La fotografía como afición y otras artes visuales

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En noviembre fue la Canon EOS 650 con un 40 mm y un rollo de Kodak Ektar 100

Desde hace un tiempo, cada mes suelo llevar alguna cámara para película tradicional en la mochila con un rollo de película en color, independientemente de que siga haciendo fotos en blanco y negro. En el mes de noviembre de 2020 la cámara que me acompañó en mis idas y venidas por la ciudad fue la Canon EOS 650, una cámara que, a pesar de que muestra algún rasgo de inmadurez, no por nada fue la primera de la gama EOS en la historia, me resulta muy cómoda de usar. Para hacerla ligera en la mochila, le puse el pequeño panqueque EF 40/2,8, que ofrece muy buenos resultados tanto en digital como en película, con la ventaja de que con película tradicional viñetea menos a grandes aperturas. Y como material sensible, tenía que ser la Kodak Ektar 100.

¿Por qué tenía que ser la Ektar 100? Bueno... es otoño, los árboles están más coloridos y potencialmente más bellos. Y con esto del cambio climático, las nieblas en Zaragoza cada vez se reducen más. Y si antaño noviembre era un mes en el que las nieblas abundaban, ahora parecen quedar confinadas cada vez más a los días de diciembre próximos a la navidad. Como los que llevamos esta semana. Por lo tanto, con buena luz y colores potencialmente interesantes, una película como la Ektar 100, que ofrece tonos más saturados que otras... va bien.

Revelado el rollo en Carmencita Film Lab, con una resolución de unos 20 megapíxeles por foto, que ya está bien, tengo en mi poder fotografías nítidas, limpias y claras. Quizá con unos tonos excesivamente cálidos... más bien con un exceso de amarillo, a pesar de mi petición de tonos neutros. Pero bueno, una pequeña corrección de la temperatura del color, cuando estos tonos cálidos no sienta bien, en el programa habitual de procesamiento de imágenes, nada muy impulsivo, corrige la situación sin graves pérdidas de calidad de imagen a pesar de trabajar sobre JPEG. Siguen siendo rácanos los laboratorios a la hora de ofrecer TIFFs de alta resolución. Supongo que por el coste del almacenamiento.

Creo que el momento que más ilusión me hizo durante todo el mes, y que me hizo entretenerme un ratito mientras iba desde el trabajo, en el que había terminado mi jornada, hacía el centro de la ciudad para hacer unas compras, caminando, fue al pasar sobre las cuatro de la tarde junto al palacio de la Aljafería de Zaragoza, y percatarme que en la avenida de Madrid, en el lateral del palacio, el ayuntamiento de la ciudad ha plantado entre el arbolado urbano algunos ginkgos, fósiles vivientes de origen asiático que ahora se ven por todo el mundo, que producen unas hojas muy bellas en otoño, y que nunca había visto en Zaragoza. Los arbolitos son jovencitos, pequeñitos y pasan desapercibidos, pero con las brillantes hojas amarillas, llaman más la atención.

También, ante el confinamiento perimetral de la ciudad debido a la epidemia de covid-19, las riberas del río Ebro se han convertido en un lugar preferido de muchos conciudadanos para disfrutar del aire libre, y de algo lo más parecido a la naturaleza que se pueda encontrar dentro del municipio, y sin salir del casco urbano. En fin... que me han gustado los resultados. Para el mes de diciembre, ya llevo un par de rollo. Con distintas cámaras. Con distintos tipos de película. Cuando llegue el día 2 de enero... o el primer día hábil que haya, las mandaré al correo, y en el primer mes del 2021 os contaré cómo fueron las fotos en color de diciembre del malhadado 2020. En cualquier caso, esta combinación de cámara y película está muy bien.

