El sábado pasado estuvimos en Fotógraf@s en Zaragoza (FeZ) de taller de fotografía estenopeica, al igual que el año pasado, nos juntamos un grupo de aficionados bajo el liderazgo de Beatriz Aísa. Si el año pasado buscábamos iniciarnos en estas técnicas, este año se trataba de profundizar un poquito más. Dentro de pocos días saldrá la crónica que he preparado para el blog de FeZ, que también reproduciré aquí. Y en ella podréis ver un poco más cómo transcurrió la jornada.
Pero hoy quería contaros un poco mi experiencia personal desde un punto de vista técnico.
He de decir que me llevé tres cajas de cartón con distintas características, sin saber muy bien qué iba a hacer. Como consecuencia de la convalecencia de la especie de gripe que tuve el fin de semana anterior, no había estado muy fino en los preparativos entre semana. De hecho, llegué a pensar en dejar el taller para otra ocasión. Afortunadamente al final me apunté.
De las tres cajas, había una pequeñita, pero con diversas formas y compartimentos en su interior que podría dar mucho juego. Las otras dos eran similares pero de distintas dimensiones, la grandota de color amarillo-naranja estaba pensada como una cámara de gran formato, que con un pequeño estenopo pudiera ofrecer gran nitidez. Con la negra con lunares... pensaba en algo parecido, pero no estaba convencido de que fuera a funcionar bien. La profundidad de la misma era de sólo unos 75 mm, mientras que la superficie aprovechable del potencial fotograma era de 23 x 28 cm. Se me hacía difícil concebir que con la caída progresiva de luz que se produce en la periferia del cono de luz proyectado por el estenopo, se pudiera cubrir toda esa superficie. No me había dado tiempo a buscar las matemáticas apropiadas para preverlo.
Dio igual. Beatriz trajo algunos libros para inspirarnos y un modelo de los que vimos en el que una multiplicidad de estenopos servían para exponer una única hoja de papel me sugirió utilizar esta última caja, la negra con topos, pero con varios estenopos. Aunque las tripas me pedían hacer seis de ellos, un cierto sentido de la prudencia, por si se solapaban en exceso las imágenes, me hizo conformarme con cuatro. Que distribuí por la superficie de la caja.
Para la realización de los estenopos sobre las láminas de lata de aluminio conté con la ayuda de Anu Medina.
Los aficionados a las "pinhole" tienen la costumbre de bautizar con nombres significativos o alusivos a sus cámaras, pero en este caso, venía ya bautizada, como podemos ver en el cuarto oscuro donde cargamos el papel sensible.
With Love to You
La hoja de papel de 23 x 28 cm la recortamos de una hoja estándar de 25 x 30 cm, y quedaba sujeta por la propia tapa de la cámara, sin necesidad de adherirla con cinta adhesiva ni nada. Una vez sellada la tapa con cinta aislante negra, la hoja no se podía mover, y quedaba razonablemente plana en el fondo de la cámara oscura.
Y ya salimos a pasear para buscar nuestros motivos. Con un par de compañeros acabamos buscando motivos adecuados por la ribera del río Ebro, bajo las arcadas del puente de Piedra de Zaragoza.
Y ahí fue donde decidí dos cosas. Primero que el lugar me gustaba por el juego de luces y sombras del mediodía y por el grafismo del puente y los árboles sin hojas invernales. En segundo lugar, que en lugar de fotografiar cuatro escenas distintas sobre la misma hoja, iba a fotografiar cuatro veces seguidas la misma escena sobre la misma hoja. Dada la naturaleza "imperfecta" del proceso, las cuatro escenas tendrían algunas diferencias derivadas del propio paso del tiempo mientras se exponía cada una de ellas, y por la manipulación de la cámara entre las mismas.
Me ayudé de una aplicación del móvil para decidir la exposición. La focal calculada de la cámara era de 75 mm. Los estenopos que me ayudó a realizar Anu con gran precisión tenían un diámetro de 0,3 mm, por lo que la apertura relativa de los mismos era de f/256 aproximadamente. Para una sensibilidad del papel de 6 ISO, más mi propia estimación sobre las circunstancias del contraste de la escena decidí que la exposición correcta podía ser unos 30 segundos. Conté 25 segundos a lo que hay que añadir lo que se tarda en abrir y cerrar el estenopo con la cinta aislante.
