La fotografía como afición y otras artes visuales

CARLOSCARRETER.ES

Suiza con película en blanco y negro - Minox 35 GT-E con Ilford XP2 Super 400

Berna

Como vengo haciendo desde hace unos años, decidí llevar en mi reciente semana de vacaciones en Suiza una cámara fotográfica para película tradicional, además del equipo digital. Como las fotografías del equipo digital, siempre en formato RAW, son por defecto en color, independientemente que luego se puedan trabajar en blanco y negro, la película fotográfica que me llevo es en blanco y negro. La que mejor resultado me viene dando desde hace tiempo es la Ilford XP2 Super 400, película negativa en blanco y negro que tiene la peculiaridad de que está basada en tecnologías similares a las películas negativas en color, y se revela en el proceso C-41 o equivalentes al igual que esta.

Basilea - Rathaus y Pfalz sobre el Rin

Se puede revelar también como una película tradicional en blanco y negro, y los resultados no son malos. Pero una de las características principales de la XP2 Super es que tiene una amplia latitud de exposición. Aunque tiene una sensibilidad nominal ISO 400, el fabricante británico nos dice que se puede exponer a índices de exposición entre IE 50 e IE 800. Cuanto más bajo sea el índice de exposición, el grano es más reducido, cuanto más alto, más notable. Pero realmente se puede usar en cualquier punto de ese intervalo de índices de exposición. Yo suelo usar IE 200, porque es un punto de equilibrio entre nitidez, contraste y grano contenido. Veamos cómo la he usado en esta ocasión.

Gran glaciar Aletsch - Mittelhorn desde Grindelwald First

Tuve dudas hasta último momento de qué cámara usar. Cuando planificamos el viaje, con poco tiempo y sin pensarlo mucho por culpa de las vicisitudes que impone la pandemia y las ondas epidémicas de la covid-19, pensaba que íbamos a transitar por caminos ya conocidos. Y por lo tanto, como he hecho en otros viajes, pensé en llevarme la cámara para película como cámara principal, reservando la digital para determinados momentos, especialmente en naturaleza. Por ello pensé que tanto la Leica M6 como la Pentax MX me permitían llevar un equipo no muy voluminoso, con dos o tres objetivos en una gama entre los 25-28 mm y los 90-100 mm. Suficiente.

Jungfraujoch Bahn en Eiger Gletscher - Cara norte del Eiger desde Grindelwald First

Sin embargo, conforme se acercaba la fecha del viaje, más comprendía que era muy probable que los lugares que íbamos a visitar o cómo los íbamos a visitar iban a ser diferentes de lo que ya conocía. Y que además el paisaje alpino iba a tener un protagonismo más notable del que pensaba. Por eso, al final decidí que el equipo principal iba a ser el digital, y opté por una cámara compacta con un 35 mm fijo razonablemente luminoso, f2,8, como la Minox 35 GT-E. Estuve pensando en la Olympus Mju-II por estar protegida contra las inclemencias del tiempo. Pero el engorro de ser totalmente automática, y que no puedes dejar fijas determinadas opciones, hizo que desistiera.

Zermatt - Glaciar del Gornegrat

La Minox 35 GT-E es pequeña, puede ser bolsillera, aunque la he llevado en una funda, la de la Mju-II, colgada del cinturón del pantalón, donde no molestaba en absoluto, y no llenaba mis bolsillos. Siempre a mano, mientras llevaba la cámara digital, la Panasonic Lumix G100, que tampoco abulta mucho, colgada del hombro con una correa cruzada por pecho y espalda. Cómodo, con poco peso. Y la mochila a la espalda, con algún objetivo para la G100, el termo de medio litro del agua, algo de ropa de abrigo y algún que otro accesorio. Como ya he indicado, el ajuste del índice de exposición fue IE 200 por defecto.