Ilford FP4 Plus 125 a IE 400 - En Fujifilm GS645S Wide60

Sigo con mi serie de rollos de Ilford FP4 Plus 125 expuesto a un índice de exposición IE 400, y con la modificación correspondiente del revelado para acomodar los tonos de la imagen a los casi dos pasos de subexposición a los que sometemos a la película. En esta serie, ya probé esta solución con una Hasselblad 500CM, formato medio, y con una Pentax MX, formato pequeño, con buenos resultados en ambos casos. Hoy volveré al formato medio, utilizando una Fujifilm GS645S Wide60, utilizando su fotómetro integrado en lugar de un fotómetro de mano, como hice con la Hasselblad.

Recordamos el motivo de esta serie de rollos. Las películas fotográficas en blanco y negro más fácilmente accesibles en mi ciudad, en comercios locales, sin necesidad de tirar de pedidos por internet, son las Ilford. FP4 Plus 125, HP5 Plus 400, entre las tradicionales. XP2 Super 400, en tecnología cromogénica y revelado C41. Todas ellas, cada una con su carácter, muy distinto entre ellas, da buenos resultados. Pero frente a lo que muchos me cuentan, la HP5 Plus 400 no la encuentro muy polivalente. En situaciones de bajo contraste, me quedan unos negativos demasiado planos para mi gusto. Por ello, y viendo las experiencias de otra gente, estoy probando la FP4 Plus a IE 400, lo cual garantiza un resultado más contrastado, en una película que de por sí, a su sensibilidad nominal, es más contrastada que la HP5 Plus. La cuestión es no perder, al menos en exceso, los detalles en los tonos más oscuros de la imagen.

Vamos a los resultados con formato medio. La experiencia con la Hasselblad me dijo que el aumento del grano en estos tamaños de negativo no es especialmente llamativo y con ampliaciones de la imagen pasa casi desapercibido. Pero el día que hice la prueba, había un sol radiante, y en algunas zonas de la ciudad las sombras eran muy profundas. En algunos negativos, no en todos, perdí detalle en las sombras. Medí la luz con un fotómetro de mano, un Gossen Digisix. El pasado domingo amaneció con niebla. Pero no siendo un día frío, esta tendió a disiparse, no del todo y no de forma uniforme, a partir del mediodía. El contraste de las escenas a fotografiar fue durante toda la mañana mucho más contenido que el día de la escena, incluso cuando salió el sol, matizado por la bruma residual. Al principio de la mañana, con la niebla, el contraste era muy bajo.

Utilicé para medir la luz el fotómetro integrado de la cámara, que siempre he encontrado fiable y fácil de usar. Familiarizado con él, una vez analizada la escena, no me cuesta mucho saber qué correcciones he de introducir a la medición propuesta. Revelé con Kodak HC-110, con una dilución C, 1+19. Habiéndome preguntado alguien qué significan las cifras, diré que se trata de cantidades en volumen. Por cada 10 mililitros del jarabe concentrado del revelador, añado 190 mililitros de agua. Como revelé más de un rollo, ya os contaré, usé 800 mililitros de solución final. Así que fueron 40 ml de HC-110 y el resto hasta completar, agua. La propuesta de tiempo y temperatura de revelado era de 8 minutos y 30 segundos a 21 ºC. Como así, de entrada, me encontré con una temperatura de 22 ºC, tiré de tabla correctora/calculadora de tiempos, y usé un tiempo de revelado de 7 minutos y 30 segundos a esa temperatura. Puede que aumentara algo el grano, y quizá el contraste, pero no de forma extraordinariamente llamativa. Y andaba con el tiempo algo justo.

Los resultados fueron bastante buenos. Ningún negativo sobreexpuesto ni subexpuesto, ninguna sombra bloqueada. Y desde luego, ninguna luz empastada, claro. Difícil subexponiendo la película casi dos pasos. Los negativos fueron digitalizados con la pequeña Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS con una resolución de 20 megapíxeles. En el procesado de las imágenes me limité a ajustar el punto blanco y el negro en todas las fotografías, y en alguna de las que estaban menos contrastadas por la niebla, ajustar un poquito el punto medio. Sin más manipulación. El tono cálido viene de que, al invertir el archivo RAW que tenía originalmente una tonalidad algo fría, quedó así. Me gustó, y no lo toqué. Como digo, mínima manipulación.

