La fotografía aérea está de moda. Especialmente entre fotógrafos paisajistas y fotógrafos viajeros. O simplemente entre viajeros caprichosos. O simplemente entre caprichosos. Es difícil en estos momentos, si sigues algunos canales de fotografía en Youtube, no encontrarse de vez en cuando algún vídeo donde muestren las virtudes y las maravillas de filmar o fotografiar con un dron. Y si los canales están especializados en paisaje y naturaleza, ya es habitual que el responsable filme una parte considerable de sus vídeos con uno de estos aparatos.
Sensibles a esta actualidad, en la Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza (ASAFONA), de lo que soy miembro, aunque participo de sus actividades muy discretamente, programaron para el pasado sábado 14 de abril de 2018 un taller de introducción a la fotografía aérea impartido por Francisco Javier "Chavi" Fernández Bordonada. Chavi, además de apasionado del tema, es también un profesional que incluye entre sus servicios la fotografía y la filmación aéreas con firmes diversos. Por lo tanto estamos ante una persona que sabe de lo que se habla a un nivel muy práctico.
El curso o taller estaba pensado a un nivel introductorio, no práctico. Se trataba de pasar unas horas en la mañana del sábado en la que se repasasen los distintos aspectos a tener en cuenta en la fotografía aérea con drones:
Aspectos legales: permisos y restricciones para uso profesional o recreativo.
Equipamiento necesario para la actividad.
Software para planificación y ejecución de proyectos fotográficos.
Repaso a las posibilidades fotográficas que abren estas herramientas y ejemplos de ellas.
Básicamente eso. Una puerta de entrada para que el personal empiece a valorar lo que se puede hacer y lo que no. Y en la medida de lo posible, desde el punto de vista de la práctica y la ética del fotógrafo de naturaleza. Asafona se adhiere al código ético de la Asociación española de fotógrafos de naturaleza (AEFONA) que podemos resumir en esa frase que tanto nos repitieron nuestros padres de niños: "Se mira, pero no se toca". Cuando decimos se mira es se observa y se fotografía; cuando decimos no se toca, queremos decir que no rompemos, molestamos, ni modificamos nada de los que vemos y fotografiamos.
En la programación prevista del taller no estaban incluidas prácticas de ningún tipo. Sí que durante esas horas de la mañana del sábado pudimos ver y contemplar, incluso alguna pequeña demostración de alguna de las posibilidades de los drones, pero nada más. No obstante, Chavi es un tipo enrollado, y era consciente que alguna gente nos podía apetecer, en la medida de lo posible, pasar de las palabras a los hechos. Por ello, se ofreció a pasar una hora del sábado por la tarde con quienes estuviéramos interesado para trastear un poco con uno de sus aparatos, un DJI Mavic Pro. Pequeño pero matón.
La tecnología de vuelo detrás de estos aparatos me pareció impresionante. Visualmente tienes una cámara con trípode integrado en vuelo. Tal es su estabilidad en el aire que se puede realizar tomas con velocidades de obturación relativamente largas, componer imágenes de alto rango dinámico a partir de varias tomas en sobreexposicion y subexposición secuencial, o componer imágenes de mayor tamaño y ángulo de vista de lo que permiten los 12 megapíxeles de la cámara ensamblando varias tomas contiguas del paisaje.
Para realizar esta pequeña práctica a la que nos sumamos cuatro participantes en el taller, nos desplazamos por la tarde del sábado al polígono de Botorrita, el lugar más cercano a Zaragoza para poder hacer unas prácticas sin restricciones legales. No se puede volar por los núcleos de población o sobre edificios habitados, en las próximidades de los aeropuertos, y hay restricciones en las proximidades de las instalaciones militares y de zonas de protección de la naturaleza.
Hay que decir que la cámara del aparato tiene ciertas limitaciones. Aunque permite obtener archivos en formato RAW, se trata de una cámara con un pequeño sensor de 1/2,5", del tipo de las que incluyen las cámaras digitales compactas más sencillas o los teléfonos móviles. Pero teniendo una calidad razonable, y usado con talento, podemos obtener imágenes interesantes, conociendo sus limitaciones en materia de rango dinámico y fotografía con altas sensibilidades, derivadas del pequeño tamaño del sensor.
