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Problemas con la Leica Minilux; con un rollo de Kodak Portra 400

Desde hace casi un año, me había acostumbrado a la Leica Minilux como cámara para llevar conmigo de forma constante, funcionando como un bloc de notas fotográfico. Generalmente con película en color, aunque eventualmente en blanco y negro, su excelente objetivo, el Summarit 40/2,8, su capacidad para controlar la apertura y la distancia de enfoque, y la posibilidad de usar el compensador de exposición, hacen de ella una compacta superior a casi todas las demás. Y el hecho de que sea un poquito grandota, comparada con otras compactas de focal fija, hace que se ergonómica más cómoda, a pesar de que su forma es... la de un ladrillo. Bellamente decorada, pero un ladrillo.

En el mes de mayo le puse un rollo de Kodak Portra 400. La cámara lee la sensibilidad por contactos DX y no hay posibilidad de ajustarla de forma manual. Pero lo que hago con la Portra 400 es ajustar el compensador de exposición a +1 EV, por lo que en la práctica, para una mayoría de fotos está funcionando como una exposición a IE 200, para unos colores menos saturados, pero agradables. Eventualmente, si lo necesito, puedo anular este ajuste y usarla a su sensibilidad original, ISO 400, a la que sigue dando muy buena calidad, y tengo una reserva de uso en caso de que la luz empiece a escasear. Pero con su apertura máxima f/2,8, es muy adecuada como cámara polivalente.

Cada mes, en los primeros días del calendario, reúno todos los rollos de película negativa en color del mes anterior, generalmente entre 2 y 4, y los mando a revelar. Así lo hice en el mes de junio, en el que mandé cuatro rollos, dos de formato medio y dos de 35 mm. Ya os he hablado de tres de ellos; con Kodak Portra 800, con Lomography Color Negative 800, y con Kodak Portra 400. Ahora en julio he mandado sólo dos, dos carretes de 35 mm. El caso es que para el momento en que recibí los resultados de mayo de la Leica Minilux, ya había estado usando la cámara con un rollo de Kodak ProImage 100, y al llegar al fotograma 30 o 31... dio error E01... y ha dejado de funcionar. Con el rollo de película dentro, la cual no he encontrado forma de extraer sin velar la película.

Poco después de comprar la cámara de segunda mano en Seúl, me enteré que la cámara es propensa a ciertas averías. Aunque el más temido es el error E02, que parece que se debe a una debilidad en un cable, responsabilidad del fabricante de la cámara. O sea la japonesa Minolta, ya desaparecida. Por lo que se ve, la avería es reparable. Pero el mío es distinto, E01, que podría deberse a una avería en el obturador. Y eso me preocupa porque podría se más complejo de reparar. Tengo que consultarlo, pero todavía no he tenido ocasión.

El caso es que cuando llegaron las películas de mayo, en un cierto porcentaje de las fotografías realizadas con la Minilux aparecían artefactos en la imagen. Del laboratorio me preguntaron si le había puesto algún tipo de filtro. El caso es que desde un poco antes de la mitad del rollo hasta casi el final, había artefactos que iban desde la aparición de unas líneas diagonales en la fotografía con un mayor o menor nivel de falta de nitidez, hasta simplemente esto último. Las últimas fotos del rollo se ven prácticamente normales. Si no hubiese sido por la avería posterior, diría que se produjo condensación en el interior de la cámara, que fue desapareciendo, por lo que al final del rollo las fotos volvieron a la normalidad.

El caso es que algunas de esas fotografías me interesaban bastante, por recoger el estado actual de algunos rincones del barrio de Torrero de Zaragoza en el que viví y me crie desde que tenía unos meses de edad hasta los cinco años recién cumplidos, momento en el que nos cambiamos de vivienda en la familia, al piso que con el tiempo acabó siendo el mío desde 1993, tras otras viviendas intermedias. En fin... que no sé muy bien qué va a pasar con la cámara, lo que me tiene un poco apesadumbrado. Ya os contaré. O a lo peor no, porque se me olvida. Pero si no vuelven a aparecer fotos de la Minilux en estas páginas, mala señal.