Y el negativo que obtuve fue...
Es muy posible que si me hubiese arriesgado a poner seis estenopos, y dada las características de la escena, hubiera encajado sin problemas. Hay demasiado espacio en blanco (en sombra o negro en el positivo) entre la fila superior y la inferior, y también por de bajo de esta.
Por supuesto, hay diferencias entre las exposiciones. No todas tienen exactamente el mismo encuadre. Más allá del error de paralaje, se produjeron pequeños movimientos de la cámara entre toma y toma. En una de las inferiores el viento llevó a la cinta aislante que hace de obturador a tapar parte del fotograma, y en la última toma que hice, el miedo al viento me hizo sujetarla con las manos, y el propio movimiento de las mismas hizo que saliera trepidada.
Ya escaneada, eliminé digitalmente parte de la sombra/negritud sobrante. Y así puedo presentar el positivo final. Espero que os guste. Y que el proceso os haya sido ilustrativo.
Os hablé hace unos días del II Encuentro "analógico", en esta ocasión encuentro conjunto entre la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza y Fotógrafos en Zaragoza, y en concreto de la estupenda mañana de domingo que pasamos desempolvando nuestras más o menos antiguas cámaras para película tradicional y fotografiando con carretes en blanco y negro. Para algunos una sensación que todavía mantenemos, para otros olvidada y recuperada, para bastantes una experiencia nueva.
Hace unos días ya procedimos a revelar los negativos. No dispongo de fotografías de esa ocasión. Y pronto comenzaremos a realizar nuestras ampliaciones en papel. Pero entre medias disfrutamos este jueves 5 de mayo de 2016 de un taller de digitalización de negativos a cargo de Marco Evangelisti.
El método explicado es muy similar al que expuse ya hace un tiempo en estas páginas. Así que aquí no me extenderé mucho en el método. Os remito al anterior enlace. Pero sí que me apetecía dejar constancia aquí con unas fotografías de la actividad y del buen ambiente que reinó en una de las aulas del Centro Cívico Almozara durante prácticamente hora y media que duró.
Al final, muchas preguntas y curiosidad, alguna sorpresa por los buenos resultados que puede dar el método comparado con los escáneres caseros con módulos para transparencias, y la foto de grupo, que tengo ganas de ver, a través del objetivo de la Yashica Mat 124G de Ana Cosculluela... Yo también tengo una como esa,... aunque por un pequeño desperfecto hace tiempo que la tengo en dique seco.
Durante la semana pasada, entre 22 y el 25 de febrero de 2016, de 19:30 a 21:00 de la tarde (algo más se estiraba la sesión todos los días), estuve realizando un taller de macrofotografía con la Asociación Aragonesa de Fotógrafos de Naturaleza (ASAFONA). Hace un par de meses que he empezado a relacionarme y ser miembro de esta asociación, "empujado" casi literalmente por un par de colegas con quienes coincido también en Fotógraf@s en Zaragoza. He de decir que siempre me he sentido atraído por la fotografía de paisaje, aunque le he dedicado más tiempo al paisaje alterado por el ser humano que al paisaje natural propiamente dicho. No tanto por la botánica y los animales, terrenos donde me siento un poco "pez", nunca mejor dicho. Y la macrofotografía hace tiempo que es una disciplina por la que he sentido curiosidad, más por las posibilidades estéticas que por la inquietud científica, eso sí.
He de decir que me costó un poco entrar en la dinámica de la actividad. Cada organización tiene su cultura, sus formas de hacer las cosas, y no conocía todavía los modos de la asociación. Siempre soy introvertido hasta que voy cogiendo confianza. El curso lo impartió José Benito Ruiz, fotógrafo profesional que se dedica a diversas vertientes o géneros de la fotografía, con una gran presencia de la fotografía de naturaleza en su actividad, y que también dedica una generosa parte de su actividad profesional a la docencia y a la escritura de libros sobre fotografía. Me he quedado con una duda... ¿José Benito... es un nombre compuesto, o es nombre y apellido? La gente le llamaba más Benito que otra cosa...
