparte de esto, ahí está la convulsa Latinoamérica de los años 80 del siglo XX, la no menos convulsa antigua Yugoslavia de los 90, las tremendas experiencias en África, concretamente en Ruanda, y por supuesto, sus series temáticas y universales a largo plazo como Vidas minadas y Desaparecidos.
Contemplando el antes y el después de Sarajevo; durante la guerra y en la actualidad.
Por supuesto, quien esté familiarizado con el trabajo del reportero gráfico reconocerá con facilidad muchas de sus imágenes más emblemáticas. Para quien se acerque por primera vez, encontrar un trabajo tremendamente honesto y comprometido, con imágenes muy directas, en alguna ocasión difíciles, incómodas, pero que conviene ver. Por ello, sin duda es una exposición absolutamente recomendable.
Desde mi humilde punto de vista, probablemente "Vidas minadas" sea el proyecto más interesante del fotógrafo.
Tras la exposición, podremos dar una vuelta por el resto del museo, recordando que ahí está la colección de Pilar Citoler, de la que ya os hablé, y que también tiene obra fotográfica. Así que quien no haya pasado por allí para visitarla, puede matar dos pájaros de un tiro. Y claro está, si el tiempo acompaña, teniendo en cuenta que el museo tiene una de las terrazas más apetecibles de Zaragoza para el aficionado a la fotografía, no dejaremos de subir a la misma, contemplar el paisaje urbano maño y aprovechar para tirar algunas fotos. Pero no nos vayamos todavía. Sin prisas. Más cosas interesantes tras las fotos.
Típica la vista del Pilar desde la terraza del IAACC Pablo Serrano.
Pero como mola el ascensor en combinación con el ojo de pez,... pero si parece que vaya en la nave espacial de Interstellar,... o algo. Perdonadme el momento narcisista.
Porque antes de salir del centro, en la planta baja podemos encontrar una exposición hasta el 14 de diciembre que también tiene su interés. En la Sala Lateral se expone de Raul Ursúa "Buildings & Some Boomerangs". Se trata de un proyecto multidisciplinar en el que se combina el retrato fotográfico con otras técnicas plásticas relacionadas con la arquitectura, el diseño o la escultura. Obra muy conceptual, pero que me ha parecido interesante y recomendable, y que no os robará mucho tiempo.
Siempre cotilleo lo que hay en la Sala Lateral del museo; en más de una ocasión me he encontrado algún proyecto interesante.
Y este de Raul Ursúa que combina fotografía, diseño y arquitectura, me lo ha parecido.
Así que como veis, estamos ante una propuesta que conviene mucho a una mañana de estos domingos otoñales, en los que la temperatura está siendo relativamente benigna, pero la luz y los tonos ya acompañan a la estación. Como la he dedicado yo para poder contaros esto. Espero que os interese y os guste.