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Último rollo de película de agosto - Olympus Pen F con Fujifilm Neopan 100 Acros II

Lo que son las cosas, estamos ya en el primer día de octubre y aun me queda por comentar un rollo que comencé en agosto y terminé el 1 de septiembre. Mi verano ha sido muy activo fotográficamente con la #CrappyCommieCameraParty, dedicada a la fotografía con cámaras (u otros equipamientos fotográficos en mi caso) fabricados en países comunistas. Pero aunque esta "fiesta" fotográfica estaba convocada entre el 1 de julio y el 30 de septiembre, a finales de septiembre estaba cansado y empecé a usar otros equipos más agradecidos en su diseño y manejo. Y por ello, en los últimos días de agosto decidí sacar a pasear la estupenda Olympus Pen F con su Zuiko 38 mm f1,8 al que le puse un filtro amarillo de Hoya para mejorar el contraste de las fotografías en blanco y negro.

Como película opté por un rollo de Fujifilm Neopan 100 Acros II. Estando todavía en pleno verano, con bastante horas de luz y ambiente despejado, el no disponer de mayor reserva de sensibilidad no me pareció un problema. Y dado el reducido tamaño de los negativos de la Pen F, un poco por debajo de la mitad del habitual 24 x 36 mm, el grano casi imperceptible de esta película y su elevada nitidez hace que sea muy apropiada para usar con esta cámara. Para medir la luz, la Pen F no tiene fotómetro incorporado, usé mi fiel Gossen Digisix, perfectamente fiable.

La película la revelé con Kodak HC-110, que es mi revelador habitual. Ofrece buena calidad y gran permanencia con la botella abierta, no perdiendo eficacia con la inevitable oxidación al entrar en contacto con el aire. Pero con el cambio de fórmula de la Acros a esta su segunda versión, fabricada por Hartman (Ilford) para la marca japonesa bajo las especificaciones de esta, no siempre está claro cuales son los tiempos recomendados para el revelado con HC-110. Según donde consultes, los tiempos son similares, pero no la concentración propuesta por el revelador. En estos momentos, la que parece funcionar mejor es la dilución C 1+19, revelando durante 5 minutos a 20 ºC. La proponen en Digitaltruth y algún otro sitio. Pero por si os interesa, los hay quien propone la misma dilución durante 5 minutos y 30 segundos, e Ilford, que ofrece el Ilfotec HC, con la misma fórmula que el Kodak HC-110, da como recomendada la dilución B 1+31 durante esos mismos 5 minutos a 20 ºC. Parecería que esta sería la más apropiada, por ser Hartman (Ilford) el fabricante de la Acros... pero no me da los mismos resultados que la dilución C.

Una vez revelados los negativos, fueron digitalizados con la Panasonic Lumix G100 con el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS, obteniendo unos ficheros que solo necesitaban el ajuste del punto negro y del punto blanco para obtener unos resultados adecuados, con imágenes nítidas y con un grano casi imperceptible. Aunque la digitalización con cámara digital siempre tiende a resaltar más el grano que los escáneres dedicados de película. Todo depende de cuán agresivo tenga que ser el ajuste posterior del contraste de la imagen.

En general, los resultados son buenos, confirmándose como una excelente combinación de cámara y película, especialmente gracias a las buenas calidades del objetivo estándar de la cámara. Siempre mejor con este diafragmado por lo menos a f5,6. Lo único que me gustaría es que se pudiese optar por rollos de 24 exposiciones, que para la Pen F se convertirían en prácticamente unas 50, ya que el rollo de 36 exposiciones, que ofrece unas 75 con la Pen F, se hace interminable.

Problemas con los adaptadores M42 a Pentax K - Pentax MX con Fomapan 100 Classic

Siempre he tenido problemas de nitidez cuando uso los adaptadores de objetivos con montura de rosca M42 con las cámaras Pentax de bayoneta K. Y sin embargo, cuando se desarrolló esta última se hizo de forma que fuese posible usar con el aro adaptador correspondiente las ópticas Pentax Takumar con montura M42 con las nuevas cámaras con montura K que la marca japonesa empezó a fabricar a principios de los años 70. No tengo un adaptador original de la marca. Tengo dos adaptadores modernos, uno lo compré, el otro me lo dieron por no usar. La cuestión es que, independientemente de si los objetivos que usara fuesen el Takumar SMC 35 mm f2 de Pentax o cualquiera de los objetivos rusos o alemanes orientales que tengo, en ocasiones, las fotos realizadas usando estos objetivos y estos adaptadores no quedaban nítidos.

