La fotografía como afición y otras artes visuales

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Olite y Madrid con película en blanco y negro - Olympus mju-II con Kodak Tri-X 400

La película Kodak Tri-X 400 es una de las películas favoritas en blanco y negro de buena parte de los fotógrafos que siguen fieles a la película tradicional. Por su sensibilidad nominal, por su carácter contrastado, por su fácil manejo en el laboratorio, por su amplia disponibilidad (al menos antaño), por su consistencia, fue la reina de la fotografía de reportaje durante décadas. Y sin embargo, yo la he utilizado poco. Sin duda, uno de los casos de éxito más claro usando esta película fue durante mi viaje a Islandia en 2016.

Probablemente, uno de los motivos principales por los que la uso poco es porque en comparación con las películas de Ilford, por ejemplo la Ilford HP5 Plus, competidora directa, pero de características muy distintas, son más fáciles de encontrar en el comercio, sin el engorro de tener que encargar por internet. Con los gastos de transporte asociados, a los que hay que sumar un precio tremendamente elevado en la actualidad para estas películas, que contrasta con el hecho de que sus costes de investigación y desarrollo están amortizados hace décadas. Pagamos como una película de élite un película de tecnología antigua, lo cual no quiere decir que se mala, que la propia Kodak consideró casi obsoleta cuando sacó la mercado sus películas T-Max, de grano tabular, más nítidas. Y que, paradójicamente, hoy en día puedo encontrar más baratas y con más facilidad en el comercio de mi ciudad. En los últimos dos años, he usado con frecuencia la Kodak T-Max 400.

Como hace un par de meses tuve que encargar por internet a Fotoimpex una diversidad de materiales imposibles de encontrar en el comercio de la ciudad, incluí en el pedido un par de rollos de Kodak Tri-X 400, a pesar de su precio, aun así más barato de lo que algunas tiendes en línea españolas piden. Y decidí repetir combinación con la misma cámara que me llevé a Islandia, la Olympus mju-II, de la que ya os comenté hace unos días a propósito del rollo de Ilford XP2 Super que hice en Olite. En Islandia fue una elección lógica, por el hecho de estar protegida contra las inclemencias de la intemperie. Sin embargo, si estas no se dan, en estos momentos tengo otras cámaras compactas que considero más adecuadas.

Pero en esta ocasión no he revelado yo el rollo. Atendiendo a una petición de consejo y ayuda de un colega aficionado a la fotografía que no puedo enlazar porque no participa en redes sociales ni tiene página en internet a pesar de su buen hacer, la revelé con sus películas en D-76 o su equivalente de Ilford... creo que es el ID-11. Como se encargó el de la preparación y del control del proceso, no lo recuerdo con precisión. No me acuerdo de la dilución del revelador ni del tiempo que estuvimos. Luego fue digitalizada en un escáner de alta gama que posee, quedando absolutamente impecables.

Quizá no fuese la película más adecuada para esos dos días de viaje a Olite, donde sustituyó a la XP2 Super que agoté, o en Madrid, donde lo terminé dos días más tarde, en la primera hora y media de estancia en la capital, pasando a continuación a tirar película negativa en color con la Pentax MX, algo de lo que os hablaré dentro de unos días. Fueron días claros, sin nubes, de abundante iluminación solar, y por lo tanto fuertes contrastes entre las partes iluminadas en exteriores y las partes en sombra. Si a eso añades que es una película contrastada... pues eso. Que la Ilford XP2 Super o la Ilford HP5 Plus probablemente fueran películas más adecuadas para esas condiciones. Pero no puedo negar que el resultado es atractivo. El fuerte contraste atrae al ojo. Y el grano resultó más contenido de lo que esperaba. Si la encontrase con más facilidad, la usaría con más frecuencia. Aun me queda un rollo. Dentro de una semana vamos a Toledo. Quizá entonces.