La fotografía como afición y otras artes visuales

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Y de regalo... una Lumix GM5

A principio de la semana pasada me llegó un mensaje por correo electrónico. De una empresa de transporte que me anunciaba la llegada de un paquete a mi nombre para el miércoles o el jueves de esa misma semana. Decía quién era el remitente, pero no lo que incluí el paquete. Sólo un mensaje del remitente: "Hay más colores además del negro". O así. No venía en castellano.

Cuando llegó el paquete y lo abrí, apareció esto.

Se trata de un cámara fotográfica digital Panasonic Lumix GM5, de objetivos intercambiables para el sistema micro cuatro tercios. No es algo que necesitase, tengo demasiadas cámaras, pero me hizo mucha ilusión por distintos motivos. Obviamente, en parte al menos, el mensaje tenía que ver con el color de la cámara. Habitualmente, salvo mis cámaras clásicas, o simplemente antiguas, compro mis cámaras de cualquier color siempre que sea negro.

La cámara es pequeñita. Realmente pequeñita. Y viene con un objetivo de focal variable, un 12-32/3,5-5,6 estabilizado, cuya gama de focales equivale a un 24-64 mm si lo trasladamos al formato tradicional de 24 x 36 mm. He de reconocer que los fabricantes saben como dotar de aburrimiento a sus objetivos de kit, aunque por lo menos Panasonic ha conseguido un conjunto realmente compacto para el tamaño del captor de imagen. Eso sí, le puedo pone cualquier otro objetivo con montura micro cuatro tercios de los que tengo. Desde ese punto de vista, el regalo no iba mal encaminado. Veamos algunos ejemplos.

Con un objetivo 14 mm 1:2,5 se ve lo pequeñita que es si la comparamos con una reflex APS-C hecha para durar y llenar las manos del fotógrafo.
Aunque más grandote, va muy bien con el 15/1,7 de Panasonic diseñado por Leica. Aquí lo lleva montado, aunque la vista es trasera, para apreciar su clásica disposición de botonería según los parámetros de la marca.
Y realmente queda un poco extravagante con el 12-40 mm 1:2,8 de Olympus, uno de los objetivos orientados al profesional del sistema. Y que es mucho más grande que la propia cámara.

Las primeras fotografía que realicé con la pequeña GM5 fueron las del reportaje del taller de bodegones que publiqué el martes de esta semana. Las del reportaje; los bodegones los fotografíe con la Olympus OM-D E-M5. Pero los objetivos de ambas cámaras son intercambiables.

Cuando la compacta Leica D-Lux 5, que os presenté hace un tiempo ya, empezó a dar señales de senectud y a no funcionar bien y me planteé un reemplazo, una de las opciones que contemplé fue esta cámara. Aunque probablemente en negro. Lo cierto es que al final me decanté por otra compacta de objetivos no intercambiables, la Leica D-Lux (typ 109), de la que ya os he hablado y que he usado en todos mis viajes desde entonces, además de acompañarme en casi todos mis desplazamientos por la ciudad.

He de decir que la D-Lux está también fabricada por Panasonic. De hecho es un clon con modificaciones cosméticas de la Panasonic Lumix LX100. Y tiene componentes en común con esta GM5 que me llegó la semana pasada. Casi con toda seguridad, el sensor de 16 megapixeles que viene con la GM5 es el mismo que el de 12,8 megapixeles la D-Lux. La diferencia en el número de megapixeles efectivo está en el modo en que el cambio de formato del fotograma está previsto en la D-Lux para conservar la misma longitud en la diagonal de la imagen en todos los formatos salvo el 1:1. Y ese es un sensor de imagen que claramente funciona muy bien.

Toma realizada con el Panasonic Leica 15/1,7.

De hecho, las ventajas de la GM5 sobre la D-Lux son el mayor número de megapixeles aprovechables y que los objetivos son intercambiables. Las ventajas de la D-Lux sobre la GM5 son un visor electrónico más grande y claro, sin que sea mal el de la GM5, y que el objetivo de focal variable integrado tiene una gama de focales más amplia que el trasto que viene con la GM5 y es mucho más luminoso y de gama de focales algo más amplia (equivalente a un 24-75 mm 1:1,7-2,8). Realmente, normalmente no necesito más en un 90% de los casos.

Otra gran ventaja de la D-Lux es que el objetivo está permanentemente estabilizado. Y de forma muy eficaz. Sin embargo, el cuerpo de la GM5 no lo está, y la estabilización óptica depende del objetivo que le pongas.

Este objetivo 15/1,7, con su aro de diafragmas en el frontal del barrilete, es de los más agradables con ventaja para utilizar con la GM5.

A pesar de que el objetivo que viene con el kit de la GM5 no me llama la atención, lo cierto es que desde el domingo y durante esta semana lo he llevado puesto y lo cierto es que, salvo por el hecho de que sus aperturas son excesivamente modestas, la calidad de imagen no es mala. Aunque tiene otras carencias. Por ejemplo, es imposible corregir con el enfoque de forma manual. A cambio, está estabilizado ópticamente.

La GM5 se come bien las situaciones relativamente contrastadas de un mediodía dominical, el primero del otoño.

Hasta hace que Panasonic comenzó con esta serie GM, esta es su segunda declinación, cuerpos de cámara tan compactos sólo se veían en cámaras con sensores de imagen mucho más pequeños. Y más si eran de objetivos intercambiables. La calidad de imagen que ofrece es muy superior.

Evidentemente, la ergonomía de un aparato tan pequeño hace muchas concesiones, y seguramente hay muchos aparatos de mayor tamaño más cómodos de manejar. Pero su tamaño la hace extremadamente portable. Tanto como cuerpo de reserva para un sistema micro cuatro tercios más completo, como si es la cámara principal en algún paseo o en un viaje corto.

Otra escena de alto contraste que, con un poco de tratamiento en el procesado del archivo RAW, queda razonablemente bien expuesta.

Una vez analizados sus pros y contras y los compromisos que ha de soportar dado su pequeño tamaño, y que creo que he dejado aclarados, viene el principal inconveniente de la cámara, y que puede hace que no viaje mucho por el mundo y quede relegada a un uso urbano, en mis desplazamientos por la ciudad. Su batería tiene una capacidad  muy escasa. Apreciablemente más escasa que cualquier otra cámara que haya usado hasta el momento. Creo que para ir con ella por el mundo no basta con llevar la batería puesta y otra de reserva. Creo que necesitaría por si acaso una tercera batería, o bien ser muy riguroso y parco en la toma de fotografías, incluso en situaciones que invitan a hacer fotografías. Eso hace que de cara a un transporte, necesite también más de un cargador de batería, lo que hace que empiece a no compensar la reducción del tamaño de la cámara.

Por lo demás, de verdad que es una cámara muy disfrutable.

Bodegón improvisado durante una comida familiar.