La fotografía como afición y otras artes visuales

CARLOSCARRETER.ES

¿Día mundial de la fotografía?... Pues bueno... Trioplan 50/2,9 y Kodak ProImage 100

Reconozco que cada vez paso menos tiempo en internet mirando cosas. La red de redes está llegando a una peligrosa saturación de información... inútil. Y consciente de la inutilidad de mucha de esa información, poco a poco voy dedicando menos tiempo a buscarla. Creo que finalmente internet será un mercado de servicios, y cada uno acudirá a los que realmente le interesen, ignorando por completo el resto. La utopía de foro público mundial de intercambio de ideas, propuestas, creaciones... se irá deshaciendo o desvaneciendo por la basura y el ruido de fondo que la infesta. Y quizá por eso, ha sido a toro pasado cuando he leído los recordatorios de que ayer 19 de agosto era el día mundial de la fotografía. Bien es cierto que me joroba un poco que en ese día se homenajee a Daguerre, que fue un aprovechado, en lugar de recordar a Niepce o Fox Talbot que fueron quienes realmente se curraron el invento.

Aunque sea con un día de retraso, ¿cuál es la mejor forma de celebrarlo? Pues con fotos claro. Que es de lo que se trata. De mantener viva la fotografía como arte y forma de expresión, más allá de la banalidad que impregna hoy en día la facilidad con la que se envían noticias intrascendentes gracias a la facilidad de uso de las cámaras de los móviles para hacer fotos espantosas, pero que hacen gracia a las abuelas y a los abuelos, porque en ellas salen los nietos y las nietas haciendo monerías. O cualquier otra banalidad similar de nuestra vida cotidiana que muchas veces no interesa realmente ni a aquellos a quienes les remitimos las imágenes, y que las vitorean con la esperanza de ser correspondidos con similares vítores cuando ellos publican o remiten en las redes sociales sus propias banalidades intrascendentes.

Luego estamos los que seguimos complicándonos la vida, mayormente incomprendidos por otros, que fingen sorprenderse o interesarse por lo que hacemos, utilizando equipos del año de la polka y siendo fieles a los procedimientos fotoquímicos a la película con emulsiones de haluros de plata, con o sin pigmentos cromogénicos incorporados. Es decir, en color o en blanco y negro. Y a eso voy, porque poco antes de coger vacaciones me dio tiempo a comprobar que tal le sentaba a un objetivo tan simplón y elemental como el Meyer-Optik Görlitz Trioplan 50/2,9 una película negativa en color actual como la Kodak ProImage 100.

Lo del Trioplan es algo curioso. Es un objetivo que se fabricó en los años 50 en la Alemania oriental, para equipos económicos de gama baja. Con una fórmula óptica básica, un triplete de tres elementos en tres grupos, ni siquiera tenía las mejoras de las fórmulas más consolidadas como las Tessar, que convertía uno de estos elementos en un doblete cementado, que aumentaba considerablemente la corrección de ciertas aberraciones y mejoraba así la nitidez de la óptica. Y sin embargo, en estos momentos se cotiza de segunda mano a precios muy superiores a los de otras ópticas mucho mejores. Incluso ciertos caraduras replicaron recientemente el objetivo a unos precios absolutamente demenciales. Pero lo de vender tajo bajo a precio de solomillo es algo que se empieza a ver con cierta frecuencia, como un anuncio reciente de Cosina, que va a comercializar bajo la marca Voigtländer un objetivo con una fórmula anticuada y calidad discutible (le llaman carácter) a un precio en torno a los 800... dólares o euros... no sé muy bien.

En cualquier caso, mi copia del Trioplan fue adquirida antes de que el mercado se volviera loco y me costó una tercera parte de lo que cuestan en la actualidad. Pero siempre lo había usado con película en blanco y negro. Diafragmando mostraba una nitidez razonable en el centro de la imagen, pero en las esquinas hay una pérdida apreciable de nitidez, aunque si la composición es resultona puede pasar desapercibida por el espectador de la fotografía. La película en color es más exigente, puesto que se ponen en juego las aberraciones asociadas a los distintos comportamientos de las distintas longitudes de onda de la luz, que pasan más desapercibidos en la fotografía en blanco y negro.

Por ello, decidí confrontar el Trioplan con un rollo de Kodak ProImage 100, que cada vez me convence más como película todo uso en días soleados. Con colores bien definidos y saturados, pero sin pasarse, y un rendimiento tirando a cálido, pero agradable en su conjunto, y un precio más ajustado que la Kodak Ektar 100, es una película interesante. Aunque ya he dicho en alguna ocasión que una Kodak Portra 160 o una Kodak Portra 400 a un índice de exposición de 200, ofrecen mayor nitidez, colores más naturales, mucho menos saturados que la Ektar,... aunque también a un precio elevado en estos momentos.

La combinación de Trioplan y ProImage 100 la use una mañana de verano con algunas nubes en el cielo, lo que matizaba y suavizaba la habitualmente excesivamente contrastada luz de estos meses veraniegos. Aunque la usé en escenas muy diversas, el mayor número de fotografías corresponden a la mezcla de estilos arquitectónicos que se pueden observar en el Arrabal y otros barrios de la margen izquierda del Ebro en Zaragoza, donde se mezclan los modernos edificios de viviendas, funcionales, con los edificios industriales de hace un siglo. Con una nueva urbanización en algunas zonas en las que han ido apareciendo espacios más abiertos y jardines. El caso es que el rendimiento de la película fue muy bueno, se confirma que es una película muy adecuada para cuando hay luz abundante, y las fotos quedan razonables a pesar de las debilidades del objetivo, a condición de que usemos aperturas de f/8 o f/11. Las más abiertas, f/2,9 y f/4, muestran sus debilidades. Feliz día de la fotografía.