La Canon EOS 3 de Luis, en color, con un EF 40/2,8 STM y Kodak Portra 400

Ya os hablé hace unas semanas de la Canon EOS 3 de mi amigo Luis, que todavía tengo por casa, y en la que no sólo hice aquel Ilford FP4 Plus de prueba, sino que también llevé durante una semana con un rollo de película negativa en color, en concreto una Kodak Portra 400, de un lote que compré, del que me quedan pocos rollos, pero que caducan en septiembre de este año. Han estado guardados en frigorífico a 4 ºC, así que no tendría porqué haber problema para extender su validez un tiempo más,... pero bueno. Habrá que ir usándolos.

Con el rollo de Portra 400 decidí ir más ligero. Dentro de lo que cabe. Ya comenté que la cámara no pesa mucho, gracias al sempiterno policarbonato de los cuerpos de las réflex de enfoque automático en los años 90. Pero es grandota, bastante grandota. No tanto como las variantes de la EOS 1, pero más que cualquier otra Canon EOS para película tradicional. Así que para llevarla unos días en mi mochila urbana, le puse el pequeño EF 40/2,8 STM, que es muy ligerito, sin perder calidad óptica. La única prevención que hay que tener es que es un objetivo que viñetea bastante a plena apertura. Quizá no tanto con película como en digital, pero es uno de los compromisos, junto la luminosidad limitada, de esta óptica para su ligereza. A veces viene bien, otras no tanto. Con digital se puede corregir en posproducción, pero en película viene lo que viene. De todas formas, salvo que sea necesario, no suelo usar los objetivos a su máximo diafragma.

Una de las prestaciones sobre las que tenía curiosidad era sobre su capacidad de escoger el punto de enfoque siguiendo el movimiento de la pupila del ojo. El sistema de enfoque automático fue muy alabado cuando la cámara salió al mercado. Tenía bastantes puntos de enfoque, 45 de ellos, aunque no al nivel de las modernas cámaras digitales, y con el inconveniente de que estos no están distribuidos por toda la superficie del visor, sino sólo en una amplia zona central. Pero para su época estaba muy bien. Y heredaba de la Canon EOS 5, junto con algunas variantes de las EOS 50 y EOS 30, el sistema "Eys Control". Tú calibrabas con tu ojo el sistema siguiendo las instrucciones y almacenabas la calibración en memoria de la cámara. Podías incluir varias calibraciones, con gafas o sin gafas, para unos objetivos u otros, según consideraras oportuno, y cada calibración incluía posición horizontal y vertical del fotograma. Lo he probado... y realmente funciona. Y eso que no he repetido el proceso muchas veces como recomendaba el fabricante para mejorar la sensibilidad. Funciona sorprendente bien, con menos fallos de los que pensaba. Dijeramos que en mi caso sólo ha fallado aproximadamente una de cada diez veces.

También ajusté varias funciones personalizadas de la cámara a mi conveniencia, sabiendo que cuando se la devuelva a Luis puedo hacer una vuelta a las configuraciones de fábrica que es como tenía él la cámara. Y eso mejoró realmente la comodidad del uso de la cámara. No voy a detallar todos los cambios, porque sería un aburrimiento. Por lo menos para mí sería un aburrimiento redactar todo eso. Pero siempre he recomendado que si existen opciones configurables, cada usuario de cámara, de cualquier tipo, debe echarles un vistazo y pensar un poco sobre el sentido que tienen. Igual le convienen.

Otra cuestión que he hecho ha sido, con calma, ir comparando los distintos métodos de medición del fotómetro de la cámara. Comparando las decisiones que tomaría usando los modos de medición puntual y sus variantes, parcial, promediado con preponderancia al centro, con los resultados que me da el modo de medición evaluativa, o matricial que dicen los de Nikon,... en general no merece la pena complicarse mucho la vida. Las diferencias son pequeñas y fácilmente absorbibles por latitud de exposición de la película negativa en color. No digo que que en condiciones de iluminación complejas, con una necesidad de precisión por usar, por ejemplo, película diapositiva... la Velvia 50 que es la más difícil de usar por su limitadísima latitud de exposición, no vengan bien... Pero también importa en esos casos saber cuándo hacer o no hacer la foto, porque la escena supera o no supera los límites del material sensible.