Reconozco que es tentador. Poder cambiar el punto de vista, la perspectiva, o la capacidad para aproximarse a lugares o a puntos de toma donde no se puede llegar caminando, es muy interesante. La estabilidad del aparato hace que funcione como un trípode altamente estable. Y las limitaciones están más en la mentalidad y el conocimiento del fotógrafo u operador de vídeo que en el propio aparato. Que alguna tiene, pero nada que impida desarrollar la creatividad del fotógrafo.
Creo obligado poner algún ejemplo del trabajo de Chavi, por ejemplo, en forma de vídeo. Nos ofreció un par de vídeos, uno rodado en paisajes de Aragón y otro en los bosques de Eslovenia.
Pero también pudimos disfrutar del trabajo de otros fotógrafos, que nos ofreció como ejemplo. Gente realmente muy buena en su oficio.
Realmente impactante fue el trabajo de Reuben Wu; este fotógrafo utiliza el dron no como cámara sino como iluminación, realizando impresionantes fotografías nocturnas de paisajes en los que se fija especialmente en formaciones geológicas notables. Os dejo también un vídeo con ejemplos de su obra.
Espero que os haya gustado todo esto... Quizá, dentro de un tiempo, alguno de estos chismes pudiera incorporarse a mi equipo fotográfico. Quizá. Ya veremos.
Tras los dos estupendos talleres de fotografía estenopeica que celebramos en los meses de enero de 2016 y 2017, los participantes en los mismos junto con la "jefa" Beatriz Aísa, estuvimos hablando de introducirnos en otras técnicas alternativas. Y hablando hablando, surgió la posibilidad de hacer un taller de cianotipias, una de las técnicas alternativas de fotografía que apareció en el siglo XIX y que es más sencilla de llevar a cabo. Y además ofrece resultados vistosos y estéticamente interesantes. Aunque esto último es siempre habilidad del fotógrafo.
Estando en un entorno de fotografía no digital, fotoquímica, parece lógico que la documentación del taller se haga también con medios fotográficos fotoquímicos. En este caso, aproveche que una semana antes a Diego, mi sobrino de 8 años, le tocó en un sorteo en una fiesta escolar una Fujifilm Instax Mini 8, pequeño y sencillo aparato para la fotografía instantánea,... en color azul. Que le va que ni pintado al taller de cianotipias. Os presento el aparato.
Como veis, es una cámara de aspecto informal, de plástico, cuya estética va claramente dirigida a un público infantil, o a un público juvenil predominantemente femenino, siempre que nos dejemos llevar por los estereotipos. Si nos movemos con libertad por el mundo, apta para cualquiera que tenga curiosidad por el hecho fotográfico y quiera probar y experimentar, no importa su edad y género.
Aquí están los elementos básicos para el control de la exposición de las pequeñas fotografías Instax Mini. Estas tienen el tamaño aproximado de una tarjeta de crédito o de visita, 86 mm de alto x 54 mm de ancho, con una superficie sensible y de imagen de sensibilidad 800 ISO de 62 mm de alto x 46 mm de ancho. Es decir, la imagen aprovechable no es mucho mayor que un negativo de formato medio de 6 x 4,5 cm.
Hay un flash que se dispara siempre, y que si quieres controlar su intensidad tendrás que recurrir a taparlo con el dedo total o parcialmente, o con otros objetos. Los dos orificios negros uno encima de otro es el fotómetro, hay que evitar taparlo, y automáticamente nos propone un diafragma de exposición. La velocidad de obturación es fija, de 1/60 segundo. Suficiente para una focal de 60 mm, pero que es equivalente a unos 33 mm en el tradicional formato de 24 x 36 mm. Un angular moderado. El visor ve mucho menos que la fotografía final.