Las fotografías que más "miedo" me daban por el contraste de la escena fueron la de la fila de árboles a contraluz y la del paso subterráneo bajo la autopista. A simple vista, ambas pintaban muy contrastadas, y no sabía como respondería la película. Pero como se puede observar, quedaron bien. La de los árboles, hay una zona en la niebla iluminada por el sol, a la izquierda de los árboles, que estaría potencialmente empastada. Pero como de todas formas carecía de textura en esos momentos, no tiene mayor importancia. Sigo valorando positivamente esta combinación de película, índice de exposición y revelado.

15 kilómetros del Canal Imperial de Aragón en el infrarrojo - Fujifilm GS645S Wide 60 + Ilford SFX 200

Sigo utilizando las películas sensibles al espectro de la radiación infrarroja cercana al espectro visible para los días de verano. Con días muy largos, con horas de buena luz en momentos del día inconvenientes, la posibilidad de utilizar películas en blanco y negro que tienen su sensibilidad espectral extendida al infrarrojo cercano con un filtro especial que elimine de la ecuación la luz visible, nos permite hacer fotografías interesantes, especialmente paisajes, en buena parte de las horas del día veraniego. El espectro de luz visible, por su extremo con longitudes de onda más largas, comienza en los 750 nanometros (nm). Aunque no todas las personas alcanza a percibir estas longitudes de onda cercanas a los 750 nm, que sería el color rojo profundo. Hay una cierta variabilidad individual. Si tomamos una película pancromática con sensibilidad espectral extendida más allá de los 750 nm, llegando a cerca de los 800 nm, y le ponemos delante un filtro que no deje pasar la mayor parte del espectro visible, aprovecharemos sólo estas longitudes de onda en el rojo profundo, que no todo el mundo percibe, y en el infrarrojo cercano.

Suelo utilizar un filtro Hoya IR72 de 49 mm de diámetro con mi Fujifilm GS645S Wide 60. Al ser telemétrica, la colocación del filtro no interfiere con el visor de encuadre ni con el mecanismo de enfoque. El filtro IR72 (o IR 720 nm) deja pasar longitudes de onda de 720 nm o más largas. Por lo tanto, nos permite aprovechar exactamente las longitudes de onda que nos interesan para este tipo de fotografía. Si miramos a través de un filtro IR 720 nm nos parece opaco, salvo que lo dirijamos a un punto emisor de luz. En ese caso, podemos ver el punto de emisión de luz con tonos rojizos, y muy débil. En el fotograma revelado y positivado, veremos oscuros los tonos de los objetos que emiten o reflejan poca radiación infrarroja, como el agua o el cielo, y veremos blanco o muy claros los objetos que emiten o reflejan mucha radiación infrarroja, como determinadas construcciones, que de por sí tienen colores de tonos cálidos, y la vegetación verde con abundancia de clorofila, que da a la imagen un aspecto sorprendente o distinto. Para quienes se manejen algo con el sistema de zonas, la vegetación de los árboles es fácil que caiga en zona IV, un paso por debajo del gris medio, mientras que con el infrarrojo nos cae en zona VII u VIII, dos o tres pasos por encima del gris medio.

Recientemente, en un par de sábados consecutivos, he recorrido todo el trayecto del Canal Imperial de Aragón a su paso por la ciudad de Zaragoza. Entre el Parque Lineal de Plaza y las esclusas de Valdegurriana. Más allá de estas esclusas, el canal queda desdibujado en una serie de cursos de agua con un caudal más propio de acequias de riego, más o menos potentes, que otra cosa. Son unos quince kilómetros. Aunque el camino recorrido total fue de cerca de 19 kilómetros el primer sábado y 12 kilómetros el segundo. Porque se añaden kilómetros por diversos motivos. Conviene hacerlo antes de que apriete el calor. Pero con las extensas horas de luz intensa del verano, no supone ningún problema para el tipo de fotografía que pretendemos. Como hay abundancia de vegetación cerca del curso de agua del canal, también es una situación idónea.