Gornegrat y Kleine Matterhorn - Breithorn

Usada preferentemente en exteriores, los valores de exposición iban desde el f11 y 1/500 segundo en tiempo plenamente soleado y los f5,6 y 1/60 segundo en situaciones de sombra densa, nublados profundos o luz crepuscular. En estos últimos casos, si me quedaba corto de exposición, podía subir a IE 400 u 800. Este último no lo usé nunca. En las fotos alpinas con mucha nieve, al ser el modo de exposición de automatismo con prioridad a la apertura, pulsaba el conmutador x2, para doblar el tiempo de exposición. Con aperturas habituales en f5,6 y f11, es fácil enfocar por zonas con la escala de profundidad de campo. No hay ayuda al enfoque que es manual, por lo que siempre hay que estimar la distancia de enfoque. En algún caso me atreví a usar el f2,8 sin muchos problemas, para aislar el sujeto principal del fondo.

Aareschlucht - Brünigpass desde el Zentralbahn

Los principales problemas en la toma de las fotos han derivado de situaciones puntuales en las que la velocidad bajaba de 1/60 segundo, y no me percataba del hecho. La cámara es muy ligera, pesa muy poco, por lo que tiene muy poquita inercia. Y por ello, aunque no lleva un espejo que haga trepidar la imagen a velocidades bajas, es fácil que por debajo de 1/60 segundo pierda nitidez porque se ve afectada por pequeños movimientos de la cámara, a veces inapreciables. Una cámara compacta pero metálica, algo más pesada, sería más útil para tirar a velocidades de 1/30 segundo, por ejemplo.

Lago de Lucerna - Rigi Bahn

La principal metedura de pata la hice el primer día que le puse un rollo de película. No me di cuenta y no lo enhebré correctamente, por lo que estuve haciendo fotos todo el día... sin que la película avanzase. Así que no tengo negativos en blanco y negro de los lagos de Thun y Brienz ni de la subida en tren de cremallera con locomotora de vapor al Brienzer Rothorn. Una pena. Mis cálculos es que podía hacer aproximadamente un rollo al día, para un total de seis, aunque llevaba alguno más de reserva. Pero entre el fallo de ese primer día, y que los dos últimos hubo menos ocasiones para disparar, al final sólo hice cuatro rollos completos. Por cierto, el rollo mal enhebrado del primer día no se estropeó, y lo pude usar al día siguiente sin problema en Basilea y Berna.

León herido de muerte en Lucerna - Oberland Bernés

Globalmente estoy bastante satisfecho con los resultados. Como ya he dicho, la película Ilford XP2 Super 400 es una película polivalente que va muy bien para un todo uso. A IE 200 y con escenas bien iluminadas, tan apenas se aprecia el grano. Que se hace más evidente, pero no desagradable, en las sombras o en días más grises y nublados. Y la focal de 35 mm de la cámara ha resultado conveniente, aunque yo siempre hubiera preferido un 40 mm como el de la Leica Minilux... que desgraciadamente está a la espera de pasar por el taller. Hubiera sido también una buen opción. Aunque más lenta a la hora de disparar. En fin, espero que os gusten las fotos.

Fiesta nacional suiza en Gruyères

¿Día mundial de la fotografía?... Pues bueno... Trioplan 50/2,9 y Kodak ProImage 100

Reconozco que cada vez paso menos tiempo en internet mirando cosas. La red de redes está llegando a una peligrosa saturación de información... inútil. Y consciente de la inutilidad de mucha de esa información, poco a poco voy dedicando menos tiempo a buscarla. Creo que finalmente internet será un mercado de servicios, y cada uno acudirá a los que realmente le interesen, ignorando por completo el resto. La utopía de foro público mundial de intercambio de ideas, propuestas, creaciones... se irá deshaciendo o desvaneciendo por la basura y el ruido de fondo que la infesta. Y quizá por eso, ha sido a toro pasado cuando he leído los recordatorios de que ayer 19 de agosto era el día mundial de la fotografía. Bien es cierto que me joroba un poco que en ese día se homenajee a Daguerre, que fue un aprovechado, en lugar de recordar a Niepce o Fox Talbot que fueron quienes realmente se curraron el invento.