Los diafragmas vienen representados por pictogramas, que debe ajustar el usuario. No es automática. El usuario tiene que actuar sobre este ajuste. Sol brillante (f/32), sol apagado ligeramente nublado (f/22), nublado o en sombra abierta (f/16). En interiores y por la noche propone un diafragma de f/12,7, pero es insuficiente para exponer la película por lo que habrá que usar siempre el flash. No tengo clara la posición "Hi-Key", pero deduzco que es más para obtener retratos en clave alta, con el uso del flash, que para otra cosa.
Nos dice que la distancia de enfoque es de 0,6 metros a infinito. Pero para conseguir las distancias de enfoque más cortas, probablemente entre 0,6 y 1,2 metros aproximadamente, hay que colocar una lupa de aproximación sobre el objetivo, que incluye un espejito para los selfis. Creo que es un accesorio que está en contante riesgo de ser perdido. El modelo nuevo que sustituye a la Mini 8, la Mini 9, creo que ya lo lleva incorporado.
Se puede usar con película en color y monocroma. Y de las dos me llevé al taller de cianotipias. A continuación podemos ver a algunos de los participantes del taller en fotos colectivas de más o menos componentes.
La técnica de la cianotipia es sencilla. En un entorno de luz suave y a ser posible artificial, con bajo contenido en radiación ultravioleta, mezclas los dos componentes. Una solución de 2 gr en 20 ml de agua de citrato verde (citrato de hierro y amonio) y una solución de prusiato amarillo (ferrocianuro de potasio) de 4 gr en 20 ml de agua. Todo ello a temperatura ambiente. Hay que contar con una sencilla balanza de precisión y algunas probetas o vasos graduados para realizar las soluciones.
Una vez mezclados, sobre un papel de nuestra elección, según el efecto que queramos conseguir, se extiende con un pincel la emulsión y se deja secar.
Veamos algunas instantáneas del momento de la preparación.
Después la exposición del material sensible así preparado se hace por contacto y colocando el preparado a la luz del día. Preferiblemente con sol para conseguir unos tiempos de exposición de unos pocos minutos. Hay que hacer pruebas para saber cual es el tiempo de exposición adecuado. Nosotros anduvimos un poco a ciegas, porque el día estuvo tormentoso, y estuvo cubierto en mayor o menor grado, algún rato hubo algo de sol, cuando no caía una tromba de agua.
Las imágenes se pueden obtener a partir de objetos como hojas, flores, plantas en general, u objetos cotidianos, pueden ser transparentes o translúcidos, en los que la capacidad creativa del artista establece el interés de la imagen final. Pero también se pueden obtener reproducciones a partir de negativos fotográficos que se positivan por contacto. Claro está, negativos que convendrá que sean grandotes. De 6 x 9 cm hacia arriba, recomiendo yo. Llevamos algunas fotografías, digitales en origen, convertidas en negativos e impresas en acetatos de tamaño Din-A4.
Después, se revela con agua, obteniéndose unas bellas imágenes entre el blanco del papel y un azul intenso. Este se puede intensificar añadiendo a un último baño de agua un pequeña cantidad de agua oxigenada (peróxido de hidrógeno). Y luego hay que dejar secar.
Siento envidia de la creatividad de los compañeros. Vimos resultados magníficos. Por cualquiera de las vías que he comentado antes. La gente que se apunta a estos talleres es muy imaginativa, te das cuenta del amplio margen que tienes para el aprendizaje y el desarrollo de la creatividad, y son muy estimulantes.
Mis resultados fueron discretos. No soy la persona más habilidosa para crear de la nada, lo mío, en fotografía, es más la documentación del mundo que me rodea. Y sobre los negativos en acetato, hay que acertar con el soporte en papel más adecuado y los tiempos de exposición oportunos. Pero desde luego, las posibilidades son muchas. Os dejo algunos de mis resultados. Y os animo a probar estas técnicas alternativas de fotografía.
A principio de semana comencé esta miniserie de dos artículos dedicada a la fotografía de aproximación de flores con película tradicional en blanco y negro. Algo más difícil de lo que parece. Especialmente, por la capacidad que hay que tener para prever los resultados. Más difícil que en escenas callejeras, retratos o incluso paisajes. Desde mi punto de vista.
