La fotografía como afición y otras artes visuales

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Problemas con los adaptadores M42 a Pentax K - Pentax MX con Fomapan 100 Classic

Siempre he tenido problemas de nitidez cuando uso los adaptadores de objetivos con montura de rosca M42 con las cámaras Pentax de bayoneta K. Y sin embargo, cuando se desarrolló esta última se hizo de forma que fuese posible usar con el aro adaptador correspondiente las ópticas Pentax Takumar con montura M42 con las nuevas cámaras con montura K que la marca japonesa empezó a fabricar a principios de los años 70. No tengo un adaptador original de la marca. Tengo dos adaptadores modernos, uno lo compré, el otro me lo dieron por no usar. La cuestión es que, independientemente de si los objetivos que usara fuesen el Takumar SMC 35 mm f2 de Pentax o cualquiera de los objetivos rusos o alemanes orientales que tengo, en ocasiones, las fotos realizadas usando estos objetivos y estos adaptadores no quedaban nítidos.

A estas alturas, quienes hayan leído las entradas de este blog durante el verano sabrán que he venido usando varias de estas ópticas fabricadas tras el telón de acero durante la guerra fría, con una diversidad de cámaras. Nunca he tenido problemas de nitidez, dentro de la calidad esperable con estos objetivos, con las cámaras de montura M42 o con las Canon EOS usando el adaptador. Así que decidí, para finalizar el verano, usar alguna de ellas con la Pentax MX. Para no arriesgar mucho coste, usé el rollo de película más barato que encontré, un Fomapan 100 Classic, le puse el Meyer Optik Görlitz Trioplan 50 mm f2,9 convenientemente adaptado con los aros correspondientes, y me fui a hacer fotos.

No tuve necesidad de revelar el rollo. Simplemente mirando por el visor réflex de la Pentax MX, que es bastante bueno, uno era consciente de que el objetivo no enfocaba a infinito. Sin problemas con las distancias cortas, pero con las lejanas y los paisajes, no se veía nítido. Como funcionan a diafragma cerrado con el adaptador, sí que podía observar que el problema era más grave cuanto mayor fuese la apertura usada. Pero en general, difícil encontrar un visión nítida a distancias largas de enfoque. Sólo expuse esa mañana algo así como la mitad del rollo. Y paré. Para no desperdiciar tontamente película. Y además... daba la impresión de que aumentaban los problemas de reflejos parásitos, incluso fotografiando con el sol a la espalda.

Llegando a casa me puse a pensar, llegando a una conclusión. Si los objetivos con otras cámaras, y la cámara con otros objetivos, enfocan siempre sin problemas a infinito... ¿el problema estará en el adaptador? Veamos los dos adaptadores.

Como se puede comprobar, uno de ellos tiene el aro más ancho que el otro. Cuando se monta sobre el objetivo, genera un aumento de la distancia entre la montura del objetivo y el plano de la película. Luego no puede enfocar a infinito. Y en todos estos años,... no me había dado cuenta. ¡Seré burro! Porque además es el que tendía a usar, cuando los usaba, hasta que me harté y compré el adaptador para la montura Canon EF, porque es más sencillo de montar y desmontar. El otro tiene su intríngulis, y hay que usar una pieza para desmontarlo, que hay que llevar consigo si se quieren alternar los objetivos M42 y los propios de bayoneta K. Un incordio. Pero quizá ese adaptador es el que hacía que de vez en cuando los objetivos con rosca M42 sí que enfocasen correctamente. Así que decidí probarlo. Con el Takumar 35 mm.

De entrada, estaba claro. En el visor de la cámara, usando este adaptador, la imagen se veía perfectamente nítida a todas las distancias de enfoque. Cierto es que también podría ser porque estaba usando distinto objetivo. Pero hice la prueba con una Pentax digital, para no gastar película, y efectivamente, el adaptador era el culpable. Así que termine el rollo con el adaptador difícil de usar y el Takumar... y todas las fotos salieron perfectamente nítidas. Misterio resuelto.