Después de este segundo rollo con la Canon EOS 3 de Luis puedo asegurar algunas cosas. Pero fundamentalmente dos. La primera es que es una cámara extremadamente competente, con muchas más opciones y funciones de las que necesito habitualmente, en la que la principal limitación para obtener buenas fotografías serán las habilidades, o carencias de ellas, del fotógrafo. La segunda es que es muy grandota, por lo que me encuentro más a gusto por ejemplo con la "arcaica", en comparación, EOS 650, más ligerita y cómoda de llevar. Aunque ahora echaría de menos el poderoso obturador de la EOS 3 con sincronización del flash a 1/250 segundo y con una velocidad máxima de 1/8000 segundo, lo que permite llevar películas de ISO 400 y poder fotografiar con diafragmas abiertos en cualquier situación. Sí ya sé que he dicho que no soy partidario de las máximas aperturas... pero cuando convienen, convienen.

Recuperando tiempos pasados - 1992, cámara acuática de un solo uso Kodak en Sort y Salou

Estoy en proceso de reinstauración en mi vida de instrumentos musicales. En su momento, y durante años, tuve en casa una flauta dulce soprano en Do de plástico Hohner, un armónica Hohner Preciosa de 24 orificios en Do, y una guitarra Serrallonga, comprada al mismo Antonio en su tienda de la calle Loscos de Zaragoza. Pero tras diversas cesiones, se supone que ya sólo tengo en casa la armónica. Y el domingo la estuve buscando. Encontré la caja, donde esperaba encontrarla. Pero no la armónica. A cambio, encontré un paquete de negativos fotográficos en color expuestos en los años 80 y principios de los 90. Los reservé para empezar a digitalizarlos, porque encontré cosas interesantes. Y he empezado por un rollo de Kodak Gold 400 procedente de una cámara de un solo uso, también de marca Kodak, de la primavera de 1992. Creo que fue en mayo cuando la usé. Pero podría ser principios de junio.

Las cámaras de un solo uso, o desechables, han existido desde hace décadas, pero se empezaron a popularizar en la segunda mitad de los años 80 del siglo XX, con las QuickSnap de Fujifilm, y las FunSaver de Kodak, aunque también otros fabricantes de película vendieron sus modelos como Konica y Agfa, bajo sus propias marcas o licenciadas bajo marca de terceros. La forma básica era una cámara de plástico, negra, cubierta de un cartón con los colores de la marca y datos de la película e instrucciones, que llevaba un visor muy sencillo y una lente de plástico con focal y aperturas fijas, y un rollo de película, originalmente de ISO 400. Luego se popularizaron las ISO 800. La película venía previamente bobinada en uno de los ejes de su receptáculo, y conforme ibas haciendo las fotos la ibas introduciendo en el chasis. Así se ahorraban la palanca de rebobinado. Con posterioridad comenzaron a salir variantes. La más inmediata, con un flash incorporado alimentado por una pila AA sencilla. Como la apertura era fija, y en el entorno del f/9-f/13 para dar suficiente profundidad de campo a una focal de entre 30 y 35 mm, sólo eran aptas para hacer fotos al aire libre. Con el flash, podías hacer fotos en interiores, aunque el alcance del flash era limitado a unos pocos metros. Después salieron las "panorámicas" en las que la focal era más angular, y se recortaba el negativo por arriba y por abajo, para unas proporciones de algo más del 2:1 en lugar del 3:2 tradicional. Usé una de ellas durante unas vacaciones en París en agoto de 1991. Y también salieron las que venían recubiertas por una carcasa de plástico estanca al agua y permitía usarlas en un entorno acuático, e incluso sumergirlas unos pocos metros. Todo muy lúdico.