He usado en esta ocasión dos rollos de Ilford SFX 200, tipo 120, que ofrecen quince negativos de unos 55 x 42 mm con esta cámara de Fufifilm. Para evitar cargar con peso, y dado que ambas jornadas fueron de sol radiante, utilicé un exposición fija de f/4 y 1/60 segundos, que permite fotografiar a mano alzada. Aunque hay que gestionar con cuidado la limitada profundidad de campo del formato medio. También hay que usar la marca correctora para el infrarrojo que ofrecen los objetivos antiguos, entre ellos el Fujinon 60 mm f/4 de esta cámara, porque no todas las longitudes de onda enfocan en el mismo plano focal para un objetivo dado. Salvo con objetivos apocromáticos muy caros que, en cualquier caso, están corregidos para el espectro visible, permitiendo que las longitudes de onda del azul al rojo enfoque en el mismo plano focal.

El revelado lo he realizado con mi revelador habitual que da buenos resultados, quizá con un grano un poquito más marcado de lo que me gustaría. Pero eso va en preferencias personales. Es Kodak HC-110, dilución B (1 + 31), 8' 8" a 21 ºC. Agitación tranquila pero continua durante los primeros 30 segundos; luego, cuatro inversiones del tambor de revelado cada 60 segundos hasta el final del proceso. Se han digitalizado con la Panasonic Lumix G9 en modo alta resolución, que ofrece unos archivos finales de entre 70 y 80 megapíxeles de resolución. Aunque recomiendo usar como archivo final a imprimir resoluciones más modestas. Aun así, da para imprimir a unos 60 x 40 cm sin mucho problema.

Con el segundo de los rollos, inauguré el soporte con máscaras para la digitalización de Pixl-latr, producidas por Hamish Gill (35mmc), mediante un proyecto de financiación colectiva en el que participé. Se ha retrasado bastante sobre la fecha prevista... como 22 meses. Pero ha cumplido, y al final ha enviado el producto. Que es de bastante sencillez conceptual, pero eficaz. La principal ventaja sobre los soportes que utilizaba hasta ahora es que mejora mucho la planeidad de la película en el soporte, lo cual es decisivo a la hora de alcanzar una buena nitidez en la imagen digitalizada final.

Finalmente, hagamos balance. Estoy bastante contento con unas cuantas de las fotografías realizadas, lo cual está muy bien. Ilusos los que pretendan obtener un 100 % de fotos significativas. Con un 25 % de fotos decentes es para dar palmas con las orejas. En cualquier caso, la experiencia ha sido satisfactoria a diversos niveles. Y además, los kilómetros andados influirán seguramente en mi salud cardiovascular. Y puesto que es algo que puedes hacer solo o acompañado por uno o dos amigos, en estos tiempos de epidemias, permite estar activo manteniendo las distancias sociales. Qué más quieres pedir.

Atardeceres, cometas y galaxias - fotografía digital con Panasonic Lumix G9

Segunda entrada consecutiva con cámara digital como protagonista. Hacía tiempo que no pasaba esto en estas páginas. Pero si hace unos días os hablaba de mi recién llegada Lumix GX9, las fotos de hoy proceden de la ya bien probada y fiable Lumix G9. Cámaras ambas con muchos elementos en común a nivel de su electrónica, pero con dos enfoques distintos. Ayer precisaba de la solidez de la G9.

Es sabido por muchos aficionados a la fotografía que estos días ha habido un motivo interesante en el cielo nocturno. Ya lo comentaba a propósito del artículos sobre la GX9. Hace pocas semanas, el cometa C/2020 F3 NEOWISE se hizo visible en el firmamento. En los primeros días, al amanecer. Hoy en día también al atardecer. Y si viajas suficientemente al norte de Europa, u otros continentes, se puede ver toda la noche, rozando el horizonte. Creo. Este fin de semana tenía intención de volver a intentar fotografiarlo, pero alejándome de la ciudad. Y justamente ha coincidido con la recomendación de no salir de la ciudad. Por culpa de cierto coronavirus. Me contuve el viernes por la noche y el sábado por la noche. Pero después de valorar la situación, y dado que me he cogido un día de fiesta este lunes, decidí que era seguro y no insolidario desplazarme en solitario a la presa de Tormos en el embalse de la Sotonera. No es el mejor lugar para fotografía astronómica, pero tiene posibilidades, y es accesible en tres cuartos de hora desde Zaragoza. Y hay poca gente por allí un domingo a partir de las ocho de la tarde. Poca, poca, poca. Quienes hayan pasado por allí el fin de semana, ya estaban de vuelta o preparándose para volver a sus domicilios principales. La distancia social quedó totalmente a salvo.