Con respecto a la película, se expuso a su sensibilidad nominal ISO 100, y se reveló durante 6 minutos a 20 ºC en Kodak HC-110 dilución B (1+31) que es la recomendada por el fabricante de la película para revelado en tanque pequeño. Aunque en ocasiones he usado la más corta para revelado en tanque rotatorio sin problemas. Bueno... quedaron bien. Digitalizados como de costumbre con una Panasonic digital y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 OIS ASPH. De todos modos, creo que seguiré usando estos objetivos con las EOS... porque son más sencillos de usar los adaptadores, y por la comodidad del modo con prioridad al diafragma. Aunque en la práctica, al usarlos a diafragma cerrado con la Pentax MX es como si los usases con prioridad al diafragma.

Blanco y negro con el pequeño Industar-50-2 - Canon EOS 650 e Ilford HP5 Plus 400

Nuevamente uno de los últimos y diversos rollos que expuse durante la segunda mitad del mes de agosto pensando en la #CrappyCommieCameraParty de la que os he estado hablando durante todo el verano, en la que he participado utilizando mis cámaras y objetivos fabricados en los países del antiguo bloque prosoviético durante la guerra fría. Siempre he sido más "de ópticas" que "de cámaras". Siempre me han interesado más los objetivos que los cuerpos de cámara, especialmente durante la época de la película tradicional. Los vidrios que atraviesa la luz antes de llegar a la superficie sensible influyen mucho más en la calidad final de la imagen que la cámara. Esta es importante por otras cosas. Lo segundo que influye en esta calidad es la superficie sensible, es decir, la calidad o características de la película o la calidad o características del sensor digital.

La óptica que me interesó en esta ocasión fue el minúsculo objetivo soviético Industar-50-2 50 mm f3,5. Con una fórmula óptica de cuatro lentes en tres grupos, no deja de ser una copia más de los Tessar de Carl Zeiss. Creo que originalmente se fabricó para montura de rosca de 39 mm, compatible con la de las telemétricas Leica originales, antes de la serie M. De hecho, tengo un Industar 50 mm f3,5 para esta montura. Aunque necesitaría de un engrasado y limpieza para que su mecánica funcionara correctamente. Pero luego se fabricó también para cámaras réflex, Zenit, primero con montura de rosca 39 mm, pero con mayor distancia de brida [distancia entre el plano de la montura y el plano de la película] que los fabricados para las telemétricas, por lo que no son compatibles, por no enfocar a infinito en uno de los dos sistemas, y luego con la popular montura de rosca de 42 mm. Uno de estos es el que he usado en esta ocasión.

Poco después de hacerme con este diminuto objetivo, que compré en una feria de coleccionismo por cuatro perras con una Zenit E conmemorativa de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, baratísimo todo aunque la cámara dejó de funcionar después de tres rollos, encontré una oferta en la que vendían seis filtros dedicados para este objetivo, con una rosca de filtro de 35,5 mm, son diminutos, que también son compatibles con el Meyer-Optik Görlitz Trioplan 50 mm f2,9. Entre ellos hay un par de lentes de aproximación, un filtro de densidad neutra que resta dos valores de exposición, un filtro naranja que todavía tengo que estudiar si es para corregir contraste o para usar película calibrada para luz de tungsteno a la luz del día (está marcado de una forma, pero tiene aspecto de la otra), y dos filtros amarillos de distinta intensidad, uno resta un valor de exposición a la luz que llega a la película, y el otro resta dos valores de exposición.

Como ya he comentado en más de una ocasión, estos objetivos con montura M42 son más agradables de usar con una Canon EOS con el adaptador de montura correspondiente, que con las cámaras originales para los que se construyeron. Me refiero a las cámaras de la Alemania oriental o de la Unión Soviética, que solían tener ergonomías "dudosas" y controles de calidad en su fabricación más dudosos todavía. Tampoco van mal con otras monturas, como con mi Pentax K, también con el adaptador correspondiente. Aunque las EOS son más cómodas; en modo automático de prioridad a la apertura consigues un gran agilidad, visión permanente en el visor de la profundidad de campo y buena precisión en la exposición. En esta ocasión he usado la Canon EOS 650, que es la más ligera de las Canon EOS que uso.