A estas alturas, quienes hayan leído las entradas de este blog durante el verano sabrán que he venido usando varias de estas ópticas fabricadas tras el telón de acero durante la guerra fría, con una diversidad de cámaras. Nunca he tenido problemas de nitidez, dentro de la calidad esperable con estos objetivos, con las cámaras de montura M42 o con las Canon EOS usando el adaptador. Así que decidí, para finalizar el verano, usar alguna de ellas con la Pentax MX. Para no arriesgar mucho coste, usé el rollo de película más barato que encontré, un Fomapan 100 Classic, le puse el Meyer Optik Görlitz Trioplan 50 mm f2,9 convenientemente adaptado con los aros correspondientes, y me fui a hacer fotos.

No tuve necesidad de revelar el rollo. Simplemente mirando por el visor réflex de la Pentax MX, que es bastante bueno, uno era consciente de que el objetivo no enfocaba a infinito. Sin problemas con las distancias cortas, pero con las lejanas y los paisajes, no se veía nítido. Como funcionan a diafragma cerrado con el adaptador, sí que podía observar que el problema era más grave cuanto mayor fuese la apertura usada. Pero en general, difícil encontrar un visión nítida a distancias largas de enfoque. Sólo expuse esa mañana algo así como la mitad del rollo. Y paré. Para no desperdiciar tontamente película. Y además... daba la impresión de que aumentaban los problemas de reflejos parásitos, incluso fotografiando con el sol a la espalda.

Llegando a casa me puse a pensar, llegando a una conclusión. Si los objetivos con otras cámaras, y la cámara con otros objetivos, enfocan siempre sin problemas a infinito... ¿el problema estará en el adaptador? Veamos los dos adaptadores.

Como se puede comprobar, uno de ellos tiene el aro más ancho que el otro. Cuando se monta sobre el objetivo, genera un aumento de la distancia entre la montura del objetivo y el plano de la película. Luego no puede enfocar a infinito. Y en todos estos años,... no me había dado cuenta. ¡Seré burro! Porque además es el que tendía a usar, cuando los usaba, hasta que me harté y compré el adaptador para la montura Canon EF, porque es más sencillo de montar y desmontar. El otro tiene su intríngulis, y hay que usar una pieza para desmontarlo, que hay que llevar consigo si se quieren alternar los objetivos M42 y los propios de bayoneta K. Un incordio. Pero quizá ese adaptador es el que hacía que de vez en cuando los objetivos con rosca M42 sí que enfocasen correctamente. Así que decidí probarlo. Con el Takumar 35 mm.

De entrada, estaba claro. En el visor de la cámara, usando este adaptador, la imagen se veía perfectamente nítida a todas las distancias de enfoque. Cierto es que también podría ser porque estaba usando distinto objetivo. Pero hice la prueba con una Pentax digital, para no gastar película, y efectivamente, el adaptador era el culpable. Así que termine el rollo con el adaptador difícil de usar y el Takumar... y todas las fotos salieron perfectamente nítidas. Misterio resuelto.

Con respecto a la película, se expuso a su sensibilidad nominal ISO 100, y se reveló durante 6 minutos a 20 ºC en Kodak HC-110 dilución B (1+31) que es la recomendada por el fabricante de la película para revelado en tanque pequeño. Aunque en ocasiones he usado la más corta para revelado en tanque rotatorio sin problemas. Bueno... quedaron bien. Digitalizados como de costumbre con una Panasonic digital y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 OIS ASPH. De todos modos, creo que seguiré usando estos objetivos con las EOS... porque son más sencillos de usar los adaptadores, y por la comodidad del modo con prioridad al diafragma. Aunque en la práctica, al usarlos a diafragma cerrado con la Pentax MX es como si los usases con prioridad al diafragma.