Me llevé una variedad de ópticas y complementos. A saber. La cámara, Lumix G9, como ya he dicho. Varios objetivos con montura micro cuatro tercios; el Laowa 7,5/2, el Olympus 12-40/2,8 y el Lumix G Vario 35-100/2,8. Recientemente, compre un pequeño adaptador para poder usar ópticas Canon EF, a plena apertura, no tiene contactos electrónicos, con las cámaras micro cuatro tercios. Así que lo cogí, con el Canon EF 200/2,8L y el multiplicador de focal x2. Mi trípode Manfrotto de la serie 190 de fibra de carbono, y mis filtros Lee. Una linterna frontal, que tiene luz roja, ideal para ver el equipo por la noche sin deslumbrarme a mi mismo en la observación del cielo, y potente con luz blanca para caminar de regreso al coche.

Comencé la tarde esperando la puesta de sol, en la que usé tanto el 12-40, como el 35-100, como el 200 + x2 con el adaptador. Hay que pensar que ese 200/2,8 con el multiplicador de focal hace el equivalente en campo de visión de un 800 mm en formato completo. No es fácil de manejar. Y menos de enfocar. Por que no hay profundidad de campo que valga a f/5,6. Pero bueno. Alguna foto hice. No usaré mucho esta combinación. Es poco práctica; aunque el adaptador es barato y bien está disponer de él. Debí haber llevado también para este rato un repelente de insectos. No eran mosquitos. Parecía mosca negra, aunque de momento no tengo ninguna lesión por picadura dolorosa.

Tras la puesta de sol, con el 12-40 me dediqué a componer algunos paisajes con el castillete de las compuertas de la presa que dan lugar a la salida de aguas para el canal de Monegros, al que alimenta el embalse de la Sotonera, desde Tormos en el término municipal de Alcalá de Gurrea. Ensayé tanto el color como el blanco y negro, y usé los filtros de densidad neutra para aumentar los tiempos de exposición. Aunque las aguas estaban demasiado tranquilas para que el efecto fuera muy llamativo. Pero observando bien se ve el remolino que forman las aguas para entrar en las compuertas de salida alrededor del castillete. Cuando llegué, unos pescadores de caña imprudentes estaban pescando allí con una barca. Como les dijo un paisano que pasaba por ahí, si se hubieran caído al agua podrían haber sido succionados y muerto ahogados. Pero oye... que somos españoles y hacemos como nos pasa por allí.

Conforme avanzó el crepúsculo empecé a buscar el cometa C/2020 F3 NEOWISE. Olvidé mis prismáticos. Así que la estrategia de búsqueda fue hace fotos en gran angular con tiempos relativamente prolongados. Aparece antes en las fotos que a la vista. En su máxima luminosidad aparente, el cometa se sitúo en una magnitud 1,8, pero ayer había bajado a 3,3. Cada paso entero de aumento de magnitud es una caída en la luminosidad de 2,5 veces aproximadamente, si no recuerdo mal. Finalmente apareció. Justo encima del castillete de las compuertas, desde mi perspectiva, y debajo de la Osa Mayor. A partir de ahí todo fue hacer pruebas con distintas focales y tiempos de exposición. Lo más difícil, enfocar correctamente. Y jugar con una farola que a ratos se encendía e iluminaba el castillete, que podía estar bien, aunque podía introducir alguna luz frontal en el encuadre... que está mal. Pero a ratos se apagaba. De forma anárquica.