Como digo, me costó entrar en la actividad, especialmente porque el primer día lo dedicó sobre todo a repasar conceptos generales sobre fotografía, desde enfoques plenamente válidos e interesantes, pero distintos a los que he usado yo para formarme como aficionado a la fotografía desde los tiempos de la Spectrum hace 22 o 23 años. Pero en el momento en que entró en material, la macrofotografía con especial hincapié en el medio natural, mi capacidad de meterme en los conceptos se ponían sobre la mesa aumentó muchos enteros. Más cuando dijo, y demostró con imágenes, que su interés personal iba más por los aspectos artísticos o estéticos de la fotografía que por los científicos. Aunque supongo que como profesional estará a lo que demande el cliente.
Me hizo especial ilusión cuando recomendó la obra de Karl Blossfeldt, un fotógrafo alemán a caballo entre el siglo XIX y el siglo XX que acumuló una obra de enorme interés en la fotografía de formas vegetales. Recuerdo que tuve ocasión de visitar una exposición sobre la obra de Blossfeldt en el certamen Huesca Imagen en algún momento de la segunda mitad de los años 90.
Lo cierto es que los materiales con los que vamos a trabajar nosotros no serán los mismos que utilizaba Blossfeldt. Me puedo imaginar al alemán con su cámara de banco de gran formato, encuadrando y enfocando minuciosamente sus muestras vegetales, con un exquisito sentido estético. Nosotros solemos usar las modernas cámaras digitales de objetivos intercambiables. Lo cual es peligroso porque en ocasiones nos hace correr más de la cuenta.
La cámara de las que tengo que mejor calidad puede darme para macrofotografía casi con toda seguridad es la Canon EOS 5D Mark II. Aunque el único objetivo específicamente macro que tengo para este sistema, un viejo Cosina MC 1:3,5 100 mm Macro que alcanza la escala de reproducción 1:2, tuvo un accidente y no funciona bien. Con una lente de aumento complementaria alcanza el 1:1. Tampoco es gran cosa... aunque ofrece unos resultados más que dignos siempre que no se use a plena apertura. Opté por llevarme para las prácticas el Canon EF 1:2,8 200 mm USM II con un juego de tubos de extensión Kenko de 12, 20 y 36 mm.
Tengo también un Pentax SMC-A 1:4 100 mm Macro que funciona con mis cámaras Pentax, también con una escala de reproducción nativa 1:2, al que se le puede acoplar la lente de aumento del Cosina para una escala 1:1. Y un Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 1:2,8 45 mm, para cámaras micro cuatro tercios, que alcanza de forma nativa la escala 1:1, pero tiene una distancia mínima de enfoque poco favorable.
En cualquier caso, para este curso decidí pensar en grande y me llevé el equipo Canon EOS que ya he comentado. Porque el último día de curso, repartidos por grupos hicimos algunas prácticas con las socorridas orquídeas que se venden en grandes superficies. También me llevé mi flash chino para la Canon, que vino bien. Y el trípode, claro.
Primero probé con diversas configuraciones del 200 mm con uno o varios tubos de aproximación, y utilizando el flash desde distintas orientaciones, siempre convertido en luz difusa con una plancha de policarbonato alveolar, como método barato de conseguir una luz controlada y suave.
Algunos resultados interesantes se produjeron cuando cambiamos la luz instantánea del flash por la luz continua de una linterna Omersub Moonlight. Aunque no perfectos, los resultados me parecieron más interesantes. Sin el follón de todo el conjunto de personas participantes que iban y venían, pasaban y traspasaban, pensando un poquito, hubiéramos conseguido una composición y un esquema de luz satisfactorio.
Y también cambiando el feo fondo que eran las paredes del salón de actos de la Agrupación Artística Aragonesa, donde se celebraba el curso.
Un curso que apenas llega a las ocho horas de duración da para lo que da. Lo importante es la generación de ideas, y la adquisición de alguna solución a los problemas de la práctica. Lo siguiente es practicar... hasta morir. Y así, tal vez logremos dominar algo de la técnica.