Blanco y negro con el pequeño Industar-50-2 - Canon EOS 650 e Ilford HP5 Plus 400

Nuevamente uno de los últimos y diversos rollos que expuse durante la segunda mitad del mes de agosto pensando en la #CrappyCommieCameraParty de la que os he estado hablando durante todo el verano, en la que he participado utilizando mis cámaras y objetivos fabricados en los países del antiguo bloque prosoviético durante la guerra fría. Siempre he sido más "de ópticas" que "de cámaras". Siempre me han interesado más los objetivos que los cuerpos de cámara, especialmente durante la época de la película tradicional. Los vidrios que atraviesa la luz antes de llegar a la superficie sensible influyen mucho más en la calidad final de la imagen que la cámara. Esta es importante por otras cosas. Lo segundo que influye en esta calidad es la superficie sensible, es decir, la calidad o características de la película o la calidad o características del sensor digital.

La óptica que me interesó en esta ocasión fue el minúsculo objetivo soviético Industar-50-2 50 mm f3,5. Con una fórmula óptica de cuatro lentes en tres grupos, no deja de ser una copia más de los Tessar de Carl Zeiss. Creo que originalmente se fabricó para montura de rosca de 39 mm, compatible con la de las telemétricas Leica originales, antes de la serie M. De hecho, tengo un Industar 50 mm f3,5 para esta montura. Aunque necesitaría de un engrasado y limpieza para que su mecánica funcionara correctamente. Pero luego se fabricó también para cámaras réflex, Zenit, primero con montura de rosca 39 mm, pero con mayor distancia de brida [distancia entre el plano de la montura y el plano de la película] que los fabricados para las telemétricas, por lo que no son compatibles, por no enfocar a infinito en uno de los dos sistemas, y luego con la popular montura de rosca de 42 mm. Uno de estos es el que he usado en esta ocasión.

Poco después de hacerme con este diminuto objetivo, que compré en una feria de coleccionismo por cuatro perras con una Zenit E conmemorativa de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, baratísimo todo aunque la cámara dejó de funcionar después de tres rollos, encontré una oferta en la que vendían seis filtros dedicados para este objetivo, con una rosca de filtro de 35,5 mm, son diminutos, que también son compatibles con el Meyer-Optik Görlitz Trioplan 50 mm f2,9. Entre ellos hay un par de lentes de aproximación, un filtro de densidad neutra que resta dos valores de exposición, un filtro naranja que todavía tengo que estudiar si es para corregir contraste o para usar película calibrada para luz de tungsteno a la luz del día (está marcado de una forma, pero tiene aspecto de la otra), y dos filtros amarillos de distinta intensidad, uno resta un valor de exposición a la luz que llega a la película, y el otro resta dos valores de exposición.

Como ya he comentado en más de una ocasión, estos objetivos con montura M42 son más agradables de usar con una Canon EOS con el adaptador de montura correspondiente, que con las cámaras originales para los que se construyeron. Me refiero a las cámaras de la Alemania oriental o de la Unión Soviética, que solían tener ergonomías "dudosas" y controles de calidad en su fabricación más dudosos todavía. Tampoco van mal con otras monturas, como con mi Pentax K, también con el adaptador correspondiente. Aunque las EOS son más cómodas; en modo automático de prioridad a la apertura consigues un gran agilidad, visión permanente en el visor de la profundidad de campo y buena precisión en la exposición. En esta ocasión he usado la Canon EOS 650, que es la más ligera de las Canon EOS que uso.

He usado el filtro amarillo x4, es decir, el que resta dos valores de exposición a la luz que llega a la película, el más denso, con el fin de mejorar el contraste sobre película en blanco y negro. En esta ocasión, el material sensible utilizado ha sido un rollo de Ilford HP5 Plus 400, creo que el último que me quedaba en el frigorífico en formato 135. Con la pérdida de dos valores de exposición por el filtro, en caso de usar un fotómetro externo hay que ajustarlo a un índice de exposición de 100 en lugar de a la sensibilidad nominal, ISO 400. Pero como he usado el fotómetro incorporado en la EOS 650, he dejado el ajuste automático a ISO 400 por la codificación DX del carrete, y medido la exposición con el filtro incorporado. No supone ningún problema.