La cámara que me llevé con película tradicional fue la Pentax MX, cargada con un carrete de Ilford XP2 Plus, expuesta a índices de exposición de entre 200 y 400, siendo este último su sensibilidad nominal en valores ISO. Os recuerdo que la cámara Pentax MX es una pequeña réflex totalmente mecánica, las pilas sólo alimentan su fotómetro a través del objetivo, que vio la luz a mediados de los años 70 y que es una delicia de usar.
Por supuesto, la utilicé con el Pentax SMC-A 100/4 Macro que también usé con la Pentax digital. Son totalmente compatibles. Aunque esta cámara por su naturaleza no admite modos de exposición automáticos. Tienes que ajustar tu mismo los valores de apertura y velocidad de obturación.
La cuestión es que si estás acostumbrado a trabajar el macro con digital, la experiencia no tiene nada que ver. En digital, te acercas al sujeto, compones y... si tienes un trípode y el sujeto está quieto, puedes hacer una par o tres de fotos para asegurar la cosa y ya está. Si no tienes trípode, harás más, para intentar asegurar que pequeños movimientos hacia adelante y hacia atrás no dejen fuera de foco lo que te interesa. Te mueves con profundidades de campo mínimas.
Pero con la película... o eres muy afortunado, o intentas asegurar la foto en uno o dos fotogramas... porque si no empieza a salir caro. Desde luego, la opción del trípode es la más razonable. Luego está la cuestión de la sensibilidad. Las modernas tecnologías digitales aseguran resultados nítidos con ISOs relativamente altos. Pero si estás obligado a disparar a IE 400, o tirar más alto con más grano perdiendo el precioso detalle de los pequeños objetos de la macrofotografía...
Por lo tanto, el planteamiento estético tiene que ser distinto. Jugar con los desenfoques, resaltar un detalle, jugar con las tonalidades y los contrastes. Si en esta prueba lo he conseguido o no... eso lo tendréis que decir vosotros. No es fácil. Hay que trabajarlo y tirar muchos carretes antes de que los resultados empiecen a salir como uno quiere. Y los filtros. No me llevé filtro. Pero es evidente que hay que jugar con los filtros de colores para modificar los contrastes de las imágenes.
En fin, no me voy a enrollar mucho más. Ved las fotos y vosotros diréis si os gustan. En cualquier caso, las experiencias siempre son interesantes... y bueno, podemos echar un vistazo también a las buenas gentes que me acompañaron y que con interés se aplicaron a la tarea. También en blanco y negro argéntico.
Este sábado pasado, 8 de abril de 2017, celebramos un taller de macrofotografía organizado por la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) (Facebook). El taller lo impartió Pedro Javier Pascual, fotógrafo turolense, cuya orientación personal es a la expresión personal a través de la naturaleza más que el uso de la fotografía como método de documentación de la misma, sus habitantes y sus fenómenos.
No es la primera vez que hago un curso o taller de macrofotografía. He hecho varios con distintos enfoques. Pero es una de esas disciplinas en las que siempre aprendo algo nuevo cuando acudo a un nuevo taller. Fundamentalmente porque no es mi actividad fotográfica prioritaria. Por lo tanto, siempre andaré con un déficit permanente de técnica o de ideas, que de alguna forma se palía con la asistencia a estos talleres.
Al igual que Pedro Javier Pascual, aunque más modestamente, cuando me acerco a la macrofotografía o la fotografía de aproximación en la naturaleza, predomina mi interés estético o expresivo, más que el documentar o catalogar especímenes o fenómenos, sobre los que la mayoría de las veces carezco de conocimiento suficiente. En los últimos años, no dejo de practicar de vez en cuando esta modalidad, e incluso elaboré recientemente un librito de carácter personal, al que no he dado tan apenas difusión, con lo trabajado el año pasado.