En este ambiente, fotolúdico, en la primavera de 1992, un grupo de amigos nos fuimos a hacer una bajada en rafting en Sort, provincia de Lérida, en un tramo del río Noguera Pallaresa. Fue la primera vez que hice esta actividad, sumamente divertida. Luego estuve alguna otra vez en el mismo tramo de río con otros amigos, y también lo he practicado en el río Gállego, en un tramo en las cercanías de Riglos y Murillo de Gállego. El caso es que en aquel momento, en el que me había adentrado ya bastante en mi afición fotográfica, la opción más lógica para aquella actividad fue probar una de aquellas desechables sumergibles. Y me llevé una. Como no la terminé, de hecho, con el trajín de la actividad no llegué a hacer ni 10 fotos de las 24 que tenía el rollo de película, un fin de semana más adelante el mismo año, en Salou, provincia de Tarragona, con los mismos amigos, la terminé, entre un parque acuático próximo y la playa de la popular localidad de vacaciones.

Las fotografías que se obtienen nunca son muy nítidas. Y el encuadre es muy aproximativo. Pero son muy divertidas de usar, especialmente si hay buena luz. Hay que evitar los contraluces, y limpiar alguna gota de agua que se quede delante de la lente, salvo que quieras amplificar las imperfecciones del objetivo. Pero está muy bien, y la creatividad personal es el límite. Con los años he hecho algún rollo más con estas cámaras. No muchos. El más destacado, la cámara Fujifilm QuickSnap Waterproof con un rollo de Superia Xtra 800 que nos llevamos a las cataratas del Niágara y con cuyos resultados quedé encantado. ¿Son recomendables? Para las circunstancias adecuadas, sí. Pero seamos sensatos medioambientalmente. Son un derroche de plástico. Desecharlas apropiadamente. Y si no vais a sumergirlas, optad por haceros con alguna cámara compacta de segunda mando, con ópticas más competentes, y que no suponga un aumento de los residuos. De hecho, recientemente están surgiendo las cámaras "reusables" como alternativa más sostenible medioambientalmente que las desechables. Pero ya digo que hay cámaras de segunda mano compactas, muy baratas, de los años 90, que dan mejores resultados.

La Canon EOS 3 de Luis, con un EF 50/1,4 USM e Ilford FP4 Plus

Hace unas semanas me reencontré con Luis. No es su verdadero nombre, pero por motivos que no vienen al caso no lo voy a dar, y modificaré ligeramente sus circunstancias personales, de forma pactada con él, cuando me dio permiso para hablar un poco de su historia personal en esta entrada sobre fotografía. A Luis lo conocí cuando hice mi primer curso de fotografía. Yo había empezado a trabajar recientemente en mi "empresa" actual, tenía 29 años. Luis es más joven. Todavía estudiaba. Tendría entonces 22 o 23 años. En el curso de fotografía había 10 personas más. Todos dentro de un intervalo de edades parecido, entre los 20 y los treinta y pocos.

Y de acuerdo al paradigma del momento, casi todo el mundo llevaba alguna de las cámaras réflex recomendadas entonces para "aprender" fotografía. Cámaras como mi Pentax P30N, de enfoque manual, aunque ya se vendían muchas cámaras de enfoque automático de Canon, Nikon y Minolta, pero eran apreciablemente más caras. De todas formas, predominaban las Yashicas FX-3 y las Minoltas X-300. Eran lo que te vendían entonces. Y eran cámaras capaces; sencillas, pero eficaces. Y efectivamente, adecuadas para aprender. Tenían su modo de exposición manual y, la mayor parte de ellas algún automatismo con prioridad al diafragma. Mi P30N tenía también prioridad a la velocidad y modo programa. Pero Pentax cometió el pecado de no incluir una compensación de la exposición o la posibilidad de modificar manualmente la sensibilidad ISO, que era leída por los contactos DX. Así que, como cámara escuela, había que usarla en modo manual.