Os contaba hace unos días en qué había consistido y cómo había disfrutado del taller de fotografía con cámara de gran formato que se realizó en Vilassar de Dalt (Barcelona) organizado por Revela-T. Las fotografías que documentaban gráficamente el relato estaban realizadas por mi pequeña cámara digital Panasonic Lumix GM5 con el G 20/1,7 ASPH, una combinación ligera y potente en situaciones de escasa luminosidad, a pesar de que ni la cámara ni el objetivo se encuentran estabilizados.
Pero a mí me parecía un poco una herejía el llevar únicamente una cámara digital al taller, cuando la animada gente que lo organiza abogan por el uso de las tradicionales películas de haluros de plata, con o sin colorantes acoplados por capas para dar color a la imagen. Así que me llevé también la Leica M2. Con el Zeiss Distagon-C 35/2,8 ZM. La elección del objetivo fue un tema difícil. Porque este objetivo está muy bien desde muchos puntos de vista, pero es poco luminoso. Y se defiende mal en interiores. La otra opción era el Zeiss Planar 50/2 ZM. Más luminoso, pero más cerrado en su ángulo de visión. Y por otra parte, lo que gano en luminosidad, casi lo pierdo por el hecho de precisar una velocidad de obturación más rápida. Así que opté por el ángulo de visión del 35 mm, que me parecía más apropiada y polivalente.
En cuanto a la película,... pues la tarde anterior aproveché para aprovisionarme en Casanova Foto (que caros son los condenados) de Kodak Tri-X 400, así que eché tres carretes a la bolsa, de los cuales usé dos.
Enseguida comprobé que en interiores no iba a tener mucha luz... más bien poquita para la combinación de película y objetivo que llevaba. Así que en esas tomas tiré por la del medio. Ajusté el diafragma a f/2,8 y la velocidad de obturación a 1/50 s. Lo cual suponía que estaba subexponiendo, según las situaciones entre uno y tres pasos. El revelado que suelo realizar cuando llevo cámara antiguas, con exposiciones imprecisas o con una variedad de exposiciones diversa y mal controlada, es el revelado desatendido con una revelador compensador. Idealmente algún clon actual del Rodinal. Pero como no tengo en estos momentos, lo he realizado con Kodak HC-110, en una solución 1+160 (4 ml de jarabe revelador en 640 ml de agua). En alguna ocasión lo he hecho a 1+120 (6 ml de jarabe en 720 ml de agua), pero sinceramente no acabo de encontrar la diferencia. Aunque es mejor hacerlo con formatos medios. Como luego se amplían menos, el grano queda más discreto. Siendo un revelado compensador, los fotogramas correctamente expuestos no quedan mal. Si acaso, con un grano más marcado de lo habitual. Y para los subexpuestos,... pues es como si hiciese un revelado forzado.
El primer rato de la mañana del taller fue sobretodo en interiores. Y reconozco que no tenía muy claro que podía salir de allí. La sensación de que la luz era demasiado escasa... era bastante fuerte. Pero algunas cosas salieron. Aunque el escaneado de los negativos me ha dado algún que otro dolor de cabeza. Como no seas hábil, se deteriora mucho la imagen en los negativos subexpuestos,... que es lo que son los negativos forzados. Colocan los valores medios y las luces más o menos en su sitio, pero a las sombras no hay quien las rescate. Dice el viejo refrán del idioma castellano que "de donde no hay no se puede sacar".
Cuando salimos al exterior, bien para practicar en el jardín del museo-archivo de Vilassar, bien cuando fuimos a comer, la cosa fue mucho mejor. La luz extra les sentó muy bien a esos fotogramas.
Por la tarde, pronto empezamos a perder luz por el atardecer, pero la combinación de cámara, objetivo y película, se comportó bien con las escenas iluminadas arficialmente.
Bueno,... y hasta aquí dio de sí. Espero que os haya parecido interesante.