Aunque sea con un día de retraso, ¿cuál es la mejor forma de celebrarlo? Pues con fotos claro. Que es de lo que se trata. De mantener viva la fotografía como arte y forma de expresión, más allá de la banalidad que impregna hoy en día la facilidad con la que se envían noticias intrascendentes gracias a la facilidad de uso de las cámaras de los móviles para hacer fotos espantosas, pero que hacen gracia a las abuelas y a los abuelos, porque en ellas salen los nietos y las nietas haciendo monerías. O cualquier otra banalidad similar de nuestra vida cotidiana que muchas veces no interesa realmente ni a aquellos a quienes les remitimos las imágenes, y que las vitorean con la esperanza de ser correspondidos con similares vítores cuando ellos publican o remiten en las redes sociales sus propias banalidades intrascendentes.

Luego estamos los que seguimos complicándonos la vida, mayormente incomprendidos por otros, que fingen sorprenderse o interesarse por lo que hacemos, utilizando equipos del año de la polka y siendo fieles a los procedimientos fotoquímicos a la película con emulsiones de haluros de plata, con o sin pigmentos cromogénicos incorporados. Es decir, en color o en blanco y negro. Y a eso voy, porque poco antes de coger vacaciones me dio tiempo a comprobar que tal le sentaba a un objetivo tan simplón y elemental como el Meyer-Optik Görlitz Trioplan 50/2,9 una película negativa en color actual como la Kodak ProImage 100.

Lo del Trioplan es algo curioso. Es un objetivo que se fabricó en los años 50 en la Alemania oriental, para equipos económicos de gama baja. Con una fórmula óptica básica, un triplete de tres elementos en tres grupos, ni siquiera tenía las mejoras de las fórmulas más consolidadas como las Tessar, que convertía uno de estos elementos en un doblete cementado, que aumentaba considerablemente la corrección de ciertas aberraciones y mejoraba así la nitidez de la óptica. Y sin embargo, en estos momentos se cotiza de segunda mano a precios muy superiores a los de otras ópticas mucho mejores. Incluso ciertos caraduras replicaron recientemente el objetivo a unos precios absolutamente demenciales. Pero lo de vender tajo bajo a precio de solomillo es algo que se empieza a ver con cierta frecuencia, como un anuncio reciente de Cosina, que va a comercializar bajo la marca Voigtländer un objetivo con una fórmula anticuada y calidad discutible (le llaman carácter) a un precio en torno a los 800... dólares o euros... no sé muy bien.

En cualquier caso, mi copia del Trioplan fue adquirida antes de que el mercado se volviera loco y me costó una tercera parte de lo que cuestan en la actualidad. Pero siempre lo había usado con película en blanco y negro. Diafragmando mostraba una nitidez razonable en el centro de la imagen, pero en las esquinas hay una pérdida apreciable de nitidez, aunque si la composición es resultona puede pasar desapercibida por el espectador de la fotografía. La película en color es más exigente, puesto que se ponen en juego las aberraciones asociadas a los distintos comportamientos de las distintas longitudes de onda de la luz, que pasan más desapercibidos en la fotografía en blanco y negro.

Por ello, decidí confrontar el Trioplan con un rollo de Kodak ProImage 100, que cada vez me convence más como película todo uso en días soleados. Con colores bien definidos y saturados, pero sin pasarse, y un rendimiento tirando a cálido, pero agradable en su conjunto, y un precio más ajustado que la Kodak Ektar 100, es una película interesante. Aunque ya he dicho en alguna ocasión que una Kodak Portra 160 o una Kodak Portra 400 a un índice de exposición de 200, ofrecen mayor nitidez, colores más naturales, mucho menos saturados que la Ektar,... aunque también a un precio elevado en estos momentos.

La combinación de Trioplan y ProImage 100 la use una mañana de verano con algunas nubes en el cielo, lo que matizaba y suavizaba la habitualmente excesivamente contrastada luz de estos meses veraniegos. Aunque la usé en escenas muy diversas, el mayor número de fotografías corresponden a la mezcla de estilos arquitectónicos que se pueden observar en el Arrabal y otros barrios de la margen izquierda del Ebro en Zaragoza, donde se mezclan los modernos edificios de viviendas, funcionales, con los edificios industriales de hace un siglo. Con una nueva urbanización en algunas zonas en las que han ido apareciendo espacios más abiertos y jardines. El caso es que el rendimiento de la película fue muy bueno, se confirma que es una película muy adecuada para cuando hay luz abundante, y las fotos quedan razonables a pesar de las debilidades del objetivo, a condición de que usemos aperturas de f/8 o f/11. Las más abiertas, f/2,9 y f/4, muestran sus debilidades. Feliz día de la fotografía.