He usado el filtro amarillo x4, es decir, el que resta dos valores de exposición a la luz que llega a la película, el más denso, con el fin de mejorar el contraste sobre película en blanco y negro. En esta ocasión, el material sensible utilizado ha sido un rollo de Ilford HP5 Plus 400, creo que el último que me quedaba en el frigorífico en formato 135. Con la pérdida de dos valores de exposición por el filtro, en caso de usar un fotómetro externo hay que ajustarlo a un índice de exposición de 100 en lugar de a la sensibilidad nominal, ISO 400. Pero como he usado el fotómetro incorporado en la EOS 650, he dejado el ajuste automático a ISO 400 por la codificación DX del carrete, y medido la exposición con el filtro incorporado. No supone ningún problema.

Revelada la película en Kodak HC-110, dilución B, 5 minutos a 20 ºC, como de costumbre, he obtenido unos negativos bien expuestos y bastante contrastados, especialmente dadas las condiciones de luz del verano, aunque he evitado usarla en días de luz excesivamente intensa y contrastada. Digitalizada con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS, he obtenido unos archivos de 20 megapíxeles, un poco menos, por no ser los formatos del sensor y de la película homotéticos, a los que he ajustado el punto negro, el punto medio y el punto blanco sin problemas, con un grano más contenido que en otras ocasiones, me parece a mí. Por lo demás, las fotos han quedado correctas en una diversidad de situaciones. Cámara, película, revelador y equipo para digitalizar los negativos son totalmente fiables. El único elemento que podía condiciona el resultado ha sido el pequeño Industar, que con tal de que no lo apuntes hacia una fuente de luz muy intensa, a poco que cierres el diafragma un par de pasos o más, ya va bien, también.

¿Día mundial de la fotografía?... Pues bueno... Trioplan 50/2,9 y Kodak ProImage 100

Reconozco que cada vez paso menos tiempo en internet mirando cosas. La red de redes está llegando a una peligrosa saturación de información... inútil. Y consciente de la inutilidad de mucha de esa información, poco a poco voy dedicando menos tiempo a buscarla. Creo que finalmente internet será un mercado de servicios, y cada uno acudirá a los que realmente le interesen, ignorando por completo el resto. La utopía de foro público mundial de intercambio de ideas, propuestas, creaciones... se irá deshaciendo o desvaneciendo por la basura y el ruido de fondo que la infesta. Y quizá por eso, ha sido a toro pasado cuando he leído los recordatorios de que ayer 19 de agosto era el día mundial de la fotografía. Bien es cierto que me joroba un poco que en ese día se homenajee a Daguerre, que fue un aprovechado, en lugar de recordar a Niepce o Fox Talbot que fueron quienes realmente se curraron el invento.

Aunque sea con un día de retraso, ¿cuál es la mejor forma de celebrarlo? Pues con fotos claro. Que es de lo que se trata. De mantener viva la fotografía como arte y forma de expresión, más allá de la banalidad que impregna hoy en día la facilidad con la que se envían noticias intrascendentes gracias a la facilidad de uso de las cámaras de los móviles para hacer fotos espantosas, pero que hacen gracia a las abuelas y a los abuelos, porque en ellas salen los nietos y las nietas haciendo monerías. O cualquier otra banalidad similar de nuestra vida cotidiana que muchas veces no interesa realmente ni a aquellos a quienes les remitimos las imágenes, y que las vitorean con la esperanza de ser correspondidos con similares vítores cuando ellos publican o remiten en las redes sociales sus propias banalidades intrascendentes.