El taller tuvo dos partes, separadas por el rato de la comida. Durante la mañana, Pedro Javier nos mostró su trabajo, en una de las aulas del Centro Cívico Almozara, nos introdujo en sus técnicas más utilizadas y nos habló del material. Pero muy orientado hacia un determinado tipo de resultados y de estética. He de decir que quedé admirado de su dominio intuitivo del material y la técnica. Sobre el estilo de sus fotografías, hay algunas que me gustan mucho, mientras que otras se alejan un poco de lo que a mí me atrae. Nunca he sido mucho de efectos especiales. El "bokē" en forma de pelotones, las dobles exposiciones,... los reflejos... Soy partidario siempre de fondos más despejados, limpios, composiciones minimalistas, un número limitado de elementos en el encuadre, de las cuales él nos mostró unas cuantas con las que sí que disfruté mucho. Muy expresivas y muy bellas.
En cualquier caso, una mañana entretenida, adquiriendo ideas nuevas o recordando otras olvidadas. Después a comer. No sé porqué,... pero siempre a comer.
Tras la comida nos desplazamos al Centro de Jardinería "Gardeniers" de ATADES, destinado a promover la integración de personas con discapacidades, así como las actividades de jardinería, al servicio de la sociedad. Nuestro agradecimiento por habernos permitido utilizar sus viveros e instalaciones para hacer las prácticas.
Por supuesto, allí desplegamos nuestros equipos, y bajo la guía de Pedro Pascual que nos iba proponiendo distintos ejercicios, con flash, sin flash, con dobles exposiciones, con brillos, sin brillos,... fuimos haciendo nuestras fotografías.
Así estuvimos un rato, hasta que poco a poco la tendencia fue a que cada cual se fue centrando en el tipo de fotografías que más le gustaban, siempre dentro del marco establecido en el taller.
Como material fotográfico, utilicé la cámara digital Pentax KS-1 con el objetivo Pentax SMC-A Macro 100/4, eventualmente con una lente de aproximación Cosina de 3 1/3 dioptrías que permite pasar de la relación de ampliación de 1:2, nativa en el objetivo, a la 1:1. Durante un rato cambié al cuerpo de la Pentax MX, con película tradicional en blanco y negro, que todavía no he revelado ni digitalizado, antes de volver a la KS-1, en esta ocasión con el Pentax SMC-A 50/2 con un anillo de inversión para conseguir grandes ampliaciones.
Eventualmente, apoyé la exposición con un flash Nissin i40, con zapata para Olympus/Panasonic, pero que en modo manual se puede usar también con la Pentax.
Conforme fue pasando el tiempo, y con el calor acumulado en los viveros, el cansancio se fue haciendo notar. Lo cual lleva inevitablemente a cierta "dispersión" entre los participantes. Que empiezan a hacer un poco el indio con los accesorios que se llevan. Por ejemplo, poner a "adivinar el futuro" a través de una bola de cristal.
Cuando estos síntomas aparecen, y antes de causar cualquier "destrozo", es el momento adecuado para recoger el material e ir a celebrar la jornada disfrutada. Y aprovechando el buen día de primavera, tomarse unas cervezas o unos refrescos, mientras se mantiene la charla y el diálogo, que se mantuvo durante un rato dentro del mundo de la fotografía, y que no deja de ser parte de la riqueza del taller.
En cualquier caso, una buena jornada, con mi agradecimiento a todos los que en ella participaron a uno u otro nivel. Y hasta la próxima.
Coincidiendo casi, semana arriba o abajo, con el primer aniversario del primer taller de fotografía estenopeica que pudimos hacer bajo la dirección de la ya amiga Beatriz Aísa, que se bajó una vez más de los Pirineos para compartir con nosotros su pasión y sus ideas sobre una de las formas más esenciales de practicar la fotografía. Una vez más, fuimos acogidos en las aulas del Centro Joaquín Roncal.