Revelada la película en Kodak HC-110, dilución B, 5 minutos a 20 ºC, como de costumbre, he obtenido unos negativos bien expuestos y bastante contrastados, especialmente dadas las condiciones de luz del verano, aunque he evitado usarla en días de luz excesivamente intensa y contrastada. Digitalizada con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS, he obtenido unos archivos de 20 megapíxeles, un poco menos, por no ser los formatos del sensor y de la película homotéticos, a los que he ajustado el punto negro, el punto medio y el punto blanco sin problemas, con un grano más contenido que en otras ocasiones, me parece a mí. Por lo demás, las fotos han quedado correctas en una diversidad de situaciones. Cámara, película, revelador y equipo para digitalizar los negativos son totalmente fiables. El único elemento que podía condiciona el resultado ha sido el pequeño Industar, que con tal de que no lo apuntes hacia una fuente de luz muy intensa, a poco que cierres el diafragma un par de pasos o más, ya va bien, también.

Fotografía infrarroja en lo más tórrido del verano - Mir-1 37/2,8 con Hoya IR72

Tengo por costumbre, por aquellos de mantener el músculo cardiaco en forma, de dar amplias caminatas los sábados por la mañana, también los domingos si puedo, por los alrededores de Zaragoza. Entre 8 y 18 kilómetros tienen mis recorridos, según el tiempo del que disponga. Y suelo llevar conmigo una cámara fotográfica por lo que pueda surgir. Pero hace un poco más de un par de semanas, no sabía muy bien qué llevar. El día prometía ser muy caluroso, y las condiciones de luz,... lo propio del verano. Dura con escenas muy contrastadas. Así que consideré la posibilidad de poner a alguna cámara un rollo de Rollei Superpan 200, pancromática en blanco y negra con sensibilidad extendida al infrarrojo cercano. La cuestión era... ¿a qué cámara y con qué objetivo?

Por mi participación en la #CrappyCommieCameraParty, de la que ya he hablado previamente, pensé que estaría acorde con lo que voy haciendo este verano usar algún objetivo fabricado más allá del telón de acero que admitiera mi objetivo Hoya IR72 de 49 mm de diámetro. O sea, o bien el Carl Zeiss Jena Tessar 50/2,8 fabricado en la antigua RDA o el Mir-1 37/2,8 fabricado en la antigua Unión Soviética. Me decidí por este último. Al pensar fundamentalmente en paisaje, la focal más abierta del Mir-1 me parecía más conveniente. Hice alguna prueba piloto con la Zenit 3M y la Praktica MTL5 que me permiten seguir participando en la "party",... pero las fotos más series de esa mañana las hice con la Canon EOS 3 de mi amigo Luis. Las que he publicado ya en alguna red social, equivocadamente pone que usé mi Canon EOS 100... pero no. Fue la EOS 3.

El año pasado y a principios de este verano he usado cámaras telemétricas  para la fotografía infrarroja. Usando diafragmas abiertos, como máximo f4, con velocidades de obturación de 1/60 segundo, se pueden usar a mano alzada, siempre que se usen películas de sensibilidad nominal ISO 200 o superior. Con o sin subexposición y posterior revelado forzado. Pero puede haber problemas con la nitidez por la escasa profundidad de campo y el impreciso enfoque de la radiación infrarroja. El infrarrojo cercano no enfoca en el mismo punto que el espectro visible, y las marcas tradicionales para fotografía infrarroja pueden ser una corrección excesiva ya que están pensadas para longitudes de onda más largas que aquellas a las que tienen la sensibilidad extendida las películas como la Superpan 200. Por ello, decidí llevarme la reflex y un trípode, aunque fuera uno ligero, que me permitiera usar un diafragma f11, útil en paisaje, y que englobase por su profundidad de campo los posibles errores debidos a los distintos planos de enfoque de las distintas longitudes de onda de la luz.

Todo ello un poco masoquista por mi parte,... porque fue uno de los días más calurosos de este verano, incluso si salí de casa a las nueve de la mañana. Aunque me llevé bebida fresca en la mochila, cargar con la réflex y el trípode, y el ajetreo de montarlo y estabilizarlo en cada una de las tomas... pues volví cansado. y un poquito deshidratado. Nada grave... pero ya no me apeteció hacer nada más el resto del día. La caminata no es de las más largas, casi nueve kilómetros, entre mi casa y el barrio de Santa Isabel, no por la ruta más corta, pero si normalmente me cuesta dos horas, incluyendo el hacer alguna foto de vez en cuando, en esta ocasión fueron tres horas y media, contando que cada foto incluye todo el ajetreo del trípode, enfocar sin filtro, poner el filtro, hacer la foto usando el temporizador de la cámara, etc.