Luego estamos los que seguimos complicándonos la vida, mayormente incomprendidos por otros, que fingen sorprenderse o interesarse por lo que hacemos, utilizando equipos del año de la polka y siendo fieles a los procedimientos fotoquímicos a la película con emulsiones de haluros de plata, con o sin pigmentos cromogénicos incorporados. Es decir, en color o en blanco y negro. Y a eso voy, porque poco antes de coger vacaciones me dio tiempo a comprobar que tal le sentaba a un objetivo tan simplón y elemental como el Meyer-Optik Görlitz Trioplan 50/2,9 una película negativa en color actual como la Kodak ProImage 100.

Lo del Trioplan es algo curioso. Es un objetivo que se fabricó en los años 50 en la Alemania oriental, para equipos económicos de gama baja. Con una fórmula óptica básica, un triplete de tres elementos en tres grupos, ni siquiera tenía las mejoras de las fórmulas más consolidadas como las Tessar, que convertía uno de estos elementos en un doblete cementado, que aumentaba considerablemente la corrección de ciertas aberraciones y mejoraba así la nitidez de la óptica. Y sin embargo, en estos momentos se cotiza de segunda mano a precios muy superiores a los de otras ópticas mucho mejores. Incluso ciertos caraduras replicaron recientemente el objetivo a unos precios absolutamente demenciales. Pero lo de vender tajo bajo a precio de solomillo es algo que se empieza a ver con cierta frecuencia, como un anuncio reciente de Cosina, que va a comercializar bajo la marca Voigtländer un objetivo con una fórmula anticuada y calidad discutible (le llaman carácter) a un precio en torno a los 800... dólares o euros... no sé muy bien.

En cualquier caso, mi copia del Trioplan fue adquirida antes de que el mercado se volviera loco y me costó una tercera parte de lo que cuestan en la actualidad. Pero siempre lo había usado con película en blanco y negro. Diafragmando mostraba una nitidez razonable en el centro de la imagen, pero en las esquinas hay una pérdida apreciable de nitidez, aunque si la composición es resultona puede pasar desapercibida por el espectador de la fotografía. La película en color es más exigente, puesto que se ponen en juego las aberraciones asociadas a los distintos comportamientos de las distintas longitudes de onda de la luz, que pasan más desapercibidos en la fotografía en blanco y negro.

Por ello, decidí confrontar el Trioplan con un rollo de Kodak ProImage 100, que cada vez me convence más como película todo uso en días soleados. Con colores bien definidos y saturados, pero sin pasarse, y un rendimiento tirando a cálido, pero agradable en su conjunto, y un precio más ajustado que la Kodak Ektar 100, es una película interesante. Aunque ya he dicho en alguna ocasión que una Kodak Portra 160 o una Kodak Portra 400 a un índice de exposición de 200, ofrecen mayor nitidez, colores más naturales, mucho menos saturados que la Ektar,... aunque también a un precio elevado en estos momentos.

La combinación de Trioplan y ProImage 100 la use una mañana de verano con algunas nubes en el cielo, lo que matizaba y suavizaba la habitualmente excesivamente contrastada luz de estos meses veraniegos. Aunque la usé en escenas muy diversas, el mayor número de fotografías corresponden a la mezcla de estilos arquitectónicos que se pueden observar en el Arrabal y otros barrios de la margen izquierda del Ebro en Zaragoza, donde se mezclan los modernos edificios de viviendas, funcionales, con los edificios industriales de hace un siglo. Con una nueva urbanización en algunas zonas en las que han ido apareciendo espacios más abiertos y jardines. El caso es que el rendimiento de la película fue muy bueno, se confirma que es una película muy adecuada para cuando hay luz abundante, y las fotos quedan razonables a pesar de las debilidades del objetivo, a condición de que usemos aperturas de f/8 o f/11. Las más abiertas, f/2,9 y f/4, muestran sus debilidades. Feliz día de la fotografía.

