Estuve en Nueva York hace unos meses. A finales de septiembre de 2013. Hice abundantes fotografías. Muchas en color. Pero no resistí la tentación de llevarme una cámara con película tradicional en blanco y negro. Lo que Nueva York era en mi imaginación estaba condicionado fuertemente por el cine. Y especialmente por algunas películas, entre las cuales indudablemente ocupa un lugar de honor MANHATTAN. Cuantos aficionados al cine no tendremos grabada en nuestra retina, en nuestra mente y en nuestro corazón la imagen de Woody Allen y Diane Keaton sentados en un banco casi bajo el puente de Queensboro. Esa imagen, con esa luz, con esa atmósfera, con esa sensación y ese sentimiento, se la debemos a GORDON WILLIS, director de cinematografía, que nunca ganó un óscar por las dos películas a las que fue candidato, aunque sí se le concedió uno por el conjunto de su carrera. Honorífico. Estos casi siempre saben a que están dados tarde y mal.

Habitual director de fotografía durante una época de las películas de Coppola (trilogía El Padrino), Woody Allen o Pakula, muchas de sus imágenes se han convertido en iconos nos sólo del cine, sino de la cultura popular de finales del siglo XX. Sirva esta breve reseña como recordatorio y como homenaje. Espero que esté en el cielo de las gentes del cine y de las gentes que aman al cine. El único cielo que merece la pena que exista, si es que existe algo después de esta vida.

Os dejo con algunas de las imágenes que tomé en Nueva York, en blanco y negro. Bajo la inspiración de la fotografía de Willis, sin duda.