Pero el resultado está bien. Como la semana siguiente estuve muy ajetreado con distintas cosas y anduve con poco tiempo, revelé a la vez que el rollo de Ilford FP4 Plus 125 hecho con la Holga del que os hablé el otro día, en Kodak HC-110 dilución 1+119, desatendido, una hora a 20 ºC, con cinco inversiones del tambor de revelado al principio de la hora y tres inversiones a los 30 minutos. No soy excesivamente partidario de este tipo de revelado, que he usado más en el pasado, pero con este rollo, el revelado compensado ha venido bien para un buen contraste de los negativos, y aunque con un poco más de grano del previsto, las fotografías están bien expuestas y nítidas. Están digitalizadas con la Panasonic Lumix G100, porque la Lumix G9, que pasó hace poco por taller, ha vuelto a fallar, por lo que tendré que discutir con el servicio técnico por chapuceros... pero ya cuando vuelva de un pequeño viaje que tengo previsto este fin de semana.

Como digo, en general estoy satisfecho con los resultados. 36 fotos en el infrarrojo en una mañana son muchas fotos, por lo que no pueden ser todas interesantes, ni mucho menos. Pero me ha servido para intentar algunas ideas en las composiciones, algunas con más fortuna y otras con menos. A lo largo de la entrada os he ido dejando ejemplos. Espero que la experiencia os sea útil. Una alternativa para los días más calurosos, en los que la radiación infrarroja es más abundante. Aunque nuestros ojos no la vean nuestras cámaras, con la película adecuada, sí que la ven.

Ah... una cuestión. En cámaras Canon EOS como la EOS 3 o la EOS 100, se desaconsejaba usar película infrarroja, que quedaba velada por la célula de luz infrarroja que contaba las perforaciones de película al avanzar el motor un fotograma tras cada toma. Pero eso era importante con las antiguas películas infrarrojas que llegaban hasta los 900 nm o más de sensibilidad. Con las que yo uso habitualmente, que no suelen llegar a los 800 nm, no es problema y se pueden usar sin problemas.

Nunca se me ha dado bien fotografiar con la Holga...

Lo que digo en el título de la entrada. Cuando hace unos años se anunció que se iban a dejar de fabricar las Holga, decidí comprar un par de ellas, antes de que los precios se pusieran por las nubes para unos chismes de plástico con una calidad global penosa, pero potencialmente útiles como herramientas creativas fotográficas. Así que me hice con una Holga 120N, que presenta algunas "mejoras" sobre el modelo original, para película de tipo 120 y formato de negativos 6x6, pero que básicamente comparte el "carácter" del mismo, y con una Holga 120WPC, una estenopeica panorámica que permite obtener negativos en formatos 6x9 y 6x12. Cuando hablo de que no se me dan bien estas cámaras hongkonesas me refiero a la 120N. Con la estenopeica he hecho alguna cosa curiosa. Pero intentaré explicarme un poco mejor en los siguientes párrafos.

Para empezar, aquella noticia, de finales de 2015 de que se acabaron las Holga, se debió a que Tokina decidió cesar la fabricación para terceros de este tipo de cámaras en su fábrica china. Pero para mediados de julio de 2017, se habían recuperado los moldes de las cámaras y accesorios y transferido la fabricación a otras fábricas. Sabemos que ya no se fabrica es la versión original de la cámara, la Holga 120S. Pero siguen fabricándose una variedad de modelos en torno al mismo concepto. Incluso con versiones para película de 35 mm y de tipo 110 para un formato subminiatura. Y luego está la circunstancia personal de que nunca he sabido sacarle partido a la cámara el adecuado partido. Nunca he sabido extraer su potencial creativo, asociado no a su calidad, sino a su carencia de calidad intrínseca. La baja nitidez de sus lentes de plástico, la escasa capacidad de intervención sobre los parámetros de exposición, el extremo viñeteo mecánico que presentan en ocasiones los fotogramas, el riesgo constante de que entren filtraciones de luz,... o simplemente de que se "desmonte" por su precario sistema de fijación la tapa trasera que protege la película. En fin... cosas.