Fotografía de aproximación al soviético modo - Industar 50-2 con lente de aproximación

Dentro de mi ciclo de fotografía con equipos del antiguo bloque soviético durante la guerra fría, provocado por la #CrappyCommieCameraParty inducida por @ShittyChallenge en Twitter, decidí dar una oportunidad a la fotografía de aproximación. Llamarle macrofotografía, como podremos comprobar, me parece excesivo; así que nos quedaremos con ese término, fotografía de aproximación, realizada en la rosaleda del Parque Grande de Zaragoza, en las últimas oportunidades que quedaban este verano antes de que las flores de la rosaleda y otros parterres queden agostadas por el calor.

Como vemos en la fotografía anterior, la óptica usada para realizar las tomas fue un Industar-50-2, objetivo de fabricación soviética, para las réflex Zenit, con montura de rosca M42. Aunque existen versiones para réflex Zenit con montura de rosca M39, y también para la montura de rosca L39. Estas dos últimas son iguales, pero la distancia de brida de ambos sistemas es distintas, por lo que el enfoque correcto a infinito no es posible al intercambiar objetivos y cuerpos de cámara. Como la montura de rosca M42 fue utilizada por numerosas marcas hasta la progresiva implantación de las monturas de bayoneta, es compatible con todas ellas y, mediante adaptadores, con otras monturas. Yo lo compré tirado de precio con una Zenit E que no funciona, y lo puedo usar con la Praktica MTL5, aunque es más probable que vaya unida mediante un adaptador a un cuerpo Canon EOS. También tengo adaptadores para Pentax K y micro cuatro tercios.

El objetivo es un 50 mm f/3,5 con una fórmula copiada de los Tessar que se fabricaban en Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, su rendimiento no tiene ningún misterio. Si está correctamente fabricado, es un objetivo nítido en el centro, con una mejoría general en todo el campo cuando se diafragma a f/8. El principal problema es que los revestimientos de sus cuatro lentes en tres grupos no son muy buenos, y eventualmente sufre de pérdidas de contraste o artefactos luminosos cuando se usa a contraluz o con la presencia de fuentes de luz potentes en el encuadre. Su apertura es muy modesta. Los objetivos de tipo Tessar no suelen ser más luminosos de f/2,8. Es minúsculo. Y tiene una rosca para filtros de sólo 35,5 mm. El anillo de diafragmas es impreciso y el tope del mismo no coincide con la marca del 3,5.

Hablando de filtros, al poco de caer en mi poder tuve la oportunidad de comprar un juego de filtros de 35,5 mm diseñados específicamente para este objetivo. Seis filtros de los que dos son lentes de aproximación, que son las que nos interesan hoy, dos son filtros amarillos de distinta densidad (1 y 2 diafragmas de pérdida de luz respectivamente), un filtro naranja, que no tengo claro si es para control de contraste o para "calentar" una luz dominante fría, y un filtro gris neutro con un factor de 2 diafragmas de pérdida de luz. La potencia de las lentes de aproximación viene expresada en forma de longitud focal, siendo respectivamente de 720 mm y 240 mm. Como las dioptrías, que es la forma habitual de expresar la potencia de una lente de aproximación, son la inversa de la longitud focal, la de 720 mm tendría una potencia de solo 1,4 dioptrías, mientras que la de 240 mm tendría una mayor potencia de 4,2 dioptrías (aproximadamente todo, redondeando al primer decimal).

Con una distancia mínima de enfoque de sólo 60-65 cm, el Industar-50-2 tiene una magnificación nativa de aproximadamente 0,1x. Muy modesta. La lente de 720 mm, 1,4 dioptrías, nos permitiría llegar a 0,18x, es decir, nos quedamos en lo que es habitual en otros objetivos de 50 mm sin ningún accesorio añadido. Como mucho nos serviría para hacer retratos en primer plano más próximo. Pero la lente de 240 mm, 4,2 dioptrías, nos permitiría llegar al 1:3 de magnificación, por lo que ya podemos hacer algo razonablemente parecido a una fotografía de aproximación. Ambas lentes se puede sumar, 5,6 dioptrías en total, para una magnificación de 0,4x aproximadamente. Con estos datos, me limité a usar la lente de 240 mm, ya que la otra aporta poco, y apilarlas sólo serviría para empeorar la calidad de la imagen.