Si el año pasado fuimos Beatriz y "los ocho del estenopo", en esta ocasión en la que íbamos a profundizar un poco más en las artes y las técnicas de la fotografía "unicórnica" fuimos diez quienes nos juntamos alrededor de una gran mesa con nuestras cajas, botes, tijeras, agujas, pinturas, cintas adhesivas y aislantes, y demás aparataje. Estuvimos diez, una panda de gángsters, "The Pinhole Gang", con la pena de no poder contar entre nosotros algunos ausentes que nos acompañaron el año pasado, pero con la alegría de añadir a la banda caras nuevas. Algunas nuevas sólo en lo que se refiere a esta técnica... otras nuevas, nuevas, nuevas del todo. En todo caso, todos bienvenidos. Y a ver si pronto, en otras actividades se va sumando más gente al "gang".
Elemento importante en todo taller de Fotógraf@s en Zaragoza que se precie es la repostería de Carmina Andreu, Caramina; que en esta ocasión estuvo deliciosa como de costumbre. En cualquier caso, aquí tenemos a Carmina con una original lata en forma de zapato que creo que al final no usó, corrígeme si me equivoco Carmina, pero que desde luego sugiere mucho potencial y originalidad.
Y ya al trabajo. Algunos, como Miguel Ángel, nos turnábamos con el taladro para disponer el futuro espacio de los estenopos. Anu Medina mostraba hasta que punto había convertido sus mágicas manos, en el instrumento ideal para horadar con delicadez las láminas de aluminio por donde tan apenas íbamos a dejar pasar unos rayos de luz. Carmina, esprai en mano, se aseguraba que no hubiese reflejos de luz indeseables en el interior de las futuras cámaras. Y todo el mundo se afanaba transformando sus cajas, botes y latas en futuros instrumentos artísticos.
Finalmente, a la una de la tarde, ya estábamos en la calle todos, "cámaras" en mano, dispuestos a ir de caza de la escena y de la luz que se acomodase a la idea que nos habíamos hecho mientras construíamos las estenopeicas. Si el año pasado, con modestia, nos limitamos al concepto básico, una caja oscura, un estenopo, una hoja de papel sensible, en esta ocasión, teníamos cámaras con varios estenopos para una sola hoja, plana o envolventes, o dispositivos con varias hojas y distintas "focales" para tomar varias "instantáneas" de larga duración. La imaginación al poder.
Aunque salimos todos juntos del Centro Joaquín Roncal, finalmente nos fuimos dispersando, cada uno buscando su mejor opción para aprovechar el único, o los poquitos "disparos" disponibles. Yo tuve la ocasión de acompañar a Emilio Molins "Triboniano", y Marco Evangelisti que, entre otras cosas, intentaron una panorámica de 360º en el Puente de Piedra.
Tras el trabajo de campo, la hora de comer, alrededor de una mesa redonda, que se prestan mejor a la conversación y el intercambio, y que podemos ver a continuación en su integridad gracias al ojo de pez que me prestó José Miguel "Masjota".
Por la tarde, tocaba revelar y comprobar si nuestros esfuerzos habían tenido un desenlace feliz. En primer lugar, y con la única fotografía en color de este reportaje, el muestrario de cámaras antes de apagar la luz y extraer sus tesoros escondidos.
Y luego ya, líquidos dispuestos, por turno fuimos pasando a revelar nuestros negativos fotográficos. Unos con más fortuna, otros con menos, pero todos con la sensación de que habíamos avanzado y aprendido cosas nuevas.
Después, el laborioso proceso de lavado y secado de las hojas de papel sensible con los negativos de las fotografías. Una vez más, la tarde se nos hizo corta para lo que podría ser el último paso del proceso, el copiado y obtención del positivo por contacto. Pero las nociones estaban ahí, sembradas, para cualquiera que quiera seguirlas.
Y ya sólo me queda una cosa... quizá una de las más importantes... compartir con todos vosotros el positivo que surgió de mi propio trabajo y del que ya os hablé hace unos días.
Como el año pasado, una jornada fenomenal, que nos permitió aprender, comunicarnos, convivir, conocer más la afición común a la fotografía y conocernos más entre nosotros. Y ya, poniéndonos a pensar qué nuevas técnicas queremos probar. ¿Alguien escuchó mencionar la palabra "cianotipia"? ¿Se oyó decir que nos íbamos ir a Ejea con Laura, "Lura Photos", a hacer una jornada analógica? ¿Alguna idea más?