Tras esta actividad, giré la cámara 180 º, le calcé el supergranangular y apunté a la Vía Láctea. Es una zona que no está amenazada por la enorme contaminación lumínica de las ciudades como Zaragoza o Huesca, pero hay muchos puntos de luz diseminados en pequeños pueblos, granjas y otros caseríos. Así que no era una situación ideal, pero hice lo que pude. Con la medianoche, cansado, y sabiendo que hasta la una de la madrugada no estaría en la cama como pronto, entre unas cosas y otras fue la una y media, me volví a casa. Menos mal que llevaba la linterna frontal.

Dípticos: Pentax MX + Ilford FP4 Plus; el adiós al SMC-M 50/1,7

Os presentaba hace unos días los resultados de buscar el paisaje verde urbano y periurbano con la Hasselblad y un teleobjetivo corto y sobre película Kodak Ektar 100. Las fotos fueron realizadas en dos días consecutivos, un domingo y el lunes siguiente en el que me cogí un día de fiesta. Y en la caminata del segundo día se vino conmigo también mi fiel Pentax MX con el hasta ese momento no menos fiel SMC-M 50/1,7 y un carrete de Ilford FP4 Plus. Para mejorar el contraste de las fotografías, el 50 mm montaba un filtro rojo Heliopan #25.

La idea durante todo el camino fue la de presentar los resultados en forma de dípticos. Fotografías apareadas, bajo un criterio. Que en muchos casos es formal, y en otros tiene que ver más con historias o con motivos que probablemente no serán evidentes para la mayoría. Pero lo son para mí. Ahora no es el momento de hablar de eso. Quizá más adelante,... y probablemente en otro entorno. Pero digamos que mi interés habitual en fotografiar los espacios periurbanos de Zaragoza tienen que ver sobre todo el cambio, unas veces más rápido, otras más pausado, del paisaje de esos espacios.

Con respecto a la película y su revelado, no hay mucho que comentar. La Ilford FP4 Plus es una película de manufactura clásica, de grano fino, cúbico, no tabular como las más modernas, de sensibilidad... antaño decíamos "media", hoy con frecuencia oigo hablar del ISO 100-125 como "baja", bien contrastada pero sin estridencias, y que se maneja bien con cualquier revelador clásico. En este caso, Kodak HC-110 dilución A (1+15), durante 4,5 minutos a 20 ºC. La recomendada, con cierta confusión en distintas fuentes, para esta combinación. Un poco corto el tiempo para lo que me gusta... pero iba con prisa y tampoco me importaba mucho que hubiera un poquito más de contraste que el probablemente me hubiera dado la otra combinación recomendada, el HC-110 dilución B (1+31) durante 9 minutos a 20 ºC.

El filtro rojo vino bien para dar más solidez y contraste al cielo, especialmente cuando aparecieron algunas nubes en él. Bueno... más bien,... las nubes estaban, en abundancia, al principio de la caminata, y poco a poco fueron desapareciendo y haciéndose más escasas. En cualquier caso, hubo momento en que el filtro rojo vino bien, aunque también hubo alguna toma en el que no hizo falta... y lo quité, claro.

Pero lo mañana tuvo un resultado final imprevisto y no deseado. El objetivo Pentax SMC-M 50/1,7, que venía con la Pentax MX cuando la compré hace algo más de 20 años de segunda mano en Casanova Foto, en Barcelona, siempre había tenido una pieza, en la que se enroscan los filtros, un poco suelta, con un poco de juego. Nunca le he dado mucha importancia porque, no estando anclada al bloque óptico, no producía ningún efecto en la calidad de la imagen. Pero al desenroscar para una de las tomas el filtro rojo... se me vino al suelo. Se había roto por un punto. Supongo que siempre ha estado dañado por ahí. Quizá el dueño anterior le dio algún golpe, inaparente por otro lado. El caso es que... decidí jubilarlo. Con un apaño que le he hecho, ahora me sirve de lupa para examinar los negativos en la mesa de luz. Y lo he sustituido por un Pentax SMC-M 50/1,4, del que os hablaré otro día.