Como la mayor parte de las fotos las hice en las horas centrales del día, me llevé una sombrilla blanca translúcida con el fin de dotar a las flores de una iluminación suave y uniforme. La película que usé fue un rollo de Kodak Portra 400, que ajuste a un índice de exposición de 200, con el fin de obtener unos colores más sutiles por la sobrexposición. Los laboratorios tienden a subir en exceso la saturación de los escáneres cuando ven flores. En general, estoy contento con el resultado. A pesar de la sombrilla, la cantidad de luz era adecuada para hacer las fotos a f/5,6 o f/8 y tener una velocidad de obturación cómoda para fotografiar a mano alzada, al mismo tiempo que la profundidad de campo mejoraba un poco localmente, aunque el desenfoque de fondos todavía era notable dada la magnificación empleada de 0,33x.

Con todos estos condicionante... he de decir que las fotografías salieron mejor de lo que yo pensaba. La nitidez en el centro del campo y en el motivo principal suele ser suficiente a los diafragmas utilizados, que por la imprecisión del aro de diafragmas probablemente sean más cerrados de lo que indicaba el valor ajustado. Y en las esquinas, como solían estar fuertemente desenfocadas, da igual que no estén nítidas. Una demostración más de que un Tessar, incluso fabricado en Leningrado, es un objetivo que puede dar resultados agradable y muy presentable.

De compras veraniegas - focales estándar para sistemas diversos

Cuando salía del cine hace unos días, comentaba con mis amistades que al día siguiente tenía que ir a recoger unos paquetes de Amazon. Ya no los dirijo a casa. Nunca estoy cuando los traen y es un rollo. Así que directamente los dirijo a un establecimiento donde son muy amables y que sin estar cerca de casa, tampoco está lejos, y está muy bien comunicado por transporte público. En esta ocasión tenía dos paquetes para coger. Uno pequeñito, una cuerda para mi ukelele, y otro más grandote, dos objetivos estándar para mis dos sistemas de fotografía digital. En ese momento me di cuenta. Tiendo a comprar la mayor parte de mi equipamiento fotográfico en verano. No sé muy bien porqué.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Una amiga me dijo que sería porque en las vacaciones es cuando me doy cuenta que necesito algo. Bien pensado... salvo por un motivo. Cuando no nos amenazan las consecuencias de una pandemia, suelo salir de vacaciones en primavera y en otoño. Así que... Pero lo cierto es que este año sí que he salido en verano. La última semana de julio estuve en Suiza. Tengo que hacer una entrada sobre la parte fotográfica de esas vacaciones. Me llevé como cámara principal la Panasonic Lumix G100, porque tenía la G9 en el servicio de reparación, y como secundaria, con película negativa en blanco y negro, Ilford XP2 Super 400, la pequeñita Minox 35 GT-E. Y ciertamente, la decisión de comprar de este año está influida por ese viaje.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Veamos. La Minox tiene una óptica fija de 35 mm de focal; es lo que hay, si lo quieres lo tomas, y si no, lo dejas. Con la Lumix G100 me llevé una panoplia de objetivo para combinar según lo que fuéramos hacer en cada jornada. Si esta era de visitas fundamentalmente urbanas, tres focales fijas, muy ligeras pero luminosas, el Venus Laowa 7,5 mm f/2, el Panasonic Leica DG Summilux 15 mm f/1,7 ASPH y el Olympus 45 mm f/1,8. Con una mochila discreta, urbanita, puedo ir discretamente paseando por cualquier ciudad. Falta una óptica estándar.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Si la jornada está en la naturaleza, y en Suiza hay muchos alpes, son también tres objetivos, pero uno de focal variable y mas grandote, el 7,5 mm y el 15 mm ya mencionados y el Panasonic Lumix G Vario 35-100 mm f/2,8 OIS ASPH II. Este último es una delicia de utilización. En otras ocasiones me he llevado también como focal estándar el Panasonic Lumix G 20 mm f/1,7. Pero esta focal está muy cerca del Summilux 15 mm, que es mucho mejor ópticamente, aunque el 20 mm esté bastante bien. Así que me lo dejé. Pero la cuestión es que eché de menos una focal estándar. Y empecé a darle vueltas a que necesito un 25 mm, aunque sea económico, pero capaz, para las micro cuatro tercios.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Contemple la posibilidad de llevar al viaje, en lugar del equipo micro cuatro tercios, la Canon EOS RP. En ese caso, hubiera llevado sólo dos objetivos. O el Tamron 35 mm f/1,8, estabilizado, o el Canon EF 50 mm f/1,4, con un diseño ya muy anticuado para usar con digital. Ambos son mucho más grandotes que los objetivos micro cuatro tercios, especialmente el Tamron. Y además, necesitan un adaptador para usar con la cámara, por ser monturas EF, lo que los hace todavía más voluminosos. Como focal variable para las jornadas alpinas hubiera optado por el Canon EF 24-105 mm f/4 L IS USM. También muy luminoso y necesitado del adaptador. Los resultados hubieran sido buenos... pero a pesar de ser sólo dos objetivos, hubiera sido un equipo más voluminoso y pesado que el de cuatro objetivos que me he llevado.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