Fotografía de aproximación al soviético modo - Industar 50-2 con lente de aproximación

Dentro de mi ciclo de fotografía con equipos del antiguo bloque soviético durante la guerra fría, provocado por la #CrappyCommieCameraParty inducida por @ShittyChallenge en Twitter, decidí dar una oportunidad a la fotografía de aproximación. Llamarle macrofotografía, como podremos comprobar, me parece excesivo; así que nos quedaremos con ese término, fotografía de aproximación, realizada en la rosaleda del Parque Grande de Zaragoza, en las últimas oportunidades que quedaban este verano antes de que las flores de la rosaleda y otros parterres queden agostadas por el calor.

Como vemos en la fotografía anterior, la óptica usada para realizar las tomas fue un Industar-50-2, objetivo de fabricación soviética, para las réflex Zenit, con montura de rosca M42. Aunque existen versiones para réflex Zenit con montura de rosca M39, y también para la montura de rosca L39. Estas dos últimas son iguales, pero la distancia de brida de ambos sistemas es distintas, por lo que el enfoque correcto a infinito no es posible al intercambiar objetivos y cuerpos de cámara. Como la montura de rosca M42 fue utilizada por numerosas marcas hasta la progresiva implantación de las monturas de bayoneta, es compatible con todas ellas y, mediante adaptadores, con otras monturas. Yo lo compré tirado de precio con una Zenit E que no funciona, y lo puedo usar con la Praktica MTL5, aunque es más probable que vaya unida mediante un adaptador a un cuerpo Canon EOS. También tengo adaptadores para Pentax K y micro cuatro tercios.

El objetivo es un 50 mm f/3,5 con una fórmula copiada de los Tessar que se fabricaban en Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, su rendimiento no tiene ningún misterio. Si está correctamente fabricado, es un objetivo nítido en el centro, con una mejoría general en todo el campo cuando se diafragma a f/8. El principal problema es que los revestimientos de sus cuatro lentes en tres grupos no son muy buenos, y eventualmente sufre de pérdidas de contraste o artefactos luminosos cuando se usa a contraluz o con la presencia de fuentes de luz potentes en el encuadre. Su apertura es muy modesta. Los objetivos de tipo Tessar no suelen ser más luminosos de f/2,8. Es minúsculo. Y tiene una rosca para filtros de sólo 35,5 mm. El anillo de diafragmas es impreciso y el tope del mismo no coincide con la marca del 3,5.

Hablando de filtros, al poco de caer en mi poder tuve la oportunidad de comprar un juego de filtros de 35,5 mm diseñados específicamente para este objetivo. Seis filtros de los que dos son lentes de aproximación, que son las que nos interesan hoy, dos son filtros amarillos de distinta densidad (1 y 2 diafragmas de pérdida de luz respectivamente), un filtro naranja, que no tengo claro si es para control de contraste o para "calentar" una luz dominante fría, y un filtro gris neutro con un factor de 2 diafragmas de pérdida de luz. La potencia de las lentes de aproximación viene expresada en forma de longitud focal, siendo respectivamente de 720 mm y 240 mm. Como las dioptrías, que es la forma habitual de expresar la potencia de una lente de aproximación, son la inversa de la longitud focal, la de 720 mm tendría una potencia de solo 1,4 dioptrías, mientras que la de 240 mm tendría una mayor potencia de 4,2 dioptrías (aproximadamente todo, redondeando al primer decimal).