Luis era el raro. Estaba estudiando todavía, pero tenía posibles. Y se había comprado un capricho. Él mismo lo reconoce. Es un caprichoso. Sus compras, más allá de la necesidad o el interés funcional que tengan los objetos, siempre tienen un punto de capricho. Como era de "buena familia", en el sentido figurado de la expresión, en el real, ciertamente es una buena familia, le habían regalado, o se había comprado con un dinero que le habían dado, una Canon EOS 700. Esta cámara de enfoque automático, era más bien pequeña y manejable y tenía una serie de elementos que le daban originalidad. Por un lado, el objetivo con el que venía, un EF 35-80/4-5,6 PZ estaba motorizado. Lo de PZ venía de Power Zoom. Lo cual siempre me pareció una lata. Menos preciso y rápido que uno manual. Por otro lado, al colocar la película, esta quedaba extraída por completo de su carrete, con el motor de avance de la misma, y al hacer las fotos estas quedaban automáticamente rebobinadas en el carrete conforme se exponían. A mí esto siempre me pareció un buen inventó, pero no se generalizó.

Pero el tema más curioso eran sus modos de exposición. La rueda de selección de modos de exposición tenía dos caras. Si la montabas por un lado, sólo tenías modos de exposición programados a base de modos escénicos; retrato, paisaje, macro, nocturno... así hasta ocho de ellos. Si la montabas por el otro lado, convertía el aparato en una cámara con prioridad a la velocidad de obturación, incluido un modo B para largas exposiciones, aunque no tengo ni idea de qué diafragma colocaba la cámara en ese caso. No tenía ningún control para corregir la exposición, ni tampoco se podía modificar la sensibilidad ISO que se leía mediante contactos DX. Por lo que, no había más remedio que aceptar la exposición programada para la cámara. Lo cual la hacía inconveniente como aparato escuela. Pero llamaba la atención. Y lo pasamos bien en el curso. No se le daba mal la cosa, y encuadraba y componía con gusto. Pero sus negativos, en escenas en clave alta o en clave baja, no quedaban expuestos correctamente. Aunque la latitud de exposición de la película negativa hacía que el problema no fuera grave. Pero en la práctica era como una cámara compacta con objetivos intercambiables.

Hicimos un cierto grado de amistad. Después del curso quedábamos de vez en cuando a tomar algún chisme o a hacer algunas fotos. Yo me compré no mucho después mi Canon EOS 100, por lo que le podía prestar algún objetivo EF con más posibilidades que su objetivo zoom motorizado. Nunca se compró más objetivos. Entendió que la cámara tenía unas limitaciones que frenaron sus deseos de expansión. Y por otra parte, un año y medio más tarde terminó la carrera y encontró trabajo fuera de Zaragoza. Y hay perdimos contacto. Todavía no estaba generalizado internet, que sólo lo veíamos aparecer tímidamente en algunas empresas y, más frecuentemente, en las universidades.

Hace un par de años... más bien tres, me localizó por internet y me contactó por las redes sociales. Retomamos un cierto contacto a distancia, pues seguía viviendo fuera. Y cuando terminó el periodo de confinamiento de la pandemia, en verano pasado, empezó a venir a Zaragoza con frecuencia por motivos familiares. Y hace dos meses se ha vuelto a establecer en su ciudad natal. Y hablando de fotografía en el reencuentro en vivo y en directo comprobé... que sigue siendo un caprichoso. Cuando empezó a trabajar, en seguida se sitúo muy bien en su empresa, con un buen sueldo, y cuando sustituyó la EOS 700, lo hizo nada más y nada menos que con la Canon EOS 3 con la que he hecho las fotos de hoy. Nunca entendió bien que lo importante eran los objetivos... y se conformó con el ¿infame? EF 28-135/3,5-5,6 IS USM, uno de los primeros objetivos estabilizados de la gama de ópticas de Canon, pero que siempre me ha parecido flojo en sus prestaciones ópticas. Tengo uno. Hablaré más de las características de la EOS 3 en otro artículo, cuando venga revelado un rollo de película en color que he hecho.

Me la ha dejado. Y es interesante de usar. Es un pedazo de cámara. Aunque el eterno policarbonato de los años 90 la hace parecer más "barata" de lo que era y de lo que merece. Pero sus prestaciones son impresionantes. Demasiado grande para mi gusto. Pero lo mejor de la gama Canon EOS para película tradicional, aunque las distintas iteraciones de la EOS 5 gozaran de más popularidad. Dejando aparte las distintas iteraciones de la EOS-1, claro. Muy rápida. El primer rollo que le hice, podéis ver algunas fotos, es un Ilford FP4 Plus, expuesto a su sensibilidad nominal, ISO 125, revelado en Kodak HC-110 C (1+19), durante 5' 15" a 21 ºC. Ha quedado fenomenalmente expuesto. No he usado su objetivo zoom. Las fotos las hice con mi EF 50/1,4 USM. No la vende. Aunque no la usa. Luis dice que aunque nunca la usó mucho, nunca aprovechó su potencial, es su capricho y la tendrá para siempre. Pero me la deja. Y como ahora vivimos cerca, pasaré alguna que otra vez a que me la deje. Pero el sigue siendo un caprichoso. Por supuesto, se pasó al digital en cuanto fue posible, durante muchos años con Canon EOS digital. Pero ahora, como buen caprichoso, y aunque siga sin sacarle partido a sus cámaras, va por el mundo con una Leica SL y un objetivo SL Vario-Elmarit 28-90/2,8-4. Que usa de pascuas a ramos porque es un talabarte. Una pena, porque sigue teniendo buen gusto para encuadrar y componer. Ya he tirado alguna foto con la Leica SL... pero más allá de la pijadita del círculo rojo, me produce poca emoción. Es como mi Lumix G9, pero más grande y estilizada y con el sensor grandote.

Hablaré más de la Canon EOS 3 en un futuro. Especialmente, del enfoque guiado por el ojo.

Leica Minilux y Kodak Ultramax 400 - una buena combinación

Durante el mes de febrero expuse dos rollos de película negativa en color. Con sendas cámaras Leica. Pero muy distintas. El primer rollo, con la compacta Leica Minilux, de la popular Kodak Ultramax 400; el segundo, con la veteranísima Leica M2 calzada bien con el Zeiss Planar 50/2 ZM bien con el Leitz Elmar-C 90/4, de la prestigiosa Kodak Portra 160. Estaba principalmente en este segundo. A priori, usado con un equipamiento más prestigioso que la compacta de Leica fabricada por Minolta. Y por ello lo comenté primero. Especialmente, porque los resultados fueron decepcionantes. Una subexposición clara en buena parte de los fotogramas hizo que, por prestigioso que fuera el equipo,... pues eso, los resultados fueran decepcionantes.

Pero en las primeras semanas del mes, no me compliqué mucho la vida en este aspecto. Cargué un rollo de Ultramax 400, una película a la que estoy cogiendo un cierto cariño, en la compacta Minilux, y me dediqué a usarla de bloc de notas fotográfico cada vez que veía un motivo que quería conservar en forma de fotografía, en lugar de fiar las circunstancias a la memoria. El usar una cámara ligera, que puedas llevar siempre encima, como bloc de notas fotográfico es algo que recomiendo. Quizá muchas de las fotografías que hagas sean intrascendentes para la mayor parte de los que las contemplen. Pero sirve como entrenamiento personal sobre la luz y las formas y su potencial fotográfico, que viene bien cuando te mueves en un entorno más interesante, como pueda ser un viaje o un acontecimiento.

Ya había usado esta combinación de cámara y película a principios del mes de enero, con buenos resultados. Siendo la Kodak Ultramax 400 una película de ISO 400, podríamos considerarla como adecuada para situaciones en exteriores donde la luz no es excesivamente brillante. Pero comparando los resultados obtenidos en enero, días de luz más tenue, menos brillante, con los de febrero, en los que en Zaragoza son frecuentes ya los días francamente soleados, lo cierto es que la Ultramax 400 muestra su mejor cara con mejor luz. Colores más limpios, más luminosos, saturados pero no sobresaturados. Realmente satisfecho con el resultado.

Y también con este resultado, una enseñanza general que vale para cualquier tipo de equipamiento o técnica fotográfica. Da igual lo potente, prestigioso, caro, complejo... el adjetivo que prefiráis, que sea vuestro equipo, si cometéis errores en vuestra técnica fotográfica, un error en la medición o en el ajuste de la sensibilidad en esta ocasión, los resultados van a ser mediocres o peores que con un equipo más modesto pero con una técnica fotográfica impecable. Estas son las prioridades que hay que tener en cuenta.