Así que a la vuelta, miré las opciones, y decidí comprar, con buenos precios, los dos "nifty fifty" de ambos sitemas. El Panasonic Lumix G 25 mm f/2,7 para el micro cuatro tercios y el Canon RF 50 mm f/1,8 STM para la Canon. Ambos con precios en torno a los 200 euros o menos. Ambos con una construcción sencilla, pero de razonable buena calidad, y buenas prestaciones en lo que es la óptica. Las fotografías que muestro en esta entrada son de las pruebas que he hecho esta semana cuando los recibí.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

Del Lumix 25 mm no voy a hablar mucho. Es muy sencillo de diseño, se usa con facilidad, y tiene un generoso aro de enfoque que se puede usar en cualquier momento para corregir el enfoque automático. Sin nada más que hacer o configurar. Tiene un factor de ampliación de sólo 0,14x, pero con el factor de recorte del sensor, lo que ve este objetivo a su mínima distancia de enfoque es lo mismo que un objetivo de formato completo con un factor de ampliación de 0,28x. Así que, bastante conveniente.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

El Canon RF 50 mm f/1,8 STM convierte la EOS RP en una cámara mucho más ligera. Tiene buena calidad óptica. Un factor de ampliación de 0,25x, mucho más favorable que los 50 mm que tenía hasta el momento, ambos nuevos objetivos ven muy parecido a corta distancia. Y tiene un aro polivalente, con un selector de función. En una posición, sirve de aro de enfoque. Pero en la configuración por defecto de la cámara, en posición de enfoque automático, no hace nada. Hay que cambiarlo a la posición de enfoque manual, que ha de hacerse a través del uso de menús. Tengo que configurar algún botón para este cambio. Se puede configurar el aro para que pueda funcionar como cualquier objetivo que permite la corrección del enfoque en posición autofoco. Pero no es nada intuitiva. Ya lo he hecho y funciona bien.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

Los de Canon siguen haciendo buenos productos, pero se les va la cabeza a la hora de configurarlos. Las opciones por defecto de este equipo son absurdas. Hay una serie de parámetros que debe ser fácil controlar en cualquier cámara; sensibilidad ISO, velocidad de obturación, apertura del diafragma, compensador de exposición y enfoque. Disparando en RAW, casi todo lo demás lo puedes modificar en postproducción. Y estos controles deben ser fáciles de usar e inmediatos. Porque hacen tan difícil el enfoque manual los de Canon con esta cámara... sencillamente no lo entiendo. Pero una vez configurado todo como debería ser de entrada... va muy bien. Estoy considerando llevármelo a Copenhague dentro de unas pocas semanas, en una escapada de fin de semana largo que vamos a hacer. Ya os contaré.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM