La fotografía como afición y otras artes visuales

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A rey "muerto", rey puesto - renovación tras el desastre de Aveiro

Desde hace un tiempo, andaba huérfano de una cámara secundaria para viajes. La Panasonic Lumix G9 es excelente, pero en ocasiones me resulta demasiado grande y manifiesta. Siempre me ha gustado llevar cámaras más discretas para escapadas ciudadanas. Pero la Lumix GM5 y la Leica D-Lux poco a poco acusaron cansancio y alguna falta de fiabilidad. Han hecho muchos kilómetros por el mundo. Una compacta de focal fija, como es la Fujifilm XF10, no resolvió la carencia. La calidad de imagen es buena, pero la ergonomía es francamente mejorable, y su focal única gran angular no me parece tan versátil como cuentan algunos.

La combinación de la cámara y el soporte para grabación/selfies o trípode de sobremesa es compacta y ligera. Ideal para viajar sin estorbos.

En verano, y como consecuencia de un buenísima oferta, opté por adquirir una Panasonic Lumix GX9. Más compacta que la Lumix G9, con su misma calidad de imagen, de objetivos intercambiables, quizá algo más grande de lo que yo pretendía, parecía la solución evidente para lo que yo pretendía. Y tras familiarizarme con ella durante unos meses, o eso creía yo, me la llevé de viaje a Portugal en septiembre. He de decir que la cámara tiene un grave problema para mí. Con la pantalla táctil, en fotos verticales, mi nariz colocaba el punto de enfoque donde le daba la gana, proporcionándome unas cuantas fotos fallidas. A estas alturas, prefiero las pantallas articuladas como la de la G9, que cuando no la uso para componer y disparar, entonces viene bien que sea tactil, la recojo, y no molesta. Pero en fin. Yo convencido de que estaba recogiendo una buena colección de imágenes, hasta que... Hasta que en una parada de autobús de Aveiro, camino de Costa Nova, con el lío de la mochila, el dinero para pagar, la mascarilla obligatoria en el autobús... la dejé olvidada en un banco de la parada. Y la perdí. Para siempre. Y con ella, todas las fotos que había hecho hasta el momento.

La cámara se lleva especialmente bien con las focales fijas. El 20 mm f/1,7 de Panasonic es prácticamente la óptica por defecto

Cuando volví a Zaragoza me planteé si la iba a sustituir y cuándo. Si la epidemia de covid-19 lo permitía, tenía intención de hacer alguna escapada más antes de fin de año. Y una cámara de estas características me vendría bien. Es momento de viajar ligero en las ciudades. Y volvió a surgir una oportunidad. En verano salió al mercado la Panasonic Lumix G100, una cámara muy orientada al mercado de los vloggers, de los youtubers que se pasean hablándole a la cámara. Pero con un sensor totalmente similar, con su 20 Megapíxeles a los de la Lumix G9 y la Lumix GX9. Calidad de imagen totalmente equiparable. Y más barata que la GX9. Y además tenía a mano una oferta, exclusiva para mí, con el trípode dedicado, que permite disparar o grabar vídeo directamente desde el chisme. Adecuado para autorretratos, pero también como trípode de sobremesa. O para colocarlo sobre cualquier superficie, sin que ocupe casi espacio en la mochila.

Pero el 45 mm f/18 de Olympus no se lleva nada mal tampoco. Y aunque hay que subir el ISO por no ser estabilizada, en el Museo de Zaragoza se recoge detalle, contraste y colorido.

Me decidí por ella. Y quiero transmitir mis impresiones. En primer lugar, su calidad de construcción global es buena, pero es inferior a la Lumix GX9. Y no digamos ya con respecto al tanque que es la Lumix G9. Está más al nivel de mi querida, aunque retirada, Lumix GM5. De hecho, tiene un tamaño similar a esta. Lo que pasa es que abulta algo más porque el visor y el flash incorporado sobresalen en el centro del cuerpo de la cámara. Tampoco supone tanta diferencia con la GM5, porque este llevaba siempre puesto el pequeño flash accesorio. Cabe, con un objetivo compacto, en el bolsillo de mi chaqueta impermeable de viaje. Y esto sólo, ya es una buena noticia. Y la pantalla es totalmente articulada, al estilo de la G9, y no parcialmente como la GX9. Sin problemas con mi nariz.

Es pequeña y ligera. Así que colocarle grandes objetivos de focal variable la desequilibra. Eso no impidió que en mi reciente viaje a Andalucía, donde la sometí a uso intensivo, el guía de la excursión a Doñana me prestara un 100-300 mm y lo usara con algún buen resultado. Y no es fácil, porque sus focales son equivalentes a 200-600 mm en el llamado formato completo. Pero con el G 14/2,5, o el G 20/1,7, o el Olympus 45/1,8. Incluso con las focales variables compactas 12-32/3,5-5,6 o 35-100/4-5,6 de Panasonic, va muy bien. Mejor las focales fijas, que las variables, aunque estas se comportan muy bien, y añaden estabilización óptica. Que es la gran carencia de esta cámara, al igual que lo era en la GM5. En un cuerpo tan pequeño, no cabe. Pero bueno. Salí adelante en Andalucía sin muchos problemas.

Autorretrato en el castillo de Santa Catalina en Cádiz con el 14 mm f/2,5. Ideal.

Por supuesto, con el pequeño trípode adaptado, puedes hacerte unos autorretratos excelentes, y aun lo aproveché con ventaja para una agradable puesta de sol en Cádiz. ¿Es una cámara recomendable? Para unos usos muy concretos como los que he comentado, llevar una cámara pequeña y discreta en las ciudades de la pandemia, sí. Como cámara principal para todo uso... pues no tiene la solidez y las capacidades de otras cámaras con más pedigrí. Aunque está en un escalón inferior a la "perdida" GX9, sin embargo la he usado con más agrado. Sólo me quejaría de que en las fotos verticales, hay una posición de la cámara en la que el visor no lo veo todo lo nítido que quisiera. Pero sin más problemas.

Y con el pequeño pero competente 35-100 mm f/4-5,6, usando el pequeño trípode dedicado, es posible conseguir buenos paisajes y puestas de sol.