Con una distancia mínima de enfoque de sólo 60-65 cm, el Industar-50-2 tiene una magnificación nativa de aproximadamente 0,1x. Muy modesta. La lente de 720 mm, 1,4 dioptrías, nos permitiría llegar a 0,18x, es decir, nos quedamos en lo que es habitual en otros objetivos de 50 mm sin ningún accesorio añadido. Como mucho nos serviría para hacer retratos en primer plano más próximo. Pero la lente de 240 mm, 4,2 dioptrías, nos permitiría llegar al 1:3 de magnificación, por lo que ya podemos hacer algo razonablemente parecido a una fotografía de aproximación. Ambas lentes se puede sumar, 5,6 dioptrías en total, para una magnificación de 0,4x aproximadamente. Con estos datos, me limité a usar la lente de 240 mm, ya que la otra aporta poco, y apilarlas sólo serviría para empeorar la calidad de la imagen.

Como la mayor parte de las fotos las hice en las horas centrales del día, me llevé una sombrilla blanca translúcida con el fin de dotar a las flores de una iluminación suave y uniforme. La película que usé fue un rollo de Kodak Portra 400, que ajuste a un índice de exposición de 200, con el fin de obtener unos colores más sutiles por la sobrexposición. Los laboratorios tienden a subir en exceso la saturación de los escáneres cuando ven flores. En general, estoy contento con el resultado. A pesar de la sombrilla, la cantidad de luz era adecuada para hacer las fotos a f/5,6 o f/8 y tener una velocidad de obturación cómoda para fotografiar a mano alzada, al mismo tiempo que la profundidad de campo mejoraba un poco localmente, aunque el desenfoque de fondos todavía era notable dada la magnificación empleada de 0,33x.

Con todos estos condicionante... he de decir que las fotografías salieron mejor de lo que yo pensaba. La nitidez en el centro del campo y en el motivo principal suele ser suficiente a los diafragmas utilizados, que por la imprecisión del aro de diafragmas probablemente sean más cerrados de lo que indicaba el valor ajustado. Y en las esquinas, como solían estar fuertemente desenfocadas, da igual que no estén nítidas. Una demostración más de que un Tessar, incluso fabricado en Leningrado, es un objetivo que puede dar resultados agradable y muy presentable.

De compras veraniegas - focales estándar para sistemas diversos

Cuando salía del cine hace unos días, comentaba con mis amistades que al día siguiente tenía que ir a recoger unos paquetes de Amazon. Ya no los dirijo a casa. Nunca estoy cuando los traen y es un rollo. Así que directamente los dirijo a un establecimiento donde son muy amables y que sin estar cerca de casa, tampoco está lejos, y está muy bien comunicado por transporte público. En esta ocasión tenía dos paquetes para coger. Uno pequeñito, una cuerda para mi ukelele, y otro más grandote, dos objetivos estándar para mis dos sistemas de fotografía digital. En ese momento me di cuenta. Tiendo a comprar la mayor parte de mi equipamiento fotográfico en verano. No sé muy bien porqué.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Una amiga me dijo que sería porque en las vacaciones es cuando me doy cuenta que necesito algo. Bien pensado... salvo por un motivo. Cuando no nos amenazan las consecuencias de una pandemia, suelo salir de vacaciones en primavera y en otoño. Así que... Pero lo cierto es que este año sí que he salido en verano. La última semana de julio estuve en Suiza. Tengo que hacer una entrada sobre la parte fotográfica de esas vacaciones. Me llevé como cámara principal la Panasonic Lumix G100, porque tenía la G9 en el servicio de reparación, y como secundaria, con película negativa en blanco y negro, Ilford XP2 Super 400, la pequeñita Minox 35 GT-E. Y ciertamente, la decisión de comprar de este año está influida por ese viaje.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Veamos. La Minox tiene una óptica fija de 35 mm de focal; es lo que hay, si lo quieres lo tomas, y si no, lo dejas. Con la Lumix G100 me llevé una panoplia de objetivo para combinar según lo que fuéramos hacer en cada jornada. Si esta era de visitas fundamentalmente urbanas, tres focales fijas, muy ligeras pero luminosas, el Venus Laowa 7,5 mm f/2, el Panasonic Leica DG Summilux 15 mm f/1,7 ASPH y el Olympus 45 mm f/1,8. Con una mochila discreta, urbanita, puedo ir discretamente paseando por cualquier ciudad. Falta una óptica estándar.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Si la jornada está en la naturaleza, y en Suiza hay muchos alpes, son también tres objetivos, pero uno de focal variable y mas grandote, el 7,5 mm y el 15 mm ya mencionados y el Panasonic Lumix G Vario 35-100 mm f/2,8 OIS ASPH II. Este último es una delicia de utilización. En otras ocasiones me he llevado también como focal estándar el Panasonic Lumix G 20 mm f/1,7. Pero esta focal está muy cerca del Summilux 15 mm, que es mucho mejor ópticamente, aunque el 20 mm esté bastante bien. Así que me lo dejé. Pero la cuestión es que eché de menos una focal estándar. Y empecé a darle vueltas a que necesito un 25 mm, aunque sea económico, pero capaz, para las micro cuatro tercios.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Contemple la posibilidad de llevar al viaje, en lugar del equipo micro cuatro tercios, la Canon EOS RP. En ese caso, hubiera llevado sólo dos objetivos. O el Tamron 35 mm f/1,8, estabilizado, o el Canon EF 50 mm f/1,4, con un diseño ya muy anticuado para usar con digital. Ambos son mucho más grandotes que los objetivos micro cuatro tercios, especialmente el Tamron. Y además, necesitan un adaptador para usar con la cámara, por ser monturas EF, lo que los hace todavía más voluminosos. Como focal variable para las jornadas alpinas hubiera optado por el Canon EF 24-105 mm f/4 L IS USM. También muy luminoso y necesitado del adaptador. Los resultados hubieran sido buenos... pero a pesar de ser sólo dos objetivos, hubiera sido un equipo más voluminoso y pesado que el de cuatro objetivos que me he llevado.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