Como ya he comentado varias veces, este verano, como excusa para desempolvar y dar vida a algunas de las cámaras y ópticas que tengo en la estantería, participo en la #CrappyCommieCameraParty, actividad impulsada en twitter por @ShittyChallenge. Como digo, una excusa como otra cualquiera, que eventualmente también me ha permitido entrar en contacto con un par de aficionados a la fotografía con película tradicional, cuyo ámbito de práctica de la fotografía es más amplio y con los que he podido intercambiar experiencias o impresiones. Ya doy por buena la participación en este rollete, que por lo demás es intrascendente. El caso es que la Holga, siendo una cámara fabricada en China, califica como cámara cutre de país comunista que sería la traducción para "crappy commie camera". Aunque dentro del concepto un país dos sistemas, Hong Kong formaría parte de la China "capitalista".

En estas estábamos cuando decidí salir a pasear una tarde con la Holga 120N y un rollo de Ilford FP4 Plus 125. Dado que la velocidad de obturación de la cámara se supone que es de alrededor de 1/100 segundo y que las dos posiciones de la apertura se suponen alrededor de f11 y f16, para una tarde soleada de verano, una película con una sensibilidad nominal ISO 125 está bien. Nunca se sabe exactamente cuales son las aperturas reales de las Holga. Se cuenta de que antes de 2009, las dos posiciones de la apertura correspondían a f8 y f11. Pero que por un defecto de fabricación, no había diferencias entre ambas posiciones, y la apertura efectiva sería f13. La mía es posterior y sí que observo diferencias entre ambas posiciones. Como en el frontal del objetivo se indica una apertura máxima f8, leo por ahí que debo asumir que las dos posiciones de la apertura de mi cámara correspondería a f10 y f13. Pero también hay quien afirma que en realidad, aunque se anuncian esos f8 y f11, las reales sería f13 y f19. No he conseguido aclararme. Una de las cosas que pretendía en este paseo es que, tomando notas de la medición que me proponía el Gossen Digisix en la mano, y de la posición a la que ajustaba la apertura de la cámara, hacer una estimación informada de la realidad de mi cámara. Pero no ha podido ser.

Y no ha podido ser porque no me acordaba de que la última vez que usé la cámara lo hice en la posición B del obturador. Es decir, cuando este permanece abierto todo el tiempo que está pulsado, sin que se cierre por un mecanismo de relojería, mecánico o electrónico, en las cámaras más "sofisticadas", o por el muelle de alambra que llevan las Holgas, y que proporciona la tensión para el retorno del obturador a su posición cerrada de forma automática tras aproximadamente 1/100 segundo de apertura. Por lo tanto, todas las fotos del rollo están hechas a un tiempo de obturación excesivo, que provocó que los negativos estuvieran muy sobreexpuestos y además algo o mucho trepidados. Esto se nota más o menos, según el negativo, con la consiguiente pérdida de nitidez. Que hay que sumar a la escasa nitidez del menisco de plástico que conforma el objetivo.

Tras comprobar que los negativos salieron negros del tambor de revelado, comprobé la incorrecta posición del obturador. Siempre me parto de risa cuando veo la pegatina del "passed" de control de calidad en la fabricación de la cámara.

Planifiqué un revelado en Kodak HC-110 en dilución 1+119, desatendido durante una hora, con muy escasa agitación, cinco inversiones del tambor al principio, y tres suaves inversiones a la media hora. Esto produce un revelado compensador, que pensé que me vendría bien para controlar un poco el contraste de los negativos, por el agotamiento del revelador en las zonas mas densas del negativo. Lo cierto es que con la cantidad de sobreexposición que tenían... el revelador se habrá agotado pronto, pero aun así los negativo se veían prácticamente negros, de modo que no tenía ni idea de si podría extraer algo de ellos. En un laboratorio fotoquímico tradicional hubiera sido una pesadilla. Pero digitalizándolos bajo el objetivo de mi Panasonic Lumix G9,... pues algo se ha podido sacar con cierta dignidad. Pero vamos,... considerándolo todo en su conjunto, y aunque algunos y algunas me han comunicado que les han gustado algunas fotos del rollo... pues un desastre, continuando mi tradición de no atinar con esta cámara. Volveré a ello. Prometido.