Revela-T es un festival de fotografía dedicado a la fotografía tradicional con película fotográfica y otros procesos químicos. Tienen un blog, y allí se definen a si mismos de una forma mucho más clara que lo que yo pueda hacer, con decálogo de principios incluido. Desde hace unos meses les voy siguiendo en Facebook. Y hace unas semanas publicaron una noticia en la que anunciaban de organizar una serie de talleres periódicos, fuera de las fechas habituales de su festival, siendo la primera un taller de fotografía con cámara de gran formato.
A mí, este anuncio me pilló en unas condiciones de ánimo muy particulares. Y dado que las fechas del taller me pillaban bien, decidí que me tenía que airear, y que además siempre me había apetecido trastear con una cámara de este tipo. Una cámara técnica, con desplazamientos y basculamientos, con negativos de al menos 9 x 12 cm (4 x 5"). Incluso pensar en si este tipo de fotografía podría ser de alguna forma para mí. Me inscribí. El taller en sí me pareció muy asequible. 50 euros, más 20 por la comida en un restaurante del lugar. El lugar... claro. Que no lo he dicho. De entrada pensé,... ahí al lado de Barcelona. Igual hasta se puede hacer el viaje en el día con el AVE. No tal. Vilassar de Dalt está cerquita de la ciudad condal, pero las combinaciones de trenes en sábado difícilmente permiten el viaje en el día. El taller se celebraba en el museo-archivo de la localidad, donde además de algunos chismes curiosos por aquí y por allá, tenía un ambiente muy tranquilo y agradable para realizar el taller. Y donde nos esperaban algunos aparatos fotográficos apasionantes, de los cuales utilizaríamos algunos.
Daba igual, el que tuviese que hacer noche... Podía pasar el fin de semana en Barcelona... tengo amigos que me podrían acoger al menos desde el viernes hasta el domingo. Luego las cosas no han salido exactamente como planeaba, pero tampoco han ido mal. En mi Cuaderno de ruta se puede ver algo de mis paseos aparte del taller.
Vamos al tema fotográfico. El taller fue impartido por dos fotógrafos con experiencia en el formato, Joan Porredon y Faustí Llucià. Tras una presentación teórica sobre este tipo de cámaras realizada por Joan, pasamos a las primeras prácticas con Faustí... pero sin cámaras. O mejor dicho. Con una cámara muy grande... un cámara oscura en la que se convirtió una de las habitaciones del museo-archivo. Y allí mismo también nos presentó a la primera de las cámaras, una de las dos Sinar que había disponibles.
Después, se sacaron las cámaras al jardín, y nos repartimos entre ambos profesores según gustos, apetencias o ganas de variar, para ir trasteando con los aparatos, ponerse un poco a los mandos de los mismos y, eventualmente, hacer alguna fotografía, por iniciativa personal o colectiva. Así estuvimos desde media mañana hasta el final de la tarde, con una interrupción de un par de horas para comer en un restaurante de la localidad.
Para poder tener resultados con rapidez, se trabajó con papel fotosensible en lugar de negativos. Así no era necesitaban ampliadoras y estas cosas. Simplemente hacer un negativo en papel, y luego positivar por contacto sobre otro, todo en un laboratorio improvisado.
Lo de menos fueron los resultados, aunque los resultados de algunos de los retratos que se realizaron con una cámara de formato de 20 x 25 cm (8 x 10"), fueron notables. Todo con mucha paciencia. Que el ISO del papel fotosensible no va más allá de 3,... probablemente menos, por las pruebas que se hicieron.
Pero me traje tres "papelitos", un negativo y su copia positiva en 9 x 12 cm, y otro de 6 x 6 cm realizado con una Flexbody de Hasselblad. Esta no cuenta como cámara de gran formato, pero sí como cámara técnica. Si llego a saber que iba a estar allí, me hubiera llevado algún respaldo de mi Hasselblad con película negativa.
Es lo de menos los resultado. Además se pegaron algunos de ellos con un papel y se estropeó la emulsión. Pero bueno. El día fue muy divertido e instructivo. Porque independientemente de que me convierta al gran formato, que pensándolo con pausa en estos momentos es algo que dudo, sí que sirve para aprender más o mejor los conocimientos sobre técnica fotográfica.
Y muchas gracias a la gente de Revela-T por su amabilidad y la organización.