Así que a la vuelta, miré las opciones, y decidí comprar, con buenos precios, los dos "nifty fifty" de ambos sitemas. El Panasonic Lumix G 25 mm f/2,7 para el micro cuatro tercios y el Canon RF 50 mm f/1,8 STM para la Canon. Ambos con precios en torno a los 200 euros o menos. Ambos con una construcción sencilla, pero de razonable buena calidad, y buenas prestaciones en lo que es la óptica. Las fotografías que muestro en esta entrada son de las pruebas que he hecho esta semana cuando los recibí.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

Del Lumix 25 mm no voy a hablar mucho. Es muy sencillo de diseño, se usa con facilidad, y tiene un generoso aro de enfoque que se puede usar en cualquier momento para corregir el enfoque automático. Sin nada más que hacer o configurar. Tiene un factor de ampliación de sólo 0,14x, pero con el factor de recorte del sensor, lo que ve este objetivo a su mínima distancia de enfoque es lo mismo que un objetivo de formato completo con un factor de ampliación de 0,28x. Así que, bastante conveniente.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

El Canon RF 50 mm f/1,8 STM convierte la EOS RP en una cámara mucho más ligera. Tiene buena calidad óptica. Un factor de ampliación de 0,25x, mucho más favorable que los 50 mm que tenía hasta el momento, ambos nuevos objetivos ven muy parecido a corta distancia. Y tiene un aro polivalente, con un selector de función. En una posición, sirve de aro de enfoque. Pero en la configuración por defecto de la cámara, en posición de enfoque automático, no hace nada. Hay que cambiarlo a la posición de enfoque manual, que ha de hacerse a través del uso de menús. Tengo que configurar algún botón para este cambio. Se puede configurar el aro para que pueda funcionar como cualquier objetivo que permite la corrección del enfoque en posición autofoco. Pero no es nada intuitiva. Ya lo he hecho y funciona bien.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

Los de Canon siguen haciendo buenos productos, pero se les va la cabeza a la hora de configurarlos. Las opciones por defecto de este equipo son absurdas. Hay una serie de parámetros que debe ser fácil controlar en cualquier cámara; sensibilidad ISO, velocidad de obturación, apertura del diafragma, compensador de exposición y enfoque. Disparando en RAW, casi todo lo demás lo puedes modificar en postproducción. Y estos controles deben ser fáciles de usar e inmediatos. Porque hacen tan difícil el enfoque manual los de Canon con esta cámara... sencillamente no lo entiendo. Pero una vez configurado todo como debería ser de entrada... va muy bien. Estoy considerando llevármelo a Copenhague dentro de unas pocas semanas, en una escapada de fin de semana largo que vamos a hacer. Ya os contaré.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

