La fotografía como afición y otras artes visuales

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La Canon EOS 3 de Luis, en color, con un EF 40/2,8 STM y Kodak Portra 400

Ya os hablé hace unas semanas de la Canon EOS 3 de mi amigo Luis, que todavía tengo por casa, y en la que no sólo hice aquel Ilford FP4 Plus de prueba, sino que también llevé durante una semana con un rollo de película negativa en color, en concreto una Kodak Portra 400, de un lote que compré, del que me quedan pocos rollos, pero que caducan en septiembre de este año. Han estado guardados en frigorífico a 4 ºC, así que no tendría porqué haber problema para extender su validez un tiempo más,... pero bueno. Habrá que ir usándolos.

Con el rollo de Portra 400 decidí ir más ligero. Dentro de lo que cabe. Ya comenté que la cámara no pesa mucho, gracias al sempiterno policarbonato de los cuerpos de las réflex de enfoque automático en los años 90. Pero es grandota, bastante grandota. No tanto como las variantes de la EOS 1, pero más que cualquier otra Canon EOS para película tradicional. Así que para llevarla unos días en mi mochila urbana, le puse el pequeño EF 40/2,8 STM, que es muy ligerito, sin perder calidad óptica. La única prevención que hay que tener es que es un objetivo que viñetea bastante a plena apertura. Quizá no tanto con película como en digital, pero es uno de los compromisos, junto la luminosidad limitada, de esta óptica para su ligereza. A veces viene bien, otras no tanto. Con digital se puede corregir en posproducción, pero en película viene lo que viene. De todas formas, salvo que sea necesario, no suelo usar los objetivos a su máximo diafragma.

Una de las prestaciones sobre las que tenía curiosidad era sobre su capacidad de escoger el punto de enfoque siguiendo el movimiento de la pupila del ojo. El sistema de enfoque automático fue muy alabado cuando la cámara salió al mercado. Tenía bastantes puntos de enfoque, 45 de ellos, aunque no al nivel de las modernas cámaras digitales, y con el inconveniente de que estos no están distribuidos por toda la superficie del visor, sino sólo en una amplia zona central. Pero para su época estaba muy bien. Y heredaba de la Canon EOS 5, junto con algunas variantes de las EOS 50 y EOS 30, el sistema "Eys Control". Tú calibrabas con tu ojo el sistema siguiendo las instrucciones y almacenabas la calibración en memoria de la cámara. Podías incluir varias calibraciones, con gafas o sin gafas, para unos objetivos u otros, según consideraras oportuno, y cada calibración incluía posición horizontal y vertical del fotograma. Lo he probado... y realmente funciona. Y eso que no he repetido el proceso muchas veces como recomendaba el fabricante para mejorar la sensibilidad. Funciona sorprendente bien, con menos fallos de los que pensaba. Dijeramos que en mi caso sólo ha fallado aproximadamente una de cada diez veces.

También ajusté varias funciones personalizadas de la cámara a mi conveniencia, sabiendo que cuando se la devuelva a Luis puedo hacer una vuelta a las configuraciones de fábrica que es como tenía él la cámara. Y eso mejoró realmente la comodidad del uso de la cámara. No voy a detallar todos los cambios, porque sería un aburrimiento. Por lo menos para mí sería un aburrimiento redactar todo eso. Pero siempre he recomendado que si existen opciones configurables, cada usuario de cámara, de cualquier tipo, debe echarles un vistazo y pensar un poco sobre el sentido que tienen. Igual le convienen.

Otra cuestión que he hecho ha sido, con calma, ir comparando los distintos métodos de medición del fotómetro de la cámara. Comparando las decisiones que tomaría usando los modos de medición puntual y sus variantes, parcial, promediado con preponderancia al centro, con los resultados que me da el modo de medición evaluativa, o matricial que dicen los de Nikon,... en general no merece la pena complicarse mucho la vida. Las diferencias son pequeñas y fácilmente absorbibles por latitud de exposición de la película negativa en color. No digo que que en condiciones de iluminación complejas, con una necesidad de precisión por usar, por ejemplo, película diapositiva... la Velvia 50 que es la más difícil de usar por su limitadísima latitud de exposición, no vengan bien... Pero también importa en esos casos saber cuándo hacer o no hacer la foto, porque la escena supera o no supera los límites del material sensible.

Después de este segundo rollo con la Canon EOS 3 de Luis puedo asegurar algunas cosas. Pero fundamentalmente dos. La primera es que es una cámara extremadamente competente, con muchas más opciones y funciones de las que necesito habitualmente, en la que la principal limitación para obtener buenas fotografías serán las habilidades, o carencias de ellas, del fotógrafo. La segunda es que es muy grandota, por lo que me encuentro más a gusto por ejemplo con la "arcaica", en comparación, EOS 650, más ligerita y cómoda de llevar. Aunque ahora echaría de menos el poderoso obturador de la EOS 3 con sincronización del flash a 1/250 segundo y con una velocidad máxima de 1/8000 segundo, lo que permite llevar películas de ISO 400 y poder fotografiar con diafragmas abiertos en cualquier situación. Sí ya sé que he dicho que no soy partidario de las máximas aperturas... pero cuando convienen, convienen.