Retratos con Polaroid 600 Round Frame - Polaroid Supercolor 635

Hago un inciso hoy en mi serie de artículos sobre las cámaras y objetivos de más allá del telón de acero durante los tiempos de la Guerra Fría. Llevo ya un par de artículos con película en blanco y negro y otros dos con película en color. Y tengo en reserva otros dos con película en color. Y los rollos en blanco y negro de mi reciente viaje a Suiza. Vamos,... que no me falta material para comentar. Pero hoy voy a hacer este paréntesis que nos va a llevar a la película instantánea Polaroid.

Quien siga este blog técnico sobre fotografía sabrá que, desde hace unos diez meses, vengo utilizando una cámara Fujifilm Instax SQ6, para película Instax Square, como cámara habitual para la fotografía instantánea. Aunque las fotos de las Instax Square son más pequeñas que las de Polaroid, son más cómodas de usar, y más económicas. Especialmente si tenemos en cuenta que además los cartuchos de Fujifilm Instax son de diez fotos, mientras que los de Polaroid sólo incluyen ocho. Pero también sabrá que en los últimos tiempos suelo comprar la película en los "reacondicionados" de Amazon, lo cual supone descuentos añadidos en el precio. Y hace unas semanas, había un cartucho de Polaroid 600 Round Frame en este apartado de la famosa tienda en internet, por un precio mucho más razonable que los habituales para esta película. Y me hice con él.

La Polaroid 600 Round Frame es como la película habitual Polaroid actual, con baterías incluidas para poder usarla en las cámaras históricas de Polaroid, pero con un marco redondo para la imagen en lugar del cuadrado habitual. Lo cual,... puede estar bien. Hace tiempo que no uso película Polaroid actual, material sensible que está en constante evolución, por lo que entiendo, y tampoco sabía muy bien en qué punto estaba en estos momentos de maduración. Para quienes no esté al tanto, cuando la antigua Polaroid cerró el garito, unos tipos crearon Impossible Project, adquirieron instalaciones de la antigua Polaroid, y tuvieron que volver a desarrollar el material sensible de nuevas. Por lo que en sus primeros años, este tenía una serie de problemas. Que a algunos les parecía bien, y a otros... no tanto.

Los problemas eran... la necesidad de proteger de la luz la emulsión durante su revelado, porque mantenía su sensibilidad a la misma; un tiempo de revelado bastante más largo, de hasta 30 minutos en lugar de los dos minutos del material clásico; una inconsistencia en los colores; una degradación de los colores a medio plazo. En la actualidad, se sigue recomendando proteger de la luz la emulsión cuando sale de la cámara, pero no es crítico, por lo que parece, el revelado empieza a verse consistente a los 15 minutos o así, los colores están más definidos y saturados, aunque son menos realistas que con el material de Fujifilm... y no sé qué pasará con el tiempo, con la estabilidad de la emulsión. Es decir, la emulsión ha ido mejorando.

La usé en una reunión de sábado por la tarde con unos amigos, el día que cogía mis recientes vacaciones, antes de viajar a Suiza. Y mientras tomábamos unas cervezas en una terraza al aire libre, hicimos unos retratos con la cámara. Como regalé las fotos a las personas retratadas, lo que veréis aquí en algunos casos son copias de las mismas realizadas allí mismo con la cámara digital. Y lo cierto es que los resultados me gustaron bastante. Los colores actuales de la película son agradables. Y el marco redondo se adapta muy bien a los retratos. Si voy encontrando ofertas como esta seguiré haciendo de vez en cuando algún cartucho con la Polaroid Supercolor 635, que es la cámara usada para las fotos. La pena es que ya han dejado de hacer cartuchos para el formato Spectra (o Image System). Porque la cámara que tengo para ese sistema es más precisa, con enfoque automático en lugar de foco fijo, distancia de enfoque mínima más favorable, automatismo de la exposición incluyendo el diafragma, que no es fijo, y una óptica de vidrio, con varios elementos, mucho mejor. Habrá que aguantarse.